Mientras que nosotros predicamos a Cristo crucificado. Este mensaje es motivo de tropiezo para los judíos, y es locura para los gentiles. (1ª Corintios 1:23, NVI)
Holman Hunt, que fue un pintor británico, uno de los fundadores de la Hermandad Prerrafaelita, en la segunda mitad del siglo XIX, pintó La sombra de la muerte. Quizás esta pintura no le suene tan conocida como otras, pero resulta muy interesante. En ella, se muestra el interior del taller de carpintería en Nazaret. Con el torso desnudo, Jesús está de pie junto a un caballete de madera donde ha apoyado el serrucho. Dirige la mirada hacia el cielo; la expresión de su rostro es de dolor, de éxtasis, o ambos. Tiene ambos brazos levantados por sobre la cabeza, estirándose.
Al hacerlo, la luz del atardecer que penetra por la puerta abierta arroja una oscura sombra en forma de cruz sobre la pared del fondo, donde el estante para las herramientas semeja una viga horizontal sobre la que sus manos han sido crucificadas. Las herramientas mismas nos recuerdan el fatídico martillo y los clavos.
Hacia la izquierda de la escena, en primer plano, una mujer está arrodillada entre las virutas de madera. Sus manos descansan sobre el cofre que guarda los valiosos obsequios de los sabios de Oriente. No podemos ver su rostro, porque lo ha apartado. Es María, y parece estar alarmada (o da esa impresión) ante la sombra en forma de cruz proyectada por su hijo sobre la pared.
Holman Hunt estaba decidido, como él mismo lo expresó, a “luchar contra el arte frívolo (superficial) de la época”. Con ese motivo estuvo en Jerusalén entre 1870 y 1873, y pintó ‘La sombra de la muerte’, sentado en la terraza de su casa. Si bien se trata de una escena imaginada por el pintor, teológicamente es correcta. Desde la juventud de Jesús, incluso desde su mismo nacimiento la cruz proyectaba su sombra. Su propia muerte era el eje de su misión y la iglesia siempre lo ha reconocido así.
Podríamos decir que Cristo siempre vivió a la sombra de la cruz, y a lo largo de su ministerio, desde sus primeros años, los evangelios anuncian que la cruz era su misión en la tierra, como por ejemplo es retratado en Lucas 2:34-35:
Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.
Esta escena ocurrió cuando era cuando era un niño pequeño, y el anuncio es hecho a su madre María, anunciándole un dolor profundo: que su alma será traspasada con la muerte de su hijo. Hacia el final de su ministerio el Señor Jesús anuncia su muerte a sus discípulos, en Marcos 8:31-32 se recogieron las siguientes palabras:
Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días. Esto les decía claramente. Entonces Pedro le tomó aparte y comenzó a reconvenirle.
La expresión “claramente” traduce la palabra “parresia” que significa “con libertad de expresión”, sin secretos. Aquella idea se ve amplificada en las siguientes citas: Marcos 10:34: “y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará” y Lucas 9:51: “Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén”
A pesar de todo ello, fue a Jerusalén para cumplir su misión. En consecuencia, y coincidiendo con la obra que citábamos al comienzo, podríamos decir que Cristo siempre vivió a la sombra de la cruz, y a lo largo de su ministerio él anunció que la cruz era su destino, asociado a ello la cruz se transformó también en el símbolo del cristianismo. Aquel símbolo experimentó un proceso para convertirse en el protagonista entre los cristianos, analicemos dicho proceso.
Los símbolos visuales y religiosos: La señal y el símbolo de la cruz
Toda religión y toda ideología tienen su símbolo visual, esto con el objetivo de ilustrar algún aspecto significativo de su historia o de sus creencias. Examinemos algunos ejemplos:
Flor de loto: La flor del loto, aunque fue usada en la antigüedad por los chinos, los egipcios y los indios, en la actualidad se asocia particularmente con el budismo. Por su forma circular, se la considera como símbolo del ciclo del nacimiento y la muerte, o como símbolo del surgimiento de la belleza y la armonía en medio de las turbias aguas del caos. A veces se representa a Buda entronizado en una flor de loto totalmente florecida.
Judaísmo antiguo: El judaísmo antiguo evitaba el uso de señales y símbolos visuales, por un malentendido del segundo mandamiento, creyendo que prohíbe la confección de cualquier tipo de imagen. Pero el judaísmo moderno ha adoptado el llamado Escudo o Estrella de David, una figura hexagonal formada por la combinación de dos triángulos equiláteros. Este símbolo habla del pacto de Dios con David en el sentido de que su trono sería establecido para siempre, y de que el Mesías descendería de él.
Islamismo: El islamismo, la otra creencia monoteísta que surgió en el Medio Oriente, está simbolizado por una media luna creciente. Al comienzo representaba una fase del ciclo lunar, pero ya antes de la conquista musulmana constituía el símbolo de la soberanía en Bizancio.
Ideologías del siglo XX: Las ideologías contemporáneas también tienen sus signos universalmente reconocidos. El martillo y la hoz del marxismo, que el gobierno soviético adoptó, en 1917, de una pintura belga del siglo XIX, representan la industria y la agricultura; las herramientas están entrelazadas para representar la unión entre obreros y campesinos, las fábricas y el campo.
La esvástica existía mucho antes de su uso por el nazismo, de hecho es datada con 6.000 años de antigüedad. Los brazos de la cruz esvástica están torcidos en el sentido de las agujas del reloj para simbolizar ya sea el curso del sol en el firmamento, el ciclo de las cuatro estaciones, o el proceso de creatividad y prosperidad (la palabra svasti significa ‘bienestar’ en sánscrito). A comienzos de este siglo, sin embargo, esta figura fue adoptada por algunos grupos germanos como símbolo de la raza aria. Luego se la apropió Hitler, y se convirtió en el siniestro símbolo del fanatismo racial nazi.
El cristianismo: El cristianismo también tiene su símbolo visual; ¿cuál es? Casi automáticamente pensamos en la cruz. Pero éste no fue el primero de sus símbolos. Al comienzo, los cristianos sufrían absurdas acusaciones e intensa persecución. La cruz fue un símbolo evitado porque el recuerdo de la crucifixión provocaba rechazo. Los primeros motivos pictóricos, dibujos o símbolos, cristianos se hicieron en paredes y techos interiores de las catacumbas o cuevas subterráneas de Roma. Veamos algunos de ellos (siglo II principalmente):
Los símbolos cristianos fueron primeramente mencionados en el libro “El pedagogo” (3, 11) de Clemente de Alejandría (153-217):
Que nuestros símbolos sean una paloma, o un pez, o un barco al que le sopla el viento, o una lyra musical, que usó Policrates, o una ancla de barco, que Seleuco grabó como un aparato o artefacto; y si aparece alguien pescando, nos va a recordar al apóstol, o a pescadores de hombres.
A pesar de que el símbolo más conocido del cristianismo es la cruz, no siempre fue así. Según el historiador de arte Michael Gough en su obra Orígenes del Arte Cristiano, los creyentes de los primeros siglos “tenían que ser muy cuidadosos y evitar las demostraciones abiertas de su religiosidad. Por ello la cruz, que ahora es el símbolo universal del cristianismo, fue evitada en un comienzo, no sólo por su asociación directa con Cristo, sino también por su vergonzosa asociación con la ejecución de criminales comunes”[1].
Sin embargo la cruz nunca se evitó totalmente y se dibujó como un símbolo más de la fe cristiana, entre otras representaciones. Desde el siglo II los cristianos dibujaban, pintaban y tallaban la cruz como símbolo gráfico de su fe. Pero también hacían la señal de la cruz sobre sí mismos o sobre otros. Este último uso marcó el comienzo del uso de la cruz de una forma que no enseñaron ni los apóstoles ni el Señor Jesucristo. Tampoco aparece en ninguna parte de las Escrituras, sino que se tomó de la cultura greco-romana de la época.
En la cultura de la época, los amuletos para la protección de los malos espíritus y las maldiciones eran normales. La cruz se transformó en el amuleto[2] de algunos cristianos. El símbolo de la cruz dibujada, o hecha en una persignación, se convirtió en un amuleto protector contra los malos espíritus y las maldiciones aplicadas sobre el creyente, dándole a la cruz un significado distinto al que Cristo, los apóstoles y la primera iglesia le otorgó, y que es imposible encontrar en las Escrituras. En conclusión, la costumbre de usar la cruz como un símbolo protector viene de la cultura de la época y no de la enseñanza bíblica.
La cruz aparece siglos antes de la era cristiana en Egipto entre los jeroglíficos alusivos a la vida, y estuvo considerada como un poderoso amuleto. También aparece como adorno en prendas orientales y griegas sin significado explícito[3].
La persignación
Uno de los primeros testimonios de esta práctica la ofrece Tertuliano, el abogado y teólogo del norte de África que se destacó alrededor del año 200 d. C.
A cada paso que avanzamos en todas las acciones comunes de la vida cotidiana, trazamos sobre nuestra frente la señal de la cruz.
Tertuliano: De corona, cap. III, P ·94
Hipólito, quien fue presbítero de Roma en el siglo III. recomienda la señal de la cruz para las oraciones privadas:
Imita siempre a Cristo, haciendo con sinceridad la señal en la frente… [...] Cuando seas tentado, sella siempre reverentemente tu frente con la señal de la cruz. Porque esta señal de la pasión se muestra y se hace manifiesta contra el diablo si la haces con fe.
Pero, no encontraremos en la Biblia un mandamiento de hacer la señal de la cruz en todo lugar, ni a protegernos del diablo con este movimiento. Sí encontramos otros mandamientos para estas situaciones, Efesios 6:16 señala que:
Sobre todo, tomad el escudo de la fe, conque podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno (o sea del diablo).
Este versículo dice que con la fe se puede resistir al maligno (a Satanás) y no con persignación, idea que es profundizada en los versículos siguientes: Efesios 6:18:
Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; Orando en todo tiempo, no persignándonos en todo tiempo.
Cuando los reformadores del siglo XVI quisieron salir del catolicismo y seguir solamente a la Biblia, abandonaron esta práctica, de hecho un representante del puritanismo señaló lo siguiente:
Santiguarse (o persignarse) y otras muestras semejantes del papismo, que la iglesia de Dios en tiempos de los apóstoles nunca conoció[4].
También en el Libro de Oración del Rey Enrique VI se señala que: “....el arrodillarse, santiguarse, juntar las manos, golpearse el pecho, y otros gestos, pueden ser usados, o dejados, según sirva a la devoción de cada hombre, sin culparle”[5]. Así, los protestantes generalmente veían esta señal como una tradición que carecía de bases en la Escritura, o aún como idolatría, y por esa razón fue abandonada por la mayoría.
Deformación de un símbolo: la cruz como talismán
En el siglo IV. Constantino fue el primer emperador o “César” del Imperio Romano que se declaró “cristiano”. Produjo muchos cuestionamientos con su conversión, ya que siguió imprimiendo la señal del sol en sus monedas, y no se bautizó hasta el final de su vida, con la creencia de que no podría pecar después de bautizarse.
Él hizo de la cruz el símbolo oficial del cristianismo. El historiador de la iglesia del siglo IV Eusebio de Cesarea escribió la obra “Vida de Constantino”. En vísperas de la batalla del puente Milvio, que le permitió imponer su dominio en Occidente (312-313 d.C.), Constantino dice que vió en el cielo una cruz luminosa, junto con las palabras in hoc signo vinces (‘vence con esta señal’). Inmediatamente la adoptó como emblema y la hizo colocar en los estandartes de su ejército.
Alrededor del año 326, su madre la emperatriz Elena de Constantinopla hizo demoler el templo de Venus que se encontraba en el monte Calvario, en Jerusalén, y excavar allí: le llegaron noticias de que se había hallado la “Vera Cruz”, o “verdadera cruz”. Se inició el culto de la cruz: el objeto pasó a ser reverenciado.
Durante los trabajos, se encontraron tres cruces que supuestamente eran la de Cristo y los dos ladrones crucificados junto con él. Para saber cuál de las tres era la cruz de Cristo, se cuenta que pusieron un hombre muerto sobre las tres cruces. Cuando tocó la que correspondía a la del Señor Jesús, el cuerpo muerto resucitó. Otras versiones dicen que fue un hombre enfermo que se sanó con el contacto de la cruz. A través de estos relatos poco confiables se comprobó cuál era la Vera Cruz (es decir la verdadera cruz… supuestamente). Tras la influencia de Constantino y su madre Helena la superstición de los poderes de la cruz se multiplicó[6].
En la Edad Media, hubo falsas reliquias de la Vera Cruz que recorrieron Europa en el contexto de las cruzadas. Un dicho popular decía: “con tantos restos del sagrado madero se forman varios bosques”.
El crucifijo (es decir, una cruz a la que se fija una figura de Cristo) no parece haber sido usado antes del siglo VI. Éste ha sido considerado a lo largo de la historia como una potente arma contra los demonios y los malos espíritus. La industria del cine norteamericano con sede en Hollywood ha hecho películas de cómo los crucifijos son usados por cazadores de vampiros y exorcistas.
Sin embargo, el crucifijo no ha gozado de popularidad entre las iglesias de origen protestante. En cambio la cruz vacía, en contraste al crucifijo (si no se le atribuyen poderes sobrenaturales) ha sido usado por cristianos fieles en todo el mundo, simbolizando al Cristo resucitado que escapó de la muerte, triunfando sobre ésta en la resurrección.
En los primeros tiempos el símbolo del cristianismo era un pez, que representaba la búsqueda de la verdad profunda oculta a simple vista, como los peces se ocultan bajo las aguas. Por otra parte, su nombre en griego —ΙΧΘΥΣ, ictys— se corresponde con la sigla de Iēsous Christos Theou Yios Sōtēr: “Jesucristo, Hijo de Dios, el Salvador”[7].
Entonces, ¿Qué es la cruz? ¿Qué reacción causaba en la gente de su época, sean judíos o gentiles? ¿Cuál es el contexto en que los creyentes predicaron la cruz? ¿Qué ataques tenían que enfrentar los primeros creyentes en el señor que fue crucificado?
A los primeros a quienes se les predicó la idea de un Salvador crucificado, la idea de la muerte en una cruz provocaba la idea de un asesinato brutal, chocante, horrible y espantoso que provocó gran rechazo.
Recordemos que en el contexto del Nuevo Testamento habían dos grandes grupos humanos: los judíos y los no judíos o gentiles. Para ello recordemos que, los judíos son la nación de Jesús, sus compatriotas y los gentiles eran todos los que no eran judíos, en la época hablamos de griegos y romanos principalmente. Ambos grupos fueron muy diferentes, pero tuvieron un aspecto en común: para ambos grupos humanos era muy difícil creer en el Mesías crucificado.
La ‘palabra de la cruz’ que predicaba Pablo constituía para muchos de sus oyentes un motivo de tropiezo para los judíos y, más todavía, una ‘locura’ para los gentiles (1 Corintios 1:18, 23).
¿Qué significa locura? Antiguamente a lo que hoy llamamos “enfermos mentales” se les llamaba por palabras que hoy han perdido su significado original y que hoy se usan sólo para insultar, implicando: Idiota, imbécil, tonto, estúpido e insano o loco (estas se mantienen)
Por lo tanto, son posibles también las siguientes traducciones (para una persona de los primeros siglos): “La cruz es: necedad, idiotez, imbecilidad, tontería, estupidez” o también “para los gentiles, la cruz es enfermedad mental”
Entonces, si consideramos el contexto de los primeros siglos, ¿Cómo podría una persona en su sano juicio adorar a un hombre que había sido condenado como criminal, y sometido a la forma más humillante de ejecución? Esta combinación de muerte, crimen y vergüenza lo excluía de toda posibilidad de merecer respeto, y mucho menos adoración.[8]
De hecho, la crucifixión era el método más cruel de ejecución jamás practicado, porque demora deliberadamente la muerte hasta haber infligido la máxima tortura posible.
La primera vez que leemos acerca de la crucifixión es en el 500 's A.C., sexto siglo, inventada por los persas: Darío crucificó a tres mil babilonios. La crucifixión fue adoptada luego tanto por los griegos: Alejandro Magno en el gran Imperio Griego crucificó a dos mil ciudadanos de la ciudad de Tiro en venganza de cómo fueron tratados por ellos, y pusieron las cruces en la orilla de la playa para que todos pudiesen verlas.
En cuanto a la crucifixión, como instrumento de ejecución, en latín clásico se llamó gabalus y patibulum. No era suplicio propio del mundo judío, que recurría a la horca o al degüello. Como suplicio se impuso en el siglo I a.C.[9]. En Roma durante la República se crucificaron a los esclavos, desertores y piratas. Estaban libres de este suplicio los ciudadanos romanos, por eso San Pedro y San Andrés fueron crucificados, mientras que San Pablo, murió degollado.
El filósofo hispano latino Séneca, coetáneo de Cristo, llamaba cruz a un madero afilado hincado en tierra en el que se empalaba al reo, que moría tras penetrarle la punta del palo por el recto; también se solía suspender de él cabeza abajo o atarlo para que las alimañas dieran cuenta del condenado[10].
El símbolo de la cruz para los gentiles: locura
¿Cómo podría una persona en su sano juicio adorar a un hombre que había sido condenado como criminal, y sometido a la forma más humillante de ejecución? Esta combinación de muerte, crimen y vergüenza lo excluía de toda posibilidad de merecer respeto, y mucho menos adoración.[11]
Marco Tulio Cicerón (106 – 43 a.C.) fue un jurista, político, filósofo, escritor y orador romano. También uno de los más importantes autores de la historia romana y reputado abogado. Hoy en día es recordado por sus escritos de carácter humanista. Condenó la crucifixión como un “castigo cruel y vergonzante”.[12] Poco después declaró:
Atar a un ciudadano romano es un crimen, flagelarlo es una abominación, matarlo es casi un acto de asesinato; crucificarlo es… ¿qué diré? No hay una palabra adecuada para describir una acción tan horrible.[13]
Cicerón fue aun más explícito en la exitosa defensa que hizo del anciano senador Gayo Rabirio, que había sido acusado de asesinato: "La sola palabra ‘cruz’ no debería figurar en el léxico del ciudadano romano”. La palabra no debería ni existir.
Justino Mártir, un defensor del cristianismo o “apologista”, en su primera apología, 152 d. C., resumió la visión de Cristo que era mantenido por el mundo y esencialmente pensaban que era ridícula. Decían, escribe Justino, “nuestra locura consiste en esto, en que damos a un hombre crucificado un lugar igual al inmutable y eterno Dios creador”.
De modo que los oponentes del cristianismo, ya fuesen de trasfondo romano, judío, o ambos, no perdían oportunidad de ridiculizar el hecho de que el ungido de Dios y Salvador de la humanidad había terminado su vida sobre una cruz. La sola idea resultaba absurda.
Esto lo ilustra bien un grafiti del siglo II descubierto en el monte Palatino en Roma, en el muro de una casa que según algunos entendidos fue usada como escuela para los pajes de la corte imperial. Es la representación más antigua que tenemos de la crucifixión, y se trata de una caricatura. El tosco dibujo muestra, extendido sobre una cruz, la figura de un hombre con cabeza de asno. A la izquierda se encuentra otro hombre, con un brazo levantado en actitud de adoración. Garabateadas al pie del dibujo se encuentran las palabras “Alexamenos Cebete (vale decir sebete) Theon”, que traducido es: “Alexamenos adora a su Dios”.
La caricatura se encuentra ahora en el Museo Kircherian, en Roma. Cualquiera sea el origen de la acusación de que adoraban asnos (de lo que se acusaba tanto a judíos como a cristianos), lo que se ridiculizaba en este caso era la sola idea de adorar a un hombre crucificado. Así que si tú pensabas que un hombre crucificado era el Dios eterno y creador, eras un tonto y eso es una broma. Sin embargo, Alexamenos no solo recibió el mensaje sino también lo respondió, señalando: “Alexamenos Fidelis” (Alexamenos es fiel)
En Luciano de Samosata, el escritor satírico pagano del siglo II, se puede percibir la misma actitud de burla. En su obra Sobre la muerte de Peregrino (un converso cristiano imaginario al que muestra como un charlatán), Samosata satiriza a los cristianos por adorar al “propio sofista crucificado y vivir sometidos a sus leyes”[14].
El símbolo de la cruz para judíos: piedra de tropiezo
Alrededor del 100 a.C., Alejandro Janeo crucificó a ochocientos fariseos e hizo que sus esposas e hijos los vieran crucificados. Y luego los romanos, desde su ascenso al poder el 63 a.C., usaron la crucifixión extensamente y la perfeccionaron como un fino arte de tortura, uno de los episodios más brutales es el registrado cuando el general romano Varo crucificó a dos mil judíos en el año 4 a.C.
Otro hecho destacado ocurrió en el 70 d.C. cuando los romanos conquistaron a Israel, destruyeron el templo y asesinaron a los judíos, los historiadores cuentan que Tito usó tantas cruces para crucificar judíos que se perdió la cuenta. Tito durante el sitio de Jerusalén, crucificó a tantos fugitivos de la ciudad que no podía hallarse espacio “para las cruces, ni cruces para los cuerpos”.[15]
Los judíos también contemplaban la crucifixión con horror por un motivo bíblico. En Dt. 21:23 se señala: “Maldito por Dios es el colgado en un ‘madero’” (literalmente, ‘árbol’). Para los judíos era inaceptable que el Mesías de Dios pudiera morir sometido a esa maldición, colgado de un madero. Como le expresó el judío Trifón al defensor del cristianismo Justino: “Sobre esto me siento sumamente incrédulo”[16]. ¡Para este judío la idea era imposible!
El primer judío que vemos rechazando la crucifixión de Cristo, es (lamentablemente) el apóstol Pedro. Después que Jesús declarara a sus discípulos los sufrimientos que iba a sufrir, esto es recogido en Mateo 16:22:
Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.
Podríamos decir que antes de la crucifixión, el principal discípulo no entendió la crucifixión.
Durante la crucifixión en verdad todos los discípulos le dejaron. Creyeron que el movimiento en torno a Jesús había fracasado: la cruz terminó con todo. los otros discípulos imitando a su líder pedro (como en el juego del monito mayor, ¿se acuerda?) lo imitaron y volvieron a sus antiguos trabajos.
¡Los discípulos aún no entendían el significado de la cruz! ¡Ni antes, ni durante, ni después de la crucifixión los discípulos lograban entender el significado de la cruz! El mismo Jesús resucitado tuvo que aparecérseles, y hacerles una “clase magistral” en Lucas 24: “Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón (significa lentos de mente) para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían”.
Los judíos, incluso los seguidores de Jesús, tuvieron mucha dificultad en creer en un Mesías crucificado. Él mismo, ¡resucitado!, les tuvo que explicar que en el Antiguo Testamento, en sus propias Escrituras, Salmo 22, escrito mil años antes por David. Nadie había visto la crucifixión, pues se inventó quinientos años antes de Cristo por los persas y este salmo se escribió mil años antes de Cristo. Sin embargo, leerlo es como ver un video de la crucifixión relatada en los evangelios. Revisemos el Salmo 22: 1, 7, 8, 16, 18 e intercalemos con lo relatado en el registro de los evangelios:
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? (Mateo y Marcos); Todos los que me ven me escarnecen; Estiran la boca, menean la cabeza (Mateo, Marcos y Lucas), diciendo: Se encomendó a Jehová; líbrele él; Sálvele, puesto que en él se complacía (Mateo); Porque perros me han rodeado (perros salvajes que llegaban al sentir el olor de la sangre que caía); Me ha cercado cuadrilla de malignos; Horadaron mis manos y mis pies (Clara referencia a cómo fue clavado) Contar puedo todos mis huesos; Entre tanto, ellos me miran y me observan (La víctima era exhibida completamente desnudada) Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes” (esto es en los cuatro evangelios)
De manera impresionante, podemos ver que quinientos años antes de que se inventara la crucifixión, y mil años antes de que estos hechos ocurrieran, David los describe como un espectador, o como una persona que hubiese estado viendo un video o una película moderna de la crucifixión. Lo que estaba pasando era que Dios cumplía en plenitud la profecía escrita mil años antes. Así por la potencia de la predicación de Jesús, el testimonio de los primeros discípulos y las profecías cumplidas en la crucifixión, la cruz como símbolo superó las implicancias altamente negativas para las personas del primer siglo y se transformó en un símbolo distintivo del cristianismo, a pesar de las deformaciones y mal interpretaciones, que ha permanecido a lo largo de los siglos.
Esto resulta extraordinario, pues los oponentes del cristianismo, ya fuesen de trasfondo romano, judío, o ambos, no perdían oportunidad de ridiculizar el hecho de que el ungido de Dios y Salvador de la humanidad había terminado su vida sobre una cruz. La sola idea resultaba absurda.
La imagen de la cruz es identificada inmediatamente con el cristianismo, pero se trata de un símbolo que se extendió mucho después de la muerte de Jesús. La evolución de la simbología cristiana refleja la historia de esta fe y el profundo cambio de mentalidad que se dio en el mundo tardoantiguo[17].
El proceso de transformación de la cruz como símbolo del cristianismo fue brillantemente resumido por un autor a través de las siguientes palabras:
Un emblema cristiano que se aceptara universalmente debía, obviamente, hablar de la persona de Jesucristo. Había muchas alternativas. Los cristianos hubieran podido elegir el pesebre donde fue puesto el niño Jesús cuando nació. O el banco de carpintero en el que trabajó siendo joven en Nazaret, dignificando así el trabajo manual. Podría haber sido el barco desde el cual enseñó a las multitudes en Galilea, o el paño que se usó para lavar los pies de los apóstoles, lo cual hubiera hablado de su espíritu de humildad en el servicio. También estaba la piedra que, al ser quitada de la entrada de la tumba de José, hubiera servido como símbolo para proclamar su resurrección. Otra posibilidad era el trono, símbolo de la soberanía divina compartida por Jesús, tal como Juan había visto en una visión. También pudiera haber sido la paloma, símbolo del Espíritu Santo enviado desde el cielo el día de Pentecostés. Cualquiera de estos símbolos hubiera resultado adecuado para señalar alguno de los aspectos del ministerio del Señor. No obstante, el símbolo elegido fue una sencilla cruz. Sus dos varas ya constituían desde antiguo un símbolo cósmico del eje entre el cielo y la tierra. Pero los cristianos lo eligieron por una razón más específica. No querían que la conmemoración de Jesús tuviera como centro su nacimiento ni su juventud, enseñanza, servicio, resurrección o reinado. Tampoco el don del Espíritu Santo. Eligieron como central la crucifixión[18].
[1] Michael Gough “Origins of Christian art”, p. 18.; J. H. Miller: 'Cross' y 'crucifix'; Christian world, ed. Geoffrey Barradough; y “Cross and crucifix” por Cyril E. Pocknee
[2] Un amuleto es un objeto pequeño que se lleva encima, al que se atribuye la virtud de alejar el mal o propiciar el bien, según la RAE (https://dle.rae.es/amuleto, consultado diciembre de 2021)
[3] Curiosfera “Historia de la cruz: origen y significados”, disponible en: https://curiosfera-historia.com/historia-de-la-cruz-origen-significado-tipos/, consultado diciembre de 2021.
[4] John Stott “La cruz de Cristo”, Ediciones Certeza, Capital Federal, Argentina, 1996, Pág. 27.
[5] Got Questions “La señal de la cruz - ¿Cuál es su significado? ¿Deben los cristianos hacer la señal de la cruz?”, disponible en: https://www.gotquestions.org/Espanol/senal-cruz.html, consultado diciembre de 2021.
[6] Alejandro Millán Valencia “Semana Santa: qué ocurrió con la cruz en la que murió Jesús (¿y fue realmente hallada?)”, BBC News Mundo, 2 abril 2021, disponible en: https://www.bbc.com/mundo/noticias-56581864, consultado diciembre de 2021.
[7] Abel G.M. “La Cruz, de castigo ejemplar a la promesa de la vida eterna”, 25 de marzo de 2020 · 08:02 Actualizado a 10 de abril de 2020 · 21:14, disponible en: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/cruz-castigo-ejemplar-a-promesa-vida-eterna_15197, consultado diciembre de 2021.
[8] Martin Hengel “Crucifixion”, cuyo título original era “MMS turpissima crucis (La muerte decididamente infame de la cruz)”, expresión usada primeramente por Orígenes (Págs. 1-10)
[9] Curiosfera “Historia de la cruz: origen y significados”, disponible en: https://curiosfera-historia.com/historia-de-la-cruz-origen-significado-tipos/, consultado diciembre de 2021.
[10] Curiosfera “Historia de la cruz: origen y significados”, disponible en: https://curiosfera-historia.com/historia-de-la-cruz-origen-significado-tipos/, consultado diciembre de 2021.
[11] Martin Hengel “Crucifixion”, cuyo título original era “MMS turpissima crucis (La muerte decididamente infame de la cruz)”, expresión usada primeramente por Orígenes (Págs. 1-10)
[12] Cicerón “Proceso a Verres” II.v.64, par. 165.
[13] Ibid., II.v.66, par. 170.
[14] John Stott “La cruz de Cristo”, Ediciones Certeza, Capital Federal, Argentina, 1996.
[15] Josefo “Antigüedades XVIl.10.10” y “Guerras de los judíos”, V.XI.1.
[16] Justino Mártir “Diálogo con Trifón”, Cap. LXXXIX.
[17] Abel G.M. “La Cruz, de castigo ejemplar a la promesa de la vida eterna”, 25 de marzo de 2020 · 08:02 Actualizado a 10 de abril de 2020 · 21:14, disponible en: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/cruz-castigo-ejemplar-a-promesa-vida-eterna_15197, consultado diciembre de 2021.
[18] John Stott “La cruz de Cristo”, Ediciones Certeza, Capital Federal, Argentina, 1996, Pág. 25