Mientras que los líderes de la iglesia ajustan los servicios para ayudar a contener la propagación del Covid-19, la pandemia también los ha impulsado a abordar otra tarea: comunicar un mensaje que ponga en el primer plano tanto la fe como la ciencia.
Para los pastores de todas las denominaciones cristianas, el aumento de la ansiedad pública sobre el coronavirus solo refuerza la importancia de creer en Dios mientras se atiende al consejo de los expertos en salud pública.
“La ciencia es un maravilloso escenario de verdad y comprensión de la verdad. Es una herramienta increíble que puede ayudar al florecimiento humano. Simplemente creemos que no puede abordar toda la verdad que existe”, dijo D. J. Jenkins, pastor de Anthology Church en Studio City, California.
Jenkins, quien obtuvo su título universitario en biología, reconoció que “para mucha gente, probablemente sea bastante extraño ver” a un cristiano u otra persona devota “pidiendo ayuda divina, y luego confiando en los profesionales de la ciencia y la salud y los médicos. Pero no es extraño para mí”.
Si bien los desastres naturales del pasado han hecho que algunos cristianos de alto perfil afirmen un vínculo con un castigo divino, el brote del coronavirus ha generado poco o nada de esa retórica religiosa. En cambio, las iglesias están asumiendo la situación con una mezcla de anhelo por ayuda espiritual y con consejos prácticos para enfrentar la situación, más allá de las tensiones políticas y doctrinales provocadas por el virus.
Scott Sauls, pastor principal de la Iglesia Christ Presbyterian de Nashville, dijo que está discutiendo formas de “llegar a los que sufren en lugar de alejarse de ellos”, siendo coherente con su fe para amar al prójimo en medio de la creciente ansiedad.
En este contexto podemos recordar el texto bíblico, cuando nos alerta: “Pues tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; anduve como forastero, y me dieron alojamiento. Estuve sin ropa, y ustedes me la dieron; estuve enfermo, y me visitaron; estuve en la cárcel, y vinieron a verme”. (Mateo 25, 35- 36 DHH). Así, la propagación del virus a nivel global, nos recuerda el llamado evangélico a responder con amor y cuidado por nuestro prójimo, esto implica naturalmente cuidar nuestra propia salud para evitar la propagación de la enfermedad.
Pero ese objetivo se complica por el distanciamiento social que se recomienda como la mejor práctica para frenar la enfermedad, señaló Sauls, ya que “la responsabilidad de los cristianos es, Nº. 1, no enviar el mensaje irresponsable y sin amor de minimizar el riesgo del virus”. Sauls dijo que las conversaciones sobre la mejor manera de ayudar se han centrado hasta ahora en ayudar a los ancianos y trabajadores de la salud de alto riesgo sobrecargados por la crisis.
El presidente de la Asociación Nacional de Evangélicos, Walter Kim, dijo que su consejo a las diversas denominaciones es priorizar el consejo de los Centros para el Control de Enfermedades y otros expertos, porque “la sensación de tranquilidad que queremos brindar se debe combinar con la prudencia en la búsqueda de la mejor información”.
Citando la fe entre los primeros pioneros científicos como Isaac Newton, Kim dijo que aunque la fricción entre la fe y la ciencia ha ocurrido en el pasado, “la comunidad científica y las personas de fe realmente deberían trabajar juntas”.
Las instituciones religiosas en todo el mundo han cambiado sus horarios de servicio para evitar el contacto cercano que podría propagar el coronavirus. Si bien no todas las iglesias planean cerrar por completo, pastores como Steve Weaver, de la Iglesia Bautista Farmdale en Frankfort, Kentucky, dijeron que están muy conscientes de las consideraciones científicas y de fe.
“Queremos tomar en serio los desafíos de salud que los expertos describen y sus recetas para abordar esos desafíos”, dijo Weaver por correo electrónico. “Sin embargo, tenemos que equilibrar eso con nuestra responsabilidad de continuar con nuestras expresiones regulares de adoración y reunión, que creo que se nos ha ordenado como cristianos”.
En el condado de King del estado de Washington, donde el brote ha cobrado más de dos docenas de víctimas, los pastores ya están lidiando con las luchas espirituales provocadas por la pandemia.
“En este momento hay mucho miedo, así que tenemos la oportunidad de ser portadores de esperanza y paz”, dijo Andrew Fouché, pastor de Sunset Community Church en Renton, Washington. Fouché agregó que se resiste a las "respuestas fáciles" sobre la oración superficial que buscan protección completa ante la pandemia.
En este aspecto, de forma concreta, algunas iglesias caen en el llamado “excepcionalismo cristiano”, que considera que solo por la fuerza de la fe se puede alejar a la enfermedad. Se olvida que la enfermedad se encuentra a las puertas de la iglesia y que es nuestro deber afrontarla con paciencia y confianza en Dios si esta nos llega a tocar. “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?” (Romanos 8, 35 RVR 1960)
El peligro del excepcionalismo cristiano subyace en usar la oración como si se tratara de un amuleto mágico, evitando el tratamiento médico convencional y las recomendaciones pertinentes. No sobra recordar que precisamente Satanás tienta a Jesús con esta forma de pensamiento en el desierto. Veamos lo que nos dice el texto bíblico al respecto:
“Después el diablo lo llevó a la ciudad de Jerusalén, lo subió a la parte más alta del templo y le dijo:
—Si de veras eres Hijo de Dios, tírate abajo desde aquí; porque la Escritura dice:
“Dios mandará que sus ángeles
te cuiden y te protejan.
Te levantarán con sus manos,
para que no tropieces con piedra alguna.”
Jesús le contestó:
—También dice la Escritura: “No pongas a prueba al Señor tu Dios.” (Lucas 4, 9 -13 DHH)
Es curioso ver cómo Satanás usa la Escritura para tentar al señor. El texto que usa para tentar a Jesús está tomado del Salmo 91, versículos 11 y 12. En este sentido, el mismo Jesús nos recuerda que una mala interpretación de la Palabra de Dios nos puede llevar al pecado, poniendo en peligro no solamente nuestras vidas, si no las vidas de los demás —aquellos por los que debemos ver obedeciendo el Gran Mandamiento (Mateo 22, 34- 40).
Volviendo a la reacción de los pastores en Estados Unidos al coronavirus, Aaron Monts, pastor de United Church Seattle, dijo que ha visto “una tensión de miedo y fe” entre los feligreses que aún no están directamente afectados por el virus pero que enfrentan un creciente aislamiento. El domingo pasado, dijo Monts, la iglesia sugirió una forma para que los creyentes combinen la adoración con el consejo de los médicos: recitar una oración de 20 segundos mientras se lavan las manos.
Sin embargo, el acto de oración en sí mismo a menudo demuestra ser un factor de división política sobre la fe y la ciencia, y la respuesta del gobierno de los Estados Unidos al coronavirus no es una excepción. Cuando el vicepresidente Mike Pence tuiteó una foto de una oración grupal antes de una reunión del equipo de trabajo de respuesta al virus de la administración Trump que dirige, el rechazo en línea de una persona que hizo un comentario negativo se encontró con la condena de prominentes republicanos que acusaron a los progresistas de difamar la religión.
De hecho, la foto de Pence provocó una reacción compleja entre los cristianos que dijeron que la oración es valiosa pero no la única solución a una crisis, ya sea personal o pandémica.
Chris Green, profesor de teología en la Universidad del Sureste, dijo que ha percibido un “pensamiento mágico” sobre el poder de la oración entre los cristianos conservadores y liberales.
“De manera abrumadora, creo que los grupos con los que trabajo dirán que van a orar y a trabajar” para resolver problemas, dijo Green, quien también es pastor de enseñanza en Sanctuary Church en Tulsa.
La mayoría de los estadounidenses oran al menos diariamente, según una encuesta de 2014 realizada por Pew Research, una organización de investigación que no es partidista.
Las encuestas de Pew Research también han encontrado que si bien el 59% de los estadounidenses considera que la religión y la ciencia a menudo están en conflicto, solo el 30% dijo que la ciencia entra en conflicto con sus propias creencias personales. Por otro lado, los feligreses regulares tienen menos probabilidades de ver la fe y la ciencia en conflicto.
James Dew Jr., presidente del Seminario Teológico Bautista de Nueva Orleans, reconoció lo que llamó la teoría de la "guerra" de la relación de fe con la ciencia, pero ofreció una visión alternativa de la fe y la ciencia como "socios de diálogo".
“Necesitamos la gracia de Dios más que nunca antes”, dijo Dew, quien escribe extensamente sobre teología y filosofía. “También necesitamos que nuestra comunidad médica haga su mejor trabajo en este momento”.
La fe y la ciencia no son excluyentes per se. Solamente lo son cuando hay desconocimiento de los alcances explicativos y del propósito de cada una. En un momento como el actual, con una pandemia de grandes dimensiones, el diálogo entre ciencia y fe se vuelve más urgente, en la medida en que el pensamiento mágico dentro de las iglesias conduce a actitudes que no son apropiadas o que incluso pueden ser contrarias a los mandatos evangélicos.
El ejemplo de los primeros cristianos
Como nota al margen, es importante recordar el ejemplo que dieron los primeros cristianos en tiempos de epidemias y virus. En el año 165, el Imperio romano vio una epidemia mortal, los estudiosos creen que se trataba de viruela y el mismo emperador Marco Aurelio murió a causa de esta enfermedad. La epidemia duró aproximadamente quince años.
Aunque uno podría pensar que la epidemia iba a diezmar la población cristiana, por el hecho de que era una minoría, lo cierto es que los cristianos crecieron en medio de la enfermedad y un elemento clave para este crecimiento fue el ejemplo que dieron.
Como medidas de protección, los cristianos no se saludaban entre sí, esto para evitar la persecución a la que eran sometidos por el Imperio romano. Los cristianos, a su vez, no abandonaban a los enfermos, sino que los aislaban en casas brindándoles cuidados, también se comportaban de forma generosa con los necesitados —no acaparaban—, sino que tomaban lo necesario y procuraban que los demás también lo tuvieran.
El ejemplo de los cristianos no se limitó a la iglesia, sino que alcanzó a los mismos paganos, quienes se admiraban de la solidaridad que estos mostraban con quienes los perseguían. Como consecuencia de esto, muchos paganos abrazaron la fe cristiana, bautizándose y siguiendo el ejemplo de caridad que había sido practicado con ellos.
Los primeros cristianos no consideraron que la fe fuera una especie de receta mágica frente a las enfermedades y los males que enfrentaron. Contrario a esto, la fe les fue fuente de consuelo ante todos los males a los que estuvieron expuestos. Muchos de ellos murieron por la epidemia, otros por la persecución del Imperio, pero su fe permaneció y se extendió mucho más debido a la valentía y la generosidad que mostraron.
Con información de Christianity Today.
Fuente: La respuesta de los primeros cristianos a las epidemias https://foreignpolicy.com/2020/03/13/christianity-epidemics-2000-years-should-i-still-go-to-church-coronavirus/