Escucha este artículo en formato podcast:
Cuando pensamos en un himno cristiano, es probable que nuestra mente viaje al pasado: a los bancos de madera de una capilla inglesa, a las páginas envejecidas de un himnario, a la solemnidad de una comunidad que canta al unísono verdades que no pasan de moda, pero que hoy no parecen ser muy atractivas para una sociedad tan centrada en el hombre. Sin embargo, la historia de la himnodia no terminó en Fanny Crosby, ni en los pentagramas impresos del siglo XIX. Los himnos siguen escribiéndose hoy. Tal vez no siempre se impriman en papel, pero aún buscan decir con belleza y verdad lo que la Iglesia cree y canta.
Como lo mencionamos recientemente en el artículo ¿Adoración o autoayuda? El debate sobre la música de adoración contemporánea, una parte importante de la música cristiana de hoy se ha convertido en una herramienta para generar experiencias emocionales y placer en los feligreses. El enfoque en la atmósfera y en el impacto sensorial ha llevado a que las letras de una gran cantidad de canciones se centren más en las experiencias del creyente, es decir, en el hombre, y no en la grandeza de Dios. Concluimos dicha publicación citando una frase de Relevant Magazine: “Dios es digno de una mejor adoración (...); tenemos que empezar por enfocar nuestra adoración correctamente”.
¿Cómo se podría lograr esto? En medio de una industria saturada de estribillos emocionales y repeticiones infinitas, se ha levantado un grupo de compositores que parecen remar contra la corriente y han puesto sobre la mesa una posible solución a este excesivo enfoque en el hombre: los himnos. Son músicos del siglo XXI que han tomado la antorcha de Watts, Newton y Wesley, para comenzar a escribir con tinta nueva acerca del mismo Evangelio que nos fue revelado a través de las Escrituras. En este artículo, hablaremos sobre qué nos hizo llegar hasta la adoración tan centrada en el hombre y la importancia de recuperar la himnodia antigua.

La influencia del evangelicalismo moderno
Como lo mencionamos previamente en un artículo, los himnos han desempeñado un papel crucial en la formación doctrinal de los creyentes durante siglos. Sin embargo, entre los siglos XVII y XIX, hubo un cambio bastante notorio en la himnodia por influencia del evangelicalismo. Figuras como Isaac Watts y Charles Wesley escribieron himnos de adoración congregacional que, si bien exaltaban a Dios y sus obras, enfatizaban mucho más en la experiencia personal de la fe y la expresión emocional.
Este énfasis no desapareció con el tiempo, sino que evolucionó y se amplificó con la llegada del evangelicalismo moderno. Lo que comenzó con los himnos wesleyanos y los grandes despertares del siglo XVIII y XIX, tomó un nuevo giro en el siglo XX. Con el auge del movimiento carismático y pentecostal, la expansión de las megaiglesias y la creciente influencia de la industria musical cristiana, la adoración congregacional experimentó una transformación profunda.

Si bien la centralidad de la conversión y la autoridad bíblica siguieron siendo pilares del evangelicalismo, la música de adoración pasó a enfatizar de manera aún más marcada la experiencia emocional del creyente. En muchas congregaciones, la adoración dejó de ser solo una proclamación de la verdad teológica. Donde antes se cantaban himnos que decían “¡Santo, Santo, Santo, Señor Dios Todopoderoso!”, que exaltaban la grandeza de Dios, ahora predominaban letras centradas en lo que el creyente sentía. Desde entonces, la música es más un reflejo de la cultura contemporánea que un vehículo de devoción.
Otro de los factores que ha contribuido a este cambio es la influencia del evangelio de la prosperidad. Esta corriente enfatiza la bendición material y el bienestar personal como evidencia de la gracia de Dios. Como resultado, muchas canciones modernas de adoración han adoptado un lenguaje que gira en torno a lo que Dios puede hacer por el creyente en lugar de centrarse en Su majestad y santidad. Robert J. Morgan, quien recopiló 150 de los más grandes himnos y sus historias en los tres volúmenes de su libro Then Sings My Soul —cuyo título hace alusión al famoso himno Cuán grande es Él—, da ejemplos de esto:
Mucha de la música actual tiene frases como “cadenas rotas”, “salir de la tumba”, “ser liberado”, y “ser rescatado de la vergüenza”. Aunque estos conceptos son muy buenos, hay pocas canciones cristianas contemporáneas que exalten a Dios simplemente por quién es y por el asombro de Sus atributos y Su persona.

Por eso, Morgan habla de la necesidad de equilibrar dos tipos de himnos en la adoración contemporánea: los objetivos, que exaltan a Dios por quien es, y los subjetivos, que celebran lo que ha hecho por nosotros. También señala que “si la adoración es exclusivamente objetiva, podría volverse intelectual y distante; si es puramente subjetiva, se transforma en una experiencia sentimental sin fundamento bíblico sólido”. Ante estas circunstancias, y quizás con el ánimo de generar algo de ese equilibrio, algunos compositores han optado por crear himnos contemporáneos bíblicos, que se enfocan más en el Creador.
Himnos modernos
Entre los nombres más reconocidos en este movimiento —si así podemos considerarlo— están los de Keith y Kristyn Getty. Nacidos en Irlanda del Norte, su música ha recorrido el mundo, sobre todo gracias a himnos como The Power of the Cross (El poder de la cruz) y He Will Hold Me Fast (Él me sostendrá). Su ministerio Getty Music ha promovido una forma de adoración que une a la Iglesia en el canto, sin diluir el contenido del mensaje.
Keith coescribió In Christ Alone (Solo en Jesús) con Stuart Towned, otro de los colaboradores de este renacer himnológico. Towned también compuso How Deep the Father’s Love for Us (Profundo es el amor de Dios), una pieza que se siente antigua y nueva a la vez; una oración que perfectamente habría podido estar en los labios de Lutero, pero que hoy puede entonarla un joven creyente en alguna iglesia de Ciudad de México, Bogotá o Buenos Aires.

En Estados Unidos, los nombres de Matt Boswell y Matt Papa han cobrado fuerza. His Mercy Is More (Su gracia es mayor), Come Behold the Wondrous Mystery (Ven contempla el gran misterio) y Christ the Sure and Steady Anchor (Cristo, el ancla firme y fuerte) son himnos que ya han sido adoptados por congregaciones de distintos trasfondos. Constituyen letras profundas, con melodías cantables y raíces reformadas. Boswell y Papa están convencidos de que la música también es una forma de hacer discipulado, y sus canciones son prueba de ello.
Además, se pueden mencionar el estilo sereno de Fernando Ortega, así como la fusión de la liturgia y lo poético de Sandra McCracken, quien incluso fundó el colectivo Indelible Grace Music, que ha rescatado letras de himnos olvidados para darles nuevas melodías. Una labor similar a esta ha venido haciendo el ministerio Gracia Soberana Música en Latinoamérica.

Rescatando los antiguos
A este continente latinoamericano llegan importadas muchas canciones sin ningún tipo de filtro. Sin embargo, labores como la de varios de los músicos anteriormente mencionados o propuestas como la de Gracia Soberana Música ofrecen un camino distinto. Este ministerio ha querido traer los himnos antiguos a la Iglesia latinoamericana con rigor y reverencia, pero a la vez con letras simples y contemporáneas. Actualmente, se encuentra en pleno lanzamiento de un proyecto musical: doce himnos —siete tradicionales y cinco modernos de Sovereign Grace— con nuevas traducciones y arreglos sencillos, pensados para que cualquier iglesia local pueda cantarlos.
En cuanto a los antiguos, compararon las traducciones ya existentes, y generaron una nueva versión apropiada para los cristianos de este siglo, e incluso añadieron algunas estrofas relacionadas con el Evangelio. Tal es el caso de Todo lo que creó el Rey, cuyo nombre original es All Creatures of Our God and King. Es uno de los más representativos de este trabajo discográfico, pues pasó de centrarse en la creación a incluir versos que exaltan a Cristo y recuerdan con esperanza Su regreso.
Precisamente, su trabajo no se limita a lo técnico; su esfuerzo tiene un trasfondo más espiritual. “Queríamos conectar a la Iglesia con su historia y traer letras que creemos que van a nutrirla”, dijo Fabrizio Rodulfo, líder de medios y recursos en español del ministerio Gracia Soberana Música. Este, al igual que su contraparte en inglés (Sovereign Grace Music), procura poner su música al servicio de la iglesia local, no del mercado.
Con respecto a los himnos más contemporáneos, incluyeron las traducciones al español de composiciones propias, como Reformation Song, que será presentada como Canción de la Reforma y habla de las cinco solas. El estilo de estas composiciones es el mismo: claridad bíblica, cantabilidad congregacional y profundidad teológica. Rodulfo explicó al respecto:
Los cristianos somos gente de un libro que se escribió hace miles de años, durante más de un milenio. No somos gente de expresiones aisladas, contextuales, restringidas al tiempo en el que nacimos. Nuestro eje no es nuestro contexto, sino la Palabra de Dios y las verdades reveladas en ella.
Por eso, en vez de sumarse a la carrera de lo novedoso, decidieron detenerse y mirar hacia atrás, porque no todo lo viejo está muerto, y no todo lo nuevo está vivo. Algunos himnos, aunque tengan siglos de existir, siguen latiendo.

Himnos como anclas y raíces
En un tiempo donde la música cristiana se consume con la misma velocidad con la que se desliza el dedo por una pantalla, recuperar la himnodia antigua no significa encerrarnos en el pasado. Significa rescatar una teología cantada que atraviesa generaciones, que sobrevive a los modismos, que sigue siendo verdadera aunque el mercado no la quiera vender. Justamente, Rodulfo aseguró que el objetivo de Gracia Soberana Música al revivir los himnos es “conectar a la Iglesia con la historia y traer letras que creemos que van a nutrirla. No lo hacemos por nostalgia o tradición”.
Traer los himnos al presente es una forma de salvarlos del olvido. La Iglesia debe recordar que antes de que la adoración se volviera espectáculo, fue una confesión; que antes de los sintetizadores, hubo Salmos, sufrimiento y esperanza cantada. Los himnos antiguos son anclas; letras que nacieron para algo más que estar en la radio, para ser entonadas por una Iglesia que solía creer que cantar también era formar. Y lo era, porque mientras los niños memorizaban catecismos, sus padres memorizaban teología en canciones, así cuando en medio de las pruebas su ánimo fallaba, tal vez en sus mentes resonaba un verso como: “Castillo fuerte es nuestro Dios”.

Los himnos son una liturgia contra el ego. Mientras el algoritmo recompensa la autopromoción, los himnos nos invitan a cantar juntos no para destacar, sino para adorar. Porque cuando la adoración se vuelve solo una “experiencia”, se corre el riesgo de que el centro deje de ser Dios. Cuando las canciones son seleccionadas por lo que “conectan” y no por lo que proclaman, la doctrina se diluye en medio de una Iglesia que necesita ser cimentada en Cristo.
Esto no es una guerra entre lo nuevo y lo antiguo. Es un llamado a discernir. Como dijo Morgan: “si tienes solo canciones subjetivas, te falta algo; si tienes solo objetivas, también”. Se trata de equilibrio, de profundidad y de propósito; de no romper el jarrón que generaciones anteriores nos entregaron. Porque si la Iglesia del futuro ha de resistir la tormenta, necesitará raíces que no se sacudan con el viento del mercado.
En pleno siglo XXI, entre luces LED y escenarios minimalistas, aún se escriben himnos. Algunos nuevos, otros rescatados. Mientras haya una Iglesia que necesite recordar quién es Dios y qué ha hecho en Cristo, habrá músicos —anónimos o conocidos— que afinen sus palabras para cantar, no lo que está de moda, sino lo que es verdad.
Referencia y bibliografía
¿Adoración o autoayuda? El debate sobre la música de adoración contemporánea | BITE
Enough With Me-Centered Worship Music | Relevant Magazine
History of the Hymns with Dr. Robert J. Morgan | YouTube
Apoya a nuestra causa
Espero que este artículo te haya sido útil. Antes de que saltes a la próxima página, quería preguntarte si considerarías apoyar la misión de BITE.
Cada vez hay más voces alrededor de nosotros tratando de dirigir nuestros ojos a lo que el mundo considera valioso e importante. Por más de 10 años, en BITE hemos tratado de informar a nuestros lectores sobre la situación de la iglesia en el mundo, y sobre cómo ha lidiado con casos similares a través de la historia. Todo desde una cosmovisión bíblica. Espero que a través de los años hayas podido usar nuestros videos y artículos para tu propio crecimiento y en tu discipulado de otros.
Lo que tal vez no sabías es que BITE siempre ha sido sin fines de lucro y depende de lectores cómo tú. Si te gustaría seguir consultando los recursos de BITE en los años que vienen, ¿considerarías apoyarnos? ¿Cuánto gastas en un café o en un refresco? Con ese tipo de compromiso mensual, nos ayudarás a seguir sirviendo a ti, y a la iglesia del mundo hispanohablante. ¡Gracias por considerarlo!
En Cristo,
![]() |
Giovanny Gómez Director de BITE |