Las iglesias evangélicas estadounidenses se han caracterizado durante largo tiempo por su énfasis en la predicación expositiva de la Palabra de Dios. Más allá de la celebración sacramental de la Cena del Señor, la predicación ocupa un lugar central en la vida de la iglesia y es hoy considerada como el núcleo fundamental de la liturgia evangélica. Esta perspectiva tuvo su origen en la Reforma protestante del siglo XVI, la cual dio prioridad a la Biblia, su comprensión y su aplicación en la vida cotidiana, como guía fundamental para los cristianos. Entre los reformadores, esta concepción surgió como una respuesta al paradigma eclesial medieval que hacía énfasis en la ritualidad y la vida sacramental.
Por estas razones, hoy es imposible pensar en los servicios y celebraciones evangélicas sin la predicación de la Palabra de Dios. Aún más, el celo misionero y catequético de muchos pastores lleva a que frecuentemente los sermones sean extensos y se caractericen por predicaciones detalladas de los textos bíblicos de referencia en cada celebración.
El argumento que exponen muchos pastores para dar sermones largos es la necesidad de que los fieles se lleven una idea clara del mensaje que están escuchando en el texto bíblico y que encuentren en sus palabras una oportunidad para una conversión profunda y una mayor coherencia en las acciones de sus propias vidas con la acción santificadora propuesta por el evangelio.
Uno de los más famosos sermones en Estados Unidos, “Pecadores en las manos de un Dios airado”, probablemente le tomó a Jonathan Edwards cerca de una hora de predicación en 1741. Hoy, sin embargo, la mayoría de pastores protestantes blancos no osarían que la gente los escuchara por tanto tiempo.
¿Cuánto duran los sermones en las iglesias estadounidenses?
En un estudio del Pew Research Center del 2019 de cerca de 50.000 sermones publicados en línea por 6431 iglesias, se pudo corroborar qué tan largos eran los sermones del clero cristiano así como las palabras que ellos usan para distinguirse de otras confesiones cristianas.
Pew analizó audios, vídeos y los recuentos de palabras de los sermones para estimar la duración en las diferentes denominaciones. El promedio para la duración de un sermón, según los descubrimientos de los investigadores, es de 37 minutos, pero hay “diferencias significativas” entre las distintas denominaciones:
- 14 minutos para los católicos.
- 25 minutos para los protestantes tradicionales.
- 39 minutos para los evangélicos.
- 54 minutos para las iglesias protestantes históricas de las comunidades afroamericanas.
Presiones hacia los pastores para que recorten sus sermones
Varios pastores enfrentan presiones para continuar recortando la duración de sus sermones para adaptarse a los tiempos mínimos de atención de las personas, dijo el reverendo Tim Keller, un pastor evangélico de larga data en la Iglesia Presbiteriana El Redentor en la ciudad de Nueva York.
“No creo que la mayoría de los pastores evangélicos sean suficientemente buenos para dar sermones de 39 minutos”, dijo Keller. “Es por esto que los sermones deben ser recortados”.
Keller dijo que cuando él comenzó a predicar hace 40 años, la asistencia regular a la iglesia significaba que alguien podría asistir generalmente tres de los cuatro domingos a las predicaciones. Este número ha caído; ahora, un feligrés regular asiste a la iglesia quizás 1.75 días de los cuatro domingos del mes. Él se pregunta si esto se debe a que muchas personas están escuchando sermones vía podcasts o servicios de streaming en línea como una forma de compensar su inasistencia presencial a la iglesia.
“Si yo predico un buen sermón, si tú estás en medio de otras personas, tú vas a recordar y vas a ser mucho más moldeado por eso que si tú seleccionas un sermón en un podcast o en otra parte”, dijo Keller. “Si esto es simplemente complementario, entonces está totalmente bien. Si, por otra parte, mina el tiempo que tú estás en una comunidad cristiana, entonces esto es desastroso”.
La perspectiva de uno de los pastores más reconocidos de la Iglesia Episcopal Americana
En un sermón que se ha escuchado alrededor del mundo en el 2018, el reverendo Michael Curry, quien es el obispo presidente de la Iglesia Episcopal, entregó un mensaje en la boda real del príncipe Harry y Meghan Markle en tan solo 13 minutos. En ese mensaje, él dijo, él se enfocó en el amor porque este era un tema universal.
“Yo estaba muy consciente en el sermón que estaba predicando que no podía dejar a un lado el vocabulario cristiano”, dijo Curry. Él dijo que había aprendido a predicar a un amplio número de personas cuando él era ministro en el sur de Ohio, predicando a personas que hacían trabajos domésticos al mismo tiempo que a personas que tenían un doctorado.
Curry dice que él prepara sus sermones a lo largo de la semana tomando notas en su iPhone, usualmente contando una historia con un solo mensaje en lugar de varias.
“Un error es explicar una historia demasiado”, dice Curry. “Si tú comienzas a explicar una historia, tú comienzas a dañar todo. Tu trabajo es dibujar una imagen, contar solo una historia”.
Históricamente, las iglesias protestantes afroamericanas han permanecido como parte integral de la vida de muchos afroamericanos, pero más pastores de estas congregaciones están recortando el tiempo de sus servicios con el fin de adaptarse a los tiempos de atención de las personas, dijo Suzan Johnson Cook, quien has servido como pastora durante los últimos treinta años.
“Un día a la semana durante una hora, no sólo predicamos la Escritura, sino que también hablamos de historia en nuestras iglesias”, dijo Cook, quien fue embajadora para la Libertad Religiosa Internacional en la administración de Barack Obama. “Tú tienes mucho de lo que hablar, incluyendo los temas sociales”.
Las perspectivas de los feligreses sobre la duración de los sermones
Sin embargo, mientras que muchos pastores creen que sus sermones son demasiado largos, esta perspectiva no parece ser la misma entre los fieles que asisten a las iglesias, al menos este no es el caso entre los creyentes evangélicos.
En un tiempo en el que los pastores están particularmente bajo presión, hay buenas noticias desde las bancas: los feligreses evangélicos están bastante felices con la forma en que las cosas se manejan en sus iglesias.
La mayoría de los asistentes a las iglesias no creen que los sermones sean demasiado largos. De hecho, a la mayoría de ellos les gusta ver una enseñanza en mayor profundidad de parte de sus líderes. Los fieles no se molestan con los muchos mensajes que reciben en sus iglesias. De la misma manera, los feligreses no piensan que los temas sociales y políticos estén desempeñando un rol desproporcionado en la enseñanza que reciben en sus congregaciones.
Esto es lo que se desprende de un nuevo estudio a los feligreses estadounidenses, El Congregational Scorecard, conducido por Grey Matter Research y por la firma de consultoría Infinity Concepts.
De acuerdo a este estudio, alrededor de tres cuartos de los feligreses están satisfechos con el enfoque de sus congregaciones en varias áreas de la vida de la iglesia y no quieren que las cosas cambien.
Entre los descubrimientos se destaca que:
- 85 por ciento de los creyentes están satisfechos con la duración de los sermones así como con la duración del servicio completo en sus iglesias.
- 88 por ciento están contentos por la forma y la frecuencia en que en sus iglesias solicitan ofrendas y donaciones.
- Al 74 por ciento les gusta el estilo del servicio religioso de sus iglesias, mientras que el restante 26% está dividido entre preferir algo más tradicional o preferir algo más moderno.
“En general, las iglesias están haciendo un muy buen trabajo al darle a los evangélicos lo que ellos quieren experimentar”, concluyen los investigadores. El estudio se enfocó en los evangélicos por creencia que asisten a los servicios de adoración al menos de forma ocasional.
Aquellos que no piensan que los sermones tienen la duración correcta son más propensos a decir que ellos preferirían sermones más largos que aquellos que afirman que quieren sermones más cortos.
Los creyentes permanecen atentos y comprometidos con las predicaciones de sus iglesias
Como se destacó inicialmente, en un estudio del Pew Research Center se encontró que en promedio los sermones en las iglesias evangélicas duran 39 minutos, mientras que los sermones en las iglesias afroamericanas duran alrededor de 54 minutos. No hay una respuesta única a la duración ideal de los sermones, pero Mark Dever le dijo al centro de recursos evangélicos 9Marks el año pasado que “un sermón debería ser tan largo como la capacidad el predicador para exponer bien sus sermones y la capacidad de su congregación para escuchar”.
Grey Matter reportó que pocos feligreses jóvenes se aburren con las prédicas que reciben en sus iglesias; solo el 10 por ciento de aquellos con una edad menor a los 40 años quieren sermones más cortos. De aquellos que tienen más de 70 años, solo al 11 por ciento le gustaría que las prédicas de sus pastores fueran más cortas.
Y los evangélicos más jóvenes son aquellos con más probabilidades de querer sermones con mayor profundidad en sus iglesias. Los evangélicos menores de 40 años tienen el doble de probabilidades que sus mayores (del 39% al 20%) de querer una mayor profundidad en los sermones que reciben desde los púlpitos.
“Virtualmente ningún creyente evangélico desea que su iglesia aligere o reduzca la profundidad de las predicaciones. De hecho a tres de cada diez les gustaría recibir una predicación más exhaustiva”, de acuerdo al reporte publicado por Grey Matter. “De manera que quizás es el momento para que algunos líderes hagan un poco más en términos de la profundidad de la enseñanza que ellos están proveyendo a sus congregaciones”.
Incluso después de un año, cuando algunos congregantes criticaron las respuestas de sus iglesias y algunas congregaciones vieron una profundización de las divisiones sobre la forma en que los líderes se comprometían en temas políticos y sociales, la mayoría de los feligreses han afirmado que ellos todavía quieren que sus iglesia marquen sus posiciones en estas áreas.
Dos tercios afirman que sus iglesias se han comprometido de forma suficiente y justa en materia política. Aquellos que no estaban satisfechos con esto, eran dos veces más propensos a decir que ellos quieren un menor compromiso político por parte de sus iglesias (un 22%) respecto a aquellos que desearían un mayor compromisos de estas (11%).
Para las personas que no asisten de forma regular a la iglesia (solo una vez al mes o menos), los mensajes políticos de sus iglesias eran el tema principal que ellos querían cambiar en sus congregaciones; 35 por ciento de los congregantes afirman que ellos quieren menos compromisos y mensajes políticos en sus iglesias.
Los evangélicos son dos veces más propensos a decir que ellos quieren un mayor compromiso social en sus iglesias (19% quieren más compromiso versus un 9% que quieren menos compromiso social de sus congregaciones); el 72% de ellos manifestó que estaban satisfechos con la forma en que la iglesia abordaba dichos temas. Los evangélicos más jóvenes (el 25%) y los evangélicos afroamericanos (34%) son particularmente más propensos a afirmar que ellos quieren que en sus iglesias haya un mayor compromiso en temas sociales.
¿Cuán largos deberían ser los sermones?
La discusión sobre la duración de los sermones en las comunidades cristianas, teniendo en cuenta las divergencias de posturas entre pastores y feligreses, nos lleva a una pregunta crítica para la vida y la salud de la iglesia: ¿cuán largos deberían ser los sermones?
Jonathan Leeman, editor en jefe del servicio de apoyo eclesial 9Marks, pastor, autor de literatura cristiana, y doctor en Eclesiología de la Universidad de Wales, presenta cinco principios esenciales para definir la duración de los sermones y la forma en que estos son expuestos en las congregaciones.
Estos principios son los siguientes:
1. Hacer justicia al texto
Si la sabiduría de Dios da vida a los muertos, esto no es algo que pueda hacer la sabiduría del hombre. De manera que la cosa más importante que podemos hacer en cualquier sermón es explicar y aplicar adecuadamente el texto bíblico.
“Un sermón debería ser suficientemente largo para explicar, probar y aplicar el principal punto del mensaje”, según relata el pastor John Joseph. “En tal forma que los feligreses sean capaces de entender, apreciar, y digerir correctamente lo que Dios quiere de ellos”.
Duke Kwon, pastor de Grace DC, Meridian Hill Church en Washington, DC, comentó: “un buen sermón, como una comida saludable, deber ser nutritivo, lo cual quiere decir, que permite una amplitud de tiempo para hacer una exposición fiel de La Escritura y para la aplicación del texto.
2. Conocer a la audiencia
H. B. Charles, pastor de la iglesia bautista Shiloh Metropolitan en Jacksonville, Florida, también señaló: “el objetivo debe ser predicar de una forma tan amplia para tratar fielmente el texto y con un sermón lo suficientemente corto para comunicar el mensaje de forma efectiva a la congregación”.
Kevin DeYoung, pastor de Christ Covenant en Charlotte, NC, dice algo similar: “Un sermón debe ser lo suficientemente largo para hacer una exégesis adecuada y para aplicar el punto principal del pasaje, pero suficientemente corto para dejar a los cristianos maduros dispuestos a escuchar unos cuantos minutos más”.
“Cualquier rango de tiempo está culturalmente condicionado”, dijo DeYoung. Teniendo en cuenta los dos puntos que hemos mencionado anteriormente, DeYoung prefiere los sermones de 40 minutos. “Yo diría que consistentemente limitarse a menos de 25 minutos hace que una exégesis robusta sea difícil, mientras que predicar más de 45 o 50 minutos debería ser algo reservado para las congregaciones más maduras y para los expositores más experimentados. En la mayoría de contextos de los que he sido parte, diría que 40 minutos es lo ideal para las congregaciones regulares”.
Kwon argumenta que ajustar la duración a la audiencia es un requerimiento del amor: “un buen sermón también debe ser predicado a la luz de las normas oratorias, lo cual no es lo mismo que estar cautivo de las normas culturales. Es simplemente un asunto de amor a nuestras congregaciones.
3. Conoce a ti mismo antes de predicar
Kwon también anima sabiamente a los predicadores a conocerse a sí mismos. “Un sermón también debe estar en sintonía con los dones y talentos del predicador. Uno de mis profesores de predicación dijo una vez: ‘Algunos predican durante cuarenta y cinco minutos y se sienten como si fueran quince; otros predican durante quince minutos y se sienten como si fueran cuarenta y cinco’”.
Cuando los fieles de las congregaciones están comprometidos con los sermones que sus pastores les entregan, estos sienten como si el tiempo volara.
Sin embargo, la mayoría de los pastores no están tan dotados con el talento de la oratoria. Keller observa atentamente y alerta: “Ciertamente es posible predicar regularmente más de 40 minutos si se prepara a la congregación con las expectativas adecuadas y si se es un orador suficientemente bueno para mantener el interés de los feligreses”.
4. Ser concisos es muy importante
Hay que tener en cuenta algo: la mayoría de los pastores podrían editar sus sermones. Este es un ejercicio simple y que podría ser muy útil. Muchas palabras extravagantes y frases memorables podrían ser cortadas, y nada del mensaje esencial que los pastores quieren transmitir se perdería.
Kwon dice de nuevo respecto a este punto: “Es preciso tener algún tipo de autoconciencia y humildad para abrazar los límites, esto sucede cuando los predicadores reconocen que ellos pueden ser más efectivos cuando predican de una forma más concisa”.
5. Lleva a la audiencia más lejos
Pocos pastores o libros sobre la predicación mencionan este punto, sin embargo, es un tema del que debe hablarse de manera consistente. Los pastores necesitan ser sensibles respecto a las necesidades culturales de los fieles, pero también deben animar y desafiar a sus congregaciones a mirar un poco más allá y a estar dispuestas a escuchar el tiempo necesario para enriquecerse con la prédica de que estos les brindan.
Sin embargo, durante los últimos sesenta años, las iglesias han hecho lo contrario. Desde los días de predicas de Robert Schuller, se ha hecho que las congregaciones esperen humor, entretenimiento y energía desde el púlpito, en vez de entrenarlas para que esperen una buena exégesis. En este sentido, los pastores necesitan combinar lo atractivo del evangelio con los mensajes sólidos y profundos que este le puede brindar a sus comunidades.
Es por esto que las comunidades de fe deben aspirar a que en sus recintos las prédicas vayan mucho más allá de la entretención, y se ofrezca a los fieles un buen tiempo de exégesis y aplicación sólida de la Palabra. Si los creyentes pueden ser capaces de esperar eso de sus iglesias, al igual que los estudiantes comprometidos esperan las clases en sus salones de escuela secundaria, muchas más personas serían capaces de aprender acerca de la Biblia y de sus aplicaciones para nuestras vidas.
¿Y podrían las congregaciones salir más fortalecidas gracias a esto? Claro que sí. Después de todo, la Palabra de Dios es alimento para el espíritu y los corazones de los fieles de las congregaciones.
Concluyendo
A pesar de los temores que muchos pastores expresan sobre la duración de sus sermones, la abrumadora realidad, respaldada por la evidencia, es que los fieles están dispuestos a recibir sermones amplios y profundos sobre los textos bíblicos que les son expuestos. De la misma manera, los pastores y líderes eclesiales pueden preparar de manera cuidadosa sus sermones para que estos sean lo más concisos posibles sin que se pierda la profundidad del mensaje evangélico y puedan trascender de forma adecuada para que la Palabra se convierta en un alimento vivo y eficaz para la vida diaria de los creyentes.
No siempre que un sermón sea largo esto implica que la Palabra de Dios se está explicando en profundidad y no porque los sermones sean cortos esto implica que serán atractivos para el pueblo de Dios. Una preparación adecuada de las exposiciones bíblicas es fundamental para que los pastores hagan una revisión de cuáles son los elementos repetitivos e innecesarios de sus predicaciones y cuáles son los elementos que no pueden faltar con base al mensaje bíblico que desean trasmitir a los fieles.
Así mismo, los pastores necesitan reconocer sus limitaciones oratorias. Si estos saben que su público se puede cansar rápidamente, debido a que aún no hay una experiencia profunda en el arte homilético, los pastores pueden ensayar sermones cortos a modo de preparación e ir profundizando su mensaje en el tiempo, en la medida en que empiezan a dominar el arte expositivo.
Con todo lo anterior, es una buena noticia que los creyentes estén dispuestos a recibir mensajes más profundos y amplios desde el público. En sí mismo esto continúa siendo una oportunidad para que los pastores continúen mejorando el arte de la predicación expositiva y reafirmen a sus congregaciones en la centralidad de la Palabra de Dios.
Con información de Christianity Today, 9Marks y el Washington Post.
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