El pastor, teólogo y apologista Benjamin Keach (1640-1704) podría considerarse uno de los referentes tempranos de la tradición bautista particular. El Dr. Michael A. G. Haykin, profesor de historia de la iglesia en el Seminario Teológico Bautista del Sur, dice que él jugó “un papel decisivo en darle notoriedad a la causa bautista calvinista”. Charles H. Spurgeon lo describió como alguien que:
...predicó con mucha dulzura las grandes verdades fundamentales del evangelio, y glorificó el Nombre y la obra de Jesús (...). Era muy sólido en su predicación, y toda su conducta y comportamiento indicaba que era un hombre profundamente comprometido con la causa de Dios.
¿Quién fue Benjamin Keach, y por qué es tan notable para los bautistas particulares aún en la actualidad?
Breve semblanza de su importancia
Como bien señala el Dr. Haykin en su obra Kiffen, Knollys y Keach: Recuperando nuestra herencia bautista inglesa, en la historia de la religión en Gran Bretaña, Keach ha sido distinguido como:
…[el] principal teólogo bautista de su época, similar en importancia para su denominación como Richard Baxter lo fue para los presbiterianos ingleses, John Owen para los congregacionalistas, y Robert Barclay (1648-1690) para los cuáqueros.
En El excelente Benjamin Keach de Austin Walker, egresado del Westminster Theological Seminary (Filadelfia, EE.UU.) y pastor de la Maidenbower Baptist Church (Crawley, Inglaterra), hallamos una investigación significativa sobre su vida y pensamiento, al igual que un examen del contexto eclesiástico y político de su momento. Él describe a Keach así:
…incluso con sus fuertes puntos de vista sobre el bautismo de creyentes, se mantuvo en la corriente principal del cristianismo bíblico histórico. Era trinitario, entendía el Pacto de Gracia y defendía la doctrina de la justificación por medio de la fe. Por encima de todo, Keach amaba y servía al Señor Jesucristo y era un fiel predicador de Su evangelio.
Keach fue un bautista celoso; produjo muchos escritos con los que afirmó los principios de su denominación, entre ellos, el primer tratado bautista reformado, que aborda el gobierno y la disciplina eclesial: La gloria de una iglesia verdadera (1697). También cuestionó el romanismo, el carismatismo cuáquero y el paidobautismo (bautismo de infantes); fue conocido por sus obras catequéticas para niños y por la defensa del canto de los himnos en la adoración congregacional. Esto y más hace que sea catalogado, según Walker, como el “pensador bautista más importante de su época”.
Una conversión abonada por hechos políticos y religiosos
Benjamin Keach nació el 29 de febrero de 1640 en Stoke Hammond, al norte de Buckinghamshire (Inglaterra) y fue bautizado el 6 de marzo del mismo año. Era hijo de John y Feodora Keach, una pareja anglicana. De su infancia y educación no se sabe mucho. Una carta escrita en 1664 por el párroco de Stoke Hammond, Thomas Disney, parece indicar que Keach se dedicaba a la sastrería. Cuando tenía 15 años, profesó su fe en Jesucristo y se bautizó por inmersión. Debido a su estudio de las Escrituras, rechazó el bautismo de infantes y se unió a una congregación bautista (general).
Sin embargo, el camino de Keach hacia Jesucristo y su rechazo al anglicanismo no descansa solamente en su aproximación a los bautistas generales. Dos o tres años antes de su bautismo, Keach se expuso a un hombre que, en sus palabras, fue el “bienaventurado instrumento de su conversión”. Se trata del puritano independiente, Matthew Mead, conocido por su manuscrito El casi cristiano al descubierto, una obra clásica puritana que busca presentar y distinguir a un “cristiano nominal” de un verdadero creyente. Probablemente, Keach lo escuchó predicar en Great Brickhill o en alguna reunión en la localidad y, afectado por su mensaje, conversó en privado con él respecto a su confianza en Cristo.
Además, se dieron cambios políticos y religiosos que sacudieron los fundamentos de la sociedad británica y, en cierto modo, abonaron a su conversión. Tres hitos se destacan: el cambio en el estatus de la Iglesia de Inglaterra, la libertad para la publicación, y el proceso de la tolerancia religiosa.
Casi un siglo antes del nacimiento de Keach, la Iglesia de Inglaterra estaba subordinada al pontífice romano; no obstante, dio pasos hacia su reforma. Su separación del romanismo inició con Enrique VIII (1491-1547), se impulsó con Eduardo VI (1537-1553), y a pesar del breve retorno al papismo con María I (1516-1558), finalmente se asentó con Elizabeth I (1533-1603). Desde entonces, la Iglesia siguió experimentando cambios y su estatus era distinto (por ejemplo, ya no era obligatorio asistir los domingos a las parroquias locales), y el separatismo (quienes creían que la iglesia anglicana se había corrompido y, por ende, debían separarse) había estado cobrando impulso.
Asimismo, hubo libertad de publicación, razón por la que los protestantes radicales pudieron difundir sus ideas. También se impulsó la libertad de conciencia y la tolerancia religiosa; un hombre que la defendió con vehemencia fue Oliver Cromwell (1599-1658), quien al luchar las guerras civiles tenía como uno de sus propósitos asegurarla y promoverla.
“Sedicioso, hereje y cismático”: la picota de Buckinghamshire
Keach comenzó a predicar públicamente tres años después de su bautismo, y al cabo de no mucho tiempo, empezó a escribir y publicar obras donde exponía sus posturas teológicas. Ahora bien, aquellas circunstancias que Keach pudo disfrutar en el marco de su conversión, habían cambiado drásticamente. Con la muerte de Cromwell en 1658 y la llegada de Carlos II a inicios de 1660, se restauró el anglicanismo intolerante; sin embargo, intentar establecer una iglesia nacional uniforme fue casi imposible, pues el inconformismo –quienes se mantenían en la iglesia anglicana, aunque en desacuerdo con algunas cosas– se había afirmado fuertemente, por lo que promulgaron medidas represivas contra los disidentes.
Con esto en mente, tenemos que a principios de 1664, Henry Keach, hermano mayor de Benjamin, recibió la visita de George Chilton, quien fue enviado por el párroco Disney para que comprase un libro de Keach titulado The Child’s Instructor or A New and Easy Guide for Children (El instructor del niño o Un manual introductorio nuevo y fácil de usar). Disney envió esta obra adjunta con una carta a Luke Wilkes, siervo de Carlos II en el palacio de Whitehall que tenía acceso al entonces Arzobispo de Canterbury, Gilbert Sheldon. La petición de Disney había sido específica: informar al arzobispo del asunto lo antes posible.
En la carta a Wilkes, Disney se refirió a Keach como “maestro en la novedosa vía de ellos” (el original dice “way”, término que en la literatura protestante inglesa del s. XVII, era una forma de referirse a las distintas denominaciones cristianas), y describió el contenido de su obra como “faccioso, cismático y herético”. Así las cosas, el 8 y 9 de octubre de 1664, Keach compareció ante Sir Robert Hyde, Presidente del Tribunal Supremo, en las sesiones judiciales del tribunal superior de Buckinghamshire. Uno esperaría que dentro de un proceso judicial, el juez actúe con imparcialidad y objetividad; no obstante, Hyde era hostil con los disidentes. Con lo cual, el resultado del juicio podía predecirse.
El primer día, Hyde se dirigió al tribunal superior aduciendo que la obra de Keach contenía, al menos, dos cuestiones contrarias a la liturgia de la Iglesia anglicana (el Libro de Oración Común), y atentaba contra la Ley de Uniformidad: que los infantes no debían ser bautizados y que los laicos podían predicar el evangelio. El segundo día le leyeron los cargos, acusándolo de “sedicioso, hereje y cismático, con una disposición malvada y maliciosa hacia, y desafecto a, el gobierno de su majestad y el gobierno de la Iglesia de Inglaterra”.
Dentro de la acusación, se aludieron algunas cosas contenidas en su libro. Por ejemplo: “Preg.: ¿Quiénes son los sujetos receptores adecuados del bautismo? Resp.: Solos los creyentes, es decir, los hombres y mujeres piadosos que pueden hacer confesión de su fe y arrepentimiento”. Keach se declaró inocente. Además de la parcialidad evidente en su contra, se agravó el asunto al considerar el desarrollo de las sesiones: tuvo muy poca oportunidad para defenderse y, cuando lo intentaba, era interrumpido.
Finalmente, el veredicto contra él fue “culpable”, y Hyde lo encarceló por un periodo de dos semanas. No se le permitió libertad bajo fianza y, adicionalmente, fue sometido a la vergüenza pública al ser puesto dos veces, durante dos horas, en las picotas (columna de piedra ubicada en la entrada de ciertos lugares, en la cual exponían públicamente las cabezas de los reos) de Aylesbury y, días después, de Winslow.
En ese momento, Keach tenía 24 años, pero a pesar de su juventud y corta experiencia, no se dejó amedrentar por las acciones del mayor juez de Inglaterra. Keach, como anota Walker: “fue claramente un hombre que mantuvo el valor de sus convicciones, incluso si eso significaba un bautismo de sufrimiento”. Su valor se hizo más evidente durante el castigo, pues, estando en la picota, aprovechó para predicar: “No es una novedad que los siervos del Señor sufran y se conviertan en el blanco de las miradas; y ustedes que están familiarizados con las Escrituras saben que el camino a la corona es la cruz…”.
Según se sabe, durante su vida resultó arrestado unas tres veces —incluido el incidente de la picota— y encarcelado en otras dos ocasiones.
De general a particular: su adopción del calvinismo
Las raíces de Benjamin Keach se encontraban entre los bautistas generales. De hecho, fue bautizado por John Russell, pastor de la iglesia bautista general en Berkhamsted y Chesham. Aún así, antes de tener contacto con ellos, era un aplicado estudiante de la Biblia, y desde entonces, ya estaba convencido bíblicamente del bautismo de creyentes. No obstante, el clima teológico que lo rodeaba era preeminentemente arminiano. Por consiguiente, su posición en cuanto a la soteriología (rama de la teología que estudia la salvación), estaba influenciada o permeada por una visión arminiana.
En 1668, Keach se mudó con su esposa, Jane Grove (1639-1670) y sus hijos, Mary, Elias y Hannah, a la ciudad de Londres, donde se unió a una congregación bautista general en la calle Tooley en Southwark, y fue ordenado anciano. Poco después, conoció a William Kiffen y a Hanserd Knollys –ambos bautistas particulares, y como Keach, personajes determinantes en el avance y asentamiento de la tradición–.
Aunque las circunstancias del cambio no son claras, se puede inferir que trasladarse a Londres, exponerse a los bautistas particulares y estudiar, hicieron que Keach cambiara sus posturas arminianas. Según Walker, se convenció de que “la enseñanza bíblica estaba representada de forma más completa y precisa en el sistema teológico llamado ‘calvinismo’”.
Para el 22 de abril de 1672, Keach contrajo nupcias con su segunda esposa, Susannah Partridge —su primera esposa falleció en 1670—, y quien ofició su ceremonia nupcial fue Hanserd Knollys, el cual se convirtió en un amigo muy íntimo. No mucho después, Keach y otros creyentes afines a sus convicciones —quizás, miembros de la antigua congregación de la calle Tooley—, iniciaron una obra bautista calvinista en Horselydown, Southwark. Con el transcurrir del tiempo, se construyó una casa de reuniones que, tras ampliaciones en los años siguientes, llegó a albergar a alrededor de mil personas.
Hubo un aspecto que resultó central en el pensamiento de Keach, al grado de que no resulta concebible apreciar su calvinismo ni su persona sin comprender aquello correctamente: el Pacto de Gracia. Keach lo entendía de forma práctica; lejos de ser algo meramente teórico, creía que permitía al creyente tener una seguridad de salvación y consuelo. Enfatizó el hecho de que el Pacto fue hecho entre el Padre y el Hijo, y por medio de Jesucristo, con los escogidos. Este pacto resulta eficaz por la obra del Espíritu, quien aplica todos los dones y bendiciones del pacto al pueblo de Dios. En otras palabras, el Pacto de Gracia descansa en una obra Trinitaria, en la cual cada Persona de la Santísima Trinidad cumple un rol distintivo.
En atención a lo anterior, podemos entender cómo a partir de su adopción del calvinismo, tanto su ministerio pastoral como sus escritos empezaron a perfeccionarse, e incluso rectificó aspectos de los temas que había desarrollado en el pasado. Keach señaló haber hecho correcciones a The Child’s Instructor, ya que en algunas partes, “...reivindicaba algunos de esos errores arminianos...”.
El compromiso con la fe reformada fue tal, que fue uno de los principales firmantes de la Confesión Bautista de Fe de Londres de 1689 —documento confesional que representa a la tradición bautista reformada— en la asamblea de bautistas particulares celebrada el mismo año. Al suscribirse a la también llamada Segunda Confesión de Fe de Londres, Keach se sintió contento por identificarse con claridad con un cristianismo bíblico ortodoxo.
Ministerio, obras y defensa de la causa bautista calvinista
Keach se destacó por su labor pastoral. Es más, el Tabernáculo Metropolitano, que se remonta a 1650, tiene su origen en una congregación que se reunía en una casa en Kennington, donde William Rider fue el primero en ocupar el cargo de ministro. Keach fue el segundo, y le sucedieron el Dr. John Hill y el Dr. John Rippon. A este último lo reemplazó Charles H. Spurgeon, quien llamó a Keach su “eminente predecesor”, y al cual mencionaba frecuentemente. El trabajo de Benjamin fue tan emblemático, que un cuadro de su rostro reposa en el Tabernáculo Metropolitano.
Keach permaneció como ministro ordenado en la iglesia de Southwark hasta su fallecimiento, y el crecimiento de la congregación fue tal que, a finales del siglo, era la comunidad bautista reformada más importante al sur del Támesis. También se preocupó por la Gran Comisión, llegando a plantar nuevas iglesias al sur de Inglaterra.
Asimismo, fue un escritor prominente. Llegó a escribir 43 obras, de las cuales Tropologia: A Key to Open Scripture Metaphors (Tropología: una clave para abrir las metáforas de las Escrituras) y Gospel Mysteries Unveiled (Misterios del Evangelio revelados) son las más populares.
De la pluralidad de temas sobre los cuales escribió, sus contribuciones se centran en dos aspectos. Uno de ellos fue la defensa de la soteriología calvinista. Entre 1680 y 1690, cuando sus libros se publicaban ampliamente, el calvinismo estaba siendo atacado y la teología de puritanos como Keach y John Owen (1616-1683) era despreciada y considerada obsoleta. El otro tema era su defensa del canto de himnos: Keach fue el primero en introducirlos en la adoración corporativa de una iglesia inglesa, y consideró esto “un avance en la gloriosa obra de la reforma”.
En un contexto general, cabe recordar que los bautistas particulares sufrieron persecución; eran acusados falsamente y recibían “refutaciones falaces” de sus posturas. A Keach se le podría llamar el “principal apologista del bautismo de creyentes” en su época. Puso en “aprietos” a hombres como William Burkitt, James Owen y Richard Baxter, no solo doctrinal sino éticamente, pues les reprendió por falsas afirmaciones respecto a su práctica. Por ejemplo, alegaban que “bautizaban a las personas desnudas”.
Entre las obras de Keach destacamos Baptism in Its Primitive Purity (El bautismo en su pureza primitiva), publicada en 1689, donde expone su posición de la práctica y su propósito. También The Paedobaptism Examined (El paidobautismo refutado), de 1691, donde responde a ideas publicadas en El Mercurio ateniense, e incluye, según sostiene Walker, “veinte argumentos silogísticos para refutar el bautismo de infantes”
Asimismo, como padre de una familia numerosa y pastor de una congregación que crecía rápidamente y en la que había pequeños y jóvenes, Keach empleó su pluma para ganarlos para Cristo y ver sus vidas transformadas por el poder del Santo Evangelio. Creía que eran la mejor esperanza para una mejor nación en el futuro. Por un lado, escribió obras alegóricas como The War with the Devil: Or, The Young Man’s Conflict with the Powers of Darkness (La guerra con el diablo: o, el conflicto del joven con los poderes de las tinieblas, 1673) —que en su tiempo rivalizó con El progreso del peregrino de John Bunyan— y The Progress of Sin: Or, The Travels of Ungodliness (El progreso del pecado: o, los viajes de la impiedad, 1684).
Por otra parte, confeccionó obras catequéticas como The Child’s Delight: Or, Instructions for Children (El deleite del niño: o, instrucciones para niños) y The Child’s Instructor: Or, A New and Easy Guide to the Principles of the Christian Religion (El instructor del niño: o, una guía nueva y sencilla para los principios de la religión cristiana). Sus manuales fueron muy influyentes para distintas iglesias bautistas en Inglaterra y Nueva Inglaterra, EE.UU., en los siglos XVII y XVIII, respectivamente.
La controversia de los himnos
Además del incidente de la picota, otro suceso por el cual se conoce a Keach es la controversia de los himnos. A finales del siglo XVII, estalló un conflicto entre los bautistas particulares que se centró en la aplicación del principio regulador de la adoración en un asunto: si era lícito el cántico de himnos en la adoración congregacional pública. Una facción abogaba por la práctica, respaldando su razón con las Escrituras, mientras que la otra lo rechazaba como una invención humana. El principal defensor fue Keach, mientras que su mayor oponente era Isaac Marlow, un laico pudiente de Londres.
En 1673, Keach había incorporado a la liturgia de su iglesia el canto congregacional de himnos. Inicialmente, se agregó después de celebrar la Cena del Señor, emulando Mateo 26:30. De forma gradual, se fue practicando en la iglesia, hasta que en 1690, fue aprobado como parte del culto para cada Día del Señor. A nivel interno de la iglesia, el asunto generó inquietud en unos cuantos, pero perturbó a quienes estaban fuera de su congregación.
Marlow elaboró varios folletos con el propósito de oponerse a Keach. En su obra The Breach Repaired in God's Worship (La brecha reparada en la adoración a Dios), Keach argumentó a favor del canto de himnos desde las Escrituras, con lo cual le respondió a Marlow. En ese momento, algunas iglesias bautistas particulares ya lo practicaban; no obstante, el tema trascendió nacionalmente y otros se sumaron a la disputa.
Se produjeron intercambios entre los que estaban a favor y en contra, hasta que en 1692, el asunto se elevó a la Asamblea General de los Bautistas Particulares. El último día de aquella reunión, una comisión conformada por siete ancianos, que examinaron las obras tocantes al asunto, determinó que algunos de los tratados habían caído en insultos y censuras. Sin embargo, fue tanto el conflicto por el asunto, que las Asambleas Generales finalmente se desintegraron. Keach defendía el canto congregacional de himnos tanto como un deber positivo, como también moral. Y, según parece, en el marco del principio regulador, la posición de Keach fue la que prevaleció en aquellos días.
La gloria de una iglesia verdadera
Keach escribió una obra que fue importante para los bautistas particulares de finales del siglo XVII: La gloria de una verdadera iglesia (1697). Fue el primer tratado sobre doctrina y vida eclesiástica escrito por un bautista particular. En sus propias palabras, lo escribió con el fin de elaborar:
...un tratado breve y claro sobre las reglas de la disciplina de una iglesia evangélica, para que todos los hombres no solo conozcan nuestra fe, sino que también vean nuestro orden en este aspecto.
La conversión a Cristo de los hombres era clave para Keach; no obstante, para él también era un asunto serio “la vida corporativa de la iglesia, para que sus miembros entendieran la naturaleza de la propia iglesia, cómo debía ser gobernada y ordenada y cómo cada miembro debía cumplir sus responsabilidades”. Bíblicamente hablando, Keach comprendía que la iglesia es:
…una congregación de cristianos piadosos, quienes ―como asamblea establecida (primero habiendo sido bautizados por profesión de fe)—, se entregan al Señor y mutuamente, por acuerdo y consentimiento mutuos, conforme a la Voluntad de Dios; y ordinariamente se reúnen en un mismo lugar para el culto público y la adoración a Dios; en medio de quienes la Palabra de Dios y los sacramentos son debidamente administrados, conforme a la Institución de Cristo.
Por tanto, todos aquellos que formaran parte de la iglesia debían ser “personas convertidas, o piedras vivas”. Así, en adelante, se entiende mejor el cuerpo y fundamento del tratado de Keach, cuya estructura se puede seccionar así:
- El orden de la iglesia
- La disciplina de la iglesia
- Los desórdenes, discordias y conflictos en la iglesia, y cómo deben prevenirse y tratarse.
- Las características que definen la gloria y la belleza de una verdadera iglesia evangélica.
Keach afirma que Cristo es el fundamento donde se edifica la iglesia. Esgrime que esta gloria de la iglesia, se demostrará de forma visible por el orden adecuado de todos los asuntos de la congregación: el amor genuino entre la membresía, la oración entre los hermanos y tolerar las debilidades de los demás. Otra evidencia clave es la santidad de los miembros de la iglesia, así como una administración sobria y apropiada de la disciplina.
Legado e influencia
Keach falleció el 18 de julio de 1704. Antes de morir, le pidió a Joseph Stennett, amigo y pastor de una iglesia en Pinner’s Hall (Londres), que predicara el sermón fúnebre a partir de la segunda mitad de 2 Timoteo 1:12 (LBLA): “...porque yo sé en quién he creído, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel día”. Fue sepultado en un cementerio bautista en Southwark. Fácil es decir que Keach fue “polémico”, sin embargo, de acuerdo con Walker, Spurgeon nos dice que no solo luchó por su identidad, sino por su existencia, observando que en esos días: “...nuestros hermanos [bautistas] eran despreciados y escarnecidos, y tenían que luchar por la existencia”.
Aun así, Benjamin Keach despreciaba los conflictos. En su lugar, promovía la unidad y la paz, cuestión que también reconoce el llamado “príncipe de los predicadores”:
Hubo muchas disputas entre el Sr. Keach y [John] Flavel, y también hombres de menos renombre, pero Keach no se deleitaba en estas, más bien las deploraba. Y a menudo lamentaba el espíritu poco cristiano de aquellos que negaban que las iglesias bautistas fueran iglesias en absoluto.
Keach fue un bautista particular heredero de una tradición separatista. Fue congruente y firme con sus convicciones, a pesar de la persecución y ataques que tanto él como sus hermanos confesionales sufrieron en distintos periodos. Fue un apasionado predicador del evangelio por 46 años, 36 de estos en Londres. Sus contribuciones trascienden a su tradición, pues, en el amplio campo de la fe reformada, confeccionó aportes importantes a doctrinas claves como la justificación por la fe.
De manera particular y característica, su trabajo sigue moldeando a los bautistas particulares contemporáneos. Por ejemplo, el canto de himnos es un aspecto distintivo de la liturgia de muchas congregaciones bautistas calvinistas actualmente, y sus obras son usadas hoy por hoy como referencia sobre el gobierno y la disciplina eclesial.
Referencias y bibliografía
Kiffen, Knollys, Keach: Recuperando nuestra herencia bautista inglesa (2021) por Michael A. G. Haykin. Santo Domingo: Editorial Legado Bautista Confesional, p. 1, 7, 147-149, 152-154.
El Excelente Benjamin Keach (2023) por Austin Walker. Santo Domingo: Editorial Legado Bautista Confesional, p. 2, 3, 7, 21, 23, 26, 28-30, 33, 40, 42, 44, 52-54, 56, 62, 63, 67, 84, 100, 101, 109, 110, 114, 170, 275, 276, 345, 362, 379-385, 412, 421, 422.
Los bautistas particulares británicos Volumen I: Los inicios, Una serie de ensayos biográficos en figuras notables (2022) por Michael A. G. Haykin y Terry Wolever. Lima: Editorial Teología para vivir, p. 263.
El casi cristiano al descubierto por Matthew Mead | Monte Alto Editorial
Picota | Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española
Breve historia | Metropolitan Tabernacle
Deserción y apostasía (2017), sermón No. 3556 por Charles H. Spurgeon. Trad. por Allan Roman (2013)
Edificación y belleza: la eclesiología práctica de los bautistas particulares ingleses, 1675-1705 (2020) por James Renihan. Santo Domingo: Editorial Legado Bautista Confesional, p. 248-253, 257.
La gloria de una verdadera iglesia (2020) por Benjamin Keach. Santo Domingo: Editorial Legado Bautista Confesional, p. 4-6.
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