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¿Cuántos años son “muchos años” para ti? La historia se escribe con vidas, algunas cortas y otras largas, no necesariamente conocidas. Aun así, hace bastante tiempo escuché una frase muy sabia: “en el ejército de Dios no existen soldados desconocidos”. Cuando escuchamos o leemos acerca de William Carey, Hudson Taylor, Amy Carmichael y Elisabeth Elliot nos asombramos y es muy probable que pensemos: “ellos son grandes héroes de la fe, yo no”.
Por supuesto, aprenderemos mucho si leemos sobre sus vidas. Veremos su compromiso con el Señor y Salvador Jesucristo, y conoceremos las decisiones que tuvieron que tomar para dedicarse a la misión de Dios. Pero ellos no fueron más especiales que nosotros ni sus generaciones estuvieron por encima de la nuestra; más bien fueron parte de lo que Dios estaba haciendo en su época y nos dejaron un legado. Entonces, ¿no sería esa una motivación para informarnos respecto a la historia de las misiones?
En este artículo traeré a colación la importancia de las misiones y de su historia, y mencionaré algunos hechos clave del movimiento misionero moderno. Además, dado que América Latina lleva cuatro décadas respondiendo a lo que Dios está haciendo en todas las naciones, daré un panorama general de cómo la iglesia en esta zona está impactando al mundo por medio de las misiones y me referiré a algunos aspectos clave de su crecimiento.
¿Por qué las misiones importan?
Quien cree en Cristo comprende que Dios tiene un plan para la salvación de todas las naciones y que puede ser usado por Él para que Su Reino en la tierra avance, aquel que Jesús inauguró hace más de 2000 años. Dios le dijo a Abraham en Génesis 12:3 (NBLA): “En ti serán benditas todas las familias de la tierra”. Cientos de años después, el apóstol Pablo tomó esa frase y confirmó que Cristo mismo fue el cumplimiento de esa promesa. En Gálatas 3:7-9 (NBLA) leemos:
Por tanto, sepan que los que son de fe, estos son hijos de Abraham. La Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe, anunció de antemano las buenas nuevas a Abraham, diciendo: «En ti serán benditas todas las naciones». Así que, los que son de la fe son bendecidos con Abraham, el creyente.
Esto lo comprendió William Carey, un inglés que reparaba zapatos a finales del siglo XVIII y tenía un mapa del mundo pegado en su pared. Mientras meditaba en Mateo 28:18-20, pensó: “si el deber de todo hombre es escuchar el evangelio… entonces, es el deber de aquellos a los que se les ha encomendado el evangelio aspirar a llevarlo a todas las naciones”. Después susurró: “Heme aquí, envíame a mí”.
¿Por qué deberíamos de estudiar la historia de las misiones?
Nuestra fe no está desconectada de nuestra historia, por esa razón es importante examinar algunos de los sucesos claves del cristianismo. Podemos conocer más a Dios al ver cómo ha obrado a través de los tiempos. Al estudiar la historia nos motivan las palabras del rey Nabucodonosor sobre el Señor en Daniel 4:3 (RVR60): “Su reino, reino sempiterno y su señorío de generación en generación”. De la misma forma, al leer y meditar en los eventos fidedignos de la misión aprendemos que no hay nadie que detenga Su obra.
Entonces, no estudiamos historia para saber qué pasó solamente, sino para saber quién es Dios y lo que ha hecho. También encontramos quiénes somos nosotros, cuál es el legado que hemos recibido y de qué se trata el privilegio que tenemos al ser parte de algo trascendente a nosotros mismos. Esto es lo que algunos llaman “la teología de la historia”.
Por lo dicho anteriormente, vivimos en tiempos emocionantes. Nos ha tocado ver un despunte en la tecnología como nunca antes. Podemos viajar al lugar más remoto de la tierra en unos cuantos días. Vivimos con la certeza de que tenemos acceso a las noticias más importantes en segundos. Pero eso no fue siempre así. IBM lanzó la computadora personal en 1981, así que las generaciones que nos precedieron vivieron sus vidas a otro ritmo, en circunstancias diferentes a las nuestras. A pesar de las carencias que eso implicaba, llevaron a cabo hazañas asombrosas en obediencia al Señor Jesucristo y Su llamado de llevar el evangelio a toda nación.
El movimiento misionero moderno
Tras 275 años del surgimiento de la Reforma protestante, nació lo que hoy se conoce como el “movimiento misionero moderno” (de 1517 hasta 1792). Después de dar a conocer sus pensamientos en una reunión de pastores respecto a la necesidad de alcanzar a los paganos, a William Carey le dijeron: “Siéntate joven; cuando Dios quiera ganar a los paganos lo hará sin tu ayuda o la nuestra”.
Luego de ese evento, escribió un pequeño libro de aproximadamente noventa páginas titulado: Una investigación sobre la obligación que tienen los cristianos de usar sus medios para la conversión de los paganos. Su escrito se convirtió en la Carta Magna del movimiento misionero protestante y su lema sigue resonando en muchos corazones hasta el día de hoy: “Esperad grandes cosas de Dios, emprended grandes cosas para Dios”.
Los historiadores han dicho que lo que Lutero fue para la Reforma protestante, William Carey lo fue para el movimiento misionero cristiano, y por tal razón se le conoce como el padre de las misiones modernas. Él zarpó para la India y ministró hasta el año 1834, cuando falleció. Dejó traducciones de la Biblia en varios idiomas, instituciones educativas funcionando y una lucha contra costumbres aberrantes en ese país, como la quema de viudas.
Los resultados en esa época fueron sorprendentes. Se elevó la visión de las misiones como una tarea pendiente de la iglesia universal, y se comenzaron a crear estructuras misioneras y movimientos estudiantiles que unían dos elementos: el despertar misionero moderno y los dos grandes avivamientos. Se pueden mencionar varias personas destacadas en esta etapa, como Henry Martyn, Robert Morrison, John Vanderkemp, Robert Moffat y Alexander Duff en Europa; y George Lisle, Adoniram y Ann Judson, Luther Rice, Hiram Bingham, Lott Cary y Collin Teague en Estados Unidos.
Esos obreros y muchos otros anónimos tenían dos características importantes: una increíble disposición al sacrificio y una aguda perspicacia de estrategia misionera. Aprovecharon cualquier tipo de transporte en aquellos tiempos, principalmente barcos mercantes; se enfocaron en las costas de los países no alcanzados debido a que ahí no había creyentes y era relativamente más fácil llegar con el evangelio.
El avance continuó implacablemente. La otra figura principal que marcó el movimiento misionero moderno fue Hudson Taylor, quien ayudó en la difusión del evangelio en China. En esos momentos, mucha gente estaba confundida: “¿Por qué ir hacia el interior de los países no alcanzados si aún no se ha concluido la labor de evangelización en las costas?”. Esa misma idea se escucha a menudo en la actualidad, pues la gente piensa que con tanta necesidad en los países o comunidades propias, no es necesario invertir tanto esfuerzo en el envío de misioneros a otras partes del mundo.
Pero Taylor avanzó en esa dirección por la necesidad imperante de la predicación del evangelio. Comenzó una agencia misionera llamada Misión al Interior de China, marcando así de manera estratégica un nuevo acercamiento a la necesidad de los pueblos sin testimonio. Fue un gran movilizador. Mientras dirigía su organización, pasó mucho tiempo viajando en barco para motivar a más jóvenes a que participaran en la tarea.
Se preocupó más por la causa que por su carrera como misionero. Al final de su vida, solo había pasado la mitad de sus años de ministerio en China, pues hizo numerosos viajes a otros lugares para movilizar a la nueva generación de misioneros. Esto nos deja una lección para las nuevas generaciones de creyentes: el objeto último de su preocupación era la causa de Cristo, no la China.
Los resultados fueron igual de exitosos que en la etapa anterior: en varios lugares surgieron movimientos grandes de estudiantes voluntarios para las misiones, las reuniones de oración de alumnos y sociedades misioneras de mujeres eran muy frecuentes, y se crearon más de cuarenta misiones de fe o pioneras. Algunos nombres clave que no entran en los límites de este artículo pero sí fueron fundamentales en esta etapa son: John Nevius, Mary Slessor, Lottie Moon, Pablo Besson, Amy Carmichael, Samuel Swemer y los famosos siete de Cambridge, entre ellos el brillante deportista C. T. Studd.
Dos nombres más para mencionar son el de Cameron Townsend y Donald McGavran. El primero es recordado por comenzar el ministerio internacional de Traductores de la Biblia Wycliffe, y el segundo por entender a los pueblos como unidades homogéneas, lo que hoy llamamos “etnias” y que en la Biblia se conoce como “naciones” (Mateo 28:18-20), “familias” (Génesis 12:1-3) o “pueblos” (Salmo 96:3, 5, 7). Ambos entendieron, desde diferentes puntos de vista, que para alcanzar a las etnias es necesario hacerlo desde su idioma y predicar el evangelio de una manera que sea relevante para su cultura, trasfondo, historia y entendimiento, por supuesto, sin diluir el mensaje de las Buenas Nuevas.
América Latina y su despertar misionero
Creyentes de otras generaciones y latitudes respondieron al llamado de Dios para venir a nuestras tierras y predicar el evangelio en un entorno que, no hacía mucho tiempo, era hostil al cristianismo protestante. Los primeros misioneros llegaron a América Latina hace unos 150 años, en la década de 1870, y es evidente que Dios ha bendecido a la iglesia desde el sur del Río Bravo hasta la Patagonia, pasando por Centroamérica, el Caribe, los Andes y el Amazonas.
Por muchos años, éste fue considerado un campo para sembrar el evangelio, pero en la década de los ochenta comenzó un despertar. Esto no significa que los pastores y líderes evangélicos latinoamericanos no hubieran promovido iniciativas misioneras antes. Pero hubo un comienzo lento desde que llegó el evangelio hasta que se lanzó un movimiento misionero transcultural activo desde América Latina.
Hace 40 años, en 1984, la Confraternidad Evangélica Latinoamericana (CONELA) convocó a una reunión de líderes en México para discutir la organización de un congreso internacional con el propósito de promover el desarrollo de la visión misionera en la región. Así, se realizó COMIBAM ‘87, donde más de 3000 representantes de todas las naciones de Latinoamérica, España y Portugal, además de observadores de otros países, se reunieron para escuchar sobre la tarea misionera global y comprometerse con la formación de un movimiento misionero desde Iberoamérica.
Fue en aquella ocasión cuando Luis Bush enfáticamente proclamó: “En 1916, América Latina fue declarada un campo de misión. Hoy, en 1987, América Latina se declara una fuerza misionera”. Tras cuatro congresos iberoamericanos –Sao Paulo (1987), Acapulco (1997), Granada (2006) y Bogotá (2017)–, se ha producido mucha información con el fin de analizar lo que se ha hecho y proyectar el futuro de las misiones desde América Latina.
Retos en las misiones latinoamericanas
Le pregunté a ChatGPT cuántos misioneros latinos hay en el campo misionero transcultural. Su respuesta me pareció muy atinada: “No dispongo de cifras exactas actualizadas sobre el número de misioneros latinos en el campo misionero transcultural… [Sin embargo] la participación de misioneros latinoamericanos en el campo misionero transcultural es significativa y continúa creciendo en muchos lugares del mundo”.
Decio De Carvalho, antiguo director ejecutivo de COMIBAM Internacional mencionó que, al inicio de esta década, había aproximadamente 26 000 misioneros latinos alrededor del mundo. En Operation World: The Definitive Prayer Guide to Every Nation (2010) [Operación mundo: cuando nosotros oramos, Dios obra] se mencionó que el porcentaje de misioneros enviados desde el Sur Global (América Latina, Asia y África) pasó del 12 % al 47 % entre 1970 y 2021, y que va en aumento. Sucede lo mismo con el cristianismo a nivel global, según la World Christian Database [Base de Datos Cristiana Mundial].
Considero importante traer a colación tres desafíos que se han enfrentado en estas últimas cinco décadas de trabajo misionero en América Latina:
- Una escasa promoción, en general, de la responsabilidad misionera por parte de evangelistas, misioneros y plantadores de iglesias. Por supuesto, se han enfatizado el evangelismo personal y las cruzadas evangelísticas locales, pero se ha hecho muy poco para impulsar a la iglesia evangélica latinoamericana a seguir más allá de sus fronteras. Esto lo mencionó el argentino Federico Bertuzzi hace 26 años en El movimiento misionero iberoamericano: pasado y presente, ponencia que presentó en el segundo congreso COMIBAM ‘97 en Acapulco, México. Lastimosamente, hoy sigue siendo cierto.
- Una dificultad para abrazar y adaptar un modelo de envío misionero interdependiente de otros movimientos misioneros globales, y no dependiente del paternalismo, dirección y guía externa.
- En muchos casos, el regreso de misioneros latinoamericanos se debió a un pobre envío en todo sentido: financiero, espiritual y de escasa preparación transcultural. Sin embargo, en los últimos años se ha aprendido mucho sobre el envío responsable, el lugar de la iglesia local y el cuidado en el campo misionero.
¿Por qué la iglesia en Latinoamérica tiene un papel único en las misiones globales?
La iglesia de América Latina, África y Asia está creciendo, por lo tanto, un resultado lógico sería ver a más misioneros saliendo de estos contextos para la predicación del evangelio, especialmente en lugares donde existe poco acceso. Los latinoamericanos estamos dándonos cuenta de que tenemos un lugar en la mesa de las misiones transculturales; es un llamado al que debemos unirnos para hacer parte de lo que Dios está haciendo en todas las naciones. Las razones para esto pueden ser muy variadas, pero me gustaría indicar cuatro:
- El latino tiene ciertas ventajas en el campo misionero. Como lo mencionó Christina Conti, movilizadora y directora de la Revista VAMOS, el latino comparte historias de sufrimiento con muchas otras naciones. Nuestra cultura cálida es reconocida mundialmente, al igual que nuestros gustos por la música, la familia y el fútbol. Ronaldo Lidório, destacado pastor y misionero brasileño, afirmó que los latinos tenemos una identidad diversa y flexible.
- La iglesia latina está siendo expuesta cada vez más a diferentes tipos de entrenamientos, como el curso Misión Mundial de Jonatán Lewis y Perspectivas del Movimiento Cristiano Mundial, que ya se da en catorce países de habla hispana. La gran mayoría de instructores son iberoamericanos con mucha experiencia en el campo misionero. Además, hay Seminarios Bíblicos serios, comprometidos y enfocados en la tarea transcultural.
- Cada vez más iglesias están siendo plantadas con una nueva mentalidad de alcanzar a los que están cerca y a los que están lejos. Hay más conferencias misioneras locales y movimientos de oración por pueblos sin testimonio del evangelio.
- En estos 40 años de movilización misionera se han creado más de cuatrocientas organizaciones autóctonas, especializadas en enviar obreros transculturales. A ellas se han unido agencias misioneras internacionales que desean acompañar y facilitar el envío de misioneros latinoamericanos hasta los confines de la tierra.
Un llamado para nosotros hoy
A mi mente vienen muchos nombres, ya no de los famosos misioneros de antaño, sino de amigos y compañeros de estudios bíblicos que han decidido dejar sus países, comidas y costumbres. Han llegado a tierras desconocidas con idiomas complejos, donde hay muy poco acceso al evangelio del Señor Jesucristo, para anunciar las Buenas Nuevas que Dios compartió con Abraham: “En ti serán benditas todas las familias de la tierra”. Sí, anhelamos ver a muchos más latinos llamados por Dios y determinados para ser punta de lanza en aquellos lugares que aún no han sido conquistados por nuestro Señor y Rey Jesús.
Tal vez para ti cuarenta años son poco. Tal vez son mucho. Como sea, Dios ha hecho grandes obras en y a través de la iglesia latinoamericana en las naciones. Permitamos que Él siga usándonos para la extensión de Su Reino. Respondamos a Su llamado dedicando nuestras vidas para que, estemos donde estemos y hagamos lo que hagamos, vivamos para que Cristo sea conocido y adorado por todas las naciones.
La historiadora Yvonne Huneycutt escribió:
Vivimos en un mundo que está más evangelizado que nunca antes en la historia, sobre todo por la visión decidida de unos cuantos por llevar a cabo la tarea de la evangelización mundial en cada lugar y en cada etnia. Ahora que vemos cómo la iglesia global busca cumplir la tarea misionera fielmente, ¿qué vamos a ver en los años venideros?
Como ella dijo, “el mundo mayoritario no ha recibido una pequeña comisión, sino una Gran Comisión”.
Tenemos tras nosotros a hombres y mujeres que Dios ha usado y han vivido de manera estratégica y sacrificial para el Señor. Estamos en la recta final. Nuestra tarea es que todas las etnias escuchen el evangelio del Señor Jesucristo y tenemos la promesa de que ante el trono del Cordero estarán personas de cada tribu, etnia, pueblo y lengua (Ap 5:9-10, 7:9-10).
Referencias y bibliografía
IBM PC-XT | Universidad Complutense de Madrid
Los principales teólogos de la Reforma que cambió al mundo | Coalición por el Evangelio
¿El calvinismo mata las misiones? | Coalición por el Evangelio
El origen de las misiones protestantes modernas | Ligonier
La historia de China Inland Mission y OMF International | OMF
Nuestra Historia | Comibam Internacional
El “Nuevo Obrero” Iberoamericano | Misiones Transculturales
Ventajas y dificultades de ser latino en el campo misionero | Movilicemos
Perspectivas del Movimiento Cristiano Mundial (2018) de Ralph Winter y Steven Hawthorne. Pasadena: William Carey Library. Artículos 48.3, 59.
Hasta lo último de la tierra (1988) de Ruth Tucker. Miami: Editorial Vida, pp. 132, 136-137.
Las Misiones Latinas para el Siglo XXI, Compendio de COMIBAM 97 (2001), ed. Federico A. Bertuzzi, COMIBAM Internacional, pp. 27-39.
El latino en misiones (2021) de Christina Conti, Revista VAMOS, edición de diciembre.
Operation World: The Definitive Prayer Guide to Every Nation (2010) de Jason Mandryk, Intervarsity Press, 7ª edición, p. 930.
Introducción a la misiología (2011) de Hayward Armstrong, Mark McClellan y David Sills. Kentucky: Reaching and Teaching International Ministries.
El llamado misionero (2009) de David Sills. Miami: Editorial Unilit.
Las misiones mundiales (2013) de Guillermo Taylor. Guatemala: Seminario Teológico Centroamericano.
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