El pasado 18 de enero, Christianity Today publicó un artículo titulado Colombia se convirtió en el país sudamericano donde es más difícil ser cristiano. Allí, el periodista colombiano Hernán Restrepo afirmó que, a la luz de la Lista Mundial de la Persecución (LMP) del 2024, Colombia ha llegado a ser “el país más peligroso de Sudamérica para ser cristiano en los últimos cinco años”.
Esta lista de las 50 naciones en donde los cristianos son más perseguidos ha sido publicada cada año desde 1990 por la organización Puertas Abiertas, creada para brindarles apoyo a quienes viven en esos contextos. La investigación considera cinco ámbitos de presión sin coacción: privado, familiar, comunitario, nacional y eclesial, a los cuales se suma una sexta categoría de “ataques violentos”. Las puntuaciones asignadas en esas seis escalas se suman para determinar la posición de un país en la LMP. En total, trece estados padecen “persecución extrema” porque tienen un puntaje superior a 80 sobre 100.
Como lo explicamos hace poco en BITE, aunque en Latinoamérica no hay ningún país que esté en la categoría de “persecución extrema”, el hostigamiento en la región no ha parado de crecer. En 2021, solo dos naciones latinoamericanas aparecieron en la LMP, mientras que, en 2023, el número subió a cuatro. En el 2024, Cuba quedó en el puesto 22, Nicaragua en el 30, Colombia en el 34 y México en el 37.
Sin embargo, ¿qué tan cierto es que Colombia sea el “país más peligroso de Sudamérica para ser cristiano”? ¿La contundencia de esa afirmación corresponde a la realidad de esa nación? En este artículo intentaremos responder a estas preguntas.
La realidad de la persecución en Colombia
Antes que cualquier otra cosa, es necesario decir que la persecución en Colombia hacia los cristianos ha sido una realidad histórica. Sin embargo, desde 1991, la nación fue declarada constitucionalmente laica y con libertad de cultos (artículo 19 de la Constitución). Esto significa que existe una separación entre la Iglesia y el Estado, y que la población puede inscribirse a cualquier religión, profesarla abiertamente y difundir sus ideas en todo el territorio nacional. También existe la ley 133 de 1994, que establece por decreto los parámetros de ese derecho fundamental y promete que, ante todo, el Estado lo garantizará.
El informe de Puertas Abiertas revela que en Colombia el 95 % de los 51 millones de habitantes profesan ser cristianos y que, a pesar de las leyes a favor de la libertad religiosa, hay una realidad de opresión, sobre todo en las zonas rurales. ¿Cuáles son las causas de esta persecución en un país en donde las leyes permiten la libertad?
La causa principal: el conflicto armado
Como bien lo explica Restrepo en su artículo para Christianity Today, el conflicto armado interno que se vive desde hace décadas y los actores que lo mantienen latente han afectado directa e indirectamente la profesión libre de la fe entre los creyentes. Abusos, extorsiones y asesinatos han sido la evidencia de que la persecución contra los seguidores de Jesucristo es real en el país. No es objetivo de este artículo explicar en detalle el conflicto armado en Colombia, pero vale la pena dar un panorama de lo que ha vivido la iglesia evangélica desde mitad del siglo pasado.
Las cifras oficiales del Centro de Memoria Histórica manifiestan que, entre 1958 y 2022, 270.475 personas fueron asesinadas en el marco del conflicto armado interno. Décadas de derramamiento de sangre iniciaron tras el asesinato del candidato presidencial Jorge Eliecer Gaitán el 9 de abril de 1948, lo que produjo una serie de disturbios en la capital del país a los que se les denominó el “Bogotazo” y que se extendió hacia otras regiones de Colombia.
Al comienzo del conflicto, perseguir protestantes era una orden establecida por los estamentos gubernamentales de corte conservador, quienes siempre estuvieron aliados con la Iglesia católica. Al respecto, Eloy Anderson, misionero estadounidense que predicó el evangelio en gran parte del nororiente colombiano, escribió lo siguiente en su libro Hacaritama: “hasta ahora pensábamos que la violencia era un asunto completamente político. Desconcertados, descubrimos que la persecución y la violencia también están dirigidas contra la Iglesia evangélica”.
Anderson también citó el artículo Fuego en Colombia de la revista TIME, con fecha del 24 de abril de 1950:
…la denuncia fue de persecución religiosa. La acusación fue hecha la semana pasada por la iglesia Presbiteriana en los EE.UU., en una carta dirigida a los senadores y al Departamento de Estado de esa nación. El objetivo de la denuncia fue el Partido Conservador, ahora en el poder en Colombia (…) durante el año pasado los conservadores católicos romanos habían intentado de forma sistemática acabar con los protestantes por medio de palizas, bombas, incendios premeditados e intimidación. Los misioneros de la Alianza Evangélica fueron obligados a escapar, huyendo hacia Venezuela.
En los años 50, empezaron a surgir guerrillas liberales en Colombia que pretendían defenderse de la instigación por parte del gobierno conservador en las zonas rurales. A partir de entonces, Colombia ha vivido décadas de conflicto que, según cifras oficiales, han dejado 8 millones de víctimas, entre ellas personas que profesaban la fe cristiana.
En un país en el que la violencia arropó gran parte del territorio, es innegable que los profesantes del evangelio de Cristo han sido afectados por los hechos delictivos. El documento Memoria y comunidades de fe en Colombia del Centro de Memoria Histórica describe que líderes de iglesias cristianas –entre ellas las evangélicas– han sido violentados de diferentes maneras en todos estos años de conflicto, y también sus comunidades. Muchos de estos ataques responden a represalias por su actitud no violenta ante el crimen que los rodea.
El documento expone que, a diferencia de lo sucedido a mediados del siglo XX, tiempo en el que la persecución fue religiosa, la violencia hacia los creyentes evangélicos responde más al recrudecimiento del conflicto, no solo hacia las iglesias y sus comunidades, sino hacia la sociedad civil en general. El interés de los grupos armados ilegales por imponerse en varios territorios fue contrarrestado por líderes cristianos que, en virtud de proteger a sus comunidades y con sus convicciones de fe como base, se resistieron a través de la “no violencia”.
En estos territorios, las iglesias (evangélicas y católicas) se fueron convirtiendo en un obstáculo para los grupos armados ilegales, sobre todo aquellas que predicaban la paz, se oponían al reclutamiento de jóvenes y abogaban por prácticas de resistencia pacífica.
Además, muchos hechos de violencia que dejaron víctimas cristianas se dieron por conflictos territoriales entre los grupos guerrilleros y paramilitares. Así sucedió en la Iglesia Evangélica Peniel, en la zona rural de Tierralta, Córdoba, al norte de Colombia. En medio de un culto, hombres armados llegaron a la puerta de la iglesia y dispararon en nueve ocasiones contra el “hermano Marcos”, como lo nombran en el relato. Los asistentes, entre los que se encontraban mujeres y niños, tuvieron que resguardarse como pudieron para que las balas no los impactaran.
Varios congregantes no quisieron volver al servicio cristiano por miedo a que un hecho similar volviera a ocurrir. Para los paramilitares, el pastor Marcos era un aliado de la guerrilla, grupo que también hacía presencia en la zona. Meses después, tras la mediación de la Cruz Roja y de una fundación de la región, se logró aclarar que aquello era falso, así que anularon la orden de persecución y violencia en su contra. Casos como este son una clara radiografía de la Colombia de los años 90 a los 2000.
Otras causas importantes: exclusión indígena y autocensura
Acertadamente, Restrepo también explicó que la persecución en Colombia se da en medio de las poblaciones indígenas, en donde iglesias están desarrollando una labor de evangelismo:
La persecución de los cristianos en las comunidades indígenas es más evidente en el departamento del Cauca, al sur del país, cerca de la frontera con Ecuador. La población indígena mayoritaria en esa región supera las 200 000 personas. Los que se atreven a abrazar la fe cristiana (aproximadamente unos 14 000), han sufrido el despido de sus trabajos, desplazamiento forzado y otros tipos de exclusión social.
A modo de testimonio, el pastor evangélico Rogelio Yonda Trochez le dijo a la BBC en 2012 lo siguiente: “Como no masticamos la hoja de coca, ni participamos en los bloqueos de carreteras organizados para protestar contra el gobierno colombiano, ni hacemos conjuros con hierbas, nos desplazan”.
Pero no toda la persecución en Colombia se da en los contextos rurales, en donde hay presencia de grupos armados y comunidades indígenas. También hay un tipo de persecución que afecta, incluso, a las grandes ciudades.
Puertas Abiertas explicó que hay un rechazo generalizado de la sociedad hacia la forma de pensar de muchos creyentes: “se ha detectado una creciente intolerancia hacia las opiniones cristianas en la esfera pública, especialmente en cuestiones relacionadas con la vida, la familia, el matrimonio y la libertad religiosa. En ocasiones, los cristianos pueden ser acusados de incitación al odio e intolerancia, lo que fomenta la autocensura”.
Como lo expusimos recientemente en BITE, hay una persecución sutil en países occidentales, entre ellos Colombia, de la que poco se habla.
El Observatorio de Intolerancia y Discriminación contra Cristianos en Europa, el Observatorio de Libertad Religiosa en América Latina y el Instituto Internacional para la Libertad Religiosa realizaron investigaciones en el 2022, según las cuales muchos creyentes:
...encuentran muy difícil manifestar opiniones basadas en su fe en espacios públicos o privados, especialmente cuando se trata de temas relacionados con vida, matrimonio, familia, eutanasia, adopción entre personas del mismo sexo y otros relacionados, por lo que, en ocasiones, optan por autocensurarse.
Así, después de ver la realidad del conflicto armado a lo largo del siglo pasado, la exclusión que sufren muchos cristianos en comunidades indígenas y la oposición social, podemos afirmar que la persecución en Colombia hacia los creyentes es real.
¿Es peligroso ser cristiano en Colombia hoy?
Sin embargo, aun después de nombrar todos esos desafíos, ¿podemos estar de acuerdo con la idea de que “Colombia es el país sudamericano donde es más difícil ser cristiano”? El problema con esa afirmación está en el uso del lenguaje.
Como lo mencionamos anteriormente, solo hay cuatro países de Latinoamérica (Cuba, Nicaragua, Colombia y México) que están en la LMP de Puertas Abiertas. Entonces, técnicamente, Colombia sí sería el más peligroso de Sudamérica, porque es el único de esa zona del continente que está en la lista: al no haber otros, automáticamente es el más peligroso.
Pero, más allá de la medición técnica de Puertas Abiertas, la afirmación del artículo de Christianity Today da a entender que es “peligroso” ser cristiano en Colombia, y eso no es cierto, al menos no en la gran mayoría del país. Sería osado que, como creyentes colombianos, digamos que corremos peligro al profesar nuestra fe, en particular si comparamos la amplia libertad que existe en nuestra nación con las restricciones que viven nuestros hermanos en otros lugares del mundo.
Cambio en el panorama de la violencia en Colombia
Si bien el conflicto armado es la principal causa de persecución, es necesario reconocer que la cruda violencia contra los cristianos y la población civil en general ha disminuido con el paso de los años.
Según lo confirmó el medio Insight Crime, entre el 2000 y el 2015, la tasa de secuestros en Colombia disminuyó drásticamente, pasando de ocho secuestros diarios a menos de uno, y con una participación mucho menor por parte de las guerrillas en este tipo de crímenes. Por su parte, la ONU confirmó que, por la firma del Acuerdo de Paz en 2016, para el 2022 se había logrado la reincorporación a la vida civil de casi 13 000 excombatientes, y se había reducido la violencia en general.
A pesar de eso, la violencia en Colombia no ha terminado. La ONU también afirmó que, a pesar de la disminución, en los últimos años el país ha tenido una de las tasas de homicidios más altas en Sudamérica. La organización explicó que la desmovilización de las FARC, las cuales controlaban grandes zonas del país, fue aprovechada por otros grupos criminales. Además, cientos de líderes sociales siguen siendo asesinados: Indepaz señaló que en 2023 fueron 153, entre los cuales algunos eran líderes religiosos. Un ejemplo fueron los crímenes en contra de militantes del partido político Colombia Justa Libres en 2019.
Entonces, aunque la violencia en las zonas rurales de Colombia sigue constituyendo una realidad lamentable, el panorama mejora progresivamente. Si bien hay hermanos que enfrentan desafíos aterradores por causa del crimen, esta es cada vez menos una situación generalizada. En otras palabras, los hermanos que sufren persecución viven situaciones muy específicas que no son generalizables a todo el país.
La experiencia personal de uno de nosotros confirma esto. Yo, Adrián, nací en una de las zonas con mayor violencia de Colombia: la región del Catatumbo. Desde muy pequeño me llevaron a la iglesia, crecí recorriendo muchas de las vías polvorientas y los caminos de herradura de esa zona junto a familiares y amigos. Llevábamos una biblia en la mochila para predicar el evangelio y nunca hubo resistencia, a pesar de que había grupos insurgentes en la zona.
Conozco pastores que todavía predican la Palabra de Dios en esos sectores apartados donde poco llega la señal de celular y todavía cocinan con leña. Todos ellos conviven con las realidades del lugar. No existen limitaciones para que estos ministros practiquen la fe, pero son conscientes de que, en ciertos asuntos, deben pedirles permiso a los grupos ilegales que dominan el territorio. La violencia ha dejado marcas en los colombianos que han crecido teniéndola tan cerca, como la normalización de muchos actos que los insurgentes realizan a diario.
Mi testimonio lo confirmó un pastor, cuyo nombre nos reservamos por motivos de seguridad, que vive en la zona occidental de Colombia, en una población en la que convergen varios grupos ilegales, como la guerrilla y los paramilitares. Él expresó que gran parte de lo que se dice afuera sobre la predicación del evangelio en Colombia puede deberse a una percepción errada. En el municipio en donde lleva años como ministro, hay decenas de iglesias que diariamente cumplen con sus programas de evangelismo, que incluyen predicar al aire libre o ir de puerta en puerta.
“En esta población sí existe una clara resistencia al escepticismo, porque los pobladores son muy devotos o tienen familiares cristianos que influyen en lo que creen”, expresó el pastor que dirige una congregación bíblica reformada. Así mismo, sobre lo que él llamó “dinámicas sociales del territorio”, dijo que “para ingresar a muchos lugares y hacer cultos, es necesario pedir permiso, pero no hay resistencia. Puede haber riesgo si se intenta entrar a la zona sin autorización, pero no es por motivos religiosos, sino por un tema de control territorial”.
Esto demuestra que el problema de Colombia es principalmente social y no religioso. En otras palabras, la mayoría de lo que sufren nuestros hermanos en las zonas vulnerables del país afecta también a todas las demás personas, sin discriminar creencias. Claro, hay casos aislados en donde la motivación sí es religiosa, como el narrado por Puertas Abiertas sobre el “hermano Marcos” y como el que sucedió el año pasado en la Iglesia Luz y Esperanza en Cartagena, pero no es la regla general.
Opiniones encontradas entre Puertas Abiertas y el Ministerio del Interior colombiano
El departamento encargado de los asuntos religiosos en el país tampoco estaría de acuerdo con la afirmación de que “Colombia se convirtió en el país sudamericano donde es más difícil ser cristiano”. En febrero de 2021, la Dirección de Asuntos Religiosos del Ministerio del Interior refutó formalmente el cambio de posición de Colombia en la LMP de Puertas Abiertas: en 2020, se encontraba en el puesto 47, y pasó al 30 en el 2021. Tras haber consultado a 303 líderes en el ámbito religioso del país, concluyó lo siguiente en su informe técnico:
Con el análisis de resultados, se enseña cómo el 81.3 % del sector cristiano encuestado no considera coherente que en término de 2 años Colombia haya ascendido 17 lugares en el Listado Mundial de Persecución.
Además, la entonces directora de esa dependencia afirmó a través de X que en Colombia existen más de 10 900 entidades religiosas de diferentes creencias y que todas cuentan con garantías para ejercer su autonomía sin descalificación.
En su artículo, Hernán Restrepo se refirió al informe del Ministerio del Interior, pero solo se limitó a comentar que Puertas Abiertas mide la persecución con categorías que van más allá de la legislación: “Colombia no está en la lista a causa de sus leyes. Está en la lista porque cristianos han sido asesinados a causa de su fe y porque las iglesias han sufrido ataques”. En síntesis, no da una respuesta clara acerca del rechazo enviado por el gobierno colombiano.
El cambio de posición de Colombia en la lista de Puertas Abiertas de 2021 le comunicaba al mundo que la opresión en el país no dejaba de crecer. Es comprensible que esto le haya preocupado a la oficina de Asuntos Religiosos y que por eso se haya realizado una investigación para verificar la situación, y así confirmar o rechazar el cambio. Es probable que se dé una reacción similar en el 2024, cuando un medio tan grande como Christianity Today ha dado a entender que es peligroso ser cristiano en Colombia.
Ahora, nuestra intención no es cuestionar el trabajo de Puertas Abiertas, el cual consideramos bastante riguroso y de mucho provecho para informar a los creyentes en todo el mundo sobre sus hermanos perseguidos. Tampoco queremos cuestionar a Christianity Today, un medio cristiano que por muchas décadas ha creado contenido que informa a los cristianos sobre lo que acontece en el mundo.
Sin embargo, traemos a colación el reporte de la oficina de Asuntos Religiosos porque creemos que su hipótesis central podría explicar por qué Colombia ocupa un puesto tan alto en la lista y por qué Christianity Today ha dado a entender que es peligroso ser cristiano en este país. Esta es su hipótesis: “La medición de la Organización [Puertas Abiertas] está focalizada únicamente en los casos netos identificados por sus investigadores en algunas zonas específicas, pero no toma en cuenta diversos factores contextuales de todo el país”.
En palabras de la entonces directora de la oficina de Asuntos Religiosos, Lorena Ríos:
...la causa de la violencia no siempre se ha debido a cuestiones de fe, sino más bien a situaciones del entorno, ya sean políticas (participación o apoyo a un candidato), de liderazgo social (pastores que denuncian la corrupción o amenazas de grupos), o cuestiones personales (negocios y deudas). Pero no se debe exclusivamente a una cuestión de persecución por ser cristianos.
Así, queda claro que la persecución en Colombia es real, pero está atada a una situación política muy focalizada en ciertas zonas, la cual no afecta a todo el país de la misma manera y está en constante cambio.
Por amor a la claridad
Concluimos entonces que, aunque hay una persecución muy real hacia la iglesia, no podemos afirmar que sea “peligroso ser cristiano en Colombia”. En ese sentido, creemos que la afirmación del artículo de Christianity Today podría ser más clara, de forma que los lectores no entiendan que en todo el país hay una persecución generalizada hacia los cristianos, más allá del rechazo “común” del mundo hacia Cristo y Su pueblo.
Pero, dejando de lado las afirmaciones, los tecnicismos y las discusiones sobre palabras, una cosa es clara: es importante seguir orando por Colombia y los muchos creyentes, sobre todo en las zonas rurales del país, que sufren persecución. Concordamos completamente con el llamado que Ted Blake, director de Puertas Abiertas en España, hizo para que levantemos la voz, y con el que Restrepo también concluyó su artículo:
Jesús nos enseñó que quien lo siga será perseguido. Es algo que debemos esperar que ocurra (…) Más bien, alza tu voz en dos sentidos: pide a Dios que fortalezca a los cristianos de tal modo que se mantengan firmes en medio de la adversidad; también, levanta tu voz ante los gobernantes, para que intervengan en defensa de los derechos de los cristianos que sufren tantas injusticias.
Referencias y bibliografía
- Colombia se convirtió en el país sudamericano donde es más difícil ser cristiano | Christianity Today
- Lista Mundial de la Persecución 2024 | Puertas Abiertas
- El mundo odia cada vez más a los cristianos: 365 millones de hermanos sufren hoy persecución | BITE
- ¿Por qué se hace necesario un Estado laico en Colombia? | Ámbito Jurídico
- Ley 133 de 1994 | Función Pública
- Población Víctima del Conflicto Armado Oficina de Promoción Social | Ministerio de Salud de Colombia
- Memoria y comunidades de fe en Colombia | Centro de Memoria Histórica
- Indígenas cristianos de Colombia denuncian persecución por su nueva fe | BBC News Mundo
- “No puedo decir nada sobre mi fe”: la sutil persecución hacia los cristianos occidentales de la que pocos hablan | BITE
- El éxito del proceso de paz en Colombia depende del fin de la violencia | Noticias ONU
- Violencia en Colombia: el segundo país con más homicidios de América del Sur, según la ONU | Infobae
- Indepaz: 153 líderes sociales han sido asesinados este año en nuestro país | Radio Nacional
- Nueve líderes espirituales han sido asesinados en el último año: Colombia Justa Libres | RCN Radio
- Ataque sicarial: fue asesinado pastor cristiano en Cartagena, su esposa sobrevivió | ELTIEMPO.COM
- Amelia Cotes, directora de Asuntos Religiosos, Ministerio del Interior | X (Twitter)
- Informe técnico sobre Lista de persecución Open Doors | Ministerio del Interior de Colombia
Apoya a nuestra causa
Espero que este artículo te haya sido útil. Antes de que saltes a la próxima página, quería preguntarte si considerarías apoyar la misión de BITE.
Cada vez hay más voces alrededor de nosotros tratando de dirigir nuestros ojos a lo que el mundo considera valioso e importante. Por más de 10 años, en BITE hemos tratado de informar a nuestros lectores sobre la situación de la iglesia en el mundo, y sobre cómo ha lidiado con casos similares a través de la historia. Todo desde una cosmovisión bíblica. Espero que a través de los años hayas podido usar nuestros videos y artículos para tu propio crecimiento y en tu discipulado de otros.
Lo que tal vez no sabías es que BITE siempre ha sido sin fines de lucro y depende de lectores cómo tú. Si te gustaría seguir consultando los recursos de BITE en los años que vienen, ¿considerarías apoyarnos? ¿Cuánto gastas en un café o en un refresco? Con ese tipo de compromiso mensual, nos ayudarás a seguir sirviendo a ti, y a la iglesia del mundo hispanohablante. ¡Gracias por considerarlo!
En Cristo,
Giovanny Gómez Director de BITE |