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Fue una de las figuras más importantes en el ascenso del protestantismo en Inglaterra. A pesar de ser un personaje con muchas contradicciones, fue usado por el Señor para establecer la verdad de la Palabra de Dios en su nación.

Enredado en la política
Thomas Cranmer nació el 2 de julio de 1489 en el poblado de Aslockton, Nottinghamshire, Inglaterra, siendo el segundo hijo de Thomas y Agnes Cranmer. Entre 1510 y 1511, Cranmer recibió una beca para el Jesus College, en Cambridge. Estuvo apartado de sus estudios por un breve periodo debido a un matrimonio secreto del que pronto enviudó. Después continuó en Cambridge para finalmente ingresar a la iglesia como clérigo.
A partir de 1520, Cranmer empezó a reunirse con un grupo de estudiosos que analizaban las ideas de Martín Lutero. Debido a su afinidad con la reforma, el grupo empezó a ser conocido como “La pequeña Alemania”. A este grupo pertenecían personajes como Robert Barnes (1495-1540), Thomas Bilney (1495-1831) y William Tyndale (1494-1536). Hasta ese momento, las acciones de Cranmer no iban más allá del mundo académico, pero algunos acontecimientos políticos lo pondrían en el centro de importantes sucesos históricos.

En 1527 Inglaterra empezaba a verse envuelta en la controversia relacionada con el deseo del rey Enrique VIII (1491-1547) de separarse de Catalina de Aragón (1485-1536). Para 1529, Cranmer ya estaba bien informado sobre el asunto. Sin embargo, para finales del año una plaga azotó al país y llegó hasta Cambridge, por lo que Cranmer decidió abandonar la ciudad e irse a la casa de su padre en Essex. Por pura coincidencia, el Rey estaba en las inmediaciones y algunos consejeros reales decidieron buscar a Cranmer para discutir el tema del divorcio.
Enrique convocó entonces a Cranmer para una entrevista y le comisionó la difícil tarea de argumentar sobre el asunto. Se dedicó entonces a buscar bases en las Escrituras, en los Padres de la iglesia y en los concilios eclesiásticos que pudieran amparar el divorcio. Cuando Cranmer terminó su tratado, se le pidió que lo presentara en Oxford y Cambridge. Gran parte de la argumentación giraba en torno al hecho de que Catalina era viuda de Enrique VII (1457-1509), hermano de Enrique VIII, así que el matrimonio se veía como antibíblico ya que no concordaba con algunos pasajes del libro de Levítico. Cranmer luego viajó a Roma para defender sus argumentos y, aunque fue bien recibido, sus postulados no produjeron ninguna decisión, probablemente por razones políticas y no argumentativas.


En 1532, Cranmer fue enviado a Alemania como embajador ante el emperador Carlos V (1550-1558), pero aprovechó para establecer contacto con los luteranos. Allí conocería a Andreas Osiander (1498-1552) y a la sobrina de éste con quien, a pesar de su celibato, se casó en 1532. Por ese tiempo sus posiciones doctrinales se hacían cada vez más cercanas a las de la Reforma. Ese mismo año, el arzobispo de Canterbury murió. El reemplazo del arzobispo generalmente era alguien cercano al rey, pero en este caso el tema del divorcio era central en esa elección. Después de varias movidas políticas, el Rey eligió arzobispo de Canterbury a Cranmer. Inmediatamente, Cranmer hizo lo que se esperaba que hiciera: declaró desierto el matrimonio del rey con Catalina de Aragón y aprobó el nuevo matrimonio con Ana Bolena (1501-1536).
Una Inglaterra protestante
Más adelante, la promiscuidad del rey y el compromiso adquirido por Cranmer, llevaron a éste a aceptar las dudosas evidencias sobre un supuesto adulterio de Ana Bolena. Cranmer continuaría ayudando al rey a librarse de varios matrimonios sucesivos. No existía ninguna duda de que Cranmer simplemente hacía lo que le pedían, aunque es improbable que sus opiniones privadas fueran contrarias a sus acciones públicas.
Sin embargo, Cranmer siguió trabajando en pro de una reforma, así que pronto promovió la publicación de la Biblia en el idioma inglés y emitió una promulgación que le daba la posibilidad a cada iglesia del territorio de tener una copia de las Sagradas Escrituras.
En 1547, con el ascenso al trono de Eduardo VI (1537-1553), el único hijo varón legítimo de Enrique, llegaría el momento de Cranmer de aplicar las reformas que tanto ansiaba. Pero él no era el único en Inglaterra que luchaba por una reforma de la iglesia. Varios intelectuales ingleses y extranjeros luchaban por la causa. También el tutor de Eduardo, Edward Seymour (1506-1552), así como su sucesor John Dudley (1504-1553), eran promotores de una iglesia nacional inglesa que fuera protestante.

En medio de los cambios, a Cranmer se le permitió asumir el papel principal. Reescribió las liturgias públicas, las homilías, las oraciones privadas y los artículos de fe. Muchas prácticas del catolicismo romano como el llevar velas en el día de la candelaria, colocar cenizas en miércoles de ceniza, llevar palmas en domingo de ramos y encender incienso, fueron abolidas. Las imágenes en las iglesias fueron retiradas, la comunión ahora incluía pan y vino, se abolió el celibato clerical y la liturgia sería ahora en inglés.
No obstante, quizá el aporte más importante de Cranmer a la iglesia en Inglaterra fueron los Cuarenta y dos artículos de 1553. En este documento se definieron las posiciones doctrinales de la Iglesia de Inglaterra: se rechazó la doctrina del purgatorio y de la transubstanciación, la veneración de los santos y las reliquias, se defendió la justificación por la fe, la salvación solo por Cristo y la supremacía de la Escritura.

Defensa de la fe protestante
Pero años después las circunstancias cambiarían en contra de Cranmer. El rey Eduardo VI moriría en 1553 y, tras un fugaz reinado de la protestante Lady Jane Grey (1537-1554), ascendería al trono la católica romana María I (1516-1558), la hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón. Pronto María ejecutó los cambios necesarios para convertir a Inglaterra nuevamente en una nación sometida a la iglesia romana. Enemigos jurados de Cranmer y del protestantismo serían puestos en la cancillería y en los diferentes obispados, mientras la reforma en Inglaterra era revertida rápidamente.
Inicialmente, Cranmer sería detenido por participar en una conspiración para evitar que María I subiera al trono. Sin embargo, todos sabían que la verdadera razón de su detención era que el divorcio de los padres de Maria había sido provocado por su consejo y también por su apoyo al movimiento protestante. En marzo de 1554 sería trasladado a una prisión, junto a Nicholas Ridley (1500-1555) y Hugh Latimer (1587-1555), dos importantes figuras de la reforma inglesa. En septiembre de 1555 se iniciaría el juicio contra Cranmer que concluyó en febrero de 1556, año en el que sería humillado públicamente, degradado de sus cargos eclesiales y entregado al estado para su ejecución.

Pero las autoridades querían que Cranmer se retractara públicamente de sus posiciones. Para esto, fue obligado a presenciar el martirio de Ridley y de Latimer y luego trasladado a una prisión más amigable para ser persuadido de firmar varias retractaciones, con el resultado final de un indulto. Cranmer cedería al final y firmó una retractación privada de sus opiniones reformadas. Sin embargo, la Corona esperaba también una retractación pública, con el objetivo de asestar un golpe contundente a la moral del protestantismo. Con todo, fuese cual fuese su decisión, la corona estaba dispuesta a ejecutar la sentencia de muerte sobre Cranmer.
Así, el 21 de marzo de 1556, Cranmer sería sacado de prisión para ser llevado a la hoguera, no sin antes requerir que se retractara públicamente antes de ser quemado. Pero la inminencia de la muerte hizo que Cranmer recobrara el valor, así que repudió los documentos de retractación que había firmado. De esta manera, Cranmer deshizo en un breve momento toda la propaganda que el Estado había difundido sobre su retractación y devolvió el valor a los reformadores sobrevivientes.

Después fue llevado a la hoguera. Mientras su cuerpo se quemaba, mantuvo firmemente la mano derecha con la que había firmado la retractación en las llamas hasta que la mano fue consumida. Como diría J. C. Ryle (1816-1900): “Había pecado en gran medida, sí, pero también en gran medida fue su arrepentimiento. Al igual que Pedro, cayó, pero como Pedro volvió a levantarse”.
La muerte de Cranmer causó una profunda impresión entre los ingleses, no solo en ese momento, sino en las décadas siguientes. Ese impacto se mantuvo en el tiempo, pues todos los eventos de la ejecución serían recogidos por John Foxe (1516-1587) en su obra Actes and Monuments de 1563, actualmente conocida como El libro de los mártires.

Legado controversial y profundo
Cranmer siempre ha sido un personaje difícil de juzgar históricamente, ya que su cercanía al poder lo hizo cómplice de muchas acciones que hoy juzgaríamos como inapropiadas. Sin embargo, debemos pensar en la forma en la que Cranmer veía al poder. Para él, la obediencia al rey y a las autoridades eran una cuestión de principios, como lo creía la mayoría de las personas de su tiempo.
Cranmer fue un intelectual que comprendió su papel a medida que avanzaba su vida. Su carrera espiritual, que comenzó en el catolicismo romano, tomó un camino protestante con el tiempo. Para él era más importante obedecer a lo que conocía por la razón que aquello que conocía por instinto. En consecuencia, se preocupó por establecer cambios que iba descubriendo como esenciales para afirmar la verdad en la iglesia y en la sociedad.

En cuanto a su pensamiento doctrinal, su estudio de teología descartó las áridas secuelas del escolasticismo medieval y se dirigió a las Escrituras y a los primeros Padres de la Iglesia. Su creencia en el derecho divino de los reyes para gobernar la iglesia y el estado y su teología bíblica, lo convirtieron en el anglicano característico de su época: el intelectual y en parte el padre fundador espiritual de la iglesia reformada en Inglaterra.
Si pensamos en Cranmer como un reformador, es probable que haya sido muy distinto a Martín Lutero (1483-1546) o Juan Calvino (1509-1564). No fue un gran escritor de teología. Tampoco pastoreó una gran iglesia. De hecho, empezó su carrera en la Reforma un poco tarde en su vida. Sin embargo, él ayudó a formar la Iglesia de Inglaterra, quizá mucho más que cualquier otra persona.
Thomas Cranmer murió por su fe a pesar de ser un personaje con muchas imperfecciones. Era tímido y le tenía mucho miedo a sufrir. No siempre defendió la verdad, y tenía pecados y faltas como cualquier otro hombre, pero Dios lo usó para extender las verdades de la Reforma en Inglaterra y le permitió morir como un mártir heroico por la fe.
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