Por Eliana Zuluaga
“En aquel tiempo los sordos oirán las palabras del libro…” Is. 29:18 (Rvr 1960).
Vivir en un mundo sin sonidos
¿Alguna vez has pensado en cómo sería vivir en un mundo sin sonidos? ¿Cómo reaccionarías si un día simplemente dejaras de escuchar y para comunicar lo que piensas y sientes tuvieras que buscar alternativas diferentes a la de tu voz, porque ésta no es entendida por quienes te rodean?
¿Has oído hablar de las personas sordas? ¿Has estado en contacto con alguna de ellas? ¿Te has comunicado con esta persona? ¿Sabías que los sordos no son mudos? ¿Sabías que los sordos son creados por Dios?
Según el censo del año 2005, en Colombia hay aproximadamente quinientas mil personas sordas, lo que equivale al 1% de la población del país. Este grupo poblacional ha sido reconocido como una comunidad lingüística minoritaria por el Estado Colombiano, el cual, a través de la Ley 324 de 1996, reconoció la Lengua de Señas Colombiana (en adelante LSC) como su lengua propia, la cual es ágrafa (no se puede escribir), es viso gestual y tiene estructura gramatical propia. Su lengua provee identidad y cultura.
Los sordos pueden clasificarse según su nivel de sordera y el uso de la LSC, así:
- Sordos profundos: no escuchan ningún sonido.
- Hipoacúsicos: tienen restos auditivos y escuchan algunos sonidos.
- Ensordecidos: nacieron oyentes, gradualmente han perdido o están perdiendo su audición.
Sobre el sordo y el uso de la LSC, encontramos:
- Usuarios de la Lengua de Señas.
- Usuarios de la comunicación oral.
- Usuarios de comunicación oral y lengua de señas
- Usuarios de comunicación oral, lengua de señas y texto escrito (en el contexto colombiano es el español como segunda lengua).
En las principales lenguas orales las palabras se escriben y su significado se asocia al sonido. Esto resulta imposible para los sordos. Es importante entender que el sordo no se acerca al texto escrito como lo hace el oyente. Su acercamiento es el equivalente al de una segunda lengua, con todas las implicaciones que esto tiene.
A través de los años, la comunidad sorda ha sido vista desde dos enfoques: El clínico terapéutico y el socio antropológico. El enfoque clínico se caracterizó por la realización de procesos de rehabilitación de la escucha y el habla. En cuanto a la escucha, se encuentra un marcado énfasis en el uso de prótesis auditivas y realización de cirugías como, por ejemplo, el implante coclear. Y en lo concerniente al habla se enfoca en el desarrollo de terapias de lenguaje que ayuden a los sordos a expresarse de manera oral como lo hace cualquier otra persona, lográndose así, desde esta perspectiva, el proceso de ‘desmutización’ del sordo. Es en este enfoque donde se acuña el término ‘mudo’ o ‘sordomudo’.
El enfoque socio antropológico hace énfasis en los procesos sociales y comunitarios de las personas sordas, donde la sordera es más una condición de vida que permite un acercamiento al mundo desde lo visual, generando una cosmovisión particular y con ello el desarrollo de elementos culturales propios. Desde esta mirada, el término sordomudo pierde validez, ya que se reconoce la voz del sordo desde una perspectiva diferente, donde dicha voz es expresada a través de su cuerpo (expresión facial, corporal, movilidad ocular, configuración manual y manejo del espacio), y es escuchada a través de los ojos, tal como se expresa en esta reconocida frase de autor desconocido: “Escucho con mis ojos, hablo con mis manos, pero al igual que tú, siento con mi corazón.”
Con el auge de los derechos humanos y las políticas públicas en favor de las llamadas minorías, en las últimas décadas y con una tendencia universal, se han dado diferentes movimientos en favor de la población sorda. De manera particular en Colombia, se han sentenciado leyes que procuran su reconocimiento como sujetos sociales de derecho y promueven su participación en diferentes esferas.
La realidad de los sordos
Aun así, los sordos enfrentan dos grandes realidades. Por un lado, viven en un mundo diseñado para oyentes, en el que, a pesar de los esfuerzos gubernamentales para los procesos de inclusión, los sordos encuentran grandes obstáculos. Por ejemplo, la inmensa mayoría de oyentes que les rodea desconoce y muestra desinterés por la LSC, lo cual incluye a sus propios familiares, ocasionando que el sordo comúnmente se sienta y viva como extraño, aun en su casa, con su familia. Sumado a lo anterior, los sordos encuentran grandes barreras para el acceso al texto escrito —el español para el caso latinoamericano— ya que esta es una lengua oral y es segunda lengua para ellos.
Por otro lado, los sordos enfrentan, como cualquier ser humano, la realidad de su pecado, propio de la humanidad caída. Al igual que los oyentes, los sordos necesitan la salvación que solo Dios ofrece mediante el sacrificio expiatorio de Cristo en la cruz. Dios, quien es eterno, perfecto, fiel, que lo hizo todo bueno, fue quien creó a los sordos (Éxodo 4:11) y permitió que ellos existieran y vivieran. Él nos comisiona a oyentes y sordos para que seamos sus testigos en medio de ellos. El llamado que Jesús hace en Mateo 28:19-20 de ir a las naciones y hacer discípulos, incluye el llamado a anunciar el Evangelio entre los sordos, el llamado a ser testigos fieles de Dios, recordando que la salvación es del Señor.
Dios, en su soberanía, ha permitido desarrollar misiones entre los sordos, llamando a oyentes y sordos que, siendo alcanzados por su gracia y misericordia, disponen sus vidas para servirle en medio de esta comunidad.
En nuestro caso particular como Comunidad Cristiana El Redil del Estadio, Dios nos ha permitido desarrollar un ministerio en medio de esta población. Este ministerio avanza de manera simultánea con los oyentes, viviendo procesos de inclusión, donde los sordos participan en la vida de la iglesia; a partir de esta experiencia, podríamos decir que un ministerio eficaz entre esta comunidad implica mucho más que la interpretación en LSC en las principales reuniones. Si los sordos han de vivir la iglesia de manera bíblica, la iglesia misma debe adaptarse a las condiciones de esta población, teniendo en cuenta algunos programas diseñados exclusivamente para ellos y otros en los que, tanto sordos como oyentes, se enriquecen en la inclusión.
Los sordos entre nosotros
Quisiera proponer algunas ideas para que los sordos y oyentes vivan la comunidad cristiana. En relación con los sordos, es necesario acompañarlos en su formación teológica y de liderazgo, con el ánimo de que desarrollen ministerios entre ellos. Hay que poner a su alcance la mayor parte de los programas de la iglesia local: consejería bíblica, grupos de oración, grupos de reunión en casas, escuelas bíblicas, retiros espirituales, entre otros. Finalmente, hay que posibilitar escenarios donde ellos pongan sus dones y habilidades al servicio de la iglesia en general.
En relación con los oyentes, es necesario concientizarlos de la participación de los sordos en la vida de la iglesia, de tal manera que lleguen a verlos como sus hermanos en la fe. Hay que abrir espacios de capacitación en lengua de señas y de los aspectos culturales propios de la comunidad sorda. Por último, hay que adecuar la sede donde se reúne la iglesia, de tal manera que sea accesible para los sordos.
Podemos decir que los sordos oyen Su voz, y al mismo tiempo, a medida que nos adentramos en su mundo, entendemos que la misión entre ellos responde a un gran llamado que el Señor nos hace donde nos presenta retos que nos llevan cada día a una mayor dependencia de Él. Solo con su intervención es posible avanzar en la presentación de su Reino en medio de esta comunidad.
Algunos de esos retos son:
- Presentar el Evangelio a más sordos. Hay sordos que, como parte de la tradición cristiana que se vive en nuestro país, van con sus familias a congregaciones, pero el Evangelio no les ha sido presentado; no conocen al Salvador y no han venido a la fe.
- Continuar con la traducción de la Biblia en Lengua de Señas. Según la Federación Mundial de Sordos, en el mundo existen más de 300 lenguas de señas, y en ninguna de esas lenguas existe una traducción completa de la Palabra de Dios. En la aplicación Deaf Biblees posible encontrar un ejemplo de esta realidad: de 28 países que se han vinculado, ninguno tiene una traducción completa de la Biblia en su lengua de señas.
- Colombia no es la excepción. Por la gracia de Dios, en la ciudad de Bogotá hay un equipo conformado por personas sordas y oyentes que aman al Señor, que son estudiosos de la Palabra, que han entendido a su llamado y han dispuesto sus vidas tiempo completo para dedicarse a tan honrosa misión. Ellos han trabajado en la realización de devocionales y reflexiones cortas de la Palabra a través del Proyecto de Traducción de la Biblia en Lengua de Señas Colombiana (PTBLSC). Pero a pesar de estas bendiciones, la enseñanza a sordos es una tarea que sigue en proceso y que requiere de nuestro apoyo, no solo en recursos físicos, sino también en oración para que el Señor les guíe, les dé sabiduría, les dé fortaleza y añada más obreros a su obra.
- Se necesita de la adaptación de recursos como estudios bíblicos, material de consejería, teología, entre otros, en Lengua de Señas Colombiana, que les permitan a los sordos crecer de manera personal en su relación con Dios y el estudio de su Palabra.
- Hay que preparar sordos en estudios teológicos para que, como obreros capacitados, sean ellos quienes alcancen a sus pares sordos y lleguen a las comunidades donde nadie más ha podido llegar.
- También hay que capacitar personas oyentes en lengua de señas y en el conocimiento de la comunidad sorda, que estén dispuestos a servir al Señor en medio de los sordos y a trabajar de la mano con ellos en la expansión del Reino de Dios a través del anuncio de las Buenas Nuevas.
A manera de síntesis. No les digas “sordomudos” ya que, aunque son sordos, no son mudos; tienen voz que se expresa en su preciosa lengua: la lengua de señas. Evita los extremos en la mirada: no son objeto de lástima. Son capaces y son responsables, aunque tienen otra lengua y otros elementos en su cultura. Son creados a la imagen de Dios, el Dios que conocemos por la Biblia, por la naturaleza y por Jesucristo; el Dios que no está limitado por la lengua oral, el que también habla por signos, el Dios que habla sin voz (Salmo 19).
Reflexión: ¿cuánta belleza de la creación se puede apreciar mejor en el silencio? ¿Cuánto de la multiforme gracia de Dios se experimenta en la familia y en la comunidad que habita con sordos? El sobrecogedor amor de Dios no está limitado.
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