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El sueño de cualquier generación de cristianos es el establecimiento de una sociedad gobernada por la Biblia, dirigida por hombres piadosos que detengan la corrupción y la tiranía, que promuevan los principios dados por Dios y la justicia bíblica.
Podríamos citar algunos gobiernos teocráticos del Antiguo Testamento, pero ¿existe algún ejemplo similar desde la época de Jesús hasta hoy? ¿Es posible o deseable intentar imponer una sola visión religiosa o moral sobre toda una sociedad a través del gobierno? ¿Podrían estar unidos el Estado y la Iglesia en cualquier sociedad?
Existen varios ejemplos históricos que podrían responder a estas preguntas, pero vale la pena destacar el experimento de la Commonwealth (en español, Mancomunidad). Para esto, debemos remitirnos a la Inglaterra de mediados del siglo XVII.
El parlamentarismo británico
En la década de 1640, el país estaba atravesando un período de intensos cambios políticos y religiosos. El enfrentamiento entre el Rey y el Parlamento se intensificaba a medida que las propuestas de reforma religiosa ganaban popularidad.
El parlamentarismo británico tiene sus raíces en las Witenagemots medievales, unas asambleas en las que la nobleza y el clero asesoraban al rey. Este sistema se desarrolló notablemente con la Carta Magna de 1215, que fue firmada por el rey Juan I de Inglaterra (o “Juan sin tierra”) y limitó el poder de la Corona, estableciendo que el rey estaba sujeto a la ley y, por lo tanto, tenía que consultar ante un consejo de nobles la imposición de ciertos impuestos.

En 1295, el sistema se formalizó y se hizo más representativo con el “Model Parliament” de Eduardo I, quien convocó a representantes del clero, la nobleza y los comunes (burgueses y caballeros). Este modelo sentó las bases para un organismo más inclusivo. Con el tiempo, la Cámara de los Comunes creció en importancia e influencia, ganó prominencia como el órgano representativo de la gente común y se afirmó contra la autoridad real.
No obstante, para el siglo XVII, se intensificó la tensión entre aquellos que querían darle más poder al Parlamento y los que querían mantener, e incluso aumentar, el poder del rey. Esto condujo de forma inevitable a la guerra civil inglesa, que tuvo lugar desde 1642 hasta 1651.

Carlos I creía en el derecho divino de los reyes y pretendía gobernar sin interferencias del Parlamento. Por su parte, muchos miembros del Parlamento buscaban limitar los poderes del monarca. Las tensiones se intensificaron y desembocaron en confrontaciones armadas que se dividieron en tres fases principales:
- Primera Guerra Civil: de 1642 hasta 1646
- Segunda Guerra Civil: de 1648 hasta 1649
- Tercera Guerra Civil: de 1650 hasta 1651
Durante la primera fase, los parlamentarios se impusieron gradualmente sobre los realistas. Se libraron varias batallas importantes, como la de Edgehill, la de Marston Moor y la de Naseby. En la confrontación, los parlamentarios contaban con el apoyo de los puritanos.
En 1646, Carlos I se rindió al ejército escocés, que lo entregó a los parlamentarios. La Segunda Guerra Civil estalló en 1648, cuando los monárquicos y los partidarios de Carlos I intentaron recuperar el poder. Sin embargo, los parlamentarios volvieron a salir victoriosos y, en 1649, Carlos I fue juzgado y ejecutado por alta traición. En la Tercera Guerra Civil, también conocida como la Conquista Cromwelliana de Irlanda, las fuerzas parlamentarias invadieron Irlanda y sometieron a los realistas irlandeses.

La fe y el gobierno de Oliver Cromwell
Oliver Cromwell fue una figura clave durante la Guerra Civil y el posterior gobierno de la Mancomunidad de Inglaterra. Además, era un devoto puritano. Estaba profundamente comprometido con sus creencias y se veía a sí mismo cumpliendo la voluntad de Dios en sus empresas políticas y militares. Creía en la soberanía de Dios y en la predestinación de los individuos, conceptos centrales de la teología reformada. Además, consideró la guerra civil inglesa como una lucha justa contra la tiranía del rey Carlos I, y tuvo el anhelo de establecer una nación piadosa basada en los principios puritanos.
[Puedes leer: 3 aspectos clave para conocer la forma en la que los puritanos veían el mundo (y su rol en él)]
Durante su gobierno posterior como Lord protector de la Mancomunidad de Inglaterra, Escocia e Irlanda, desde 1653, Cromwell aplicó políticas influenciadas por sus convicciones y las de aquellos puritanos que estuvieron cerca de él. Su objetivo era reformar la sociedad y promover un modo de vida más austero y moralmente recto.
Por ejemplo, trató de suprimir lo que percibía como inmoral: cerró teatros, restringió el juego, prescribió la observancia del domingo, y estableció muchas otras medidas morales. Pero si estas ideas promovían el cristianismo, ¿qué salió mal? ¿Por qué falló el proyecto de un estado puritano?

Los problemas del Estado puritano
El experimento fracasó por varias razones. Una de ellas fue la oposición y resistencia de porciones de la sociedad. Para la gente, el estricto moralismo y las restricciones impuestas, como el cierre de los teatros y la prohibición de ciertos deportes y festividades, resultaron molestos. Esta falta de apoyo popular, sumado a otros factores políticos y sociales, debilitó la estabilidad y legitimidad del régimen.
Además, había divisiones dentro del propio movimiento puritano. Cromwell tuvo que lidiar con las diferentes opiniones acerca de la aplicación de la Biblia en la sociedad y las políticas de sus partidarios, incluidos los desacuerdos sobre cuestiones como el gobierno de la Iglesia y la tolerancia religiosa. Estas divisiones debilitaron la unidad y coherencia del gobierno, el cual terminó disolviendo el Parlamento y basó su autoridad principalmente en la fuerza del ejército.
El Lord Protector, es decir, Cromwell, gobernó a través de un consejo designado, concentrando así el poder en sus manos. Eliminó los controles y los mecanismo de equilibrio, lo que despertó la preocupación sobre la preservación de las libertades civiles y el Estado de derecho.
Gran Bretaña atravesó varios problemas económicos, como la alta inflación, las interrupciones del comercio y la inestabilidad financiera. Esto puso a prueba los recursos del gobierno y dificultó el mantenimiento de una sociedad estable, así como la satisfacción del pueblo.
Tras la muerte de Cromwell en 1658, se produjo una crisis sucesoria, sin un plan claro para su sustitución. Esto provocó un desequilibrio político y luchas de poder, que finalmente allanaron el camino para la restauración de la monarquía. Finalmente, hubo un rechazo generalizado hacia los ideales puritanos, así como un deseo de un gobierno más moderado y menos intrusivo.
El fracaso del Estado puritano radicó, entonces, en el experimento religioso y político que representaba. Mucha gente, incluidas las élites, deseaba volver a formas más tradicionales de gobierno y religión. La Mancomunidad marcó un período de experimentación política quizás nunca antes vista.
Cuando dicho experimento se derrumbó, la monarquía se restauró con Carlos II. Entonces se dio un cambio radical en muchas de las reformas y políticas que se habían implementado en el gobierno anterior.

¿Qué pasó con el puritanismo?
Tras la guerra civil inglesa, el destino de los puritanos varió en función del contexto histórico y de los acontecimientos políticos posteriores. El Acta de Uniformidad de 1662 impuso la conformidad con la Iglesia anglicana, lo que provocó que muchos ministros puritanos fueran expulsados.
Posteriormente, los puritanos y otros grupos disidentes se enfrentaron a una creciente persecución y marginación. Los no conformistas se enfrentaron a restricciones como limitaciones al culto, exclusión de cargos públicos y privación de derechos civiles. Muchos otros emigraron a Norteamérica en busca de libertad religiosa y de establecer una sociedad piadosa. Allí establecieron colonias, en las cuales encontraron refugio y pudieron practicar su fe sin interferencias.
Así terminó el experimento o intento de establecer un estado puritano en Inglaterra. De esta manera, la historia nos enseña lo difícil que puede llegar a ser alinear las aspiraciones espirituales de un grupo comprometido con la fe con una sociedad plural, si lo que se quiere es establecer un estado gobernado bajo principios cristianos.
¿Cuál crees que es el equilibrio adecuado entre influir en la sociedad a través de principios bíblicos y respetar la diversidad de creencias en un entorno democrático moderno? ¿De qué manera la historia del puritanismo y su intento de establecer un “Estado puritano” podrían influir en la forma en la que concebimos la relación entre la política y la fe?
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