Escucha un resumen de este artículo en formato podcast:
“Los heridos en la batalla,
En lúgubres hospitales de dolor,
Los tristes corredores,
Los fríos suelos de piedra.
¡Mirad! En aquella casa de miseria
Veo una dama con una lámpara.
Pasa a través de las vacilantes tinieblas
Y se desliza de sala en sala.
Y lentamente, como en un suelo de alegría,
El mudo paciente se vuelve a besar
Su sombra, cuando se proyecta
En las obscuras paredes”1
A Florence Nightingale se la considera como la precursora de la enfermería moderna, y la fecha de su nacimiento, 12 de mayo, se ha designado como el día internacional de la enfermería2 y el año 2010 fue declarado Año Internacional de la Enfermería para reivindicar, entre otras, la relevancia histórica de Florence Nightingale en el centenario de su fallecimiento. ¿Cuán importante fue el aporte y la fe de Florence en el desarrollo de su vocación y labores en el área de la salud?
A propósito de la relación entre Protestantismo, desarrollo de la medicina y ciencias de la salud, en tiempos recientes ha sido estudiada y documentada, en ese mismo sentido Xesús Manuel Suárez, coordinador del libro “Reforma Protestante y Medicina”, afirma que:
“Si llegamos a la época en la que comienzan a concederse los premios Nobel, puede verse que un porcentaje enorme de los galardones concedidos en el ámbito de la medicina han sido para protestantes. Hay una correlación directa entre la aparición de la Reforma, el descubrimiento de la Biblia, una nueva cosmovisión del mundo y el desarrollo de la medicina”3.
En este mismo sentido estudiar la vida de Florence Nightingale, es ejemplificar de manera brillante la fuerte relación entre el protestantismo y el desarrollo de las ciencias de la salud.
Florence Nightingale nació el 12 de mayo de 1820 en Florencia (de allí su nombre), ciudad en la cual sus padres estaban de visita y que en aquel momento era la capital del Gran Ducado de Toscana. Aunque en ese momento Florence (o Florencia) no figuraba entre los nombres femeninos, como lo ha sido desde que Miss Nightingale le dio fama. Tenía una hermana mayor, Parthenope (siempre llamada Parthe), que también recibió el nombre de su lugar de nacimiento4.
Sus padres fueron William Edward Nightingale y Frances (o Fanny) Smith, y pertenecían a la clase acomodada de la Inglaterra victoriana. Por ello, la educación en casa era muy estricta5, su padre fue un intelectual de Cambridge y cuando Florence era niña, el padre le enseño latín, griego, historia y filosofía natural. Al crecer, aprendió aritmética, geometría y álgebra; uno de sus tutores fue un gran matemático.
La religión jugó un papel muy importante en su vida. Aunque sus padres crecieron en la Iglesia Unitaria, su madre Frances prefirió una denominación más convencional y a las niñas las criaron en la fe anglicana6, de hecho: se bautizó en la Iglesia de Inglaterra en Florencia y, con su familia, asistió a los servicios de la Iglesia de Inglaterra cuando estaba en su casa en Hampshire7.
Aquella fe, no era solamente nominal, sino que también se nutría ampliamente en casa:
“La fe de Nightingale se nutrió desde la infancia de la lectura amplia, con la lectura y el estudio regulares de la Biblia (conocía la literatura histórica y crítica alemana), los místicos medievales, los puritanos (especialmente John Milton, un favorito de la familia, y Richard Baxter) ; los dominicos franceses liberales, numerosas novelas religiosas populares, biografías de misioneros y santos, tratados de la Sociedad para la Promoción del Conocimiento Cristiano” 8.
Considerando sus escritos se puede notar una influencia de la tradición wesleyana como puede verse por las referencias a John Wesley en un sermón y otras en su correspondencia9
También, la fe de Nightingale se formó de manera importante al leer los libros del ministro y educador congregacional estadounidense, Jacob Abbott, en particular su “The Cornerstone”, o “Una ilustración familiar de los principios de la verdad cristiana” (1834), que luego describió a un amigo como “el libro que me convirtió”10, en 1836.
Si hay una certeza, es que Florence era una fiel devota de Dios, leía la biblia y oraba. La Enciclopedia Británica señala que: “Florence encontró un gran consuelo en sus creencias religiosas. A la edad de 16 años, experimentó una de varias «llamadas de Dios». Ella vio su llamado particular como la reducción del sufrimiento humano. La enfermería parecía la ruta adecuada para servir tanto a Dios como a la humanidad”11.
El 7 de febrero de 1837, mientras paseaba por el jardín de Embley, donde pasaba largas temporadas, creyó escuchar una llamada de Dios. Aunque en un primer momento no entendió el significado de aquella visión, con el tiempo se dio cuenta que su pasión por la enfermería había sido una manera de ayudar a los demás tal y como Dios le había pedido12. En uno de sus escritos, mencionó una de sus experiencias con Dios: “Dios me llamó en la mañana y me preguntó si haría el bien en su nombre, sin buscar reputación”13
Así, Florence parecía destinada a un destino diferente. A los 17 años sufrió una depresión que definió como "el primer llamamiento de Dios", y a los 24 resolvió dedicarse a cuidar del prójimo, vocación que decidió seguir a toda costa. Rechazó a numerosos pretendientes, entre ellos el culto heredero Richard Monckton Milnes, que estaría siempre a su lado y se convirtió en miembro de la Fundación Nightingale.
En una carta a su amiga Mary Clark Mohl, Florence escribió: “Estallo de indignación cuando veo a algunas madres o a ciertas esposas que dan prueba de ese egoísmo feroz que se denomina “amor materno” o “amor conyugal”. No, todos deben tener derecho a decir su propia verdad. La verdad de Florence era asistir a los enfermos con la ayuda de Dios, más adelante confesaría: “Mi mente está obsesionada por el sufrimiento humano, me acomete por todos los lados. Apenas consigo percibir otras cosas”14.
Sin embargo, en su época, la profesión de enfermera –o cuidadora– estaba asociada a mujeres de la clase trabajadora, lo cual estaba lejos de una joven culta como Florence. Florence, ella escribió en su diario: “Dios me habló y me llamó a su servicio”15. Su conocimiento de la enfermería por aquel entonces se remitía al cuidado de familiares enfermos.
En 1837, anunció a su familia su decisión de dedicarse a la enfermería a partir de 1844, a pesar de la oposición de la misma. Durante los siguientes años, segura de su vocación y de manera autodidacta, se convirtió en una experta frecuentando los centros sanitarios que visitaba en cada uno de sus viajes. En efecto, fue una gran viajera, una costumbre de la época cuya función era instruir a las mujeres del siglo XIX: Francia, Italia, Suiza, Grecia o Egipto fueron algunos de sus destinos. Los escritos en su diario de viaje muestran su proceso de aprendizaje, sus habilidades literarias y su manera de afrontar la vida.
El 22 de agosto de 1853 asumió el cargo de superintendente en el Instituto para el Cuidado de Señoras Enfermas –eran mujeres sin techo– en Londres, puesto que ocupó hasta octubre de 1854. En esta institución realizó algunas mejoras, como la instalación de agua caliente en las habitaciones o la instalación de un ascensor, buscó casas de convalecencia mientras las institutrices que salían del hospital y buscaban trabajo.
Florence y la guerra de Crimea
Entre octubre de 1853 y febrero de 1856 se desarrolló la guerra de Crimea, conflicto bélico entre el Imperio ruso –en aquel momento en manos de la dinastía Románov– y la alianza del Reino Unido, Francia, el Imperio otomano y el Reino de Piamonte y Cerdeña. La mayor parte del conflicto tuvo lugar en la península de Crimea, en el mar Negro. Las tropas británicas se movilizaron para la expedición a Crimea contra la política de agresión del gobierno zarista a Turquía.
Los aliados estaban venciendo a los rusos; sin embargo, las enfermedades estaban provocando estragos en el ejército británico, que no disponía ni de médicos, ni de medicinas, ni de enfermeros suficientes: en las primeras semanas de conflicto, de cada cien muertos, ochenta eran víctimas de los deficientes tratamientos sanitarios.
En aquel momento, Sidney Herbert –antiguo conocido de la familia Nightingale– era el Secretario de Guerra en Gran Bretaña. Conocía las actividades de Florence como enfermera por lo cual solicitó su ayuda.
El 21 de octubre de 1854, Florence y un equipo de treinta y ocho enfermeras voluntarias –muchas de ellas inexpertas, y entrenadas personalmente por Florence– partieron hacia el frente. Fueron transportadas a través del mar Negro hasta la base de operaciones británica en Scutari: llegaron a principios de noviembre de 1854. Encontraron un panorama desolador: los soldados heridos recibían tratamientos inadecuados por parte de un equipo médico superado por la situación, mientras que los mandos del ejército eran totalmente indiferentes ante lo que estaba sucediendo.
Los suministros médicos escaseaban, la higiene era lamentable y las infecciones abundaban. No se contaba con equipamiento apropiado para procesar los alimentos de los pacientes y, además, la comida era insuficiente. Durante el primer verano de Florence en Scutari, algo más de cuatro mil soldados perdieron la vida; fallecieron diez veces más soldados por enfermedades como tifus, fiebre tifoidea, cólera y disentería que por heridas en el campo de batalla.
En marzo de 1855, el gobierno británico destinó una comisión sanitaria a Scutari, casi seis meses después de la llegada de Florence, durante su gestión ordenó la limpieza de los vertederos contaminantes y mejoró la ventilación del hospital. A partir de esas medidas el índice de mortalidad bajó rápidamente.
En pleno conflicto, un artículo en The Times publicado el 8 de febrero de 1855, describía a Florence y su labor de este modo:
“Sin exageración alguna es un «ángel guardián» en estos hospitales, y mientras su grácil figura se desliza silenciosamente por los corredores, la cara del desdichado se suaviza con gratitud a la vista de ella. Cuando todos los oficiales médicos se han retirado ya y el silencio y la oscuridad descienden sobre tantos postrados dolientes, puede observársela sola, con una pequeña lámpara en su mano, efectuando sus solitarias rondas”.
Los testigos de la época destacaban que además de los cuidados médicos, Florence Nightingale reconfortaba a los enfermos hablando con ellos, escribiendo cartas a sus familias o quedándose a su lado toda una noche16.
En 1856, con la guerra ya terminada y aunque había enfermado de fiebre tifoidea en Crimea, solicitó audiencia a la Reina Victoria y convenció al monarca de la necesidad de poner en marcha drásticas reformas higiénicas en los centros hospitalarios.
Consciente de que nadie iba a dedicarse a mirar los datos en bruto, decidió ordenarlos para que visualmente fueran claros y fáciles de entender, “Hay que lograr a través de los ojos lo que no somos capaces de transmitir a las mentes de los ciudadanos a través de sus oídos insensibles a las palabras” decía. Para conseguirlo, Florence empleo un tipo de gráfico estadístico, el Diagrama de la Rosa, hoy denominado gráfico de área polar17.
La Rosa de Nightingale era demoledora; mostraba el número de defunciones de la milicia británica y sus principales causas, añadiéndole la novedad del color -el azul era el número de muertes por enfermedades infecciosas, el rojo por las heridas y el negro debido a otras causas-, lo que permitía hacer comparaciones a primera vista y transmitir claramente el mensaje de que las muertes por infección eran mayoritarias. También incluía un subgráfico que ilustraba el decrecimiento conseguido después de aplicar mejoras en la salubridad. El diagrama fue tan contundente que Florence consiguió convencer al Gobierno británico de la necesidad de reformas sanitarias18.
En consecuencia, se expidió una Real Orden para establecer una investigación sobre los desastres de la guerra de Crimea: los minuciosos apuntes tomados por Florence Nightingale durante su estancia en Scutari ayudaron a que se fomentaran las medidas preventivas, aplicándose eficaces reformas
Al finalizar la guerra, Florence Nightingale fue recibida como una auténtica heroína en su país y comenzó a ser conocida como la dama de la lámpara (the Lady of the Lamp) a causa del poema “Santa Filomena” de Henry Wadsworth Longfellow, publicado en 1857. En 1860, inauguró una Escuela de Adiestramiento de Enfermeras en el hospital St. Thomas y comenzó a trabajar y escribir sobre diferentes reformas sanitarias.
Florence y la enfermería
“La observación indica cómo está el paciente, la reflexión indica qué hay que hacer, la destreza práctica indica cómo hay que hacerlo. La formación y la experiencia son necesarias para saber cómo observar y qué observar; cómo pensar y qué pensar”19.
En 1859 se publicaron las “Notas sobre Enfermería: Qué es y qué no es” (Notes on nursing: What it is, and what it is not), texto que sirvió como base del programa de estudios de la Escuela Nightingale y de otras escuelas de enfermería que siguieron el mismo modelo, a pesar de haberse escrito como guía para quienes ejercían cuidados de enfermería a domicilio.
En el prefacio señalaba:
“Cada día tiene mayor importancia el conocimiento de la higiene, el conocimiento de la enfermería, en otras palabras, el arte de mantenerse en estado de salud, previniendo la enfermedad, o recuperándose de ella. Se le reconoce como el conocimiento que todo el mundo debe tener –distinto del conocimiento médico, propio solamente de una profesión”.
Teniendo en cuenta sus declaraciones sobre los deberes de las enfermeras en 1893, una comisión del Colegio Farrand del Hospital Harper de Detroit, redactó en reconocimiento a su trayectoria el Juramento de Florence Nightingale, el cual ha sido adoptado y adaptado, por la mayoría de Escuelas de Enfermería para tomar el juramento sus los egresados, dice así:
Juro ante Dios y teniendo por
testigos a los aquí presentes,
ayudar a las personas a desarrollar
su capacidad de alcanzar una vida plena, ya
sea promoviendo la salud o ayudando a
restaurarla.
Juro brindar mis servicios situada en una
visión integral del hombre, abarcando por
igual su dignidad y su derecho al bienestar.
Juro no transgredir el derecho de mis pacientes,
a su privacidad y confidencialidad,
reconociendo que la intimidad del ser
humano constituye uno de sus valores más preciados.
En el desempeño de mi profesión, me
abstendré de todo tipo de discriminación,
referente a ideología, religión o creencia, raza
o nacionalidad, sexo, enfermedad o
minusvalía de las personas.
Juro poner todo mi esfuerzo y conocimiento
en brindar cuidados de la más alta calidad, en
las distintas etapas de la vida de mis
pacientes, hasta en sus últimos días.
En síntesis, sus aportes a la enfermería se pueden resumir en los siguientes aspectos20:
- Promovió la educación formal de las enfermeras, para hacer evidente su gran aporte a la calidad de la atención de la salud y funcionamiento de los hospitales.
- Mejoró los estándares de salud, promoviendo políticas públicas sanitarias.
- Organizó los hospitales para dar atención segura a los pacientes, incluyendo el establecimiento de normas de calidad en los servicios.
- Utilizó la estadística y el concepto de higiene dentro de la profesión.
- Fue notable su interés por los problemas prioritarios de los más desfavorecidos y las acciones urgentes para mejorar sus condiciones de vida.
Florence Nightingale y su relación con las matemáticas y la estadística
En 1840, Florence Nightingale rogó a sus padres que “la dejaran estudiar matemáticas en vez del trabajo repetitivo y la práctica de cuadrillas”. Su padre, a pesar de su gusto por las matemáticas y habérselo transmitido a su hija, le pidió que estudiara temas más apropiados para una mujer, tales como historia o filosofía natural y moral, sin embargo sus padres, le otorgaron el permiso.
Así, aprendió aritmética, geometría y álgebra; uno de sus tutores fue James Joseph Sylvester, 21 quien acuñó los términos “matriz” y “grafo”22. Antes de dedicarse plenamente a la enfermería, tuteló a niñas y niños en esas áreas de las matemáticas, con un programa de aprendizaje concreto y bien planificado. En sus Planes de lecciones para la enseñanza de la aritmética y la geometría incluía problemas basados en las vidas de sus alumnas y alumnos.
Utilizaba una eficiente didáctica en el proceso de enseñanza y aprendizaje en sus lecciones, con preguntas tales como:
“¿Qué tan alto es un venado? ¿Es usted tan alta? ¿Qué tan alta es usted? Tres pies… ¿Cuánto es eso? Una yarda… ¿Es usted cuadrúpeda? ¿Qué tan lejos está la parte más nórdica de Europa del Ecuador? ¿Qué tan lejos tiene que caminar a la escuela? Dos millas… ahora, ¿si usted tuviera que caminar dos millas geográficas cada día, cuánto tendría que caminar para llegar al Ecuador?”23
Sin duda, Florence Nigthingale fue innovadora en la recolección, tabulación, interpretación y presentación gráfica de las estadísticas descriptivas. Hizo un uso intensivo de este tipo de gráficos en sus informes, de cara a facilitar la comprensión de los hechos a quienes pudiesen tener dificultades con los informes estadísticos tradicionales.
Según cuenta uno de sus biógrafos, Hugo Small, en “Florence Nightingale, Avenging Angel”, fue la primera persona que utilizó los gráficos estadísticos para persuadir a las autoridades de que cambiasen sus estrategias; hasta entonces sólo se utilizaban para presentar información, sin intención de provocar un cambio en la acción24.
Los aportes de Florence Nigthingale al campo de la estadística fue reconocida con su nombramiento, en 1858, como miembro de la Royal Statistical Society, siendo la primera mujer en acceder a ese cargo. Además, en 1874, se convirtió en miembro honorífico de la American Statistical Association25.
Los últimos años: reconocimiento público y lento declive
En sus últimos años, Florence Nightingale realizó un exhaustivo informe estadístico acerca de las condiciones sanitarias en las zonas rurales de la India, promoviendo la introducción de mejoras en la atención médica y en el servicio de salud pública en ese país.
Entre los años 1858 y 1859 presionó al gobierno de Gran Bretaña –con éxito– para que se estableciera una Comisión Real para tratar la situación India. Dos años después redactó un informe para la comisión, y completó su propio estudio en 1863. Después de diez años de reformas sanitarias, en 1873, Florence informó que la mortalidad entre los soldados en la India disminuyó de 69 a 19 por cada mil.
Además de la satisfacción personal, Florence recibió importantes premios. En 1883, la reina Victoria le otorgó la Real Cruz Roja, y en 1907 el Rey Eduardo VII le concedió la Orden del Mérito, la primera vez que se dispensaba a una mujer. En 1908, se le entregaron las Llaves de la Ciudad de Londres.
Su interés por otros campos como la estadística también le valieron grandes honores como ser admitida en la Royal Statistical Society británica y miembro honorario de la American Statistical Association.
Pasó muchos años postrada en una cama a causa de una enfermedad contraída en Crimea. A esto se sumó una depresión que fue apagando la vida de esta gran mujer. El 13 de agosto de 1910, con 90 años, moría en su cama en su casa de Londres. Cinco años después se erigía en Waterloo Place el Monumento de Crimea, en honor a su importantísima contribución en aquel conflicto26.
Los aportes y legado
Tuvo una influencia decisiva en la creación de la Cruz Roja Británica en 1870, y fue miembro de su comité de damas interesándose por las actividades del movimiento hasta su fallecimiento. Henri Dunant, fundador de la Cruz Roja, manifestó en una visita a Londres en 1872:
“A pesar de que soy conocido como el fundador de la Cruz Roja y el promotor de la Convención de Ginebra, es a una dama que todo el honor de esa convención es debido. Lo que me inspiró a viajar a Italia durante la guerra de 1859, fue el trabajo de Miss Florence Nightingale en Crimea”
Sus aportes dentro de la enfermería se consideran en dos niveles, en el ámbito general de la disciplina inició la búsqueda de un cuerpo de conocimiento propio, organizó la enseñanza y la educación de la profesión, inició la investigación en enfermería y fue la primera en escribir sobre la disciplina; y en el ámbito particular organizó la enfermería militar y fue la primera en utilizar la estadística, y el concepto de higiene dentro de la profesión 18.
Además se considera esencial de la reforma Nightingale que la dirección de las escuelas debía estar en manos de una enfermera y no de un médico; había que seleccionar a las candidatas de acuerdo a sus aptitudes morales e intelectuales; y de impartir una enseñanza metódica en vez de ocasional, por medio de la práctica. Su aporte a la organización de los servicios de enfermería fueron su genio organizador y un cien por ciento de eficacia. No habría sido nunca la dama de la lámpara, si no hubiera sido también la dama con un propósito y con capacidad.
Algunas lecciones y desafíos
Florence enseñó que ser un verdadero cristiano es algo que se demuestra por medio del cuidado activo y el amor por los demás27. La vida laboral de Nightingale se nutrió de la oración, así como de una amplia lectura y mucha lectura devocional. Ella conocía bien el Libro de Oración Común, porque los extractos aparecen con frecuencia en la correspondencia. Ella creía que se necesitaba una vida de oración para apoyar el trabajo activo, pero que la gente no debería vivir permanentemente en un claustro28.
En la lectura de sus cuadernos de notas, se encuentra el secreto de aquel celo con que consagró su vida a los demás, porque su extraordinaria inteligencia se alimentó en el constante estudio de la fe cristiana, y su vida fue, manifiestamente, la expresión de sus creencias religiosas. Tal como lo expresa una de sus reflexiones:
“El camino para vivir con Dios es vivir con las ideas, no meramente pensar sobre los ideales, sino actuar y sufrir por ellos. Los que tienen que trabajar como hombres y mujeres deben sobre todas las cosas tener un ideal espiritual, que es su finalidad, siempre presente. El estado místico es la esencia del sentido común”29.
En el aspecto espiritual, sus creencias no siempre estuvieron en la vereda completamente ortodoxa de la fe30, en “Suggestions for Thought” un trabajo de tres volúmenes que nunca se publicó, Nightingale presentó sus puntos de vista espirituales radicales, motivados por el deseo de dar a aquellos que se habían apartado de la religión convencional una alternativa al ateísmo31, en lo soteriológico tendía a una visión universalista32. Sin embargo durante toda su vida permaneció en la Iglesia de Inglaterra.
Su deseo de ayudar a los demás la llevó a perfeccionar la enfermería, otorgándole a esa profesión bases científicas y matemáticas, antes de Florence la enfermería solo la ejercían las personas de clase baja y era mal vista por parte de la sociedad (las personas con dinero pagaban médicos que los atendían en sus propias casas). Gracias a Florence que la enfermería ya no fue mal vista por las clases altas; de hecho, había llegado a considerarse una vocación honorable33. Marcó un hito en enfermería e inscribió para todas las generaciones de enfermeras el concepto de "cuidar de uno mismo, del entorno y al paciente", a través de toda su obra.
En 1859 publicó “Notes on Nursing” Notas sobre Enfermería, un libro que sirvió como base del programa de estudios de la Escuela Nightingale y que se convirtió en una obra de consulta e inspiración para generaciones posteriores. Además de cuidar enfermos y refundar una profesión, Nigthingale fue capaz de llevar la estadística y la visualización de datos al más alto nivel34.
Fue tan reconocida que según la BBC, Florence probablemente sea la mujer más famosa del reino victoriano después de la propia reina Victoria35. La escritora Mary Lewis sobre la vida de esta gran mujer, y su gran misión de ayudar a las personas que sufrían, escribió:
“Ella sola revolucionó el campo de la enfermería, una misión que comenzó con un llamado al servicio de Dios a sus 17 años. Fue Florence quien revolucionó los métodos hospitalarios en todo el mundo. Estableció escuelas para capacitar enfermeras e introdujo procedimientos que han beneficiado a las personas desde entonces. El sufrimiento, dondequiera que existiera, la desafió. Incluso estableció un sistema para extender la atención de enfermería a los pobres en los barrios marginales de las ciudades inglesas.
Florence vivió hasta la vejez, siempre supervisando el trabajo en la «Nightingale Fund School» y siempre y en todas partes siendo tratada con un respeto. En 1907 el Rey Eduardo VII le otorgó la Orden del Mérito; era la primera vez que se le daba a una mujer”36.
Y a propósito de la misión de ayudar y aliviar el dolor físico y moral de los seres humanos, el médico Carlos Celedón, comparte la siguiente reflexión: “La medicina, la salud y la vida, el sufrimiento y la muerte, tienen elementos de encantamiento: transformar el dolor en bienestar, la angustia en serenidad, el temor en confianza. Dar un sentido a la vida y a la muerte; vivir y hacer sentir el amor al Hombre, y el respeto a su dignidad. ¿No son acaso estas tareas de encantamiento las que el mundo espera de nosotros, los médicos?”37, esta misión sin duda también se extiende a las enfermeras y enfermeros herederos de la misión y visión de Florence Nightingale, cuya voz quedó registrada en una grabación fonográfica de 1890, preservada en la British Library Sound Archive. La grabación se hizo en apoyo a un fondo de asistencia a los veteranos de la Carga de la Brigada Ligera. En el audio se la oye decir:
“Cuando ya no sea ni siquiera una memoria, tan sólo un nombre, confío en que mi voz podrá perpetuar la gran obra de mi vida. Dios bendiga a mis viejos y queridos camaradas de Balaclava y los traiga a salvo a la orilla. Florence Nightingale”38.
1 Wadsworth Longfellow “Poema de Santa Filomena” (1857)
2 Pablo Young, Verónica Hortis De Smitha, María C. Chambib, Bárbara C. Finn “Florence Nightingale (1820-1910), a 101 años de su fallecimiento” en: Rev. méd. Chile vol.139 no.6 Santiago jun. 2011.
3 Jonathan Soriano, consultado julio de 2021
4 Mary Lewis “The Faith Behind the Famous: Florence Nightingale”, consultado julio de 2021
5 Sagrario Gálvez Gallardo, “Florence Nightmale. Algunas notas biográficas” En: “Reforma Protestante y Medicina”, Unión Médica Evangélica, Andamio, Barcelona, España, 2018, Pág. 69
6 Pablo Young, Verónica Hortis De Smitha, María C. Chambib, Bárbara C. Finn “Florence Nightingale (1820-1910), a 101 años de su fallecimiento” en: Rev. méd. Chile vol.139 no.6 Santiago jun. 2011.
7 Lynn McDonald “Florence Nightingale: Faith and Work”, Department of Sociology and Anthropology University of Guelph for the 7th Annual Conference Canadian Association for Parish Nursing Ministry, May 27, 2005, consultado julio de 2021
8 Lynn McDonald “Florence Nightingale: Faith and Work”, Department of Sociology and Anthropology University of Guelph for the 7th Annual Conference Canadian Association for Parish Nursing Ministry, May 27, 2005, consultado julio de 2021
9 Lynn McDonald “Florence Nightingale: Faith and Work”, Department of Sociology and Anthropology University of Guelph for the 7th Annual Conference Canadian Association for Parish Nursing Ministry, May 27, 2005, consultado julio de 2021
10 Lynn McDonald “Florence Nightingale: Faith and Work”, Department of Sociology and Anthropology University of Guelph for the 7th Annual Conference Canadian Association for Parish Nursing Ministry, May 27, 2005, consultado julio de 2021
11 Louise Selanders “Florence Nightingale British nurse, statistician, and social reformer”, consultado julio de 2021
12 En: Sandra Ferrer Valero, “La dama de la lámpara, Florence Nightingale (1820-1910)”
13 Florence Nightingale’s Spiritual Journey: Biblical Annotations, Sermons and Journal Notes: Collected Works of Florence Nightingale, Volume 2, 2006 p. 369
14 Amaranta Sbardella “Florence Nightingale, la heroína de los hospitales”
15 M.E. Holliday y D.L. Parker, «Florence Nightingale, feminismo y enfermería», en Journal of Advanced Nursing, 1997, pp. 483-488
16 En: Amaranta Sbardella “Florence Nightingale, la heroína de los hospitales”, consultado julio de 2021
17 Elena Soto Palma “La demoledora rosa de los datos”, consultado julio de 2021
18 Pierre Romagnoli “Florence Nightingale: El desconocido lado matemático de la fundadora de la Enfermería”, consultado julio de 2021
19 Florence Nightingale, “Notas sobre hospitales”, 1863
20 Sagrario Gálvez Gallardo, “Florence Nightmale. Algunas notas biográficas” En: “Reforma Protestante y Medicina”, Unión Médica Evangélica, Andamio, Barcelona, España, 2018, Pág. 71 - 72
21 Ruiza, M., Fernández, T. y Tamaro, E. (2004). Biografía de James Joseph Sylvester. En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea. Barcelona (España), consultado julio de 2021.
22 M.E. Holliday y D.L. Parker, «Florence Nightingale, feminismo y enfermería», en Journal of Advanced Nursing, 1997, pp. 483-488
23 Marta Macho Stadler, “Matemáticas para entender los fenómenos sociales: los trabajos pioneros de Florence Nightingale”, Pensamiento Matemático, vol. 7, no. 1 (2017) 93-105, consultado julio de 2021
24 En: Arantza Urkaregi “Florence Nigthingale, pionera estadística”, consultado julio de 2021
25 Marta Macho Stadler “Florence Nightingale, mucho más que la dama de la lámpara”
26 Sandra Ferrer Valero, “La dama de la lámpara, Florence Nightingale (1820-1910)”
27 Lynn McDonald, “Florence Nightingale: Extending nursing”. Pág. 11
28 Lynn McDonald “Florence Nightingale: Faith and Work”, Department of Sociology and Anthropology University of Guelph for the 7th Annual Conference Canadian Association for Parish Nursing Ministry, May 27, 2005, consultado julio de 2021
29 En: Pablo Young, Verónica Hortis De Smitha, María C. Chambib, Bárbara C. Finn “Florence Nightingale (1820-1910), a 101 años de su fallecimiento” en: Rev. méd. Chile vol.139 no.6 Santiago jun. 2011.
30 “Suggestions for Thought” es la obra donde desarrolla sus ideas heterodoxas. Nightingale cuestionó la divinidad de un Dios que condena al infierno a las almas, y mostró simpatía hacia la idea de una reconciliación universa
31 Ver y obras de Florence Nightingale
32 “Ciertamente el peor de los hombres difícilmente torturaría a su enemigo eternamente, si pudiera. A menos que Dios tenga un plan para salvar a cada hombre para toda la eternidad, es difícil decir cómo no sería Él peor que un hombre. Pues todos los hombres buenos salvarían a otros si pudiesen”. En: Lynn McDonald “Florence Nightingale's theology: essays, letters and journal notes”, 2002, Pág. 18
33 History.com editors, “Florence Nightingale”, consultado julio de 2021
34 Elena Soto Palma “La demoledora rosa de los datos”, consultado julio de 2021
35 Mark Bostridge “Florence Nightingale: the Lady with the Lamp”, consultado julio de 2021
36 Mary Lewis “The Faith Behind the Famous: Florence Nightingale”, consultado julio de 2021
37 Carlos Celedón “Reencantamiento de la Medicina”, Rev. Otorrinolaringol. Cir. Cabeza Cuello 2005; 65: 5-8
38 “When I am no longer even a memory, just a name, I hope my voice may perpetuate the great work of my life. God bless my dear old comrades of Balaclava and bring them safe to shore”. En: “Florence Nightingale voice. 1890 recording”. Consultado julio de 2021