Cuando Nelson Mandela fue liberado tras 27 años en prisión, una melodía se escuchó en las calles de Sudáfrica, simbolizando la redención y la lucha por la igualdad. En 1989, mientras el Muro de Berlín caía, manifestantes y líderes entonaron la misma canción como una exaltación a la libertad, marcando el fin de la división. Y en la mañana del 11 de septiembre de 2001, mientras el caos y la incertidumbre se apoderaban de Nueva York tras el ataque a las Torres Gemelas, voces quebradas lo susurraron entre los escombros, buscando consuelo en medio de la tragedia.
Se trata de Amazing Grace, Sublime Gracia en español, un himno escrito por John Newton hace varios siglos. Pero, quienes lo hemos cantado, sabemos que su tema principal no es la igualdad o la libertad, por más importantes que sean estos valores. En realidad, esta canción habla de la gracia de Dios que salva a los pecadores y los sostiene en medio de su caminar en un mundo caído. ¿Cómo es que la composición de un pastor inglés, quien inicialmente tenía poco reconocimiento, se convirtió en quizás el himno cristiano más famoso de todos los tiempos y en un símbolo universal de la libertad?

El autor de la canción: un infeliz salvado por gracia (siglo XVIII)
La historia de Amazing Grace comienza mucho antes de que la pluma de John Newton tocara el papel. Él nació en 1725, en una familia británica en la que se mezclaban dos mundos opuestos: su madre, piadosa y dedicada, le enseñó los fundamentos de la fe cristiana, recitándole pasajes bíblicos y salmos desde pequeño; su padre, un duro marino mercante, era completamente ajeno a esa fe. Cuando John tenía apenas 6 años, su madre murió de tuberculosis y su mundo cambió por completo. A los 11, su padre decidió llevarlo al mar, donde el joven comenzó a forjarse en la disciplina brutal de la vida náutica. Pero si bien el océano podía domar la carne, no pudo doblegar su espíritu: Newton desarrolló un carácter obstinado, irreverente y rebelde.
Cansado de su rebeldía, su padre buscó que la Marina Real lo reclutara a la fuerza. A bordo del HMS Harwich, un buque de 50 cañones, la indisciplina de John lo llevó a enfrentamientos constantes con sus superiores y, como castigo, fue degradado y expuesto públicamente con grilletes en la cubierta del barco. Humillado y furioso, pidió ser transferido a un barco esclavista. Allí comenzó su vinculación con el comercio transatlántico de personas. Durante años, participó activamente en el tráfico de esclavos, colaborando con comerciantes africanos, custodiando embarques humanos y viviendo en las costas de Sierra Leona. Él mismo confesó más tarde:
Mis tercas pasiones y mis locuras me hundieron, durante mi juventud, en una sucesión de dificultades y privaciones que, a la larga, me redujeron a tener que buscar refugio entre los nativos de África (...). Allí, por el espacio de unos 18 meses, fui yo mismo, en efecto, aunque sin llevar ese nombre, un prisionero y un esclavo.

Su corazón se fue endureciendo cada vez más. Aunque en su infancia había intentado volver a la fe, nunca lo consiguió. Su vida estaba marcada por la depravación, la blasfemia y el desprecio por toda autoridad. Sin embargo, en 1748, durante una tormenta aterradora en el mar, creyó que iba a morir. En medio del pánico, oró por primera vez en mucho tiempo. Más tarde afirmó: “Pensé que vi la mano de Dios a nuestro favor. Comencé a orar, pero no podía pronunciar la oración de fe; no pude acercarme a Dios ni llamarlo Padre”. Pero, a pesar de su rebeldía, Dios tuvo misericordia de Él y sobrevivió; su oración desesperada fue respondida.

Algo empezó a cambiar. No fue una transformación repentina, sino un proceso. Pero desde entonces dejó de maldecir, empezó a leer la Biblia con seriedad y desarrolló una nueva sensibilidad hacia el pecado. Cuando volvió a tierra en 1748, fue directo a la iglesia más cercana y comenzó a estudiar la Biblia, incluso en sus idiomas originales. Poco después se casó con Mary “Polly” Catlett, el amor de su juventud, y adoptaron a dos sobrinas. Con todo, a pesar de su fe incipiente, Newton siguió trabajando en el comercio de esclavos durante algunos años más.
En 1754, una enfermedad lo obligó a dejar el mar, lo cual fue como una señal divina de liberación de lo que consideró una oscura temporada de su vida. Volvió a Inglaterra y comenzó a relacionarse con figuras del avivamiento evangélico, como George Whitefield y John Wesley, lo que le permitió crecer rápidamente en su vida espiritual e incluso comenzar a ejercer dones de enseñanza. Su historia era tan impactante que muchos lo invitaban a contarla en reuniones y púlpitos.

Pronto, sintió el llamado al ministerio pastoral. Aunque su ordenación fue rechazada inicialmente, en 1764 el obispo de Lincoln accedió y Newton se convirtió en párroco en Olney, un pequeño pueblo donde comenzaría su etapa más fructífera. Ese mismo año escribió su relato autobiográfico de conversión, que fue traducido a muchos idiomas y circuló ampliamente. Sin embargo, nadie cuestionó entonces el pasado de Newton como traficante de esclavos; la crítica al sistema esclavista aún no estaba en el centro de la conciencia cristiana.
Y entonces, siendo pastor en Olney, escribió Amazing Grace. Para el culto del Año Nuevo de 1773, habló acerca de 1 Crónicas 17:16, en un sermón titulado Faith’s Review and Expectations (Revisión y expectativas de la fe). El pasaje dice: “Entonces el rey David entró y se presentó delante del Señor, y dijo: ‘¿Quién soy yo, oh Señor Dios, y qué es mi casa para que me hayas traído hasta aquí?’”.
En su sermón, Newton exhortó a sus oyentes a recordar de dónde los había sacado el Señor: “¿Dónde estabas tú cuando Dios te encontró?”, preguntaba, y al hablar de sí mismo, decía haber sido un miserable e infeliz. “La razón [de la misericordia de Dios] es desconocida para mí”, decía, “pero una cosa sé: que aunque estaba ciego, ahora veo”. En esa congregación se cantó por primera vez Amazing Grace, y aunque no conocemos cómo sonó originalmente, sí sabemos cuál fue su esencia: que Dios rescató a un pecador desgraciado.

Quienes conocemos la historia de Newton, tenemos la tentación de hacer una conexión inmediata con su pasado como esclavista, pero eso sería incorrecto. Lo que estuvo en su mente originalmente fue su blasfemia y su rebeldía. Así como David atravesó muchos momentos cercanos a la muerte, especialmente por mano de Saúl, Newton también estuvo cerca a perder la vida, y de no haber sido por la misericordia de Dios, habría perecido en el mar sin conocer la gracia de Cristo.
En Olney floreció su faceta como compositor. Junto a su amigo el poeta William Cowper, publicó los Olney Hymns en 1779, una colección que incluía el que había compuesto seis años antes y que se volvería inmortal: Amazing Grace. Estos 348 himnos fueron diseñados para ser cantados por la gente del común y acompañar la enseñanza cristiana en la iglesia local. Al igual que Amazing Grace, reflejaban la experiencia personal de la fe, el sufrimiento y la gracia de Dios.

Ahora, aunque originalmente la canción no constituyó un arrepentimiento por el tráfico de esclavos, es totalmente legítimo hacer esa conexión por las convicciones que adquirió Newton en los años siguientes de su vida. Su ministerio pastoral, sus recuerdos en África y sus convicciones bíblicas, inevitablemente lo llevaron a rechazar el sistema esclavista.
En 1788, publicó su famoso panfleto Thoughts Upon the African Slave Trade (Pensamientos sobre el comercio de esclavos africanos). En él escribió: “Esta confesión llega demasiado tarde y siempre será motivo de humillación para mí: fui un instrumento activo en un negocio ante el cual, hoy en día, mi corazón se estremece”. Ese texto fue clave para inspirar a William Wilberforce, el joven parlamentario que lucharía durante décadas por la abolición. Newton se convirtió en su consejero espiritual y mentor, aportando su testimonio para apoyar la causa.

En 1807, nueve meses después de que el Parlamento aprobara la ley de abolición del comercio de esclavos, Newton murió a los 82 años. Ya casi no recordaba nada, excepto lo esencial: “Mi memoria casi ha desaparecido, pero recuerdo dos cosas: que soy un gran pecador y que Cristo es un gran Salvador”. Así, Amazing Grace, al momento del fallecimiento de su autor, adquirió una conexión fundamental con el rechazo a la esclavitud. Sin embargo, su historia apenas comenzaba; aún faltaban años para que se convirtiera en una canción universal.
El himno de los negros y los indios al otro lado del Atlántico (siglo XIX)
Apenas unas décadas después de la muerte de John Newton en 1807, Amazing Grace comenzó un viaje inesperado: cruzó el Atlántico y echó raíces en el alma de un país que vivía profundas tensiones entre libertad y esclavitud, entre tradición y renovación espiritual. En Estados Unidos, el himno fue adoptado no como un legado británico, sino como una expresión propia del corazón americano. Fue precisamente allí donde floreció hasta convertirse en una de las canciones más amadas del país.
Hubo dos sucesos a nivel musical que fueron necesarios para que la canción pudiera circular de manera más amplia. Primero, hubo una fusión entre letra y melodía. En 1829, Charles H. Spilman y Benjamin Shaw publicaron Columbian Harmony, un himnario popular donde apareció por primera vez la melodía New Britain, que fue usada como acompañamiento para Amazing Grace. Aunque Newton fue quien nos dejó la letra, su acompañamiento original no se conoce; realmente fueron Spilman y Shaw quienes nos dieron la música más famosa con la que conocemos el himno hasta hoy.
El segundo suceso se dio poco después, en 1835, cuando William Walker incluyó la canción en The Southern Harmony and Musical Companion, una colección de himnos que circuló ampliamente en el sur de los Estados Unidos. Aunque este mensaje de redención y esperanza resonó en diversas comunidades cristianas, tuvo un lugar muy especial entre los afroamericanos esclavizados. Para ellos, el himno se convirtió en un refugio espiritual, una canción que les ayudaba a resistir la brutalidad de su condición. Muchos no conocían la historia del esclavista John Newton, pero eso no impidió que la letra capturara su anhelo de libertad y gracia. Steve Turner, autor de una biografía sobre Newton —que incluye la historia del himno—, escribe:
Los primeros esclavos que cantaron Amazing Grace no habrían conocido la historia de John Newton y, por lo tanto, no habrían sido conscientes de la ironía que implicaba expresar sus esperanzas con las palabras de un hombre que había ayudado a capturar a sus antepasados en África y transportarlos a través del Atlántico. Para el momento de la emancipación, habría más de 14.000 descendientes directos de los esclavos traídos a Charleston en el Brownlow y alrededor de 40.000 descendientes de aquellos traídos al Caribe en los dos barcos que Newton comandó.

También los pueblos indígenas hallaron consuelo en la melodía. Durante el infame Sendero de Lágrimas (1830–1850) —una serie de desplazamientos forzados en la que los pueblos seminola, creek, choctaw, chickasaw y, especialmente, los cherokee, fueron obligados a abandonar sus tierras—, el himno fue cantado como una forma de consuelo en medio del dolor. Incluso surgió una versión del mismo en idioma cherokee. El canto de la gracia asombrosa, pronunciado con lágrimas y en lenguas originarias, acompañó las largas caminatas hacia el destierro.
Así, Amazing Grace adquirió un lugar en el corazón del pueblo estadounidense. Esto es claro porque en 1844, Benjamin Franklin White y Elisha J. King publicaron The Sacred Harp, otra importante antología de cánticos religiosos que consolidó el uso del himno en los cantos comunitarios del sur rural. Estas colecciones formaban parte del movimiento shape note, que facilitaba el canto congregacional entre quienes no sabían leer música formal.
Otro momento significativo en la evolución del himno ocurrió cuando apareció en una edición del periódico The National Era, que publicó La cabaña del tío Tom de Harriet Beecher Stowe como un serial por entregas en 1851. En esta narrativa, el Amazing Grace reforzó el mensaje cristiano de dignidad y redención.

Pero todo esto no fue más que la preparación para el tiempo de la Guerra Civil (1861–1865) —el terrible conflicto nacional por la esclavitud y la secesión—, cuando el himno fue adoptado por todo el país. Amazing Grace fue cantado tanto por soldados de la Unión (norte) como por soldados confederados (sur). Los primeros lo entonaban a partir de The Soldier’s Hymn Book (1864), y los segundos basándose en Hymns for the Camp (1862). En ambos bandos, el canto expresaba una necesidad compartida: hallar sentido en medio del caos y la muerte.
Tras la guerra, evangelistas como Ira Sankey y músicos como Edwin Othello Excell impulsaron aún más la difusión del himno. En el norte, donde la educación musical era más rigurosa, se enfatizó la notación precisa. En las cruzadas evangelísticas, Amazing Grace se convirtió en parte del repertorio habitual. Rufus W. Clark, testigo de una de estas campañas en 1875, escribió: “El señor Moody pronunció la bendición, y el señor Sankey y los dulces cantantes del Jubileo irrumpieron desde corazones sobrecargados en una alabanza gozosa y triunfante, como nunca antes se había escuchado”.
Así, lo que había nacido en la pluma de un antiguo traficante de esclavos en Inglaterra, cruzó el océano y encontró nuevos significados en un país fracturado por la esclavitud y la guerra, y que necesitaba tener esperanza. En tierras americanas, Amazing Grace dejó de ser sólo un himno: se convirtió en una oración cantada por millones.

Un himno universal de libertad (siglo XX)
El siglo XX trajo consigo una revolución tecnológica y cultural sin precedentes, y Amazing Grace no permaneció ajena a estos cambios. Gracias al nacimiento de la grabación de audio en los años 20, el himno comenzó a transitar un nuevo camino, más allá de las iglesias locales y las páginas de los himnarios. Fue en esta era que Amazing Grace dejó de ser solamente una canción de iglesia para convertirse en un fenómeno universal de esperanza.
En 1922, el sello Brunswick Records realizó la primera grabación conocida del himno, interpretada por el Original Sacred Harp Choir. La música sacra comenzaba así a abrirse paso en los registros fonográficos. Pronto surgirían versiones locales que fusionaban las raíces del góspel con las expresiones populares del folk sureño. En 1930, el violinista y cantante estadounidense Fiddlin’ John Carson grabó una versión acompañada por violín, usando la melodía de At the Cross. Aunque fue considerada irreverente y nunca se publicó oficialmente, marcó un cambio importante: Amazing Grace ya no pertenecía solo al edificio de la iglesia, sino también a las calles y a los salones.
La labor de los folkloristas y etnomusicólogos de EE. UU. John y Alan Lomax, padre e hijo, fue esencial para esta etapa. Armados con grabadoras portátiles, recorrieron zonas rurales para registrar música popular olvidada. En palabras del propio Alan:
Al hacer posible grabar y reproducir música en lugares remotos, lejos de fuentes eléctricas, le dio voz a los sin voz. Documentó músicas como la polifonía compleja de los negros, que la notación no podía representar. Así, la grabadora portátil incorporó culturas ignoradas y pueblos silenciados a la cadena de comunicación.

Artistas como Aunt Molly Jackson o los músicos anónimos de comunidades afroamericanas ayudaron a forjar una nueva identidad sonora para el himno. En las iglesias de tradición góspel, la canción era mucho más que un canto piadoso: era una historia de sobrevivencia, un relato de liberación. Como escribió Newton en su tercera estrofa: “A través de muchos peligros, trabajos y trampas, ya he pasado”. Quizás por eso todos los grandes artistas del góspel han sentido el llamado de interpretarla a su modo.
Una de las versiones más influyentes fue la de Mahalia Jackson, grabada en 1947. Aunque usó la melodía tradicional de New Britain, su interpretación definió el tono emocional del himno en la era moderna. En palabras de la propia Mahalia: “[Amazing Grace surge] de la convicción y del sufrimiento. Hasta las peores voces pueden cantarla, porque están contando sus experiencias”. Joe Ligon, del grupo Mighty Clouds of Joy, lo expresó así: “Es una canción que toca lo más profundo. Cualquiera que tenga cualquier tipo de religión puede sentir la sinceridad de esa canción”.

En los años 60, en plena lucha por los derechos civiles, el himno renació como un canto de resistencia y unidad. Sonó durante protestas y marchas, entonado por personas como Fannie Lou Hamer, símbolo del movimiento. En un contexto marcado por el racismo, la guerra de Vietnam y la contracultura, Amazing Grace conectó a creyentes y no creyentes. El crítico musical Roy Hollingworth —famoso por sus opiniones sobre músicos como Jimmy Hendrix— escribió: “Yo ni siquiera sabía que [Amazing Grace] era un himno, pero sonaba glorioso. Sonaba como un humilde agradecimiento. Frente al estruendo del rock rebelde, era sobrio. Si era rock de Dios, entonces el rock de Dios era bueno”. La cantautora, música y activista estadounidense Judy Collins cantó el himno en conciertos masivos. Su versión popularizó el tema en ámbitos seculares y sirvió de puente entre la tradición y el movimiento juvenil.
El himno alcanzó su punto más alto cuando Aretha Franklin, con su estilo largo de las iglesias Holiness, ofreció una versión profundamente espiritual, que recordaba a Marion Williams y Mahalia Jackson. Su disco Amazing Grace de 1972 vendió millones de copias y demostró que hablar de Dios era relevante incluso en el corazón de la cultura pop. Según Steve Turner: “Judy Collins interpretó cuatro estrofas, repitiendo la primera, en cuatro minutos y cuatro segundos. Aretha [Franklin] tomó dos estrofas y exprimió cada significado durante catorce minutos”.

Ahora, ¿para ese entonces la canción había perdido su tradicional sonido de gaitas? La verdad es que Amazing Grace nunca tuvo gaitas, y fue en esa misma época que las adquirió. Stuart Fairbairn, director de banda de los Royal Scots Greys, lo adaptó para las gaitas militares. Aunque inicialmente fue criticado por los puristas, el presidente de gaiteros Mel Jameson defendió su decisión: “Me llamaron al Castillo de Edimburgo y me dijeron: ‘¿Cómo se atreve a hacer esto con las gaitas?’ Yo respondí: ‘Acabamos de introducir las gaitas en un millón de hogares del Reino Unido. ¿Es eso una mala idea?’”.
Desde entonces, Amazing Grace ha sido interpretado por artistas de todos los géneros: Elvis Presley, Ray Charles, Whitney Houston, Al Green, entre muchos otros. Ha sonado en funerales, películas, eventos patrióticos y anuncios comerciales. Decir que se canta en casi todas las iglesias del mundo, en todos los idiomas, es algo pequeño; incluso aquellos que no conocen la gracia de Dios han adoptado el himno como un símbolo de libertad.
Apenas hemos comenzado (siglo XXI)
El 1 de enero de 2023 se cumplieron 250 años desde que Newton cantó Amazing Grace por primera vez en Olney. En esa ocasión, Christianity Today publicó un artículo cuyo título en español sería: “Hemos cantado Amazing Grace durante 250 años. Apenas hemos comenzado”. Es cierto. A pesar de sus múltiples adaptaciones y sus usos en diversos escenarios sociales, su mensaje sigue siendo claro: “Fui perdido y ahora soy hallado; fui ciego, pero ahora veo”.
En el 2015, después del tiroteo en la Iglesia Metodista Episcopal Africana Emanuel —que dejó 9 muertos—, Barack Obama interrumpió su discurso y comenzó a cantar un himno en el funeral del reverendo Clementa Pinckney. ¿Es malo que tantas personas hayan usado el himno para cantar sobre la libertad en diferentes momentos de la historia, incluso hasta el siglo XXI? Si bien la gracia que rescata al pecador, que redime al rebelde y une a los enemigos es mucho más importante que cualquier manifestación social, la fuerza del himno demuestra una sola cosa: que la única reconciliación posible entre Dios y los hombres, y entre los hombres mismos, se da a través de la gracia sublime de la cruz.
Amazing Grace no es solo una melodía antigua; es una oración cantada y, como escribió Newton, la más pura confesión de todos los tiempos: “Soy un gran pecador, pero Cristo es un gran Salvador”.

Referencias y bibliografía
“A Wretch Like Me” —The Story of John Newton (1725–1807) | Museum of the Bible
“How Sweet the Sound” Setting the Words to Music (1820s–1920s) | Museum of the Bible
“As Long as Life Endures” A Song of Hope (1920s–Present) | Museum of the Bible
Amazing Grace: The Story Behind the Song | Oxvision Films
Canciones con historia: «Amazing Grace» | Jot Down
250 Years Ago Today: John Newton’s ‘Amazing Grace’ First Sung | TGC
We’ve Sung ‘Amazing Grace’ for 250 Years. We’ve Only Just Begun. | CT
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