¿Podemos hablar de “apologética cristiana” en términos históricos? ¿Hay algo como una “historia de la apologética”? Sí.
Antonio Cruz Suárez, doctor en Ciencias Biológicas de la Universidad de Barcelona y en Teología de la Universidad Teológica de América de Cedar Rapids (EE.UU.), refiere que, históricamente, la apologética cristiana se puede dividir en ocho períodos: apostólico, patrístico, escolástico, reformado, astronómico, ilustrado, moderno y contemporáneo. Así las cosas, en este artículo ofreceré una breve definición de esta disciplina y daré una mirada general a cada período, resaltando algunas de sus particularidades.
Apologética cristiana: una tarea para todos
Pero antes de analizar los períodos, debemos preguntarnos: ¿de qué se trata o qué entendemos por “apologética”? En un sentido amplio, el concepto deriva de la palabra “apología”, definido por el Diccionario de la lengua española como un “discurso de palabra o por escrito, en defensa o alabanza de alguien o algo”. Es un término usado en una pluralidad de literaturas paganas como cristianas, incluido el Nuevo Testamento.
En la Grecia Antigua, el sistema legal permitía a un acusado dar una defensa frente a cualquier acusación en su contra. En ese entonces, el término griego ἀπολογία (apología) hacía referencia a una declaración formal en la que se presentaban cargos contra alguien en un tribunal. Se analizaban pruebas y se decidía la culpabilidad o inocencia del acusado, lo cual afectaba su reputación y su vida en general. Un ejemplo clásico fue documentado por el filósofo Platón en la obra Apología de Sócrates, que fue escrita alrededor de los años 393 y 389 a.C., y proporciona una versión de la defensa ante la corte ateniense de su mentor, el filósofo y profesor griego Sócrates.
Sin embargo, cuando hablamos de “apologética cristiana”, nos estamos circunscribiendo a la disciplina que se ocupa de la defensa de la cosmovisión cristiana. Tal como refirió el teólogo reformado R.C. Sproul: “La ciencia de la apologética cristiana se ocupa, primordialmente, de proveer una defensa intelectual de las verdades afirmadas por la fe”. Esencialmente, esta disciplina descansa en las palabras del apóstol Pedro, en su primera carta a las iglesias de la diáspora:
“...Y no os amedrentéis por temor a ellos, ni os turbéis, sino santificad a Cristo como Señor en vuestros corazones, estando siempre preparados para presentar defensa [apología] ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros, pero hacedlo con mansedumbre y reverencia”, 1P 3:14b-15 (LBLA).
La apologética cristiana no es una tarea solo para académicos o teólogos formales. Cada cristiano ha sido llamado a santificar a Cristo en su corazón (1P 3:15), defendiendo su fe de un modo razonable y reverente. Como anota el Dr. Richard Pratt: “El estudio de la apologética y el desarrollo de la habilidad de defender correctamente la verdad cristiana es una responsabilidad de cada creyente”. Desde aquellos que atentan contra la ortodoxia dentro de las filas de la iglesia, como quienes arremeten desde fuera, la fe cristiana ha sido –y sigue siendo– objeto de ataques y reclamaciones. No obstante, siempre han surgido creyentes comprometidos con su defensa.
Entonces, ¿de qué se trataron los ocho períodos históricos?
1. Período apostólico: defensa de la doctrina cristiana en el primer siglo
Como su nombre lo sugiere, este período comprende el momento en que los apóstoles estaban vivos, es decir, el siglo I. Al igual que en los demás escritos neotestamentarios, en los cuatro Evangelios notamos cómo los autores inspirados documentaron –cada uno con sus énfasis particulares– los hechos alrededor de Jesucristo, su relación con los escritos veterotestamentarios y la doctrina cristiana.
Ciertamente, durante los primeros años del primer siglo, las iglesias originales operaron con formulaciones orales, denominadas también “credos”, algunos de los cuales están registrados en las Santas Escrituras, como por ejemplo 1Co 15:3-4 y Fil 2:6-11. Pero luego –bajo la dirección de Dios–, confeccionaron los libros que, a posteriori, conformaron el canon neotestamentario. Por tal razón, el Dr. Cruz comenta que: “Los textos bíblicos se escribieron por una causa apologética concreta”.
En este sentido, los cuatro Evangelios constituían defensas. El Evangelio de Mateo tiene una perspectiva mesiánica, mostrando a Jesús como el Mesías prometido a los judíos. Marcos reconoce a Jesús como el Siervo sufriente y la necesidad del evangelio para los gentiles. Lucas documenta un recuento histórico confiable sobre los sucesos alrededor de Cristo. Finalmente, Juan apunta a la real humanidad y deidad de Cristo, sobre todo si consideramos la circulación de herejías tempranas como el gnosticismo (doctrina filosófica y religiosa dualista que decía tener un conocimiento especial de lo divino).
En otros escritos bíblicos, vemos lo mismo. En su primera carta a los Corintios, Pablo articula una defensa a favor de la resurrección de Cristo y arremete contra falsas enseñanzas sobre la resurrección de los muertos (1Co 15). En Hechos de los Apóstoles se registra cuando el apóstol fue al Areópago, en Atenas, y dio una defensa del evangelio ante una audiencia de filósofos griegos (Hch 17).
2. Período patrístico: los padres contra las herejías
De acuerdo al teólogo y filósofo, Dr. Xabier Pikaza: “La era patrística se dilata y mantiene a lo largo del primer milenio, y de un modo más preciso hasta el siglo XII, antes de la escolástica latina (en occidente), y hasta [el siglo] XIV con el desarrollo del palamismo y la oración hesicasta (en oriente)”. En términos generales, este periodo fue determinante en la formación, delimitación y contribución al cristianismo por parte de los llamados “padres de la iglesia”.
Para tener una comprensión sistemática sobre la historia y doctrina de ellos, el Dr. Pikaza propone la siguiente división: padres apostólicos (del s. I a finales del s. II), padres apologistas (de finales del s. II a mediados del s. III), padres alejandrinos (del s. III al IV), padres sirios (del s. IV al V), padres latinos (s. III al VII), patrística latina tardía (s. VIII al XII) y patrística griega tardía (s. VIII al XIV).
Una de las problemáticas más severas de la iglesia ni bien entrado el s. II (en adelante) fueron las herejías. Sin embargo, muchos de los padres, a lo largo del tiempo y según sus contextos, se erigieron para defender la fe ortodoxa. Por ejemplo, Ireneo de Lyon (140-202) escribió su obra Contra las herejías como una defensa del cristianismo ante los gnósticos y valentinianos; Justino Martir (100-168) escribió dos apologías de la fe cristiana y una controversia con el judaísmo (Diálogo con Trifón); y Atanasio de Alejandría (296-373) , máximo defensor de Nicea (323), fue determinante en la lucha contra el arrianismo.
También están Eusebio de Cesarea (275-339), autor de la primera historia del cristianismo y quien demostró la superioridad de esta religión sobre las otras en su obra Praeparatio, y Agustín de Hipona (354-430), uno de los padres más influyentes, quien además de defender al cristianismo ante la caída del Imperio romano en uno de sus escritos más notables –titulado Ciudad de Dios–, se enfrentó al pelagianismo y al maniqueísmo.
3. Período escolástico: doctrinas aristotélicas sumadas a la fe
La caída del Imperio romano (aprox. 476) por parte de los invasores bárbaros y el surgimiento de la religión islámica (aprox. 600) fueron parte de las circunstancias críticas que enfrentó el cristianismo tanto en Oriente como en Occidente. Además de su cruzada armada, el islam empezó a influenciar otros ámbitos importantes de la época, como el intelectual. En ese orden, señala el Dr. Cruz: “Desde el califato de Córdoba, los pensadores musulmanes, liderados por Averroes, descubrieron la filosofía de Aristóteles y emprendieron la labor de compaginarla con el Corán, presentándola como alternativa al cristianismo”. En este contexto, el islam comenzó a permear una pluralidad de disciplinas que, para aquel entonces, marcaban con creces el curso de los pueblos.
Así, entramos al período denominado “escolasticismo”, una filosofía de la Edad Media en la que dominó la enseñanza de las doctrinas aristotélicas. Estas fueron concertadas con las respectivas doctrinas religiosas de los grupos cristianos, arábicos y judíos. El término proviene de la palabra scholasticus (en español, “escolar”), que quiere decir “persona culta”.
Los personajes cristianos que resaltaron en esa época fueron el arzobispo de Canterbury, Anselmo, y el teólogo y filósofo Tomas de Aquino. El primero, llamado “padre de la escolástica”, retomó la apología de la fe, y se valió de la filosofía grecolatina para exponer lo relativo a la revelación cristiana. El segundo, llamado “doctor angélico”, fue uno de los más importantes por sus aportaciones apologéticas, filosóficas y teológicas, en especial por obras como la Suma contra los gentiles y la Suma Teológica.
4. Período reformado: católicos vs. protestantes
La Reforma protestante fue un hecho histórico, político y cultural, pero sobre todo espiritual, que tuvo su génesis en el s. XVI, más concretamente un 31 de octubre de 1517. Ese día el teólogo, filósofo y monje agustiniano Martín Lutero clavó en las puertas de la capilla de Wittenberg, Alemania, un documento con título Disputatio pro declaratione virtutis indulgentiarum (en español, Cuestionamiento sobre el poder y eficacia de las indulgencias). Comúnmente se le conoce como las 95 tesis.
La promoción de la venta de indulgencias por el papa León X –Giovanni di Lorenzo de Medici– fue lo que generó, a priori, que el fraile considerase enfrentar al catolicismo imperial en defensa de la verdad bíblica. Pero luego arremetió contra otras doctrinas romanistas, como lo hizo en su tratado La cautividad babilónica de la Iglesia y sus comentarios a la epístola a los Romanos, donde formuló una apología a la justificación por la fe o, como fue resumida a posteriori, Sola Fide (en español, Sola fe). Esto dio origen, como refiere el Dr. Cruz, a una nueva modalidad apologética: católicos romanos contra protestantes.
Posteriormente, surgieron otros personajes renombrados que también abonaron a la apologética, entre ellos Juan Calvino con su obra magna Institución de la Religión Cristiana. Sin embargo, debemos señalar que el desarrollo de la Reforma no terminó allí ni se limitó a estos hombres. Puede comprenderse desde el s. XVI (aunque algunos la suelen datar un poco antes, al considerar a los prereformadores) hasta mediados del s. XIX, luego del Segundo Gran Despertar y, en especial, del surgimiento del evangelicalismo. Durante este período, se dieron otros conflictos en los que distintos grupos reformados se pronunciaron en defensa de sus posturas y abusos. Además, elaboraron confesiones doctrinales encausadas, en cierto sentido, al mismo fin.
5. Período astronómico: avances científicos sumados a la Reforma protestante
En el contexto de la Edad Moderna (s. XV al XVIII), se dio una expansión respecto al conocimiento. De forma contemporánea a esa Revolución Científica, surgió la Reforma protestante, la cual incluso fue determinante para el desarrollo de la época. Precisamente, el historiador, teólogo y abogado, Dr. César Vidal, en su obra El legado de la Reforma: Una herencia para el futuro, sostiene cómo el impacto en distintos campos –tales como el científico– fue más notable en las naciones reformadas que en aquellas donde imperaba el romanismo. Esto, en gran parte, se debió a la comprensión teológica que cada grupo abrazaba y a cómo ésta llegó a permear su entendimiento respecto al universo.
En este aspecto, podemos observar el proceder de la institución católica romana frente a algunos de sus propios científicos. Por un lado, Nicolás Copérnico, astrónomo y polímata (persona con conocimientos en varias áreas científicas o humanísticas), afirmó que la tierra no era el centro del universo y que giraba alrededor del sol, no al revés, con lo cual contrarió a la iglesia. Su obra titulada De revolutionibus fue incluída entre los libros prohibidos, so pretexto de contener ideas sobre la tierra contrarias a la Escritura.
Por otro lado, tenemos al matemático y astrónomo, Galileo Galilei, un apoyo importante para la revolución copernicana. En su carta a la Duquesa de Toscana, citando al Cardenal Cesare Baronius, escribió: “La intención del Espíritu Santo fue enseñarnos cómo se va al cielo y no cómo [funciona] el cielo”. En 1633, fue condenado por la Inquisición, así que terminó sus últimos años recluido en su villa Il Gioiello en Arcetri, Italia.
6. Período ilustrado: exaltación a la razón
La Ilustración fue un movimiento cultural y filosófico europeo que defendió la supremacía de la razón y que se dio desde mediados del s. XVIII hasta inicios del XIX. Debido a una institución religiosa en decadencia y a la crisis de la escolástica europea, esta ideología impulsó otra amenaza para la fe cristiana. La era racionalista comenzó con uno de sus personajes más importantes: el filósofo y matemático René Descartes, quien con su duda metódica no necesariamente rechazó a Dios, pero sí redujo el conocimiento a la razón.
Adicional a eso, aparecieron otros filósofos, como Baruch Spinoza y François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire. En reacción, aparecieron los pensadores ingleses, como el filósofo y médico John Locke, quienes criticaron tales proposiciones. También emergieron cristianos que se opusieron a ideas similares, como el físico y teólogo Isaac Newton.
El impacto del racionalismo fue tal que se acrecentó el rechazo por el cristianismo y el paradigma científico se ciñó como suficiente para explicar todas las cosas, sacando a Dios de la ecuación. Un fuerte opositor inglés fue el filósofo y teólogo William Paley, autor de la obra Evidencias del cristianismo. Sin embargo, el ateísmo y otras corrientes similares se habían acentuado y la fe cristiana no era más que objeto de burla.
Posteriormente, se levantaron otros personajes que terminaron de conducir la comprensión del cosmos al sinsentido. Por ejemplo, el naturalista Charles Darwin, conocido por su obra El origen de las especies, afirmó que el hombre ha evolucionado del simio; el médico neurólogo Sigmund Freud sostuvo que la conciencia no era más que un producto natural (rechazando la idea de lo supranatural). Además, el filósofo y filólogo Friedrich Nietzsche permeó a Occidente con la frase “Dios ha muerto”, siendo el precursor del nihilismo que, en resumen, sostiene que nada tiene sentido.
7. Período moderno: naturalismo y antropocentrismo
Para inicios del s. XX, Occidente se encontraba fuertemente marcado por una influencia naturalista. Desde las instituciones académicas y los gobiernos, se impulsó la comprensión aún más antropocéntrica de la realidad. El cristianismo en particular había pasado a convertirse en una leyenda antigua. Sin embargo, los destellos de la necesidad de un Creador, de un Ser inteligente, se mantenían entre mentes brillantes de la comunidad científica de la época. Tal es el caso del físico alemán, Albert Einstein.
Según indica el Dr. Cruz, en ese período el cristianismo dio lugar a tres tendencias entre sus filas. Tales fueron: el modernismo teológico –dando pie a la alta crítica que busca desmitificar la Biblia, cuestionando su integridad y veracidad–, el pluralismo –que afirma que la experiencia con la deidad es interior e independiente de la religión–, y el fundamentalismo –una oposición rígida contra la ciencia en su conjunto–.
Ahora bien, a pesar del panorama que enfrentaba el cristianismo por la adopción de un paradigma más “científico”, de los ataques que había recibido desde décadas atrás y, peor aún, del surgimiento de otros enemigos entre sus filas, surgieron muchos apologistas que defendieron la verdad, tales como C.S. Lewis. Luego de su conversión (pues en un tiempo se declaró ateo), Lewis escribió una de sus obras apologéticas más conocidas, titulada Mero cristianismo, en la que cuestionó las presuposiciones naturalistas y defendió razonablemente el cristianismo.
Otros apologistas fueron Francis Schaeffer, un teólogo renombrado que escribió Huyendo de la razón, texto en el cual argumentó en favor de la cosmovisión cristiana desde distintos temas, y Josh MacDowell, famoso apologista exateo, conocido por su obra Evidencia que exige un veredicto, libro que se enfoca en proveer un caudal de evidencias en favor del cristianismo, sobre todo de la resurrección de Cristo.
8. Período contemporáneo
El férreo ataque y el demérito hacia el cristianismo, así como el acelerado aumento e interés por las ciencias y las tecnologías, llevaron a que, a finales del s. XX e inicios del XXI, el mundo se adhiriera cada vez más a cosmovisiones como el ateísmo. En consecuencia, otros aspectos de la cultura y la sociedad resultaron trastocados.
El período de la modernidad, que buscaba darle sentido a la vida anteponiendo la razón por encima de cualquier cosa, terminó con el nacimiento del posmodernismo: un movimiento filosófico, literario y cultural comprendido a partir de 1960 que, esencialmente, se opone al modernismo. Este rechaza la idea de una realidad objetiva e independiente del hombre, por lo cual conceptos como “la verdad” son relativos.
El ateísmo contemporáneo cuenta entre sus filas con hombres como el activista Christopher Hitchens, el biólogo y etólogo Richard Dawkins, y el filósofo y neurocientífico Samuel Harris. No obstante, en la filosofía, la teología y las ciencias, la apologética cristiana se ha alineado con una pluralidad de creyentes devotos. Tenemos a los filósofos Dr. John Lennox y al Dr. William L. Craig, quienes además son uno matemático y otro teólogo, respectivamente. Resaltan también los teólogos y filósofos Dr. R.C. Sproul y Dr. Norman Geisler. En el área científica, cabe referirnos al genetista y físico Dr. Francis Collins (1950), y al químico y biólogo Dr. James Tour (1959).
Los descubrimientos científicos recientes, al igual que aspectos de orden social y ético, están provocando que muchos cambien algunas de sus posturas, como refiere el Dr. Cruz: “abriendo indirectamente la puerta a la posibilidad de un Dios creador”. Esto es tan claro, que uno de los ateos más renombrados en la actualidad pasó a denominarse un “cristiano cultural”. Ana Ávila, química bióloga clínica y escritora en Coalición por el Evangelio, citó parte de lo que dijo Dawkins respecto a esto:
“Si tengo que elegir entre el cristianismo y el islam, elijo el cristianismo todas las veces. Me parece una religión fundamentalmente decente, en una manera en la que el islam no lo es”. En la entrevista, Dawkins señaló la hostilidad activa del islam hacia las mujeres como evidencia de la superioridad moral del cristianismo.
La importancia de la apologética cristiana
Pese a los ataques hacia la cosmovisión cristiana, desde los apóstoles hasta los padres de la iglesia y desde los reformadores hasta los académicos actuales, el Señor ha levantado a personas comprometidas con defenderla. Hoy en día, no ha dejado de ser blanco de oposición. Sin embargo, no han faltado cristianos que alzan sus voces por amor, y en honor a la verdad. ¿Conocías la historia de la apologética cristiana? ¿Crees que investigando más al respecto, podrás encontrar herramientas que sirvan para defenderla en la actualidad?
Referencias y bibliografía
Apología en Diccionario de la lengua española | Real Academia Española
Todo pensamiento cautivo: Manual de estudio para la defensa de la verdad cristiana de Richard Pratt. San José, Editorial CLIR, 2017, p. 15, p. 20.
Cómo defender tu fe: una introducción a la apologética (2006) de R.C. Sproul. Grand Rapids, Portavoz, p. 13.
1 Pedro 3:14-15 (LBLA) | Bible Gateway
Breve historia de la apologética cristiana de Antonio Cruz | Protestante Digital
Curso de teología patrística: Historia y doctrina de los Padres de la Iglesia (2023) de Xabier Pikaza. Barcelona, Editorial CLIE, p. 13, 17-19, 98, 184-185.
Escolasticismo en Diccionario de la Lengua Española | Real Academia Española
¿Qué es el escolasticismo reformado? de Mark Jones | Catolicismo reformado
Galileo, el astrónomo más persistente (2021) de G.M., Abel | National Geographic.
Ilustración en Diccionario de la Lengua Española | Real Academia Española
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