Fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.
Mateo 25:35
Para el mundo secular, la muerte es un tema en el que las personas no deberían pensar demasiado. De hecho, muchos lo ven como el final definitivo de la vida. Sin embargo, desde una perspectiva legal, se piensa que los condenados a muerte obtendrán lo que “se merecen”; que su vida y todo lo que eran termina ahí, en ese momento.
A la justicia de este mundo no le gusta pensar que un criminal tenga una esperanza o que pueda ser acogido en el amor de Dios. Pero el mensaje del evangelio ofrece esperanza para todo el que esté dispuesto a creer que Cristo, el único verdaderamente Justo, nos libera de las concepciones mundanas de justicia. La misma Palabra de Dios es clara con respecto a la misericordia que el Señor tiene para aquellos que escuchan Su voz y se arrepienten de sus pecados:
“El Señor es compasivo y misericordioso, es paciente y abunda en fiel amor. No acusará para siempre, ni seguirá guardándonos rencor. No nos ha dado el castigo que merecen nuestros pecados; ni nos trata conforme a nuestras maldades”, Salmo 103:8 (PDT).
En este sentido, la labor de los ministerios que sirven a quienes están en prisión y, especialmente, a aquellos que están en el “corredor de la muerte” (el nombre que se le da a la sección de celdas de los condenados que esperan la ejecución), cobra un valor fundamental a la luz de la Palabra de Dios. Ellos llevan la esperanza de que Cristo puede cambiar a cualquier persona, sin importar los crímenes que haya cometido.
En las cárceles, los presos tienen el tiempo suficiente para reflexionar sobre sus delitos y hacer un cambio radical en sus vidas. Sin embargo, estas decisiones terminan siendo superficiales si no están acompañadas de un encuentro profundo y real con el Señor.
En la actualidad, muchos ministerios llevan la Palabra de Dios a las prisiones y se esfuerzan genuinamente por forjar espacios de encuentro con los presos. Aun así, hasta hace unos años, no habíamos escuchado de iglesias que se involucraran activamente en hacerle un acompañamiento a los que se encuentran en el corredor de la muerte. Sin embargo, la Segunda Iglesia Bautista de Corpus Christi es una de esas comunidades. En el 2021, sus líderes lucharon para que se le permitiera a John Henry Ramírez, uno de los conversos de la cárcel y en ese entonces miembro de la congregación, recibir la unción de su pastor al momento de su ejecución.
Ramírez fue ejecutado el 5 de octubre de 2022 por inyección letal. El estado de Texas lo sentenció a muerte por haber asesinado en 2004 a Pablo Castro, de 45 años, empleado de una tienda de conveniencia: lo apuñaló 29 veces y le robó 1.25 USD para comprar drogas. Ramírez quería que su pastor Dana Moore, el principal de la Segunda Iglesia Bautista, le impusiera las manos durante la ejecución, que finalmente tuvo lugar 18 años después del crimen. Sin embargo, las reglas penitenciarias del estado se lo impedían. La condena se había postergado en varias oportunidades, y una de ellas se debió a que el reo presentó una demanda en un tribunal federal alegando que su deseo era un derecho religioso.
Según el abogado de Ramírez, Seth Kretzer, la política de la prisión permitía a los médicos y guardias tocar a un recluso durante la ejecución, pero no era posible el contacto espiritual. Kretzer argumentó que eso iba “contra el libre ejercicio de la fe cristiana del señor Ramírez en el momento exacto de su muerte, cuando la mayoría de los cristianos creen que ascenderán al cielo o descenderán al infierno, en otras palabras, cuando la instrucción y la práctica religiosa es más necesaria”.
En 2021, Christianity Today se acercó al pastor bautista del sur para preguntarle sobre el ministerio en el corredor de la muerte, la importancia de la imposición de manos, y lo que él cree que la gente debería saber sobre Ramírez.
La siguiente es una transcripción de la entrevista que el medio tuvo con el pastor Moore:
Christianity Today (CT): ¿Por qué es importante para usted como pastor bautista tocar a alguien o imponerle las manos?
Dana Moore (DM): Cuando oro por las personas, les pongo las manos. Cuando voy al hospital, tomo la mano de la persona. Es lo que hacemos. Así es como hacemos las cosas. La semana pasada tuvimos una reunión, miré y una de las damas de la iglesia estaba orando por otra. La que estaba de pie puso sus manos sobre los hombros de la que estaba sentada, así oró por ella.
No creo que sea algo que hagan solo los bautistas. En las iglesias de todas las denominaciones hay un contacto físico. Y no es como si fuera solo una cosa en los libros de historia, es algo que hacemos todos los días cuando oramos los unos por los otros. Eso es lo que John quiere que yo pueda hacer. Que lo toque. Tener ese apoyo. Tener ese tipo de bendición.
CT: ¿Es John Henry Ramirez miembro de la Segunda Iglesia Bautista?
DM: Vino a la salvación en la cárcel. Creo que fue en el corredor de la muerte, a través del ministerio de dos damas de nuestra iglesia, Jan Trujillo y Joyce Watson. Entonces Juan solicitó ser miembro de la iglesia. Tomamos su salvación y básicamente una carta por poder, lo que generalmente los bautistas no hacen, pero en este caso lo hicimos.
Pienso en él como uno de los miembros que, supongo que en definitiva, está confinado en casa. No puede venir a la iglesia.
Hablamos con él como cualquier miembro de la iglesia, excepto que tenemos que hablar a través del plexiglás y teléfonos. Hablamos de todo. Hablamos de preguntas bíblicas, hablamos de su vida y él me pregunta: “¿Qué está pasando en la iglesia?”. Le hablo de ello y luego quiero saber cómo le va.
CT: ¿Qué nos puedes contar de John? ¿Qué quieres que la gente sepa sobre él?
DM: John es alguien que ha sido transformado por Jesucristo. Eso es lo más importante.
CT: ¿Cómo inició su iglesia un ministerio para los condenados a muerte en la Unidad Allan B. Polunsky del Departamento de Justicia Criminal de Texas en Livingston, Texas? Eso está a unas cinco horas de la Segunda Iglesia Bautista en Corpus Christi.
DM: El ministerio comenzó con un miembro de la iglesia llamado Les Archer que trabajaba como capellán voluntario en la cárcel del condado local, y ahí fue donde conoció a John Ramirez. El caso de John llegó a la condena y terminó en el corredor de la muerte, y Les Archer no pudo llegar allí, simplemente no pudo soportar el viaje, físicamente.
Enlistó a dos damas, hermanas, y Jan y Joyce comenzaron el ministerio. John tuvo la idea de ampliarlo, de conseguir más visitas para los chicos que no recibían ninguna en el corredor de la muerte. Creo que esto probablemente sea de conocimiento común, pero todos están aislados todo el tiempo.
Ahora, probablemente tenemos media docena de personas que van a visitar a los muchachos, y lo hacen una vez al mes. Es un ministerio para el corredor de la muerte, para nuestra iglesia.
CT: ¿Cómo es la Segunda Iglesia Bautista?
DM: Es una gran iglesia. Más de 100 años de historia. Ministramos a personas de todas las edades. Solo tratamos de llevar a cabo la Gran Comisión, y es un momento difícil para hacerlo, pero ese es nuestro objetivo.
Es una iglesia a la que asisten muchas personas de diferentes orígenes. Tenemos activo un Ministerio de Prisiones Kairos (KPM por sus siglas en inglés), y un ministerio local aquí llamado Cadenas rotas, de personas que buscan salir de diferentes adicciones y que, con frecuencia, terminan siendo parte de la iglesia.
Tenemos profesionales y también personas que están luchando, llegando a fin de mes y tratando de mantenerse limpias. Tratamos de ayudarnos unos a otros a seguir a Jesús y guiar a otros a seguirlo también.
CT: Cuando conoció a los hombres que están en el corredor de la muerte, condenados, ¿cuál fue su impresión de ellos?
DM: John y los otros chicos que conocí allí son chicos normales. Es como, guau, ¿qué tan diferente soy? John es un chico normal. Tiene fortalezas y debilidades. Y todo lo demás. Le gusta hablar. Y a mí también. Como predicador, a veces me resulta difícil pronunciar una palabra, porque primero tengo que escuchar. A él le gusta hablar.
En una visita como consejero espiritual, se me permite hablar con un preso durante una hora y trato de visitar a dos presos si puedo. Hablo con John todos los meses porque tiene una fecha [para su ejecución], y los otros tres chicos rotan. Todos apoyan esto porque saben que John tiene una cita.
Mi objetivo número uno es estar allí y escuchar lo que John tiene que decirme. No sigo una agenda. Voy allí solo para hacerme su amigo y ser ministro tanto como cualquiera de los chicos me lo permita. Entonces veo a dónde van las cosas.
CT: ¿Cuánto tiempo ha estado ministrando a John?
DM: No recuerdo exactamente cuándo empezó el ministerio con él, pero son cerca de unos cinco años.
CT: ¿Reunirse con estos hombres ha cambiado su opinión sobre la pena de muerte?
DM: No quiero meterme en eso. No quiero enturbiar las aguas con la demanda. Tengo opiniones, pero no se trata de lo que pienso al respecto.
CT: Si hubiera otros ministros preguntando acerca de este tipo de ministerio, sopesando si llegar a las personas en prisión o en el corredor de la muerte específicamente, ¿qué les diría?
DM: Les diría: solo sigue tu llamado, tu pasión, lo que Dios te está guiando a hacer. Hay tantos buenos ministerios por ahí. Para nosotros, esto fue simplemente algo que Dios puso frente a nosotros. No lo buscamos ni lo hicimos como parte de un plan.
CT: Cuando te reúnes con John, ¿hablas a través de teléfonos por medio de una ventana de plexiglás?
DM: Sí.
CT: Entonces nunca lo has tocado, ¿verdad? ¿Nunca has podido ponerle las manos encima mientras oras?
DM: No.
CT: ¿Cómo empezaste a hablar de la posibilidad de tocarlo durante la ejecución?
DM: Como la Corte Suprema dijo que ahora se me permite estar en la cámara de la muerte, ir con él a la cámara de la muerte, hablamos sobre cómo sería y cómo se vería eso.
John dijo, básicamente, “Dana, quiero que puedas tocarme”. El tacto es espiritualmente importante. Hay algo ahí. Jesús sanó tocando. Jesús tomó a los niños en sus brazos; eso es conmovedor. Santiago habla de ungir a la gente con aceite; eso implicará un toque. Así que le dije que también quería tocarlo.
No conozco el proceso legal, pero John lo inició y presenté una declaración jurada como apoyo de la idea de tocarlo en la cámara de la muerte.
CT: ¿Qué ha aprendido sobre el ministerio pastoral al visitar a estos hombres en el corredor de la muerte?
DM: Es algo que me ha permitido cumplir con parte de la Biblia. En Mateo 25, Jesús dice: Cuando estaba en la cárcel, me visitaste. Dice que cuando vas a visitar a esa persona, es como si lo visitaras a Él. No pensé que Jesús se parecería a John Ramírez, pero se parece. Entonces, Dios mío, tengo que decir que sí a eso.
Referencias y bibliografía
Can This Texas Pastor Lay Hands on an Inmate During Execution? | Christianity Today
Apoya a nuestra causa
Espero que este artículo te haya sido útil. Antes de que saltes a la próxima página, quería preguntarte si considerarías apoyar la misión de BITE.
Cada vez hay más voces alrededor de nosotros tratando de dirigir nuestros ojos a lo que el mundo considera valioso e importante. Por más de 10 años, en BITE hemos tratado de informar a nuestros lectores sobre la situación de la iglesia en el mundo, y sobre cómo ha lidiado con casos similares a través de la historia. Todo desde una cosmovisión bíblica. Espero que a través de los años hayas podido usar nuestros videos y artículos para tu propio crecimiento y en tu discipulado de otros.
Lo que tal vez no sabías es que BITE siempre ha sido sin fines de lucro y depende de lectores cómo tú. Si te gustaría seguir consultando los recursos de BITE en los años que vienen, ¿considerarías apoyarnos? ¿Cuánto gastas en un café o en un refresco? Con ese tipo de compromiso mensual, nos ayudarás a seguir sirviendo a ti, y a la iglesia del mundo hispanohablante. ¡Gracias por considerarlo!
En Cristo,
Giovanny Gómez Director de BITE |