Esto es cierto: el uso diligente de la Palabra de Dios, que consiste no sólo en escuchar sermones sino también en leer, meditar y discutir (Sal. 1:2), debe ser el medio principal para reformar algo. (Philipp Jacob Spener, Pia Desideria)
Para los creyentes de la actualidad hay prácticas que son bastante comunes y asumidas, como por ejemplo: realizar estudios bíblicos en grupo en hogares o el local de la iglesia, realizar estudios bíblicos personales (también conocidos como “devocionales”), enfatizar en los sermones tanto los aspectos teológicos como prácticos de la doctrina, como también la importancia de no descuidar las misiones en las áreas cercanas y lejanas de residencia.
Sin embargo, aquellas ideas que hoy se asumen como lógicas y evidentes dentro de la vida de los creyentes cristianos protestantes, no siempre estuvieron en tal condición. De hecho, llegó un punto en parte de las iglesias surgidas en la Reforma protestante, especialmente el luteranismo, en que gran parte del fervor inicial de este movimiento se perdió cayendo en un frío formalismo, ritualismo e intelectualismo.
En ese contexto, la vida y ministerio de Phillip Jacob Spener se levantó como un remanente que se esforzó por restaurar el cristianismo verdadero según la comprensión que rescataron los reformadores del Siglo XVI, así la Alemania del siglo XVII fue el hogar de un movimiento conocido como los “pietistas”.
Philipp Jacob Spener es considerado el padre del pietismo, fue un hombre tanto de estudios como de acción. Los conceptos que hoy se consideran nuevos e innovadores en muchos círculos cristianos fueron propuestos y llevados a cabo hace mucho tiempo atrás por el pastor alemán. Su influencia y aporte trascendió los límites de Alemania y de su tiempo teniendo incluso impacto en el desarrollo de misiones transculturales. Como afirma Jesse Lyman Hurbult en su “Historia de la Iglesia Cristiana”:
En la primera mitad del siglo dieciocho, las iglesias de Inglaterra, la oficial y la disidente, cayeron en un estado de decadencia. Los servicios religiosos eran formalistas y fríos, con una creencia intelectual y una falta de poder moral sobre el pueblo. Un grupo de predicadores sinceros, dirigidos por los hermanos John y Charles Wesley y George Whitefield, despertaron a Inglaterra de ese estado.
De esta manera, el siglo dieciocho presenció el primer gran esfuerzo misionero de los protestantes, pues fue sólo entonces que ellos, en cantidad considerable, reconocieron su responsabilidad de evangelizar a los que no tenían el evangelio, pues entre los primeros en reconocer esta responsabilidad estuvieron los luteranos, pietistas como Philipp Jacob Spener y August Hermann Francke, quienes se habían apartado del frío formalismo de las iglesias estatales. Pero, las misiones en el extranjero, sin embargo, no eran un procedimiento aceptable para la mayoría de los líderes y teólogos de la iglesia del siglo dieciocho, y muchos se burlaban de los pietistas. Los llamaban “entusiastas”, “sacerdotes de baal”, “herejes”, “falsos luteranos” y “gente peligrosa”; pero ellos, confiados en que tenían la razón, siguieron ganando terreno”.
Aunque Spener nunca tuvo la oportunidad de participar en una misión a los no cristianos fuera de Europa, puso a prueba sus convicciones en la práctica del evangelismo entre judíos a quienes conoció tanto en Frankfurt como en Berlín. Las ediciones posteriores de su bosquejo de la reforma de la iglesia, titulado Pia Desideria, contenían un apéndice de cuarenta páginas sobre la “próxima conversión gloriosa del pueblo judío”.
Joseph Lortz, un famoso autor católico romano, analizando al protestantismo señaló qué:
Puede decirse también que el protestantismo se esforzó por conseguir, y en su campo consiguió, lo que la Edad Media descuidó tantas veces: desclericalizar la piedad cristiana. Formar un laicado cristiano adulto según el evangelio constituyó un mérito inestimable. Pero también aquí la actitud unilateral del protestantismo provocó a menudo la reconversión en lo contrario. Se suscitaron, es cierto, grandes movimientos: el calvinismo, el metodismo y el pietismo, los cuales consiguieron en sus seguidores una profunda cristianización de toda la vida pública y privada.
En este sentido, Philipp Jacob Spener, como la mayoría de los pietistas del siglo XVII, era luterano, al comenzar su labor pastoral tuvo la profunda impresión de que las enseñanzas de Lutero produjeron una iglesia reformada solo a medias, pues Alemania estaba llena de cristianos profesantes que habían sido instruidos en los aspectos académicos de la salvación por la fe, pero que aún carecían del santo fruto de la fe. Lo que Spener vio, fue que muchos carecían de todo rastro de temor amoroso y devoción por el Señor Jesús, al respecto David Smithers señala que: “Un espíritu de presunción había entrado en la iglesia, haciendo que muchos dieran por sentada la gracia de Dios”. Por eso un elemento esencial del pensamiento y obra de Spenner es la importancia que otorgaba a la buena conducta y a la dimensión espiritual de cada persona.
Sus publicaciones y ministerio crearon controversia, por lo cual tuvo que dejar Francfort e ir a Dresden y luego a Brandenburgo, donde fue pastor de la iglesia de San Nicolás en Berlín.
Orígenes y formación
Philipp Jacob Spener nació un 13 de enero de 1635, en Ribeauvillé (actualmente Francia), y estudió en la Universidad de Estrasburgo y falleció el 5 de febrero de 1705 en Berlín, Prusia [actual Alemania]).
El contexto de su nacimiento fue en medio del conflicto más devastador hasta ese momento en la historia europea: la Guerra de los Treinta Años, que provocó la muerte de uno de cada cuatro alemanes. Aunque su provincia natal de Alsacia se salvó en gran medida, Spener pasaría su vida pastoreando a personas que aún se estaban recuperando de los efectos demográficos, económicos y espirituales de una guerra que había enfrentado a los cristianos entre sí.
Respecto a las consecuencias de este conflicto, comenta el autor Ernst Stoeffler:
Es difícil exagerar el efecto adormecedor que este holocausto internacional tuvo en la opinión de la persona promedio en Alemania hacia la religión (…) Es difícil sobrestimar el efecto catastrófico de la Guerra de los Treinta Años sobre el pueblo alemán. El país estaba a merced de los soldados de (sic) Europa, la destrucción fue tal que pueblos enteros e incluso pueblos simplemente desaparecieron.
A pesar de su difícil contexto, Spener creció en un hogar cristiano practicante, de hecho, tres de las hermanas de Spener se casaron con pastores, y uno de sus cuatro hermanos también se convirtió en pastor, lo que ciertamente indica un fuerte ambiente religioso. Realizó sus estudios en la Universidad de Estrasburgo y completó su doctorado en junio de 1664, el mismo día en que se casó con Suzanna Erhardt, el matrimonio tuvo once hijos.
Durante sus estudios en Estrasburgo, Spener desarrolló un interés en reformar la práctica ortodoxa luterana. En particular, objetó la rigidez de las estructuras eclesiásticas y la falta de disciplina moral entre el clero.
Al finalizar sus estudios, Spener pasó algunos años viajando. Durante su itinerario visitó Basilea, donde estudió hebreo con Johann Buxtorf. En un viaje a Suiza conoció las enseñanzas de Jean de Labadie, un ex-jesuita que insistía en que la inspiración inmediata del Espíritu Santo era necesaria para poder entender las Escrituras.
Aunque Spener nunca aceptó todas las doctrinas de Labadie, especialmente en lo que se refería al matrimonio entre cristianos y no-creyentes (que según el antiguo jesuita no era válido) sí fue muy impactado por la vitalidad de la fe que vio en el movimiento labadista, y decidió́ que trataría de despertar un fervor semejante en la iglesia luterana, también en 1667 publicó una traducción de uno de los tratados edificatorios de Labadie. Durante una visita prolongada a Tubinga, puso en marcha varios impulsos hacia el desarrollo del pietismo de Suabia.
A la edad de 31 años, Spener se convirtió en superintendente de la Iglesia Luterana en Frankfurt am Main. Pero, por mucho que disfrutara el trabajo, se sintió consternado por la condición espiritual de su rebaño. En un sermón de 1669, advirtió que el mero asentimiento intelectual a la doctrina y la participación rutinaria en la vida religiosa formal dejaba a sus oyentes poco mejor que fariseos. Anhelaba que sus feligreses experimentaran el “cristianismo auténtico” que el místico luterano Johann Arndt había descrito 60 años antes:
...la exhibición de una fe verdadera y viva, activa en la genuina piedad y los frutos de la justicia.
Pastorado y crisis
Durante los siguientes años, Spener fue llamado a una serie de pastorados, comenzando con su nombramiento en 1666 para el cargo de pastor principal en Frankfurt am Main, donde su énfasis en la catequización de los niños y en la confirmación comenzó a producir reacciones críticas. También hizo su introducción de reuniones privadas entre los laicos con el propósito de promover una vida de piedad personal.
En aquel período, también comenzó su correspondencia con personas altamente posicionadas, lo que gradualmente ayudó a convertirlo en el pastor más influyente en Alemania durante su tiempo. Luego, cansado de las controversias que sus actividades y escritos habían provocado aceptó un llamado a Dresden, en Sajonia, donde en 1686 se convirtió en capellán del Elector Johann Georg III. Aquel era el puesto más valorado en la Iglesia luterana alemana, pero sus puntos de vista pronto despertaron oposición. Los ataques al pietismo procedían de los luteranos ortodoxos de la Universidad de Leipzig y de la corte sajona, cuyo elector (Johann Georg III) fue reprendido por Spener por estar borracho.
En 1670, un abogado llamado Johann Jakob Schütz alentó a Spener a comenzar a organizar un estudio de las Escrituras y obras devocionales en un grupo pequeño. Todos los domingos y miércoles por la noche, entre 15 y 20 hombres se reunían con Spener en su estudio. “Anhelaban”, recordó, “tener alguna oportunidad en la que las personas piadosas pudieran reunirse y consultar entre sí con sencillez y amor”.
Los llamados collegia pietatis de Spener pronto crecieron a 50 y luego a 100, una muestra representativa de la sociedad de Frankfurt que incluía ricos y pobres, mujeres y hombres, e incluso no luteranos. Grupos similares comenzaron a reunirse en otras ciudades del Sacro Imperio Romano Germánico.
Su extensa correspondencia con el clero alemán contribuyó al crecimiento del pietismo, al igual que su obra principal, Pia Desideria de 1675. En aquella obra esbozó el programa básico del pietismo y le valió a Spener una reputación en toda Alemania como portavoz del movimiento. Su énfasis en la práctica a menudo se consideraba extremo, en detrimento de la doctrina. Pero los conflictos doctrinales de su época preocuparon profundamente a Spener, los que consideró muchos de ellos nocivos e irrelevantes.
En 1691, debido a los desencuentros con el elector Johann Georg III y su falta de preocupación espiritual, Spener decidió trasladarse a Berlín. Allí fue el rector de la iglesia de San Nicolás, además obtuvo el apoyo de la corte prusiana de Brandeburgo que le permitió llevar a cabo numerosas reformas. En la nueva Universidad de Halle, fundada sobre una base pietista por el elector de Brandeburgo en 1694, se crearon puestos para sus discípulos Christian Thomasius y August H. Francke.
La publicación de Pia Desideria hizo de Spener una persona muy conocida, debido a que el libro tiene algunas cualidades muy especiales como lo describe un autor:
Spener se encuentra completamente en la corriente de una tradición, pero con los medios a nuestra disposición no es posible demostrar con certeza cuándo realmente dependía de ella. Esto está claro. Pero es igual de claro que representa un fenómeno único. Se escribieron innumerables libros sobre el mismo tema antes y después de Spener. Ninguno de ellos, sin embargo, se acerca siquiera a la Pia Desideria en la concisión y claridad de su pensamiento y la comprensión de su objetivo… Todas las ideas y todas las propuestas para una reforma de las condiciones existentes se habían presentado una y otra vez ante él. . . Sin embargo, nadie más que Spener fue capaz de juntarlos de la forma en que los encontramos en la Pia Desideria.
Las reformas de Spener fueron pastorales, prácticas y se adaptaron fácilmente a diferentes contextos. Spener y Francke se vieron involucrados en controversias con los teólogos de Leipzig, Wittenberg y otras universidades. Un capítulo de éstas sucedió cuando J. Deutschmann, uno de los teólogos de Wittenberg, les acusó de sostener doscientas ochenta y tres doctrinas heréticas, y la mayoría de los teólogos ortodoxos estaban de acuerdo con muchas de esas acusaciones. Como resultado de ello, los pietistas fundaron su propia universidad en Halle en 1694, que se convirtió en un centro de expansión de sus ideas a través de toda Alemania y, gracias al interés de los pietistas en las misiones, por todo el mundo.
La importancia de los grupos pequeños
En 1670 Spener comenzó a reunir pequeños grupos de creyentes que, como él, no estaban satisfechos con una “religión sin vida”. Se reunían con el propósito de estudiar la Biblia, orar y velar unos por otros. “En poco tiempo estas reuniones se estaban llevando a cabo en toda la ciudad. Personas con intereses similares en la edificación espiritual gravitaron juntas para formar células que promovían la piedad cristiana y la devoción ferviente”.
Spener no consideró estas reuniones como una nueva iglesia sino como una extensión de la Reforma dentro de las iglesias reformadas. Por ello, alentó la formación de “grupos celulares”, es decir, pequeñas iglesias, dentro de la Iglesia, de hecho, los pietistas en los Países Bajos fueron los primeros en usar el término huis Kerk o iglesia en casa para sus reuniones de renovación.
Spener también fue un audaz defensor de la doctrina luterana del sacerdocio del creyente, pues según su diagnóstico a los laicos no se les habían dado suficientes oportunidades en la Iglesia. En las reuniones de hogar, a todos los creyentes se les permitía expresar su corazón y hacer preguntas. Como resultado de los esfuerzos de avivamiento de Spener, fue severamente calumniado y perseguido. Fue literalmente conducido a través de Alemania. Mientras Spener huía de ciudad en ciudad, surgieron nuevas iglesias domésticas, reviviendo la seca y formal iglesia luterana.
Obras e influencia
La obra “El verdadero cristianismo” del asceta alemán Johann Arndt fue una fuerte influencia en el desarrollo de las inquietudes de Spener, pero la obra Pia desideria (Deseos piadosos) se transformó en la pieza clave del despertar conocido como Pietismo.
En aquella obra, se contiene la doctrina esencial del pietismo y le confirmó como el principal portavoz del movimiento. Entre varias de sus principales ideas se encuentran: la negación la separación absoluta de lo secular y lo espiritual, defensa de la participación laica en la iglesia; la idea de que la piedad activa y el amor fraternal debían ser más importantes que las sofisticaciones teológicas: el cristianismo debía ser “vivido” y experimentado individualmente.
Profundizando en la obra, se pueden encontrar los seis “deseos píos” que inspiraron su título de Pia desideria y que constituyen el programa de todo el movimiento. El primero de ellos, era que los cristianos se sintieran movidos a buscar una comprensión de las Escrituras más clara y profunda a través del estudio devoto en pequeños grupos o reuniones en los hogares. Spener llamaba a esos grupos Collegia pietatis, y de ahí se derivó el nombre “pietistas” que les dieron sus opositores.
En segundo lugar, Spener deseaba que el laicado formara redes que cubrieran el sacerdocio universal de los creyentes, y con ese propósito en mente les daba a los laicos posiciones de responsabilidad en los grupos que fundaba.
En tercer lugar, llamaba a todos a reconocer que la naturaleza del cristianismo es tal que no puede limitarse a las fórmulas doctrinales, sino que es más bien toda una experiencia de la fe, y una actitud que abarca toda la vida. Las doctrinas son importantes, y Spener afirmó repetidamente que aceptaba todas las doctrinas ortodoxas, pero mucho más importante es la experiencia y la práctica de la vida cristiana.
Cuarto, como consecuencia de su tercer deseo, Spener abrigaba la esperanza de que todas las controversias (porque nunca dudó que hay momentos en los que la controversia es inevitable) tuvieran lugar en un ánimo de caridad, puesto que negar aquello es pecado al menos tan grave como el error doctrinal.
En quinto lugar, Spener deseaba que la formación de los pastores fuese más allá́ de la fría lógica y la teología ortodoxa, e incluyese una inmersión profunda en la literatura y la práctica devocional así como adiestramiento y experiencia en el trabajo actual de servir como pastores del rebaño.
El pietismo
El pietismo fue un movimiento de avivamiento espiritual entre los luteranos promovido por Philipp Jakob Spener durante el siglo XVII y que se desarrolló notablemente en el siglo XVIII con personajes como August Hermann Francke y Nikolaus Ludwig, conde de Zinzendorf. Demostró ser muy influyente, y desempeñó un gran papel en la formación de filósofos y escritores, pues influyó notablemente a autores como Immanuel Kant, Johann Georg Hamann, Gotthold Ephraim Lessing y Friedrich Hölderlin.
El movimiento comenzó en Leipzig, en casa de Spener en la década de 1680, con reuniones que se asemejaban más a conferencias; se las llamaba Collegia pietatis (asambleas piadosas), y en ellas los laicos se reunían para orar y estudiar las Sagradas Escrituras.
Progresó rápidamente, de modo que en Alemania tuvo arraigo en primera instancia en Berleburg gracias al conde Casimir von Wittgenstein. En dicha ciudad se publicaría la Biblia de Berleburg a manos del erudito y lingüista Johann Haug. El movimiento también se extendió por Berlín, Augsburgo y, especialmente, Halle, Wurtemberg y Alsacia. En el extranjero el movimiento llegó a las colonias británicas de Norteamérica en una fecha tan temprana como 1719, gracias a Alexander Mack, que llevó el movimiento a Pensilvania.
El pietismo daba más importancia a la experiencia religiosa personal de Cristo que a la rutina del culto y enfatizaba la lectura y estudio de la Biblia. Defendió el principio del sacerdocio de todos los creyentes, de manera que no solo los pastores podían dirigir la lectura en grupo de la Biblia, sino laicos sin formación teológica.
El pietismo fue crítico del dogmatismo excesivo y del énfasis en la institución eclesiástica sin una vivencia interior. La oración personal y compartida era considerada más relevante que la liturgia. Considerando las condiciones religiosas que siguieron a Westfalia, este movimiento fue un intento de traer una renovación vital del cristianismo práctico. El pietismo representa una reacción contra el rígido escolasticismo intelectual y un esfuerzo para volver a los principios bíblicos. No fue un movimiento aislado. Inglaterra tenía una especie de contraparte en sus avivamientos puritanos y wesleyanos.
Los líderes del pietismo entre los luteranos fueron Felipe Jacob Spener y Augusto Herman Francke. Spener fue el iniciador, aunque Francke llevó el movimiento a su más grande éxito. Ninguno de estos hombres deseaba separarse de la Iglesia luterana, sino reformarla desde dentro. Como pastor de Frankfort en 1666, Spener vio la diferencia entre el verdadero cristianismo del corazón y la mera aceptación formal e intelectual de doctrina que caracterizaba la vida de la iglesia circundante. Él introdujo en su iglesia clases de Biblia y oración en un esfuerzo por revitalizar el vivir cristiano.
El pietismo subrayaba el sentimiento religioso, “piadoso”, y la acción moral, con ello, las diversas determinaciones doctrinales perdían su importancia. Con ello se puso en peligro la adhesión al dogma, que hasta entonces había dado a las iglesias evangélicas una notable unidad y cohesión, aunque en algunos aspectos el pietismo se apartó de la Iglesia protestante organizada.
Los seis “deseos píos” que inspiraron el título de Pia desideria constituían el programa de todo el movimiento. Aunque, el libro más famoso de Spener puede parecer poco impresionante a primera vista. En un pequeño volumen que se publicó por primera vez como prefacio de algunos de los sermones de Arndt. Su sección más influyente, un conjunto final de seis breves reformas prácticas, comenzó repitiendo dos ideas de Martín Lutero.
Las dos primeras propuestas de Spener se hicieron eco de Lutero; las cuatro restantes abordaron un legado problemático de la reforma del reformador. Divididas en confesiones en competencia, las iglesias protestantes parecían más preocupadas por vigilar los límites doctrinales que por atender las necesidades espirituales de los cristianos comunes. Entonces, cuando Spener continuó con su lista de propuestas, hizo una pausa para enfatizar “que de ninguna manera es suficiente tener conocimiento de la fe cristiana, porque el cristianismo consiste más bien en la práctica”.
Respecto a las instituciones educativas, se consideró que deberían aspirar a transformar a la persona en su totalidad, no a entrenar la mente. Spener propuso que las escuelas actuaran “como talleres del Espíritu Santo”, donde los estudiantes aprenderían “que la vida santa no es menos importante que la diligencia y el estudio, de hecho, que el estudio sin piedad no tiene valor”. Por ello, la educación teológica debe ser práctica, preparando a los pastores “para predicar la Palabra del Señor clara pero poderosamente”.
Aunque era un luterano convencido que afirmaba la Confesión de Augsburgo y enseñaba el catecismo de Lutero, Spener sabía que la doctrina podía convertirse en “ortodoxia muerta”, y el púlpito y el atril podían convertirse en “ídolos mudos” si la fe no se activaba en el amor.
August Hermann Francke siguió adelante con su obra, quien tuvo una experiencia de conversión en 1688 y se volvió fuertemente evangelista y piadoso. Su obra más grande la hizo en la Universidad de Halle. Bajo el liderazgo de Francke , los pietistas pondrían el “amor en práctica” con asombrosa energía: se publicaron millones de Biblias económicas, produjeron y distribuyeron medicinas, cuidaron a los huérfanos, educaron a niños y niñas de todas las clases sociales y capacitaron a pastores, capellanes militares, eruditos bíblicos y los primeros misioneros protestantes en la India y a Enrique M. Muhlenberg, probablemente el luterano americano antiguo más sobresaliente. Puede decirse que la principal obra de Francke consistió en darles forma práctica e institucional a las posturas teológicas de Spener.
Además, la obra de Spener y Francke influyó en la fundación de los Hermanos de Moravia. El conde Nicolás Ludwig von Zinzendorf fue criado por su abuela pietista y recibió su educación elemental en la institución de Francke en Halle. El celo y la actividad misionera de los Hermanos Moravos fue muy pronunciada durante el siglo XVIII.
Aunque de origen luterano, Spener tomó prestadas ideas de escritores devocionales reformados como Lewis Bayly y Jean de Labadie, y sus collegia pietatis incluían a calvinistas y católicos. Se preguntó en voz alta si no sería posible lograr “una unión de la mayoría de las confesiones entre los cristianos”, una meta heredada por su ahijado pietista, Nikolaus von Zinzendorf, cuyo renacimiento moravo enfatizó la “religión del corazón” y aspiró a una reunión ecuménica de todos los cristianos.
Por desgracia, los últimos años de ministerio de Spener estuvieron marcados por el conflicto, y sus seguidores experimentaron sus propios cismas. Los escolásticos luteranos lo acusaron de desechar las confesiones de sus tradiciones.
Pero otros pietistas, incluidos Schütz, la notable maestra y escritora Johanna Eleonora Petersen y el brillante erudito Gottfried Arnold, estaban listos para romper con las autoridades religiosas y políticas. Mientras Spener instaba a la renovación desde dentro de la iglesia estatal, los pietistas radicales comenzaron a separarse en sus propias comunidades, algunas de las cuales buscaban una mayor libertad religiosa en el Nuevo Mundo. Otros cuestionaron no sólo la “ortodoxia muerta”, sino incluso las doctrinas luteranas centrales que Spener afirmó hasta su muerte en 1705.
La renovación de Spener también inspiró el despertar evangélico de la era moderna, uno de sus legados más conocidos fue en la vida del anglicano John Wesley, quien sintió que su corazón “se calentaba extrañamente” después de una reunión morava en Londres, allí se cantaban himnos pietistas en versiones pequeñas de los collegia pietatis de Spener y compartían sus propias historias de conversión dramática.
A principios de la década de 1840, un misionero metodista en Suecia llamado George Scott ayudó a provocar un renacimiento cuya principal publicación se llamó Pietisten. “El pietista”, en él escribieron Scott y su socio sueco, C. O. Rosenius.
Cuando los pietistas escandinavos emigraron a América del Norte a fines del siglo XIX y principios del XX, fundaron nuevas denominaciones, incluida la Iglesia Evangélica Libre de América y la Iglesia del Pacto Evangélico. Hasta el día de hoy, esta última todavía celebra cómo Philipp Spener “desafió a la iglesia a una espiritualidad más profunda” a través de “su llamado a la lectura y el estudio generalizados de la Biblia; mayor participación de los laicos en el trabajo de la iglesia; predicación sencilla, clara, directa y orientada a las necesidades del pueblo; y el abandono de la sutileza teológica en favor de la preocupación práctica por vivir la vida cristiana”.
En el momento de la muerte de Spener, el pietismo estaba bien establecido en Alemania y su influencia llegó a Inglaterra y, finalmente, a las colonias británicas en América. Otras obras importantes entre los más de 300 escritos de Spener son Das geistliche Priestertum, “El sacerdocio espiritual” de 1677 y Die allgemeine Gottesgelehrtheit “Teología general” de 1680.
Desafíos para el presente
En 1666, la ciudad Frankfurt am Main, para ese entonces un importante centro comercial, dio la bienvenida a un nuevo pastor. Con solo 31 años, Philipp Spener no sólo se convirtió en el principal predicador luterano en una ciudad de 15 000 habitantes, sino que también supervisó el trabajo de otros once clérigos, cuatro de ellos del doble de su edad. Fue una designación excelente para una estrella en ascenso.
Sin embargo, Spener pronto descubrió “que casi en todas partes hay algo que falta” en una sociedad ostensiblemente cristiana que parecía amar demasiado poco a Dios y al prójimo. Uno no podía mirar lo que quedaba de la reforma de Martín Lutero, se lamentó, “sin tener que volver a bajar rápidamente [los ojos] con vergüenza y angustia”.
Pero ese juicio severo vino en un libro esperanzador que desataría uno de los mayores movimientos de renovación en la historia de la iglesia: el pietismo. Gracias a un programa de reforma modesto pero poderoso que inspiró a seguidores enérgicos, Spener finalmente se ubicaría justo detrás de Lutero en la historia religiosa alemana, el padre fundador de un movimiento comúnmente conocido como “la Segunda Reforma”.
En su obra más conocida, Pia Desideria, planteó que:
Se debe pensar en el uso más extenso de la Palabra de Dios entre nosotros. Sabemos que por naturaleza no tenemos nada bueno en nosotros. Si ha de haber algo bueno en nosotros, debe ser obra de Dios. Para ello la Palabra de Dios es el medio poderoso, ya que la fe debe encenderse a través del evangelio, y la ley da las reglas para las buenas obras y muchos impulsos maravillosos para alcanzarlas. Cuanto más en casa esté la Palabra de Dios entre nosotros, tanto más produciremos la fe y sus frutos. Puede parecer que la Palabra de Dios tiene un curso suficientemente libre entre nosotros, ya que en varios lugares (como en esta ciudad [Frankfurt am Main]) hay predicación diaria o frecuente desde el púlpito. Sin embargo, cuando reflexionemos más sobre el asunto, encontraremos que con respecto a esta primera propuesta, se necesita más. No desaprobé en absoluto la predicación de sermones en los que una congregación cristiana es instruida por la lectura y exposición de cierto texto, porque yo mismo hago esto. Pero me parece que esto no es suficiente.
Aunque Spener no fundó una nueva denominación, la influencia del pietismo se extendería, en todas partes, desde el sur de Asia hasta América del Norte, y en el tiempo, incluso hasta el evangelicalismo de hoy.
El pietismo ha seguido ejerciendo su influencia hasta nuestros días. El pietismo tiene una alta estima del ministerio y, además, concede a los seglares una gran participación en la vida de la iglesia. A pesar de la formación intensiva de las confesiones, no han sido raros los predicadores pietistas seglares a principios de siglo, sobre todo en el norte de Schleswig.
Spener murió el 5 de febrero de 1705, después de haber expresado el deseo de ser enterrado en un ataúd blanco, un símbolo de su esperanza de que la iglesia en la tierra podría esperar mejores tiempos.
Aunque Spener nunca estuvo involucrado en misiones operativas, el año de su muerte fue también el año en que se inició la Misión Danish-Halle en el sur de la India, y no hay indicios de que Spener tuviera una parte activa en el proyecto. Sin embargo, Bartholomäus Ziegenbalg, el misionero pionero, estaba familiarizado con algunos de los escritos de Spener, lo había escuchado predicar en Berlín y lo conoció allí.
El amigo y seguidor de Spener, August Hermann Francke, le dio al movimiento continuidad institucional y llevó el énfasis de Spener sobre la experiencia personal más allá́ que su maestro subrayando la importancia de leer las Escrituras con sencillez de mente:
Podemos asegurarles a quienes lean la Palabra con devoción y simplicidad que sacarán más luz y provecho de tal práctica, y de relacionarla con la meditación... que todo lo que pueda adquirirse con gran esfuerzo mediante el estudio de una variedad infinita de detalles sin importancia.
El pietismo como movimiento fue muy importante en sus contribuciones inmediatas, y también en su influencia sobre el avivamiento, tanto en América como en Inglaterra en el siguiente siglo. Las misiones protestantes (anglicanos, bautistas americanos, luteranos influidos por el pietismo y procedentes de Alemania y Escandinavia) tuvieron una notable difusión, principalmente a partir de 1858.
En Tranquebar, India el catecismo de Spener se tradujo al portugués y al tamil y ocasionalmente se usó como libro de texto para los estudiantes. La principal preocupación de Spener había sido la reforma de la iglesia en Alemania. Pero los elementos de una teología de la misión estaban dispersos por toda la vasta colección de sermones, cartas, informes y otros textos, la mayoría de ellos publicados, que Spener dejó atrás. Para él la misión era, en primer lugar, una cuestión de obediencia al llamado de Dios, que quiere que todos se salven. No se debe dejar a los mensajeros profesionales, aunque son indispensables, sino a todos los creyentes, como implica lo que Lutero llamó el sacerdocio universal de los creyentes. Así es Cristo mismo quien obra a través del pueblo.
Sin duda, Philipp Jacob Spener es uno de los grandes olvidados de la historia de la iglesia. Aunque olvidado, Spener nos ha influido a través de aquellos a los que influyó personalmente.
Fue el discípulo de Spener, August Hermann Francke, quien inspiró al famoso George Muller a proveer para los huérfanos a través de la fe y la oración. También impactó al joven conde Zinzendorf con su poderosa enseñanza y visión de una iglesia apostólica restaurada. El conde Zinzendorf, a su vez, dirigió el gran esfuerzo de la Misión Morava para evangelizar el mundo. Incluidos en los ganados para Cristo por los moravos estaban John Wesley y Charles Wesley. El puritano Cotton Mather de Nueva Inglaterra mantuvo correspondencia con Francke.
Por ello, podemos afirmar con certeza que el pietismo influyó en muchas otras iglesias, incluidos los menonitas, los puritanos, los cuáqueros y los reformados holandeses en los primeros tiempos de América. El ministerio de Spener realmente ha impactado el mundo en el que vivimos.
En la sociedad fuera de la iglesia, se atribuye al pietismo la contribución al ímpetu de un espíritu de tolerancia y libertad religiosa. Johann Wolfgang Goethe e Immanuel Kant son ejemplos de importantes pensadores seculares que estuvieron fuertemente expuestos al pietismo en su juventud.
Sin embargo, algunas de las evaluaciones del impacto del pietismo son bastante negativas. Por ejemplo, se cree que algunas figuras posteriores del pietismo lo usaron para reproducir ideas que condujeron al subjetivismo individualista y a la falta de preocupación por las condiciones externas. Es difícil negar que el hiperindividualismo es un peligro inherente al movimiento. Por eso es relevante recordar el objetivo de todos los esfuerzos de Spener: que la iglesia de su época reflejara la comunidad cristiana apostólica primitiva, objetivos que también se trataron de rescatar durante la Reforma.
Así pues, sigue flotando la pregunta destacada por Spener: ¿qué tan dispuestos estamos a despojarnos de nuestras tradiciones que agradan al hombre y de nuestras formas reformadas a medias?
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