Escucha este artículo en formato podcast:
Gran parte de nuestro contenido en BITE tiene que ver con la historia de la iglesia. ¿Por qué resulta necesario, e incluso entretenido, estudiar las memorias del cristianismo? ¿Por qué una materia tan tediosa para muchos podría ser importante para los cristianos?
El trigo y la cizaña
Debemos ser honestos. Si miramos hacia atrás y recorremos la historia de la iglesia de Cristo, nos vamos a encontrar con una gran cantidad de sucesos realmente vergonzosos y otros muchos que son difíciles de aclarar. Sin embargo, ¿no es eso lo mismo que sucede con la iglesia de hoy? Si vemos hacia todas partes, encontraremos una gran cantidad de hechos bochornosos que seguimos evitando.
Pero, por otro lado, también vemos muchos eventos en la historia de la iglesia de los que deberíamos enorgullecernos y contarnos a nosotros mismos para encontrar aliento y esperanza. Aquello que nos gusta destacar de nuestra historia, paradójicamente, creció en medio de mucha oposición y pecado, incluso dentro de la misma iglesia. La historia misma es un ejemplo de la parábola bíblica del trigo y la cizaña.
Siempre han existido el trigo y la cizaña. Mientras muchos han proclamado la muerte inminente del cristianismo desde sus mismos inicios y otros que se decían miembros de la iglesia han actuado vergonzosamente, la historia nos cuenta sobre una iglesia que prevalece, incluso cuando parece moribunda. Esto solo demuestra que el Creador de todo lo que hay es también el Señor de todo y que gobierna sobre la iglesia. Si la iglesia ha prevalecido, es porque Dios es Señor sobre su Pueblo.
El consuelo del pasado
Los mismos apóstoles volvieron a sus redes una vez que la muerte de Cristo parecía poner un punto final a su aventura ministerial. La resurrección de Cristo, al ser una realidad histórica, nos devuelve constantemente a meditar en los sucesos bíblicos vistos desde la perspectiva del historiador, de la misma manera en la que lo hicieron los padres y concilios de la iglesia de los primeros siglos.
El estudio de la historia de la iglesia resulta ser una tarea profundamente teológica. Muchos de nuestros hermanos en el pasado recurrieron constantemente a los documentos históricos para pensar teológicamente acerca de cómo sus antepasados, a los que amaban y respetaban, habían interpretado y vivido los mismos pasajes que nosotros estudiamos hoy. Entonces, estudiar los sucesos de la cristiandad nos debería hacer mejores creyentes y mejores teólogos, pues podremos comprender cómo se formularon las doctrinas centrales de nuestra fe.
Esto es muy importante. La iglesia no nació con Agustín de Hipona (354-430), Martín Lutero (1483-1546) o Billy Graham (1918-2018). Muchos consideran que hay un enorme paréntesis o espacio en blanco entre las últimas palabras del libro de Apocalipsis y la iglesia de nuestros días. Como dijo alguna vez el autor Timothy K. Jones:
El mapa de la actividad de Dios, entonces, no es un océano en blanco entre las costas apostólicas y nuestros días. Por tanto, debemos recordar y buscar nuestras raíces en las luminarias, los personajes y los movimientos de la iglesia a lo largo de los siglos. Descuidar esto no es solo arriesgarse a repetir errores del pasado, es ser víctima de una amnesia cada vez más estrecha que nos deja sin rumbo fijo.
El estudio de la historia de la iglesia nos ayuda a comprender mejor lo que ya conocemos, pues podemos encontrar hilos que conectan aquello que es muy familiar para nosotros en cuanto a la práctica de nuestra fe y lo que dice la Biblia al respecto. Esto lo alcanzamos cada vez que revisamos el pasado y encontramos ecos que nos ayudan a formar nuestras convicciones.
El drama soberano de la caída y la redención
A través del estudio de los sucesos antiguos, podemos ver los errores y las caídas de nuestros hermanos de ayer, incluso de aquellos que hoy consideramos como nuestros héroes. Entonces, nuestro reto es evitar a toda costa la tentación de encubrir o incluso excusar estas fallas. Esto nos ayuda a vernos a nosotros mismos en el espejo de nuestra fe, a meditar con humildad y preguntarnos si nosotros mismos hubiéramos actuado de la misma manera. Tenemos una conexión con los hermanos del pasado a través de nuestra naturaleza pecaminosa y de nuestros esfuerzos por ser como Cristo.
Entonces, la historia de la iglesia nos puede brindar una perspectiva teológica de lo que realmente sucede en el mundo: el drama producido después de la creación y la caída, junto con la redención y el evangelio. En ese sentido, la historia de la iglesia nos ayuda a reconocer la misteriosa providencia de Dios que está presente de una forma sutil, misteriosa y hermosamente orquestada.
Por ejemplo, ¿cómo podemos explicar el hecho de que la vida y el ministerio de Jesús se haya dado justo antes de que los romanos lograron afirmar en sus territorios su Pax Romana y terminaran de construir una red de rutas y caminos que le dieron la posibilidad al mensaje del evangelio de avanzar con relativa facilidad?
¿Cómo podemos explicar el hecho de que la imprenta fuera desarrollada tan solo unas décadas antes del inicio de la Reforma protestante y que, para el momento de la publicación de las 95 Tesis, su progreso y asimilación comercial estuvieran en pleno auge? Incluso, ¿cómo podemos explicar que una iglesia clandestina y perseguida como la iglesia en China haya podido sobrevivir e incluso prosperar en medio de una pesada opresión gubernamental?
Alguien dijo alguna vez que escribir la historia desde una perspectiva cristiana es como ver un partido de fútbol en el que la mitad de los jugadores son invisibles.
Estudiar los anales de nuestra fe también nos ayuda a conectarnos con las luchas, las pruebas, las victorias y la fascinación por la gloria de Dios de nuestros hermanos del pasado. Ellos, aunque estén a siglos o milenios de distancia de nosotros, también componen nuestra familia. Con ellos compartimos el mismo Señor, la misma fe y la misma esperanza.
La obra del Espíritu
Dios despliega toda su sabiduría y conocimiento más allá de los límites geográficos que históricamente han sido cristianos. El evangelio se ha seguido expandiendo en las últimas décadas a zonas en las que por siglos no había llegado, lejos de los grandes centros políticos y económicos del mundo.
La historia de la iglesia nos ayuda a ver el movimiento del Espíritu Santo mucho más allá de los lugares y personas que esperamos. Dios ejecuta su plan, muchas veces, de forma inesperada y lejos de las élites y de los privilegiados. La historia de la iglesia nos humilla, porque nos obliga a ver a los insignificantes y a los débiles antes que a los fuertes y poderosos. Como dijo el historiador suizo Jean Henri Merle:
Dios, que prepara Su obra a través de los siglos, la cumple a Su hora, muchas veces con los instrumentos más débiles.
En consecuencia, el estudio de los sucesos de la cristiandad evita que el pueblo del Señor se resbale hacia seguir las lógicas del mercado, de la oferta y la demanda, y de las grandes corporaciones. También nos obliga a evitar la tentación de buscar el establecimiento y el estatus político. Cuando revisamos la historia de la iglesia, encontramos a muchos que sucumbieron a estas tentaciones y terminaron por desdibujar el propósito esencial de la iglesia: proclamar el evangelio.
Por otro lado, es bastante común que muchos de los errores que ya cometió la iglesia en el pasado se reediten en nuevas y modernas formas de herejía, que ya fueron tratadas y refutadas en el pasado. Conocer esto no solo es bueno, sino que incluso llega a ser fundamental para evitar las controversias e incluso las divisiones innecesarias. Es muy sabio comprender y usar el recurso de más de dos mil años de eclesiología, relación de la iglesia con el mundo, afirmación doctrinal, teología, etc.
Uno de los errores más tristes en los que podemos caer es menospreciar o incluso olvidar a aquellos que construyeron, con sangre, sudor y lágrimas, los caminos que nosotros recorremos con tanta comodidad. Como dijo David R. Carlin, Jr:
Irónicamente, la mejor manera de desarrollar una actitud de responsabilidad hacia el futuro es cultivar un sentido de responsabilidad hacia el pasado (...) Nacemos en un mundo que no creamos, y es justo que debamos estar agradecidos con aquellos que lo lograron. Tal gratitud conlleva el imperativo de que preservemos y al menos mejoremos ligeramente el mundo que se nos ha dado antes de pasarlo a las generaciones posteriores. Estamos en medio de muchas generaciones. Si somos indiferentes a los que nos precedieron, ¿cómo podemos esperar preocuparnos por el bienestar de los que vienen después de nosotros?
Conclusión: la historia de la verdad
Finalmente, la historia de nuestros hermanos del pasado termina siendo nuestra propia historia. Como hermosamente lo dijo Blaise Pascal:
El ejemplo de muertes nobles como la de los espartanos y otros no nos llegan a conmover, porque no vemos de qué nos sirve. Pero el ejemplo de la muerte de los mártires cristianos nos conmueve, porque son nuestros hermanos, tenemos un vínculo común con ellos, de modo que su devoción nos inspira no solo por su ejemplo, sino porque deberíamos tener ese mismo valor (...) La historia de la iglesia debería llamarse con mayor precisión la historia de la verdad.
El estudio cristiano de la historia de la iglesia no debe ser nunca algo monótono o aburrido, ya que no es un ejercicio netamente intelectual, sino un ejercicio espiritual. Es espiritual, porque detrás de los bastidores del teatro de los sucesos del mundo, hay una providencia colosal que sigue obrando, y nosotros, por la obra del Espíritu Santo, podemos identificar muchos de los matices de ese obrar.
La historia de la iglesia se ocupa del estudio de la fe cristiana y de sus seguidores, desde el siglo I hasta nuestros días: Esa sería una definición sencilla de lo que significa estudiar a la iglesia y su pasado.
A continuación la respuesta de algunos autores autores adicionales que se han pronunciado al respecto:
“¿Cómo vamos a trabajar con algún efecto para edificar la iglesia, si no tenemos un conocimiento completo de su historia, o no la captamos desde el punto apropiado de observación?”
— Philip Schaff (Teólogo e historiador suizo)
“Los placeres de leer historia son múltiples; ejercita la imaginación y la equilibra, revela los matices de lo familiar con lo desconocido, saca lo heroico de la humanidad al lado de lo vil, templa el partidismo absoluto mostrando cuán pocos monstruos del error ha habido, y de todas estas formas induce una relativa serenidad”.
— Jacques Barzun (Escritor, filósofo e historiador)
“De todos los medios para valorar el carácter estadounidense… la búsqueda de la historia religiosa es la más completa”.
— Franklin Jameson (Historiador, autor y editor)
Hay un aforismo: el que olvida su propia historia está condenado a repetirla. Si no conocemos nuestra propia historia, simplemente tendremos que soportar los mismos errores, sacrificios y absurdos una y otra vez”.
— Aleksandr Solzhenitsyn (Escritor e historiador ruso, Premio Nobel de Literatura)
“Ciertamente no hay nada de malo en que la iglesia mire hacia el futuro, pero es tremendamente importante que se haga en conexión con la mirada hacia adentro, hacia la propia naturaleza y misión de la iglesia, y una mirada hacia atrás a su propia historia. Si la iglesia hace esto, es menos probable que siga el rumbo de la comunidad empresarial, de las grandes corporaciones o del mercado”.
— Joseph Sittler (Ministro y teólogo luterano)
“El primer paso para liquidar a un pueblo es borrar su memoria. Destruye sus libros, su cultura, su historia… Y en poco tiempo la nación olvidará lo que es y lo que fue”.
— Milan Hübl (Historiador checo)
“El ejemplo de muertes nobles como la de los espartanos y otros no nos llegan a conmover, porque no vemos de qué nos sirve. Pero el ejemplo de la muerte de los mártires cristianos nos conmueve, porque son nuestros hermanos, tenemos un vínculo común con ellos, de modo que su devoción nos inspira no solo por su ejemplo, sino porque deberíamos tener ese mismo valor… La historia de la iglesia debería llamarse con mayor precisión la historia de la verdad”.
— Blaise Pascal (Polímata, matemático, físico, teólogo, filósofo y escritor francés)
Apoya a nuestra causa
Espero que este artículo te haya sido útil. Antes de que saltes a la próxima página, quería preguntarte si considerarías apoyar la misión de BITE.
Cada vez hay más voces alrededor de nosotros tratando de dirigir nuestros ojos a lo que el mundo considera valioso e importante. Por más de 10 años, en BITE hemos tratado de informar a nuestros lectores sobre la situación de la iglesia en el mundo, y sobre cómo ha lidiado con casos similares a través de la historia. Todo desde una cosmovisión bíblica. Espero que a través de los años hayas podido usar nuestros videos y artículos para tu propio crecimiento y en tu discipulado de otros.
Lo que tal vez no sabías es que BITE siempre ha sido sin fines de lucro y depende de lectores cómo tú. Si te gustaría seguir consultando los recursos de BITE en los años que vienen, ¿considerarías apoyarnos? ¿Cuánto gastas en un café o en un refresco? Con ese tipo de compromiso mensual, nos ayudarás a seguir sirviendo a ti, y a la iglesia del mundo hispanohablante. ¡Gracias por considerarlo!
En Cristo,
Giovanny Gómez Director de BITE |