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El amor supremo a Dios y al prójimo como a uno mismo constituye la esencia misma de la ley divina. Esta verdad fundamental fue comprendida y abrazada firmemente por Matthew Henry, quien la demostró con convicción a lo largo de su vida. El objetivo del presente texto es resaltar los aspectos más destacados de la vida de este siervo de Dios con la esperanza de que su testimonio nos anime a seguir sus pasos.
Nacimiento en un hogar puritano
En 1534, el Parlamento inglés promulgó el Acta de Supremacía, que declaró al rey Enrique VIII como el “único Supremo Gobernador de la Iglesia de Inglaterra”, lo cual cortó los lazos con el papado y estableció la independencia de la institución eclesiástica inglesa. Esta medida histórica marcó el inicio de la Reforma en Inglaterra y sentó las bases para el surgimiento del protestantismo en esa parte del mundo.
Sin embargo, el camino hacia la reforma religiosa no estuvo exento de conflictos. Los puritanos, un grupo de reformadores dentro de la Iglesia de Inglaterra, surgieron con el objetivo de purificar a la misma de prácticas consideradas “católicas romanas”. Philip Henry, padre de Matthew, fue uno de estos puritanos destacados, cuya firmeza en la fe y oposición a las prácticas ceremoniales condujo a su destitución de la Iglesia de Inglaterra en 1662, tras la implementación de la Ley de Uniformidad.
Katharine Henry, esposa de Philip, era propietaria de Broad Oak, una granja situada en el municipio de Iscoyd en Flintshire, cerca de la frontera entre Inglaterra y Gales. En aquel lugar, el 18 de octubre de 1662, apenas unas semanas después de la expulsión de su marido de la Iglesia de Inglaterra, Katherine dio a luz de manera prematura a su segundo hijo: Matthew Henry.
A pesar de la repentina e inesperada expulsión, Philip contaba con recursos económicos privados producto de su matrimonio con Katharine. Esto le permitió a Matthew crecer en un hogar nutrido, seguro y acomodado, en el que sus padres priorizaban el bienestar espiritual de sus hijos. El estudio de la Sagrada Escritura por la mañana y por la tarde, más las incesantes oraciones de sus padres, le brindaron un ejemplo que marcaría el resto de su vida.
Aunque había nacido débil y enfermizo, Matthew mostró una gran inteligencia y pasión por el estudio desde niño. Se decía, de manera creíble, que a sus tres años ya leía la Biblia con una claridad y comprensión que sorprendían, superando a niños de mayor edad. Su precoz desarrollo intelectual se debió en gran medida a la dedicación de su padre, quien, al retirarse de sus deberes públicos, pudo brindar una atención excepcional a la educación y disciplina de su familia.
Matthew inició sus estudios gramaticales de la mano del señor Turner, un joven íntegro que se convirtió en párroco de Walburton en Sussex. Cuando tenía nueve años, envió una carta a su padre, quien entonces estaba en Londres, diciéndole:
Cada día desde que te marchaste, he completado mi lección, un suplemento de latín, o versículos en latín, y dos versículos en griego del Nuevo Testamento. Espero haberlo hecho todo bien, así que continuaré hasta tu regreso.
Al igual que muchos puritanos devotos, Philip observaba escrupulosamente el día de reposo, así que dedicaba los sábados, tarde tras tarde, a ejercicios devocionales junto a sus hijos. En esas sesiones, Matthew a menudo tomaba la iniciativa; se deleitaba en la Escritura y recitación de sermones mientras compartían en familia. Su entusiasmo por la lectura de la Biblia era evidente: explicaba minuciosamente los pasajes que exploraban, lo que sin duda dejaba perplejos a sus oyentes por la profundidad de su comprensión y su fervor.
Conversión y preparación no conformista
Según sus propias palabras, la experiencia de su conversión tuvo lugar a sus once años tras escuchar un sermón de su padre basado en el Salmo 51:17, lo que lo llevó a comenzar a indagar acerca de Cristo. Su progreso de conversión quedó constatado en uno de sus manuscritos titulado The miscellaneous works (en español, Trabajos misceláneos), el cual proporcionó pruebas contundentes de que había tenido una clara convicción de sus pecados, de que se había arrepentido sinceramente y había experimentado la gracia del perdón divino. Una porción del mismo dice:
Señor Jesús, yo te bendigo por tu Palabra; por mis buenos padres, por una buena educación, porque fui llevado prontamente al pacto en el bautismo; y, Señor, te doy gracias, porque soy tuyo, y seré tuyo.
En julio de 1680, cuando tenía 18, Matthew fue acogido bajo la tutela del señor Thomas Doolittle, quien dirigía una academia en su residencia en Islington, un pueblo cercano a Londres. Aquella era una institución educativa no conformista que contaba con aproximadamente 30 alumnos. Doolittle, un distinguido erudito presbiteriano que se había convertido cuando era niño bajo la predicación de Richard Baxter, desempeñaba el papel de tutor principal en la institución.
Allí enseñaban artes liberales y proporcionaban formación para el ministerio pastoral, por lo que era una opción vital para los no conformistas como Matthew, a quienes, después de 1662, se les prohibió graduarse en las universidades de Oxford y Cambridge. No se sabe cuánto tiempo estuvo Matthew en la academia, pues debido a la persecución, los no conformistas como el señor Doolittle tuvieron que salir de Islington y eso dispersó a sus pupilos. Sin embargo, mientras estuvo allí, recibió una educación rigurosa en teología y literatura, con lo cual sentó sus bases para su futura carrera como ministro y comentarista bíblico. Luego regresó a Broad Oak para reanudar sus estudios en casa.
Para que siguiera con su educación, el señor Philip lo inscribió en la Facultad de Gray para que estudiara Derecho, una elección que también complació a su hijo. Así, a finales de abril de 1685, cuando tenía 23 años, Matthew volvió a Londres. Aunque algunos amigos de la familia consideraron que la decisión era una desviación del camino original, él mantuvo su pasión por el ministerio, su verdadero llamado. Combinó sus estudios con tiempo para realizar lecturas teológicas, orar con sus amigos y, ocasionalmente, exponerles las Escrituras.
Sin embargo, no tardó mucho tiempo en perder interés en sus estudios de Derecho, desanimado por las diversas opiniones de los abogados, incluso de los más destacados. Para aprovechar sus habilidades y ampliar su conocimiento, se inscribió en clases de lengua francesa y en poco tiempo pudo leer cualquier texto común en el idioma. Durante sus primeros meses en la facultad, Matthew visitó al reverendo Richard Baxter, quien se encontraba en prisión cumpliendo una pena por su oposición a la Ley de Uniformidad.
Matthew continuó congregándose tantas veces como pudo, no solo el día de reposo, sino durante la semana. En aquel tiempo, las iglesias vinculadas a la institución eclesial oficial eran los únicos lugares autorizados de reunión cristiana. Los discursos que escuchaba ahí no le agradaban tanto como los de su padre.
El llamado al pastorado
En junio de 1686 regresó a Broad Oak, donde comenzó a predicar por invitación de varios amigos en Nantwich y Chester. Impresionados por las cualidades de Matthew y animados por el rumor de una indulgencia que el Gobierno estaba concediendo a los disidentes, recibió una invitación de Chester para ser su pastor. Después de consultar el tema con su padre, les dio esperanzas de que aceptaría, pero les dijo que primero debía estar unos meses en la metrópoli, en lo cual estuvieron de acuerdo con tal de que cumpliera lo acordado.
Regresó a Londres una vez más en enero de 1687. Sin embargo, recibió insistentes cartas por parte de la congregación en Chester, en las cuales expresaban su deseo de que se estableciera entre ellos con la menor demora posible. Pronto se retiró de la Facultad de Derecho, con el fin de dedicarse más enteramente al evangelio. Tomada la decisión, su primer objetivo fue lograr su ordenación, para lo cual esbozó un discurso sobre 1 Timoteo 4:15 y además redactó un amplio documento que llamó Serious Self-Examination before Ordination (en español, Autoexamen serio previo a la ordenación).
Sin demora, se dirigió a sus destacados amigos teólogos presbiterianos en Londres y, en mayo de 1687, a sus casi 25 años de edad, “tras el debido examen y habiendo completado los ejercicios”, y después de una “confesión completa de su fe”, fue solemnemente ordenado en privado “por imposición de manos, con ayuno y oración”.
Pastorado en Chester
Después de su ordenación como ministro, regresó de inmediato a Broad Oak. La noche siguiente, pronunció un sermón en la capilla de Whitwell sobre la misericordia perdonadora. El 1 de junio viajó a Chester, y al día siguiente predicó su primer sermón en la nueva iglesia, el cual estaba basado en 1 Corintios 2:2. En aquel tiempo, las tensiones que habían afectado a las iglesias no conformistas se habían calmado un poco, e incluso algunos miembros de la Iglesia oficial de Inglaterra asistían para escuchar a Matthew, a quien trataban con gran y sincero respeto.
Este hombre dedicó gran parte de su vida al ministerio pastoral en Chester y sus alrededores. Predicó regularmente en diversas localidades y atendió las necesidades espirituales de su congregación y comunidad. Su devoción y diligencia incluían visitas a los enfermos y a los prisioneros, catequesis a los jóvenes, así como múltiples sermones y conferencias semanales. Sus mensajes eran meticulosamente elaborados, con un cuidado excepcional. Del mismo modo, sus exposiciones eran producto de una exhaustiva investigación y un esfuerzo mental considerable.
Un camino de tragedias y desafíos personales
No pasó mucho tiempo antes de que Matthew contrajera matrimonio con la señorita Katharine Hardware en agosto de 1687. Sin embargo, la felicidad fue breve: estando cerca de dar a luz a su primogénita, su esposa contrajo viruela y murió pocos días después del alumbramiento. A su hija la llamó Katharine en honor a su esposa.
Aconsejado por su suegra, volvió a contraer matrimonio en julio de 1690 en Grange, esta vez con la señorita Mary Warburton. De esa unión nació su segunda hija, Elizabeth, quien, para profundo dolor de los padres, falleció un año después. Sin embargo, la llegada de su hija Mary, en abril de 1693, trajo nuevamente color a sus vidas. Pero esta felicidad duró poco, pues en menos de tres semanas la niña también murió. Luego nacieron Esther, Ann, Philip, Elizabeth, Sarah, Theodosia y Mary.
Tras siete años de haberse establecido en Chester, perdió a su padre, a cuya memoria dedicó una de las biografías más conmovedoras y sencillas de la lengua inglesa. Sobre él escribió: “Mi padre, que ya no está, fue para mí un fiel amonestador, maestro y consejero”. A la partida de Philip, siguieron la de dos de las hermanas de Matthew en 1697. Al año siguiente viajó por muchos lugares, predicando casi a diario. También murió su hija Ann de sarampión. En 1969, su familia se hizo cargo de tres hijas y un hijo de su hermana, la señora Radford, quienes habían quedado huérfanos.
Hasta entonces había gozado de buena salud, pero a partir de 1704 empezó a deteriorarse de manera alarmante. En agosto de ese año, mientras leía un capítulo en la reunión matutina, se desmayó repentinamente. Su madre murió la mañana del sábado 25 de mayo de 1707. Entonces empezó a pensar que su propia partida de este mundo se acercaba.
El llamado a Hackney
Durante los siguientes años, Matthew recibió varias ofertas para ocupar el cargo pastoral en diferentes congregaciones, pero inicialmente las rechazó. Sobre esto, dijo: “No puedo pensar en dejar Chester hasta que Chester me deje a mí”. No obstante, la persistencia de la congregación de Hackney finalmente lo llevó a reconsiderar su posición. Tras la muerte del Sr. Billo, el pastor anterior, y después de una larga deliberación sobre su deber, decidió trasladarse de Chester a Londres para asumir su nuevo llamado pastoral en mayo de 1712.
Uno de los factores que probablemente lo motivaron a aceptar las solicitudes de la iglesia de Hackney fue su deseo de supervisar la publicación de su importante obra, el Comentario, que en ese momento estaba en proceso de impresión. Esta responsabilidad sería difícil de cumplir con eficacia mientras residía en Chester.
Separarse de Chester fue doloroso; tenía sentimientos encontrados porque, aunque algunos lo entendieron, en otros provocó irritación y fastidio. Él mismo lo expresó con las siguientes palabras:
De rodillas, en secreto, he reconocido al Señor que estoy en apuros, en un gran aprieto. No puedo apartar mi mente de Chester; o si pudiera, no puedo persuadirme alegremente de marcharme. Tampoco puedo apartar mi mente de Hackney, o si pudiera, no puedo persuadir a mi esposa a quedarme con gozo.
Un ministerio inquebrantable
Matthew Henry asumió sus oficios pastorales en Hackney en mayo de 1712; mostró un compromiso incansable a pesar de su salud debilitada. Según su biógrafo, mientras estaba en Hackney, en ocasiones predicaba una charla temprana en Little St Helen's, luego regresaba para cumplir con sus servicios regulares de la mañana y la tarde, que incluían dos exposiciones y dos sermones, como era costumbre en Chester. Posteriormente, se dirigía a Wapping para predicar en la casa de reuniones del señor Lloyd, o a la escuela de caridad Shakespeare's Walk, y a veces participaba en la conferencia vespertina en Redriff. Finalmente, al regresar a casa, llevaba a cabo todas las partes del culto familiar, sin mostrar signos de fatiga mental o física.
No obstante, debido a su arduo trabajo, su salud se deterioró rápidamente. Aunque sus amigos intentaron persuadirlo de reducir sus numerosos compromisos, él se mantuvo firme en su convicción de que había sido llamado a trabajar en la viña del Señor. Su constante oración era ser hallado como un siervo fiel cuando su Señor lo evaluara. Reconocía que suspender la predicación sería ir en contra de lo que se había convertido en una parte fundamental de su vida, tanto física como moralmente. Por lo tanto, persistió en predicar la Palabra en todo momento y lugar disponible, mientras se preparaba con total resignación y confianza para obedecer cualquier llamado del Maestro.
Cada inicio de año, Matthew renovaba fervientemente sus votos de fe escribiéndolos en su diario. El 1 de enero de 1713 registró lo siguiente: “sea que Dios decrete para mí salud o enfermedad, paz o aflicción, consuelo o cruz, vida o muerte, hágase Su santa voluntad”. A partir del 20 de julio de ese año inició una serie de viajes para predicar en distintas congregaciones, incluyendo las de Chester y Broad Oak.
Poco después de su regreso a casa, sufrió síntomas de diabetes y, transcurrido un mes, tuvo un ataque nefrítico violento, pero siguió trabajando sin descanso. Por esos días, volvió a Hackney, aunque lo notaron fatigado y somnoliento. Cerca de Tarporley, su caballo lo derribó, pero él insistió en que no había sufrido ningún daño. A pesar de las invitaciones para quedarse en el lugar, se dirigió a Nantwich, en donde se había comprometido a predicar. Su sermón se basó en Jeremías 31:18, que dice: “Ciertamente he oído a Efraín lamentarse: “Me has castigado, y castigado fui como becerro indómito. Hazme volver para que sea restaurado, pues Tú, Señor, eres mi Dios” (NBLA). Todos notaron que su usual vivacidad había disminuido.
Al día siguiente, martes 22 de junio de 1714, alrededor de las cinco de la mañana, sufrió un ataque de apoplejía. Estuvo tres horas sin hablar y con la mirada fija, luego se durmió. Para entonces tenía 52 años de edad.
Su exposición del Antiguo y Nuevo Testamento
Matthew Henry comenzó a escribir entre 1689 y 1690. Su primera obra fue A Brief Enquiry Into the True Nature of Schism (en español, Una breve investigación sobre la verdadera naturaleza del cisma). También envió a imprenta una colección de himnos familiares en 1694, cuyo título original es Family-Hymns: Gather'd (Mostly) Out of the Best Translations of David's Psalms, la cual iba acompañada de un breve ensayo sobre salmodia. Sin embargo, su obra literaria magna es An Exposition of the Old and New Testaments (la Exposición del Antiguo y Nuevo Testamento), conocida también como Comentario de las Escrituras, la cual es una exégesis detallada y exhaustiva de cada libro de la Biblia.
Este comentario es altamente apreciado por su enfoque devocional y su claridad en la exposición de los pasajes bíblicos. Ha sido utilizado por pastores, estudiantes y laicos de todo el mundo durante más de 300 años. Fue escrito entre 1704 y 1714. Matthew logró llegar hasta el final de los Hechos de los Apóstoles. Otros retomaron su trabajo y lo completaron a partir de sus notas.
Figuras notables como Archibald Alexander, John Wesley, George Whitefield y C.H. Spurgeon, se encuentran entre los admiradores del Comentario. Debido a esta excepcional obra, Matthew ha sido reconocido hasta el día de hoy como el “Príncipe de los comentaristas”. No existe un consenso oficial sobre el origen de este título, sin embargo, John Bunyan, Charles Spurgeon y J. C. Ryle lo llamaron de esa manera.
Además del Comentario, otras obras literarias destacadas de Matthew Henry incluyen, sin ser exhaustivos, la biografía de su padre que hemos mencionado anteriormente: An Account of the Life and Death of Mr. Philip Henry (Relato de la vida y muerte de Philip Henry), A Method for Prayer (Un método para la oración), El secreto de la comunion con Dios y Popery a spiritual tyranny (El papismo: una tiranía espiritual). Estas obras, además de abundantes cartas a familiares y amigos, así como sermones y catecismos, reflejan su erudición, su compromiso con la verdad bíblica y su habilidad para comunicarla de manera clara y accesible.
Sin duda, Matthew Henry seguirá siendo recordado principalmente por su Comentario. Sin embargo, su mayor legado quizás sea su propia vida, la cual ofrece lecciones espirituales poderosas y relevantes para los creyentes de todas las épocas. Su compromiso con el amor supremo a Dios y al prójimo, su dedicación diligente al ministerio a pesar de las adversidades, su fortaleza ante la tragedia, su humildad y resignación ante la voluntad de Dios: todo ello lo destaca como un ejemplo inspirador. La vida de Matthew Henry nos insta a perseverar en la fe, a servir con celo y humildad, y a confiar en la gracia y el poder de Dios en todas las circunstancias. Haremos bien en prestar atención a sus sabias palabras que aún hacen eco en nuestros corazones y nos invitan a una profunda reflexión:
Sed diligentes en vuestros llamamientos particulares. Dedicadles la mayor parte de vuestro tiempo. Entended vuestra ocupación; y cuidad de ella con toda seriedad.
Referencias y bibliografía
The complete works of the Rev. Matthew Henry, A. Fullarton and Co., 1847.
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