El escolasticismo reformado fue un enfoque teológico desarrollado en los siglos XVI y XVII, que tomó elementos de la escolástica medieval para estructurar con lógica y precisión la teología reformada, articulando sus doctrinas de manera rigurosa. Sin embargo, en los estudios históricos sobre el protestantismo reformado y sus desarrollos subsecuentes, no se le prestó tanta atención, y quizá por eso se le conoce tan poco.
Tres expertos en teología reformada, Richard Muller, Willem Van Asselt y Eef Dekker, sostienen que hay dos razones principales para este desinterés:
En primer lugar, este interés limitado deriva de la presuposición de que la escolástica posterior a la Reforma no era mucho más que un complejo rígido e inflexible de dogmas que implicaba una regresión a patrones de pensamiento medievales anticuados. Se afirma que el kerigma [predicación apostólica que anuncia a Jesús como salvador] vital de los reformadores fue sustituido por la letra muerta de un sistema dogmático (...). Un segundo factor es el juicio predominantemente negativo con respecto al uso del propio método escolástico, apropiado de nuevo por estos teólogos ortodoxos en su explicación de la doctrina. Por ello, se afirma, la teología ortodoxa quedó atrapada en la peligrosa marea racionalista, desembocando ‘inevitablemente’ en el racionalismo de la Ilustración (...).
Además, lo poco que se sabe acerca de este método es caricaturizado o tomado de manera negativa. A menudo, el término “escolasticismo” se usa de manera peyorativa, pues se le asocia con lo “especulativo”, “rígido” o “muerto y seco”, e incluso como contrario al espíritu de los reformadores, como Juan Calvino. Esta visión ha llevado a la idea de una dicotomía entre la teología de la Reforma y la posterior. Incluso, Herman Bavinck consideraba que el escolasticismo reformado representaba una versión menos pura de la teología reformada.

Sin embargo, en años recientes el escolasticismo reformado ha sido revalorizado. Al respecto, Muller, Van Asselt y Dekker afirman: “estudiosos recientes han sacado a la luz una serie de errores teológicos e inexactitudes históricas en la evaluación estándar de la escolástica reformada del período de la ortodoxia posterior a la Reforma”. Por ejemplo, Karl Barth, el influyente y controvertido teólogo suizo, estaba convencido de que ningún teólogo podía ejercer su profesión satisfactoriamente sin cierto conocimiento de la escolástica reformada: “La hostilidad contra la escolástica es la marca del falso profeta. El verdadero profeta no rehuiría someter su mensaje también a esta prueba”.
Por eso, en este artículo abordaremos tres preguntas clave para comprender mejor esta metodología dentro de la ortodoxia reformada:

- ¿Qué es la ortodoxia reformada?
- ¿Qué es el escolasticismo reformado?
- ¿Qué beneficios tiene conocer el escolasticismo reformado?
1. ¿Qué es la ortodoxia reformada?
Antes de conocer lo que es el escolasticismo reformado, debemos tener claro qué es la ortodoxia reformada. En un sentido básico, el término “ortodoxia” hace referencia a la doctrina correcta. Esto implica un significado normativo estrechamente relacionado con la enseñanza bíblica de la Iglesia cristiana a través de los tiempos. Sin embargo, en el contexto protestante, este término se refiere básicamente a un “periodo de la historia del protestantismo posterior a la Reforma, relacionado con la evolución de los círculos luteranos y reformados. Este periodo se prolonga hasta los siglos XVII y XVIII”, como afirman Muller, Van Asselt y Dekker.
Con la muerte de teólogos reformados de segunda generación como Juan Calvino y Pedro Mártir Vermigli, nació la ortodoxia reformada, cuyo desarrollo se puede dividir en tres etapas que van de 1560 a 1790.

Ortodoxia temprana (aprox. 1560–1620):
En esta etapa se destacaron teólogos como Teodoro de Beza, Francisco Junius, Zacarías Ursino, Gaspar Olevianus, Jerónimo Zanchi, William Perkins, Amandus Polanus, Francisco Gomarus, William Ames, entre otros. También se llevó a cabo el primer sínodo internacional reformado: el Sínodo de Dort (1618-1619), en el que participaron líderes eclesiásticos y célebres teólogos de muchas partes de Europa. Los centros académicos más importantes en la difusión y el desarrollo tempranos de la teología escolástica reformada, hasta alrededor de 1620, fueron la Academia de Ginebra y la Universidad de Heidelberg.
Alta ortodoxia (aprox. 1620–1720):
De las tres etapas, esta representó una recuperación más madura del escolástico medieval para defender la fe reformada contra las amenazas externas e internas. Salieron a luz trabajos de teólogos como Gisbertus Voetius, Francis Turretin, John Owen, Stephen Charnock, Wilhelmus á Brakel, Peter van Mastricht, Herman Witsius, entre otros, quienes se enfrentaron a nuevos retos, como las enseñanzas racionalistas y antitrinitarias de los “socinianos” y los “remonstrantes” o arminianos. A estos últimos, muchos no los consideraban “reformados”, y sus enseñanzas se rechazaron precisamente en el Sínodo de Dort, calificándola como una peligrosa desviación de la ortodoxia y cercana al pelagianismo.
En esta época, teólogos ilustres, como Gisbertus Voetius, se opusieron a la metodología racional y la metafísica de René Descartes. Además, teólogos (divinos) se reunieron en Westminster para formular la conocida Confesión de Fe de Westminster y sus respectivos catecismos (1644-1646). Respecto a esta etapa, el teólogo neerlandés Dolf Te Velde aseguró que: “la teología escolástica reformada funcionó como una práctica académica bien establecida. Gracias a los esfuerzos de la generación precedente de teólogos, los escolásticos de finales del siglo XVII pudieron basarse en una tradición equilibrada y elaborada de pensamiento reformado”.
Tras la muerte de figuras destacadas como Turretin o el mismo Voetius, la teología reformada pasó gradualmente en el siglo XVIII a la fase de la ortodoxia tardía.

Ortodoxia tardía (aprox. 1700-1790):
Los reformados de esta época participaron en polémicas con los luteranos (sobre la Cena del Señor y la controversia cristológica de la comunicatio idiomatum), aunque su atención se centró cada vez más en enfrentar el catolicismo romano, el socinianismo, el arminianismo y el deísmo, que por ese entonces emergió como una amenaza significativa. Se destacaron teólogos como Johann Stapfer, Herman Venema, John Gill, entre otros.
Sin embargo, mientras la ilustración se desarrollaba, a la ortodoxia reformada poco a poco se le apagaba el brillo con el que una vez iluminó. Como dice Dolf Te Velde:
Durante el siglo XVIII, los teólogos reformados [aunque los historiadores de hoy no les asignarían el término “reformados”] se aliaron de diversas maneras con una serie de opiniones filosóficas contemporáneas, como el cartesianismo (Bernard Pictet), el pensamiento ‘leibniziano’, el ‘wolffianismo’ y otras ramas del pensamiento de la Ilustración. Al mismo tiempo, la teología ortodoxa que seguía los modelos del siglo XVII perdió protagonismo en las principales academias teológicas (...). El clima eclesiástico y teológico había cambiado a favor de versiones más “moderadas” e “ilustradas” de la fe reformada, y la filosofía “aristotélica” que había acompañado a la teología reformada escolástica durante casi dos siglos fue ampliamente abandonada.

Así concluyó una era en la que el pensamiento de la Reforma fue articulado y defendido, aunque, como dijimos, su luz palideció en los años tardíos.
2. ¿Qué es el escolasticismo reformado?
La escolástica es un método científico de investigación y enseñanza, y como tal, no tiene un contenido doctrinal o filosófico. El gran medievalista Lambert Marie de Rijk considera la “escolástica” como un término colectivo, no genérico, que designa un método particular de investigación científica. Este método, aplicado especialmente a la filosofía, economía y la teología, sigue un método particular, que a su vez se caracteriza por “un sistema constantemente recurrente de conceptos, distinciones, definiciones, análisis de proposiciones, técnicas argumentativas y métodos de disputa”.
Aunque De Rijk escribe sobre la escolástica medieval en general, su definición de la escolástica como método se aplica igualmente a la escolástica reformada, luterana e incluso, romanista. Además, dicha metodología se usó en otras ramas del saber, como la jurisprudencia, filosofía y medicina, y por ello no puede restringirse únicamente a la teología.

Cabe aclarar que hay una importante diferencia entre los términos “escolástica” y “ortodoxia reformada”. La última se refiere al contenido propio de la teología, mientras que la escolástica indica una forma de práctica científica para la enseñanza y defensa de la fe reformada, aunque, como dijimos, era usada tanto por reformados, como por luteranos y teólogos contrarreformistas (de la Iglesia de Roma).
Según los teólogos Van Asselt y Pieter Rouwendal, la diferencia entre el escolasticismo católico romano, luterano y reformado “no está en el método, sino en el contenido”, el cual se determinaba en los documentos reconocidos como confesionales dentro de cada una de estas corrientes. El escolasticismo reformado, por su parte, encuentra sus raíces en las principales confesiones y documentos de fe reformadas, como lo fue la Confesión Galicana (1559), la Confesión Belga (1561), el Catecismo de Heidelberg (1563), entre otros. Por esta razón, en el método escolástico pueden surgir tipos de teología divergentes y, en algunos casos, incluso mutuamente excluyentes.

Por ejemplo, hubo un intenso debate sobre la predestinación entre el escolástico reformado Franciscus Gomarus (sus seguidores serían llamados gomaristas) y el escolástico Jacobo Arminio (sus seguidores se conocerían como remonstrantes o arminianos). Ambos pertenecían a la tradición reformada que, como podemos ver, no constituía una estructura monolítica sino diversa. Según esto, el escolasticismo puede definirse como un método que proporcionó el amplio marco en el que se podían desarrollar las doctrinas. John Platt lo define como “un sistema de instrucción”, el cual nunca estuvo ausente en las academias y universidades donde se formaban los ministros y teólogos de la Reforma.
Escolástica reformada en la educación y su desarrollo teológico
La escolástica reformada empleaba técnicas argumentativas, distinciones y análisis de proposiciones, todo ello dentro de un marco determinado por la revelación de Dios en Su Palabra (principium cognoscendi). El texto principal de la teología escolástica protestante de los siglos XVI y XVII fue, sin duda, la Biblia. En su libro Locus de Verbo Dei Scripto (Tratado sobre la Palabra escrita de Dios), publicado en 1580, el teólogo reformado francés Antoine de La Roche de Chandieu (1534-1591) sostenía que ni la razón ni la Iglesia, sino solo la Biblia, podía servir como principium theologiae (principio fundamental de la teología) .
De Chandieu distinguía entre un enfoque escolástico y uno retórico de un tema teológico; consideraba ambos enfoques igualmente legítimos, aunque prefería el uso de silogismos por su precisión y su economía, es decir, se podía decir lo mismo con el mínimo de palabras. Comparó el tratamiento retórico de un tema con una mano abierta, y el enfoque escolástico con un puño. Este análisis es una prueba de la temprana presencia en la teología reformada del enfoque escolástico junto al retórico. Al respecto, Muller, Van Asselt y Dekker declaran: “El enfoque retórico se encuentra principalmente en escritos homiléticos y teológico-populares, y el enfoque escolástico en un contexto académico y polémico”.
Los escolásticos reformados eran teólogos académicos, es decir, aquellos que enseñaban teología basándose en las Escrituras dentro del aula y que escribían teología reformada usando dicho método. Por lo tanto, el escolasticismo se “refiere a las formas académicas que son sintácticamente breves, claras y lógicas, a diferencia de las formas de discurso menos adecuadas para el aula, como la oratoria, que tendería a ser sintácticamente compleja, adornada y retóricamente persuasiva”, según Muller.

Tenemos el ejemplo de la Academia de Ginebra, creada para formar eruditos “escolásticos” en la clasificación de las proposiciones, las formas de argumentación, la lógica y los métodos de disputa. Antonius Faius entendía la práctica de la disputa escolástica en la academia ginebrina como un enfoque o método académico, no como la imposición de una filosofía o teología particular.
Podríamos decir que los pioneros de la escolástica reformada fueron dos antiguos monjes agustinos: Pedro Mártir Vermigli (1500-1562) y Jerome Zanchi (1516-1590). Estos eruditos pusieron al servicio de la Reforma su conocimiento bien definido de la teología medieval y sus métodos, por lo cual se desarrolló “un sistema teológico que destacaba por la precisión de sus formulaciones”, afirma Van Asselt. El hecho de que los reformados adoptaran el método escolástico en la práctica académica nos habla de su continuidad con los modelos típicos de la época y con la labor que sus antecesores comenzaron. Es decir, en los escolásticos reformados no hubo ruptura con los reformadores magisteriales.

Sin embargo, tampoco se trató de una mera repetición —continuidad no es lo mismo que reproducción estática—, pues a medida que avanzaron los debates, polémicas y nuevos desafíos, los escolásticos reformados progresaron y detallaron la teología reformada “en aras de satisfacer las demandas de la época, al tiempo que se salvaguarda la continuidad con el pasado. La tradición de la teología reformada fue un proceso muy dinámico. Los teólogos reformados persistieron en la exégesis, la predicación y la redacción de catecismos”, dice Van Asselt. Por su parte, así lo expresa Muller:
Donde los reformadores pintaban con un pincel amplio, sus sucesores ortodoxos y escolásticos se esforzaron por completar los detalles de esa imagen. Mientras que los reformadores tenían la intención de distanciarse a sí mismos y a su teología de los elementos problemáticos en el pensamiento medieval y, al mismo tiempo, seguir siendo católicos en el sentido más amplio de ese término, los ortodoxos protestantes tenían la intención de establecer sistemáticamente el carácter normativo y católico del protestantismo institucionalizado, a veces a través del uso explícito de esos elementos en la teología patrística y medieval que no estaban en desacuerdo con las enseñanzas de la Reforma.
¿En qué consistía el método propiamente dicho?
No se puede decir que hay una descripción totalmente abarcadora del escolasticismo reformado, ya que en el período de la ortodoxia reformada nos encontramos con un “eclecticismo metodológico”, y por ello resulta muy difícil ofrecer una descripción única del método usado por los teólogos de esta época. Sin embargo, Muller sostiene que el núcleo del método escolástico, en todas las épocas, consiste en la llamada técnica de la quaestio —aunque no es la única—, en la que se pueden discernir cuatro aspectos:
- La presentación de una tesis o quaestio, es decir, una cuestión temática.
- La indicación de los temas que se van a tratar en esa quaestio; el llamado “status quaestionis”.
- El tratamiento de una serie de argumentos u objeciones contra las posiciones adoptadas, denominadas “objectiones”.
- La formulación de una respuesta (responsio), en la que se tienen en cuenta todas las fuentes de información disponibles y se respetan todas las reglas del discurso racional, seguida de una respuesta a las objeciones lo más completa posible.
Tenemos como ejemplo de esto a Turretin, tratando todos los tópicos de su Institución de la Teología Eléntica en forma de quaestiones (cuestiones). Allí, después de haber discutido la naturaleza y el uso de la teología, hace la siguiente quaestio (cuestión): “¿La teología es teórica o práctica?” De inmediato, da un repaso de dónde se origina esta pregunta, ya que algunos teólogos habían visto a la teología como especulativa —en el sentido de contemplativa— (como Enrique de Gante, Pedro Lombardo y Juan de Rada, entre otros); otros como una disciplina práctica (Duns Escoto y sus seguidores, por ejemplo).

Algunos otros decían que la teología no era ni práctica ni especulativa, sino afectiva, ya que su fin es el amor (postura sostenida por teólogos como Buenaventura, Alberto Magno y Egidio Romanos). Finalmente, otros sostuvieron que es mixta (es decir, especulativa y práctica al mismo tiempo), pero más especulativa (como los tomistas) o más práctica (como Tomás de Argentina). El hecho es que después indica que los oponentes del ala reformada, como los socinianos y los remonstrantes, veían la teología como estrictamente práctica. Aunque reconoce que, entre los ortodoxos [reformados], algunos sostienen que es más práctica que especulativa y otros que es más especulativa que práctica.
Entonces Turretin afirma: “Consideramos que la teología no es ni simplemente teórica ni simplemente práctica, sino en parte teórica, en parte práctica, como aquello que al mismo tiempo conecta la teoría de lo verdadero con la práctica de lo bueno. Sin embargo, es más práctica que teórica”. Acto seguido, pasa a definir cada perspectiva, tanto la teórica como la práctica, y concluye definiendo la teología como teórica-práctica. Por último, da argumentos bíblicos para defender su postura: a saber, que la teología es más práctica que especulativa.
Otro ejemplo es el del teólogo destacado y profesor influyente de la Universidad de Heidelberg, Zacarías Ursino, quien usó este método de la quaestio como procedimiento en su instrucción teológica y eligió el Catecismo de Heidelberg como fundamento de su exposición teológica.

3. ¿Qué beneficios tiene conocer el escolasticismo reformado?
Uno de los beneficios de estudiar a los escolásticos reformados es que nos brindan categorías fundamentales para la enseñanza de la teología. Francisco Junius es un ejemplo de esto. Juan Calvino y otros reformados distinguieron entre el Creador y la criatura, pero Junius nos dio una forma de aplicar eso al método teológico. Según él, en esta vida hacemos la “teología de peregrinos”. ¿A qué se refería con esto?
Junius distinguió dos forma de teología: la arquetípica (theologia archetypa) y la ectípica (theologia ectypa). La teología arquetípica es aquel conocimiento esencial que Dios tiene de sí mismo; tal y como Dios se conoce. También se le llama “teología original”, porque “es la matriz de todas las formas de teología”. La teología ectípica, en cambio, es el conocimiento que Dios decide comunicar a la humanidad de cómo se ha revelado a nosotros; podríamos decir que es Dios acomodando el conocimiento respecto a Él a nuestra capacidad limitada. También se le conoce como “teología derivada” o “de revelación”.
Así que, cuando Junius habló de la “teología de peregrinos”, quiso decir que no conocemos todo sobre Dios, que no somos los creadores de la teología, sino los destinatarios y que, por lo tanto, reconocemos que hay un límite en nuestra investigación sobre la esencia de Dios. Pero también significa que, aunque somos cristianos que conocemos a Dios por Su revelación, aún “vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido” (1 Co 13:12, RVR60). Somos viajeros que están en camino hacia la patria celestial, en donde todo será más claro. Junius fue el primer teólogo protestante en usar esta distinción, aunque en continuidad con las ideas de la teología medieval y de los primeros reformadores.

Por su parte, los reformados posteriores e incluso los luteranos siguieron usando esta distinción. Por ejemplo, Gomarus dijo:
Cuando [la teología] se considera en Dios, en la medida en que es conocimiento mediante el cual se conoce a Sí mismo y a todas las cosas divinas de un modo divino, es arquetípica y original; y por eso este conocimiento, al igual que la esencia misma de Dios, es común al Hijo con el Padre y el Espíritu Santo (...) Jn 7:29, 10:15. Sin embargo, si se considera la teología en cuanto conocimiento comunicado por Dios a las criaturas dotadas de razón, ya sea en este mundo o en el otro, es ectípica y derivada.
Al proporcionarnos estas categorías y explicaciones, los escolásticos reformados nos ayudan a exponer con mayor precisión y claridad lo que creemos, tanto ante nuestros estudiantes de seminario como ante la iglesia. Muchos escolásticos reformados, como Petrus van Mastricht (1630-1706), escribieron sus sistemas de teología para enseñar a los hombres a predicar mejor. Incluso Tomás de Aquino, el teólogo escolástico por excelencia de la Edad Media, escribió su Suma teológica para equipar a los predicadores dominicos. Como lo dice Scott Clark: “Su trabajo [de los escolásticos reformados] nunca tuvo la intención de permanecer en la academia. Hicieron lo que solían hacer en el curso de preparar a los hombres para el ministerio pastoral o en la conducción del ministerio”.
¿Ya conocías a algún escolástico reformado? ¿De qué manera su disciplina académica y su entrega en la defensa de la fe te desafían a lidiar con los retos contemporáneos?
Referencias y bibliografía
Reformation and Scholasticism: An Ecumenical Enterprise (2001) de Richard A. Muller, Willem J. van Asselt y Eef Dekker, eds. Baker Academic, p. 11, 13, 23, 26, 53.
Gereformeerde Dogmatiek de Herman Bavinck. Vol. 1, pp. 60, 154, y 4 del prefacio de la edición de 1895.
Reformation Thought: An Introduction (1993) de Alister McGrath. Segunda edición. Grand Rapids, Baker, p. 129–130.
Kirchliche Dogmatik de Karl Barth. Vol. 1, p. 296.
Reformed Theology and Scholasticism de Dolf Te Velde, en Cambridge Companion to Reformed Theology (2016), editado por Paul T. Nimmo y David A. S. Ferguson. Cambridge University Press, p. 219, 222.
Post-Reformation Reformed Dogmatics: The Rise and Development of Reformed Orthodoxy, ca. 1520 to ca. 1725 (1993) de Richard A. Muller. Vol. 1, p. 31-32, 37.
Reentering Sites of Truth: Teaching Reformed Scholasticism in the Contemporary Classroom de Martijn Bac y Theo Pleizier, en Scholasticism Reformed (2010), editado por Maarten Wisse, Marcel Sarot y Willemien Otten. Brill, p. 32.
La Philosophie au Moyen Âge (1985) de L. M. de Rijk. Leiden, E. J. Brill, p. 20–21.
Introduction to Scholastic Theology (2010) de Ulrich G. Leinsle, traducido por Michael J. Miller. The Catholic University of America Press, p. 5.
Introducción al Escolasticismo Reformado: Una guía esencial para la Teología Reformada de Willem J. van Asselt & Pieter L. Rouwendal. Willem J. van Asselt. Teología para Vivir, p. 11, 125-145, 159.
God, Creation, and Providence in the Thought of Jacob Arminius: Sources and Directions of Scholastic Protestantism in the Era of Early Orthodoxy (1991) de Richard A. Muller. Grand Rapids, Baker Book House, p. 31.
Reformed Thought and Scholasticism (1982) de John Platt. Leiden, E. J. Brill, p. 240.
Antoine De Chandieu’s Call for a Scholastic Reformed Theology (1580) (1994) de Donald Sinnema, en Later Calvinism: International Perspectives, editado por W. Fred Graham. Sixteenth Century Essays & Studies, vol. 22. Kirksville, Miss., p. 159–190.
Reformation and Scholasticism: An Ecumenical Enterprise de Willem J. van Asselt y Eef Dekker. Baker Academic, p. 33.
Scholasticism and Orthodoxy in the Reformed Tradition: An Attempt at Definition (1995) de Richard A. Muller. Inaugural Address, Calvin Seminary Chapel. Grand Rapids, p. 4–5.
Instrucción en Teología Eléntica (2024) de Francis Turretín. Tomo I y II. Dort Publicaciones.
An Introduction to the Heidelberg Catechism: Texts and Studies in Reformation and Post-Reformation Thought (2005) de Lyle D. Bierma. Baker Academic.
De vera theologia (1594) de Francisco Junius. Cap. VII.
Disputationes (1625) de Francisco Gomarus. Vol. 1, Synopsis purioris theologiae.
The Best Method of Preaching: The Use of Theoretical-Practical Theology (2013) de Peter van Mastricht, traducido por Todd Rester. Grand Rapids, Reformation Heritage Books, p. 17–18.
The Cambridge Companion to the Summa Theologiae (2016) editado por Philip McCosker y Denys Turner. Cambridge Companions to Religion. Cambridge, Cambridge University Press, p. 3-18.
Why You Should Change Your Mind About Reformed Scholasticism de R. Scott Clark | Credo Magazine
Apoya a nuestra causa
Espero que este artículo te haya sido útil. Antes de que saltes a la próxima página, quería preguntarte si considerarías apoyar la misión de BITE.
Cada vez hay más voces alrededor de nosotros tratando de dirigir nuestros ojos a lo que el mundo considera valioso e importante. Por más de 10 años, en BITE hemos tratado de informar a nuestros lectores sobre la situación de la iglesia en el mundo, y sobre cómo ha lidiado con casos similares a través de la historia. Todo desde una cosmovisión bíblica. Espero que a través de los años hayas podido usar nuestros videos y artículos para tu propio crecimiento y en tu discipulado de otros.
Lo que tal vez no sabías es que BITE siempre ha sido sin fines de lucro y depende de lectores cómo tú. Si te gustaría seguir consultando los recursos de BITE en los años que vienen, ¿considerarías apoyarnos? ¿Cuánto gastas en un café o en un refresco? Con ese tipo de compromiso mensual, nos ayudarás a seguir sirviendo a ti, y a la iglesia del mundo hispanohablante. ¡Gracias por considerarlo!
En Cristo,
![]() |
Giovanny Gómez Director de BITE |