Crecí escuchando la radio cristiana. Así que si sintonizabas en los 90 's alguna emisora cristiana, es muy probable que te encontraras con uno de los programas del Evangelista Luis Palau, en mi caso ese programa se llamaba “Luis Palau responde”.
Nunca olvidaré uno de los programas en los que una mujer envió una carta a Palau con una pregunta muy osada. La inquietud de la mujer (en mi vago recuerdo de juventud) era: Señor Palau, ¿conoce usted a la iglesia perfecta? ¿Si la conoce cuál es? El Señor Palau procedió a responder a esta mujer en su programa: Señora, sepa usted que no existe una iglesia perfecta, y si existiera, y yo la conociera, no se lo diría, porque tan pronto como usted llegara allí, ya no sería perfecta.
Ese día supe que cualquier iglesia a la que llegara sería imperfecta y que el factor principal de la imperfección, era yo mismo.
Así era el estilo de Palau, fuerte, directo, franco y sin embargo conciliador y afable.
Reseña biográfica de Luis Palau
Luis Palau nació el 27 de noviembre de 1934 en Ingeniero Maschwitz, en la provincia de Buenos Aires, Argentina en una familia de clase media con cinco hermanas menores y un hermanastro.
Los padres de Palau tuvieron un acercamiento al evangelio a través de la predicación de Edward Rogers, un alto ejecutivo petrolero británico, que le regalaría a la madre de Palau una Biblia.
Tras la muerte del padre de Palau, un ejecutivo de la construcción, cuando él tenía apenas 10 años y también debido a malas gestiones financieras de su grupo familiar cercano, su familia se vio enfrentada a una pobreza extrema. Poco después Palau se vio obligado a dejar su educación en un prestigioso internado dirigido por británicos y tuvo que empezar a trabajar en un banco en la provincia de Córdoba, siendo para ese momento el único proveedor de su familia.
La historia de Palau en el camino del evangelio también comienza de una forma muy temprana. A los 12 años Palau se acercó a un templo protestante donde se convirtió al cristianismo evangélico después de un campamento de verano en 1947. Pero serían las transmisiones radiales de Billy Graham, que él escuchó cuando tenía dieciséis años las que finalmente le animarían a dedicar su vida al evangelio como predicador y dejarían una impronta radical en él.
El estilo de predicación de Palau está ampliamente inspirado en la forma en que Billy Graham predicaba y acercaba el evangelio a los demás. Más tarde conocería personalmente a Graham y trabajaría para él como traductor de sus libros al español. El mismo Graham contribuiría más tarde, en 1970, con capital para que Palau iniciara su propio ministerio evangelístico.
Pero la labor de predicación de Palau ya había iniciado desde mucho antes. En 1953 Palau desarrollaba predicaciones informales los fines de semana mientras trabajaba en el banco durante la semana. En 1957 él y varios amigos organizaron un programa evangélico en una radio de Buenos Aires. Poco tiempo después, a la edad de 24 años, Palau se mudó a Portland para participar en un programa de estudios bíblicos.
En Estados Unidos Palau realizó sus estudios en el seminario Escuela de la Biblia Multnomah, en Portland y se graduó en 1961. Se quedó a vivir allí y entró a una organización evangélica llamada SEPAL (Actualmente OC International) para predicar a los latinos. Ese mismo año se casó con Patricia Scofield, una maestra de jardín de infancia de Beaverton. Scofield era una compañera de estudios bíblicos de Palau y con ella tendría cuatro hijos, los mellizos Kevin y Keith en 1963, Andrés en 1966 y Esteban en 1969, además de diez nietos.
Palau y su esposa se establecieron en Cedar Mill, un área metropolitana de Portland que está al norte de Beaverton. Él obtuvo la ciudadanía estadounidense en 1962 y los siguientes ocho años los Palau sirvieron como misioneros en Costa Rica, Colombia y México, antes de volver a Oregón para establecerse de nuevo allí de forma permanente. Sin embargo, el corazón de Palau seguía en América Latina y se mantuvo conectado con ella a través de su programa de radio, programas de televisión y de sus campañas evangelísticas.
Palau empezó a predicar en un momento clave del movimiento evangelico en América Latina. El pentecostalismo, que había llegado en las primeras décadas del siglo XX a Latinoamérica, estaba en pleno crecimiento. Por otro lado, la Misión Integral, un movimiento que promovía la predicación del evangelio y la preocupación por los aspectos sociales del cristianismo, se estaba haciendo muy popular. Sin embargo, Palau no tomó esta ruta, más bien criticó en sus escritos la teología de la liberación y se enfocó más en la presentación del evangelio a través de las conversiones personales.
La primera campaña evangelística internacional de Palau fue en diciembre de 1966 en la ciudad de Bogotá. Un año más tarde sería nombrado como director de SEPAL para América Latina y organizó un equipo de evangelización. Siguiendo los métodos de predicación de Billy Graham, Palau logró una gran notoriedad como predicador, lo cual lo llevó a tener éxito suficiente como para independizarse de la SEPAL. Finalmente, en 1978, fundó una nueva organización evangelística llamada Asociación Internacional Luis Palau, la cual tenía su sede en Beaverton.
Palau emularía muchos de los métodos de Billy Graham, especialmente en la forma en la que estructuró su organización evangelística; la forma en la que presentaba sus sermones, los cuales estaban llenos de acontecimientos de actualidad; e invitación de importantes personalidades para que testificaran en sus cruzadas evangelísticas.
Las cruzadas evangelísticas de Palau perseguían el principio de que solo se realizarían con el apoyo de las iglesias locales y de las sociedades paraeclesiales. A lo largo de su ministerio estuvo inmerso en una gran cantidad de polémicas por su deseo de que los pentecostales participaran en sus cruzadas. Quizá uno de los frutos más importantes del ministerio de Palau fue el logro de que en muchos lugares, los creyentes unidos por el evangelio pudieran colaborar activamente en el evangelismo.
Pero paradójicamente, el país que lo adoptó fue aquel en el que más le costó unir a los cristianos. “Curiosamente, Estados Unidos es el país más difícil del mundo para conseguir que las denominaciones trabajen juntas. Estados Unidos habla del lema ‘una nación bajo Dios’, pero es pura teoría”, dijo Palau a Christianity Today en 1996. “El mayor trabajo en una cruzada que abarque a toda la ciudad no es tocar a los no convertidos. Es reunir a las iglesias para tocar a los inconversos”. El propio Palau tuvo que cancelar una cruzada en 1976 dirigida a los hispanos en Chicago a causa de la división entre pentecostales y no-pentecostales.
En 1975 Billy Graham organizó una conferencia evangelística internacional en Bruselas, Bélgica, llamada Eurofest '75. En esta ocasión Palau compartió el puesto de expositor de la Biblia con el obispo anglicano ugandés Festo Kivengere, reconocido mundialmente como el Billy Graham africano y quien además desempeñó un gran rol en el avivamiento cristiano en la Uganda suroccidental.
Pero Palau seguía teniendo su mirada puesta en la iglesia latina. “Los latinos estamos en la mejor posición para llevar el mensaje del evangelio fuera de este país por nuestro alto compromiso con la familia y porque los hispanos tienen un sentido de entregarlo todo por el evangelio”, dijo Palau. “¡Solo menciono un versículo de la Biblia y rompen en aplausos!”. Incluso, creía que los latinos tenían la capacidad de tender un puente entre afroamericanos y blancos en los Estados Unidos. “No nos hemos aislado como los blancos de los problemas de la ciudad, y no tenemos las mismas heridas históricas que la comunidad afroamericana”, afirmó. “El aumento en la participación de los latinos en el evangelismo también cambiará a la propia iglesia evangélica”, dijo Palau. “La iglesia evangélica dominante se ha vuelto demasiado cómoda en esta cultura. Ha perdido su fuego, su sentido de convicción del bien y del mal”.
Palau se lamentaba constantemente por la falta de pasión de occidente por la evangelización. “En América del Norte y Europa, sin embargo, me parece que, aunque se habla mucho de evangelismo, el verdadero evangelismo es difícil de detectar”, dijo a Christianity Today en 1998. “Los cristianos evangélicos de Norteamérica pagan alegremente cualquier cantidad por asistir a un concierto. Llenan el centro cívico para asistir a sesiones de adoración e incluso a convenciones de guerra espiritual de intercesión. Pero cuando se trata de la guerra cara a cara, que consiste en hablar a la gente amable pero directamente sobre su necesidad de Cristo, de repente los números disminuyen. En demasiadas iglesias, la respuesta al reto de proclamar el evangelio en su ciudad es: ‘¿Pero por qué debemos hacerlo?’ y ‘Esto es muy costoso’”.
Hacia los años noventa Palau ya había ganado una gran notoriedad y a finales de la década comenzaron a celebrarse sus famosas campañas “Buena música y buenas nuevas”. La Asociación Internacional Luis Palau también organizó “La Alianza para la Próxima Generación”, en donde se patrocinan a nuevos evangelistas que viajan alrededor del mundo en labor misionera. Igualmente la Asociación también patrocina “Las Producciones PalauFest”, un espacio para la creación de películas de evangelismo.
En el 2002 fue invitado por el presidente George Bush junto con artistas cristianos y personalidades latinas de habla hispana a celebrar el mes de la “Herencia Hispana” en la Casa Blanca. Luego de repetidas visitas a la Casa Blanca forjó una gran amistad con George Bush, quien es cristiano metodista, e incluso visitó China en el 2005 junto con el entonces presidente para presidir un servicio religioso. Durante su viaje a China Palau tuvo un debate apologético con un ex-funcionario del gobierno chino del que surgiría un libro llamado Un diálogo cordial entre un ateo y un cristiano.
A pesar de que Palau se mantuvo alejado de la política electoral estadounidense, esto no impidió que numerosos funcionarios de gobierno le pidieran ayuda para tratar diversos temas sociales. En 2003 movilizó a miles de voluntarios de numerosas iglesias para hacer reparaciones a las escuelas públicas locales de Portland. En 2005 se puso en contacto con otros cristianos evangélicos para enfrentar el problema de la indigencia en Portland a pedido del alcalde de la ciudad, y organizó tareas de voluntariado para ayudar a las personas sin hogar. Era tanta la influencia de Palau, que para un evento de voluntariado logró atraer a más de 140.000 personas durante dos días.
A lo largo de su vida Palau organizó numerosos eventos evangelísticos de gran magnitud en los cuales atrajo a numerosas personas al evangelio con un estilo fresco y novedoso en eventos al aire libre en los que participaban agrupaciones musicales cristianas y también se desarrollaban actividades familiares. En 2015 organizó el CityFest, un evento de predicación en la ciudad de Nueva York que atrajo a más de 60.000 personas en Central Park, en un esfuerzo que involucró la colaboración de más de 1700 iglesias.
Palau también realizó muchos seminarios, congresos, charlas informales y conferencias, así como recitales de música cristiana. Los programas radiales de Palau se reprodujeron en más de 2100 estaciones de radio en 48 países. Palau escribió 41 libros y artículos de predicación y teología en inglés y en español. En el año 2007 se estimó que sus predicaciones habían llevado el evangelio a más de 28 millones de personas en 80 países.
Luis Palau murió el 11 de marzo de 2021 a la edad de 86 años después de luchar por cerca de tres años contra un cáncer terminal de pulmón. La Asociación Internacional Luis Palau confirmó que él falleció en su casa en Portland, Oregón, rodeado de sus familiares.
Algunos años antes de morir, Palau reafirmaría sus convicciones. “Los cristianos, y especialmente los anglosajones, tenemos la idea de que sabemos lo que piensa el otro antes de siquiera empezar a hablar con él. Realmente no es así”, dijo Palau. “El Espíritu Santo dijo que convencería al mundo de pecado, de justicia y de juicio. ¿Lo crees? Yo lo creo”.
Testimonios sobre Luis Palau
Doce líderes evangélicos hablan sobre lo que más recordarán del evangelista de masas.
A continuación algunos testimonios recopilados por Christianity Today luego de conocerse la noticia de la muerte del famoso evangelista argentino.
Lee Strobel, autor de apologética y orador
Luis Palau fue mi amigo y héroe. Me maravillé de su autenticidad, su pasión por el evangelio, su fidelidad a las Escrituras y su personalidad cálida y alentadora.
Recientemente lo entrevisté para un libro que estoy escribiendo. Hablamos del cielo. Francamente, estaba listo, incluso ansioso, por llegar allí. De hecho, me dio sus notas de predicación escritas a mano para un sermón que había escrito sobre el cielo, un tesoro que siempre guardaré.
Pero su principal preocupación era asegurarse de que el evangelio estuviera claramente articulado en mi libro. Quería que la atención se centrara en Jesús, no en él mismo. Eso era muy parecido al Luis que conozco desde hace décadas.
Aprovecha cada oportunidad, me instaba, para contarles a otros acerca de la esperanza que pueden encontrar en Cristo. ¡Me encantó eso de Luis! De hecho, me encantó todo sobre Luis y anhelo reunirme con él algún día en el cielo.
Luis Bush, estratega de misiones, fundador del movimiento Ventana 10/40
Luis Palau le recordó al mundo evangélico que en el centro de lo que creemos está el perdón de los pecados, la resurrección del cuerpo y la vida eterna. Luis aclaró la verdad bíblica de que un cristiano comprometido está llamado a compartir el evangelio de Jesucristo. Compartió la convicción de que “Como los repartimientos de las aguas, así está el corazón del rey en la mano de Jehová; a todo lo que quiere lo inclina” (Proverbios 21:1).
Una conversación significativa que tuve con Palau tuvo lugar en 1977 mientras completaba mi Maestría en Teología en el Seminario Teológico de Dallas. Me invitó a unirme a él en su cruzada galesa para acercarme a amigos del rugby de mis últimos días escolares en Gran Bretaña. Me tomé un descanso de mis estudios para visitar a varios viejos amigos escolares. Uno de ellos, que había sido el capitán del equipo nacional de rugby sub-18 de Gales, recibió a Cristo.
A Dios sea la gloria por la vida y ministerio de Luis Palau.
Franklin Graham, presidente y director ejecutivo de la Asociación Evangelística Billy Graham y Samaritan’s Purse
Luis fue un evangelista apasionado que predicó fielmente el evangelio de Jesucristo: su nacimiento, su muerte en sacrificio en la cruz, su muerte y su resurrección. Millones han escuchado esta verdad e incontables hombres y mujeres han confiado en Cristo, como resultado del ministerio de Luis Palau. Doy gracias a Dios por su vida y el ejemplo que dio.
Luis fue un amigo cercano de mi padre Billy Graham a lo largo de los años, y también fue mi amigo. Se extrañará mucho su voz, pero su vida debería inspirarnos a cada uno de nosotros a enfocarnos aún más intensamente en advertir a las personas de las consecuencias de morir sin arrepentirse de sus pecados y volverse a Cristo con fe.
Norberto Saracco, director de la Facultad Internacional de Educación Teológica, Buenos Aires, Argentina:
Gran parte del legado de Luis Palau es la unidad. En 1977, Palau fue invitado a Buenos Aires por un grupo de líderes eclesiásticos. Cuando Palau se enteró de que los organizadores habían marginado a los pentecostales, Palau los confrontó y predicó de 1 Juan 3, donde el escritor recuerda a sus lectores que “Cualquiera que odie a su hermano es un asesino”. Fue un duro llamado al arrepentimiento.
En 1979, los organizadores decidieron realizar un evento similar y se acercaron a Palau. Mientras visitaba el cercano Uruguay, Palau pidió una reunión con pastores argentinos para responder a su invitación. Allí les dijo: “Rechazo su invitación porque no han aprendido la lección y una vez más han dejado fuera a los pentecostales. Nunca más tendré una campaña si todo el cuerpo de Cristo no está allí”.
La iglesia en Argentina tiene una deuda especial de gratitud con Palau por su trabajo para unir a la iglesia en el país. Durante muchos años, la Asociación Luis Palau permitió que su personal se pusiera a disposición del trabajo de unidad. Hasta el día de hoy, el presidente de la Alianza Evangélica Argentina (ACIERA) comparte su ministerio con la Asociación Luis Palau, donde también es su director de festivales y Ministerios Hispanos. Esto ha fortalecido a ACIERA y la ha ayudado a convertirse en una de las alianzas más sólidas y desarrolladas del continente en la actualidad.
Los llamamientos de Palau a la unidad también se extendieron más allá de los hermanos evangélicos. Sorprendentemente, evangelizó en América Latina sin nunca predicar contra la Iglesia Católica y pudo generar relaciones respetuosas y mutuamente apreciadas con los líderes católicos del continente, incluido el actual Papa Francisco. En ocasiones, esta actitud provocó problemas con los evangélicos que no estaban de acuerdo con su enfoque en el diálogo. A sus críticos, Palau solía decir: “Tengo amigos ateos, pero no soy ateo; tengo amigos comunistas pero no soy comunista; tengo amigos católicos y no soy católico”.
Bill Taylor, escritor, mentor, miembro de la Comisión de Misión de la Alianza Evangélica Mundial
Conocí a Luis en Guatemala a principios de los 70. Sus cruzadas en Guatemala fueron únicas en la nación. Creo que se estaba descubriendo a sí mismo, su “voz” y lo que “funcionaba” en América Latina. Desafió a los evangélicos a través de la división principal en ese momento (no carismáticos y carismáticos) a unirse antes de que él continuara cooperando con ellos. Pertenecía a uno de los grupos anti-carismáticos, pero agradezco a Dios por los estándares de Luis.
Sus programas de radio se convirtieron en una escucha obligatoria tanto para los evangélicos como para los católicos. Respondió honestamente a las preguntas. En 1982, participó en el Centenario de los Evangélicos en Guatemala, y nadie podría haber sido mejor campeón del evangelio. En toda América Latina forjó relaciones con líderes políticos y militares, lo que lo metió constantemente en problemas. Pero su disculpa por esos pasos fue cercana al apóstol Pablo.
Este argentino nunca perdió sus raíces latinoamericanas ni sus amigos, pero se convirtió en una voz mundial del evangelio y ajustó creativamente la metodología a los tiempos. Se convirtió en uno de los mayores regalos de América Latina al mundo entero.
Howard Dahl, empresario y consejero de la Asociación Luis Palau
Ha sido un privilegio ver a Luis Palau de cerca durante 30 años, incluido el haber sido miembro de la junta en los últimos años. Creo que glorificar a Dios significa hacer que Dios se vea bien por la forma en que vives. Podría escribir un ensayo sobre cómo Luis refleja cada cualidad del fruto del Espíritu. Luis era muy cariñoso, haciéndote sentir especial mientras te prestaba toda su atención. Era uno de los cristianos más alegres que he conocido, con un sentido singular de humor autocrítico, una manifestación de humildad.
Me gustaría centrarme en su amabilidad. Lucas 6 dice que nuestro Padre que está en los cielos es bondadoso con los impíos y los ingratos. En nuestro mundo destrozado de tantas maneras, Luis se ganó el corazón de muchos, incluido un alcalde gay liberal en su ciudad de Portland. Cualquier ciudad a la que fuera para un evento unía a la gente. Observé en una ciudad a un pastor afroamericano que se levantaba, señalaba a Luis y decía: “Antes de que vinieras a nuestra ciudad, nunca antes había orado con un pastor blanco. Dios te ha levantado para unir a las personas”.
Al leer Juan 17 y la oración de Jesús para que sus seguidores sean uno, para que el mundo crea al ver creyentes genuinos, amorosos y unificados, coloco a Luis en la parte superior de mi lista de líderes que han sido fieles a esta tarea.
Francis Chan, predicador, autor y misionero
No creo que haya habido un momento en que me reuniera con Luis y no fuera muy animado. Muchos líderes están ansiosos por compartir sus opiniones y logros, pero Luis estaba ansioso por bendecir.
Tuve el honor de servir junto a Luis en varias ocasiones. Si bien me impresionó su amabilidad y carisma en el escenario, me impactó mucho más la amabilidad que exudaba en su vida cotidiana. Era cálido, lo que debería ser cierto para los que están llenos de luz, pero a menudo no es el caso. Lo que más recuerdo fue la forma en que compartió con nuestro taxista de camino a nuestro destino. Seguí pensando: “Es tan agradable y carismático”. El evangelio fluyó con tanta naturalidad de sus labios. No fue forzado ni hablado por obligación. Doy gracias a Dios por su gracia sobre Luis, que pudo predicar fielmente el evangelio durante tantos años, en grandes plataformas y en taxis.
Lo que distingue a Luis fue que mostró señales de estar lleno del Espíritu. Efesios 5:18-21 describe a una persona llena del Espíritu como "cantando y alabando al Señor" en su corazón y “dando gracias siempre y por todo”. Siempre he pensado que una persona que podría vivir eso sería una persona que le daría vida a cada situación.
Esto es lo que siempre recordaré de Luis: estaba lleno del gozo del Señor. Lamentablemente, no vemos mucho de esto en los líderes cristianos. Las luchas en el ministerio tienden a exprimir la vida de muchos ministros, pero Luis mantuvo un gozo que lo hacía muy agradable.
Paul Pastor, autor de Palau: A Life on Fire:
El impacto de Luis en el movimiento evangélico mundial es considerable. Pero en mi opinión, uno de sus legados más importantes ha sido su impacto como maestro de la Biblia. Sus enseñanzas bíblicas sencillas y memorables, que a menudo se escuchan a diario en estaciones de radio de todo el mundo, serán recordadas por muchos, especialmente en América Latina. Esta base en mensajes prácticos y positivos de las Escrituras, y más, la sensación de que la Biblia era accesible para cualquier persona, ha tenido un impacto enorme en millones de oyentes a lo largo de las décadas.
El evangelismo, especialmente el evangelismo masivo a la escala y el ritmo en el que Luis se especializó, tiene una historia fragmentada. Por un lado, tiene una notable tradición, que incluye a algunos de los grandes predicadores al aire libre de la historia, y ha sido responsable de grandes movimientos sociales en los últimos siglos. Pero, por otro lado, es difícil pensar en otro ministerio (hasta el surgimiento del “pastor célebre”) tan propenso a la ostentación llamativa, al "soplo" y, en casos extremos, a la gama completa de charlatanería y abuso de qué religión es capaz. En este mundo, Luis se destacó.
Su estilo de vida se mantuvo cómodo pero con una veta monacalmente simple en un pequeño suburbio de Portland, Oregon. Su biblioteca era sorprendentemente amplia, lo que se derivaba de su creencia de que un maestro de la Biblia nunca debería dejar de aprender. A pesar de su fuego y su tenacidad persistente, había pasado toda su vida formando un equipo de socios genuinos en lugar de yesman. Pocos predicadores vivos tenían más de qué jactarse que él. Me atrevo a decir que pocos estaban más aterrorizados ante semejante jactancia.
Luis vivía con un temor genuino de ser percibido como algo que no era. Era plenamente consciente de la tendencia a elevar a los predicadores a un estado sobrehumano. Varias veces antes de que comenzáramos, comenzó a retroceder en el proceso de redacción de memorias, preocupado de que fomentara la hagiografía. (Su fuego latino mostraba: “¡Lo último que el mundo necesita es un Palau más estúpido!”). Finalmente, lo persuadieron de seguir adelante con el trabajo debido a la sugerencia de que cada capítulo se centrara en alguna persona que había sido fundamental en su viaje: sus padres, mentores, esposa, hijos, compañeros de equipo y amigos.
Fue honesto acerca de la mezcla de fe y duda que lo asaltaba en su viaje a través del cáncer de pulmón terminal. Fue muy claro que si bien predicar a multitudes de decenas de miles no era un gran problema, sentía mariposas cada vez que compartía “las buenas nuevas” con alguien uno a uno. Estaba tierno y lloraba abiertamente mientras hablábamos de los recuerdos del pasado. En resumen, era humano, lleno de todas las pequeñas bellezas y defectos que todos llevamos en varias medidas, y nunca lo vi tratar de ocultar esa humanidad. Este ejemplo de fe pura y simple inspiró su trabajo y enseñanza, y se ha convertido en uno de sus grandes dones para mí.
Matt Redman, líder de alabanza y compositor
Nunca olvidaré el momento en que escuché a Luis Palau predicar el evangelio. Tenía 10 años y me habían llevado a “Mission to London” en el estadio de fútbol Queens Park Rangers. Decenas de miles de personas nos reunimos esa noche en la capital del Reino Unido para escuchar a este evangelista argentino transmitir el mensaje del evangelio. Habló del amor salvador de Cristo en la cruz y del perfecto corazón del Padre. Habiendo perdido a mi propio padre unos años antes, esa parte de la predicación fue particularmente significativa para mí, y me encontré rindiéndome a Jesús, un cristiano recién nacido.
Mi siguiente conexión con Luis fue quizás 15 años después. Para entonces yo era compositor de canciones y líder de adoración a tiempo completo, y me habían invitado a ministrar como parte de una misión en el norte de Inglaterra, de la cual también formaba parte la organización de Palau. Fue una noche maravillosa en la catedral de Manchester y me di cuenta de que Luis no había perdido nada de su fuego. Predicó las buenas nuevas de Jesucristo con tanta pasión como lo había hecho todos esos años antes en Londres. De hecho, esa pasión y ese fuego eran la marca del hombre. Luis siempre sonaba cautivado por el amor de Cristo y abrumado hasta la médula por la poderosa gracia del evangelio. Ya sea en una conversación individual, o predicando a Cristo en el piso de una fábrica, desde el púlpito de una iglesia o en el escenario de un estadio, Luis siempre invirtió su corazón y su alma en el momento.
Hace poco más de un año fue la última vez que escuché a Luis predicar. Esta vez su cuerpo estaba luchando contra el cáncer. Y sin embargo, brillaba ese mismo fervor por las buenas nuevas de Jesús. Habló del cielo y de todas las glorias que están reservadas para aquellos que eligen adorar a Cristo. Me alienta tanto que ahora esté experimentando esas glorias de las que habló ese día, y que se encuentra cara a cara con su amado Salvador.
Escuché que decía: “Nunca conozcas a tus héroes”, pero estoy muy contento de haberlo hecho.
TobyMac, artista de grabación de hip hop cristiano
He tenido el honor de llamar al Dr. Luis Palau “Papa Palau” desde hace muchos años, ya que estoy relacionado con él a través de la hermana de mi esposa Wendy y su esposo Andrew Palau. Lo llamé papá porque siempre me sentí así. Un alma de buen corazón con un profundo pozo de sabiduría y madurez espiritual. Lo ofreció gratuitamente, y consideré un privilegio pasar tiempo con él.
Papa Palau amaba la Biblia y sus principios, tanto como cualquier hombre que haya conocido. Y siempre era el mismo: el mismo hombre en su casa o de vacaciones que el hombre que estaba en la plataforma frente a millones. Esa prueba de carácter es la más dura de pasar, pero la vivió bien. Me ha inspirado a intentar vivir con ese tipo de coherencia.
Lo extrañaremos, su sonrisa, su gran personalidad entusiasta. ¡Y su deseo de que todos escuchen las buenas nuevas! Y lo extrañaré. Extrañaré saber que él está allí, y extrañaré el refuerzo sutil que ofrece de que estoy en el camino correcto.
Diane Comer, autora y cofundadora de Intentional Parents International
Tuve el privilegio de conocer a Luis Palau como más que el evangelista de fama mundial que ciertamente era. Lo conocí como un padre espiritual, un consejero sabio, un mentor ocasional, y más aún, como un hombre cuya vida me moldeó quién y cómo quería ser.
El Luis que conocí y ahora lamento era un hombre humilde. Un hombre que llevó su confianza en Dios a tales extremos que impregnaba todo su ser. Todo para Luis se trataba de un mundo que necesitaba a Jesús. Sí, fue un evangelista para cientos de miles, incluso millones, sin embargo, vio a esas multitudes como personas reales.
Lo sé, porque cuando tenía veintitantos años y Luis se enteró de que estaba perdiendo la audición, su compasión me sanó el dolor. ¿Cómo se acordó de mí, la esposa de su líder de adoración a veces? Sin embargo, durante años y décadas su preocupación nunca vaciló. Él oró por mí. A él le importaba.
Su impacto en mi vida, en la vida de toda nuestra familia, es inconmensurable. Luis nos mostró cómo era vivir todos los días completamente dedicados al llamado de Dios con absoluta y completa dedicación. Y quizás aún más importante, Luis nos mostró que la fidelidad durante toda la vida es, al final, la mejor manera posible de honrar el nombre de Jesús.
Rick McKinley, pastor principal de la comunidad Imago Dei en Portland
La primera vez que escuché a Luis, estaba hablando en una capilla en la Universidad de Multnomah en 1989. Yo era un cristiano muy nuevo, menos de un año en mi fe, con un gran deseo de ver a otros llegar a conocer al Jesús que estaba cambiando mi fe y mi vida. Sin embargo, estaba luchando. Tuve una conversión dramática y me consumió el drama de Jesús y su reino mientras leía el Nuevo Testamento. La lucha que estaba teniendo fue aclimatarme a la iglesia. Parecía que el encuentro dramático que tuve y sobre el que había leído fue... bueno, fue menos que dramático dentro de la iglesia.
Luis predicó apasionadamente (de Juan 14): “Sueña grandes sueños, reza grandes oraciones e intenta grandes cosas”. No solo lo predicó, sino que lo creyó con cada átomo vibrante de su cuerpo. Cuando Jesús dijo: “Harás cosas aún más grandes que estas porque yo voy al Padre”, la mayoría de nosotros lo superamos, pero Luis tomó la palabra de Jesús. Mientras estaba sentado allí, Luis reavivó el drama que había cautivado mi corazón cuando Jesús me salvó ese día. Dios usó a Luis para avivar la llama de la gran fe y los grandes sueños para nuestro gran Dios.
A lo largo de los años, he tenido el privilegio de trabajar con Luis y alentar a los pastores locales, no solo en Portland, sino también en otras ciudades. Uno de los testimonios más increíbles, en mi opinión, es que en todas las ciudades de América y del mundo, los pastores locales tienen una gran confianza, respeto y admiración por Luis Palau. Después de años de ministerio, su integridad al evangelio y su amor por Jesús han creado el favor espiritual de los pastores locales de todo el mundo de una manera que tal vez nunca volvamos a ver en nuestras vidas. Luis fue un estímulo para los pastores, apreciaba lo que hacían y honraba a la iglesia local. Luis no se trataba de Luis, se trataba de Cristo y otros.
Hace más de tres años, cuando a Luis le diagnosticaron cáncer por primera vez, muchos de nosotros oramos para que Dios lo sanara. Los médicos en ese momento habían estado hablando en términos de meses de vida, no de años. Nuestro Señor le dio a Luis tres años más para hacer lo que Jesús lo creó: compartir el mensaje del amor de nuestro Salvador. Pienso en las personas que han llegado a la fe escuchando a Luis predicar durante estos últimos años. Cómo Dios preservó su vida para que otros pudieran conocer al Señor. Luis no perdió mucho tiempo durante esos últimos años, y estuvo predicando con la frecuencia que su cuerpo le permitía y ministrando a los pastores locales. Ya no se trataba de hacer ministerio, la vida de Luis era un ministerio. Simplemente tenía que ser él mismo, y la gente fue bendecida.
Como pastor, cuando pienso en Luis Palau, estoy agradecido por cómo nos enseñó a muchos de nosotros lo que significa terminar bien. Hoy en día, la mayoría de los líderes ministeriales no terminan bien. Es una dura realidad con la que debemos lidiar. Para muchos de nosotros, el ministerio puede ser un ídolo, y cuando envejecemos y necesitamos entregar nuestro ministerio a otros, descubrimos que hemos perdido nuestra identidad. Muchos líderes toman algún otro ídolo y lo ponen en el lugar donde el ministerio se sentó una vez.
Podríamos empezar corriendo bien, pero nunca terminar la carrera que tenemos por delante. Pero Luis nunca se rindió. El ministerio no era un ídolo para él. Luis corrió hasta la cinta. La razón por la que creo que terminó bien es porque Jesús siempre fue el punto de todo para Luis. El ministerio era un medio para lograr un fin, llevar el evangelio al mundo. El ministerio nunca fue un fin en sí mismo. Luis terminó bien porque Jesús era su meta.
Agradecimiento a Iván Gutiérrez por el apoyo en la reserva biográfica de este artículo.
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