El atleta escocés Eric Liddell hizo historia a sus 22 años al rechazar su participación en la carrera de los 100 metros en los Juegos Olímpicos de 1924. Un año antes, este deportista prometedor había roto el récord británico al correr esa distancia en tan solo 9.7 segundos, así que era el favorito para ganar en las Olimpiadas. Sin embargo, decidió no participar en la competencia porque estaba programada para un domingo, el día del Señor. “Mi Sabbath dura todo el día”, les dijo a quienes intentaron persuadirlo de ir a la iglesia en la mañana y competir en la tarde.
Este año se cumple el centenario de la participación de Liddell en esa edición de los Juegos Olímpicos y del revuelo que causó su firme decisión. Un siglo después, este evento de deportes de categoría mundial se está llevando a cabo otra vez en París y, de nuevo, Dios está siendo glorificado entre Sus hijos deportistas.
El amor de Eric Liddell por Dios no solo fue noticia en todo el mundo, sino que dejó un legado de adoración entre los deportistas cristianos, el cual se mantiene hasta hoy, 100 años después, en una época en la que Cristo es abiertamente rechazado. A pesar de que la Inauguración de París 2024 manifestó una agenda anticristiana de manera explícita, varios deportistas han dado un valiente testimonio de su fe en esta edición de los Juegos Olímpicos.
A continuación, veremos tres formas en las que nuestros hermanos atletas continúan con el legado de Eric Liddell.
1. Reconociendo la soberanía divina: de Liddell a McLaughlin
Recientemente, el profesor de teología Brad East notó que los eventos deportivos parecen ser el “último refugio de la fe pública ‘aceptable’ en nuestra cultura secular”. Ni los premios Óscar ni las convenciones de músicos o escritores se confunden con un espacio religioso; difícilmente alguien allí reconocerá a Dios. Aparentemente, en los deportes se ve de manera más clara cómo los seres humanos tienen muy poco control sobre los eventos. En palabras de East:
La disciplina atlética está rigurosamente controlada porque, cuando suena el silbato, nada está bajo control. Es caos, contingencia y azar hasta el final. El cielo se llena de nubes de lluvia; la cancha está resbaladiza por el sudor; la pista está esponjosa; tus oponentes son estratégicamente impredecibles.
La variable más importante es el cuerpo. Los atletas de élite tratan sus cuerpos casi como una entidad separada: cuidándolo, tratándolo, alimentándolo, descansándolo, confiando en él, culpándolo (…) ¿Quién puede predecir, con absoluta certeza, cuándo se romperá un ligamento o se acalambrará un músculo? (…) Con razón, por lo tanto, los atletas se vuelven hacia Dios. Ninguno sino Dios es soberano. No puedo controlar el clima, pero Él sí puede. No puedo evitar que mi cuerpo falle, pero Él sí puede. Incluso el viento y las olas le obedecen (Mt 8:27). ¿No deberían obedecerle también los balones de fútbol y las pelotas de softball?
Eric Liddell era muy consciente de esta soberanía de Dios sobre su cuerpo. Muchos recuerdan a este cristiano por la película Carros de fuego (1981) y porque el personaje que lo representó dijo esta famosa frase: “Creo que Dios me hizo con un propósito, pero también me hizo rápido. Cuando corro, siento Su placer”. Si bien Liddell nunca dijo esas palabras exactas, sí estaba convencido de que Dios tenía completo control sobre la capacidad de sus piernas.
Una vez que decidió que no correría en los 100 metros, puso su atención en los 400. En las semifinales de 1924, Horatio Fitch había establecido un récord mundial, pero luego perdió contra Liddell. “Nuestro entrenador nos dijo que no nos preocupáramos por Liddell porque era un velocista y se desmayaría a 50 yardas de la meta”, recordó Fitch muchos años después. Naturalmente, los reporteros le preguntaron a Liddell cómo había logrado la victoria, a lo cual respondió: “Corro los primeros 200 metros tan rápido como puedo. Luego, para los segundos 200 metros, con la ayuda de Dios, corro aún más rápido”.
Un cristiano, entonces, reconoce que su desempeño viene directamente de Dios. Daniel y sus amigos se convirtieron en los mejores siervos de la corte real a pesar de que solo comieron legumbres, porque Dios tenía control de sus cuerpos. “El hecho extraño fue que, a pesar de la carrera que había corrido y el tiempo en el que la había corrido, no me sentía exhausto en lo más mínimo”, le dijo Liddell a un reportero. “Me sentía perfectamente fuerte”.
Con el mismo espíritu de Liddell, este año, la cristiana estadounidense Sydney McLaughlin-Levrone rompió el récord mundial de los 400 metros con vallas en la categoría de mujeres. “Honestamente, alabado sea Dios”, le dijo la deportista a un reportero. “No esperaba eso, pero Él puede hacer cualquier cosa. Todo es posible en Cristo. Estoy simplemente asombrada, desconcertada y en shock”. Un siglo después, y de nuevo en una competencia de 400 metros, Dios se lleva la gloria por la hazaña.
2. Honrando públicamente a Dios: de Liddell a Paulino
Momentos antes de correr los 400 metros en el Estadio Olímpico Yves-du-Manoire, uno de los masajistas del equipo británico le había entregado a Eric Liddell una nota que decía: “En el libro antiguo dice: ‘A los que me honran, yo los honraré’”. Esta fue una frase profética, no solo porque Dios lo honró con la medalla de oro, sino porque le dio un importante reconocimiento en su país, abriéndole la puerta para hablar sobre su testimonio cristiano ante miles de personas. En una de esas charlas, dijo: “Aquel que es digno de toda nuestra devoción: Cristo. Él es el Salvador tanto de los jóvenes como de los mayores. Él es quien puede sacar lo mejor de nosotros”.
Hoy muchos atletas continúan con este legado al darle honra a Dios de manera pública. Tal es el caso de Marileidy Paulino, quien acaba de ganar la medalla de oro para la República Dominicana en París 2024, específicamente en los 400 metros planos. Paulino ya había ganado dos medallas de plata en Tokio 2020, en los 400 metros y en el relevo mixto 4x400 metros. En 2023, se coronó campeona mundial en los 400 metros, lo que la convirtió en la primera mujer de su país en ganar una medalla de oro en un evento individual de este tipo en décadas.
Pero Paulino no solo se destacó por sus logros deportivos, sino por su testimonio público sobre Cristo. En los Juegos del 2021, llamó la atención del mundo al correr con unos tenis que tenían escrita la frase “Dios es mi esperanza. Amén”. También fue protagonista de una de las imágenes más impactantes del evento: en una mano tenía la bandera de República Dominicana y en la otra tenía la Biblia. “Llevo la Biblia conmigo porque tengo fe en Dios y sé que Él hizo posible que yo lograra esta medalla”, explicó. “Se la dedico al pueblo dominicano y les insto a creer en Dios porque solo Él es nuestra esperanza”.
3. Llevando el ministerio fuera del estadio: de Liddell a Olyslagers
La participación de Eric Liddell en los Juegos Olímpicos solo fue el prólogo a su ministerio más importante. Un año después, en 1925, la Sociedad Misionera de Londres lo envió a la ciudad portuaria de Tianjin al norte de China, donde enseñaba clases de ciencias y Biblia en una universidad para niños. Liddell había nacido en ese país porque sus padres eran misioneros, y sintió que Dios lo había llamado a volver, para lo cual fueron muy útiles sus estudios en ciencias puras.
“Creo que Dios me hizo para China”, le dijo a todos los que estaban confundidos por su decisión de viajar a ese país y detener su carrera olímpica. Si bien continuó su participación en diferentes competencias —como en los Juegos del Lejano Oriente en 1928, cuando ganó la medalla de oro tanto en los 200 como en los 400 metros—, su corazón estaba ahora enfocado en la predicación del evangelio.
Al igual que ocurrió con su participación en los 100 metros de 1924, muchos lo presionaron a quedarse y continuar su carrera olímpica. Sin embargo, Liddell tenía prioridades. Muchos años después, el periodista Robert Knowles le preguntó: “¿No extrañas el protagonismo, la emoción, el frenesí, los vítores, el rico vino tinto de la victoria?”. Liddell le respondió:
Es natural que uno piense en todo eso de vez en cuando, pero me alegra estar en el trabajo en el que estoy ahora. La vida de un hombre vale mucho más en esto que en lo otro. No una corona corruptible, sino una incorruptible, ¿sabes?
Este legado de llevar el ministerio más allá del estadio se ve hoy en varios cristianos que participan en París 2024. Nicola McDermott, cristiana australiana especialista en el salto de altura, superó los 2 metros el pasado 4 de agosto, llevándose la medalla de plata, y publicó en su cuenta de Instagram: “¡Gloria sea a Dios, mi Roca! ¡Él es mi fuerza y mi canción!”
“La satisfacción por la que salto y vivo antes estaba impulsada por el rendimiento, para darle sentido a la vida”, dijo en su sitio web. “Sin embargo, todo eso cambió cuando conocí a Jesús”. McDermott —ahora Olyslagers por su matrimonio en el 2022—, ya no encuentra su identidad en el deporte, sino en hablar del evangelio.
Fue un encuentro íntimo que ha impactado cada día de mi vida desde que tomé la decisión de seguirlo. Esta decisión ha desbordado un amor en mi corazón para ver Su voluntad cumplida y Su evangelio conocido en cada nación, estadio, escuela, iglesia y comunidad a la que viajo.
En Tokio 2020 también ganó la medalla de plata, pero fue ampliamente recordada por la sonrisa que tenía antes de intentar el salto: demostró tener la profunda tranquilidad de que el resultado estaba en las manos de Dios, y que no importaba si ganaba o perdía. Ella se dio cuenta de que los atletas cristianos gozan de paz y libertad completamente únicas y contraculturales. Por eso, decidió crear el ministerio “Coronas eternas” (probablemente pensando en el mismo pasaje bíblico que Liddell tuvo en mente en aquella entrevista), cuyo propósito es: “[formar] atletas transformados por el amor perfecto de Jesús, plantados en iglesias y discipulados, para ser una bendición en cada lugar al que sean enviados”.
El final de la carrera
No fue en vano que el apóstol Pablo haya utilizado los deportes para ilustrar el recorrido de un cristiano en esta vida. En la epístola más tardía que tenemos en el Nuevo Testamento, el apóstol describe el final de su vida así: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe”, 2Ti 4:7 (NBLA). Los deportes son una clara ilustración del fruto que tienen la disciplina y el arduo trabajo, y los atletas cristianos corren una carrera mucho más grande que la del estadio; llevan el legado de un testimonio fiel a Cristo.
Eric Liddell, después de buscar una “corona incorruptible” y haber trabajado en su ministerio “de tal modo que ganó el premio” (1Co 9:24-27), terminó “la carrera” en 1945, después de servir por 20 años en China. Como dijo Mark Collins, pastor que ha trabajado por 26 años en la plantación de iglesias en Asia Oriental, hoy podemos recordarlo con una mirada eterna:
Cuando veas los Juegos Olímpicos este verano en París, no pienses solo en la gloria olímpica que Liddell ganó allí hace 100 años. Piensa en su amor por China que lo llevó a dejar el atletismo por su llamado allí. Pero, sobre todo, piensa en su amor por Cristo que lo sostuvo hasta el final de su carrera.
Referencias y bibliografía
La carrera que honró a Dios | World
Penalización o no, los atletas hablan sobre su fe | CT
Marileidy con Biblia y bandera en alto: ¿foto más icónica de Tokio 2020? | Evangélico digital
Acerca de… | Nicola Olyslagers
28 atletas cristianos para apoyar en los Juegos Olímpicos de París 2024 | CT
Los mejores momentos cristianos de los Juegos Olímpicos de París | CT
Marileidy Paulino, campeona de 400 metros con récord olímpico | ESPN
Apoya a nuestra causa
Espero que este artículo te haya sido útil. Antes de que saltes a la próxima página, quería preguntarte si considerarías apoyar la misión de BITE.
Cada vez hay más voces alrededor de nosotros tratando de dirigir nuestros ojos a lo que el mundo considera valioso e importante. Por más de 10 años, en BITE hemos tratado de informar a nuestros lectores sobre la situación de la iglesia en el mundo, y sobre cómo ha lidiado con casos similares a través de la historia. Todo desde una cosmovisión bíblica. Espero que a través de los años hayas podido usar nuestros videos y artículos para tu propio crecimiento y en tu discipulado de otros.
Lo que tal vez no sabías es que BITE siempre ha sido sin fines de lucro y depende de lectores cómo tú. Si te gustaría seguir consultando los recursos de BITE en los años que vienen, ¿considerarías apoyarnos? ¿Cuánto gastas en un café o en un refresco? Con ese tipo de compromiso mensual, nos ayudarás a seguir sirviendo a ti, y a la iglesia del mundo hispanohablante. ¡Gracias por considerarlo!
En Cristo,
Giovanny Gómez Director de BITE |