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Tradujo y publicó, por primera vez, el Nuevo Testamento del griego al castellano, y tradujo obras de Lutero y Calvino. Este humanista burgalés, que vivió en el siglo XVI, es contado entre los reformadores. Hay quienes lo han llamado el “Lutero de Burgos”. Fue perseguido por ser fiel en su oposición a los excesos de Roma, pero salió milagrosamente de la cárcel. Al final de su vida se casó y tuvo hijas, pero murió inesperadamente a una edad similar a la de su Señor, con poco más de 30 años. Este es un breve resumen de la vida de Francisco de Enzinas (1518 - 1552).
Familia y primeros años en Burgos (1518-1534)
La mayoría de los historiadores afirma que Francisco de Enzinas nació en Burgos el 1 de noviembre de 1518, aunque también se han considerado otros años, como 1520, propuesta defendida por el latinista Jorge Bergua Cavero en su obra Un humanista reformado en la Europa de Carlos V, que es una biografía de nuestro protagonista. Sin embargo, según el doctor Jonathan Nelson, en 1520 se empezaron a registrar los nacimientos en la Catedral de Burgos y el de Francisco no aparece allí, así que se da por hecho que ya había acontecido.
Si aceptamos el año 1518, entonces Francisco de Enzinas nació 366 días después de que Martín Lutero plantó las 95 tesis en la puerta de la Iglesia de Todos los Santos de Wittenberg, momento en el que históricamente comenzó la Reforma protestante. En la Burgos del siglo XVI, a una distancia de 2000 km de donde el ilustre monje alemán dio el martillazo que le inició aquel importante suceso histórico –sin saber aún la repercusión que tendría–, Enzinas vino a este mundo en el seno de una reconocida familia de comerciantes en la ciudad.
Su padre, Juan de Enzinas, era de la creciente burguesía de aquella urbe y había hecho dinero gracias a sus negocios. Su familia estaba en las esferas más importantes de la sociedad. Un hermano menor de Juan, Pedro de Enzinas, llegó a ser arcediano (un alto cargo eclesiástico en la Iglesia católica) de Palazuela y canónigo (miembro del clero católico que pertenece al cabildo) de la catedral de Burgos. Un primo llamado Alonso García de Enzinas fue miembro del Santo Oficio de la Inquisición.
Destaca también Álvaro de Enzinas, quien parece era tío de Francisco y en su momento llegó a prestar dinero varias veces al emperador Carlos V: en 1542, unos 10 000 ducados; en 1543, unos 50 000 ducados y en 1546, unos 100 000. Esto dice mucho de cómo eran las influencias de ciertos familiares de Francisco. Entre su parentela había licenciados, militares de alto rango, comerciantes de prestigio y otros más.
Es posible que Ana de Sandoval haya sido la madre biológica de Francisco de Enzinas y de su hermano Diego, pero las evidencias que se tienen son dudosas. El interrogante surge por la relación de ellos con Beatriz de Santa Cruz: cuando Francisco y Diego se fueron de España, los familiares de Beatriz fueron quienes los atendieron, y cuando Francisco huyó de la cárcel de Vrunte, parece ser que lo cuidó Diego Ortega, pariente también de los Santa Cruz, a quien Francisco llamó “tío”.
Otro hecho que los relaciona es que, tras la muerte de Francisco y su esposa, al quedar huérfanas sus hijas, Beatriz de Santa Cruz reclamó a Estrasburgo la custodia de sus “nietas”. En todo caso, fue ella quien ejerció el papel de madre de Enzinas. Ahora, si se acepta la hipótesis de que Beatriz era su madre biológica, estaríamos ante una identidad particular de Francisco de Enzinas, ya que los Santa Cruz procedían de conversos (judíos que se habían convertido al cristianismo).
Etapa en Europa antes de la llegada a Wittenberg (1534-1541)
Poco más se sabe de la época infantil y primeros tiempos de adolescencia de Francisco en España. Antes de 1534, con tan solo 14 años, salió de España por primera vez hacia los Países Bajos. El motivo de la salida fue estudiar el comercio y atender los negocios de la familia en las tierras de Flandes. Por lo que se sabe, fue allí donde se topó por primera vez con las obras de Erasmo y quedó prendado del nuevo saber y del movimiento reformador europeo.
Influenciado por esto, en 1536, Enzinas se dirigió a París. Tanto el académico Francisco Socas como el hispanista Ignacio García Pinilla sostienen que pudo haber comenzado en ese entonces sus estudios en la Universidad de París, y que allí contactó a una inquieta e ilustre colonia española: Juan Díaz —quien fue su amigo del alma—, Juan Olivar, Juan Martín Población, Miguel Servet, Pedro Maluenda (el confabulador de la muerte de Juan Díaz junto a su hermano Alonso Díaz) e Ignacio de Loyola.
Posteriormente, en 1537, regresó a España con motivo de un proceso inquisitorial contra su “pariente” Pedro de Lerma, quien era “cancelario” (es decir, administrador) de la Universidad de Alcalá. Este fue condenado a retractarse de sus opiniones erasmistas y reformadas, y salió de España en 1538 rumbo a París, en busca de más libertad. Llegó a la Universidad de la Sorbona y se convirtió en decano. Francisco de Enzinas lo acompañó y así fue como, con tan solo 20 años, salió definitivamente de España.
Francisco, que era de corazón inquieto, estaba muy preocupado por su formación. Por lo tanto, ya en Europa, el 4 de junio de 1539 se matriculó en el Colegio Trilingüe de la ciudad de Lovaina, en la actual Bélgica, siguiendo los pasos de su hermano Diego. Estudió griego y latín. En esa universidad tuvo la oportunidad de estudiar las obras de los reformadores y los textos bíblicos originales del Textus Receptus de Erasmo. En este periodo se pueden ver nuevos nombres que se aplicó el mismo Enzinas en su matriculación en Lovaina: “Francisco Densines” y, por carta de su hermano Diego a George Casanders, “Francisco Dryander”.
Matriculación en Wittenberg, traducción del Nuevo Testamento y consecuencias (1541-1543)
El 27 de octubre de 1541, Francisco se matriculó en Wittemberg, cuna de la Reforma, con el nombre Franciscus Dryander Hispanus. Se alojó en la casa del ilustre teólogo alemán y colaborador cercano de Martín Lutero, Philipp Melanchthon, quien tuvo una estrecha relación con él y llegó a afirmar que Enzinas era uno de sus mejores alumnos. Allí mismo completó la traducción de su obra más conocida: la primera traducción del Nuevo Testamento del griego al español.
En 1542, Francisco realizó la primera de sus obras fuera del Nuevo Testamento, la traducción de Christianae religionis institutio (La institución de la religión cristiana) de Calvino y de De Libertate Christiana (en español, La libertad cristiana) de Lutero. Con estas dos publicaciones empezó a ser alertada la Inquisición. A la primera la llamó Breve y compendiosa institución de la religión cristiana, y cuenta con un prólogo maravilloso y profundo de Enzinas, y con algunas explicaciones de la traducción. También le añadió los salmos penitenciales y un epílogo titulado “Cómo un hombre cristiano ha de instituir cada día su vida”.
Enzinas pretendía que este catecismo fuera leído por todos los españoles para que así se conociera la verdadera fe cristiana. Ya por fin, en 1543, llegó una fecha muy esperada para él: como narra el profesor de historia Jonathan Nelson, en su Biografía en torno a su labor bíblica, en los talleres de “Matías de Crom, con Steven Mierdmanns como impresor y bajo la supervisión constante de Francisco de Enzinas, se terminó de imprimir en noviembre de 1543”.
El 23 del mismo mes, en Bruselas, fue presentado al emperador Carlos V con un prólogo dedicado a él, con el cual Enzinas le explicó el motivo que lo llevó a emprender tal empresa. El confesor del emperador, Pedro de Soto, le llamó para tener varias conversaciones con él. Después de varias jornadas, el 13 de diciembre de 1543, le tendieron una trampa: fue arrestado y encarcelado en la cárcel de Bruselas de la Vrunte.
Tiempo en la cárcel de la Vrunte y años agitados (1543-1547)
En sus primeros días de arresto, Enzinas estaba bastante sorprendido por la forma en la que había sido engañado. Habría podido ver las señales de que las entrevistas con Pedro de Soto eran un amaño para poder prenderle. Él mismo dijo en sus memorias:
Durante la primera noche de mis mayores penalidades, la del día 13 de diciembre de 1543, estuve dándole vueltas y vueltas a todo aquel suceso con tan hondo afán, que gracias a la fuerza del pensamiento fui repasando los peligros que se me echaban encima tal como si antes de mí los estuviera viendo.
En los primeros días se le acercaron hermanos en la fe encarcelados por la misma causa, es decir, por querer vivir su fe bíblica llevando la contraria a los excesos de la Iglesia de Roma. En sus Memorias, Enzinas contó el relato de su primer encuentro con un hermano en la fe, con un “enviado de Dios” para consolar su corazón en medio de tan tremenda tribulación. Se trataba de Gilles Tielmans, el humanista y reformador belga conocido como Egidio, quien le recibió con palabras muy alentadoras:
Anda y ten buen ánimo, hermano, no vayas a consumirte sufriendo tan sin medida. Pues por lo que acierto a ver, algo grave tiene que ser lo que te angustia y, con señas de muy grande pena, casi a la fuerza, te saca a la cara el dolor escondido en tu pecho (…). Debes pensar, hermano, que esa es la voluntad del Padre Eterno que cuida amorosamente a sus hijos y los gobierna muy de otra manera de lo que ellos piensan. Esa voluntad suya, tú, si quieres que la verdad se te tenga por su hijo, no puedes ni debes torcerla con tus lágrimas, con tu dolor, con tus lamentos (…). Un valiente, y mucho menos un cristiano no tiene que temer en absoluto ningún mal, por grande que sea, excepto la culpa (…). Debes pensar que ante Dios estas cadenas te son honrosas y que las compartes con muchos hombres muy santos que sufren en estos tiempos a pesar de su inocencia. ¡Fuera, pues, inútiles lamentos, fuera infundados temores! ¿O acaso ignoras que hasta en nuestras prisiones Dios nos asiste, cuida de nuestras cosas, nos ve? ¿Qué incluso ahora anda metido en nuestra charla? ¿No sabes que Dios tiene contados los pelos de nuestras cabezas y que ni uno solo nos pueden quitar sin la voluntad del Padre? ¿Por qué, pues, temer, las amenazas de los hombres? Más bien libera tu espíritu de cuidados tan grandes para que, sereno y tranquilo, al cabo se mueva más a invocar a Dios, a ocuparse de tus propios asuntos con mayor discernimiento y entregas (...). En Él únicamente he puesto mis esperanzas todas. Con mis oraciones, mis palabras de consuelo y mi entrega seré para ti un criado fiel y constante.
Para Enzinas, este encuentro fue muy importante, pues le dedicó bastante espacio en sus Memorias. Durante el tiempo que Egidio estuvo con él en la misma cárcel, se convirtió en lo que realmente se puede entender como un hermano, amigo y guía espiritual. Este hombre fue un desahogo para Enzinas: permaneció con él hasta que fue trasladado para ser juzgado por última vez y quemado el 27 de enero de 1545.
Lo que salvó a Enzinas sin duda fue la providencia de Dios: el hecho de estar en una cárcel que escapaba del poder tirano de la Inquisición sin duda jugó un papel fundamental. Permaneció allí cerca de dos años, pero algo maravilloso pasó en su vida. Había sido injustamente encarcelado, pero –así como fue liberado Pedro en Hechos 12– Enzinas fue caminando por una de las galerías, encontró la puerta abierta y salió sin oposición alguna. Se escondió en casa de un tío y de ahí regresó a Wittenberg.
En este tiempo, Enzinas comenzó una etapa muy viajera; tuvo unos años muy agitados y llenos de desafíos. Sus tareas eran evangelizar y buscar recursos para la gran obra que tenía proyectada: la traducción y edición de la Biblia castellana, cosa que nunca pudo terminar por su pronta muerte. En julio de 1545 terminó sus Memorias, dedicadas a Melanchthon. Pero, sin duda, ese año fue el comienzo de un calvario que llevó el resto de su vida, pues su hermano Diego fue encarcelado.
En 1546 vivió otra de las tragedias de su vida, la muerte de su hermano en Cristo y amigo Juan Díaz. Lo acompañó en sus últimos momentos y fue el primero en verlo sin vida. Ese año se quedó con Martín Bucero en Estrasburgo durante un tiempo y luego continuó su ronda de viajes. El 1 de septiembre de 1546 se matriculó en la Universidad de Basilea y obtuvo el título de Máster en Filosofía. El 24 de noviembre terminó la obra en la que contó la verdad sobre la muerte de su amigo Juan Díaz: Verdadera historia de la muerte del santo varón, Juan Díaz. Ese mismo otoño escribió un tratado sobre los decretos del concilio de Trento y un poema contra el papa Paulo III.
El 15 de diciembre, su hermano Diego fue acusado de herejía bajo tortura y quemado en la hoguera. Este hecho fue cargoso para Francisco. Con todo lo que había pasado, Francisco comenzó a pensar qué hacer: por un lado, no podía volver a España porque un hermano suyo le había avisado que un fraile dominico quería matarlo; por otro, se sintió perseguido en Basilea. Así que pensó en ir a Constantinopla, que era uno de los reductos de libertad de la época. Pero algo inesperado le hizo cambiar de opinión.
Londres, Basilea y Estrasburgo, donde encontró la muerte (1547-1552)
En 1547, Enzinas tuvo una gran actividad epistolar con hombres importantes de la Reforma protestante, como Melancthon, Bucero, Calvino, Enrique Bullinger, Joachim Vadian, Oswald Myconius, Pierre Alexandre, Pedro Mártir Vermigli, quienes fueron vistos en su Epistolario como remitentes o destinatarios de las cartas. Pero también tuvo relación epistolar y de amistad con algunos personajes que son tachados de herejes por los protestantes y católicos romanos. Por ejemplo, Bernardo Ochino y Sebastián Castellio.
Este hombre joven y de espíritu inquieto se encontró con algo inesperado, que le hizo cambiar su forma de vida por completo, y es que conoció a quien se convirtió en su esposa: Margarete Elter. Este hecho le hizo cambiar radicalmente su proyecto de emigrar a Constantinopla. En una epístola, le escribió a Bullinger, ministro de Zurich, quien estaba muy preocupado por su seguridad:
No hubieran podido alejarme tus amenazas del camino de Constantinopla, si una cadena más fuerte no me hubiera retenido inesperadamente en esta parte de Europa. Pues, para contarte como a mi mejor amigo, y a los demás hermanos que están contigo, lo que me ha ocurrido en esta ciudad (Estrasburgo) sin que yo lo esperara, has de saber que he tomado como compañera de mi vida a la señora Margarete Eltere, noble doncella.
Esto le dio un giro a la vida de Enzinas, más familiar, aunque él no dejó de lado sus proyectos vocacionales de traductor, escritor, etc. En abril de 1548 retomó sus viajes, aunque más tranquilo. El de esa ocasión fue importante porque se dirigió a Inglaterra llevando cartas de recomendación de Bucero y Melanchthon para el arzobispo Thomas Crammer de Canterbury. Allí Enzinas formó parte de un selecto grupo de exiliados continentales, en el cual hay reformados, humanistas, teólogos.
En 1549, trabajó como profesor de griego en Cambridge y allí nació su primera hija, a la que nombraron Margarete de Enzinas. Ese mismo año le confió su familia a Bucero, quien en ese tiempo estaba por Inglaterra y viajó a Basilea para un proyecto empresarial de impresión de libros en lengua española. Allí, en la ciudad suiza, Enzinas comenzó a tener problemas de salud que le llevaron a tener algunos sobresaltos, como desmayos. Esto lo llevó a tomar la decisión de pedir que su familia se trasladara a Estrasburgo, ya con ellas, se quedó más tranquilo.
En 1550, establecido allí definitivamente junto a su familia, fundó su Officina Hispanica, con un impresor propio. Trabajó en obras de clásicos latinos y en los libros que tradujo del Antiguo Testamento: “Psalterio” (Salmos), Job, Proverbios y Eclesiástico, un libro deuterocanónico. Todo esto lo hizo para sufragar los gastos de su gran proyecto, el cual fue mencionado anteriormente: su traducción de la Biblia castellana.
Se sabe que siguió una vida estable con su familia en Estrasburgo, mientras trabajaba en su imprenta. Ese mismo año publicó su último libro en vida, que es la gran edición de Todas las décadas de Tito Livio. Su relación con el gran reformador de Ginebra, Juan Calvino, se hizo más estrecha, y en verano de ese mismo año viajó a dicha ciudad para entrevistarse con él y hablar de su proyecto. De allí se trasladó a Augsburgo en busca de fondos para el proyecto de la Biblia castellana. Luego, regresó a su casa.
El 30 de octubre de 1552, le escribió a Calvino sobre su preocupación por los estragos que estaba haciendo la peste en dicha ciudad, enfermedad por la que más tarde murieron él y su esposa: “En esta ciudad hace estragos una peste muy violenta que se está llevando a muchos y que, tal como están las circunstancias, parece que va a empeorar”.
Pero antes, aconteció otro hecho importante: nació su segunda hija, Beatriz de Enzinas, poniéndole así el nombre de su abuela. Esto es otro indicio que hace pensar en Beatriz de Santa Cruz como madre biológica de Francisco y Diego, y no en Ana de Sandoval. Enzinas sólo pudo disfrutar algunas semanas de su segunda pequeña, pues murió el 30 de diciembre de 1552, con apenas 34 años. Su esposa falleció unas semanas más tarde. Las niñas quedaron huérfanas y, en 1555, cuando Beatriz de Santa Cruz reclamó a sus nietas, no tuvo éxito. No se puede saber si alguna vez las hijas estuvieron en España.
Aunque Francisco de Enzinas murió joven, sin duda dedicó toda su vida a glorificar a Dios. No fue pastor, pero sabía el rol que Dios le había dado: tenía que servirlo, un pensamiento muy dado de los protestantes españoles. Sus traducciones nos dejaron un legado maravilloso, cuyo impacto se extiende hasta nuestros días.
Referencias y bibliografía
Memorias: informe sobre la situación en Flandes y la religión de España (2017) de Francisco Socas. Castilla y León: Fundación Castellano y Leonés de la lengua, introducción y pp. 75, 77, 85, 221-223, 376.
Francisco de Enzinas: un humanista reformado en la Europa de Carlos V (2000) de Jorge Bergua Cavero. Marcial Pons, pp. 31, 32.
Una carta de Francisco de Enzinas (Dryander) en el martirologio de John Foxe (1999) de Ignacio García Pinilla y Jonathan Nelson. Bibliothéque d´humanisme et Renaissance, v. 61, Nº 2, pp. 515-528.
Epistolario (1995) de Francisco de Enzinas, edición de Ignacio Pinilla Droz. Biografía introductoria y pp. 6, 378, 635.
Enzinas, Francisco de (known as Francis Dryander) (2004) de Jonathan L. Nelson, en Oxford Dictionary of National Biography. University Press 2004; Vol. 18.
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