“Todas las cosas me son lícitas, pero no todas son de provecho. Todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar de ninguna”. (1 Corintios 6:12). Una frase relevante para muchos temas en la vida cristiana, incluyendo el uso de las redes sociales.
Una de las producciones de Netflix más vistas en las últimas semanas es el documental llamado “The Social Dilema” (El dilema de las redes sociales). Un documental en el que se entrevista a varios expertos en diferentes áreas como economía, programación y psicología entre otros, que analizan los problemas éticos que han generado las redes sociales tal y como se están manejando en este tiempo.
En términos generales, el documental presenta cuatro problemas éticos:
1. Los intereses humanos como producto comercial
La forma en la que las redes sociales tales como Google, Facebook, Twitter o Instagram producen dinero es a través de la publicidad; son las perfectas plataformas para publicitar mercancía. Lo impresionante es la enorme cantidad de dinero que pagan las empresas por esa publicidad, ¿por qué vale la pena pagar tanto dinero a Facebook? La respuesta es que Facebook puede asegurar que sus usuarios van a ver la publicidad. Incluso Facebook puede “asegurar” que va a haber compradores gracias a la capacidad que tienen de influenciar a sus usuarios al conocer profundamente sus gustos e intereses a través de la tecnología de Inteligencia Artificial (IA).
En ese sentido el usuario es el producto por el cual paga la empresa publicitaria a la red social. Nuestros intereses son el producto. “Si no estás pagando por el producto entonces tú eres el producto”, es la frase que se cita en el documental. Incluso Jaron Lanier1 dice que el producto es “el cambio gradual, sutil e imperceptible en nuestro propio comportamiento y percepción”. A través de la IA las redes sociales pueden persuadir a sus usuarios tan efectivamente que vale la pena pagarles grandes sumas de dinero para publicitar mercancía.
2. La dependencia social especialmente en generaciones jóvenes
Otro aspecto alarmante en estos problemas éticos es el efecto social que tienen las redes sociales, especialmente en jóvenes, volviendo a los usuarios dependientes de los comentarios y reacciones de sus seguidores, a tal punto que permiten que esas cosas definan su valor e identidad basados en una aprobación social falsa.
Como lo explica Tristan Harris2 “…hemos evolucionado para que nos importe lo que otras personas en nuestra tribu piensan de nosotros, porque es importante. Pero, ¿hemos evolucionado para saber lo que 10.000 personas piensan de nosotros? No hemos evolucionado para recibir dosis de aprobación social cada cinco minutos”. El efecto que esto ha tenido es un asombroso incremento de jóvenes acudiendo al hospital por depresión, ansiedad y efectos similares, y lo que es peor, el incremento es igual respecto al suicidio en jóvenes3.
3. Lo adictivo del formato de las aplicaciones
El documental introduce el tema de la adicción con una frase inquietante de Edward Tufte4: “Solo hay dos industrias que llaman a sus clientes “usuarios”: las drogas ilegales y el software”. La adicción a las redes sociales, y de hecho en general al celular, es una realidad. Es algo que probablemente no queremos aceptar, pero que es una realidad innegable.
¿Cuánto tiempo pasamos viendo el celular al día? ¿Cuánto tiempo pasa sin que lo revisemos? Es conocido que hay estudios sobre cómo las reacciones de otras personas a nuestras publicaciones generan dopamina, la substancia que media el placer en el cerebro. En ese sentido las redes tienen efectos similares en el cuerpo como la comida, el sexo y las drogas.
4. La efectividad de las plataformas para promocionar noticias falsas
La información que recibimos a través de las redes sociales o buscadores como Google está totalmente gobernada por sistemas de programación de IA, que están recomendando constantemente a los usuarios qué ver, qué video sigue, qué artículo sería interesante… El problema es que la programación de esos sistemas no tiene el objetivo de conducir a los usuarios a la verdad, sino a más contenido de acuerdo a sus intereses para asegurar que el usuario permanezca conectado el mayor tiempo posible. Eso significa que, si a alguien le llaman la atención las conspiraciones, esa persona va a ver conspiraciones principalmente. Si una persona tiene una inclinación ideológica y política específica, eso es lo que va a ver. De esa manera la desinformación llega a ser útil comercialmente hablando. Por supuesto, estas noticias falsas han generado una tremenda polarización en la sociedad, al punto de ver en todas partes guerras culturales basadas en información que cada uno ve, pero no que todos ven.
Lamentablemente la iglesia no ha sido la excepción. Así como en las redes se puede ver una gran cantidad de posturas políticas, criticando e incluso ofendiendo a quienes tienen una postura diferente, igualmente se encuentran “creyentes” promocionando sus posturas teológicas y asombrosamente generando toda clase de polémicas y discusiones entre hermanos, generando así una mayor división en la iglesia.
¿Cuál es el problema finalmente con todo esto desde un punto de vista bíblico? El problema no es que las redes sociales sean pecado en sí mismo. No es pecado tener una cuenta de Facebook o Instagram. El problema radica en la facilidad con la que podemos ser dominados por ellas. Y aún más afondo, el problema radica en que solo Dios puede ser el dueño de nuestras vidas, porque hemos sido comprados por la sangre de Cristo.
En una cultura entregada a los placeres, tal como la ciudad de Corinto, la preocupación de Pablo era la sutilidad de esos placeres para dominar al creyente, no siendo pecados en sí mismos sino cosas buenas que deben ser usadas con precaución. La comida es buena, es un placer que Dios creó para nuestro bien, pero no debe dominarnos, no fuimos creados para la comida, la comida fue creada para nosotros (1ª Corintios 6:13a). Es igual con el sexo (1ª Corintios 6:13b), es algo que Dios creó para nuestra multiplicación y el placer dentro del matrimonio. Por eso el cuerpo no es para la fornicación, porque la fornicación es una forma en la que el sexo nos domina.
Todo finalmente se resume en una verdad fundamental para nosotros como creyentes: “...por precio habéis sido comprados; por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1ª Corintios 6:20) De esa manera el problema ético de las redes sociales no es que sean pecado en sí mismos, sino que tienden a dominarnos, volviéndose una prioridad en nuestra vida, incluso una obsesión, al punto de prestarle más atención que al trabajo, la familia o incluso Dios mismo, cuando solo Él es nuestro dueño.
Cada uno de los problemas éticos de las redes implica una forma de dominio sobre la persona. La persona puede ser dominada como un producto comercial para producir dinero, bajo la dependencia de aprobación social que generan las redes sociales, volviéndose adicta a estar “conectado” constantemente, y a través de información que no necesariamente es verdad pero que satisface el gusto de cada uno. Necesitamos mantener presente el principio de Pablo, todo puede ser usado, pero nada debe dominarnos. Entonces la pregunta tiene lugar: ¿estoy siendo dominado de alguna manera por las redes sociales? Y sobre todas las cosas: ¿Mi uso de las redes está dando gloria a Dios como el dueño de mi vida?
Todo creyente debe hacer un autoexamen serio y objetivo sobre este tema. Incluso si se requiere, preguntar a personas muy cercanas cómo ven tu nivel de involucramiento con las redes sociales. Necesitamos reconocer concretamente si hay algún nivel de dominio de las redes sobre nosotros y entonces actuar. Ese actuar implica tomar decisiones prácticas como desinstalar las aplicaciones de los dispositivos móviles, usar aplicaciones que limitan el tiempo de uso de otras, ejercer seriamente la fuerza de voluntad para determinar un tiempo específico de uso de redes sociales al día y no dejarlo a la espontaneidad.
Esto es algo que cada creyente, cada padre y cada familia debe evaluar siendo guiados por el Espíritu Santo pensando principalmente en la gloria de Dios.
1 Jaron Lanier es el autor del libro “Diez Argumentos para Eliminar sus Cuentas de Redes Sociales Ahora Mismo”
2 Tristan Harris trabajó como Diseñador Ético de Google y es actualmente el cofundador del Centro para la Tecnología Humana
3 Información provista por Jonathan Haidt, Psicólogo Social de la Escuela de Negocios de la Universidad de Nueva York
4 Profesor emérito de la Universidad de Yale en la que dictó cursos sobre evidencia estadística y diseño de información y de interfaces
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