¿Es peligroso que la Iglesia católica dé un mal testimonio ante el mundo? En última instancia, si somos consecuentes con la Palabra de Dios, no podemos considerar que los católicos sean realmente “cristianos”. Como bien lo expuso la Reforma Protestante, dicha institución no cree en “solo Cristo”, sino también en María como mediadora, ni en “sola Escritura”, ya que también le atribuye autoridad divina a las palabras del Papa. Tampoco cree en “sola Gracia”, pues considera que se necesitan obras para ser salvos. Sin embargo, sí hay un peligro tanto para los cristianos evangélicos como para los no creyentes: un mal uso del lenguaje.
Recientemente, la Iglesia católica manifestó su apertura para dar una “bendición pastoral” a las parejas del mismo sexo y a aquellas en situación irregular. Para justificar su decisión, distorsionó el significado de “bendición” y de “pastoral”. De hecho, tergiversó el lenguaje de tal forma que llegó a contradecir no sólo las enseñanzas bíblicas, sino también sus propias convicciones. Esa decisión se divulgó el pasado 18 de diciembre en una declaración titulada Fiducia supplicans sobre el sentido pastoral de las bendiciones, con autoría del Dicasterio para la Doctrina de la Fe y el Papa Francisco.
Esta declaración tuvo lugar después de que, el pasado 11 de julio, el Papa Francisco respondiera en privado unas dubia (‘dudas’ en latín) de algunos cardenales, que fueron divulgadas el 2 de octubre. La segunda cuestionaba si la práctica de bendecir uniones del mismo sexo estaría en concordancia con la Revelación Divina y el Magisterio, considerando la creación de hombre y mujer a imagen de Dios y la enseñanza de Pablo sobre la negación de la diferencia sexual. Los cardenales preguntaban si la iglesia puede desviarse de este principio y aceptar situaciones consideradas objetivamente pecaminosas, como las uniones del mismo sexo, sin traicionar la doctrina revelada.
Precisamente, la declaración que la Iglesia católica publicó el 18 de diciembre se enfocó en mantener la doctrina tradicional sobre el matrimonio, evitando “ritos” que causen confusión. Sin embargo, abordó el significado ‘pastoral’ de las ‘bendiciones’ al proponer una perspectiva “más amplia” y “teológicamente innovadora”, por así decir, permitiendo que estas les sean dadas a parejas homosexuales o en unión libre. En otras palabras, el Vaticano pretende bendecir a “todos”, sin importar su proceder moral.
Pero ¿qué significa “bendición”? ¿Qué es un rito y qué es algo no ritual? ¿Qué implica que algo sea “pastoral”? ¿Qué sucede con el hecho de que todos puedan ser bendecidos? Reflexionaremos brevemente en estas preguntas y en el significado de las palabras “bendición” y “pastoral”.
El significado de “bendición”
Comencemos preguntándonos: ¿qué es “bendición” según la declaración del Dicasterio? Al inicio del documento se encuentra una reflexión al respecto en la cual se le define como una muestra de bondad. Según eso, Cristo mismo es la mayor bendición para el mundo, por medio de quien todos los humanos han sido salvos.
En respuesta a ello, los seres humanos debemos responder también bendiciendo tanto a Dios, como a otras personas. Una parte del texto dice: “A Dios que bendice también nosotros respondemos bendiciendo”.
Pero, después de hablar de manera subjetiva y general, el documento explica la bendición como el acto en el cual se da la aprobación institucional al proceder de los hombres. Específicamente con respecto al sacramento del matrimonio, se encuentra la siguiente afirmación:
…son inadmisibles ritos y oraciones que puedan crear confusión entre lo que es constitutivo del matrimonio como “unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijos” y lo que lo contradice. Esta convicción está fundada sobre la perenne doctrina católica del matrimonio. Solo en este contexto las relaciones sexuales encuentran su sentido natural adecuado y plenamente humano. La doctrina de la iglesia sobre este punto se mantiene firme. Esta es también la comprensión del matrimonio ofrecida por el Evangelio. Por este motivo, a propósito de las bendiciones, la iglesia tiene el derecho y el deber de evitar cualquier tipo de rito que pueda contradecir esta convicción o llevar a cualquier confusión.
Así, la declaración considera que “la bendición” de un sacerdote es básicamente la aprobación para un varón y una mujer que quieren contraer matrimonio. En ese sentido, de acuerdo con la doctrina de la Iglesia católica, no es posible que un sacerdote bendiga la unión de dos personas del mismo sexo.
Sin embargo, esta definición es transformada a lo largo de la declaración para lograr que una pareja del mismo sexo reciba una “bendición”. El Dicasterio afirmó que las bendiciones constituyen un sacramento en continua evolución y es necesario ser innovadores con ellas.
…la respuesta del Santo Padre (…) nos invita a hacer el esfuerzo de ampliar y enriquecer el sentido de las bendiciones. Las bendiciones pueden considerarse entre los sacramentales más difundidos y en continua evolución.
Así es como lo que antes constituía el gesto del sacerdote para ratificar la unión legítima de un hombre y una mujer, ha pasado a estar en “constante evolución”. A lo largo de la declaración, se redefine la bendición como la comunicación de la gracia de Dios que desciende para cualquier persona, sin importar su situación. Así:
…quien pide una bendición, se muestra necesitado de la presencia salvífica de Dios en su historia, y quien pide una bendición a la iglesia, reconoce a esta última como sacramento de la salvación que Dios ofrece. Buscar la bendición en la iglesia es admitir que la vida eclesial brota de las entrañas de la misericordia de Dios…
Pero si un sacerdote puede dar una “bendición” a cualquier persona, ¿qué sucede con las parejas del mismo sexo? ¿El Dicasterio no se estaría contradiciendo a sí mismo? Para solucionar esa paradoja, hicieron una diferencia entre las bendiciones que están dentro y fuera de la liturgia. Así, cuando un sacerdote bendice a un matrimonio en el ámbito litúrgico, está afirmando que el varón y la mujer se unen en matrimonio. En contraste:
…cuando estas expresiones de fe vienen consideradas fuera de un marco litúrgico, uno se encuentra en un ámbito de mayor espontaneidad y libertad, pero la libertad frente a los ejercicios de piedad no debe significar por lo tanto escasa consideración ni desprecio de los mismo.
Creo que el dicho popular “confunde y reinarás” resume muy bien lo que ha logrado el Dicasterio. La bendición sacerdotal se convirtió en un sacramento subjetivo y flexible que, una vez que está fuera del contexto litúrgico, puede llegar con “espontaneidad” y “libertad” a una pareja del mismo sexo, la cual supuestamente no está sujeta a la doctrina católica.
Nuevamente, que la Iglesia católica esté actuando en contra de los principios bíblicos no es una novedad y tampoco es el principal problema. El asunto es que le está comunicando al mundo que los principios y convicciones de una creencia religiosa pueden ajustarse a lo que sea que requiera la cultura actual, y que unas pequeñas alteraciones en el lenguaje permiten transformar los dogmas religiosos basándose en opiniones humanas.
¿No es exactamente eso lo que hacían los fariseos con la Ley? En Marcos 7 leemos que Jesús condenaba la práctica del Corbán que hacían los fariseos, en la cual dedicaban bienes materiales a Dios para no tener que honrar con ellos a sus padres, así negaban el mandamiento de honrar a padre y madre. De la misma forma, cambiando la definición y el contexto de “bendición”, es posible que los sacerdotes católicos bendigan a parejas del mismo sexo, negando el diseño original de Dios.
Lo más irónico es que el Dicasterio también afirmó la importancia de las Escrituras en todo el asunto: “Para reflexionar sobre las bendiciones recogiendo distintos puntos de vista necesitamos dejarnos iluminar ante todo por la voz de la Sagrada Escritura”. Esto plantea un desafío para los verdaderos creyentes, quienes deben demostrar su convicción en las Escrituras por medio de defender y afirmar sus verdades, sin importar lo que requiera la cultura.
El significado de “pastoral”
La declaración del Dicasterio también hace un uso cuestionable de la palabra “pastoral”, asignándole significados peligrosos para nuestra época actual. Como es natural, en la declaración hay una relación entre ese término y la búsqueda de misericordia:
Para ayudarnos a comprender el valor de un enfoque mayormente pastoral de las bendiciones, el Papa Francisco nos instó a contemplar con actitud de fe y paternal misericordia el hecho de que, ‘cuando se pide una bendición, se está expresando un pedido de auxilio a Dios, un ruego para poder vivir mejor una confianza en un Padre que puede ayudarnos a vivir mejor'. Esta petición debe ser en todos los sentidos valorada, acompañada y recibida con gratitud. Las personas que vienen espontáneamente a pedir una bendición muestran con esta petición su sincera apertura a la trascendencia, la confianza de su corazón que no se fía sólo de sus propias fuerzas, su necesidad de Dios y el deseo de salir de las estrechas medidas de este mundo encerrado en sus límites.
Así pues, cuando una persona va a una iglesia católica buscando bendición, se está “abriendo a la trascendencia”, reconociendo que tiene una necesidad de Dios. En efecto, podemos decir que la Escritura hace la misma relación cuando habla de Jesús o del Padre como “el Pastor”, quien cuida, alimenta y se sacrifica por las ovejas (Salmo 23:1-2, Isaías 40:11, Juan 10:11).
Sin embargo, el problema es que, además de relacionar lo pastoral con la necesidad de cuidado y misericordia, también lo están mostrando como aquello que es externo a lo institucional. Ante la posibilidad de que alguien considere la bendición a parejas del mismo sexo como un peligro, el Dicasterio afirmó:
…las bendiciones se convierten así en un recurso pastoral a valorar en lugar de un riesgo o un problema. Consideradas desde el punto de vista de la pastoral popular, las bendiciones son valoradas como actos de devoción que encuentran su lugar propio fuera de la celebración de la Eucaristía y de los otros sacramentos.
En otras palabras, lo pastoral es una alternativa a la rigidez de lo inamovible, como la Eucaristía o los sacramentos. Pero ¿es así como la Escritura define lo pastoral? Definitivamente no. Por el contrario, lo institucional, aquello que tiene un orden establecido y unas reglas claras, es el contexto para el mejor cuidado pastoral. A partir de Hechos 2, el pueblo era edificado al estudiar las enseñanzas apostólicas en unidad y, en Hebreos 10, se instó a los creyentes a no dejar de congregarse, a amar y a hacer buenas obras en las reuniones de la congregación.
Ahora, además de hacer un contraste entre lo pastoral y lo institucional, esta declaración también se refiere a lo pastoral como un lugar seguro para el libertinaje:
De hecho, existe el peligro que un gesto pastoral, tan querido y difundido, se someta a demasiados requisitos morales previos que, bajo la pretensión de control, podrían eclipsar la fuerza incondicional del amor de Dios en la que se basa el gesto de la bendición (…) La iglesia también debe evitar el apoyar su praxis pastoral en la rigidez de algunos esquemas doctrinales o disciplinares (…) Por lo tanto, cuando las personas invocan una bendición, no se debería someter a un análisis moral exhaustivo como condición previa para poderla conferir. No se les debe pedir una perfección moral previa.
El problema no es ofrecer el amor de Dios a quienes carecen de perfección, pues la Biblia es clara en que la gracia es para todo aquel que, siendo pecador, se arrepiente y cree. El problema radica en que, según la declaración del Dicasterio, es posible otorgar la bendición sin hacer un análisis moral. En esto sí contradicen completamente la Escritura, pues el evangelio comienza por un examen doctrinal y moral de las personas, del cual salen reprobadas y necesitadas de gracia. La Biblia no ignora el pecado de las personas para bendecirlas; por el contrario, hace evidente su pecado para que puedan arrepentirse de él.
Entonces, la declaración del Dicasterio hace que la “bendición pastoral” se contraponga no solo a lo institucional, también a lo moral. Eso es peligroso en un mundo que quiere practicar la espiritualidad sin reglas de ningún tipo. En la actualidad, muchos pretenden creer en Dios sin pagar el costo de asistir regularmente a una iglesia local y comprometerse con el crecimiento de una comunidad de fe, y muchos quieren adorar a Dios mientras continúan deliberadamente en aquello que las Escrituras definen como pecado.
La esencia de la verdadera iglesia
Como lo mencionamos al comienzo, no consideramos que los católicos sean cristianos desde el punto de vista bíblico, así que su decisión de bendecir a parejas del mismo sexo solo sigue el curso natural de la cultura. Pero, al tratarse de una institución religiosa que tiene por estandarte las Escrituras y a Cristo como Señor, esta reciente declaración debe encender alarmas entre nosotros.
Es obvio que la decisión de la Iglesia católica de bendecir a parejas del mismo sexo fue producto de la presión social y no de un análisis teológico. ¿Acaso en la Edad Media hubieran llegado a la misma conclusión? Por eso, debemos preguntarnos: ¿en qué asuntos los cristianos, al igual que los católicos, estamos cambiando poco a poco las doctrinas para ajustarnos a los requerimientos de la cultura?
Al final de la declaración, el Dicasterio citó las palabras del Papa Francisco para recordar la que, según él, es la esencia de la iglesia: “esta es la raíz de la mansedumbre cristiana, la capacidad de sentirse bendecidos y la capacidad de bendecir (...) Este mundo necesita bendición y nosotros podemos dar la bendición y recibir la bendición”. Si bien es cierto que la iglesia de Cristo está llamada a bendecir al mundo (Mateo 5:14-16), no debe hacerlo poniendo en riesgo la definición que Pablo dio de ella: “columna y sostén de la verdad” (1 Timoteo 3:15).
Referencias y bibliografía
Declaración Fiducia supplicans sobre el sentido pastoral de las bendiciones Las dubia y sus respuestas
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