Escucha esta entrevista en formato podcast:
Sugel Michelén ha servido como pastor en la Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo, en República Dominicana, por más de 35 años. Es autor de libros como El cuerpo de Cristo, La más extraordinaria historia jamás contada (para niños) y Palabras al cansado. También es miembro de Coalición por el Evangelio y creador del blog Todo pensamiento cautivo. En esta oportunidad, nos compartió sus perspectivas sobre diversos temas teológicos, incluidos el arminianismo, las doctrinas reformadas y otros temas relacionados con la historia de la iglesia que son relevantes para el cristianismo de hoy.
Queremos empezar esta entrevista hablando acerca de credos y confesiones. A través de la historia, la iglesia ha tenido que apelar a ciertos documentos o acuerdos en cuanto a la interpretación de la Escritura. Por eso, tenemos credos históricos y también confesiones, ¿podría contarnos en qué se diferencian?
La palabra “credo” significa “yo creo”, así que todo creyente tiene uno. No necesariamente por escrito, pero todos creemos ciertas cosas acerca de lo que la Biblia enseña. Yo creo que Dios es trino, yo creo que la redención es únicamente en Cristo, por medio de la fe. Cada vez que digo “yo creo”, estoy expresando mi credo. Así que, cuando una persona dice “no tengo ningún credo”, en realidad no es así; lo tiene.
La diferencia es que los credos, que se comenzaron a escribir desde muy temprano en la historia de la iglesia, expresan lo que la ortodoxia cristiana cree en sentido general. Una confesión de fe, en cambio, es más denominacional. Si vemos la Confesión de fe de Westminster, por ejemplo, o la de Londres de 1689, están basadas en los grandes credos que se hicieron en los primeros cinco siglos de la iglesia. Pero la Confesión de fe de Westminster, en su eclesiología, es presbiteriana, mientras que la Confesión de fe de Londres es Bautista. Entonces, en ese sentido, los credos son más universales, las confesiones son más particulares.
Históricamente, los credos y las confesiones han surgido en momentos de bastante controversia teológica, de ataques contra la iglesia, de malentendidos doctrinales, así como de ciertos aspectos muy sensibles de nuestra teología y de la interpretación bíblica. ¿Por qué precisamente en esos momentos de controversia se tienen que sacar esos documentos y qué podría enseñarnos el Señor como iglesia al pasar por esto?
Durante el siglo primero, los apóstoles estaban vivos, los creyentes apelaban a las doctrinas apostólicas y había cierto consenso general de lo que la Iglesia cristiana creía. Pero, en el siglo II comenzaron a surgir ataques contra la doctrina cristiana, como el de los gnósticos docetistas, que obligaron a la iglesia a expresar por escrito lo que creía acerca de esos temas tan importantes.
Te lo puedo ilustrar de esta manera: imagínate que tú, Giovanny, compras un lote, un solar o un terreno en una urbanización que está comenzando, y prefieres no ponerle verjas porque no hay ningún problema, todo el mundo sabe cuál es la extensión del terreno que te corresponde. De repente, llega un vecino y quiere construir su casa, pero resulta que él está poniendo la verja en el terreno tuyo. Así que tienes que ir a catastro, volver a medir tu terreno y establecer claramente cuáles son los linderos de la parte que te toca a ti.
Creo que eso es lo que le pasó a la iglesia en sus primeros siglos. Cuando los ataques doctrinales comenzaron, sobre todo en la parte oriental de la iglesia ―que se atacó la deidad de Cristo, la Trinidad con la controversia arriana―, eso la obligó a volver a la Escritura y a dejar un registro de cuál era la doctrina ortodoxa con respecto a esos temas. En la Iglesia occidental, la controversia fue otra; en el caso de Agustín con Pelagio, en vez de ser cristológica, fue antropológica y soteriológica, entonces eso obligó a definir esas doctrinas.
Preguntabas cuál es la lección que podemos extraer en el día de hoy… La iglesia de Cristo y la Palabra de Dios siempre han estado bajo ataque. Los creyentes de cada generación tienen que pensar y volver a formular otra vez lo que la iglesia cree con respecto a esos nuevos ataques que van surgiendo, que muchas veces son reciclados. No creo que hoy haya nada nuevo debajo del sol, pero a veces se plantean de una manera diferente.
Nosotros tenemos el reto de volver a expresar la ortodoxia ―lo que creemos que la Biblia enseña acerca de estos temas tan importantes― en un lenguaje que el hombre de nuestra generación pueda entender y que abarque las sutilezas de esos ataques que, como te dije, son reciclados. Pero creo que en cada generación tienen, a veces, pequeñas diferencias que debemos aprender a abordar y ser responsables en defender la fe que fue entregada una vez a los santos, como dice en el libro de Judas.
En el protestantismo, algunos documentos históricos, como la Confesión de Augsburgo, Los 39 artículos o la Confesión de fe de Westminster, son muy importantes. Pero dentro de la tradición reformada hay tres documentos muy emblemáticos: la Confesión Belga, el Catecismo de Heidelberg y los Cánones de Dort, que son comúnmente conocidos como Las tres formas de unidad. ¿Por qué son tan importantes para los reformados?
Porque son documentos que surgen después de la Reforma y, otra vez en sentido general, abarcan todo lo que la ortodoxia cree. La Confesión de Augsburgo es luterana, Los 39 artículos son anglicanos, pero la Confesión belga, el Catecismo de Heidelberg y los cánones del Sínodo de Dort abarcan lo que la ortodoxia ha creído a lo largo de los siglos. Entonces, esos documentos son sumamente importantes para nosotros hoy.
De hecho, a veces se dice “creo en los cinco puntos del calvinismo ―o de las doctrinas reformadas o de la gracia―”, pero en realidad los reformados tenemos más de doscientos puntos. Si sumas el Catecismo de Heidelberg, la Confesión belga y los cánones del Sínodo de Dort, vas a ver que abarcan mucho más que los famosos cinco puntos de la depravación total, elección incondicional, etcétera. No podemos resumir toda nuestra soteriología y lo que la iglesia ha creído de estas doctrinas por más de 2000 años en solo cinco puntos, es mucho más que eso.
[Puedes ver: Introducción a El Sínodo de Dort]
Los Cánones de Dort surgieron en medio de un periodo bastante difícil para la Iglesia reformada, especialmente en Holanda, Bélgica y partes de Alemania. Ellos contienen en su interior los cinco puntos del calvinismo. ¿Cómo se originaron estos cinco puntos? ¿Por qué razón se habló de ellos durante el Sínodo de Dort?
Antes que nada, permíteme hablar de esa etiqueta “calvinismo”. Algunas personas piensan que Calvino se sentó y elaboró cinco puntos y que nosotros los defendemos, pero en realidad no es así. En 1588, un teólogo reformado llamado Jacobo Arminio fue ordenado para el ministerio pastoral. Arminio estudió bajo los pies de Teodoro de Beza, que es el sucesor de Calvino. Así que su preparación académica fue profundamente reformada.
Pero, en un momento dado, a Jacobo Arminio se le encomendó defender la doctrina reformada de alguien que estaba atacando los puntos soteriológicos que los reformadores defendieron. Para sorpresa de los que le asignaron esa tarea, él más bien abrazó lo que su oponente creía. Jacobo Arminio era profesor en la Universidad de Leiden y ahí comenzó a mostrarse claramente que lo que él enseñaba en sus cátedras no encajaba con lo que los reformadores defendieron. Entonces inició una controversia entre Arminio y otro profesor de Leiden llamado Francisco Gomaro.
Al morir Arminio, en 1609, sus seguidores, quienes luego vinieron a ser conocidos como los remonstrantes, protestaron contra los estados que hoy se conocen como los Países Bajos porque ellos querían transmitir abiertamente lo que su maestro les había enseñado. Escribieron un documento con cinco puntos, que son contrarios a la fe reformada como la conocemos hoy. Así que lo primero que surgió no fueron cinco puntos del calvinismo, sino cinco del arminianismo.
Esta controversia comenzó a escalar hasta que finalmente, en 1618, los estados de Holanda decidieron hacer un sínodo para discutir ese tema. Se hizo en la ciudad de Dordrecht, conocida coloquialmente como ‘Dort’ y se aprobaron Los Cánones de Dort, cinco puntos que contradicen lo que los arminianos estaban proponiendo. Básicamente, la idea general es la siguiente: quienes vienen a ser creyentes lo son no por una obra eficaz y soberana del Espíritu de Dios, sino por una obra de una gracia preveniente ―voy a explicar eso en un momentito―, que produce lo que podríamos llamar una regeneración parcial en el hombre.
Entonces, a pesar de estar depravado, a pesar de estar muerto en delitos y pecados, esta regeneración parcial te coloca en una posición donde puedes aceptar el evangelio o negarlo. Pero, al final, la aceptación de la salvación en Cristo está en las manos tuyas. Por supuesto, el arminiano dirá: “Sí, pero siempre por la gracia, porque la gracia preveniente, esa gracia que viene primero, te capacitó para decir que sí o para decir que no”. Si dices que no, la culpa es tuya, y en eso estamos todos de acuerdo, pero si dices que sí, es porque tú tomaste una decisión por Cristo.
Los que defendemos las doctrinas de la gracia, tal como fueron establecidas en los Cánones de Dort, decimos: no, Dios hizo una obra de regeneración total, te dio vida cuando estabas muerto en tus delitos y pecados (Efesios 2:1), de manera que Dios es absolutamente soberano en la salvación de los pecadores. Si te pierdes, es por tu culpa. O sea, no es que Él diga: “Ah no, no, yo no voy a aceptar que Giovanny crea de ninguna manera”. No, Dios ofrece el evangelio.
Pero, precisamente, Él sabe que el hombre está muerto en sus delitos y pecados, y que tú no vas a querer venir a Cristo ―como les dijo Jesús a los fariseos en su época: “ustedes no quieren venir a mí para que tengan vida”―. Por eso Dios, en su gracia, en su bondad, de forma soberana e incondicional eligió a unos para salvación, para traerlos eficazmente a creer en Cristo y a venir a Cristo en arrepentimiento y fe.
Entonces, allí es que surge esta controversia y los famosos cinco puntos, que hoy se conocen como los cinco puntos del calvinismo. Yo prefiero llamarles “doctrinas de la gracia”, porque ya Calvino estaba muerto hacía muchísimos años cuando estos cinco puntos surgieron en los Cánones de Dort, pero fueron una respuesta al arminianismo.
¿De qué forma estos cánones, que fueron producto de una gran deliberación que duró mucho tiempo, hablan de la Escritura o sustentan sus puntos en la Escritura? En el Nuevo Testamento, en Pablo, quizá en Agustín y en Calvino…
Mira, yo creo que los Cánones de Dort simplemente expresan lo que la Biblia enseña acerca de la salvación del pecador, y es interesante notar algo: cuando los teólogos del Sínodo de Dort, que terminó en 1619 ―creo que en mayo―, se vieron en la obligación de poner por escrito estos cánones, tuvieron que tomar una gran decisión. ¿Escribimos esto para los teólogos, para los académicos, o lo escribimos en un lenguaje tal que lo entienda toda la iglesia? La decisión que tomaron fue escribirlo de tal manera que cualquier creyente lo pudiera entender.
Algunas personas, cuando escuchan que un documento es de 1619, piensan: “Ah, yo no voy a entender esto”. No, los cánones se escribieron para que los creyentes puedan leerlos y entenderlos. Pero también es interesante notar que siempre el primer párrafo de los Cánones de Dort es una expresión de la ortodoxia cristiana, tal como fue aceptada en los primeros quince, dieciséis siglos de la historia de la iglesia. Así que hay una conexión vital, una conexión orgánica entre los cánones que se escriben en 1619 y lo que la Iglesia de Cristo había creído desde el siglo I hasta ese momento.
En realidad, pienso que los cánones son un regreso al Nuevo Testamento para ver lo que tanto Pablo como el resto de los Apóstoles escribieron allí. En su teología, Pablo obviamente es una expresión de lo que enseñó Jesús. Entonces, yo creo que esto es cristianismo.
Los Cánones de Dort quizás son el emblema más significativo en la historia del protestantismo, específicamente en la división histórica entre arminianos y reformados. Quizá por esta razón los arminianos, generalmente, ven con cierto recelo o sentido de agresividad estos cánones, ¿qué les diría a ellos?
Bueno, lo primero es que los animaría a leer los Cánones de Dort, porque hoy en día algunas personas toman los cinco puntos enumerados de esta manera: la depravación total, luego la elección incondicional… y todo eso era para poder hacer un acróstico con el tulipán, que era una flor muy apreciada en Holanda, aunque no es autóctona de allí. Pero el tulip, como se conoce en inglés, comienza con la depravación total [Total Depravity]; luego la U es Unconditional Election (la elección incondicional); la L es Limited Atonement, que no me agrada ese término porque parece limitar el alcance de la expiación de Cristo, lo que se conoce como la expiación limitada. La I es de la Irresistible Grace [la gracia irresistible] y, finalmente, la Perseverancia de los Santos [Perseverance of the Saints].
Pero en realidad, el TULIP nació en 1905-1906, en una publicación que alguien hizo… quiso ser ingenioso en la forma de presentar esto en una forma memorable y creó el acróstico. Pero en los Cánones de Dort, vas a ver que la primera doctrina, el primer canon, es sobre la elección incondicional, o sea que no es el orden en que el TULIP es presentado hoy.
Entonces, le diría a un arminiano: lee los cánones y, sobre todo, pon atención a ese primer párrafo porque te vas a dar cuenta de que expresa lo que fue la ortodoxia desde el siglo I hasta el XVII, y de que esto es el cristianismo… no es una expresión exclusiva de aquellos que se conocen hoy día como calvinistas. Luego, los cánones responden preguntas como: si nosotros creemos que hay una elección incondicional, ¿mata eso el evangelismo, la obra misionera? Obviamente, ellos dicen que no y demuestran por qué no.
Creo que esto es importante porque a veces unos arminianos descartan las doctrinas de la gracia porque piensan que son elitistas, como si Dios dijera: “tú sí, tú no, tú sí, tú no”; o piensan que esto mata el impulso evangelístico de la iglesia. Si lo ves desde ese punto de vista, claro que vas a rechazar los Cánones de Dort, pero creo que muchas veces se rechazan porque no se conocen.
En ese sentido, incluso Arminio era reformado en su teología más esencial, ¿no?
De hecho, Arminio creía en la depravación total del hombre, como lo creía Agustín, como lo creía Pablo, como lo creía Calvino. La diferencia entre ellos y Arminio es precisamente esa parte de la gracia preveniente, en la que él dijo: “sí, el hombre está completamente depravado, el hombre por sí solo no puede creer, pero Dios le da la gracia preveniente a todos, produce esta regeneración parcial para que entonces el hombre pueda creer o no creer”.
Pero honestamente, Giovanny, no veo en el Nuevo Testamento tal cosa como una regeneración parcial: o estás muerto en tus delitos y pecados o estás vivo. Eso es lo que Pablo plantea en Efesios 2. Dice: “Y él os dio vida a vosotros cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados”. O sea, estabas muerto en un segundo y luego estás vivo; en ese momento puedes creer y arrepentirte, porque un muerto no puede creer.
De hecho, en los primeros tres versículos de Efesios 2, Pablo no solamente dice que estás muerto, sino que eres dominado por el príncipe de las tinieblas. Eres un hijo de ira, como todos los demás. Versículo 4: “Pero Dios, que es rico en misericordia por su gran amor con que nos amó, (...) nos dio vida juntamente con Cristo”. La pregunta aquí es: cuando Dios te dio vida para que pudieras creer, ¿estabas parcialmente regenerado o estabas completamente muerto?
No quiero ser irónico con lo que voy a decir ahora, pero podemos plantear la pregunta de otra forma: cuando Dios te dio vida en Cristo, ¿estabas muerto o estabas medio vivo… agonizando? No, tú estabas muerto. Ezequiel 37: es un valle de huesos secos a los que se les predica la Palabra, en los que obra el Espíritu Santo y los convierte en un ejército de hombres y mujeres que ahora creen en Cristo y viven para Él.
Recientemente, se lanzó en español un libro acerca de los Cánones de Dort. Lo que me llama la atención de él es que está escrito originalmente en español y todos los autores son latinos. No sé si quisiera contarnos un poco sobre este libro.
El libro acaba de salir por una rama de Poiema que es más académica. Básicamente, la idea surge de unos hermanos chilenos: Isaac Lara es el editor, están Felipe Aguilar, Luis Hidalgo, Daniel Riquelme y Nicolás Elgueta. Ellos hablaron tanto conmigo como con Salvador Gómez, que es otro de los pastores de la iglesia. La idea era escribir un texto que presentara al mundo hispano, con ilustraciones pensadas para él, los cánones de Dort para el hombre de hoy, porque creemos que este documento es muy importante.
Comienza primero con una introducción acerca de la controversia arminiana. Luego viene cada uno de los cánones: la elección incondicional, la expiación limitada, la depravación total, el llamamiento eficaz y la perseverancia de los santos. El libro concluye con dos apéndices muy importantes: una perspectiva pastoral y práctica de los cánones de Dort, escrita por Salvador Gómez, y el contexto histórico, por Nicolás Elgueta. Este último capítulo es extremadamente importante para mí porque muestra que esta controversia, al final de cuentas, se centra en si la salvación está en las manos de Dios y es de pura gracia, o está en las manos del hombre.
Por eso comienza con la controversia entre Agustín y Pelagio en el siglo IV y viene rastreando todo hasta que llegamos a la época de la Reforma. Algo importantísimo es que, para poder entender esta controversia entre los arminianos y los reformados, tenemos que ir cien años atrás. En 1524, Erasmo de Rotterdam, teólogo católico, publicó un libro para demostrar que el hombre es capaz de obedecer lo que Dios le ordene que haga. Esa era la misma controversia que tenía Agustín con Pelagio en el siglo IV.
De hecho, antes que Pelagio tuviera esta controversia con Agustín, la tuvo con Jerónimo en la parte oriental de la iglesia. Jerónimo condenó la doctrina de Pelagio porque este último creía que la caída de Adán sólo lo afectó a él y que, por lo tanto, el hombre tiene la capacidad, sin la obra del Espíritu Santo, de obedecer a Dios y de creer. Pelagio decía “la gracia es importante para hacértelo más fácil, pero tú tienes la capacidad”. Tanto Jerónimo como Agustín, y la iglesia de esa generación, condenaron la doctrina pelagiana.
Bueno, en esa controversia entre Erasmo de Rotterdam y Lutero se dio exactamente lo mismo. El argumento de Erasmo era: cómo puede ser posible que Dios le diga al hombre “tienes que creer”, si Dios sabe de antemano que Él no puede creer. Si la condición es creer, sería cruel pedirle a un muerto que crea. Eso fue en 1524. En 1525, Martín Lutero escribió lo que entiendo que es uno de los documentos más importantes de la Reforma temprana, o sea, el momento en que estalló la Reforma protestante, y que ha sido traducido al español de diversas maneras.
Lo que Lutero demostró fue que el libre albedrío del hombre es un esclavo del pecado. Ahora, nota algo importante en su argumento, porque se dio en la misma controversia cien años más tarde, arminianos contra reformados. Lutero le dijo a Erasmo de Rotterdam: “Si tu argumento es correcto, que Dios le ordena al hombre lo que es capaz de hacer, entonces tenemos que concluir que el hombre es capaz de obedecer todos los mandamientos”. Porque dice en Deuteronomio que los debes obedecer todos, pero si fallas en uno, te haces culpable de todos (eso lo va a decir Santiago más adelante). Si quieres salvarte cumpliendo la ley, tienes que cumplir toda la ley.
Entonces, segundo argumento, el hombre debería ser capaz de no pecar nunca y de obedecer toda la ley. Pero, ¿qué tal si la ley fue dada precisamente para hacerle ver al hombre su impotencia y para que, en su impotencia, busque al único Salvador que es Cristo? Es casi el mismo argumento de Agustín contra Pelagio en el siglo IV, y va a ser el mismo de los reformados contra los arminianos. Es verdad que Dios pone una condición, pero Dios da al hombre, por su gracia, el cumplir esa condición.
Vamos a hablar un poco más adelante acerca de las etiquetas. Pero, por lo que mencionó ahora, es común que a los arminianos se les llame semipelagianos porque halaban un poco del hilo de Pelagio. También es común que a los reformados de ese momento se les diga calvinistas, porque muchos arminianos, incluido el mismo Arminio, se consideraban reformados. ¿Qué opinión tiene acerca de estas etiquetas? ¿Le parecen correctas?
Bueno, vamos a ponerlo de esta manera: son correctas si cuando yo estoy hablando con alguien, entendemos lo mismo. Pero algunas personas creen que los calvinistas siguen ciegamente todo lo que decía Calvino, no lo asocian necesariamente con los cinco puntos que defendieron los reformados en el Sínodo de Dort. Es por eso que, si no sé cuál es el concepto que la otra persona tiene de lo que significa la palabra “calvinismo”, prefiero decir: “creo en esas cinco doctrinas que engloban la gracia de Dios”, más que decir “calvinista”.
Ahora, al final de cuentas, Calvino básicamente es agustiniano. De hecho, en las instituciones de Calvino, él cita más o menos un promedio de una vez cada tres páginas a Agustín de Hipona. Tampoco soy agustiniano en el sentido de creer todo lo que Agustín enseñó, porque Agustín era un hombre. O sea, yo creo que Agustín, en la controversia con Pelagio, pudo expresar muy claramente la doctrina paulina de la salvación, tal como Pablo la expresó mayormente en la carta a los romanos y en la carta a los gálatas.
Entonces, no tengo problemas con las etiquetas, pero creo que esto es cristianismo, es soteriología como el Nuevo Testamento lo enseña. En los Cánones de Dort se cometió un error de la época al llamarles “pelagianos” a los arminianos, porque estos no son, en el mejor o peor sentido de la palabra, pelagianos. Lo que pasa es que el término “semipelagianos” no se conocía, era muy nuevo. De hecho, fue Teodoro de Beza quien lo acuñó. Así que pienso que los autores de los Cánones de Dort hicieron uso de la palabra “pelagianos” porque no tenían otra, no que los arminianos sean netamente pelagianos. El pelagianismo es una herejía.
Creo, personalmente, que el arminianismo es un error, pero no estaría dispuesto a decir que los arminianos son herejes, que están condenados. Pienso que son hermanos en Cristo que tienen una visión diferente de la forma en que la gracia de Dios opera en el hombre para salvación, pero no estaría listo para decir que los arminianos son heréticos. Sí lo diría de un pelagiano. No sé si doy a entender la diferencia. O sea, aunque en los Cánones de Dort se usa la palabra “pelagiano”, creo que fue porque “semipelagiano” había sido acuñada muy recientemente, pero no creo que sea del todo preciso decir que los arminianos son pelagianos.
En el capítulo que escribió en el libro de Los cánones de Dort, sobre poner en el orden correcto los cinco puntos, usted se refirió a la elección incondicional o la divina predestinación. Es probable que ese sea el más polémico de todos. ¿Cuál era la diferencia dentro del Sínodo de Dort entre la posición arminiana y la reformada con respecto a la predestinación?
La posición de Arminio, y luego de los arminianos o remonstrantes, era básicamente esta: Dios elige. O sea, Arminio nunca negó la doctrina de la predestinación o de la elección. Pero él dijo que Dios elige sobre la base de quiénes van a aceptar el evangelio cuando se les predique, debido a la gracia preveniente. Recuerda: en la mente de Arminio, primero eres parcialmente regenerado, se te presenta el evangelio y Dios sabe de antemano si vas a creer o a rechazar el evangelio.
Si Dios sabe en su presciencia que tú vas a aceptar el evangelio, te elige. Así que, al final de cuentas, no es la elección de Dios, es la elección de Giovanny, solo que Dios la conoce de antemano. Los reformados creemos que la elección es incondicional porque Dios no elige sobre la base de esa condición previa, de que Él sabe que tú vas a creer, sino que Dios elige soberanamente porque con amor eterno Él te amó. Como Él te amó, te va a redimir.
Vamos a ponerlo de esta manera: el arminiano cree que Dios ama a toda la humanidad, pero no ama a ninguna persona en particular como para asegurar su salvación. Nosotros creemos que hay una especie de amor de Dios general, en su gracia común, en el que Él le hace bien a buenos y malos, hace salir su sol y hace llover sobre justos e injustos. Pero al hablar de la salvación, hay un amor especial de Dios.
De manera que Dios no ama a la humanidad en general solamente, sino que Él ama a personas en particular, a quienes soberanamente Él elige para salvación. ¿Por qué? No lo sabemos. Pablo dice en Efesios “por el puro afecto de su voluntad”. En otras palabras, la razón que mueve a Dios ―porque hay una― está en Él, no en lo que Él prevé que vas a hacer cuando se te predique el evangelio. Por eso es incondicional.
Ahora, volviendo otra vez a la famosa controversia entre Pelagio y Agustín, luego entre Erasmo y Lutero, y después entre los arminianos y los reformados… déjame ilustrártelo de esta manera: ―eres colombiano, así que te debe gustar el fútbol― imagínate que hay un partido importantísimo de la Copa Mundial, Colombia contra ―no voy a mencionar a ningún país latinoamericano para no crear inconvenientes―. De repente tú, que no tienes dinero para comprar el ticket de entrada, estás sentado en un palco, en el mejor asiento que puedes estar en el estadio.
¿Cuál es la condición para entrar al estadio? Tener el pase de entrada. Un amigo tuyo te ve y te dice: “Guau, Giovanny, ¿cómo conseguiste entrada para sentarte en este lugar que es tan caro?”; y tú le dices: “es que un buen amigo decidió regalármela”. Tú cumpliste la condición, pero no por tu propia capacidad, te regalaron el ticket. Bueno, creer y arrepentirse es una condición necesaria para ser salvo, pero nadie muerto en sus delitos y pecados puede creer y arrepentirse a menos que Dios le dé vida. Eso es lo que el Nuevo Testamento enseña.
Recuerda Hechos 11, cuando un grupo de creyentes judíos se enteró de que Pedro fue a la casa de un gentil llamado Cornelio para predicarle el evangelio y llamó a cuentas a Pedro. Él les relató cómo fue que sucedió aquello. ¿Cuál fue la respuesta de estos creyentes de trasfondo judío cuando escucharon la historia de Pedro? Hechos 11:18 dice que “se asombraron y dijeron: De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida”.
El arrepentimiento es un don de la gracia de Dios. Ahora, eres tú el que se arrepiente, pero en el momento en que creíste y te arrepentiste, no sabías que Dios te había dado vida, no sabías que Dios te había dado el don de arrepentirte y creer. Por lo tanto, fue una decisión voluntaria tuya, pero que fue producto de una obra previa de regeneración, de la gracia de Dios.
Hay un corito que aprendimos cuando éramos nuevos creyentes: “He decidido seguir a Cristo, no vuelvo atrás, no vuelvo atrás”. ¿Es esa declaración correcta? Sí, lo es, yo decidí seguir a Cristo, pero en el momento en que lo hice fue porque Dios ya había hecho una obra en mi alma, una obra secreta en mi naturaleza para que yo pudiera escoger seguir a Cristo. Así que Dios no nos forzó a creer, creímos libremente porque Dios nos hizo libres.
De hecho, en el momento en que creíste y te arrepentiste, en realidad, Giovanny, fue la primera vez que actuaste como un ser libre, porque Dios te libertó de la esclavitud del pecado para que puedas hacer una buena elección. Así que nosotros creemos que la elección es incondicional, pero no la salvación. La salvación es condicional: tienes que creer y arrepentirte, de lo contrario, te vas a perder. Pero Dios te eligió incondicionalmente para hacer una obra en ti de modo que puedas creer y arrepentirte.
Una de las críticas más comunes que se le hace a la doctrina reformada es que, de alguna manera, mata al evangelismo. Usted lo mencionó anteriormente, pero la pregunta es ¿realmente mata el evangelismo o lo impulsa, o es una mala interpretación?
Puedo argumentar de dos maneras diferentes para responder esa pregunta y voy a comenzar por la menos importante, pero la más evidente: la historia de la iglesia. Digo “la menos importante” porque siempre la Biblia es más importante que cualquier cosa, sin embargo, hablo de la historia de la iglesia porque la mayoría de los grandes misioneros y evangelistas del pasado creía firmemente en la doctrina de la gracia.
Guillermo (William) Carey se reconoce como el padre de las misiones protestantes y era calvinista, creía en las doctrinas de la gracia. Pero eso no lo detuvo para ir a predicar el evangelio. George Whitefield, Jonathan Edwards, los dos grandes protagonistas del primer y el segundo Gran Despertar del siglo XVIII en las colonias americanas. Charles Spurgeon, que tanto arminianos como calvinistas respetan como un gran evangelista, creía firmemente en las doctrinas de la gracia. Sin embargo, eso no mató su impulso evangelístico.
¿Por qué? Ahora tenemos que ir a la Biblia, porque de ella aprendemos que Dios no solamente elige quiénes se van a salvar, sino también el o los medios a través de los cuales se van a salvar y Él elige la oración y el evangelismo para salvar a los pecadores. ¿Qué dijo Pablo en 2 Timoteo 2:10? “Por tanto, todo lo soporto por amor a los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna”.
Alguien habría podido decirle a Pablo: “si son escogidos, ¿por qué sufres yendo por toda Asia, por toda Europa, predicando el Evangelio, sufriendo cárceles, apedreamientos, rechazo?”. Porque Pablo creía en la elección, pero también en que el evangelio es poder de Dios para salvación (1 Corintios 1:18). Dios escogió salvar a los creyentes por la locura de la predicación. ¿Es este un misterio? Sí, pero yo tengo que creer lo que la Biblia dice.
Pablo dijo en Romanos 10 que él oraba intensamente por sus hermanos de raza para que ellos fueran salvos, pero en el capítulo 9 habló de la elección divina en términos que son imposibles de refutar: “No depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia”. Sin embargo, en el capítulo 10 dijo: “Yo oro por mis hermanos de raza, los judíos”. Así que vemos que Pablo creía en la elección y en la oración por los incrédulos.
De hecho, Giovanny, si yo no creyera en la elección divina ni le oraría a Dios por los incrédulos ni les predicaría el evangelio. ¿Por qué le voy a orar a Dios para que salve a un pecador si creo que la salvación no está en sus manos, sino en las manos del pecador? Pero yo le oro a Dios porque creo que la salvación está en sus manos, en mejores que las del pecador. Así que, como decía Spurgeon, todo verdadero creyente es calvinista cuando está de rodillas, porque le está orando a un Dios soberano, le está orando a un Dios que actúa conforme al designio de su santa y perfecta voluntad. Por eso se lo pides a Él en oración.
Uno de los problemas de la iglesia actual es que estamos embebidos en la cultura de las redes sociales y allí fácilmente los creyentes caemos en estereotipos o clichés al catalogar a los demás como reformados, calvinistas, arminianos o semipelagianos. Además, puede que quienes produzcan contenidos no se hayan tomado el tiempo de leer los Cánones de Dort, el documento de los remonstrantes, los credos de los primeros siglos, las confesiones y demás. ¿Cómo evitamos tales clichés y caricaturas?
Primero, conociendo bien lo que cree mi oponente y, en segundo lugar, teniendo respeto por mi hermano en Cristo que, en algunos aspectos, no cree como yo. En cuanto a lo primero, los norteamericanos tienen una expresión que no sé si tiene un equivalente en español, pero es “hacer un hombre de paja”. Es decir, yo voy a hacer una caricatura de lo que crees, porque es más fácil atacar una caricatura que lo que crees.
Honestamente, Giovanny, ese problema se da tanto en el lado arminiano como en el reformado. Los dos somos susceptibles a hacerlo. Cuando el reformado ataca al arminiano como si este fuera un pelagiano, está haciendo un hombre de paja. Veo una relación entre el arminianismo y el pelagianismo; anteriormente expliqué que hay diferencias sutiles, pero las hay y son importantes. Entonces, debo conocer lo que mi oponente cree antes de atacarlo.
Pero, en segundo lugar, decía Juan Carlos Ryle, ese gran siervo del Señor del siglo XIX, nosotros tenemos que tener paredes doctrinales bien claras, porque una iglesia que no las tiene en esta época, diría que sufre un sida teológico, un síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Cualquier viento de doctrina va a arrastrar a esos creyentes que están allí porque ellos no saben lo que creen. Sin embargo, dice Ryle, cuando levantes paredes doctrinales, no las levantes tan altas que no puedas darle la mano al verdadero creyente que está del otro lado.
Entonces, una cosa es un hereje que niega los grandes credos de la fe cristiana. Por ejemplo, el credo apostólico es muy simple, son doce declaraciones de fe. Es lo mínimo que un verdadero creyente debe creer; no dice todo, pero tú no puedes creer menos que eso. Entonces, debes conocerlo, así como la Declaración de Calcedonia, la Declaración de Nicea, etcétera, porque esa es la ortodoxia del cristianismo.
Sin embargo, hay otros detalles en los que podemos tener diferencias y, como quiera, tú eres mi hermano en Cristo y debo respetarte. A la hora de discutir a través de las redes sociales, tenemos que tener mucho cuidado, porque, honestamente, se ha pecado mucho allí. Cuando dos creyentes discuten sobre estas diferencias que no les hacen herejes, pero sí los colocan del otro lado de la verja en aspectos doctrinales, deben respetar y amar a su hermano en Cristo.
Puedo discutir con mi hermano y defender lo que creo, pero siempre recordando que los dos fuimos comprados por la misma sangre. Tenemos el mismo Señor, el mismo Salvador, y vamos caminando juntos a la gloria.
Es común que hoy se vean todas estas Confesiones de fe, credos, como algo antiguo, difícil de leer o inaccesible, quizá por desconocimiento… por cualquier razón. Pero, ¿cómo hacemos para que las iglesias locales empiecen a darle importancia a estos documentos históricos? Que los lean, los estudien, los aprecien y que, sobre todo, les contribuyan a su crecimiento espiritual, a ver más la gloria de Dios?
Si pensamos que las doctrinas son importantes, tenemos que poner nuestra mente a funcionar, aun a leer documentos que fueron escritos, como los grandes credos, en los primeros cinco siglos. Estamos hablando de todavía algo mucho más lejano que la Reforma, pero aun durante la Reforma protestante se escribieron algunos documentos que no son tan fáciles de leer, como la literatura popular cristiana a la que muchos están acostumbrados.
El asunto es que vale la pena porque, al final de cuentas, también en la Biblia como el mismo Pedro reconoce, hay algunas cosas que son muy fáciles de entender y otras que no. Pero yo no puedo decidir qué de la Biblia voy a conocer y qué me voy a dar el lujo de ignorar. Tengo que conocer toda mi Biblia porque toda la Escritura es inspirada por Dios, no solamente los salmos, no solamente los evangelios, toda la Escritura, incluyendo aquellos capítulos de los que Pedro dijo que eran difíciles de entender y que Pablo escribió.
Así que si vamos a eso, entonces no vamos a leer toda la Biblia. Debo hacer un esfuerzo por conocer lo que creo, por conocer mis doctrinas, por ser preciso en mi teología. Indudablemente, conocer esos documentos del pasado es el punto de partida ideal para poder entender lo que la iglesia ha creído en dos milenios. Porque, Giovanny, cuando tú rechazas el quehacer teológico de esos gigantes que nos precedieron y sobre los cuales nosotros estamos construyendo, lo que tú estás despreciando es la obra del Espíritu Santo en 2000 años de historia.
Creo que la posmodernidad ha impactado a la iglesia de nuestra generación, una de las cosas que hace es mirar al pasado con recelo y con arrogancia, pensando: “Ah, bueno, esa gente no tenía la tecnología y todo lo que tenemos hoy”. Pero no, el Espíritu Santo, que es todopoderoso y siempre lo ha sido, ha estado guiando a la Iglesia de Cristo hacia la verdad progresivamente.
Si yo no conozco su historia, corro el peligro de creer una herejía novedosa que la Iglesia de Cristo no ha creído en dos mil años. Es como pensar, Giovanny, “No, no, no, el Espíritu Santo a mí me va a enseñar todas las cosas, y yo no necesito esos 2000 años de historia en los que el Espíritu Santo ha estado guiando a su iglesia a toda la verdad y a definir con precisión estas doctrinas”.
Con todo el respeto, la ternura y el amor con que yo puedo decirlo, Giovanny, eso es arrogancia teológica. Yo dependo de lo que grandes hombres de Dios han hecho en teología durante 2000 años. ¿Qué dice el autor de la carta a los hebreos? Capítulo 13, versículo 7: “Acordaos de aquellos hombres (sic), que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta e imitad su fe”.
Esos hombres ya murieron, pero son nuestros. Como dice Pablo en 1 Corintios 3, “Pablo es vuestro, Pedro es vuestro, todo es vuestro”. Así que Agustín es nuestro, Calvino es nuestro, Lutero es nuestro, Jonathan Edwards es nuestro, John Owen es nuestro, todos los puritanos son nuestros, George Whitefield es nuestro, John Wesley es nuestro. Nosotros tenemos que conocer lo que esos grandes hombres escribieron y, sobre todo, si eres un líder de una iglesia, es importante que conozcas la teología histórica, porque de lo contrario puedes correr el riesgo de creer herejías novedosas sin darte cuenta de que lo que crees nadie lo ha creído en 2000 años.
Apoya a nuestra causa
Espero que este artículo te haya sido útil. Antes de que saltes a la próxima página, quería preguntarte si considerarías apoyar la misión de BITE.
Cada vez hay más voces alrededor de nosotros tratando de dirigir nuestros ojos a lo que el mundo considera valioso e importante. Por más de 10 años, en BITE hemos tratado de informar a nuestros lectores sobre la situación de la iglesia en el mundo, y sobre cómo ha lidiado con casos similares a través de la historia. Todo desde una cosmovisión bíblica. Espero que a través de los años hayas podido usar nuestros videos y artículos para tu propio crecimiento y en tu discipulado de otros.
Lo que tal vez no sabías es que BITE siempre ha sido sin fines de lucro y depende de lectores cómo tú. Si te gustaría seguir consultando los recursos de BITE en los años que vienen, ¿considerarías apoyarnos? ¿Cuánto gastas en un café o en un refresco? Con ese tipo de compromiso mensual, nos ayudarás a seguir sirviendo a ti, y a la iglesia del mundo hispanohablante. ¡Gracias por considerarlo!
En Cristo,
Giovanny Gómez Director de BITE |