El Avivamiento metodista fue uno de los más grandes renacimientos espirituales en la historia del protestantismo. La preocupación por el pobre y el desvalido, el brindar acceso a la educación e incluso la abolición de la esclavitud fueron, entre muchos otros, los efectos colaterales de la predicación del evangelio.
El deseo por dedicarle más tiempo al estudio de las Escrituras y algunas otras divergencias con los clérigos ordenados terminaron, a largo plazo, en un cisma de la Iglesia de Inglaterra. Así nació el movimiento metodista, que fue liderado y representado por los hermanos Wesley y por George Whitefield.
En BITE, hemos tenido la oportunidad de hacer varias publicaciones sobre el metodismo y sus precursores, pero hoy nos referiremos específicamente al Avivamiento metodista y a sus efectos en la Inglaterra que le vio nacer, pero también en el cristianismo y en nuestra sociedad de hoy. Esto lo haremos basándonos, principalmente, en un fragmento de El libro que dio forma al mundo: Cómo la Biblia creó el alma de la civilización occidental, que fue escrito por Vishal Mangalwadi, reformador social indio, conferencista y autor de más de veinte textos.
La ‘ausencia de Dios’ en la Inglaterra de siglos XVII y XVIII: un contexto
En 1738, dos siglos después de la Reforma protestante, el obispo irlandés George Berkeley declaró que “la religión y la moralidad en Gran Bretaña habían colapsado hasta un grado nunca antes conocido en ningún país cristiano”. A finales del siglo XVII, la monarquía fue restaurada y la Iglesia anglicana regresó al poder; más de cuatrocientos clérigos afines a las ideas puritanas fueron expulsados, pues se habían convertido en sacerdotes para servir a Dios y se negaron a prestar voto de lealtad a Rey Guillermo de Orange. También se impuso un decreto que prohibía a los obispos y al clero anglicano reunirse para discutir asuntos eclesiásticos.
“Sin una supervisión adecuada, estímulo o responsabilidad, la moralidad de los sacerdotes decayó, disminuyendo los estándares para toda la nación”, asegura el filósofo y escritor Vishal Mangalwadi. En su texto El libro que dio forma al mundo: Cómo la Biblia creó el alma de la civilización occidental, explica cómo el Siglo de las Luces trajo consigo el deísmo o ‘la religión natural’, creencia según la cual Dios es simplemente un creador que no interviene en los asuntos del mundo. Para ese entonces, la Biblia no se consideraba la Palabra de Dios, sino simplemente un libro más sobre sabiduría y virtud.
El deísmo fue dando paso al nacionalismo, al escepticismo, al ateísmo y finalmente, al descreimiento. La moralidad comenzó a debilitarse, la corrupción se extendió por todas partes, incluyendo la Iglesia de Inglaterra: los arzobispos y obispos vivían de manera ostentosa, usaban sus posiciones para conseguir obispados y decanatos para ellos mismos y sus familiares. A partir de la monarquía de la reina Ana, la corte se llenó de personas que llevaban una vida licenciosa y practicaban el vicio. Los cristianos serios empezaron a huir de Oxford y Cambridge, los catedráticos estaban ocupados en sus libros y los estudiantes se dedicaban al vino, las mujeres, los deportes y las canciones.
La revolución industrial se expandió gradualmente y las actitudes de los traficantes de esclavos influyeron en el trato que los dueños de minas, fábricas e industrias les daban a sus trabajadores. Antes del Tratado de Utrecht, en 1713, Inglaterra había arrebatado a Francia y a España el monopolio del tráfico de esclavos. Se calcula que millones de africanos fueron aprisionados durante el siglo XVIII, sobre todo en barcos británicos. Debido a las enormes sumas de dinero que se obtenían de esa actividad en Inglaterra, hubo escándalos financieros que resultaron en pérdidas, como la burbuja de los mares del Sur en 1720, que prácticamente destruyó la economía nacional.
La corrupción también se dio en la política, en especial durante las elecciones. El primer ministro Robert Walpole benefició a las clases dominantes. En esa época, Gran Bretaña era un país profundamente dividido entre ricos y pobres; se creaban leyes con el propósito de mantener a estos últimos bajo control. Así, delitos como el robo de una oveja, la caza de un conejo, la destrucción de un arbusto y el hurto de menos de un chelín eran castigados con la horca. Las ejecuciones en Tyburn, Londres, eran conocidas como “funciones de horca” y se llevaban a cabo con regularidad, mientras multitudes las veían.
El transporte forzado a Australia de hombres, mujeres y niños, la flagelación de mujeres y la marca con hierro candente en la mano continuaron sin cesar. En cuanto a desórdenes y ladrones, Horace Walpole observó en 1751: “Uno se ve obligado a viajar, incluso al mediodía, como si fuera a la batalla”.
En aquellos años, las tasas de mortalidad eran extremadamente altas en todos los estratos sociales. Las estadísticas de Londres, durante el período de 1730 a 1750, revelan que tres de cada cuatro niños nacidos no sobrevivían más allá de los cinco años. James Hanway, defensor cristiano de los “niños pobres y de aldea”, llevó a cabo investigaciones sobre el tratamiento y la mortalidad infantil en los municipios, cuyos resultados fueron recopilados en docenas de estadísticas y panfletos conservados en la biblioteca del Museo Británico. Los asesinatos y la práctica de abandonar a los recién nacidos en las calles para que murieran eran frecuentes, así como la entrega de expósitos a enfermeras que los dejaban morir de hambre o los ponían en las calles a mendigar o robar.
El siglo XVIII en Inglaterra se conoce como la “Edad de la ginebra” (Gin Craze en inglés) y su consumo tuvo consecuencias sociales y de salud pública, como pobreza, violencia, prostitución, asesinatos y abuso de menores. El historiador irlandés William Lecky definió la borrachera nacional de la época como “la maldición maestra de la vida de Inglaterra entre 1720 y 1750”. La crueldad y la adicción al juego también se hicieron presentes. Las torturas de toros, osos, tejones y perros se llevaban a cabo en espacios públicos como parques, patios de iglesias y catedrales. Las peleas con garrotes y el boxeo sin guantes eran comunes, así como las luchas entre famosos matones, que atraían hasta a doce mil espectadores.
Se hacían apuestas en todas las clases sociales, llevando a miles a la ruina financiera. La promiscuidad se veía por doquier, incluso, afirma Mangalwadi, había actos de fornicación a plena luz del día en parques públicos y subastaban a las esposas en mercados de ganado. También había una gran cantidad de literatura pornográfica abiertamente disponible. Donald Drew cita al historiador irlandés Lecky: “El libertinaje del teatro durante la generación que siguió a la restauración difícilmente se puede exagerar”. De manera similar, un juez comentó que “En cuanto se abría un teatro en alguna parte del reino, de inmediato quedaba rodeado de un cinturón de burdeles”.
La Biblia se cerró y se les dio cabida a la impiedad y al salvajismo. Hasta el advenimiento del movimiento de escuelas dominicales a finales del siglo, hubo escasa o ninguna provisión para la educación gratuita de los pobres, excepto el sistema eclesiástico de escuelas de caridad. Sin embargo, la mayoría de profesores eran semianalfabetos. Por lo general, se vendía como aprendices a los jóvenes en edad de salir de la escuela, a unos amos que frecuentemente los trataban con extrema crueldad.
El líder del movimiento metodista y sus inicios
John Wesley nació el 28 de junio de 1703 en la casa parroquial de Epworth, en Lincolnshire, fue uno de los diecinueve hijos de la familia. Ingresó a la escuela Charterhouse y después a Oxford, en donde resultó elegido como catedrático y tutor de la Universidad Lincoln. Más tarde, la Iglesia de Inglaterra lo ordenó junto con su hermano Charles, entonces viajó a Estados Unidos.
Tras su regreso a Inglaterra, pasó por un período de serio examen de su corazón, pues al hablar con algunos moravos se dio cuenta de que era cristiano solo de nombre. En un culto en mayo de 1738, Wesley se arrepintió de su pecado y aceptó la salvación que Jesús ofrece. Él escribió: “Sentí que en efecto había confiado en Cristo, que Cristo murió por mi salvación y recibí la seguridad de que me habían sido quitados mis pecados, los míos... testifiqué abiertamente a todos los presentes de lo que ahora sentía en mi corazón”. Este evento le dio claridad sobre el propósito de su vida. Inmediatamente comenzó a predicar las “buenas nuevas de salvación” en cárceles, fábricas y cualquier lugar donde las iglesias le permitieran usar sus púlpitos, pero estos lugares eran pocos y distantes.
El 2 de abril de 1739, en respuesta a la invitación de George Whitefield, Wesley llegó a Bristol. Whitefield le convenció de la necesidad de predicar en el campo para alcanzar al mayor número de personas, especialmente a la clase trabajadora, que la iglesia establecida casi no tocaba en ese entonces. Al día siguiente, a pesar de sus reservas, pero animado por el ejemplo de Whitefield, Wesley, con 36 años, predicó su primer sermón al aire libre, exponiendo la Biblia a aquellos que no asistían a la iglesia. Entonces nació el Avivamiento metodista, el avivamiento evangélico, pero también todo lo que se oponía a ello.
El amor a los enemigos y el efecto del evangelio en la sociedad
Mangalwadi afirma en su libro que durante treinta años, Wesley y sus seguidores fueron atacados físicamente por pandillas y borrachos. También hubo quienes tocaron instrumentos musicales como un intento por ahogar su voz mientras predicaba al aire libre. Frente a esto, las autoridades civiles y religiosas no tomaron ninguna medida. Wesley y Whitefield escaparon de la muerte en múltiples ocasiones, mientras que algunos de sus colegas predicadores itinerantes vieron sus hogares incendiados.
Además, los periódicos publicaron cientos de artículos en contra del avivamiento, y los ministros de la iglesia institucional fueron los más vehementes en su desacuerdo con Wesley, refiriéndose a él como “ese metodista”, “ese misterio de iniquidad” y “un seductor, impostor y fanático diabólico”. Años después, Wesley escribió un folleto en el que expuso su postura y afirmó: “lo que enseño es el cristianismo sencillo antiguo”. A pesar de sufrir repetidos ataques físicos y verbales, nunca perdió la compostura. Cuando lo golpeaban con piedras o garrotes, simplemente se limpiaba la sangre y continuaba predicando.
Desde la perspectiva de Wesley, la redención del individuo presentada por el cristianismo lleva a la regeneración social de forma inevitable. Esto hace posible que se recuperen hogares, ciudades y países del paganismo y la corrupción. Creía que el propósito principal de la Biblia era mostrar a los pecadores el camino para volver a Dios a través del sacrificio de Cristo. También entendía que los cambios sociales eran útiles para demostrar la conversión y que la predicación del evangelio y de las Escrituras echarían raíces en la mentalidad de las personas.
Los convertidos se unían a otros en lo que Wesley llamaba "sociedades". Consideraba que todos sus cultos eran complementarios a los servicios regulares de la Iglesia de Inglaterra. Wesley siguió siendo clérigo de la Iglesia anglicana durante la mayor parte de su vida; su hermano Charles lo fue toda su vida. La separación de John Wesley de la Iglesia de Inglaterra ocurrió mucho después, cuando comenzó a ordenar ministros en lo que se conocería como la Iglesia metodista.
¿Qué factores incidieron en el “éxito” de este avivamiento?
Según el historiador cubano Justo González, la Revolución industrial le sirvió como ventaja al movimiento para expandirse. En su libro Historia del cristianismo, explicó que la industrialización generó un flujo de población del campo hacia las ciudades. Tales personas terminaron perdiendo “sus vínculos con la iglesia, cuya estructura parroquial no bastaba para responder a las necesidades de las nuevas multitudes urbanas”. El metodismo ciertamente se ocupó de ellas.
Si ampliamos el espectro y nos fijamos también en la expansión de este movimiento en Norteamérica, podemos atribuir tal resultado a que, debido a que se estaban colonizando nuevas tierras, la población no tenía ningún vínculo con la iglesia tradicional. Con respecto a esto, González destaca que, de hecho, “los metodistas norteamericanos se convirtieron en una iglesia aparte aun antes que los británicos”. La Iglesia Metodista Episcopal de los Estados Unidos se constituyó a pesar del desacuerdo de John Wesley, quien no se había mostrado a favor de la independencia de la corona británica que proclamaron las trece colonias. Por el contrario, los metodistas norteamericanos se mostraron a favor o mantuvieron una posición neutral al respecto y terminaron “emancipándose” también de su precursor.
Ahora, si retornamos a ver el metodismo como un todo, González también destaca la influencia de los pietistas alemanes y de los moravos en el interés misionero que tenía Wesley. A esto atribuye que el movimiento “se extendiera hacia diversas regiones del globo”.
Aportes a la educación, la salud y ayuda social
En mayo de 1739, se colocó la primera piedra de la primera casa metodista de predicación en Bristol. Pronto se abrieron la escuela Kingswood y la fundición de Londres, una antigua fundición de cañones de latón utilizada como capilla. Esta llegó a ser el centro de muchos proyectos de servicio social, como una oficina de empleo, préstamos para los pobres y un dispensario médico gratuito. Después de estas iniciativas, surgieron casas para predicar la Biblia en toda Inglaterra, así como en Escocia e Irlanda.
Wesley organizó cientos de sociedades metodistas locales en los lugares que visitó, estableció y supervisó la escuela Kingswood, abrió el primer dispensario médico gratuito para los pobres y una clínica para tratar el reumatismo. Recolectó fondos para vestir y alimentar a los presos, para comprar comida, medicinas, combustible y herramientas para los necesitados y los ancianos. Fundó un fondo de préstamos de benevolencia y la Sociedad de Amigos de los Forasteros. Además, escribió un tratado sobre medicina y predicó por lo menos cuarenta y cinco mil sermones basados en la Biblia. La Enciclopedia Británica señala que “ningún hombre del siglo XVIII hizo más por fomentar el gusto por la buena lectura y por proporcionar buenos libros a bajo precio” que Wesley.
Perspectivas políticas y económicas
El impacto del avivamiento bíblico también se extendió a la política. Edmund Burke y William Pitt fueron algunos de los políticos que se vieron influenciados por amigos que creían en la Biblia. Gracias a ellos, se redefinió el mundo civilizado como aquel en el que la moralidad desempeña un papel tan importante en la política y la administración del estado como la política pragmática y la economía práctica. Otros políticos como Perceval, Lord Liverpool, Abraham Lincoln, Gladstone y el Príncipe Consorte también reconocieron la influencia del Gran Despertar.
Por medio de este avivamiento, el evangelio llegó a figuras importantes como William Wilberforce y Lord Shaftesbury, quienes se unieron a un grupo de evangélicos devotos conocidos como los Santos de Clapham. Esta comunidad estaba compuesta por banqueros, políticos, hombres de negocios y otros líderes influyentes, quienes dedicaron sus esfuerzos a beneficiar a miles de personas en el Reino Unido y en el extranjero, especialmente en África e India.
A John Wesley, la guerra le parecía inútil, especialmente la de Gran Bretaña con las colonias americanas. Con frecuencia escribía y hablaba sobre el uso y abuso del dinero y los privilegios. Pública y repetidamente, se preguntaba por qué los alimentos eran tan caros, y él mismo se respondía: se consumían inmensas cantidades de maíz en la destilación. Entonces, abogó por la abolición de los licores y el alcohol utilizados como bebidas.
Gracias a sus constantes viajes por toda Inglaterra, estaba familiarizado con la vida de los pobres, con sus necesidades y sentimientos. Llamaba a los adinerados a ayudar a las personas de escasos recursos, advertía a sus seguidores que no trataran a los mendigos con desprecio ni crueldad.
Estaba en contra de la corrupción electoral, la pluralidad y la corrupción en la Iglesia de Inglaterra, así como contra las deficiencias del sistema penal y penitenciario, describía las prisiones como “semilleros de toda clase de perversidad”. También se interesaba por la electricidad, la capacitación vocacional, la recolección de dinero para ayudar a los necesitados, la creación de fondos de préstamo y la fundación de la Sociedad de Amigos de los Forasteros.
A pesar de su fe, Wesley creía que el trabajo y la ciencia eran esenciales y nobles, ya que la naturaleza era un regalo de Dios para la humanidad. Defendía la justicia en los precios, los salarios equitativos y los empleos dignos.
Herencia literaria y musical
El avivamiento bíblico en Inglaterra llevó a un florecimiento de himnos compuestos por Charles Wesley, poeta y hermano de John. Charles compuso entre ocho y nueve mil poemas, de los cuales ocho mil llegaron a ser himnos. John le enseñó a la gente a cantar, y muchos himnos utilizaban tonadas populares de la época para abrir el camino al sermón y martillar su mensaje. Cientos de miles de personas cantaron el himno “Mis cadenas cayeron, mi corazón quedó libre”, que no solo hablaba de su salvación, sino también de la liberación de las cadenas del licor, abuso, hambre y pobreza.
El Avivamiento metodista dejó al mundo de habla inglesa una herencia de cantos poéticos y sagrados, y una visión de los himnos como literatura, historia y teología. Otros poetas y compositores excelentes surgieron durante este período y el siglo XIX, como William Cowper, Isaac Watts, John Newton, August Toplady, Bishop Heber, Horacio Bonar, la señora Alexander y Frances Havergal. Pero los himnos, alabanza y oraciones de Charles, como la versión métrica de los Salmos de David en Escocia, penetraron profundamente en el subconsciente de Inglaterra.
Según Mangalwadi, escritores, poetas y novelistas como William Blake, William Wordsworth, Robert Louis Stevenson, Charles Dickens y las hermanas Brontë fueron influenciados por este avivamiento bíblico.
Aportes a la fe cristiana
La Biblia, que a principios del siglo XVIII había sido un libro cerrado para los ingleses, volvió a adquirir importancia. John Wesley murió como había vivido desde su conversión. Durante cincuenta y tres años predicó que los hombres necesitan salvación y que son salvados sólo por su fe en Cristo, pero que serán juzgados por obras, por la forma en que vivieron.
Hasta una semana antes de su fallecimiento, a los 88 años, John Wesley continuaba predicando, escribiendo, supervisando y animando a otros, hasta que la fiebre lo postró en cama. Falleció el 2 de marzo de 1791 y aquellos que habían venido a celebrarlo cantaron un himno de alabanza. Wesley había dispuesto que, en lugar de una carroza y caballos, se les pagará a seis pobres necesitados de empleo una libra cada uno para que llevaran su cuerpo a la tumba.
El Gran Despertar fue un movimiento religioso de alcance masivo, se convirtió en el caldo de cultivo de muchas corrientes que tuvieron un impacto duradero en el país. El clero devoto y evangélico tuvo una transformación, pasó de ser un grupo reducido en la Iglesia de Inglaterra a convertirse en la influencia religiosa dominante dentro y fuera de ella. Este cambio ocurrió a finales del siglo XVIII y fue impulsado por el avivamiento bíblico y el inconformismo religioso.
Influencia a largo plazo
Charles Simeon, un distinguido catedrático de la Facultad King en Cambridge, dejó un legado en la vida universitaria y la adoración evangélica del siglo XIX. Simeon, quien también sirvió como vicario de la iglesia de la Santa Trinidad durante más de cincuenta años, se convirtió en un influyente mentor y capacitador de jóvenes predicadores por medio del ministerio de Wesley. A pesar de la oposición constante, Simeon logró introducir el cristianismo bíblico en la universidad.
Los protegidos de Simeon, entre los que se encuentran nombres como Coke, Asbury, Livingstone, Moffat, Martyn, Morrison, Paton y Slessor, hicieron contribuciones en esfuerzos misioneros con eco global. La obra del avivamiento bíblico también impulsó a cientos de miles de jóvenes cristianos a servir a personas en todo el mundo, a menudo con gran costo y sacrificio personal, mientras que otros se comprometieron a orar y ofrendar generosamente.
El Avivamiento wesleyano y su impacto en la transformación social y moral de Inglaterra y otros países ha sido ampliamente documentado. El académico y escritor británico Ian Bradley detalla las reformas que se produjeron durante la generación posterior a John Wesley y sus colaboradores: desde la abolición de la esclavitud hasta la fundación de organizaciones como el Ejército de Salvación, la YMCA y los Boy Scouts, el impacto del avivamiento fue significativo. Sin embargo, algunos críticos argumentan que los logros sociales de Wesley fueron puramente paliativos y que su enfoque era dirigir a la gente al otro mundo como el único remedio dado por Dios para los males de esta vida. Otros se decantan por destacar el poder transformador de la espiritualidad bíblica que se vivió en ese entonces, uno que cambió corazones, mentalidades y actitudes y, finalmente, tuvo un impacto positivo en la sociedad.