Nota del editor: Este es un fragmento adaptado de Cinco puntos (Poiema Publicaciones, 2018), escrito por John Piper.
Juan Calvino, el famoso teólogo y pastor de Ginebra, murió en 1564. Junto con Martín Lutero en Alemania, Calvino fue la fuerza más influyente de la Reforma protestante. Sus comentarios y su Institución de la Religión Cristiana aún siguen ejerciendo una tremenda influencia en la iglesia cristiana a nivel mundial.
Por lo general, a la iglesias que han heredado las enseñanzas de Calvino se les conoce como reformadas, en contraste con las ramas luteranas o anglicanas/episcopales de la Reforma. Mientras que no todas las iglesias bautistas se apegan a la teología reformada, existe una tradición bautista importante que surgió de esa corriente y todavía abriga las doctrinas fundamentales heredadas de la Reforma.
Arminio y los remonstrantes
La controversia entre el arminianismo y el calvinismo surgió en Holanda a principios de la década de 1600. El fundador del partido arminiano fue Jacobo Arminio (1560–1609). Estudió en Ginebra bajo el sucesor de Calvino, Theodore Beza, y llegó a ser profesor de teología de la Universidad de Leyden en 1603. Poco a poco Arminio llegó a rechazar ciertas enseñanzas calvinistas.
La controversia se difundió por toda Holanda, donde la Iglesia Reformada representaba a la abrumadora mayoría. Los arminianos redactaron su credo en Cinco Artículos y los expusieron ante las autoridades estatales de Holanda en 1610 bajo el nombre de Remonstrantes (Memorial o Pliego de Protesta), firmado por cuarenta y seis ministros.
La respuesta calvinista oficial a los Cinco Artículos llegó del Sínodo de Dort que se llevó a cabo del 13 de noviembre de 1618 al 9 de mayo de 1619. Había ochenta y cuatro miembros y dieciocho comisionados seculares. El Sínodo escribió lo que ha llegado a conocerse como los Cánones de Dort. Estos todavía forman parte de la confesión doctrinal de La Iglesia Reformada de América y de la Iglesia Cristiana Reformada. Ellos citan los Cinco Puntos del Calvinismo en respuesta a los Cinco Artículos de los Remonstrantes Arminianos.
Por lo tanto, los así llamados Cinco Puntos no fueron escogidos por los calvinistas como un resumen de su enseñanza, sino que aparecieron como respuesta a los cinco puntos que los arminianos escogieron para mostrar su desacuerdo.
En el corazón de la teología bíblica
Es más importante dar una postura positiva y bíblica sobre los cinco puntos que conocer la estructura exacta de la controversia original. Estos cinco puntos aún están en el corazón de la teología bíblica. No son irrelevantes. El lugar en donde nos posicionemos en relación a estas posturas va a afectar profundamente nuestra visión de Dios, del hombre, de la salvación, de la expiación, de la regeneración, de la seguridad, de la adoración y de las misiones.
En algún punto de la historia (nadie sabe con certeza dónde ni cómo), los cinco puntos llegaron a resumirse en inglés bajo el acrónimo TULIP.
- Total depravity: Depravación total
- Unconditional election: Elección incondicional
- Limited atonement: Expiación limitada
- Irresistible grace: Gracia irresistible
- Perseverance of the saints: Perseverancia de los santos
No digo que estos cinco puntos agotan las riquezas de la teología reformada. Numerosos escritores, sobre todo los que tienen una orientación más presbiteriana, usan ese argumento hoy en día porque muchas personas (bautistas, como yo) se definen como calvinistas aun cuando no aprueban todos los aspectos de la tradición reformada. Por ejemplo, Richard Muller en su libro Calvino y la Tradición Reformada y Kenneth J. Stewart en Diez Mitos Acerca del Calvinismo dejan claro que Calvino y el sistema de corrientes que fluyeron de sus obras es más ancho, más profundo y más polifacético que las cinco corrientes en las que me estoy enfocando aquí. Estos cinco puntos se centran en el acto fundamental de la salvación de Dios hacia los pecadores. Tampoco afirmo que los títulos para estas cinco doctrinas de la gracia sean los mejores. Como cualquier versión simplificada de una doctrina, todos estos títulos son susceptibles a la mala interpretación. Justin Taylor da un resumen útil de los varios intentos que se han hecho por volver a exponer estas verdades.
Por ejemplo, Timothy George prefiere ROSES más que TULIP: Radical depravity (depravación radical), Overcoming grace (gracia que vence), Sovereign election (elección soberana), Eternal life (vida eterna), Singular redemption (redención concreta). Roger Nicole prefiere el acrónimo GOSPEL (que tiene seis puntos): Grace (gracia), Obligatory grace (gracia obligatoria), Sovereign grace (gracia soberana), Provision-making grace (gracia que proporciona lo necesario), Effectual grace (gracia eficaz), Lasting grace (gracia perdurable).
Otros abandonan el esfuerzo por hacer un acrónimo completo. Por ejemplo, James Montgomery Boice sugiere: Depravación radical, Elección incondicional, Redención concreta, Gracia efectiva, Gracia perseverante. Greg Forster propone:
- Estado del hombre antes de la salvación: completamente corrompido.
- Obra del Padre en la salvación: elección incondicional.
- Obra del Hijo en la salvación: salvación personal.
- Obra del Espíritu en la salvación: transformación sobrenatural.
- Estado del hombre después de la salvación: en fe, perseverancia.
Tampoco afirmo que el orden de las doctrinas (TULIP) sea necesariamente el más útil cuando se enseña lo que significan. De seguro existe una buena justificación para este orden tradicional. Comienza con el hombre, el cual tiene la necesidad de ser salvo (depravación total) y después trata, siguiendo el orden en que suceden, con los pasos que Dios da para salvar a Su pueblo. Él elige (elección incondicional), después Él envía a Jesús a expiar los pecados de los elegidos (expiación limitada), después Él, de una manera irresistible, atrae a Su pueblo a la fe (gracia irresistible) y por último Él obra para hacer que ellos perseveren hasta el fin (perseverancia de los santos).
Me he dado cuenta, sin embargo, que la gente comprende estos puntos con mayor facilidad si vamos en el orden en que muchas veces los experimentamos cuando llegamos a ser cristianos.
- Primero experimentamos nuestra depravación y la necesidad de la salvación.
- Después experimentamos la gracia irresistible de Dios que nos guía hacia la fe.
- Posteriormente confiamos en la suficiencia de la muerte expiatoria de Cristo por nuestros pecados.
- Luego descubrimos que detrás de la obra de Dios para expiar nuestros pecados y llevarnos a la fe estaba Su elección incondicional.
- Y por último, descansamos en Su gracia electiva para darnos la fuerza y la voluntad para perseverar en la fe hasta el fin.
Este es el orden que seguiremos en las siguientes páginas. Voy a tratar de organizar lo que yo creo que las Escrituras enseñan sobre estos cinco puntos. Lo que más deseo es que tu experiencia de la gracia de Dios sea más profunda y que lo honres a Él cuando entiendas y creas Su verdad revelada en la Escritura. Oro para que yo esté abierto a cambiar cualquiera de mis ideas si se puede demostrar que contradice la verdad de la Escritura. No tengo ningún interés personal en Juan Calvino; de hecho, creo que algunas de sus enseñanzas son incorrectas. Pero en general estoy dispuesto a ser llamado un calvinista de cinco puntos porque este nombre se ha atribuido a estas posturas durante siglos, y porque me doy cuenta que la postura calvinista es fiel a la Escritura. La Biblia es nuestra máxima autoridad.
Comparto los sentimientos de Jonathan Edwards, quien escribió lo siguiente en el prefacio de su gran libro La Libertad de la Voluntad: “No debo negarme a ser llamado calvinista, aunque aclaro: niego rotundamente una dependencia hacia Calvino y niego creer las doctrinas en las que creo por el mero hecho de que él las creyó y las enseñó. Tampoco pueden decir que creo todo tal y como él lo enseñó”.
Cinco puntos
Podría ser útil para algunos lectores resumir brevemente el significado de cada uno de los cinco puntos antes de profundizar en más detalles bíblicos. A lo mejor este resumen despierta algún sentimiento que explique por qué creo que estas verdades magnifican la preciosa gracia de Dios y dan un gozo indescriptible a los pecadores que han perdido la esperanza de salvarse a sí mismos.
Depravación total
Nuestra corrupción pecaminosa es tan profunda y tan fuerte que nos convierte en esclavos del pecado y nos hace moralmente incapaces de vencer nuestra propia rebelión y ceguera. Esta incapacidad para salvarnos a nosotros mismos es total. Dependemos totalmente de la gracia de Dios para vencer nuestra rebelión, para que nos dé ojos para ver y para que nos atraiga al Salvador de manera eficaz.
Elección incondicional
La elección de Dios es un acto incondicional de la gracia gratuita dada por medio de Su Hijo Jesús antes del principio del mundo. Por este acto Dios escogió, antes de la creación del mundo, a aquellos que serían liberados de la esclavitud del pecado y llevados al arrepentimiento y a la fe salvadora en Jesús.
Expiación limitada
La expiación de Cristo es suficiente para todos los seres humanos y efectiva para los que confían en Él. No está limitada en su valor o suficiencia para salvar a todos los que creen. Pero la completa efectividad salvadora de la expiación que Jesús logró está limitada a aquellos para los cuales se preparó ese efecto salvador. La suficiencia total de la expiación está disponible para toda la gente. Todo el que quiera—todo el que cree—será cubierto con la sangre de Cristo. Existe una intención divina en la muerte de Cristo, de alcanzar las promesas del nuevo pacto para la novia escogida de Cristo. Entonces Cristo murió por todos los hombres pero no por todos de la misma manera.
Gracia irresistible
Esto significa que la resistencia que todos los seres humanos profesan contra Dios todos los días (Ro 3:10-12; Hch 7:51) es vencida de manera maravillosa, en el tiempo preciso, por la gracia salvadora de Dios, la cual Él da a los rebeldes indignos que Él libremente decide salvar.
Perseverancia de los santos
Creemos que todos los que son justificados ganarán la batalla de la fe. Perseverarán en fe y en última instancia no se rendirán al enemigo de sus almas. Esta perseverancia es la promesa del nuevo pacto que la sangre de Cristo obtuvo y que obró en nosotros por medio de Dios mismo, pero no con el fin de que bajemos la guardia, sino de capacitar y alentar nuestra constancia y vigilancia, para que podamos decir al final: He peleado la buena batalla, aunque no yo sino la gracia de Dios que está conmigo (2Ti 4:7; 1Co 15:10).
Fragmento adaptado de Cinco puntos (Poiema Publicaciones, 2018), escrito por John Piper.
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