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Al analizar realidades históricas y situaciones sociales, culturales, políticas y religiosas se debe procurar tener un espectro lo más global posible de tales realidades, o el análisis podrá quedar muy comprometido. Igual, creemos, debe hacerse cuando se trata de analizar la vida y obra de alguien, y más si la persona bajo escrutinio es o fue alguien fuera de serie cual George Friedrich Händel, el compositor y músico alemán del barroco. Händel no sólo fue un compositor fuera de serie, sino que puedes encontrarlo en la lista de los Top 10 de todos los tiempos. Por cierto, El Mesías de Händel brillará como una de las piezas maestras de toda la historia del arte.
Cuando de compositores y músicos sobresalientes de la historia se trata, uno debe preguntarse, ¿por qué la grandeza de las composiciones de Bach, Mozart, Beethoven, Wagner, Chaikovski, Chopin, etc.? Y por supuesto, ¿por qué el caso de Händel? Es menester, entonces, analizar sus circunstancias sociopolíticas y económicas, su realidad sociocultural, la época y el momento, y por qué no, su religión y cosmovisión. Increíblemente encontrarás que los grandes de los grandes de los siglos XVII al XIX se encuentran en terreno alemán y sus alrededores (Austria, Polonia y Prusia). Estamos hablando de Johann Sebastian Bach, Wolfgang Amadeus Mozart, George Friedrich Händel, Franz Schubert, Ludwig van Beethoven, Franz Joseph Haydn, Richard Wagner, Robert Schumann, Felix Mendelssohn, Franz Liszt, Johannes Brahms o Gustav Mahler.
Quizás usted no lo perciba por los nombres, pero el momento te deja claro que estos hombres respondieron a su fe, la mayoría fueron alemanes luteranos, a parte de sus circunstancias socioeconómicas y políticas, ya que en las demás naciones hubo circunstancias sociopolíticas semejantes para muchos. Estos hombres no fueron de las clases obreras en su gran mayoría, pero sí fueron hombres de fe, con una cosmovisión luterana. Si hubieran sido, por ejemplo, reformados, no habrían podido, por increíble que parezca, desarrollar su genio en la música sacra ni en la iglesia. Lo que para Lutero (que fue músico y compositor, además de teólogo, predicador, profesor y escritor -de hecho, el genio de la reforma, humanamente hablando- era un deber, a saber, explotar la música para la gloria de Dios y el deleite del alma; increíblemente para Calvino y los reformados, era impropio y hasta sacrílego.
De hecho, la música vertida por Bach, por ejemplo, era con el firme y único propósito de glorificar a Dios. En palabras del mismo Bach, y “refrigerio del alma”. Igual pasó con Händel. Analizas sus composiciones y todas tienen una teología evangélica impresionantemente acabada.
Datos biográficos del genio alemán
Georg Friedrich Händel (en inglés, George Frideric Handel) nació el 23 de febrero de 1685 en la ciudad de Halle, ubicada en el Ducado de Magdeburgo del entonces Sacro Imperio Romano Germánico (actual Alemania). Sus padres fueron Georg Händel y Dorothea Taust. Su padre (el Dr. George Händel) engendró a Friedrich en su vejez (a los 63 años), ejercía como cirujano-barbero de prestigio, sirviendo en la corte del Ducado de Sajonia-Weissenfels y el Margraviato de Brandeburgo. Su madre, la segunda esposa del Dr. Händel se llamó Dorother Taust de Händel. George Friedrich fue bautizado en la catedral luterana de Halle justamente al siguiente día de haber nacido. De hecho, su abuelo materno, quien le roció el agua, era el pastor de la iglesia. George tuvo 6 hermanos paternos (del primer matrimonio del Dr. Händel), y dos hermanas más de padre y madre, Dorothea Sophia (mayor) y Johanna Christina (menor). Además, su tía materna Anna vivió siempre con la familia Händel mientras Friedrich crecía.
En resumen, Georg Friedrich Händel fue un compositor alemán, posteriormente nacionalizado inglés, considerado una de las figuras cumbre de la historia de la música, especialmente de la época barroca, y uno de los más influyentes compositores de la música occidental y universal.
Una muestra clara de los irrefutables designios del señor
Como fiel defensor de la soberanía divina debo confesar que creo en el destino, si bien no soy fatalista. Pero creemos que el Señor ha señalado el camino de los hombres y los ha dotado con habilidades, con carácter y dones. Cabe aquí decir que mi esposa mostró su pasión por la medicina cuando aún no sabía leer. Yo tuve afecciones por el sagrado ministerio desde que tengo uso de razón. Y así los millones de casos son semejantes. Por ello, la especulación sobre el obrar de los seres humanos no debe confundirse con su moral. Un verdugo puede ser tan santo como un predicador, y un cortesano tan noble como un campesino. Al final, Dios no te enjuiciará por el tipo de oficio con que te dotó, sino por: (1) si tu ética fue correcta (bíblica), y (2) por tu eficiencia. La inmoralidad y la infidelidad en tus acciones te llevarán a la perdición, tu ineficiencia te restará galardones en la eternidad.
La manera como George Friedrich Händel llegó a ser aquello para lo que Dios lo señaló, a saber, músico, está repleta de negativas y obstáculos. Una mirada breve a su infancia nos ilustrará sobre esto.
Händel inició sus lecciones musicales a los 8 años. Pero no todo fue color de rosa para el afamado compositor. Su padre había dicho que prefería ver al niño con los dedos mutilados que siendo un músico. Cuando el pequeño, que cuando tenía apenas 7 años, preguntó: ¿Por qué?, su padre le contestó: “Porque los músicos son holgazanes; ellos existen para entretener los cerebros de los cabezas huecas”.
Su tía Anna era una apoyadora del pequeño. En una ocasión el Dr. Handel había decidido deshacerse con fuego de los juguetes musicales de Friedrich, debido a su rotunda negativa de que el niño fuera músico. Le pidió a su tía que recogiera todos esos juguetes y se los trajera. Pero su tía decidió dejar el pequeño clavecín que estaba en penumbra en el ático de la casa. La apoyadora tía alimentó la esperanza del niñito con las siguientes palabras: "Nosotros adoramos a un gran Dios. Él puede cambiar la mentalidad de tu padre. Debemos orar. El padre de Lutero también quería que su hijo fuera abogado. Pero Dios cambió las circunstancias que lo rodeaban y Lutero llegó a ser un monje".
Friedrich aprendió a tocar el clavecín, incluso a leer la música, sin tomar lección alguna. Händel nació para ser músico y su gran pasión fue la música desde que tuvo uso de razón. En una ocasión, todavía a los siete años, después de un culto Anna se quedó con el niño y se acercaron al organista de la catedral de Halle. Zachow, el organista, le permitió sentarse en el banco del órgano. Händel tocó varios himnos, con las dos manos y leyendo la partitura. Zachow quedó sorprendido con el talento del niño. Por tal razón habló con el Dr. Händel para que le permitiera al niño tomar algunas lecciones de música. Su padre se mantenía cerrado con su decisión de que su hijo tenido en su vejez (a los 63 años) sería abogado.
Con fines de alejar al muchacho de su indefectible pasión, que contrariaba el deseo de su padre, el Dr. Händel arregló que su hijo fuera a la escuela luterana de Halle. Le dejó saber al niño que había dado instrucción al director que no le permitiera al niño ni en pintura tocar asuntos musicales y que lo reforzara en latín, porque él sería abogado.
Friedrich siguió practicando a escondidas con su clavecín en el ático. Un día su padre lo pescó y le prohibió volver al ático.
Providencialmente, Friedrich se las arregló para ir con su padre a visitar a su medio hermano Crhistian quien era ayudante de cámara del Duque de Weissenfels Juan Adolfo I. Händel sabía del amor del Duke por la música y de la amistad del Duke con su padre. El Duke oyó al joven tocar y quedó impresionado con su talento. Le sugirió al Dr. Händel mandar al muchacho a una escuela de música, y ya usted sabe su respuesta. A su negativa el duque le dijo al Dr. Händel, “entonces le ordenó mandar al joven a tomar lecciones de música”. George Händel no tuvo opción, era un mandato.
George arregló con Friedrich Wilhelm Zachow, quien instruyó al muchacho por tres años (desde los 9 a los 11). Le enseñó lecciones de órgano, historia de la música, composición, armonía, contrapunto y violín. Todo cuanto sabía. Zachow, como parte de su instrucción, eventualmente le pidió a Friedrich arreglar música semanalmente para la iglesia.
Justamente por ese tiempo, el Dr. Händel recibió una carta de la princesa Sofía Charlotte (bisnieta de Jacobo I de Inglaterra), solicitando que enviará a su hijo a Berlín a tocar para los nobles. Aceptando, mandó al muchacho a Berlín.
En el primer banquete en el palacio de Berlín, Sophia lo presentó como uno de los músicos más virtuosos de Alemania. Lo sorprendió invitándolo a tocar el clavecín frente a docenas de músicos y cientos de personas presentes en aquel banquete.
Friedrich inició con “Castillo Fuerte es nuestro Dios”, el himno más famoso de Lutero y que era tenido como 'el himno de batalla de la reforma'. Luego tocó varios otros himnos, terminando con “Allá en el Pesebre”. En medio de la avalancha de miles de aplausos, se excusó por su falta de preparación para la ocasión. Las oblaciones no cesaban. Se le pidió repetir el “himno de batalla de la reforma”, y la princesa mandó a que en la última estrofa todos se pusieran de pie y cantarán esa estrofa.
Por los meses que duró allí estuvo en toda clase de escenario tocando clavecín y violín, el órgano en la iglesia y asistiendo a banquetes e invitaciones. En una ocasión los príncipes le invitaron en privado y le externaron su deseo de que el joven fuera a Italia y se codeara con los grandes de Roma, Venecia, Florencia y otros lugares en Italia. El virtuoso les recordó que era un niño de 11 años y que sus padres debían tomar la decisión.
El Dr. Händel se negó a permitir que su pequeño fuera a Italia. Quería que regresara a Halle a estudiar en la universidad. Por cierto, el Dr. Händel, estaba muy enfermo. De hecho, falleció (el 11 de febrero del año 1797, a los 75 años), unos meses después del regreso de Friedrich de Berlín a casa.
Friedrich entró de nuevo al gimnasio (escuela para los alemanes). El joven se matriculó en la universidad de Halle (el 10 de febrero del año 1707). Händel contaba con 17 años por entonces. Ni siquiera sabía cómo pagaría la universidad. La economía de su viuda madre no era la mejor. De hecho, ni siquiera se pudo matricular en la escuela de derecho al principio, como hubiera querido su padre. Pero el 13 de marzo de ese mismo año la iglesia calvinista de Dom-Kirche lo contrató como organista de la iglesia, lo cual era suficiente para su renta, manutención y pago de la universidad.
Un año después conversó con su antiguo profesor Zachow sobre su determinación de consagrarse a la música y abandonar la universidad. Zachow lo recomendó a Hamburgo en 1704. Allí sobrevivía de tocar y enseñar música. Fue admitido como violinista y clavecinista en la orquesta de la Oper am Gänsemarkt de Hamburgo. Allí también Händel compuso sus dos primeras óperas, Almira y Nero, en 1705. Escribió otras dos óperas, Daphne y Florindo, en 1708.
Trabajo duro, no todo es color de rosa
Sus primeros trabajos como compositor iniciaron en 1703 en Hamburgo. Entre 1706 y 1710 Händel trabajó en Italia, convirtiéndose en el compositor de óperas italianas más famoso de su entonces. Fue invitado a Florencia por uno de los De Médici, que tenían un gran interés en la ópera, y trataban de hacer que Florencia fuera la capital musical de Italia mediante la atracción de destacados talentos de su época. Händel fue a Roma y, como la ópera fue (temporalmente) prohibida en los Estados Pontificios, compuso música sacra para el clero romano. Compuso las óperas Rodrigo y Dixit Dominus (ambas en 1707) y Agrippina 1709. También compuso cantatas en estilo pastoral para reuniones musicales en los palacios de los cardenales Pietro Ottoboni, Benedetto Pamphili y Carlo Colonna. En 1707, compuso su primer oratorio El triunfo del tiempo y del desengaño y un año después escribió La Resurrezione, basado en textos bíblicos. Ambos se representaron en un ambiente privado para las familias Ruspoli y Ottoboni en 1709 y 1710, respectivamente. La primera de todas sus óperas italianas, Rodrigo, fue producida en el Teatro Cocomero de Florencia en 1707.
En 1710, Händel regresó de Italia a Alemania. Trabajó brevemente como maestro de capilla del príncipe elector de Hannover Jorge. Visitó a Ana María Luisa de Médici y a su marido en Düsseldorf en su camino hacia Londres (quizás en un viaje antes de mudarse a Londres). Allí obtuvo gran éxito con su ópera Rinaldo, basada en el poema épico Jerusalén liberada del poeta italiano Torquato Tasso. En 1712 se mudó a Inglaterra, viviendo en Londres hasta su muerte. Algunos biógrafos registraron que Händel recibió un salario anual de 200 libras de la reina Ana, después de que hubiera compuesto para ella Utrecht Te Deum and Jubilate, que fue interpretado por primera vez en 1713. En 1720 fue designado director de la Royal Academy of Music de Londres. Para 1723, se había instalado en una casa de estilo georgiano en el número 25 de Brook Street, que alquiló para el resto de su vida. Esta casa, donde ensayaba, copiaba música y vendía entradas, es ahora la Handel House Museum. Durante doce meses, entre 1724 y 1725, Händel escribió tres óperas destacadas y exitosas, Julio César en Egipto, Tamerlán y Rodelinda.
Al estrellato como compositor sacro
Allí Händel escribió 14 óperas para esa institución entre 1720 y 1728, que le hicieron famoso en toda Europa. La estabilidad económica de la empresa, la disposición de los prestigiosos solistas y de una excelente orquesta, así como el gran entusiasmo del público, permitieron a Händel llevar a la época de gloria de la Royal Academy of Music, que incluyó varias de las piezas cumbre de la ópera seria.
El 11 de junio de 1727 falleció Jorge I, pero antes de morir había firmado el “Acta de Naturalización” de Händel. El compositor era ya súbdito británico. En ese momento cambió su nombre a “George Frideric Handel”. A Jorge I le sucedió Jorge II y para su coronación se encargó la música a Händel. Así nacieron los Coronation Anthems “Zadok the Priest”, que ha sido interpretado en cada coronación desde entonces; “My Heart is Inditing”, “Let Thy Hand be Strengthened” y “The King shall Rejoice”.
Otros reveses
En abril de 1737, a los 52 años el Friedrich presentó de edad una enfermedad vascular que le inhabilitó el uso de cuatro dedos de su mano derecha, lo que le impidió tocar. Incluso parecía que el trastorno a veces afectaba a su entendimiento. Nadie esperaba que Händel fuera a ser capaz alguna vez de volver a tocar, pero se recuperó con notable rapidez del problema. Incluso pudo escribir una de sus óperas más populares, Serse (que incluye la famosa aria Ombra mai fù que escribió para el castrato Caffarelli), justo un año después de su aflicción.
En 1941 Händel abandonó la ópera para dedicarse a componer sus oratorios, de los cuales El Mesías es el primero en la lista. De hecho, fue justamente en aquel año que Händel presentó su última ópera, Deidamía, una coproducción con el conde de Holderness. Si bien en aquel entonces Händel gozando ya de mucha fama, siguió teniendo reveses. A parte de la parálisis que le había provocado el evento cerebrovascular un par de años atrás, de la cual se había medianamente recuperado; poco tiempo antes de componer El Mesías, tuvo una situación económica tan precaria que enfrentó temores de ir a prisión por deudas. La competencia de la ópera patrocinada por la realeza era casi insostenible para los negocios un tanto independientes de Händel.
Un rescate providencial gracias precisamente a El Mesías
Pero providencialmente llegó el momentum de su vida, justamente gracias a la composición de El Mesías. Luego de haber compuesto su coral “Allelujah”, con lágrimas exclamó frente a un sirviente: “¡Pensé haber visto los cielos sobre mí, y al mismo gran Dios!” De hecho, en la primera presentación del Mesías en Londres, el rey George II se puso sobre sus pies en medio del desempeño de la obra, y como era rey, toda la audiencia lo acompañó. Eso se convirtió en la costumbre hasta nuestros días. En 1751 dejó definitivamente de componer debido a su pérdida de la visión. No obstante, continuó activo en la música, tanto que el día antes de morir, condujo El Mesías en las ejecuciones de esa semana santa.
El éxito del Mesías descansa en su glorioso coro. Existen más corales inspirados en El Mesías de Händel que en cualquiera de sus otros oratorios.
Händel basó prácticamente todos sus oratorios en historias bíblicas, especialmente del Antiguo Testamento. El Mesías es una excepción. El texto es una colección de notas compiladas por su amigo Charles Jennens tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo. El Mesías no contiene acción dramática. Ilustra el fundamento del cristianismo en una serie de musicales que se ponen en paralelo con las profecías de la venida de Cristo, su nacimiento, su vida, su muerte y su resurrección.
Puedes encontrar el libreto original en inglés, su traducción y hasta partituras en la web.
La producción musical de Handel
Händel compuso 43 óperas, 26 oratorios y más de 150 composiciones instrumentales. Varios concerti grossio (que consisten en composiciones para grupos de unos pocos solistas acompañados de la orquesta de cuerdas), así como varios conciertos para órgano y suites para Clavecín y varias sonatas (o sonetos) para grupos de cámara. En fin, Händel compuso tanta música como Bach y Beethoven. Y mucha de su música todavía vive hoy para glorificar al Dios al que Händel sirvió con su gran talento.
Algunos oratorios compuestos por Händel: El Mesías, Judas Macabeo, Israel en Egipto, Saúl, Belshazzar, Sansón, Alexander's Feast, Salomón, entre otros tantos.
Como con regularidad ha acontecido a los genios y más grandes, especialmente en el mundo artístico, George Friedrich nunca se casó y no dejó descendencia. Fue tan amante del arte, que aparte de su gran éxito y el cuantioso volumen de obras musicales que produjo, y su intenso trabajo en diferentes áreas de su oficio; también fue coleccionista de arte.
Diecisiete años después del estreno de la obra, en 1759, y durante una de sus múltiples representaciones, Händel se desmayó y nunca se recobró. Su funeral fue acompañado por más de tres mil seguidores de su ya eterna obra. Sus restos se encuentran enterrados en la Abadía de Westminster, Londres, desde el 20 de abril de 1759.
Händel era conocido por ser un hombre generoso, incluso en la muerte. Hacer que los niños no sufrieran, su voluntad dividió sus activos, entre sus servidores y varias organizaciones benéficas, incluyendo el Hospital de Niños Expósitos. Incluso donó el dinero para pagar su propio funeral para que ninguno de sus seres queridos tuviera que soportar la carga financiera.
En 1784, 25 años después de la muerte de Händel, tres conciertos conmemorativos se llevaron a cabo en su honor en el Partenón y la Abadía de Westminster. En 2001 la casa de Händel en la calle Brook (1723-1759) se convirtió en el sitio de la Casa Museo de Händel, con domicilio en la memoria de su vida legendaria y obras.
Algunas conclusiones
La vida de Händel resulta impresionante. No cabe duda de su pasión y genio, sin duda algunos dones otorgados por la Providencia. La vida de Händel, como la de todos los fueras de serie (como elegantemente nos dibuja Gladwell en su best seller “Outliers”), está indefectiblemente ligada a las circunstancias y al esfuerzo. Gladwell nos demuestra su tesis en el libro antes citado, a saber, que el éxito casi sin excepción, a parte de las circunstancias internas y externas, está intrínsecamente ligado a “las 10,000 horas de trabajo”. Casi cabe aquí mencionar la frase del filósofo y ensayista José Ortega y Gasset, en su obra Meditaciones del Quijote, que dijo: “El hombre es él y sus circunstancias”. No obstante, esto no debe chocar con la doctrina de la Divina Providencia ni en un ápice, como tampoco con la doctrina de la Soberanía Divina.
Dicho de otro modo, las circunstancias no son escogidas ni orquestadas por el individuo en cuestión, como tampoco lo son sus dotes y talentos; en esencia esos asuntos son divinos. Pero no hay que atribuir al soberano los deberes del hombre. Es decir, hay que trabajar duro para desarrollar el talento innato y para oponerse a las circunstancias adversas. Eso es exactamente lo que vemos en Händel. Fue un hombre incansable que procuró sobreponerse a un evento cerebral, que trajo como fruto una parálisis de su mano derecha, a dificultades económicas adversas en ocasiones, y a la ceguera misma. Todo ello da fe de la correcta cosmovisión de Händel, como de su evidentemente correcta teología del trabajo.
Dios es el responsable y administrador de los dones, a quien quiere los otorga. El juicio divino a todo hombre, entonces, será tanto de índole moral como respecto al deber. Lo bueno y lo malo será juzgado. Pero el no haber hecho lo que debimos con lo que se nos dio, será igualmente enjuiciado.
Yo no creo que el monopolio alemán de la música seria y profesional de los siglos mencionados en la introducción sea una simple casualidad. Estoy convencido que tiene mucho que ver con la visión luterana de las bellas artes, con una sana doctrina subsecuente del deber de cada hombre y de las comunidades regeneradas, así como de una cosmovisión adecuada, moldeada por las Escrituras. De nuevo, si Händel hubiera crecido en un contexto suizo (calvinista), con el mismo dote providencial, increíblemente jamás habría sido el extraordinario músico que correspondió a su genio.
Cristianos, anhelemos la segunda venida del Mesías. Amemos a Dios con todas nuestras fuerzas y pensamiento, cumpliendo al pie de la letra su Palabra. Amemos a todos como al Señor, en su debido orden. Pero no cometamos los errores de los escapistas, los pietistas, los místicos, ni nos aboquemos a sofismas y gustos personales de los líderes religiosos. De hecho, cuando nació Händel había paz en Alemania, en realidad, hacía justamente cuatro décadas que se había firmado el tratado conocido como la Paz de Augsburgo, luego de los absurdos saldos dejados por la Guerra de los 30 Años. Sobrepongámonos a lo incorrecto en todo tiempo y en todo orden. Procuremos dejar un entorno y un mundo mejor. Potenciemos nuestras habilidades, en palabras de Bach, “para la gloria de Dios y el refrigerio de las almas”. Seamos todo lo eficiente que podamos en todas las cosas que el Señor nos ayude a emprender, cual lo hizo Händel.
¡Honremos y cantemos ‘Aleluya’ al Mesías; cual Händel!
A Dios sea dada toda la gloria y la alabanza por las edades! ¡Amén!
BIBLIOGRAFÍA
LIBROS Y DOCUMENTOS
Ledwig Charles. George Frideric Handel; Composer of Mesiah. © 1987. Mott Media.
Palisca, Claude V. The World Book Encyclopedia. Tomo 9. © 1981.
Gladwel, Malcon. Outliers. The Story of Success. © 2008. Little, Brown and Company.
Burrows, Donald. Handel: Messiah. © 1991. Cambridge University Press.
Van Til, Marian. George Frideric Handel: A Music Lover's Guide. © WordPower Publishing.
Eleanor Selfridge-Field. A New Chronology of Venetian Opera and Related Genres 1660-1760. Journal of Medical Biography.
SITIOS WEB
udiscovermusic.com/classical-features/best-classical-composers-top-20
musica-barroca.com/george-frideric-handel/
www.biografiasyvidas.com/biografia/h/haendel.htm
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www.liricacomplutense.com/PROGRAMAS/mesias_dossier.PDF
www.milenio.com/opinion/luis-guadarrama-rico/mirada-en-la-red/el-hombre-y-su-circunstancia
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