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Los creyentes de hoy estamos muy familiarizados con los principios básicos de nuestra fe, como la necesidad de una conversión personal, la centralidad de Jesucristo, la fe bibliocéntrica y el ser creyentes verdaderamente convertidos que predican el evangelio activamente.
Aunque lo anterior nos parezca obvio, antes del siglo XVIII estos principios no eran del todo practicados en el protestantismo. La mayoría de las iglesias estaban más preocupadas por su doctrina histórica y por su relación con el poder. Es en ese entorno de inconformidad con la iglesia establecida en el que nace el “Movimiento Evangélico”. Veamos por qué fue tan especial.
Sed por el evangelismo
Durante el avivamiento del siglo XVIII que ocurrió en Europa con el Pietismo, y en Gran Bretaña y Norteamérica con el Gran Despertar, se denominó a las iglesias surgidas de estos movimientos como evangélicas. Estas iglesias enfatizaban la conversión, la Biblia y el trabajo misionero, y no tanto en las tradiciones como lo hacían las iglesias ya establecidas.
Los evangélicos se caracterizaron por su impulso para predicar, organizar y hacer campañas evangelísticas que buscaban el avivamiento dentro de sus propias esferas, ya fueran anglicanos, metodistas, moravos, presbiterianos, congregacionalistas o bautistas.
El primer avivamiento local ocurrió en Northampton, Massachusetts, bajo el liderazgo del ministro congregacionalista Jonathan Edwards (1703-1758). En 1734, Edwards predicó una serie de sermones sobre la justificación por la fe, y la respuesta de la comunidad fue extraordinaria. Otra figura importante de este periodo fue el inglés George Whitefield (1714-1770) que, junto con John Wesley (1703-1791) y Charles Wesley (1707-1788). fundaron el Holy Club, que sería la semilla del metodismo.
Para 1740, Whitefield se había convertido en una celebridad nacional en Inglaterra por su predicación apasionada. Whitefield cruzó el Atlántico para unir fuerzas con Edwards y predicar en las Trece Colonias. Pronto, el Primer Gran Despertar avivó a los protestantes en toda Norteamérica. El avivamiento ya era latente en Gran Bretaña y Norteamérica. Los panfletos y sermones atravesaban el Atlántico en las dos direcciones, difundiendo el mensaje evangélico.
En Inglaterra, figuras evangélicas de la Iglesia anglicana como John Newton (1725-1807), William Wilberforce (1759-1833) y Joseph Milner (1744-1797) fueron muy influyentes. Mientras tanto, los disidentes de la iglesia de Inglaterra como bautistas, congregacionalistas y cuáqueros estaban uniéndose al movimiento. Sin embargo, fue el metodismo, liderado principalmente por John Wesley, la expresión más visible del evangelicalismo a fines del siglo XVIII.
Un movimiento norteamericano
Pero a pesar de tener raíces europeas, el movimiento evangélico es reconocido por ser un movimiento norteamericano. ¿Cómo evolucionó el evangelicalismo en Estados Unidos?
En el siglo XIX, el evangelicalismo se expandió en Norteamérica como resultado del Segundo Gran Despertar. Los avivamientos influyeron en las principales denominaciones y convirtieron a la mayoría de los protestantes en evangélicos. Desde la década de 1790 hasta la Guerra Civil, los evangélicos fueron los líderes protestantes más influyentes en los Estados Unidos.
La teología detrás del Primer Gran Despertar fue en gran parte calvinista. En cambio, la teología del Segundo Gran Despertar fue principalmente arminiana, lo que influiría significativamente en el movimiento evangélico en el futuro.
Quizá la figura más influyente del Segundo Gran Despertar fue Charles Finney (1792-1875). Finney creía que, si los hombres podían escoger aceptar o rechazar el evangelio, entonces había que aprovechar los últimos avances científicos y de comportamiento humano para predicar.
Él defendía la idea de que era fundamental y legítimo hacer uso de los medios disponibles para inclinar la voluntad humana a aceptar la oferta de salvación, como el uso de luces, música, variaciones en los tonos de voz, etc. Este giro estratégico al interior del movimiento evangélico fue un punto de inflexión clave. Es en ese momento en el que los métodos pragmáticos de evangelismo se convierten en un sello distintivo, aunque no generalizado, del movimiento.
Por otro lado, durante este periodo, el movimiento evangélico promovió la labor social y la educación. Alentó la publicación de libros, tratados y periódicos. También condujo a un aumento en la obra misionera. Muchas de las principales sociedades misioneras se fundaron alrededor de este tiempo.
Otra figura importante de la época fue John Nelson Darby (1800-1882), que desarrolló el dispensacionalismo moderno, una interpretación teológica de la Biblia que se incorporó en el desarrollo del movimiento evangélico y que lo influyó profundamente.
En la segunda mitad del siglo XIX, Dwight L. Moody (1837-1899) se convirtió en una figura evangélica muy notable. Su poderosa predicación llegó a audiencias muy grandes y le dio cierta unidad al movimiento.
El siglo XX
El comienzo del siglo XX fue una "era fundamentalista" que se contrastó con el renacimiento neoevangélico de la posguerra y con alas más progresistas, lo que fragmentó al movimiento y dibujó en gran parte el paisaje evangélico que tenemos hoy.
Después del Avivamiento galés de 1904 a 1905, los eventos de la calle Azusa en 1906 detonaron la propagación del pentecostalismo, y un avivamiento anglicano en África del este impulsó la expansión del protestantismo en el continente a partir de 1920. También hubo un despertar espiritual entre los evangélicos de Chile y de la India. El evangelicalismo siguió reafirmándose en la segunda mitad de la década de 1930. Un factor clave fue el advenimiento de la radio como medio de comunicación masiva.
Los nuevos evangélicos prosperaron debido a las personalidades que atrajeron y a las instituciones que crearon. Pronto encontraron un representante en el evangelista Billy Graham (1918-2018). Las habilidades oratorias de Graham, combinadas con su negativa a desviarse de su misión de predicación e involucrarse en controversias teológicas, hicieron mucho para legitimar a los evangélicos en la sociedad.
En los años sesenta, el evangelicalismo americano empezó a usar la televisión para llevar su mensaje. En 1960, se creó la primera red de televisión cristiana, que sería seguida por más redes y canales para llevar programación televisiva a la comunidad evangélica.
Mientras tanto, en el Reino Unido, John Stott (1921-2011) y Martyn Lloyd-Jones (1899-1981) surgieron como líderes clave en el cristianismo evangélico inglés. El movimiento carismático comenzó en la década de 1960 y resultó en la introducción de la teología y práctica pentecostal en muchas denominaciones e iglesias importantes.
En el transcurso del siglo XX, la abrumadora preponderancia de los evangélicos se trasladó de Europa y América del Norte a África, Asia y América Latina. Cuando en 1974 el Congreso de Lausana reunió a 2.700 delegados de 150 naciones, dio testimonio de la globalización y la diversidad racial del movimiento evangélico.
El movimiento hoy
Hoy, más de 110 organizaciones regionales y nacionales y alrededor de 110 millones de personas están afiliadas a la World Evangelical Alliance, que tiene su sede en Singapur. Sin embargo, es probable que el movimiento supere los 600 millones de seguidores en el mundo.
Dentro de los principales legados que podemos destacar del movimiento evangélico se encuentran la predicación activa en radio y televisión, la fundación de escuelas y seminarios teológicos para la formación doctrinal, un ferviente espíritu misionero y la capacidad para ser una fuerza de gran influencia en la sociedad.
La riqueza de este movimiento también subyace en la capacidad para enfatizar en la necesidad del despertar espiritual y en la conversión como aspectos fundamentales de la identidad cristiana y de la respuesta que todo cristiano está llamado a dar ante el misterio de salvación del que da testimonio la Escritura, el cual se expresa de manera definitiva en la Cruz del Señor.
¿Y tú? ¿Qué piensas? ¿Conocías la historia del movimiento evangélico? ¿Qué factores del evangelicalismo consideras importantes?
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