Cuando se trata de tomar decisiones financieras, aunque algunos jóvenes cristianos adultos están influenciados por su fe, muchos no administran su dinero con base en una perspectiva que tenga en cuenta los postulados bíblicos.
Un estudio sobre el tema, y conducido por Lifeway Research, encontró que tener una perspectiva cristiana del mundo, impacta la forma en la que los adultos jóvenes (de entre 25 y 40 años) administran su dinero, lo cual es evidente en el hecho de que los cristianos dan dinero (a la caridad, a sus instituciones religiosas o fundaciones) tres veces más de lo que lo hacen los no cristianos.
Aún más, los cristianos tienen el doble de probabilidades que los no cristianos de decir que su fe influencia sus decisiones financieras. En particular, la mayoría de los cristianos dicen que ellos reconocen la responsabilidad de la buena administración financiera.
“El estudio tenía el interés de entender la diferencia que existe en la forma en que los cristianos más jóvenes manejan su dinero en comparación con los no cristianos”, dijo Scott McConnell, director ejecutivo de Lifeway Research. “Los cristianos son mucho más activos en las donaciones de dinero y no menos activos en tratar de tener un buen manejo en lo que se refiere a sus hábitos de gasto”.
En promedio, en los Estados Unidos, los adultos jóvenes hacen negocios con 2,4 instituciones financieras (cuentas de préstamos, cuentas corrientes, cuentas de ahorro, etc.) y tienen en promedio 1.9 tarjetas de crédito. Pero el 23% de ellos no tienen tarjetas de crédito. Los adultos jóvenes también tienen mentalidades variables respecto al gasto del dinero.
En general, el 45% de los adultos jóvenes afirman que rastrean la forma en que gastan su dinero, y el 45% dicen que ahorran para las cosas que quieren comprar. Otro 45% dice que establecen un presupuesto y se ciñen a él. Un grupo menos numeroso afirma que compran de manera impulsiva (28%) o que obtienen un préstamo para las compras que necesitan hacer (un 16%).
Los adultos jóvenes tienen más probabilidades de decir que sus padres influencian sus decisiones financieras (47%). Pero ellos también son frecuentemente influenciados por sus amigos (30%), por las publicaciones financieras y sitios webs (25%) y por los asesores financieros (20%). Mientras que la mayoría de los adultos jóvenes toman decisiones financieras con base en lo que ellos quieren hoy (76%), incluso varios más dicen que ellos consideran en dónde estarán o quieren estar dentro de varios años (83%) cuando se trata de tomar decisiones financieras.
Solo algo más de un tercio de los adultos jóvenes (36%) están de acuerdo en que su fe tiene una influencia en sus decisiones financieras. Los cristianos (con un 44%) tienen más del doble de probabilidades que los no cristianos (un 20%) a estar de acuerdo con que su fe influencia las decisiones financieras que toman. Pero la forma exacta en que la fe de estos creyentes influencia sus decisiones financieras y tiene un impacto en la forma en que ellos administran su dinero, es algo que varía.
La diferencia entre dar y gastar
El joven adulto cristiano típico dona más de tres veces de lo que lo hacen los no cristianos en el curso de un año (las cifras oscilan entre los 1820 dólares para los cristianos y los 556 dólares para los no cristianos). Esto es apoyado por el hecho de que más cristianos dan a sus iglesias locales (37%) y a organizaciones religiosas (28%) de lo que lo hacen los no cristianos (8% y 11% respectivamente). Aunque la mayoría de los adultos jóvenes cristianos no dan dinero a su iglesia local (63%), muchos todavía dicen que dar limosna, o dar al menos el 10% de sus ingresos a su iglesia local es un mandato bíblico que es válido para hoy (56%).
“Uno podría esperar que los cristianos dieran más que los no cristianos a las iglesias y las organizaciones religiosas, pero ellos también tienen una mayor propensión a donar a 3 o 4 otros tipos de receptores, como lo son las organizaciones de ayuda basadas en la fe”, dijo McConnell. “Mientras que en general la generosidad de los adultos jóvenes cristianos es bastante notable, también existe un gran grupo que no pone en practica su creencia de la necesidad de dar a su iglesia local”.
La limosna u ofrenda de la iglesia no cuenta para la diferencia existente entre los adultos jóvenes cristianos y los no cristianos en la medida en que los cristianos también son más propensos a donar a otros grupos. De hecho, los adultos jóvenes cristianos dieron dos veces más que los no cristianos a individuos o familias en necesidad durante el último año (603 dólares anuales versus 261 dólares). Los cristianos son también más propensos que los no cristianos a donar a alguien o a una causa de crowdfunding vía GoFundMe (27% versus el 20%), y a las organizaciones de caridad no religiosas o instituciones de educación (29% vs el 20%). Sin embargo, no hay una significativa diferencia cuando se trata de donar a causas sociales.
La generosidad cristiana va mucho más allá de dar dinero. Los adultos jóvenes cristianos (el 74% de ellos) también son más propensos que los no cristianos (el 68%) a estar de acuerdo en que es importante dar ayuda, en tiempo, haciendo labores de voluntariado para ayudar a buenas causas o a individuos en necesidad.
En general, los adultos jóvenes en Estados Unidos no parecen ser demasiado generosos. Incluso aunque los cristianos tienen más probabilidades de haber donado durante el último año (el 70%) que los no cristianos (el 55%), el 83% de los adultos jóvenes dieron un total de USD 1 000 dólares o menos durante el último año. Aunque la mayoría de los participantes de la encuesta (el 56%) eran empleados a tiempo completo, el 36% de los adultos jóvenes no dieron donaciones a ningún grupo o individuo en necesidad durante el último año.
Más de dos tercios de los adultos jóvenes cristianos dijeron que tienen una responsabilidad de ser buenos administradores de sus finanzas (el 69%). Es decir, entienden que son administradores, más que dueños, del dinero que tienen. En este sentido, los cristianos tienen también más probabilidades de tomar decisiones financieras con base en dónde quieren estar en los próximos años (85%) que los no cristianos (78%).
“La mayoría de las personas quieren ser financieramente responsables, y la mayoría de los adultos jóvenes cristianos ven a las finanzas como una responsabilidad que viene a la par con las demás obligaciones de su fe”, dijo McConnell.
La diferencia en la deuda
En promedio, los cristianos no tienen menos deudas que los no cristianos, y los dos grupos tienen actitudes similares cuando se trata de pedir préstamos para hacer grandes compras, cuando viene la necesidad de incurrir una deuda como un joven adulto y cuando se sopesa la necesidad de la deuda personal en la economía de hoy.
Aunque los adultos jóvenes de Estados Unidos aceptan la necesidad de la deuda, no desean la deuda. Sin diferencias significativas entre los cristianos y los no cristianos, el 78% de los adultos jóvenes buscan evitar las deudas a todo costo. Mientras que más de dos tercios (el 70%) dicen que la mayoría de las deudas personales pueden ser evitadas, 75% de los adultos jóvenes de Estados Unidos actualmente tienen alguna deuda de algún tipo.
En promedio, los adultos jóvenes de Estados Unidos tienen USD 41 808 en deuda. La mayoría (el 79%) tienen USD 50 000 o menos en deuda, y la mayoría de los adultos jóvenes (el 54%) no considera que sus actuales deudas sean excesivas.
Los cristianos y los no cristianos pueden lucir similares cuando se trata de acciones en consideración a la deuda, pero los cristianos son mucho más propensos a considerar el tomar un préstamo como una derrota financiera (el 47%) que los no cristianos (el 37%).
Mientras que los préstamos predatorios son una preocupación para la mayoría de los estadounidenses, los cristianos se oponen más fuertemente que los no cristianos a este tipo de actividad financiera.
Los adultos jóvenes cristianos son más propensos que los no cristianos a estar de acuerdo en que los prestamistas solo deberían aprobar préstamos en los casos en los que los prestatarios tienen la capacidad de devolver el dinero en el periodo establecido para el préstamo (81% frente al 72%)
De modo similar, los cristianos son más propensos que los no cristianos a estar de acuerdo en que los prestamistas deberían extender créditos únicamente a tasas razonables de interés (87% vs el 81%).
Un estudio de Lifeway Research a cristianos en cerca de 30 estados con muy poca regulación sobre los préstamos de pago diario encontró que el 77% cree que es un pecado prestar dinero a alguien cuando el prestamista gana al dañar financieramente al prestatario.
“Los adultos cristianos jóvenes reflejan las enseñanzas bíblicas, tales como la Regla de Oro y versículos específicos, que prohíben las tasas de interés excesivas, en la medida en que ellos son más propensos a querer limitar los préstamos con tasas no razonables de interés y aquellos tipos de créditos que las personas no pueden pagar de vuelta”, dijo McConnell.
Diferencias de valores
El adulto joven promedio de Estados Unidos se preocupa de los valores cuando se trata de tomar decisiones financieras, y además quiere que las compañías con las que hace negocios, compartan esos mismos valores que ellos aprecian. 74% de los adultos jóvenes buscan comprar con compañías que compartan sus valores. Casi el 70% de ellos buscan comprar con instituciones financieras que compartan sus valores, y el 67% dicen que ellos tratan de hacer compras con compañías que tengan una misión social que beneficie a la sociedad de una manera tangible.
En general, los cristianos y los no cristianos piensan de modo similar acerca de estas cosas; sin embargo, los cristianos son más propensos a decir que ellos no buscan comprar con instituciones financieras que comparten sus valores (24%) que los no cristianos (el 18%).
Mientras que la mayoría de adultos jóvenes dicen que ellos tratan de comprar de compañías que hagan negocios de maneras sostenibles (72%) y socialmente responsables (el 71%), la mayoría no reflexiona demasiado en cada aspecto de las operaciones de cada compañía antes de hacer una decisión de compra. Los cristianos son más propensos a comprar un bien o servicio sin preocuparse acerca de cómo la compañía opera en partes de su negocio que no los afectan directamente a ellos (70%) que los no cristianos (el 55%).
Entre los cristianos, el 59% trata de comprar de modo intencional de compañías que “actúen en formas que honren a Cristo”. Solo un poco menos de la mitad de los adultos cristianos jóvenes (el 48%) están de acuerdo en que los cristianos tienen la responsabilidad de gastar su dinero en compañías que son operadas por, y que son propiedad, de cristianos.
“Los adultos jóvenes son muy conscientes acerca de que hacer una diferencia en la sociedad con sus compras es un asunto importante”, dijo McConnell. “Los adultos jóvenes cristianos no son la excepción. La mayoría de ellos se acercan a sus decisiones de gasto con un deseo de honrar a Cristo y de ser buenos administradores de sus finanzas, al tiempo de que buscan hacer negocios con compañías que ayuden a otros”.
La Palabra de Dios y el dinero
Mientras que el estudio de Lifeway Research ilustra aspectos importantes sobre la relación actual de los adultos jóvenes estadounidenses con el dinero, es bueno volver a la Palabra de Dios para descubrir formas sanas y apropiadas de tener una relación con el dinero que honre verdaderamente a Dios.
La Palabra de Dios no nos brinda una casuística sobre el dinero, es decir, una normatividad estricta sobre lo que un cristiano debe o no debe hacer con su dinero; sin embargo, sí ilustra una serie de principios que requieren una aproximación interpretativa y que pueden llevar a los creyentes a tener una visión más coherente de lo que es una relación sana con el dinero.
Contra la idolatría al dinero
Algunos principios evangélicos sobre el dinero se pueden encontrar en las declaraciones de Jesús: “Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No podéis servir al mismo tiempo a Dios y al dinero” (Mateo 6, 24). En este pasaje se advierte que el dinero no puede ser nunca un fin en sí mismo ni el eje fundamental de la vida de un seguidor de Jesús. El cristiano es alguien que reconoce el valor del dinero en sus justas proporciones, pero que no lo idolatra ni se obsesiona con el mismo. El culto fundamental está en la honra a Dios, un cristiano, por lo tanto, sabe que el dinero no puede llegar nunca a reemplazar a Dios como el centro de su vida.
Un llamado a la solidaridad
Otros principios de la relación con el dinero los podemos hallar por inferencia. El evangelio nos exhorta constantemente a preocuparnos por los pobres y los desvalidos. A lo largo de la revelación Dios mismo se presenta como abogado de los pobres (Proverbios 22:22-23 ) y al mismo tiempo exhorta a su pueblo a atender las necesidades de quienes menos tienen: “Da al pobre con generosidad, no de mala gana, porque el Señor tu Dios te bendecirá en todo lo que hagas. Siempre habrá algunos que serán pobres en tu tierra, por esto te ordeno que compartas tus bienes generosamente con ellos y también con otros israelitas que pasen necesidad” (Deuteronomio 15, 10).
El mismo Jesús dirá que el servicio y la ayuda a los pobres es un bien que se le hace a él mismo (Mateo 25, 31- 46), enfatizando que el servicio a los necesitados es un mandato imperante para aquellos que se declaran seguidores suyos. Asimismo, en 1 Juan 3, 17 se nos indica: “Pero el que tiene bienes en este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra su corazón contra él, ¿cómo podrá decir que el amor de Dios mora en él?”. Hebreos 13, 16 también nos exhorta en el mismo sentido: “Y no se olviden de hacer el bien ni de compartir lo que tienen con quienes pasan necesidad. Estos son los sacrificios que agradan al Señor”.
Así, podemos ver que la misericordia es uno de los principios clave de la acción en lo que se refiere al uso del dinero. Jesús no se olvida de aquellos que han sido despreciados por la sociedad, Él les tiende la mano y les muestra su amor, los vuelve a incluir. Se cumplen en Él las profecías, ya que Él viene a declarar el año favorable del Señor para todos los que han sido olvidados (Lucas 4, 18). En esta misma perspectiva, el cristiano transmite la imagen liberadora y sanadora de Jesús por medio de su relación con los más pobres y en una actitud desprendida hacia el dinero cuando se trata de ayudar a quienes más lo necesitan.
La riqueza que es producto del esfuerzo es legítima
Además de exhortarnos a mostrar una actitud de solidaridad en lo que se refiere al dinero y a los más pobres, la Palabra de Dios no solo contiene obligaciones, sino que también nos presenta una perspectiva liberadora y de ayuda. Para Jesús es claro que la riqueza puede ser algo justo y merecido (Lucas 10,17) : “Porque el obrero es digno de su salario”. En el Antiguo Testamento también tenemos alusiones similares: “No retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana” (Levítico 19, 13). Vemos así cómo la Palabra de Dios reconoce el trabajo como un valor y como una fuente legítima de riqueza.
Ser buenos administradores
La Palabra de Dios también nos exhorta a ser buenos administradores de nuestra riqueza. Tal vez uno de los casos más emblemáticos en la Biblia en lo concerniente a la buena administración lo podemos ver en la historia de José, el hijo de Jacob.
La historia de José tiene lecciones particulares para todos los creyentes de hoy. En Génesis 41, 46 -57 se nos muestra como José no solo fue un hombre de fe sino que además supo administrar con sabiduría la riqueza que le fue encomendada. José fue consciente de que los buenos tiempos no serían eternos y que siempre era necesario prepararse de manera diligente para los tiempos de escasez.
En nuestros tiempos, esta realidad es posible reconocerla en la existencia de ciclos económicos. Las recesiones económicas, tal como la del 2008 o la que parece aproximarse hoy a nivel mundial por cuenta de la inflación y la guerra en Ucrania, son realidades que siguen allí y frente a las cuales todos deberíamos prepararnos. Esta exhortación a la preparación tiene una especial connotación de llamado para los líderes y encargados del gobierno, pero también es algo que toca a los ciudadanos en sus vidas diarias.
Otros llamados a la buena administración los podemos encontrar en la historia de los talentos (Mateo 15, 14- 30). En esta parábola, la buena administración de los dones recibidos es recompensada y puesta como ejemplo. Ciertamente, la parábola no se aplica solo al uso que le damos al dinero, sino que también tiene aplicaciones para los dones espirituales y prácticos que hemos recibido, pero sería un error no reconocer las aplicaciones que pueden extraerse de este mensaje para la vida financiera. Al igual que en la historia de José, cualquier cristiano que se comporte como un sabio administrador puede obtener beneficios legítimos. Claro está, el cristiano también deberá reconocer que sus ganancias no se deben meramente a su esfuerzo personal y que en consonancia con la bendición y la gracia recibida de una vida holgada financieramente, también está en la obligación de retribuir a la sociedad y apoyar a los que más sufren a ejemplo de la misericordia expresada por Cristo.
El valor del trabajo
La Palabra de Dios no nos anima a entender la bendición financiera como el resultado de acciones de tipo mágico, sino como el resultado de los esfuerzos legítimos de cada persona que merece la paga por sus esfuerzos (Lucas 10,17). En algunas comunidades religiosas se ha llegado a la concepción de que es necesario “pactar” por medio de la ofrenda o diezmando. Este tipo de nociones han resultado en abusos por parte de los líderes religiosos hacia los creyentes y claramente no es la noción que Jesús tiene de un buen pastor.
En lugar de una concepción mágica sobre el dinero, la Biblia más bien nos exhorta al trabajo y a buscar un equilibrio entre nuestra vida laboral y nuestro descanso: “Acuérdate del sábado, para consagrarlo. Trabaja seis días, y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, pero el séptimo día será un día de reposo para honrar al Señor tu Dios” (Éxodo 20, 8-10).
El evangelio así no nos llama a la pasividad y a esperar una resolución inmediata y mágica de nuestros problemas financieros, sino a trabajar en concordancia con nuestras capacidades y a apoyar a los demás. “Lo que ganes con tus manos, eso comerás; gozarás de dicha y prosperidad” (Salmo 128, 2).
La iglesia como una comunidad que expresa la llegada del reino de Dios
El dinero también tiene una relación estrecha y profunda con la vida de la iglesia. En la iglesia se expresa el reino de Dios y esta se encuentra al servicio del Reino de Dios. En consonancia, a ejemplo de los primeros cristianos, las disposiciones de ayuda financiera a la iglesia cumplen la función de servir a los pobres, servir a la vida de la comunidad y continuar la obra misionera del evangelio (Hechos 2, 42-47).
La vida de la iglesia también expresa solidaridad mutua con aquellas comunidades eclesiales que lo necesitan y se reconoce así la importancia de la contribución para la obra evangelística (1 Corintios, 16, 1-4). Por estas razones, el cristiano también puede contribuir, en la medida de sus posibilidades, a su iglesia local, a obras solidarias y expresar así la comunión propia del pueblo de Dios.
Concluyendo
Los adultos jóvenes cristianos de Estados Unidos tienen claramente una orientación solidaria en su relación con el dinero y los más necesitados. Esta relación tiene un trasfondo bíblico y evangélico que lo explica, por lo cual es bastante comprensible que los cristianos sean hoy más solidarios que los no cristianos.
La preocupación por una sana administración de las finanzas también tiene un trasfondo bíblico importante. Al igual que nos recuerda la historia de José o la parábola de los talentos, estamos llamados a ser administradores sabios de nuestras finanzas y recursos. Sin embargo, en este apartado, no se observa una diferencia significativa entre los cristianos y los no cristianos. Los no cristianos tienen también una fuerte consciencia de la importancia de una buena administración del dinero.
La vida de la iglesia tiene un componente financiero importante. Los creyentes estamos llamados a contribuir activamente en la solución de los problemas de nuestras comunidades eclesiales a ejemplo de las primeras comunidades cristianas, ya que la Iglesia es en sí misma una expresión del Reino de Dios y presta en sí misma un servicio a la obra del Señor.
Las iglesias no deberían tener miedo a hablar sobre el dinero en sus servicios religiosos, ya que este tiene un papel decisivo en nuestras vidas, en la forma en que servimos al Señor y en la moralidad propia que debe caracterizar a los hijos de Dios.
Los cristianos estadounidenses tienen una preocupación legítima sobre el uso del dinero y de cómo este puede ser ocasión de pecado, bien sea en los préstamos con usura o en la compras destinadas a empresas que no comparten la ética cristiana y llevan acciones de tipo dudoso, bien sea de explotación, daño ambiental o que no son socialmente responsables. Esta preocupación es algo que las iglesias deberían discutir más abiertamente para generar una guía apropiada para aquellos creyentes que consideran que pueden llegar a patrocinar el pecado y la injusticia con sus compras.
La Palabra de Dios aporta perspectivas y principios fiables para que tengamos una relación sana con el dinero y podamos vivir verdaderamente libres. Ciertamente, el dinero no es un dios ni puede suprimir el culto debido al Señor (Mateo 6, 24). En Dios encontramos nuestra verdadera libertad y el dinero solo puede tener valor como un medio pero nunca como un fin en sí mismo (Mateo 6, 33).
Nota: redactado con información de Lifeway Research.
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