Escucha este artículo en formato podcast:
Durante un fin de semana, varios jóvenes, la mayoría universitarios, se reunieron a conversar e intercambiar ideas. Algunos eran actores, bailarines y cantantes; otros, pintores, escritores y beatniks (bohemios que rechazaban las convenciones sociales en la década de los 50). Con respecto a la fe de los asistentes, había mucha variedad: algunos eran católicos, protestantes o judíos, otros, existencialistas o ateos de izquierda.
Ahora bien, lo sorprendente de la escena es que todos ellos estaban reunidos en un lugar cuya principal actividad era la difusión de la fe cristiana. Se trataba de L’Abri, una casa ubicada en Huémoz-sur-Ollon, en los Alpes suizos. El maestro principal era Francis Schaeffer, quien junto a su esposa había abierto un lugar para recibir a viajeros y discutir sobre creencias religiosas y filosóficas. Así lo registró en 1960 la revista Time.
¿Quién fue Francis Schaeffer y por qué logró tal convocatoria entre personas de tan diverso origen e intereses?
Su importancia e influencia
A modo muy resumido, podemos presentar a Francis Schaeffer (1912-1984) como un teólogo y apologista cristiano, protestante y evangélico que ayudó a reconquistar la confianza en el cristianismo histórico como una verdad inteligente y, por tanto, comunicable. Sobre él, el historiador Mark Noll dijo: “Schaeffer ha sido uno de nuestros evangelistas y apologistas más efectivos”.
En la misma línea, el autor José de Segovia señaló:
Es difícil para mí, resumir en un artículo la biografía y pensamiento de Schaeffer. He leído la mayoría de sus libros, pero también muchas de sus cartas, así como bastantes estudios que se han publicado sobre él. Y sobre todo, estos últimos años he tenido acceso a su familia, gracias al aprecio y entusiasmo que tan generosamente me ha mostrado su yerno…
Schaeffer significa muchas cosas a muchas personas. La mayoría, me temo que le sigue viendo como un intelectual que escribió obras sobre apologética, difíciles de entender. Quien así piensa, creo que no le ha leído apenas. Y sobre todo desconoce su influencia personal, que para mí, ha sido su mayor legado. Él era un gran oyente -sabía más de oídas, que por leer mucho- y excelente conversador. Le importaban más las personas, que los libros. Aunque uno marcó toda su vida y pensamiento: la Biblia. Para él, el cristianismo era bíblico, o no era cristianismo.
Francis y su esposa Edith dejaron una huella en muchas vidas a través de su vida y trabajo. Christianity Today menciona a Jack Sparks, el organizador de Jesus People; los músicos Larry Norman y Mark Heard; figuras políticas como Jerry Falwell, Pat Robertson, Jack Kemp, ‘Chuck’ Colson, Randall Terry, C. Everett Koop, Cal Thomas. También influenciaron a los autores Tim y Beverly LaHaye, así como a los académicos Harold O. J. Brown, Os Guinness, Thomas Morris, Clark Pinnock y Ronald Wells, entre otros.
Los orígenes de Francis Schaeffer
Francis August Schaeffer nació el 30 de enero de 1912 en Germantown. Fue el único hijo del matrimonio compuesto por Franz A. Schaeffer III y Bessie Williamson. Coalición por el Evangelio señaló que desde su niñez, y a lo largo de su vida, manifestó interés y pasión por las artes y la filosofía. De hecho, tiempo después enseñó que la mejor forma de comprender la cosmovisión de un periodo de la historia era estudiando su arte.
‘Fran’, como era conocido entre su familia y amigos, tuvo problemas de dislexia. En las grabaciones que se pueden escuchar de él, no sólo se percibe lo agudo de su voz, sino también lo extraño que pronunciaba algunos nombres. Incluso, su hija recuerda que, cuando era una niña, él le preguntaba cómo se escribían palabras muy simples.
Francis provino de una familia luterana alemana que había emigrado a los Estados Unidos. Allí asistió a una iglesia presbiteriana de línea liberal, pero, a medida que leyó y aprendió filosofía, su mente se llenó de más preguntas que respuestas. Sin embargo, la congregación en la que dio sus primeros pasos no aportó mucho para ayudarle a aclarar la situación y él terminó acercándose al agnosticismo. Sobre aquellos tiempos, el mismo Schaeffer comentó en su libro Escape from Reason:
Había ido a una iglesia “liberal” durante muchos años. Decidí que la única respuesta, sobre la base de lo que estaba escuchando, era el agnosticismo o el ateísmo. [Con respecto a] la teología liberal, no creo haber tomado una decisión más lógica en mi vida. Me hice agnóstico y empecé a leer la Biblia por primera vez, para contrastarla con la filosofía griega que estaba leyendo. Lo hice como un acto de honestidad en la medida en que había renunciado a lo que creía que era el cristianismo pero nunca había leído la Biblia. En un periodo de aproximadamente seis meses, me convertí en cristiano porque estaba convencido de que la respuesta completa que la Biblia presentaba era suficiente para los problemas que en ese entonces conocía, y suficiente de una manera muy emocionante.
En medio de aquella búsqueda, se unió a la iglesia que formó Gresham Machen al separarse del presbiterianismo liberal y en la época de fundación del Seminario Teológico de Westminster en Filadelfia. A pesar del complejo panorama intelectual del joven Schaeffer, a los 17 años se produjo su conversión. Este vital evento ocurrió en una misión evangélica, al entrar en una reunión que encontró en una tienda de campaña en 1930, lejos del protestantismo nominal de sus padres.
Al año siguiente entró en la Universidad Hampden-Sydney de Virginia, para después estudiar teología. Aquella decisión no fue fácil, pues su padre consideraba que los pastores eran unos parásitos. Pero accedió a pagarle el primer semestre de estudios generales de filosofía y lenguas clásicas. En esa época, según José de Segovia, fue presidente de una asociación de jóvenes cristianos y, mientras en el sur imperaba el racismo, Schaeffer asistió a una escuela dominical afroamericana.
Para profundizar en su vocación de pastor, realizó sus estudios en el Hampden-Sydney College de Virginia de donde se graduó Magna Cum Laude. Luego estudió en el Westminster Theological Seminary de Filadelfia y Faith Theological Seminary de Wilmington (fundado por la Iglesia Presbiteriana Bíblica). También se desempeñó como pastor en diversas congregaciones del estado de Pennsylvania.
Sin embargo, Francis comenzó a experimentar una crisis espiritual profunda. Había abrazado y defendido todas las doctrinas correctas, pero llegó a considerar que su vida espiritual se había secado. Al respecto, escribió a su esposa en una carta publicada en Francis Schaeffer: Una vida auténtica, por Colin Duriez: “Edith, me siento realmente hecho pedazos por la carencia de realidad, la falta de resultados de los que habla la Biblia y que deberían verse en el pueblo del Señor”.
Sobre aquella crisis, José de Segovia comentó que “al llegar a la edad de Francis Schaeffer en los [años] 50, lo normal es la crisis de los cuarenta, cuando uno se pregunta quién es y lo que se ha perdido en el camino. (…) Su duda es tan radical que parece cuestionar la existencia de Dios y verdades fundamentales del cristianismo. Yo no creo que ese fuera el caso”.
Francis decidió reexaminar todo, desde los conceptos más básicos hasta los más complejos, y resurgió con un nuevo sentido de la realidad de la fe cristiana. En ese contexto, visitó varios países europeos desde 1947 y quedó gratamente impresionado por la herencia reformada en Suiza y Holanda. Allí conoció a P. Benoit, director del Instituto Bíblico Emmaus, y a Hans Rookmaaker. En Noruega, saludó al líder evangélico O. Hallesby, y en Inglaterra a M. Lloyd-Jones, quien influenció su pensamiento.
Años después, su interés por la música negra hizo que empezara a hablar con el estudioso del arte Hans Rookmaaker, con quien entabló una amistad. De hecho, Hans y Francis estaban tan entusiasmados con sus conversaciones que dejaron de ir a reuniones y compromisos para recorrer los canales y hablar sobre la relación entre la fe que habían encontrado tras su conversión y la cultura popular, contó de Segovia. Al respecto, se lee en The Francis Schaeffer Collection que él señaló:
Al repensar mis razones para ser cristiano, volví a ver que había razones totalmente suficientes para saber que el Dios infinito personal existe y que el cristianismo es verdadero. Yendo más lejos, vi algo más que marcó una gran diferencia en mi vida. Busqué a través de lo que dice la Biblia acerca de la realidad como cristiano. Poco a poco, vi que el problema era que, con todas las enseñanzas que había recibido después de ser cristiano, había oído poco sobre lo que dice la Biblia sobre el significado de la obra terminada de Cristo para nuestras vidas actuales. Poco a poco salió el sol y llegó la canción. Curiosamente, aunque hacía muchos años que no escribía poesía, en ese momento de alegría y de canto, volvía a surgir la poesía: la poesía de la certeza, una afirmación de la vida, la acción de gracias, y la alabanza.
El matrimonio y la familia Schaeffer
Edith Seville nació un 3 de noviembre de 1914, en Wenzhou, China. Fue hija de los misioneros George y Jessie que se desempeñaban en la Misión al Interior de China (fundada por Hudson Taylor). Además de su nombre en inglés, recibió uno en chino: Mei Fuh o “hermosa felicidad”. En su juventud, se trasladó a Estados Unidos para estudiar en Beaver College localizado en Glenside, Pennsylvania, y conoció a Francis Schaeffer durante una conferencia en la que el expositor principal cuestionó la autoridad de la Biblia.
Sobre aquella ocasión la autora Colin Duriez recopiló el siguiente registro: “Tan pronto como acabó [la charla] me puse en pie de un salto –relató Edith años después– y empecé a abrir la boca… y entonces escuché otra voz, la voz de un chico, que empezó a hablar suavemente. Me volví a sentar y escuché sorprendida”. Luego de esa reunión, entablaron amistad. De hecho, a la salida, él le preguntó si podría acompañarla en su camino de vuelta a casa. Ella dijo que tenía un compromiso. Él replicó: “¡Rómpelo!”, y ella accedió.
Durante aquel recorrido le recomendó a Edith el libro Cristianismo y liberalismo (1923) de Machen. Así, aquella amistad derivó en un noviazgo que tres años después se transformó en matrimonio, según Josué Barrios. Con el tiempo, tuvieron cuatro hijos: Priscilla, Susan, Deborah y Frank. Edith se caracterizó por su gran hospitalidad y un sello distintivo de la familia era la hora de la comida, momento en que tenían conversaciones profundas.
Según registran los biógrafos de la familia, Francis estuvo profundamente involucrado en la vida de cada uno de sus hijos, estuvo continuamente disponible para ellos. Les explicó el arte, la historia, la vida en la ciudad y el campo, la filosofía, las ruinas romanas, y los esfuerzos medievales y renacentistas para civilizar una historia humana dañada. Les dio a conocer la alegría y la tragedia de la existencia humana. Entre 1951 y 1952 la familia tuvo dificultades económicas; las oraciones de Edith fueron fundamentales en aquel período.
En medio de aquel panorama familiar, Frank recibió mucha atención y cuidados de parte de su madre, pues a los dos años contrajo poliomielitis. Se escapó del internado en Inglaterra e hizo homeschooling en L′Abri. A sus 23 años, dirigió la serie que registró las enseñanzas de su padre. Sin embargo, en su libro Crazy for God, Frank presentó un retrato muy divergente de su vida y pensamiento.
Allí señaló, por ejemplo, que las principales pasiones de Francis no eran la Biblia y la teología, sino el arte y la cultura: “...lo que lo movió no fue la teología sino la belleza”. También afirmó que tuvo frecuentes episodios de depresión, y una relación verbal y físicamente abusiva con su esposa Edith. Sin embargo, íntimos de L'Abri contradicen su relato. Por ejemplo, Os Guinness, que vivió con los Schaeffer y fue amigo cercano de padre e hijo, señaló que Crazy for God es una “caricatura difamatoria”.
Aunque inicialmente Frank Schaeffer apoyó las ideas y el programa político de su padre, se ha distanciado de muchos de esos puntos de vista. Primero se convirtió en seguidor de la Iglesia Ortodoxa Oriental, luego, pasó a ser un liberal y se describió como: “un ateo que cree en Dios”. Así pues, Frank Schaeffer es un referente poco confiable para acercarse a la figura de su padre Francis, pues en algunas obras exalta a su padre y en otras le acusa de maltratador.
Para poner en perspectiva este asunto, José de Segovia citó una declaración de Os Guinness, quien señaló que: “Ningún crítico ha hecho tanto daño a la obra de su vida, que su hijo. Con un hijo así, ¿quién necesita enemigos? (…) El problema no es tanto que Frank revele y proclame los fallos y debilidades de sus padres, algo que honestamente siempre Schaeffer reconoció, sino que le acuse de hipocresía y deshonestidad…”.
Buscando un refugio: La comunidad l’Abri
El 5 de junio de 1955, como sello que marcaría una nueva etapa vital luego de una aguda crisis espiritual, Francis y Edith fundaron la comunidad L’Abri (el refugio). Sobre este hito, el mismo Schaeffer señaló, según Duriez: “Tanto Edith como yo hemos sentido que el Señor no ha llamado esta obra para que sea, en modo alguno y en primer lugar, de evangelización, sino más bien una pequeña demostración [de la existencia y el carácter del Dios que existe]”.
Esta comunidad fue el resultado de la convicción de que Dios está allí (1968), idea que desarrolló en una serie de sermones y que luego convirtió en un libro. En el lugar no se permitía el uso de drogas, pero se recibieron muchos jóvenes con ese problema; se realizaban estudios bíblicos (la Epístola a los Romanos fue la que más habitualmente se expuso allí y en conferencias, según de Segovia). También se compartían comidas, reuniones, paseos y trabajos prácticos.
A L’Abri se le acusó infundadamente de comunista, concepto muy complejo en el marco de la Guerra Fría. Sin embargo, se abrieron nuevas sedes en Holanda, Inglaterra, Estados Unidos, Canadá y Brasil. Todas ellas tienen dos principios: La verdad importa, la gente importa. En su último discurso, Francis comentó lo siguiente sobre esta comunidad: “Con un equipo tan eficiente, no veo posibilidad de ruptura en el trabajo de L’Abri simplemente porque Edith y yo seremos, de cierto modo, menos activos en el liderazgo”.
Breve esbozo de las ideas de Francis Schaeffer
Schaeffer fue un autor prolífico y hacia el final de sus días dejó material en múltiples formatos, pues se registraron sus conferencias y libros en cassettes y videos. Exponer sus principales ideas y fundamentos es una tarea no menor, por ello, a continuación haremos una pequeña aproximación. Uno de sus fundamentos es que el ser humano está hecho a la imagen de Dios, por eso, aunque su pecado y ruina son evidentes, defendió su dignidad. Esto condujo a que criticara la teoría del condicionamiento operante de B.F. Skinner y a que manifestara su oposición al aborto, la eutanasia y el infanticidio.
Analizó las artes creativas como un testimonio de que el ser humano es portador de la imagen de Dios, a pesar de que este muestre distorsión y rebelión. En cuanto a la apologética, Schaeffer consideró que la mejor aproximación a ésta era desde el presuposicionalismo. Afirmó la doble realidad de que no hay verdad sin amor, pero también que no hay amor sin verdad. Sostuvo y enfatizó un principio fundamental: una verdad verdadera puede ser fría y cruel si se comunica sin amor, es decir, la ortodoxia (creencia correcta) debe ser complementada por la ortopraxis (actuar correcto).
Un tema en el que profundizó fue el ascenso y la caída de la civilización occidental. Al respecto, Schaeffer planteó que se podía trazar una línea desde los tiempos de la antigua Roma, a través de la Edad Media, después la Reforma, la Ilustración, y hasta el presente, la cual mostraría el ascenso y la caída. Sobre esto, coincidió con el historiador británico Edward Gibbon en diagnosticar un proceso acumulativo de decadencia. El libro (y la película) ¿Cómo, pues, debemos vivir? explica aquella tesis a través de la música, el arte, la filosofía, el cine y la teología.
En cuanto a lo doctrinal, fue un calvinista ortodoxo que dio mucha importancia a la autoridad infalible e inerrante de la Escritura como cuestión crucial del ser y el carácter evangélico. Participó en el Concilio de Inerrancia Bíblica que tuvo lugar en Chicago (EE.UU.) y en el Congreso de Evangelización Mundial de Lausanne (Suiza). También se alineó con la ortodoxia evangélica estadounidense, por lo cual desaprobó la teología de Karl Barth, quien sostenía que “la Biblia contiene, pero no es la Palabra de Dios”.
Para algunos, Schaeffer fue demasiado conservador. En círculos liberales, muchos le describieron como ‘el gurú del fundamentalismo’. Lo de ‘gurú’ se debía a su conexión con el ambiente hippie de finales de los 60 y principios de los 70, pero también, según de segovia, por la extravagancia de su apariencia y la diversidad de temáticas que abordó.
Para conocer el alcance de la vida y obra de Francis Schaeffer, la siguiente anécdota tiene mucha utilidad: se cuenta que, mientras vivía en L’Abri, su hijo Frank encontró trabajo en la iluminación del festival de Montreux. En aquella ocasión, actuó el grupo Led Zeppelin. Allí se produjo un encuentro muy llamativo: Frank encontró a Jimmy Page leyendo Huyendo de la razón (1968), se presentó como el hijo del autor y Page le dijo que el libro era muy bueno. También, según de Segovia, le contó que el libro se lo había dado Eric Clapton, después de leerlo.
El ocaso de su vida y el legado para el futuro
A partir de 1968 y buscando ampliar su audiencia, Schaeffer comenzó a publicar sus libros, cintas de cassette e incluso películas de cine. Sin embargo, se consideraba que tenía un aspecto estrafalario: hasta el final de su vida vistió con una chaqueta india estilo nehru, botas de montaña, pelo largo y barba de chivo. En aquel tiempo, la mayoría de personas de su edad usaban traje y corbata, así que su apariencia no era común en adultos mayores ni en predicadores evangélicos, afirmó de Segovia.
Escribió 22 libros durante su vida, entre ellos, La verdadera espiritualidad (1971) y ¿Cómo viviremos entonces? (1976). De este último, más tarde se produjeron unas series documentales. Vale la pena mencionar que, como complemento a la obra de su esposo, Edith también se convirtió en autora y expositora. Pero regresando a Francis y a propósito de sus publicaciones, él señaló en su último discurso:
En mi nuevo libro, el último párrafo termina así: “Si no hay una confrontación amorosa pero valiente, si no trazamos líneas, incluso cuando preferiríamos no tener que hacerlo, la historia mirará hacia atrás, hacia este momento, y nos verá como el tiempo en que las facultades “evangélicas” tomaron el camino de Harvard o Yale (...) y cuando otras organizaciones “evangélicas” se perdieron para la causa de Jesucristo para siempre. (...) Es nuestra esperanza que habrá un grupo de jóvenes cristianos radicales, y de cristianos más viejos, que estarán dispuestos a pagar el precio para posicionarse en una confrontación amorosa; una confrontación real en el mundo evangélico, a través de las iglesias, de las organizaciones y de las escuelas.
La historia de su crisis nos ayuda a reflexionar sobre la importancia de cultivar la doctrina, pero sin olvidar la devoción y la práctica del amor cristiano, para evitar caer en un legalismo evangélico y vivir en un autoengaño. Sobre aquel tema, mientras luchaba contra el cáncer en el hospital, comenzó a escribir El gran desastre evangélico, obra que no terminó y en la cual lamentaba que se desarrolle una batalla por la verdad sin el amor que viene del Espíritu de Dios en Cristo Jesús.
Al repasar la vida y obra de Francis Schaeffer conocemos a un trabajador intenso y pensador inquieto, y concordamos con lo señalado por Michael Hamilton de Christianity Today: “Quizás ningún intelectual, salvo C.S. Lewis, afectó más profundamente el pensamiento de los evangélicos [que Francis Schaeffer]; quizás ningún líder de la época, salvo Billy Graham, dejó un sello más profundo en el movimiento en su conjunto”.
Francis Schaeffer murió de cáncer el 15 de mayo de 1984, en Rochester (Minnesota, Estados Unidos) y, según su biografía en la Editorial Clie, sus últimas palabras fueron: “Su gracia es suficiente”.
_____________________________
Referencias
- Alfonso Ropero “Karl Barth y sus críticos americanos, parte I”, 14 de marzo de 2022, consultado octubre de 2022.
- Colin Duriez, Francis Schaeffer: Una vida auténtica, Publicaciones Andamio, 2017, Pág. 1004, 2393, 2914.
- Editorial CLIE, SCHAEFFER, FRANCIS A., consultado octubre de 2022.
- El Último Discurso de Francis Schaeffer, (edición inédita), cedido por Ranald Macaulay, secretario de L’Abri en la época, dado en la Members Meeting Internacional de abril de 2015 en Eck em Wiel, Holanda. Traducido al español por Jano Molina. También se puede escuchar en este enlace.
- Francis Schaeffer, Escape from Reason, InterVarsity Press, 2006, Pág. 109.
- Hamilton, Michael (3 de marzo de 1997). "El descontento de Francis Schaeffer" . Cristianismo hoy . Consultado el 2 de abril de 2016.
- José de Segovia, “El problema real según Francis Schaeffer”, 21 de Julio de 2017, consultado noviembre de 2022.
- José de Segovia, “La apologética final de Francis Schaeffer”, 08 de Julio de 2017, consultado noviembre de 2022.
- José de Segovia, La búsqueda de la autenticidad de Francis Schaeffer, 24 de junio de 2017, consultado noviembre de 2022.
- José de Segovia, “La ortodoxia compasiva según Francis Schaeffer”, 16 de Julio de 2017, consultado noviembre de 2022.
- Josué Barrios, Francis Schaeffer: Cristianismo auténtico, 31 enero 2018, consultado noviembre de 2022.
- Michael S. Hamilton, The Dissatisfaction of Francis Schaeffer, Marzo 3, 1997, consultado noviembre de 2022.
- Schaeffer, Frank “Loco por Dios: cómo crecí como uno de los elegidos, ayudé a fundar el derecho religioso y viví para recuperarlo todo (o casi todo)”, 2007, Nueva York: Carol & Graf.
- Sesión de preguntas y respuestas con Francis Schaeffer: https://www.youtube.com/watch?v=DyDGJruaaRE&ab_channel=FrancisSchaefferStudies.org
- The Francis Schaeffer Collection, Tyndale, 2016, Pág. 350.
- Time, Religion: Mission to Intellectuals, Monday, Jan. 11, 1960, consultado abril de 2023.