En 2007, se encontró un álbum con imágenes del trabajo evangelizador que una misión anglicana hizo para los mapuches, la comunidad indígena más numerosa de Chile. El objeto había estado guardado en Chiguayante, una ciudad de la Región del Biobío, cerca a la Araucanía. El hallazgo fue informado por diversos medios de comunicación, lo cual fue bastante extraordinario, pues, en general, la cobertura de las novedades del mundo protestante tiende más hacia sus pecados que a sus virtudes.
A partir de aquellos registros se construyó el libro Mapuche y Anglicanos; Vestigios fotográficos de la Misión Araucana de Kepe (1896- 1908), de André Menard y Jorge Pavez, que también ayudó a conocer parte de la extensa labor del misionero Charles Sadleir. Los investigadores mencionados trabajaban en un proyecto financiado por la British Library, cuyo objetivo era resguardar documentos de comunidades preindustriales. Finalmente, encontraron el álbum mencionado en la casa del exobispo anglicano Ian Morrison.
Así, el nombre de Sadleir salió a la luz, por medio de un álbum que él mismo elaboró. Ese misionero anglicano canadiense que, según el diario El Mercurio, se asentó en el sur de Chile, forjó una relación con los líderes mapuches de la zona de Quepe y Cholchol; educó a muchos de sus hijos y se transformó para otros tantos en un cacique (es decir, un líder) más. Estos logros no fueron menores dado el contexto religioso, social e incluso político de ese entonces.
Respecto a la figura del misionero canadiense, el antropólogo André Menard destacó ante el diario digital El Mostrador:
Habíamos visto que en las primeras organizaciones estaba este personaje Charles Sadleir, que aparece permanentemente en las directivas de las organizaciones, firmando las declaraciones (...) estaba muy involucrado en el movimiento mapuche de principios del siglo XX (...) Hay poco material sobre él, entonces sabíamos que por ahí había una pista. Además hay un montón de dirigentes mapuches importantes de ese siglo que fueron educados en la misión anglicana.
En cuanto a las implicancias del descubrimiento, El Mostrador señaló que antes de la publicación de Mapuche y Anglicanos, se sabía muy poco sobre la llegada de estos misioneros y su proyecto en tierras indígenas. La investigación permitió conocer un proceso que requirió nuevas formas de educación, cambios en las formas de producción y de estratificación social, entre otras.
Breve perfil de un misionero con vocación tardía
Sobre su infancia y juventud los datos son escasos. Sin embargo, los principales han sido recopilados por la Manitoba Historical Society (en español: Sociedad Histórica de Manitoba). Charles Aldborough Sadleir nació en Hamilton, Ontario, el 6 de noviembre de 1860. Estudió en el Upper Canada College en Toronto y, luego, fue contratado como taquígrafo en la oficina central de Canadian Life Insurance Company.
Se trasladó a Manitoba en marzo de 1882 por motivos laborales, como secretario privado del especulador inmobiliario E. P. Leacock. Después, se desempeñó como secretario y tesorero del Consejo del Condado de Selkirk, así como del Distrito Judicial del Este y del Consejo Ejecutivo.
El 15 de julio de 1885, se casó en la ciudad de Winnipeg con Alice Mary Schneider, hija de Thomas H. Schneider y hermana de W. H. Schneider. Tuvieron cuatro hijas. Años más tarde, regresó a Toronto para estudiar teología en Wycliffe College y fue clérigo en Ontario durante unos años.
Luego, se trasladó a la Araucanía como misionero por cuarenta años, bajo la dirección de la Sociedad Misionera Sudamericana de Inglaterra. Respecto a sus estudios teológicos, Bárbara Bazley, misionera en Chile y autora del libro Somos Anglicanos, destacó un hecho no menor: “Se graduó en 1890 con primer lugar en griego y latín, mostrando así los dones lingüísticos que iban a servir a la iglesia más tarde en la Araucanía”.
Así, Charles Sadleir llegó a tierras mapuches en el año 1895. La fecha no es un simple detalle, pues coincide con el final de la ocupación militar y la guerra del Estado chileno contra la comunidad mapuche que, según un portal de la Biblioteca Nacional de Chile, “dio como resultado la anexión y colonización territorial, junto con la radicación y reducción de las comunidades” de la Araucanía.
Sin embargo, el historiador José Bengoa afirmó que cuando Sadleir llegó, los viejos caciques estaban derrotados y desanimados. El misionero aprendió el idioma mapudungún y comenzó a ayudar a esta etnia en los litigios por sus tierras.
Marco sociopolítico e histórico de la región habitada por los mapuches
La región de la Araucanía tiene como actividades económicas la agricultura, la ganadería, la explotación forestal y el turismo. Su belleza natural contrasta con las realidades socioeconómicas e históricas que subyacen en ella. Por ejemplo, según la Encuesta Nacional de Caracterización Socioeconómica (CASEN), dicha región continúa como la de mayor pobreza en Chile, tiene una alta tasa de desempleo.
La Araucanía también tiene una constante presencia en la crónica roja por atentados incendiarios, ataques terroristas, robo de madera y delitos varios. Además, posee una densa carga histórica, pues luego de los tormentosos siglos coloniales y la Guerra de Arauco, se sumó el siglo XIX y la consolidación de la frontera sur, junto con el comienzo de la explotación a gran escala de sus recursos agropecuarios.
Eso trajo consigo la ejecución de la, llamada así en aquella época, ‘Pacificación de la Araucanía’, que hoy es más conocida como una ocupación militar y colonización (1851-1890). Aquellos años dejaron como legado la asimilación de gran parte de la etnia en la cultura chilena, pero también una gran tensión en la relación entre el Estado y algunos descendientes de los mapuche.
Los miembros de esa etnia fueron los habitantes originales de ese territorio hasta la ocupación mencionada. También llegaron inmigrantes europeos, quienes respondieron a las políticas públicas de incentivo que se implementaron a lo largo del siglo XIX. Principalmente, se asentaron en las zonas aledañas al Lago Llanquihue y la ciudad de Valdivia, y un buen número de alemanes se estableció en la Araucanía.
Con respecto a los mapuche, las políticas públicas decimonónicas no tenían en cuenta el respeto a la multiculturalidad o la conservación del legado cultural de las comunidades originarias. Por ejemplo, un elemento distintivo de la cosmovisión mapuche y que permite comprender las raíces de la tensión actual entre sus descendientes, el Estado chileno y las nuevas generaciones de los colonos europeos, es la importancia de la tierra.
El nombre de este grupo étnico proviene de dos palabras: Mapu, que significa tierra y Che, que es gente. Es decir, “gente de la tierra”. Esto implica una impronta fundamental. El investigador Ramón Curivil, puso la siguiente declaración de un nativo en la publicación Cultura mapuche: Un antiguo ideal de persona para una nueva historia:
El mapuche le tiene cariño a la tierra porque somos de la tierra, dependemos de la tierra… dueños de la tierra, uno aunque viva mal pero es su tierra… uno está aclimatado con su terreno aunque sea poquito… Nosotros pertenecemos a la tierra porque vivimos en armonía con ella (…) pertenecemos a la tierra porque la tierra nos cobija cada día y decimos que nosotros afloramos desde la tierra porque nuestra concepción de tierra, según nuestros antepasados, es que todos nacemos de la tierra y eso significa mapuche… Todo lo que vemos, todo lo relacionamos a la tierra, la fuerza que viene de la tierra.
Curivil complementa esto señalando que, para la cosmovisión mapuche, “ser de la tierra, pertenecer a la tierra es muy distinto a sentirse dueño, amo y señor de la tierra”. Explica que ese pensamiento es religioso, pues ellos tienen la convicción de que la tierra tiene newen (fuerza, poder, energía). En ese sentido, no es un objeto manipulable. A todo este marco histórico se sumó la llegada de misioneros y la formación de comunidades cristianas.
Misiones anglicanas en el sur de Chile antes de Sadleir
Un hito importante fue la inauguración del primer lugar de culto para esa denominación en el Cerro Alegre de Valparaíso. La Iglesia Anglicana de San Pablo abrió sus puertas en 1858 y desde 1979 se le considera Monumento Nacional, tanto por su riqueza arquitectónica como por su valor histórico. En la época de su fundación, la religión católica era la oficial de la República de Chile, con exclusión del ejercicio público de otras según la Constitución.
A pesar de eso, el 16 de agosto de 1895 también se logró poner en funcionamiento el Anglican Institute (Instituto Anglicano). Mientras transcurría el siglo XIX las comunidades inglesas fueron adquiriendo permisos oficiales para celebrar sus cultos. Esto sucedió gracias a un artículo interpretativo de la Constitución de 1833, que permitía explícitamente el culto en recintos privados de otras religiones. De forma paulatina se fue conformando la comunidad anglicana.
Ahora bien, el anglicanismo en tierras chilenas no solo se expresó con el arribo de migrantes a los principales puertos del país, incluido Valparaíso, también con la llegada de misioneros que eran fruto de un movimiento evangélico en Sudamérica. Sus pioneros fueron inspirados por el Capitán Allen Gardiner, el primer mártir evangélico que murió en Tierra del Fuego (1851).
A través de la Sociedad Misionera Patagónica que Gardiner fundó en 1844 (que más tarde llegó a ser la Sociedad Misionera Sudamericana), fueron muchos los anglicanos que acudieron al llamado misionero. A Tierra del Fuego llegaron W. H. Stirling y Thomas Bridges; al Chaco argentino y paraguayo, Barbrooke Grubb en 1890; y a la Araucanía chilena, Charles Sadleir y William Wilson, desde 1894. (Ver: La historia de la lenta, agónica y trágica labor misionera en Tierra del Fuego).
Con respecto a la Araucanía, El Mercurio señaló que los primeros intentos por fundar una misión anglicana en la Araucanía se remontan a 1842, cuando un oficial de la marina inglesa intentó llegar a un acuerdo con los caciques que controlaban el territorio, pero fracasó. Héctor Zavala, arzobispo de la Iglesia anglicana de Chile, ofreció una perspectiva complementaria sobre este proceso:
La Iglesia anglicana tiene cuatro etapas de desarrollo. Empezó en 1810 con la capellanía inglesa: como estaban prohibidos los servicios no católicos, los grupos europeos tenían que traer sus propios capellanes, así que los cultos eran en inglés. En 1885, llegaron misioneros a trabajar con los mapuche porque ellos eran los “no cristianos” que vivían en Chile. Solo nos dejaban trabajar con ellos. Ahí fue cuando llegó William Wilson, médico escocés que atendía pacientes de forma gratuita.
Sin embargo, el trabajo más relevante fue el llevado a cabo por Charles Sadleir, Philip Walker y William Wilson. Gracias a ellos, se fundó en Chol Chol (un pueblo de la región) primero una escuela y luego, en 1918, una iglesia. Precisamente, al comparar las labores anglicanas con las católicas, el investigador André Menard comentó:
…en la misión anglicana vienen con un modelo más británico, el modelo colonial. Llegan a un país en que son minoría y por eso van a la Araucanía, una zona de misiones. Tratan de instalarse con este modelo anglosajón, que establece relaciones directas con las autoridades locales, la llamada "política de las razas", muy inglesa, que transforma las autoridades nativas en funcionarias del imperio. Se genera un modelo de educación, de civilización que no pasa por el proyecto nacionalista chileno ni católico.
La labor de las misiones anglicanas a lo largo de décadas dio su fruto a nivel institucional cuando en la misma región de la Araucanía, en 1939, se ordenó el primer pastor anglicano mapuche: Juan Antinao.
El desarrollo de la misión de Charles Sadleir
Como se ha señalado anteriormente, las frustraciones en los intentos de fundar misiones en el sector de la Araucanía al sur de Chile fueron sucesivas, hasta que en 1895 llegaron los primeros misioneros liderados por Charles Sadleir. Según El Mercurio, él estaba “dispuesto a ganarse un espacio en la tarea de cristianización que la Iglesia Católica había reservado para los capuchinos” (franciscanos reformados).
Los autores del artículo académico El influjo anglicano en el mundo mapuche (1895-1960) aseguran que fueron cuatro los misioneros que, enviados por la South America Missionary Society (SAMS), llegaron a la Araucanía. El trabajo recibió el nombre ‘Misión Araucana’ (MA). Primero se ubicaron en Quino, luego en Quepe de forma definitiva y, en 1896, llegaron a Chol Chol. Para entonces, se había cumplido una década de la pacificación de los mapuches por parte del Estado chileno.
El contexto ejercía una gran influencia en las labores y desarrollo de la misión. Por eso, en El influjo anglicano en el mundo mapuche (1895-1960) se da a conocer que Sadleir enviaba informes a la SAMS en los que destacaba la usurpación de tierras de los colonizadores y la falta de respeto por las fronteras mapuches dictadas por el Estado chileno. Sin embargo, no perdió su principal objetivo: que la etnia contara con acceso a la Biblia, a pesar de que su lengua solo era oral.
Evangelización en otra lengua: traducción e impresión de biblias
Los primeros proyectos para elaborar un alfabeto del también llamado idioma araucano se remontan a la obra del jesuita Luis de Valdivia en el siglo XVI. Los trabajos posteriores de escritura, que fueron creados por misioneros católicos, mantenían como formato constante el texto en dos columnas: una en castellano, la otra en mapuche.
Sadleir evangelizó en mapudungún, lo que implicó un intenso trabajo de traducción de la Biblia, el catecismo y el himnario a esa lengua. Tuvo a Ambrosio Payllalef como principal ayudante en sus trabajos de traducción y, desde un principio, quiso tomar el control de las ediciones que publicaría. Para eso, importó una imprenta desde Canadá que le permitió utilizar el formato de escritura en mapudungún sin doble columna. Creó el periódico La Aurora Araucana, publicado por primera vez en 1913.
Sadleir utilizó el sistema lancasteriano para enseñar lectoescritura, en el que los estudiantes más avanzados hacen de monitores de los menos aventajados, y se usó la Biblia como único texto. Según Menard, esto explicaría la estrecha relación que tuvieron muchos dirigentes mapuches con la Biblia. Ellos estudiaron en la misión y después participaron en política de manera activa.
En la celebración de la fundación de una escuela, en la localidad de Futrono, se encontró un documento inédito del misionero que data de 1912, cuando visitó aquel lugar y reflexionó acerca del rol de esa primera escuela:
Algunas personas de Futronhue han dicho: “Si los indígenas se educan, más adelante seremos avergonzados”. Lo que es perfectamente verdadero. Los indígenas educados y, sobre todo, evangelizados, serán en un futuro cercano los dirigentes en la zona, esto es, si podemos salvarles de lo que, de otra forma, será su destino.
Considerando el crispado contexto socioeconómico de la época, la labor evangelizadora y educativa no era fácil. De hecho, Sadleir identificó a la señora Avelina Soto de Salinas, como fundadora y profesora de la escuela. Ella vivió sola en ese recinto y fue “amenazada con prisión por algunos de los chilenos de los alrededores”, comenta Guarda en el Diario Futrono. Aun así, Sadleir fundó en Quepe y Cholchol dos escuelas más.
Debido a su interés por aprender el idioma y junto con ello, su cultura, con el tiempo, Sadleir: “se ganó la confianza de los mapuches y llegó a ser conocido como el mapuche rubio”, aseguró el misionero Juan Kessler. Pero no se limitó solo a esos terrenos, también tuvo una participación bastante activa en las instancias de decisión y deliberación desde 1906.
Estuvo en los parlamentos mapuche, junto a destacados caciques como Ambrosio Payllalef, Domingo Paynefilu, Bernardo Namunkura y Gerónimo Melilla. En el texto Organizaciones, líderes y contiendas Mapuches: 1900-1970, los describen como “una reunión con círculo sin centro y donde todos los participantes están a caballo”; tenían como objetivo llegar a acuerdos entre las partes de manera pacífica.
También cooperó activamente en las agrupaciones mapuches fundadas a comienzos del siglo XX. De hecho, en 1910 fue nombrado director asociado de la Sociedad Caupolicán Defensora de la Araucanía, la primera organización de su tipo en la época de las reducciones indígenas.
Su influencia llegó hasta el campo legislativo. Las ideas de Charles Sadleir influyeron en el trabajo de Melivilu Henríquez, quien siendo diputado propuso una exención de impuestos para la propiedad indígena en la década de 1920. El pastor Sadleir lo acompañó, según el periodista y escritor Juan Guillermo Prado.
Manuel Aburto Panguilef, de Loncoche, fue otro líder que, según El Mercurio, señaló que “era el único que tenía privilegio de estar con nosotros”. Al respecto, el sociólogo Jorge Pavez, coautor y compilador de "Mapuche y anglicanos", añade que el proyecto a largo plazo es estudiar, a partir de Sadleir, la vida de muchos dirigentes mapuches anglicanos olvidados.
Entre ellos se encuentran: Andrés Huichalaf, el mismo Aburto y Venancio Coñuepan, a quienes Pavez describe como “líderes olvidados que crecieron bajo la influencia de las ideas que trajo el misionero canadiense que, según la historiadora Bárbara Bazley, investigadora del anglicanismo en nuestro país, fue apodado por las autoridades gubernamentales de la época como ‘El cacique rubio’”.
Desde la perspectiva de varios autores, la MA implicaba una ideología modernizante e integracionista, pero con fuerte respeto y admiración por las costumbres, tradiciones y cultura de los mapuches. Sin embargo, los líderes de esa etnia formados bajo la influencia de Sadleir fueron acusados de comunistas por los misioneros católicos capuchinos. Incluso, periódicos conservadores de la época llegaron a afirmar que entre ellos había infiltrados revolucionarios mexicanos de Pancho Villa y de Zapata, según el Diario Austral.
Aunque sobre su labor pesaba aquella mala publicidad, en el artículo El establecimiento y expansión de la misión evangélica the Christian and Missionary Alliance en el sur de chile (1897-1905) dice que el trabajo de Sadleir inspiró a otros misioneros. Ejemplo de ello son Albert Dawson y Henry Weiss, quienes de hecho viajaron hacia algunos poblados de Temuco para conocer al misionero. Sin embargo, no lo encontraron.
El ocaso de su misión: entre logros y frustraciones
Queda poco lugar a dudas respecto a que los cuarenta años de servicio de Charles Sadleir en la Araucanía fueron muy intensos, abarcaron muchas áreas y no estuvieron exentos de tensiones y roces debido al momento histórico que se vivía. De hecho, no es un secreto que con los años terminó frustrado y desencantado por la situación mapuche.
Sadleir llegó a señalar lo siguiente en una carta: “la población indígena sigue creciendo en sus ya saturadas comunidades y en muchos casos carece de medios de subsistencia. Los robos se vuelven más frecuentes, la falta de esperanzas y de trabajo favorece la criminalidad”.
En cuanto a la legislación de repartición individual de las tierras, que implicaba renunciar a los terrenos comunitarios, un distintivo de la cultura mapuche, Sadleir terminó enojado con Manquilef por promover aquella propuesta. Al respecto, Ambrosio Paillalef dijo: “Sadleir se ha enojado con nosotros por hacernos un favor (...) A todos los del territorio los ha apadrinado como hijos y como hijas...es un ülmen que nos está ayudando”. El término ülmen es, para los indios araucanos, un hombre rico e influyente, digno de respeto.
A pesar de esos desencuentros finales, en el desarrollo de su trabajo, Sadleir valoró el idioma mapudungún, más que el español mismo o el inglés. Fundó más escuelas que iglesias e incluso sanatorios, participó activamente de las agrupaciones mapuches fundadas a comienzos del siglo XX. En parte, gracias a su formación y observaciones, Sadleir logró comprender la importancia de la lengua para los mapuche como elemento transmisor de su historia, herencia y cultura.
Al aprender él mismo el mapudungún, logró comprender la importancia que la cultura mapuche le asigna a las tierras que perciben como propias. Es más, con respecto a las coincidencias entre la religiosidad mapuche y el anglicanismo, Menard señala lo siguiente:
Se reconoce en el discurso mapuche de distintas regiones la presencia de un dios supremo que se llama Nguenechen, que es un concepto que aparece a fines del siglo XVIII y se cree mucho que tiene relación ya con la misión católica. Llegan los anglicanos y mi interpretación es que, más allá del enganche de cosmovisión, se podría hablar de enganche ideológico y que tiene que ver con la entrada de la Biblia, sobre todo con el Antiguo Testamento. Hay una cosa medio judaizante que es muy interesante. Tenemos un sujeto en una época en que se ha perdido la soberanía política, se ha perdido territorio. Entonces el discurso bíblico, esto de los judíos que han perdido su tierra, entra en resonancia y sirve para significar experiencias locales, lo que genera un enganche con un proceso más universal.
Todo esto significa que el proyecto anglicano de Sadleir fue más allá de su preocupación por lo meramente litúrgico; se involucró en los procesos que buscaban la regularización de los asentamientos y reducciones indígenas. Esto lo hizo habiendo comprendido la importancia de la tierra en su cosmovisión, pero no adscribiendo su expresión como parte de su espiritualidad.
También se opuso a la subdivisión de comunidades y criticó la legislación que permitía irregularidades hacia la etnia mapuche. Aquello influyó en la preparación y formación de dirigentes indígenas en diversos lugares de América, pero desde el enfoque particular del proyecto civilizatorio anglicano, generando integración a una comunidad religiosa.
Charles Sadlier, murió en Temuco, Chile en octubre de 1935. Wycliffe College, la casa de estudios de Sadleir, le hace un homenaje: “Cada año, Wycliffe College recuerda al Rev. Charles Sadleir (representado en uno de los vitrales de la Capilla de los Fundadores)”. Su legado es visible a través de las escuelas fundadas durante su trabajo misionero y su memoria ha trascendido a través de las fotografías sobre su misión.
Aquel registro de imágenes que fue redescubierto en 2007, dio origen al texto “Mapuche y Anglicanos: vestigios fotográficos de la misión de Kepe, 1896 - 1908”. El libro, que se convirtió en un éxito de ventas en Chile, permite conocer tanto el mundo mapuche como la labor misionera anglicana, todo ello con la particularidad de haber sido publicado por una casa editorial no cristiana.
Reflexión
Ahora bien, para quienes ven las malas noticias que llegan periódicamente desde la Araucanía, hay una luz de esperanza respecto a cuán profundo puede llegar a ser el trabajo de un misionero al involucrarse en las necesidades temporales y eternas de las personas. El obispo anglicano de ascendencia mapuche, Avelino Apeleo, comentó sobre el rol de la Iglesia en los conflictos de la Araucanía: “...participa buscando pacificar el ambiente, no necesariamente resolviendo porque ese no es nuestro rol (…) siempre busca ayudar a comprender…”.
El extenso servicio de Charles Sadlier en la Araucanía, también nos desafía a mantener la mirada en los aspectos profundos de la labor no solo de un misionero, sino de todo discípulo. Uno de ellos es la enseñanza continua de las verdades esenciales del evangelio, que sin duda traen consigo cambios profundos en el corazón humano y, por ende, de las sociedades.
Otro, es el delicado equilibrio entre la ortodoxia y la ortopraxis, que nunca ha sido fácil, pero que si es ejecutada por hombres y mujeres fieles a la evangelización, enseñanza y servicio, puede dejar una huella que perdure aún en medio de las circunstancias más adversas.
Bibliografía
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- Libro de Oración Común y Manual de la Iglesia Anglicana, “Consideraciones sobre la Iglesia Anglicana”, consultado noviembre de 2022.
- Entrevista con GBUCh, abril de 2021
- https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-3630.html
- Miguel Ángel Mansilla, Nanette Liberona, Carlos Piñones; “El influjo anglicano en el mundo mapuche (1895-1960). Charles Sadleir en los albores del liderazgo mapuche post-reduccional”, studos Ibero-Americanos, Porto Alegre, v. 42, n. 2, maio-ago. 2016, Pág. 585.
- Mario Guarda, “79 años de Futrono y más de un siglo del colegio Balmaceda”, 12 de julio de 2020, consultado noviembre de 2022.
- Foerster, G. Rolf; Montecino, Sonia. “Organizaciones, líderes y contiendas Mapuches: 1900-1970”. Santiago, Ediciones CEM. 1988, Pág. 109; referido en: Miguel Ángel Mansilla, Nanette Liberona, Carlos Piñones; “El influjo anglicano en el mundo mapuche (1895-1960). Charles Sadleir en los albores del liderazgo mapuche post-reduccional”, studos Ibero-Americanos, Porto Alegre, v. 42, n. 2, maio-ago. 2016, Pág. 586.
- Ingrid de Jong, “Menard Poupin, André y Jorge Pavez Ojeda (comps.). 2007. Mapuche y Anglicanos. Vestigios fotográficos de la Misión Araucana de Kepe”, Reseñas, Mem. am. n.17-2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jul./dic. 2009, consultado noviembre de 2022.
- Wycliffe College, “Bishop Mwita Akiri to deliver Sadleir Lecture”, October 23rd, 2018, consultado noviembre de 2022.
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