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El luteranismo es la denominación protestante que sigue el legado del hombre a quien Dios usó para impulsar la Reforma. La iglesia luterana tiene hoy presencia en todo el mundo y su importancia histórica es tan profunda, que probablemente no podríamos hablar de protestantismo sin antes hablar de luteranismo.
La pregunta por la que deberíamos empezar es, ¿qué significa luteranismo? Las iglesias luteranas recibieron su nombre del propio Martín Lutero (1483-1546), aunque ni él ni los reformadores contemporáneos quisieron que se les designara así. El término luterano, que apareció en 1519, fue acuñado por los opositores de Lutero, aunque los luteranos hubieran preferido que se les llamara “evangélicos”.
El significado de “Luteranismo”
En 1517, cuando cuestionó las prácticas eclesiásticas en torno a las indulgencias con sus 95 Tesis, Martín Lutero no tenía la intención de separarse de la Iglesia de Roma, suponiendo que su llamado a una reforma sería escuchado. En cambio, se produjo una feroz controversia. Lutero y sus seguidores fueron excomulgados, lo que los enfrentó con la alternativa de ceder o encontrar nuevas formas de vivir su fe.
La división entre luteranos y católicos se hizo clara con el Edicto de Worms de 1521, que condenó a Lutero y prohibió oficialmente a los ciudadanos defender o propagar las ideas reformadas, sometiendo a los defensores del luteranismo a la posibilidad de perder todos sus bienes. En 1530 se exigió a los luteranos que presentaran su confesión de fe ante el emperador en Augsburgo, Alemania. Philip Melanchthon (1497-1560) escribió la Confesión de Augsburgo, que fue leída ante la corte imperial el 30 de junio de 1530.
En 1546, el emperador Carlos V (1500-1558) inició una guerra contra los principales territorios y ciudades luteranas, de la que salió victorioso en la hoy conocida como ‘Guerra de Esmalcalda’. Pero Carlos se extralimitó al agregar objetivos políticos a su propósito de desmantelar las reformas de Lutero. Así, en 1555 se vio obligado a reconocer formalmente a la iglesia luterana.
La Paz de Augsburgo, por la cual se resolvió el conflicto entre el luteranismo y el Emperador, marcó un importante punto de inflexión en la historia de la Iglesia luterana. Después de una generación de lucha contra las autoridades católicas e imperiales, los luteranos obtuvieron reconocimiento legal en 1555. A partir de entonces, las iglesias luteranas que se declararon protestantes en los territorios del Sacro Imperio Romano Germánico fueron libres de desarrollarse sin amenazas políticas ni militares.
Después de Lutero
Luego de la muerte de Martín Lutero, varias controversias surgieron respecto a la organización y a algunos puntos de la doctrina de la Iglesia luterana. Las diferencias fueron resueltas a través de un documento publicado en 1580, titulado Libro de la Concordia. El libro reunía 10 documentos reconocidos como autorizados por los luteranos: el Credo de los Apóstoles, el Credo de Nicea, el Credo de Atanasio, el Pequeño y el Gran Catecismo de Martín Lutero, la Confesión de Augsburgo, la Apología de la Confesión de Augsburgo, los Artículos de Esmalcalda, el Tratado sobre el Poder y la Primacía del Papa, y la Fórmula de la Concordia. Así, los luteranos unificaron su doctrina.
En el siglo XVI, las ideas luteranas se trasladaron a Bohemia, Polonia, Hungría y Transilvania. Aunque fueron bien recibidos por clérigos y laicos por igual, la falta de apoyo de las autoridades impidió la formación de nuevas iglesias.
Por otro lado, los comerciantes y estudiantes introdujeron nociones luteranas en Escandinavia, que estaba unida bajo la corona danesa. Un conflicto entre el rey danés y la nobleza sueca en el siglo XVI condujo a la aparición de Gustav Eriksson Vasa (1496-1560), quien aseguró la independencia sueca. Desde el principio, Vasa buscó disminuir el poder de la Iglesia Católica y apoyó al luteranismo. La Dieta en Västerås (1527) confiscó las propiedades de la iglesia, eliminó la inmunidad del clero y declaró que sólo se debía predicar la Biblia. Mientras tanto, el luteranismo se extendía también a Estonia y Letonia.
Llegada de la ilustración
Posteriormente, ante la tendencia ortodoxa de la iglesia luterana en Alemania, algunos teólogos luteranos reaccionaron. El pietismo comenzó en 1675, cuando el pastor Philipp Jakob Spener (1635-1705) publicó su libro Pia Desideria.
Luego, el luteranismo se siguió expandiendo. La primera gran ola de inmigrantes luteranos llegó a Norteamérica en la década de 1740, con asentamientos en Nueva York, las Carolinas y Pensilvania.
En 1806 la invasión de Alemania por Napoleón Bonaparte (1769-1821) vino con la ilustración. La ilustración desafió los supuestos cristianos tradicionales sobre los milagros, las profecías y la revelación divina. En contraste con el pensamiento teológico de la época, que abogaba por el uso de la razón pero que enfatizaba en la primacía de la revelación, en la teología luterana se empezó a sentir una tendencia a subordinar la revelación a la razón. Sin embargo, muchos líderes luteranos no aceptaron el racionalismo de la ilustración y buscaron avivamientos basados en las Escrituras.
Luteranismo en todo el mundo
Los comerciantes europeos llevaron el luteranismo a África a partir del siglo XVII cuando se establecieron a lo largo de las costas. Durante la primera mitad del siglo XIX, la actividad misionera en África se expandió con un aumento de los misioneros, nuevas traducciones de la Biblia y el fomento de la educación.
El luteranismo llegó a la India a principios del siglo XVIII. Se desarrolló una comunidad de varios miles de cristianos, traduciendo la Biblia, un catecismo, un himnario e iniciando un sistema de escuelas luteranas. La inmigración llevó también el luteranismo a Australia, Nueva Zelanda y a varias zonas de Oceanía. En América Latina, las misiones comenzaron a servir a los inmigrantes europeos de origen luterano. Las iglesias luteranas de inmigrantes se establecieron principalmente en Brasil, Argentina y Chile.
En 1892, los primeros misioneros luteranos llegaron a Japón. Aunque el trabajo comenzó lentamente y se produjo un gran revés durante la Segunda Guerra Mundial, el luteranismo ha sobrevivido allí. Después de que los misioneros en China fueron expulsados, comenzaron el ministerio en Taiwán y Hong Kong.
Luteranismo en el siglo XX
La posterior experiencia traumática de la Primera Guerra Mundial desencadenó en el luteranismo tanto una reacción conservadora, como un interés en la cooperación interconfesional y el ecumenismo. La mayoría de los teólogos luteranos siguieron la reorientación general de la teología lejos del liberalismo y hacia una síntesis entre religión y cultura, teología y filosofía, y ciencia y fe. Este sentimiento se sintetizó en lo que hoy conocemos como "neoortodoxia", cuyo principal exponente fue el teólogo suizo Karl Barth (1886-1968).
En 1934, ante el ascenso del nazismo, varios líderes y teólogos de la iglesia luterana se unieron para firmar la Declaración de Barmen. Esta declaración afirmó la doctrina protestante tradicional y condujo a la formación de la Iglesia Confesante, que unía a pastores y congregaciones que rechazaban el control nazi sobre la iglesia luterana alemana. Entre ellos estuvieron Martin Niemöller (1892-1984) y el famoso Dietrich Bonhoeffer (1906-1945).
Luteranismo hoy
A diferencia de la Iglesia de Roma, el luteranismo no es una entidad única. Se organiza en iglesias autónomas regionales o nacionales. A nivel mundial, hay unos 140 cuerpos de iglesias luteranas de este tipo; 138 de estos se unieron libremente en la Federación Luterana Mundial, que se estableció en 1947.
Actualmente el luteranismo tiene entre 70 y 80 millones de miembros, lo que lo convierte en el tercer movimiento protestante más grande del mundo, después del anglicanismo y el pentecostalismo. También es la principal denominación protestante en Alemania.
Los países con mayor población luterana, fuera de Alemania, incluyen a Canadá, Francia, República Checa, Polonia, Hungría, Eslovaquia, Brasil, Malasia, India, Indonesia, Países Bajos, Sudáfrica, Reino Unido y los Estados Unidos. El luteranismo también es la religión estatal en Islandia, Noruega, Dinamarca, Groenlandia y las Islas Feroe. Suecia y Finlandia tienen su propia iglesia nacional que es hija de la Iglesia luterana. Actualmente, la iglesia luterana tiene presencia oficial en casi cien países en los cinco continentes.
¿En qué creen los luteranos?
El pensamiento de Lutero siempre ha sido la fuerza que guía la delineación de la teología luterana. Tradicionalmente, se ha pensado que las dos principales declaraciones confesionales luteranas del siglo XVI, la Confesión de Augsburgo de 1530 y el Libro de la Concordia de 1576, explican las enseñanzas de Lutero. La autoridad en el luteranismo se entiende como la fidelidad a los documentos confesionales que constituyen una exposición auténtica de la enseñanza bíblica.
La principal de las enseñanzas luteranas es la insistencia de que la Biblia es la única fuente de autoridad para la iglesia. Por eso Lutero entendió la necesidad de una Biblia en la lengua alemana ya que, solo si la Biblia era accesible, se apreciarían sus enseñanzas. Los teólogos cristianos occidentales hasta el siglo XVI concibieron el acto redentor de la gracia divina dentro del contexto de la colaboración humana voluntaria. Este consenso de siglos de cooperación divina y humana fue rechazado por Martín Lutero, quien sostuvo que la Biblia negaba la participación humana en el proceso de salvación.
Las confesiones luteranas reconocen dos sacramentos, el bautismo y la Cena del Señor. Ya que los sacramentos son actos instituidos por Cristo, la iglesia debe practicarlos. El ministerio entonces se entiende como la predicación y la administración de los sacramentos. Sin embargo, esto no implica un estatus especial para el ministro. La teología luterana enfatiza la obediencia al gobierno como un deber cristiano. Lutero abogó por la resistencia solo si la predicación del evangelio estaba en peligro.
En cuanto a la organización del luteranismo, las congregaciones locales son parte de una organización regional o nacional llamada “sínodo”. Los sínodos unen el trabajo de las congregaciones dentro de sus áreas, sirven de apoyo regional y guían la búsqueda de candidatos pastorales y otros funcionarios.
El luteranismo también ha hecho una contribución importante a la himnología protestante. Muchos de los himnos luteranos conocidos provienen de los siglos XVI y XVII, como por ejemplo "Castillo fuerte es nuestro Dios" de Martín Lutero.
El legado del luteranismo nos recuerda la importante labor de Martín Lutero. La forma en la que el Señor usó a este hombre desencadenó el nacimiento del protestantismo y la expansión de la idea de que la Biblia debe ser leída, enseñada y aplicada por todos los creyentes en cualquier lugar del mundo. La labor de Lutero y sus seguidores inspiró a muchos otros a buscar reformas en sus propios países, y en el proceso tradujeron la Biblia a muchos idiomas, entre ellos al español.
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