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¿Te has preguntado alguna vez si el nacimiento e infancia de Jesús fueron reales, tal como lo relatan las Escrituras? ¿Existen evidencias para afirmar con certeza que ocurrió literalmente como lo presentan los evangelios? ¿Jesús realmente fue concebido por el Espíritu Santo? En este artículo, ofreceremos un panorama general de las evidencias que tenemos para creer que las narraciones acerca de la concepción, nacimiento y vida de nuestro Salvador son reales.
En la actualidad, existen muchas objeciones contra la historicidad de las narrativas del nacimiento de Jesucristo. Estas abarcan todo tipo de argumentos basados en supuestas contradicciones, falta de evidencia arqueológica o histórica, inconsistencias en las genealogías o incredulidad sobre la posibilidad de un nacimiento virginal.
Primero, analicemos este tema desde el punto de vista histórico y arqueológico.
Evidencias históricas y arqueológicas
Los argumentos más comunes contra la veracidad del nacimiento de Jesús narrado en la Biblia comprenden desde “la falta” de evidencias arqueológicas hasta supuestas inconsistencias históricas. A continuación, trataremos cinco elementos del nacimiento de Cristo, cuyo análisis refuerza la autenticidad de la narrativa bíblica:
1. La existencia de Nazaret: el autor, músico y activista ateo estadounidense René Salm afirma en su libro El mito de Nazaret: la ciudad inventada de Jesús que este lugar no existía en el primer siglo. Pero algunos críticos han mencionado que, debido a que Salm no contaba con formación profesional en arqueología, la capacidad de interpretación de algunos de sus hallazgos podía ser limitada.

Además, en 2008, cuando él publicó su libro, la información arqueológica sobre Nazaret en el siglo I era mucho más limitada. No obstante, excavaciones arqueológicas que se han realizado desde el 2009 hasta años recientes han confirmado el relato bíblico. Hoy tenemos una gran cantidad de evidencia que indica la presencia de una comunidad judía en esa área y durante ese periodo. Los hallazgos incluyen fosas de almacenamiento, cisternas de agua, y dos viviendas tipo “casas de patio” del primer siglo, una de las cuales conserva puertas y ventanas intactas. También se han encontrado evidencias de veneración cristiana temprana, lo cual sugiere que este fue el lugar de la infancia de Jesús.
2. El nacimiento virginal de Jesucristo: este fue documentado por Lucas, un médico e historiador de alto nivel que entrevistó a testigos, probablemente incluyendo a la propia María. También le prestó atención especial y detallada al nacimiento de Juan el Bautista. Muchos ven en esto cierto interés de tipo ginecológico como resultado de su formación como médico. Teniendo en cuenta la clara agudeza de Lucas como historiador y cronista, es muy poco probable que se haya dejado engañar respecto a la concepción y nacimiento virginal de Cristo.Sumado a esto, el famoso Credo de los apóstoles, que data del siglo II y que toda la iglesia usó, da cuenta de que el nacimiento virginal fue creído por los primeros cristianos. Al incluir el nacimiento virginal en su confesión de fe, estos primeros creyentes dejaron en claro que lo consideraban una doctrina esencial. El Credo dice: “Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra; y en Jesucristo, su único Hijo, Señor nuestro; que fue concebido del Espíritu Santo, nació de la Virgen María”. La creencia en el nacimiento virginal fue confirmada por el Credo de Nicea (325 d. C.) y sigue haciendo parte de las doctrinas principales de los cristianos católicos, los ortodoxos orientales y los protestantes.

3. El censo: en Lucas 2 se narra que César Augusto (63 a. C.-14 d. C.) emitió un decreto para un censo nacional, el primero de su tipo, mientras que Cirenio (45 a. C. - 21 d. C.) era gobernador de Siria. Se han debatido dos de estos puntos: que no se realizó un censo en el momento del nacimiento de Cristo (poco antes de la muerte del rey Herodes el Grande) y que Quirino no era gobernador de Siria en ese momento.
El problema se debe a un probable error de copia cometido por el cronista judío Flavio Josefo (37 d. C.-100 d. C.), que se propagó en manuscritos posteriores y que sugiere que Herodes murió en el año 4 a. C. Pero, tras un examen reciente de los manuscritos de Josefo, la muerte de Herodes se dio muy probablemente en el año 1 a. C.

El Dr. Andrew Steinmann, distinguido profesor de Teología y Hebreo de la Universidad Concordia de Chicago, ha rastreado la muerte de Herodes hasta el eclipse lunar total del 10 de enero del 1 a. C. y el nacimiento de Jesús alrededor del 3 a. C. o 2 a. C. Otros registros romanos muestran que Cirenio era el gobernador de Judea durante el año 3 a. C. y que en ese año se realizó un censo.
4. La visita de los pastores: un poco más al norte de Belén había un lugar conocido como Migdal Eder, “la torre del rebaño”. Si bien se desconoce su ubicación exacta, sabemos que este era un lugar donde ciertos pastores apacentaban rebaños especiales destinados al sacrificio en el templo. De hecho, curiosamente, en Miqueas 4:8 se menciona ese mismo sitio solo unas pocas líneas antes de que él profetizara el nacimiento del Mesías en Belén.
Por supuesto, nada indica que de allí provenían los pastores que visitaron a Jesús. Sin embargo, es probable que algunos hombres dedicados a ese oficio estuvieran cuidando los corderos pascuales en la noche del nacimiento de Cristo. Parece apropiado pensar que los ángeles visitaron a los pastores para contarles sobre la venida del Cordero Pascual final.
5. La presentación de Jesús en el templo: el relato bíblico nos cuenta lo siguiente:
Cumplidos los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, el cual le había sido puesto por el ángel antes que fuese concebido. Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor (como está escrito en la ley del Señor): Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor, y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas, o dos palominos, Lc 2:21-24 (RVR1960).

Este pasaje nos deja dos enseñanzas respecto a la familia de Jesús: que era devota y cuidadosa en seguir la ley de Moisés, y que era pobre. Levítico 12:6 nos dice que el sacrificio real para la purificación era un cordero de un año y que las aves solo se usaban cuando una familia no podía pagar por el cordero. La evidencia entonces nos demuestra que la narración bíblica obedece a acciones de una típica familia judía del primer siglo.
Coincidencias no diseñadas
Para continuar, vamos a exponer una serie de argumentos sobre la base de las “coincidencias no diseñadas”, es decir, los detalles incidentales que confirman sucesos históricos. ¿A qué nos referimos con esto? Cuando uno examina las Escrituras, encuentra una serie de afirmaciones basadas en hechos que se superponen entre ellas. Sin embargo, estas a la vez pueden confirmar que otras narraciones se hicieron de forma independiente o pueden llenar vacíos que los autores familiarizados con los acontecimientos de ese momento asumieron que sus lectores conocían. Estas coincidencias, por lo tanto, no están diseñadas ni son intencionales, pero muestran que los autores de los libros que las contienen estaban diciendo verdades históricas.
Un ejemplo simple: cuatro personas atestiguan un accidente en la calle al mismo tiempo, pero cada uno tiene una perspectiva diferente. Luego son llamados a rendir testimonio y cada uno ofrece su punto de vista: uno observó los momentos previos al accidente, otro se concentró en las víctimas, otro vio a los transeúntes mientras trataban de resguardarse, y otro se concentró en saber quién era el responsable. Todos los testigos confirman que el hecho sucedió realmente y ofrecen testimonios complementarios. Entonces, para comprender y asegurar que las narraciones de los Evangelios en cuanto al nacimiento de Cristo son reales, podemos usar este argumento de las coincidencias no diseñadas.

Tal vez has notado que la historia del nacimiento de Cristo solo es narrada en los Evangelios de Mateo y Lucas. Juan comienza con Su deidad, preexistencia y encarnación, mientras que Marcos va directo al inicio del ministerio de Cristo. Por lo tanto, cualquiera podría decir que las narraciones sobre el alumbramiento del Mesías son demasiado escasas. Sin embargo, hay que tener en cuenta un detalle: Marcos y Juan muestran hechos incidentales que confirman la autenticidad de las narraciones de Mateo y Lucas sobre el nacimiento de Jesús.
Por ejemplo, José y María estaban comprometidos para casarse. En Lucas 1 y 2, José no dice nada con respecto a que su futura esposa de repente resultó en estado de embarazo. En el capítulo 2, José simplemente se lleva a María con él para el conteo del censo y, después del nacimiento, se narra la ocasión en la que presenta a Jesús en el Templo. Este proceder sería confuso si no tuviéramos el relato de Mateo. En Mateo 1:18 se nos revela que José en realidad tuvo dudas, pero Dios le dijo por medio de un ángel que Jesús había sido concebido por el Espíritu Santo. Así pues, podemos concluir que Mateo nos ofrece una explicación de por qué José actuó como se narra en Lucas.
Otro asunto central son las genealogías. Mateo las enlistó por la línea de José y Lucas por la de María. ¿Por qué? En su Evangelio, Lucas señaló siempre a las mujeres de manera positiva y Mateo se enfocó en legitimar a José como padre legal de Jesús. Pero pensemos en lo siguiente: los evangelistas incluyeron nombres de antepasados que los judíos conocían claramente. Así que la peor forma de construir un relato ficticio sería usar dos genealogías que tuvieran contradicciones.

Hagamos algunas aclaraciones. Los dos linajes genealógicos son paralelos desde Abraham hasta David. A partir de David, Mateo trazó el linaje paterno de ascendencia a través de Salomón. En cambio, Lucas trazó el linaje materno a través de Natán, hermano de Salomón. Los dos linajes se enlazan en Salatiel y Zorobabel, pero se separan otra vez en los dos hijos de Zorobabel, Resa y Abiud. Más adelante, los dos linajes se unen por segunda y última vez en el matrimonio de José y María. José fue el último del linaje paterno, mientras que María, como hija de Elí, fue la última del linaje materno.
Por lo tanto, José fue un descendiente directo de David. Este es el propósito principal de la genealogía presentada por Mateo: demostrar el derecho legal de Jesús para heredar el trono davídico, un requisito esencial que respalda su autoproclamación como el Mesías. No obstante, una credencial igualmente importante era su ascendencia biológica de David, característica mesiánica de Cristo que se cumplió a través de Su madre, María, quien también fue descendiente directa de David.
Las narraciones del nacimiento de Jesús en Mateo y Lucas también ayudan a explicar los eventos de Marcos y Juan. ¿Qué hay de lo familiarizado que estaba Juan el Bautista con Jesús en estos dos últimos Evangelios? Habría sido un poco extraño que Juan el Bautista hablara sobre alguien que era mejor que él en todos los aspectos sin haberle conocido. En Lucas encontramos que María y Elisabet (la madre de Juan el Bautista) eran parientes y que la primera visitó a la segunda cuando ambas estaban embarazadas. Se puede concluir que continuaron interactuando como familia después del nacimiento de los niños, lo cual explicaría la familiaridad de Juan el Bautista con Jesús evidenciada en Marcos y Juan.

Ahora, en el Evangelio de Marcos nunca se habla de José como el padre de Jesús. Entonces, si solo tuviéramos este texto, en realidad estaríamos bastante confundidos respecto a la identidad paterna terrenal del Mesías. Además, es muy extraño el hecho de que María sí fue nombrada varias veces allí. De hecho, en Marcos 6:3 (RVR1960) se menciona no solo a la madre, sino también a los hermanos de Jesús: “¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él”.
Esto resulta peculiar, ya que, aunque se menciona la profesión de carpintero en el texto, no se hace referencia a José como el padre de Jesús. Además, el no mencionarlo a él junto a su esposa y a sus hijos era poco común, sobre todo por el patriarcado en esa época. Esto solo se podría explicar si Marcos hubiera estado enterado del nacimiento virginal, con lo cual se confirma que Jesús no tuvo un padre biológico y, por eso, Marcos simplemente no escribió nada sobre José.
Lo anterior demuestra que existen muchas formas en las que los Evangelios se complementan unos a otros, como lo vimos anteriormente. Parece que la única forma de contradecir esto sería recurrir a ideas extravagantes, como que los cuatro autores de los Evangelios se reunieron a hablar acerca de los detalles que cada uno contaría y cuáles complementarían los relatos de los demás, lo cual es completamente descabellado. En cambio, es más probable que los cuatro autores hayan escrito acerca de lo que cada uno había presenciado o de lo que había escuchado de algún testigo. Ellos escribieron los detalles que eran más relevantes desde sus propias perspectivas y la narración de los demás nos permite tener hoy un amplio panorama de quién es Jesús, de Su encarnación, nacimiento, vida, ministerio, muerte, resurrección y ascensión, y de los mandatos que les dejó a Sus discípulos.
Para finalizar, vale la pena aclarar que hemos enumerado sólo algunas coincidencias no diseñadas sobre el nacimiento y la naturaleza divina de Jesús, pero estas pueden multiplicarse casi indefinidamente si uno mira la totalidad de los Evangelios y el resto de la Biblia. La forma en que Mateo complementa los detalles de Lucas y en que Marcos demuestra su familiaridad con las narrativas del nacimiento de Jesús, así como las conexiones íntimas de Jesús y Juan el Bautista están confirmadas de forma cruzada, son sorprendentes.
La conclusión no es solo que, con base en estos argumentos, los relatos del evangelio son verdaderos; también que aquellos que desafían la verdad de estas coincidencias y evidencias deben ofrecer una explicación más lógica al respecto. Frente a cualquier ataque contra los hechos que narran los Evangelios, parece mucho más probable que estos cuatro autores escribieran lo que habían presenciado o lo que recibieron de un testigo ocular.
¿Conoces otra coincidencia no diseñada sobre el nacimiento o infancia de Jesucristo? ¿De qué forma saber estas cosas hará que adores al Señor con más devoción y agradecimiento por Su obra?
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