*La información incluida en este escrito proviene en gran parte de entrevistas biográficas realizadas por el autor al Dr. Whitcomb a partir del 30 de mayo de 2003. Además, ha sido actualizada a la fecha para efectos de publicación de este artículo.
La historia de la vida del Dr. John C. Whitcomb Jr. estuvo repleta de paradojas. Fue un hombre de intensas convicciones, un erudito de fama, un autor y profesor humilde. Viajó por el mundo, pero también estuvo por más de 40 años en un seminario. Fue pacífico y, sin embargo, nunca huyó del conflicto justo. Fue alegre, aunque tuvo que soportar crisis tumultuosas. Fue hijo y nieto de oficiales del ejército, sirvió en la infantería y luego se formó para una carrera como diplomático, pero encontró satisfacción como embajador de un reino superior. Recibió lecciones desde niño para ser evolucionista, no obstante, dedicó su vida a estudiar y enseñar el creacionismo.
Una familia militar y sus altas expectativas
Cuando Whitcomb nació el 22 de junio de 1924 en el Centro Médico del Ejército Walter Reed en Washington D.C., nadie se habría sorprendido ante la idea de que su vida se convertiría en un éxito; eso simplemente se supuso. Sin embargo, ninguna persona pudo haber previsto la forma en que Whitcomb finalmente alcanzó notoriedad durante los primeros años de su vida. “Se esperaban grandes cosas de mí”, dijo Whitcomb en su sermón God's Circles of Truth (en español, Los círculos de la verdad de Dios) respecto al contexto en el que nació y las expectativas que venían de su contexto social.
Su padre, John Clement Whitcomb Sr., se graduó de la Academia Militar de los Estados Unidos en West Point, donde también enseñó español a principios de la década de 1920. Sirvió en ambas Guerras Mundiales y alcanzó el rango de coronel de infantería en el Tercer Ejército del General George Patton en Europa.
El abuelo de Whitcomb, Clement Colfax Whitcomb, se graduó de Bowdoin College y fue cirujano del ejército. Estuvo a cargo de todos los suministros médicos en Europa durante la Primera Guerra Mundial. Su servicio militar lo llevó a Filipinas (donde sirvió durante la Guerra Hispanoamericana) y a Cuba (donde John C. Whitcomb padre se crió entre 1906 y 1909, y aprendió a hablar español con fluidez); allí forjó conexiones que terminaron impactando la vida y el ministerio del joven Whitcomb muchos años después.
Su padre sirvió en un regimiento del ejército de los Estados Unidos entre 1927 y 1930, protegiendo a los ciudadanos estadounidenses de los señores de la guerra. Además, se desempeñó como embajador militar de los Estados Unidos en Perú desde 1948 a 1951. Mientras fue criado en el país oriental, el joven Whitcomb aprendió chino mandarín con fluidez, lo cual también sirvió como catalizador para algunas de sus actividades ministeriales posteriores. Otras paradas durante su infancia incluyeron Governors Island, Nueva York; Fort Benning, Georgia; Fort Leavenworth, Kansas; y Seattle, Washington.
“Me puse manos a la obra cuando nací”, dijo, pensando en su juventud. “Miras hacia atrás, a tu padre y a tu abuelo, y ves cómo Dios arregló tu propio trasfondo, providencialmente, para poder hacer cosas que Él quería que hicieras más adelante y que no puedes explicar en términos de tu propia vida”.
Los padres de Whitcomb eran miembros de una iglesia episcopal a la que rara vez asistían. Su deseo de ver grandeza en su único hijo, hizo que lo enviaran a la Escuela McCallie, una preparatoria cristiana en Chattanooga, Tennessee, donde escuchó el evangelio por primera vez en los servicios de la capilla. Tenían la esperanza de que su hijo asistiera a West Point como su padre, pero la mala vista lo hizo imposible. La siguiente mejor alternativa, en su opinión, era la Universidad de Princeton, más específicamente la Escuela de Asuntos Públicos e Internacionales John Foster Dulles. Esperaban que se preparara para una carrera como diplomático en el gobierno de los Estados Unidos.
Embajador para Cristo
Ingresó a la prestigiosa escuela en junio de 1942 y comenzó un programa acelerado. “Poco me di cuenta que en el misterio de la providencia de Dios, antes de finalizar mi primer año en la universidad, me convertiría en un embajador por Cristo a través de la salvación”, dijo también Whitcomb en su ya mencionado sermón God's Circles of Truth.
Durante ese primer año en Princeton, Whitcomb estaba fascinado por sus cursos de ciencias, en particular los relacionados con la geología evolutiva. El entrenamiento que recibió allí lo impactó profundamente y cultivó en él una pasión por el estudio histórico riguroso. A lo largo de su vida, compartió muchas historias de su tiempo en la universidad e ilustró sus enseñanzas con anécdotas de Princeton, donde se movió entre algunos de los pensadores y eruditos más destacados del mundo. Por ejemplo, Whitcomb le entregó una obra de literatura cristiana a Albert Einstein en 1947, en una reunión de la organización estudiantil Confraternidad Evangélica de Princeton, donde se proyectó la película del Instituto Científico Moody, El Dios de la creación.
Sin embargo, de todas las personas que impactaron a Whitcomb en Princeton, el hombre que dejó la marca más grande fue el candidato menos pensado. Se trató del Dr. Donald B. Fullerton, quien se había graduado en 1913 de la Universidad de Princeton y fue misionero de la Hermandad de Plymouth en la India y Afganistán. En 1931, regresó a los Estados Unidos debido a problemas de salud y estableció la ya mencionada Confraternidad Evangélica de Princeton. Sorprendentemente, continuó impartiendo clases bíblicas los domingos por la tarde en el campus universitario durante los siguientes 50 años, hasta 1981, y guió a cientos de estudiantes al Señor.
Fue durante el primer año de Whitcomb en Princeton que un antiguo compañero de clase de la Escuela McCallie, entonces estudiante de segundo año en Princeton, lo invitó a una de las clases bíblicas de Fullerton en el centro estudiantil Murray-Dodge Hall. “Esa fue la transformación de mi vida para siempre”, dijo Whitcomb en retrospectiva. Después de varias semanas de asistir a las reuniones, y especialmente a una sesión privada con el Dr. Fullerton en su dormitorio en Pyne Hall, Whitcomb depositó su confianza en Jesucristo y pasó de la muerte espiritual a la vida en febrero de 1943.
“Estaba abrumado por lo que escuché de ese hombre de Dios”, dijo Whitcomb. “Dios me había preparado para esto. Cuando él [Dr. Fullerton] abrió la Biblia y me dijo quién era el Señor Jesucristo y lo que había hecho por mí en la cruz, no pude resistir la obra del Espíritu Santo en mi vida y acepté a Jesús como mi Salvador. A la mañana siguiente me sentí abrumado por la magnificencia del universo que me rodeaba”, recordó. “El sol, las nubes, el cielo, los árboles, las flores, las ardillas, la gente, todo, y ahora me di cuenta de que Dios los había hecho”.
Desde el momento en que Whitcomb confió en Cristo, Fullerton tuvo un impacto dramático en su pensamiento que perduró toda su vida; incluso, una preciada fotografía de ambos posando de pie colgaba en su estudio. Bajo su discipulado, tuvo sus primeras experiencias con la testificación y la apologética, y fue él quien inicialmente señaló a Whitcomb en dirección de la teología dispensacional. Sin embargo, un área que aún no le quedaba clara era el significado real de los primeros capítulos de Génesis. “Cuando Donald Fullerton vino a hablarme sobre el Señor”, dijo, “el conflicto obvio entre la teoría de la evolución y el Libro del Génesis me sorprendió”. Ese asunto hirvió dentro del corazón de Whitcomb durante diez años antes de que pudiera verter su energía en estudiarlo de manera satisfactoria.
Evangelizando al “enemigo” en la Segunda Guerra Mundial
Whitcomb notó que tenía el deseo de servir al Señor desde muy temprano en su experiencia cristiana. “Quería capacitarme para ser un maestro de la Biblia”, dijo. “Si la Palabra de Dios pudo hacerme eso a mí, ¿qué podría hacer por los demás?”. Sin embargo, esos sueños se vieron interrumpidos cuando, como muchos de su generación, fue llamado al servicio militar durante su segundo año en Princeton. En abril de 1943 fue reclutado para recibir entrenamiento básico en Fort Bragg, Carolina del Norte. Fue enviado a una formación adicional en ingeniería militar en el Instituto Politécnico de Virginia y luego a una formación básica de infantería en Luisiana, antes de ser enviado a Europa en octubre de 1944.
Whitcomb tenía historias increíbles que contar sobre sus experiencias durante esos días. Su servicio en la guerra, como el de tantos miles de sus camaradas, transformó profundamente su vida. Como había estudiado alemán en Princeton, se convirtió en intérprete de ese idioma y pudo compartir el evangelio mientras trataba con prisioneros de guerra alemanes como miembro del Red-Ball Express, una unidad de línea de suministro que entregaba alimentos y municiones desde los barcos hasta el frente de batalla, en el otoño de 1944. “Esa fue mi introducción para ser misionero en Europa”, dijo.
Una de las actividades más peligrosas que tuvo que hacer durante la guerra fue servir en un centro de dirección de fuego para artillería de campo en Bélgica. Durante el contraataque alemán en la Batalla de las Ardenas, en diciembre de 1944, trabajó allí con observadores avanzados y artilleros. Un momento que nunca olvidó ocurrió precisamente durante esa batalla: un proyectil de artillería explotó cerca del lugar donde anteriormente había estado de guardia, solo unos segundos después de haber bajado a un sótano hacia el centro de dirección de incendios. Inmediatamente, se dio cuenta de que Dios lo había protegido. “Me debes la vida”, fue el mensaje que estaba seguro que Dios le comunicó a través de ese incidente.
“Dios me perdonó la vida, y me dio hambre y sed de misiones en Europa durante esa guerra”, dijo Whitcomb al mirar hacia las décadas pasadas. Había alcanzado el rango de sargento técnico durante su servicio en el ejército, pero no tenía ningún deseo de hacer una carrera militar, así que dejó el Viejo Mundo en enero de 1946 y regresó a Princeton ese verano. Sorprendentemente, se fue con un celo por la evangelización del pueblo alemán que se quedó con él por el resto de sus días.
Tiempo después, Whitcomb hablaba de su vínculo con el pueblo alemán como una de varias “conexiones” fuertes que Dios le dio con tierras extranjeras, las cuales lo habían llevado a importantes oportunidades de ministerio. Sobre esto, expresó lo siguiente: “Solo digo, ‘Gracias Señor. En Tu providencia, me guiaste a pasar un año estudiando alemán en la Universidad de Princeton’. A través de este medio, Dios me dio un incentivo y una motivación más para involucrarme con Alemania”.
El inicio de una larga carrera
En 1948, Whitcomb se graduó con honores en Princeton, dos años más tarde de lo planeado originalmente, pero ya con una experiencia virtuosa de por vida. Al momento de su graduación, su especialización cambió a Historia antigua y europea. Tenía el deseo de continuar sus estudios y estaba considerando el Seminario Teológico Fuller en Pasadena, California, que estaba listo para comenzar su segundo año de clases.
Sin embargo, su mentor le señaló el Seminario Teológico Grace en Winona Lake, Indiana, que recién comenzaba a ganar una gran reputación dentro del mundo evangélico. Whitcomb afirmó: “El Dr. Fullerton me instó a considerar el Seminario Grace como la mejor escuela de Estados Unidos para aprender toda la Biblia. Había escuchado informes maravillosos de Alva J. McClain (el fundador y presidente), de Herman A. Hoyt y Homer Kent Sr.”. Whitcomb señaló “Dios da forma a cada vida de manera única”.
Cuando fue al Seminario Grace en el otoño de 1948, no tenía motivos para pensar que Dios lo estaba formando para llegar a permanecer 42 años en esa escuela, primero como estudiante y luego como profesor. De hecho, quería regresar a China como misionero (antes de que el gobierno comunista expulsara a todos los misioneros extranjeros en 1950). Su “conexión china” se remonta a los tres años que pasó allí al principio de su vida. Al respecto afirmó: “Tenía una fascinación con el pueblo chino, el cual necesita al Señor”. Aunque esa puerta estaba cerrada, el interés de Whitcomb por las almas de los chinos perduró.
Todavía soltero y sin ningún plan particular para el futuro, se le pidió a Whitcomb que, en la mañana siguiente a su graduación del seminario, en mayo de 1951, se reuniera con dos de sus profesores más respetados: los Dres. McClain y Hoyt. El profesor de Antiguo Testamento de Whitcomb, el Dr. Robert Culver, había renunciado la noche anterior y sus dos mentores le pidieron a Whitcomb que se quedara en la escuela y enseñara esa asignatura y también Hebreo. Estuvo de acuerdo y también continuó sus propios estudios en Grace, recibiendo la maestría en Teología en 1953, con una tesis sobre el Templo de Jerusalén, y el doctorado en Teología en 1957.
Al recordar esos tiempos, Whitcomb dijo “me encanta enseñar el Antiguo Testamento”. La excelencia en la enseñanza y la habilidad en la comunicación por las que llegó a ser conocido se forjaron en esos días difíciles en los que combinó la tarea de instruir a estudiantes de casi su edad con sus propias actividades académicas.
Su impacto como profesor y la cuestión “¿evolución o creacionismo?”
Un área de sus lecciones fue objeto de un escrutinio particular entre sus propios alumnos. Desde su conversión, él se había esforzado por armonizar el relato de la creación del Génesis con la evolución, perspectiva que le habían asegurado toda su vida. Enseñó la famosa teoría de la brecha de Génesis 1:1-2 a sus alumnos durante dos años, pero en ocasiones se le cuestionó cómo encajaba ese punto de vista en el contexto completo de las Escrituras. Whitcomb pronto usó la oportunidad de escribir una tesis doctoral para resolver sus dudas relacionadas con los primeros capítulos de Génesis y los orígenes.
Mientras tanto, su vida también estaba tomando forma en otras áreas. En 1953 se casó con Edisene Hanson, a quien llamó una “maravillosa dama cristiana”. Su primer hijo, David, nació en 1955, seguido de Donald en 1957, Constance en 1958 y Robert en 1960. Esos fueron tiempos muy ocupados para Whitcomb, ya que equilibraba las responsabilidades familiares, con su carrera docente y con la continuación de sus propios estudios de doctorado.
El camino que tomó para preparar su tesis doctoral fue muy impactado por un hombre que fue a hablar en el campus del Seminario Grace en septiembre de 1953. Ese visitante era un joven profesor de ingeniería llamado Dr. Henry Morris. Whitcomb conocía su primer libro, titulado That You Might Believe (en español, Para que crean), y anticipó la oportunidad de hablar con él. Mientras estaba en Grace, Morris dio una conferencia sobre geología de inundaciones, un tema que pocos habían abordado antes de ese momento. McClain y Hoyt se mostraron receptivos a sus ideas. Morris señaló las deficiencias científicas de los escritos de Whitcomb, y así los dos comenzaron a trabajar juntos. Lo que siguió fueron casi 200 cartas y dos encuentros personales más entre ellos, todo lo cual culminó en la publicación de El diluvio del Génesis: el relato bíblico y sus implicaciones científicas (1961).
Whitcomb dijo: “Mi experiencia evolutiva en casa y en Princeton fue el medio de Dios para fascinarme con el tema de los orígenes, que nunca he dejado de estudiar, dar conferencias y escribir hasta el día de hoy”. El diluvio del Génesis fue rechazado por dos editores evangélicos antes de ser aceptado por Presbyterian & Reformed Publishing Company.
Sería difícil exagerar el impacto que el libro ha tenido desde entonces en el desarrollo de los movimientos de creación bíblica y científica, por no hablar del impacto que tuvo en las circunstancias personales de Whitcomb y Morris. Whitcomb lo resumió en estas palabras: “Eso cambió nuestras vidas para siempre”, resumió Whitcomb. En 2006, Christianity Today ubicó el libro en el número 22 entre “los 50 mejores libros que han dado forma a los evangélicos” en “los últimos 50 años”.
Whitcomb enseñó a miles de estudiantes durante sus años en Winona Lake, e incluso ganó el título honorífico de “Sr. del Seminario Grace”. Su reputación de enseñar el Antiguo Testamento y la teología atrajo a muchos estudiantes a la escuela y tuvo un gran impacto en muchas vidas. Todavía hay cientos de pastores y misioneros en los campos de cosecha de Dios que se sentaron bajo su enseñanza, absorbiendo su teología y filosofía, y adoptando sus puntos de vista en áreas como el creacionismo de la tierra joven, la apologética presuposicional, el dispensacionalismo tradicional, la escatología premilenial y la teología del Antiguo Testamento.
Durante esos años, Whitcomb ocupó numerosos cargos en Grace, incluido el de profesor de Antiguo Testamento y Teología, presidente del Departamento de Teología, director de estudios de doctorado, editor gerente, y editor de la Revista Grace (de 1960 a 1973) y la Revista Teológica Grace (de 1980 a 1989). Algunas de sus experiencias más preciadas están relacionadas con su interacción con los estudiantes de doctorado. “Me sentí profundamente agradecido con Dios por haber tenido el privilegio de enseñar el Antiguo Testamento”, dijo Whitcomb. “Estudiar y enseñar el Antiguo Testamento a nivel de seminario durante casi 40 años es un evento extremadamente raro en el mundo evangélico”.
Dios siempre tiene un plan
Sin embargo, los años de enseñanza de Whitcomb en Grace no estuvieron exentos de pruebas. Su mayor momento de dificultad vino a raíz de una rara enfermedad hepática que contrajo su esposa Edisene, que fue tratada superficialmente como ictericia durante diez años. Se le realizó una cirugía exploratoria en el otoño de 1968. Como resultado, los médicos determinaron que era demasiado tarde para el tratamiento y Edisene murió en junio de 1970.
Durante ese tiempo, sin embargo, Dios proveyó maravillosamente, no solo para el futuro de la familia Whitcomb, sino también para otra familia que también experimentó una prueba severa. Uno de los estudiantes de doctorado de Whitcomb, Robert Pritchett, murió aparentemente de un ataque al corazón mientras trotaba una noche de abril de 1969. Pritchett y su esposa Norma habían sido misioneros en las Filipinas durante 11 años, sirviendo primero como plantadores de iglesias al sur de Manila durante 5 años, y luego enseñando durante 6 años en el Instituto y Seminario Bíblico del Lejano Oriente.
La pareja y sus dos hijos, Daniel y Timothy, se mudaron a Winona Lake en el otoño de 1968 para que Robert realizara un programa de doctorado en Teología, lo que beneficiaría su trabajo en FEBIAS College of Bible. Whitcomb fue llamado por las autoridades locales para identificar a Robert y notificar a Norma y sus hijos de su muerte. Él dijo de ella: “Estuvo magnífica en esa crisis. Ella no se vino abajo. Sabía que de alguna manera Dios tenía un plan”.
Norma Whitcomb provenía de una iglesia cristiana y de la Alianza Misionera, y se graduó de la Universidad de Houghton, Nueva York, donde conoció a su primer esposo en 1949. Fueron a las Filipinas en 1956, bajo Misión en el interior de China, que ahora es conocida como Overseas Missionary Fellowship. China Inland Mission los había prestado a SEND International, que supervisó el trabajo en FEBIAS.
Las dos familias se conocían antes de la muerte de Robert, y Edisene Whitcomb, cuando se estaba muriendo, le informó a su esposo que le agradaría que se casara con Norma después de su fallecimiento. La pareja lo hizo en 1971 y formó una familia que incluía a sus seis hijos de 10, 12, 13, 14, 15 y 16 años en ese momento. “Gracias, Señor”, dijo Whitcomb, al recordar su vida familiar después de varias décadas desde que él y Norma se casaron. Tuvieron diecisiete nietos y catorce bisnietos.
Whitcomb nunca fue alguien que hiciera simplemente lo necesario para sobrevivir como profesor de seminario. Además de sus responsabilidades docentes, continuó viajando y dando conferencias, ganando notoriedad particularmente por su trabajo sobre el creacionismo, aunque también se le pedía que hablara regularmente sobre la profecía bíblica y la apologética. A lo largo de su ministerio, Whitcomb dedicó mucho tiempo y esfuerzo a las misiones mundiales. La familia fue a Filipinas para realizar viajes misioneros en cuatro ocasiones: 1982, 1983, 1987 y 1993.
John Whitcomb se desempeñó como presidente de la junta directiva de la Spanish World Gospel Mission (1959-1990) –que ahora se conoce como Ministerios del Mundo Hispano–, y también fue presidente y miembro de la junta de la Foreign Missionary Society of the Fellowship of Grace Brethren Churches (1967-1987) –conocida hoy como Misiones Internacionales de la Fraternidad de la Gracia–. Dictó conferencias en Argentina, Australia, Brasil, República Centroafricana, Ecuador, Inglaterra, Francia, Guatemala, Alemania, Hong Kong, Italia, Japón, Corea, Luxemburgo, Malasia, México, Perú, Filipinas, Puerto Rico, Singapur, Escocia, España, Taiwán y Gales, y recibió miles de palabras de testimonio de personas a las que ministró en esas tierras.
Whitcomb también escribió varios libros para las principales editoriales evangélicas. Los más destacados fueron The Early Earth (en español, La tierra primitiva), y The World That Perished (en español, El mundo que pereció) con la editorial Baker Book House, y algunos comentarios sobre Ester y Daniel, con Moody Press. Su experiencia en historia se trasladó directamente a su estudio de las Escrituras, y su interés en la cronología bíblica lo llevó a producir sus conocidos gráficos bíblicos, de los cuales se han impreso más de un millón de copias en diversas formas. Whitcomb también contribuyó con numerosos artículos para Grace Theological Journal (Revista Teológica Grace) y Bibliotheca Sacra durante las décadas de 1970 y 1980.
Destitución de su cargo en el Seminario
En sus últimos años en Grace, Whitcomb comenzó a preocuparse por la escuela que amaba. Los profesores con los que había estudiado y con los que había ministrado estaban desapareciendo de la escena. El Dr. McClain había muerto cerca de dos décadas atrás, en 1969, y los Dres. Hoyt y James L. Boyer habían alcanzado la edad de jubilación. A mediados de la década de 1980, Whitcomb se había convertido en un miembro sénior de la facultad y creía que no todos los que hacían parte de ella sostenían incondicionalmente algunas de las enseñanzas fundamentales que el seminario había defendido a lo largo de su historia.
Finalmente, después de 38 años completos de enseñanza en el Seminario Teológico Grace, y después de haber sido persuadido de renunciar el verano anterior, la carrera de Whitcomb en aquella institución llegó a un final inesperado en febrero de 1990. Ese año escolar comenzó con una nota siniestra: Whitcomb había tenido coágulos de sangre en su pierna derecha en Francia, en agosto de 1989. Había estado allí para enseñar en la escuela de extensión europea del Seminario Grace por cuarta vez, pero casi muere a causa de aquella afección.
Después de 17 días en un hospital francés, Whitcomb regresó a casa para enseñar durante otro año, pero durante ese tiempo sus desacuerdos con la administración llegaron a un punto crítico. Se le pidió que decidiera si aceptaba o no continuar en la institución bajo las restricciones de la administración, lo cual no pudo hacer. Después de más de 38 años y medio en la facultad, el hombre que se había convertido casi en sinónimo del Seminario Teológico Grace fue despedido en su último semestre, justo antes de jubilarse.
La causa inmediata de su destitución fue que asistió a una reunión de pastores conservadores de la Fraternidad de Iglesias de los Hermanos de la Gracia, quienes compartieron algunas de sus preocupaciones sobre la dirección del seminario y la fraternidad en sí. Sobre esto, Whitcomb afirmó: “mirando hacia atrás puedo decir: ‘Ese fue uno de los eventos más bendecidos de toda mi vida’”. Después pudo ver claramente que muchas cosas buenas surgieron de esas circunstancias desagradables, incluido el hecho de que le dieron una motivación especial para hacer otro trabajo con el que se comprometió completamente.
En ese momento fue una tragedia. Ahora miro hacia atrás y digo: ‘Señor, si no hubiera dejado ese lugar —total, completamente— nunca me habrían presionado para hacer todas estas otras cosas que obviamente eran Tu plan para el resto de mi vida’. Si simplemente me hubiera retirado normalmente, no habría sentido la urgencia que sentí de grabar todas mis conferencias en video”.
Un nuevo inicio, nuevas oportunidades
Los Whitcomb pronto comenzaron Whitcomb, Inc. John continuó investigando y escribiendo, mientras viajaba para enseñar y predicar en iglesias y escuelas en muchas partes del mundo. De hecho, las oportunidades de Whitcomb llegaron a ser aún más grandes de lo que jamás anticipó. A principios de la década de 1990, varios pastores de los Hermanos de la Gracia y exalumnos del Seminario Grace lo alentaron a pensar seriamente en grabar en video los cursos que había impartido a lo largo de su carrera para que pudieran conservarse para uso futuro. Pronto, esa idea se convirtió en un proyecto, el cual recibió un nombre: Escuelas de Teología Christian Workman.
Los pastores vinieron a mí y me dijeron: ‘Dr. Whitcomb, necesitamos preservar la teología cristiana tradicional, la exégesis y la hermenéutica de los días de McClain y Hoyt y los otros padres fundadores del Seminario Grace. Los Hermanos de la Gracia habían logrado el respeto internacional por su sólida posición teológica en el Seminario Grace durante todos esos años, y eso necesitaba desesperadamente ser preservado, perpetuado y protegido de la negligencia total.
Whitcomb grabó casi todas las clases que impartió y algunos cursos nuevos también. Él y el pastor Jeffrey Brown de Middlebranch, Ohio, también reclutaron a otros profesores altamente calificados para grabar sus conferencias, y ensamblaron un plan de estudios completo de nivel de seminario para usar en una variedad de entornos. Los materiales, de hecho, están siendo utilizados por varios seminarios, misioneros en el extranjero y educadores de homeschool, así como por iglesias locales. “Eso, en retrospectiva, mostró la mano de Dios en mi salida del Seminario Grace”, declaró Whitcomb.
Además de su trabajo a través de Whitcomb Ministries, Inc. y Christian Workman Schools of Theology, Whitcomb también desempeñó un papel clave en la fundación y el desarrollo de una nueva comunidad de iglesias: la Conservative Grace Brethren Churches, International. El grupo comenzó en Indianápolis en septiembre de 1993 después de una división con la Fraternidad de Iglesias de los Hermanos de la Gracia.
Hoyt y Boyer, a quienes Whitcomb se refirió como los “maestros maestros” del movimiento Hermanos de la Gracia, todavía estaban vivos durante los primeros años de la historia de la nueva confraternidad para brindarle orientación teológica junto con él. A sus 80 años, Whitcomb también se desempeñó como editor de la publicación teológica del grupo: Journal of Grace. No se durmió en los laureles: continuó viajando y dando conferencias, visitando cada año varios institutos bíblicos, universidades y seminarios.
Siguió participando regularmente en la predicación en las iglesias, grabando audios y videos, leyendo y estudiando con constancia. Además, escribió el plan de estudios para los materiales de sus cursos de Christian Workman Schools of Theology. También contribuyó a varios libros y actualizó algunos de sus trabajos más antiguos para publicarlos en ediciones revisadas. Ahora sus libros son distribuidos por BMH Books.
Whitcomb interactuó con muchos líderes cristianos y sigue siendo conocido como un erudito y estadista cristiano. Los horizontes de los Ministerios Whitcomb han continuado ampliándose, con una presencia cada vez mayor en internet y el comienzo de un boletín electrónico. En el verano de 2004 empezaron a patrocinar sus propias conferencias bíblicas anuales. Desde 2006, Whitcomb también representó al ministerio apologético Respuestas en Génesis como un orador de la creación. En ese cargo, realizó presentaciones en numerosas conferencias.
Últimos años
Aunque en sus últimos años ya no podía viajar personalmente a los confines de la tierra, Whitcomb todavía tenía un verdadero corazón para las misiones, como lo demuestran los proyectos en los que trabajó. El más importante es la traducción a chino mandarín (que él llamaba “el mejor idioma del mundo actual”) de algunos de sus textos más utilizados y de una serie de conferencias para su difusión detrás de “la cortina de bambú”. Ni él ni su familia han recibido regalías por la venta de sus libros en idiomas extranjeros.
La reputación de Whitcomb como creacionista bíblico es internacional. Su pasión, sin embargo, fue continuar yendo más allá de ese tema en su propio ministerio. Él mismo dijo:
Quiero ser conocido, en todo caso, como un expositor de la Biblia. El creacionismo es absolutamente esencial, pero no es suficiente para un maestro ordenado por Dios. Quiero ser equilibrado en mi enseñanza de la teología.
Este teólogo falleció el 5 de febrero de 2020 en su casa, ubicada en Indianapolis. Su esposa murió el 12 de diciembre de 2021. En vida, ella, quien contribuyó en gran medida a los Ministerios Whitcomb, especialmente a través de sus propios escritos y conferencias para mujeres y niños, comentó: “Nuestro ministerio no es muy ostentoso, pero confiamos que es sólido por el bien de Dios”.
Habiendo vivido las experiencias mencionadas aquí y muchas más, la perspectiva de John Whitcomb quedó clara cuando dijo: “No soy mío. Fui comprado por un precio, y lo que Dios quiera hacer con mi vida y mis experiencias se lo dejaré a Él para decidir”.
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Nota del autor:
Estoy muy agradecido por haber participado en el registro de las experiencias de vida del Dr. John C. Whitcomb Jr., a quien conocí como estudiante de primer año en el Seminario Teológico Bautista Faith (FBTS por sus siglas en inglés) en Ankeny, Iowa, en septiembre de 1994. Llegó a la escuela para enseñar un curso modular de Fundamentalismo Bíblico y yo quedé inmediatamente impresionado por sus habilidades docentes, su dominio de las Escrituras y su dominio del salón de clases, sin mencionar su actitud amistosa y su estilo realista. Además, parecía tener un interés espiritual genuino en cada estudiante que estaba en la sala.
FBTS es una de las escuelas a las que viaja el Dr. Whitcomb todos los años, y desde entonces he estudiado en diez cursos modulares con él allí, una oportunidad con la que he sido muy bendecido. Cuando lo conocí, no tenía idea de que algún día tendría el privilegio de compilar su biografía, o de estar involucrado en ayudarlo en su ministerio. Estos esfuerzos se originaron cuando comencé a entrevistarlo sobre la historia de su vida en mayo de 2003. Tuve la urgencia de completar esa tarea porque le habían diagnosticado cáncer de colon el año anterior. Afortunadamente, se recuperó, y ese encuentro en su casa con él y su familia ha dado lugar a oportunidades que apenas podía soñar posibles.
Estoy muy agradecido con el Señor por el Dr. Whitcomb, no solo por sus enseñanzas, sino por el impacto que dejó en mí el trabajar junto a él. Ciertamente, aunque él no lo admitiría, es el más digno de este trabajo que se le hace como homenaje.
Este texto fue traducido por Juan C. de la Cruz; editado, actualizado y ajustado por el equipo de BITE. El original fue publicado por Paul J. Scharf.
Referencias y bibliografía
The Top 50 Books That Have Shaped Evangelicals | Christianity Today
John C. Whitcomb: Hero of the Faith (Otoño, 2005) Gospel Herald y Sunday School Times. Cleveland, OH: Union Gospel Press, pp. 12–13.
God's Truth Circles (Parte 1 - Christ's Circles of Ministry) de John Whitcomb, sermón dado en la Primera Iglesia Bautista de Kingsbury, IN, el 12 de junio de 2004.
That You Might Believe (1978) de Henry M. Morris. Westchester, IL: Good News Publishers, 188 páginas.
What Happened at Grace Seminary, en Cristianismo contemporáneo (1995) de Robert Delnay. Seminario Teológico Bautista Faith, Ankeny, IA. Notas del curso, p. 2.
Recomendaciones del autor:
Para un relato completo de primera mano de la experiencia de conversión de Whitcomb, véase La conversión de un evolucionista de John C. Whitcomb. Whitcomb Ministries, Inc., sin fecha, videocasete.
Para un relato de los primeros intentos de Whitcomb de dar testimonio y cómo más tarde impactaron su visión de la apologética, véase Contemporary Apologetics and the Christian Faith — Part I: Human Limitations in Apologetics de John C. Whitcomb Jr. Bibliotheca Sacra, vol. 134, núm. 534 (abril de 1977), pp. 99–103.
Para obtener un relato completo de primera mano de la historia detrás de la asociación de Whitcomb y Morris, consulte John Whitcomb y Henry Morris, ICR presenta Fireside Chats (2003). Institute for Creation Research, sin fecha, DVD.
Para conocer la perspectiva de Norma sobre la fusión de las dos familias, consulte su CD, Brushstrokes del Artista Maestro. Whitcomb Ministries, Inc.
Para un artículo de noticias relacionado con estos eventos, véase Grace Seminary Cuts Program, Christianity Today (11 de enero de 1993), p. 46.