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El beso se conoce en todo el mundo como una muestra de amor y afecto para con esas personas que queremos y apreciamos. Se le entrega a nuestros familiares, nuestros amigos, o incluso a esa persona amada. Pero, ¿qué es un ósculo? La palabra ósculo viene del latín oscŭlum y quiere decir beso.
Una costumbre de iglesia primitiva
Las costumbres del primer siglo de los cristianos son una fuente muy interesante para comprender los alcances del testimonio de estas iglesias, una de esas costumbres estaba relacionada con la manera de saludarse, algo que no ha cambiado tanto hasta nuestros días. Sin embargo, una práctica extendida en nuestras iglesias locales era el saludarse mutuamente y en nuestros países latinos este saludo, dentro y fuera de la iglesia, incluía un beso.
Aquella costumbre también fue practicada por los cristianos primitivos, y si bien es algo a lo que no le asignamos mayor valor fue más importante de lo que parece. Ese acto tan simple era de mucha importancia para los primeros cristianos en su comunión diaria, y de hecho es tratado e incentivado por el apóstol Pablo en Primera Carta a los Corintios.
Contexto histórico y cultural
Para ello es importante reconstruir el contexto histórico en el cual saludar de beso era una costumbre general en los tiempos y en la cultura del apóstol Pablo. Comencemos por reconocer que el saludo mediante el beso no era algo novedoso por sí mismo. De hecho, encontramos referencias a saludar de beso entre amigos y familiares en el Antiguo Testamento (ver Génesis 27:26; 1° de Samuel 20:41). Sin embargo, este saludo de beso posee un aspecto que lo hace diferente al de la cultura, se trata de un saludo santo (En griego φιλήματι ἁγίῳ).
El beso era y es todavía una costumbre común en las tierras orientales como saludo, se da a las personas en la mejilla, la frente, la barba, las manos, los pies, pero no en los labios. De acuerdo al Libro Mundial, los japoneses y los chinos por el contrario rara vez hacen esto. En los tiempos de Jesús era costumbre besar a los huéspedes o invitados, y estos esperaban ser besados al entrar. Jesús comentó sobre su recepción por un fariseo cuando este le invitó a su casa diciéndole:
No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. (Lucas 7: 45).
En Palestina, en vez de hacer esto, las personas colocaban la mano derecha sobre el hombro izquierdo de sus amigos y les daban un beso en la mejilla derecha, y luego se invertía la acción, se colocaba la mano izquierda sobre el hombro derecho, y se da al amigo un beso en la mejilla izquierda.
Al respecto, el teólogo Richard E. Oster, escribe:
En este versículo, Pablo transmite un saludo general de todos los hermanos con quienes está en contacto. Él amonesta a los cristianos en Corinto a saludarse con el beso santo. Esta es una de varias referencias en las cartas de Pablo y 1ª Pedro que aclaran cuán extendida fue la práctica del beso santo en la iglesia primitiva. Una rápida tabulación de las provincias romanas en las que se ordenó esta práctica muestra que no se trataba simplemente de una práctica regional peculiar dentro de ciertas iglesias paulinas.
A partir de esta afirmación podemos rastrear a través de referencias neotestatementarias, qué tan extendida en su marco cultural y geográfica era la costumbre del beso santo.
- Achaia: 1ª Corintios 16:20; 2ª Corintios 13:12.
- Macedonia: 1ª Tesalonicenses 5:26.
- Italia: Romanos 16:16.
- Ponto: 1ª Pedro 5:14.
- Galacia: 1ª Pedro 5:14.
- Capadocia: 1ª Pedro 5:14.
- Asia: 1ª Pedro 5:14 (Éfeso como origen de 1 & 2 Corintios).
- Bitinia: 1ª Pedro 5:14.
A partir de este análisis, podemos notar que el ósculo santo no es exclusivo del contexto del apóstol Pablo, sino de una extensión y un uso más amplio.
Pero ¿qué significaba en esos tiempos saludar de beso y por qué se le añade el término santo?
Los teólogos Ciampa, R. E. y Rosner, B. S. , sugieren:
Para otros, el beso de saludo podría ser simplemente una expresión de amistad y buena voluntad, pero entre los cristianos asumió un significado más profundo; simbolizaba la unidad, la pertenencia de cristianos en la iglesia de Jesucristo. El beso expresó no solo amistad y amor, sino más específicamente reconciliación y paz (véase Génesis 33: 4; 45:15; 2 Sa. 14:33 [LXX]; Lucas 15:20). De hecho, los primeros cristianos se refirieron al beso intercambiado entre los creyentes como el osculum pacis (‘el beso de la paz’).
El pastor Leslie G. Thomas señala que el “beso de amor” practicado por los antiguos era “hombres saludando a los hombres y mujeres saludando a mujeres”.
Complementemos con lo que comenta el teólogo Guy N. Woods respecto a 1ª Pedro 5.14:
De acuerdo a los historiadores de la iglesia primitiva, los abusos a los cuales la práctica conduciría ordinariamente fueron evitados al separar los géneros cuando la iglesia se reunía para la adoración, un arreglo heredado de la sinagoga”.
McGarvey Pendleton agrega que el beso:
Muy pronto llegó a ser una práctica entre los judíos, de donde pasó a la iglesia apostólica. Aún se conserva en la Iglesia Griega, en donde los hombres saludan a los hombres, y las mujeres a las mujeres.
Perspectivas de los padres de la Iglesia sobre el ósculo santo
El saludo, por medio de un beso, fue una práctica común en la iglesia primitiva, y fue continuada por algunos siglos después del comienzo de la era cristiana. Tal costumbre es mencionada por Justino Mártir, Tertuliano, Agustín y otros escritores antiguos del periodo de la patrística.
Terminadas las oraciones (en el culto), nos damos el ósculo de la paz. Justino Mártir (160 d.C.)
¿Qué oración es completa separada del beso santo? ¿Quién impide la paz en su servicio al Señor? ¿Qué clase de sacrificio es el del que se marcha sin dar el beso de paz? Tertuliano (197 d.C.)
Este acto, se transformó en un rito litúrgico de las iglesias cristianas, especialmente en las iglesias de rito latino durante la celebración eucarística. En tiempos de Inocencio I (a inicios del siglo V) se cambió el momento en el que se daba el saludo, trasladándose al momento posterior al Padrenuestro y se limitó solo a quienes podían recibir la comunión. La realización del gesto inmediatamente antes de la comunión, tras la mencionada reforma, está confirmada por diversos misales como el Sacramentario de Ratoldo (del siglo X) que afirma: “Y el obispo dé la comunión a los presbíteros y a los diáconos con el ósculo de la paz”.
Sin embargo, luego de toda esta reconstrucción y recorrido histórico todavía no hemos dilucidado por qué el apóstol Pablo le agregó el calificativo de “santo” a tan extendida costumbre. Para ello examinemos cómo se entendía en aquel contexto histórico el acto de besar.
Perspectivas sobre el ósculo en el Imperio Romano
Entre los romanos, el Imperio dominante y por tanto referente cultural de los primeros siglos del cristianismo, el acto de besar estaba muy presente en la vida pública, existiendo numerosos tipos de besos... desde el típico beso de felicitación y de saludo, pasando por besos fúnebres, incluso entre los militares también existía un tipo concreto de beso. Los únicos besos que eran censurables eran aquellos que mostraban públicamente una actitud de amor pasional, desde el fogoso beso entre una joven pareja de amantes hasta el beso casto de un sólido matrimonio de respetables y notables ciudadanos. Por lo cual, se podían distinguir a grandes rasgos dos tipos de besos:
- Los besos pasionales: moralmente reprobables, especialmente cuando se realizaban en lugares públicos o delante de otras personas.
- Los besos normales: aquellos que se dan entre amigos como expresión de saludo y respeto, muy habituales en la sociedad romana entre personas del mismo rango social.
Considerando las distinciones que realizaba la cultura clásica, analicemos ambos tipos de besos y sus implicaciones:
Los besos pasionales: En la antigua Roma nunca veríamos a ninguna pareja besarse públicamente, ya que besarse en público era contrario a la “pudicitia” (pudor) que toda mujer romana debería respetar. Pero este código moral no sólo se ceñía a las clases sociales más altas, sino que es muy probable que también se extendiese a las clases populares, ya que éstas solían imitar los códigos de conducta de la aristocracia.
En Roma, los besos y las muestras afectuosas de amor deberían realizarse en la intimidad del hogar, un claro ejemplo de esta situación, son las escasas representaciones de arte clásico donde aparecía una pareja besándose. Tal vez, la mejor y más sugerente excepción sea el mosaico de la villa romana del Casale situada en Piazza Armerina, donde se representa a Eros y Psique en una actitud muy cariñosa.
Otro ejemplo de esta moral tan estricta respecto a las demostraciones de amor pasional lo encontramos en la obra “Vidas Paralelas” de Plutarco, en ella el historiador nos cuenta que el severo Catón logró expulsar del senado a un tal Manilio, ejemplar ciudadano que aspiraba al consulado. El motivo que expuso Catón y que fue definitivo, fue que Manilio osó besar a su mujer, de día, y a la vista de su hija.
En la misma categoría se puede ubicar el beso que los romanos nombraron como Savium, el beso pasional, que se da entre amantes y enamorados. Su nombre proviene de la palabra “suavis” que se puede traducir como dulce, suave. El poeta Catulo jugando con las palabras utiliza su diminutivo “saviolum” para referirse al beso robado a su amante masculino: “Te he robado, mientras jugabas, dulcísimo Juvencio, un besito [saviolum] más dulce que la dulce ambrosía”. Incluso Ovidio en sus Amores, aconseja a las mujeres despertar el celo entre sus amantes luciendo “chupetones” en su cuello: “Que él vea por toda la cama rastros de hombres y los moretones en el cuello provocados por mordiscos lascivos”.
Los besos “normales”: Para los romanos esta categoría implicaba varios tipos de besos. El primero de ellos fue el osculum, de donde deriva la actual palabra ósculo, éste era el beso tradicional romano, un beso casto, en la mejilla, utilizado por personas de cierto estatus social como signo de respeto o como señal de agradecimiento por el cierre de algún contrato o acuerdo.
Este era el único tipo de beso que le estaba permitido realizar a una mujer en público, incluso tenía la obligación marcada por la norma “ius osculi” (literalmente el “derecho al beso”) que permitía al marido y familiares cercanos de una mujer “honesta” besarla en la boca para asegurarse que no había bebido vino, es decir era una alcoholemia artesanal (aunque no necesariamente precisa). La prohibición era severa: una mujer que diera “positivo” en esa dudosa prueba de alcoholemia podía ser repudiada o castigada por su marido –o en ausencia de este, por sus familiares directos– sin necesidad de un juicio público.
En esta misma categoría estaba el Basium, palabra de la que deriva nuestro actual beso, en un principio designaba también al beso erótico, poco a poco su significado se fue asemejando más al de “osculum”, siendo ya utilizado en época bajo imperial como sinónimo de beso afectuoso entre familiares.
Pero, el repertorio de tipos de besos que se podían observar en una ciudad romana no termina aquí. Algunos tipos de besos muy extendidos y muy propios de las sociedades mediterráneas eran los besos a distancia, al aire, o como lo denominaban los romanos “iacere oscula”, lanzar besos. Este último era un gesto que parece remontarse a las primeras civilizaciones, con un claro origen religioso, donde se lanzaban besos a distancia a las divinidades en diferentes cultos y ceremonias, ante la prohibición de tocar directamente la imagen de la divinidad. Es decir, este tipo de besos fue una forma más de adorar a las divinidades. Poco a poco, su significado se fue ampliado y el gesto mismo se diversificó, convirtiéndose en un tipo de beso muy presente en la sociedad, como muestra de gratitud o alabanza. Incluso existen testimonios de que las prostitutas durante su festividad en las Floralia lanzaban besos provocativos a los hombres acompañándolos de gestos obscenos.
Otro tipo de beso es el que estaba relacionado con el poder, el beso en la mano, un beso que implica la sumisión y el respeto frente a una persona de mayor poder y prestigio. Esta costumbre también parece tener un origen oriental y se introdujo en Roma en época imperial, difundiéndose a todo el Imperio desde la época tardo imperial. Este tipo de beso dentro de la sociedad republicana sólo sería posible entre individuos de diferente rango social, por ejemplo un esclavo o un liberto besarían la mano de su señor ante la concesión de alguna gracia o algún favor; algo muy similar al funcionamiento de la mafia italiana; aunque este mismo gesto sería impensable entre ciudadanos del mismo rango. A largo plazo el saludo relacionado con el poder se fue transformando llegando en el caso del saludo al emperador por parte de las personas con menos estatus a incluir un beso en los pies como acto de sumisión.
El beso santo como parte de la liturgia cristiana primitiva
Habiendo reconstruido el contexto y significado del beso, se comprende mejor el motivo por el cual se le añade el calificativo de “santo” al mismo, este señala la intención de los escritores de explicitar fuertemente el carácter esencial y distintivo de las comunidades cristianas que incluía como iguales a todos los grupos sociales en relaciones de fraternidad y honestidad dejando de lado cualquier intento de malicia, en ese mismo sentido comenta Gordon Fee:
En el tiempo de Justino, el “beso de la paz” se había convertido en parte de la liturgia en Roma. Algunos han sugerido, por lo tanto, que también tiene un significado litúrgico aquí, donde el beso de la paz, que indica una expresión de reconciliación o unidad, precedió a la Mesa del Señor. Sin embargo, es más probable que sea simplemente la forma común de saludo reflejando tanto en la cultura (por lo tanto, “el beso” como tal) como la relación especial que los creyentes tenían entre sí como la familia de Dios (por lo tanto, un beso “santo”, es decir, un beso que pertenecía a los santos, al pueblo santo de Dios).
De esta manera, el beso que en la Antigüedad como expresión de afecto connatural de afecto entre familiares fue adquiriendo connotaciones sociales y políticas, y en el Nuevo Testamento siguió conservando su importancia social y religiosa.
Por ello, la costumbre de saludar de beso existió y se practicó entre aquellos a quienes escribió Pablo (y también Pedro), por lo cual en sus epístolas se les insta a saludarse los unos a otros con beso marcado por la santidad, sin sensualidad y no dando lugar a malas interpretaciones. En este mismo sentido:
Los judíos en la iglesia del Nuevo Testamento preservaron esta práctica que resultó en especial significativa para los creyentes nuevos, que en muchos casos eran repudiados por sus familiares a causa de su fe, y el ósculo era una señal de fraternidad espiritual.
También, muchos maridos paganos, realmente estaban molestos, porque sus esposas se estaban incorporando a la iglesia cristiana. En esa época el hecho de que una mujer cambiara de religión sin su marido, era impensable. Pero estaba sucediendo. Uno de los historiadores antiguos, Tertuliano, comenta sobre esta situación, pues una de las cosas que les preocupaba mucho a los maridos paganos, era el ósculo o el beso santo. Y quizá la primera iglesia exageró un poco con el beso santo, y un marido dijo, “no quiero que mi esposa esté saliendo, y pasando toda la noche en reuniones nocturnas y solemnes, infiltrándose en cárceles para besar a mártires”, lo cual causó no pocos problemas entre los llamados matrimonios mixtos y especialmente para el testimonio de la iglesia.
Algunos romanos fueron más lejos en la mala interpretación del saludo, y señalaron que los cristianos con su beso de amor o su ósculo santo, supuestamente usado en sus ágapes (festividades de amor) realmente estaban haciendo una demostración de una lujuria sin refreno y realizando una orgía que se llevaba a cabo en un lugar llamado la cena del Señor.
Así, un acto tan cotidiano, y quizás superficial para nuestros días, como el saludo de beso en los primeros siglos, adquirió un carácter diferente. En Romanos 16:16 el apóstol Pablo anima a la iglesia: “saludaos unos a otros con ósculo santo”, en su original la palabra es philema, beso de amistad y abrazo en esos días. Aquella recomendación se repite en: 1ª de Corintios 16:20: “saludaos unos a otros con ósculo santo”; 2ª de Corintios 13:12: “saludaos unos a otros con ósculo santo”; 1ª de Tesalonicenses 5:26: “saludad a todos los hermanos con ósculo santo”, nótese la indicación “a todos”, quizás los tesalonicenses estaban siendo algo selectivos. Pedro coincide en la misma idea respecto a la importancia del saludo: “Saludaos unos a otros con ósculo”.
Ante esto, podemos notar que en el Nuevo Testamento se le mandó a la iglesia, por lo menos cinco ocasiones que demostrara su afecto físicamente. Al respecto un predicador y comentarista John MacArthur concluye:
Ahora, este me parece un punto interesante. Que no debemos ser distantes, sino tiernos y afectuosos, inclusive al toque. Creo que es importante que nosotros demostremos el amor de esa manera. Esto derriba muchas barreras, realmente lo hace. Eso no es únicamente costumbre, esto es enseñanza.
Una costumbre que los cristianos de la era moderna deberían recuperar
En la actualidad a causa de la contingencia del coronavirus y por razones sanitarias se desaconsejan las interacciones físicas en la vida cotidiana, lo que incluye el saludo con abrazos, apretones de mano y por supuesto besos. Ahora bien, el ósculo santo como parte del culto en el mundo protestante es poco practicado posiblemente debido a aspectos culturales autóctonos de cada país o región, y también debido al crecimiento numérico de las iglesias, mientras que en las iglesias orientales y en la liturgia romana se conserva como un saludo de paz. Sin embargo y a pesar de las costumbres y limitaciones propias de cada contexto, el desafío para los creyentes sigue siendo el de mostrar y vivir vínculos reales de amor y afecto fraternal, los cuales en los primeros tiempos de la iglesia se expresaban en el saludo formal y la comunión.
Fuentes
Guy N. Woods, “Comentario sobre las Epístolas del Nuevo Testamento”, Volumen VII, Gospel Advocate Company, Nashville, Tennessee, 1964, Pág. 136.
McGarvey Pendleton “Comentario sobre Romanos”, Pág. 548.
Fee, G. D. (1987) “The First Epistle to the Corinthians” The New International Commentary on the New Testament (836). Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co.
Alfonso Ropero, Alfonso Triviño, Silvia Martínez “Diccionario Enciclopédico Ilustrado”, Editorial Cie, Barcelona España, 2016, pág. 222 - 223.
John MacArthur, Biblia de Estudio MacArthur, Comentario sobre Romanos 16:16, Editorial Portavoz, Michigan, USA, 2004, Pág. 1573.
John MacArthur, “La prueba de fuego, 1ª Parte”.
John MacArthur, sermón “Por el amor de la iglesia. Parte 1”.
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