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En septiembre de 1853, un pequeño barco de tres mástiles salió sigilosamente del puerto de Liverpool con Hudson Taylor a bordo, un misionero de 21 años, flaco y de ojos desorbitados. El joven misionero se dirigía a un país que recién estaba entrando en la conciencia del Occidente cristiano; solo unas pocas docenas de misioneros estaban haciendo labores allí.
Para cuando Taylor murió medio siglo más tarde, sin embargo, China era vista como el campo misionero más fértil y desafiante, y miles se ofrecían anualmente para servir allí. Bienvenidos a este resumen de la vida de Hudson Taylor.

Un misionero radical
Hudson Taylor nació en 1832. Sus padres fueron James y Amelia Taylor, una pareja metodista fascinada con el Lejano Oriente que había orado por su recién nacido diciendo, "Señor que él pueda trabajar para ti en China". Después de una dramática conversión, el joven Hudson pasó los siguientes años en una frenética preparación, aprendiendo rudimentos de medicina, estudiando mandarín y sumergiéndose cada vez más en la Biblia y en la oración.

Su barco llegó a Shanghai, uno de los cinco "puertos de tratado" que China había abierto a los extranjeros después de su primera Guerra del Opio con Inglaterra. Casi de inmediato, Taylor tomó una decisión radical, al menos para los misioneros protestantes de la época: decidió vestirse con ropas chinas y dejarse crecer el cabello, como lo hacían los chinos. Sus compañeros protestantes fueron incrédulos y muy críticos ante esta decisión.
Taylor, por su parte, no estaba contento con la mayoría de los misioneros que vio: creía que eran "mundanos" y pasaban demasiado tiempo con empresarios y diplomáticos ingleses que necesitaban de sus servicios como traductores. En cambio, él quería que la fe cristiana llegara al interior de China así que, a los pocos meses de llegar y mientras el idioma nativo seguía siendo un desafío, partió hacia el interior junto con Joseph Edkins, navegando por el río Huangpu y distribuyendo Biblias y tratados.

Cuando la Chinese Evangelization Society, que había patrocinado a Taylor, se mostró incapaz de pagarle a sus misioneros en 1857, Taylor dimitió y se convirtió en misionero independiente, confiando en Dios para satisfacer sus necesidades. Taylor continuó trabajando, y su pequeña iglesia en Ningpo creció a 21 miembros, pero en 1861 se enfermó gravemente, probablemente con hepatitis, y se vio obligado a regresar a Inglaterra para recuperarse.

Un periodo de confusión
En Inglaterra, el inquieto Taylor continuó traduciendo la Biblia al chino, una obra que había comenzado en el país oriental. Estudió para convertirse en partero y reclutó más misioneros. Preocupado porque la gente en Inglaterra parecía tener poco interés en China, escribió China: su necesidad espiritual y sus reivindicaciones. En un pasaje, reprendió a sus lectores: "¿Pueden todos los cristianos en Inglaterra permanecer quietos con los brazos cruzados mientras estas multitudes en China están pereciendo por falta de conocimiento, por la falta de ese conocimiento que Inglaterra posee tan abundantemente?"
Taylor se convenció de que se necesitaba una organización especial para evangelizar el interior de China. Hizo planes para reclutar a 24 misioneros: dos para cada una de las 11 provincias interiores no alcanzadas y dos para Mongolia. Era un plan visionario que habría dejado a los reclutadores veteranos sin aliento: aumentaría el número de misioneros de China en un 25 %.
El propio Taylor estaba atormentado por la duda: le preocupaba enviar hombres y mujeres sin protección al interior. Al mismo tiempo, se desesperó por los millones de chinos que se estaban muriendo sin la esperanza del evangelio. Un amigo lo invitó a la costa sur de Inglaterra, a Brighton, para un descanso. Y fue allí, mientras caminaba por la playa, que la tristeza de Taylor se deshizo:
"Allí el Señor conquistó mi incredulidad, y me entregué a Dios por este servicio. Le dije que toda la responsabilidad en cuanto a los problemas y las consecuencias debe descansar en él, que como su servidor era mi deber obedecer y seguirlo".

La Misión al Interior de China y sus controversias
Su nueva misión, a la que llamó Misión al Interior de China (CIM), tenía una serie de características distintivas: sus misioneros no tendrían salarios garantizados ni podrían solicitar fondos; simplemente confiarían en Dios para suplir sus necesidades. Además, sus misioneros adoptarían la vestimenta china y luego llevarían el evangelio al interior del país.
Un año después de su avance, Taylor, su esposa y cuatro hijos, y 16 jóvenes misioneros salieron de Londres para unirse a otros cinco que ya estaban en China trabajando bajo la dirección de Taylor. En 1876, con 52 misioneros, la organización constituyó una quinta parte de la fuerza misionera en China.
Ante el crecimiento de la misión, Taylor instituyó otra política radical: envió mujeres solteras al interior, una acción criticada por muchos veteranos. Pero la audacia de Taylor no conocía límites. En 1881, le pidió a Dios otros 70 misioneros a fines de 1884: obtuvo 76. A fines de 1886, Taylor oró por otros 100 dentro de un año: en noviembre de 1887, anunció que 102 candidatos habían sido aceptados para el servicio.

Su estilo de liderazgo y altos ideales crearon enormes tensiones entre los consejos de la CIM de Londres y China. Londres pensó que Taylor era autocrático, pero Taylor dijo que solo estaba haciendo lo que pensaba que era mejor para el trabajo, y luego exigió un mayor compromiso de los demás: "China no puede ser ganada para Cristo por hombres y mujeres tranquilos y complacientes", escribió.
El ritmo de trabajo agotador de Taylor, tanto en China como en el extranjero, a Inglaterra, Estados Unidos y Canadá en compromisos de oratoria y reclutamiento, se llevó a cabo a pesar de la mala salud de Taylor y sus episodios de depresión. En 1900 su salud se agravó y tuvo un colapso físico y mental completo.
Entre su ética de trabajo y su confianza absoluta en Dios, a pesar de nunca solicitar fondos, su CIM creció y prosperó, inspirando a miles a abandonar las comodidades de Occidente para llevar el mensaje cristiano al vasto y desconocido interior de China.

También les enseñó a las generaciones futuras de misioneros la importancia de sumergirse en la cultura de los no alcanzados y el carácter de ser valientes y osados en la labor misionera. Aunque el trabajo de la misión en China fue interrumpido por la toma del poder por parte de los comunistas en 1949, la CIM continúa hasta el día de hoy en el país.
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