En la isla de Gran Bretaña, antes de que llegara la Reforma, los niveles de pobreza eran altos. Más de la mitad de todo el dinero de los escoceses iba a parar al Vaticano. Pero, con la aparición de las ideas reformistas, la sociedad escocesa tuvo una transformación sin precedentes, especialmente después de la consolidación que tuvo la Reforma en 1560 debido a la Confesión escocesa.
Como explica Israel Guerrero, MTh de la Universidad de Glasgow y del Seminario Teológico de Edimburgo, los cambios traídos por la Reforma se manifestaron de manera evidente en la educación. Ese dinero que antes se destinaba al clero romano se comenzó a invertir en la fundación de escuelas y pequeñas instituciones educativas para niños. El objetivo era proporcionarles buena instrucción; se les enseñaba a leer utilizando la Biblia como herramienta fundamental en este proceso. Además, muchos fondos también se designaron para el sustento de los profesores universitarios y los ministros religiosos.
Así pues, muchos dicen que no solo se estaba reformando el púlpito, sino que tuvo lugar una profunda reestructuración de la sociedad en su conjunto y un desarrollo en diversas áreas como la ciencia y el arte. La Reforma propició que la gente cambiara su interpretación del mundo; adoptaron una cosmovisión que situaba a Dios como el principio y fin último de todas las cosas. Esta nueva manera de entender la realidad marcó un antes y un después en la estructura social y cultural de Escocia.
Pero, ¿cómo llegó a consolidarse la Reforma en Escocia? ¿Cuáles fueron los personajes más influyentes?
Los inicios: desde los libros hasta el primer Mártir
A comienzos del siglo XVI, los documentos y escritos de los así llamados “protestantes” comenzaron a propagarse por todo el mundo. El constante tráfico marítimo entre Escocia y Europa permitió que la literatura luterana se introdujera de contrabando en el país. Las autoridades romanas se alarmaron por lo que consideraban como una herejía e intentaron reprimirla.
En 1525, apenas unos años después de que Martín Lutero clavara las 95 tesis en la puerta de la Iglesia de Todos los Santos en Wittenberg, el Parlamento escocés aprobó la siguiente ley:
Se ordena y establece que, por las tantas opiniones condenables y herejías que están propagándose en diversos países por el hereje Lutero y sus discípulos, y que este reino y sus súbditos han persistido en la santa fe desde que la recibieron por primera vez y que nunca han admitido opiniones contrarias a la fe cristiana, sino que siempre han estado libres de toda suciedad y vicio. Por tanto, a ninguna persona, extranjera, que llegue con sus naves dentro de cualquier parte de este reino se le permita traer con ellos ningún libro o trabajo del mencionado Lutero y sus discípulos.
Quien era descubierto con esa literatura, era llevado a prisión. De esa forma intentaban proteger la tradición católica romana de Escocia. Pero esos esfuerzos no fueron suficientes, pues algunos escoceses comenzaron a ser atraídos por la doctrina de Lutero.
Un noble escocés llamado Patrick Hamilton (1504–1528) tuvo contacto con las enseñanzas reformistas en 1520, cuando, a la tierna edad de 16, estudiaba en París. Años después, cuando volvió a Escocia, comenzó a enseñar su doctrina en la zona de St. Andrews, y su influencia comenzó a crecer. Esto produjo la ira del arzobispo James Beaton, quien lo acusó de herejía. Así, Hamilton se vio obligado a huir a la Universidad de Hamburgo.
Pero allí en donde estaba, en Alemania, fue el contexto perfecto para empaparse más de las ideas de Lutero. Eso lo llevó a regresar una vez más a Escocia en 1527, para dedicarse definitivamente a las enseñanzas de la Reforma. No pasó mucho tiempo antes de que fuera arrestado y condenado a la hoguera. Patrick Hamilton murió quemado en febrero de 1528, convirtiéndose en el primer mártir de Escocia.
La Reforma se hace visible: el Castillo de St. Andrews
Pero Patrick Hamilton no fue el único mártir quemado en St. Andrews. A finales de la década de 1530, George Wishart (1513–1546), un profesor de Nuevo Testamento y griego en Montrose, fue acusado de herejía. Aunque no hay muchos registros sobre la razón de la acusación, vale la pena notar que él estudió las Escrituras en el idioma original, lo que probablemente lo llevó a tener convicciones distintas a las de la Iglesia católica. Además, tradujo del latín al inglés la Primera confesión helvética de fe, en donde se vislumbraban algunas doctrinas de Juan Calvino.
En 1538 huyó a Cambridge, Inglaterra, en donde fue influenciado con las ideas de la Reforma y se encontró con personajes como Hugh Latimer. Después de pasar algunos años más en Inglaterra y en el continente europeo, decidió volver a Escocia en 1543 con la intención de promover las enseñanzas de Calvino y Ulrico Zuinglio. Al año siguiente comenzó a predicar de forma itinerante, viajó por muchas ciudades escocesas denunciando los errores del papado y los abusos de la Iglesia. Su influencia en toda Escocia fue notable.
Pero Wishart fue arrestado por sus enseñanzas y enjuiciado a manos del cardenal David Beaton en 1546. Fue colgado a la vista del público y su cuerpo fue llevado al Castillo de St. Andrews para ser quemado. Su muerte produjo una gran molestia entre los recién convertidos protestantes. Por una mezcla de intereses religiosos y políticos, un grupo de simpatizantes con las ideas reformistas, liderado por dieciséis nobles, entró al Castillo de St. Andrews en mayo de 1546 y asesinó al cardenal Beaton. De alguna manera, la condena de Wishart, que había ocurrido apenas unos meses antes, fue la gota que rebosó su copa.
Así, los soldados que sitiaron el Castillo de St. Andrews formaron la primera congregación protestante de Escocia. Ese lugar, que había sido un estandarte del catolicismo escocés y que estaba preparado para resistir ataques de artillería pesada, fue conquistado por los nacientes protestantes y se convirtió en un símbolo de la Reforma. Sin embargo, esos fieles necesitaban de un pastor, así que llamaron a uno de los más importantes discípulos de Wishart: John Knox (1514–1572), cuya importancia fue mucho más grande que la de los mártires que lo precedieron.
La consolidación del protestantismo: John Knox y el tratado de Berwick
El próspero tiempo en el Castillo de St. Andrews no duró mucho. Las tropas reales pusieron el lugar bajo asedio y luego de diecinueve meses cayó. Unos ocupantes fueron asesinados y otros, como fue el caso de John Knox, fueron enviados a las galeras como esclavos. Pero eso no terminó con el ministerio de este joven predicador, a pesar de que tuvieron que pasar otros diecinueve meses antes de que fuera liberado. Knox vivió los siguientes cinco años en Inglaterra y allí su reputación como predicador floreció rápidamente.
Pero cuando el joven rey protestante Eduardo VI (1537-1553) murió a la corta edad de 16, su hermana María I de Inglaterra (1516-1558), llamada también “María la sanguinaria”, ascendió al trono. Esto hizo que Knox se sintiera obligado a huir a Francia, pues María tenía un gran compromiso con el catolicismo y un rencor hacia los cambios religiosos hechos por su padre Enrique VIII.
[Puedes ver: JOHN KNOX: Teólogo, reformador y precursor de la iglesia PRESBITERIANA en Escocia]
Una vez allí, Knox se dirigió a Ginebra, donde conoció a Calvino. El reformador francés lo describió como un “hermano (...) trabajando enérgicamente por la fe”. Por su parte, Knox estaba tan impresionado con la ciudad, que la llamó “la escuela más perfecta de Cristo que haya existido en la tierra desde los días de los apóstoles”.
Mientras Knox seguía aprendiendo sobre la Reforma en Europa, los protestantes continuaron multiplicándose en toda Escocia, no solo en un sentido espiritual, sino militar. En medio de ese crecimiento surgió un grupo que se llamó “Los señores escoceses de la congregación”, el cual prometió hacer del protestantismo la fe oficial del país. Dicho grupo llamó a Knox en 1555 para que regresara a Escocia y continuara con el avance de la Reforma. Aunque aceptó, en menos de un año se vio obligado a regresar a Ginebra a causa de la persecución de la Iglesia católica.
Desde Ginebra, Knox escribió algunos de sus escritos más controversiales, especialmente su libro El primer toque de trompeta contra el monstruoso gobierno de las mujeres, en el que denunció a diferentes mujeres católicas que estaban gobernando, como María de Guisa (1515-1560) en Escocia, María I (1516-1558) en Inglaterra y Catalina de Médicis (1519-1589) en Francia. Esta obra le trajo problemas más adelante, cuando mujeres que sí estaban de acuerdo con el protestantismo subieron al poder, como Isabel I de Inglaterra (1533-1603) y María I de Escocia (1542-1587), con quienes siempre tuvo una relación difícil.
Pero Knox seguía teniendo su corazón en Escocia, así que regresó del continente europeo en 1559. Nuevamente desplegó sus formidables habilidades de predicación, lo cual hizo aumentar la militancia protestante. A los pocos días de su llegada, predicó un violento sermón en Perth contra la “idolatría” católica que generó disturbios: los altares fueron demolidos y las imágenes de las iglesias destrozadas.
Para 1560, los protestantes ya habían ocupado muchas ciudades en Escocia. Esto motivó a la reina Isabel I de Inglaterra a firmar un acuerdo con los nobles protestantes escoceses para expulsar las tropas francesas de Escocia, y así eliminar a los aliados del catolicismo. Este acuerdo se conoce como el Tratado de Berwick, el cual –según Knox– era un importante testimonio de los esfuerzos reformistas. Más tarde, él incluyó el texto del tratado en su Historia de la reforma de la religión en Escocia. En agosto de ese mismo año un grupo de ministros, encabezado por Knox, desarrolló la Confesión de fe escocesa, la cual rechazaba la jurisdicción papal y la misa.
Después de que la religión protestante se estableció como la oficial en Escocia, Knox se dedicó a predicar, principalmente en Edimburgo y en St. Andrews. Por orden del Parlamento, también hizo parte de la escritura de obras clave para la Reforma en Escocia, como El primer libro de disciplina y El libro de orden común, las cuales orientaron la fe protestante en Escocia hacia el calvinismo y el presbiterianismo. Además, tuvo un importante papel en promover que los recursos heredados de la Iglesia de Roma fueran utilizados en un sistema de educación universal, impactando así toda la sociedad escocesa.
Finalmente, John Knox murió en Edimburgo en 1572 y fue enterrado al lado de la Catedral de San Gil. Un hombre parado frente a su tumba abierta dijo: “Aquí yace un hombre que no halagó ni temió a ninguna carne”. Charles Spurgeon dijo también: “El evangelio de Knox es mi evangelio; lo que tronaba a través de Escocia, debe tronar nuevamente en Inglaterra”.
En definitiva, según Israel Guerrero, John Knox inspiró a miles de personas de la época y unió a la iglesia protestante. A partir de su aparición en la turbulenta escena escocesa, se plantaron iglesias en lugares donde antes los protestantes eran débiles, y la sociedad fue transformada en diferentes niveles. A través de su vida, la historia nos da un ejemplo de cómo las iglesias pueden crecer en medio de circunstancias muy desafiantes.
El siglo XVII: luchando contra la amenaza del papado
Después de la muerte de John Knox, las creencias calvinistas siguieron expandiéndose por toda Escocia a lo largo de las últimas décadas del siglo XVI. En comparación con el proceso de Reforma en otros países, la persecución que sufrieron los protestantes durante su consolidación fue relativamente pequeña. Durante estos años, entre los fieles de la Iglesia de Escocia, cuyo nombre en inglés era The Kirk, se mantuvo un miedo generalizado hacia la posibilidad de que el papado volviera.
El rey Jacobo VI de Escocia y I de Inglaterra e Irlanda (1566–1625) asumió la corona de los dos reinos en 1603. Para él, una iglesia unificada de Escocia e Inglaterra era el primer paso para crear un solo estado de unidad centralizada. Esa política también fue adoptada por su segundo hijo, Carlos I de Inglaterra y Escocia (1600–1649), cuando asumió la corona en 1625. Sin embargo, entre ellos había una diferencia muy importante: la doctrina.
Aunque Jacobo VI respaldaba a los obispos y odiaba a los puritanos, en general favoreció el calvinismo doctrinal. Sin embargo, las reformas de Carlos I tenían un carácter fundamentalmente católico, pues favorecían el papado, le daban al rey autoridad eclesiástica y establecían una forma de gobierno similar a la de la Iglesia católica romana. La mayor muestra de estas reformas se vio en el reemplazo del uso del Primer libro de disciplina de John Knox en las congregaciones de Escocia por el famoso Libro de oración común del obispo inglés William Laud, arzobispo de Canterbury.
En ese contexto ocurrió la famosa escena de la comerciante Jenny Geddes. El domingo 23 de julio de 1637, el libro de Laud se leyó en la Iglesia de San Gil, en donde John Knox había predicado décadas atrás. Geddes se levantó, agarró su taburete y lo arrojó directamente a la cabeza del ministro mientras leía el Libro de oración común, para luego gritar: “¡Que el diablo te cause un cólico en el estómago, falso ladrón! ¿Te atreves a decirme la misa al oído?”.
Azotados por las duras reformas de Carlos I, cientos de cristianos protestantes escoceses se juntaron en la vieja iglesia de Greyfriars en Edimburgo el 28 de febrero de 1638, en pleno invierno. En ese lugar, a solamente diez minutos de la Catedral de San Gil y del Castillo de Edimburgo, pastores reformados, nobles, personas pertenecientes al clero presbiteriano y, en general, aquellos que se oponían a las reformas de Carlos I, se reunieron y públicamente firmaron un pacto nacional en el cual declararon que se someterían a un rey que les permitiera adorar conforme a sus propios deseos o, de lo contrario, al Rey de reyes según lo dicen las Escrituras. A ellos se les llamó covenanters. Parte de este pacto decía:
…aborrecemos y detestamos toda religión y doctrina contrarias; pero en especial todo tipo de religión del papado en puntos generales y en puntos particulares, así como estos se hallan ahora condenados y refutados por la Palabra de Dios y por la iglesia de Escocia.
La evidente intención de Carlos I de imponer el orden anglicano en Escocia generó las Guerras de los Obispos, una serie de conflictos armados que tuvieron lugar en Escocia en 1639 y 1640. Estos enfrentamientos se produjeron debido a las tensiones entre los presbiterianos escoceses y el Gobierno inglés, que estaba intentando imponer el episcopado anglicano en Escocia. Ambas terminaron con la victoria de los escoceses.
[Puedes leer: El Pacto Nacional de 1638: el día en que Escocia se consolidó en la Fe Reformada]
La puntada final: la Confesión de fe de Westminster
La guerra con los escoceses generó graves tensiones en Inglaterra. Justo después de 1640, la relación entre el rey y el Parlamento estaba bastante fragmentada. Por ese tiempo, en contraposición a la opinión de Carlos I, los ingleses creían que la Iglesia de Inglaterra necesitaba reformas. Entonces, en contra de la voluntad del rey, se realizó la Asamblea de Westminster, la cual se hizo con el objetivo de crear una confesión que guiara los cambios que se le harían a la institución eclesiástica.
De esta asamblea surgió la famosa Confesión de Westminster, que constituyó la piedra angular para la fe y la práctica de la Iglesia de Escocia. Esta confesión de corte presbiteriano se convirtió en un elemento identitario fundamental. Con esta declaración que mostraba cómo vivir a la luz de la Palabra de Dios se consolidaron los esfuerzos de los predicadores del siglo anterior y se estableció plenamente la Reforma en el país.
Si bien no podemos profundizar aquí en las implicaciones de ese documento, sí vale la pena notar que la Asamblea recibió a varios delegados escoceses. Algunos de los más notables fueron Alexander Henderson (1583-1646), George Gillespie (1613-1648) y Samuel Rutherford (1600-1641). Su participación simboliza la victoria de los protestantes escoceses: Carlos I no impuso el episcopado anglicano en Escocia, sino que fueron los teólogos escoceses quienes llevaron su teología a la Iglesia de Inglaterra.
Un proceso orgánico
Entre los teólogos mencionados, vale la pena destacar a Samuel Rutherford, pues él representa el corazón de la teología escocesa. Tras enfrentar la dolorosa pérdida de sus hijas y su esposa, este pastor se vio obligado a exiliarse en Aberdeen, en el noreste de Escocia. En esa ciudad, que era el bastión del episcopalismo y arminianismo, siendo él un pastor reformado, comenzó a guiar a su congregación a través de cartas. Estas misivas no solo fueron una fuente de edificación para Spurgeon, también lo son para nosotros en la actualidad. Se trata de alguien que verdaderamente apreció la gloria y la belleza de la persona de Cristo y de Su obra, y logró transmitir este amor para avivar los corazones.
Como lo dice Israel Guerrero, Rutherford no solo destacaba la pecaminosidad del pecado, sino también la belleza de Cristo, pues Su gloria es lo que realmente transforma los corazones humanos. Este y otros teólogos profundamente devotos al Señor fueron utilizados por Dios como delegados en la Asamblea de Westminster, pues solo creyentes verdaderos pudieron hacer una formulación sincera de los grandes catecismos. Por ejemplo, en el Catecismo Menor se afirmó: “¿Cuál es el fin principal del hombre? Glorificar a Dios y gozar de Él para siempre”. Un anhelo así por la gloria de Dios solo pudo desarrollarse en el contexto del dolor; de hecho, una teología sólida a menudo surge precisamente en medio del sufrimiento.
Así, al hablar de la Reforma escocesa y la consolidación del protestantismo en ese país, a menudo se destaca la figura de Knox. Sin embargo, es crucial reconocer que todo cambio es un proceso colectivo y orgánico, no atribuible a una sola persona. Por ejemplo, aunque la tradición calvinista lleva el nombre de Juan Calvino, sería más acertado referirse a ella como la tradición reformada. De la misma manera, el desarrollo y la consolidación del gobierno reformado en Escocia trasciende las contribuciones individuales de Knox, y se extiende al trabajo fiel de muchos hombres, que en algunos casos terminaron convirtiéndose en mártires.
Referencias y bibliografía:
1528: La Reforma escocesa en 5 Minutos en la Historia de la Iglesia | Ligonier
El Tratado de Berwick | Wikipedia
1638: La Reforma escocesa, 3ra parte en 5 Minutos en la Historia de la Iglesia | Ligonier
Las guerras de los obispos | Wikipedia
Apoya a nuestra causa
Espero que este artículo te haya sido útil. Antes de que saltes a la próxima página, quería preguntarte si considerarías apoyar la misión de BITE.
Cada vez hay más voces alrededor de nosotros tratando de dirigir nuestros ojos a lo que el mundo considera valioso e importante. Por más de 10 años, en BITE hemos tratado de informar a nuestros lectores sobre la situación de la iglesia en el mundo, y sobre cómo ha lidiado con casos similares a través de la historia. Todo desde una cosmovisión bíblica. Espero que a través de los años hayas podido usar nuestros videos y artículos para tu propio crecimiento y en tu discipulado de otros.
Lo que tal vez no sabías es que BITE siempre ha sido sin fines de lucro y depende de lectores cómo tú. Si te gustaría seguir consultando los recursos de BITE en los años que vienen, ¿considerarías apoyarnos? ¿Cuánto gastas en un café o en un refresco? Con ese tipo de compromiso mensual, nos ayudarás a seguir sirviendo a ti, y a la iglesia del mundo hispanohablante. ¡Gracias por considerarlo!
En Cristo,
Giovanny Gómez Director de BITE |