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Como una de las comunidades históricas más importantes dentro de la tradición protestante, el anglicanismo es quizá una de las denominaciones más grandes y con mayor influencia que surgieron durante la Reforma. Con más de 98 millones de seguidores, la Iglesia anglicana sigue siendo uno de los grandes referentes del cristianismo.
Supervivencia y descontento hacia Roma
El uso del término anglicanismo data del año 1838, cuando esta palabra fue usada para identificar a las iglesias inglesas sometidas a la autoridad del Rey de Inglaterra y separadas de la Iglesia católico-romana desde 1534. El término es un derivado de la palabra ‘anglicano’, con la que se conocía a los ingleses desde el siglo XIII, pero fue solo hasta el siglo XIX que la palabra adquirió matices teológicos para poder diferenciar a los cristianos ingleses que no eran protestantes disidentes ni católico-romanos. Desde allí, el término se extendió a las Iglesias fundadas en otros países durante el período de la expansión colonial inglesa.
El cristianismo en Inglaterra data de tiempos antiguos. La evidencia histórica sugiere que para el año 180 d.C. ya se había constituido la primera diócesis en Londres. Posteriormente algunos obispos ingleses asistirían al Concilio de Arles del año 314. Durante los tres siglos siguientes, el cristianismo local sobreviviría tanto al paganismo de los celtas y al de los invasores anglosajones, así como al pelagianismo. De modo que cuando Agustín de Canterbury (534-604) fue enviado desde Roma en el año 597, se encontró con una iglesia nativa conocida como la Iglesia celta.
Es necesario mencionar que la iglesia celta difería de la Iglesia romana en muchos aspectos. Por ejemplo, recién la iglesia inglesa reconocería la supremacía papal en el Sínodo de Whitby del año 664. En los siglos posteriores continuaría el descontento hacia Roma entre los ingleses, tanto de manera política como religiosa. Una figura muy popular de este descontento fue John Wycliffe (1324-1384).
En un sentido estricto se puede citar el origen de la Iglesia Anglicana en 1534, cuando el Parlamento británico aprueba el Acta de Supremacía que declara al Rey Enrique VIII (1491-1547) como máximo jerarca de la Iglesia inglesa y se hace oficial la separación con Roma.
Separación del catolicismo (siglo XVI)
En un inicio fueron muy pocas las cosas que diferenciaban a la Iglesia Anglicana con la Iglesia de Roma. El mismo Enrique VIII fue doctrinalmente católico romano hasta su muerte. Varios católicos serían ejecutados por oponerse a la Supremacía Real, mientras que otros serían ejecutados por sostener opiniones protestantes. Sin embargo, Enrique ordenaría la abolición de monasterios, la clausura de órdenes monásticas y la destrucción de reliquias. Todo esto abriría paso a los cambios teológicos y litúrgicos acontecidos en los reinados de sus hijos Eduardo VI y Elizabeth I.
Durante el reinado de Eduardo VI (1537-1553), reformadores continentales colaborarían con clérigos ingleses en la reforma de la Iglesia de Inglaterra. Algunos cambios que introdujeron fueron la abolición del celibato clerical y del uso y culto de imágenes, la reducción de los sacramentos, dejando solo el bautismo y la cena del señor, el rechazo a la transubstanciación, el cambio en el idioma de los servicios religiosos del latín al inglés, la promoción del estudio de la Biblia, el establecimiento del Libro de Oración Común para el culto público, entre muchas otras transformaciones.
Cuando Eduardo VI falleció en 1553, fue sucedido por su media hermana María I de Inglaterra (1516-1558), una devota católica que volvería a someter a la Iglesia inglesa a la autoridad del Papa. Como consecuencia, miles de protestantes se refugiarían en zonas reformadas de Europa. Por ese tiempo 288 protestantes fueron condenados a morir en la hoguera por rechazar someterse a la autoridad papal y a las doctrinas católico-romanas.
Tras la muerte de María I, su media hermana Elizabeth I (1533-1603) ascendería al trono. Elizabeth reestablecería la independencia de la Iglesia con las Leyes de Supremacía y Uniformidad de 1559, así como con muchos de los cambios doctrinales y litúrgicos efectuados en el reinado de Eduardo VI. Sin embargo, Elizabeth tenía cierto aprecio por el esplendor en la liturgia y deseaba atraer la lealtad de los católicos hacia la iglesia establecida, por lo que durante su reinado no pudo ser emprendida una Reforma más radical.
Durante el reinado del sucesor de Elizabeth, Jacobo I (1566-1625), el sector puritano de la Iglesia de Inglaterra hizo una petición para hacer reformas en la Iglesia, la cual fue rechazada en su mayor parte por Jacobo. Sin embargo, él estuvo de acuerdo con el proyecto de elaboración de una Biblia en inglés, la cual sería conocida como la Versión King James. Si bien el Rey era partidario del derecho divino de los reyes y tuvo disputas con los puritanos y los presbiterianos, tenía una fuerte influencia calvinista, e incluso envió algunos delegados al Sínodo de Dort.
Puritanismo y libertad de culto (siglos XVII y XVIII)
Carlos I (1600-1649), hijo y sucesor de Jacobo I, se inclinaría hacia el arminianismo y William Laud (1573-1645), el nuevo arzobispo de Canterbury, haría volver muchas prácticas litúrgicas del catolicismo romano a la Iglesia establecida. En la primera mitad del siglo XVII se emprendería una dura política contra el calvinismo en la Iglesia de Inglaterra y en especial contra el puritanismo y el presbiterianismo escocés, por lo cual muchos de ellos emigrarían a las colonias.
Dicha persecución desembocaría en varias guerras. La más importante fue la Guerra Civil inglesa entre 1642 y 1651, en la que se ejecutó a William Laud y a Carlos I, y los disidentes puritanos triunfaron. Entre 1649 y 1660, los obispos fueron destronados y se introdujo la eclesiología presbiteriana. Los 39 artículos fueron reemplazados por la Confesión de Fe de Westminster, y el Libro de Oración Común por el Directorio de Adoración Pública.
Pero el puritanismo no duró mucho tiempo, ya que la monarquía, con Carlos II (1630-1685), se restablecería, y con ella la Iglesia de Inglaterra, el gobierno episcopal y los 39 artículos. Nuevamente se impondría el uso obligatorio del Libro de Oración Común mediante el Acto de Uniformidad de 1662, por lo cual la mayoría de los puritanos abandonarían la iglesia de Inglaterra y se verían enfrentados a la persecución.
Es durante el siglo XVII que surgen los términos Iglesia Alta (High Church) e Iglesia Baja (Low Church). Los primeros ponen un mayor énfasis en el ministerio, los sacramentos y la liturgia, mientras que los segundos ponen un menor énfasis en esos aspectos y se preocupan más de los principios evangélicos.
El sucesor de Carlos II fue su hermano Jacobo II (1633-1701), quien era católico romano, lo cual fue considerado por la mayoría de la población como una amenaza para el protestantismo y la libertad, por lo cual muchos anglicanos y puritanos dejaron de lado sus diferencias y se pronunciaron a favor del protestante holandés Guillermo III de Orange (1650-1702), quien ascendería al trono inglés luego de la llamada “Revolución Gloriosa” de 1688. Con la Ley de Tolerancia de 1689, se concedió la libertad de culto a aquellos protestantes disidentes como los congregacionalistas, bautistas, presbiterianos y otros.
El Gran Avivamiento y el liberalismo (siglo XIX)
A principios del siglo XVIII el clima espiritual en Inglaterra era frío. Sin embargo, fue la predicación de clérigos anglicanos como George Whitefield (1714-1770) y los hermanos Charles Wesley (1707-1788) y John Wesley (1703-1791) lo que resultaría en el “Gran Avivamiento” de 1740, el cual se extendería por las Islas Británicas y las colonias de Norteamérica. Como consecuencia de este avivamiento surgió el metodismo. También se fundarían varias sociedades misioneras, se promoverían reformas en la sociedad como la abolición de la esclavitud, el fin del comercio de esclavos, la legislación sobre bienestar infantil y el desarrollo de la salud y la educación pública.
Después de la Revolución Americana, las congregaciones anglicanas en los Estados Unidos fueron reestructuradas en iglesias autónomas con sus propios obispos y estructuras autónomas. Estas fueron conocidas en adelante como “Iglesia Episcopal.”
A partir del siglo XIX, muchos clérigos anglicanos se sentirían atraídos por el liberalismo y el racionalismo teológico. El liberalismo y la injerencia del estado incomodaban a muchos clérigos ingleses, que se sentían interesados por las tradiciones de los Padres de la Iglesia, por la sucesión apostólica romana y por la idea de que la Iglesia de Inglaterra constituía una rama de la iglesia católica universal.
Esos clérigos darían inicio al Movimiento de Oxford o “Tractarianismo” en 1833. Su líder, John Newman (1801-1890), se convertiría al catolicismo romano en 1845, y muchos anglicanos siguieron su ejemplo. Sin embargo, otros clérigos tractarianos permanecerían en la iglesia anglicana, siendo conocidos como “anglo-católicos”, restaurando muchas prácticas litúrgicas y doctrinas del catolicismo romano.
Muchos evangélicos anglicanos que mantenían la postura de identificar a la Iglesia de Inglaterra con el protestantismo se opondrían tanto al anglo-catolicismo como al liberalismo teológico. Los evangélicos anglicanos laicos, mediante la fundación de sociedades, se verían envueltos en muchos litigios contra las prácticas litúrgicas de los anglo-católicos, las cuales eran vistas como un acercamiento peligroso a Roma. Los litigios terminaron cuando una Comisión Real en 1906 reconoció la legitimidad del pluralismo en el culto. Si bien el anglo-catolicismo en Inglaterra fue ganando cada vez más impulso entre el clero, el evangelicalismo siguió siendo mayoritario entre los laicos anglicanos.
¿En qué creen los anglicanos?
El anglicanismo no pretende ser innovador, sino seguir la corriente de la doctrina histórica basada en principio en el Credo de los Apóstoles, el Credo de Nicea y el Credo de Atanasio, incluso recibiendo y abrazando las verdades centrales de la Reforma protestante. La teología anglicana también está arraigada históricamente en los documentos que se desarrollaron en el período de la Reforma inglesa, sobre todo en los Treinta y nueve artículos y en el Libro de Oración Común.
El arquitecto principal de esta comunión fue el arzobispo de Canterbury, Thomas Cranmer (1489-1556), un clérigo influenciado por Lutero. La pieza más fundamental de la teología anglicana compuesta por Cranmer son los Treinta y nueve artículos, que se considera que proporcionan un sistema integral de doctrina para la Iglesia, y no han cambiado desde 1571.
Otra forma de identificar lo que creen los anglicanos se encuentra en el Cuadrilátero Chicago-Lambeth, que aborda los temas de las Escrituras, los credos, los sacramentos y el episcopado histórico como los ejes centrales de la doctrina anglicana. Para los anglicanos, la Biblia es la última autoridad. La Escritura, según ellos, debe ser entendida y leída a la luz que ofrecen la tradición y la razón. Sin embargo, ninguno de estos dos factores está por encima de la Biblia.
En cuanto a organización, la mayoría de los anglicanos es miembro de las cuarenta provincias eclesiásticas nacionales o regionales de la Comunión Anglicana Internacional, que representa a más de 85 millones de personas en más de 165 países. Las iglesias se mantienen en plena comunión con la sede de Canterbury y, por lo tanto, con el arzobispo de Canterbury, a quien la comunión se refiere como su Primus inter pares o "primero entre iguales".
¿Y tú? ¿Qué piensas? ¿Cuáles crees que son los aportes más significativos del anglicanismo al protestantismo? ¿De qué forma crees que debemos volver a las verdades fundamentales del cristianismo?
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