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Los libros de Charles Haddon Spurgeon se siguen imprimiendo y vendiendo hoy como si el predicador del siglo XIX estuviera vivo. ¿Qué tenía este orador victoriano inglés que le permite hoy seguir cautivando mentes y corazones?
Charles Spurgeon llegó a Londres como un simple joven pastor, e inmediatamente atrajo hacia él una lluvia de críticas. El "muchacho predicador" de 19 años, como lo llamaban, era un personaje muy singular. Al convertirse en pastor de la histórica Iglesia Bautista de New Park Street, descubrió que la prensa estaba dispuesta a hacerle la guerra.
Un pastor para el pueblo común
El Ipswich Express dijo que sus sermones tenían "olor a mal gusto y que eran vulgares y teatrales". Spurgeon respondió: “Quizá soy corriente, pero no es intencional, excepto porque debo y voy a hacer que la gente común y corriente escuche. Mi convicción firme es que hemos tenido más que suficientes predicadores finos, y muchos requieren de un cambio. Dios me ha tomado de entre los degradados y rechazados. Que otros sirvan a su clase; esta es la mía, y por ellos debo seguir”.
Spurgeon descubrió muy pronto que tenía un don para predicar a la gente común en su propio idioma y de una manera que cautivaba su interés. Sabía leer muy claramente la sofisticación de la iglesia establecida y su irrelevancia en su propio entorno social. Una caricatura editorial de la época mostraba a un rector anglicano conduciendo una vieja diligencia con dos caballos lentos, llamados "Iglesia" y "Estado". Sin embargo, corriendo por delante, un joven predicador con el pelo suelto, acelerando la locomotora. ¿Quién era el conductor? Por supuesto, el joven Spurgeon.
Incluso el evangelicalismo británico, que siempre estuvo del lado de las clases populares, se había enfrascado en la clase media alta. Con su estilo "común", sin embargo, el joven pastor se conectaba perfectamente con la gente de la calle. En realidad, la iglesia de Spurgeon se hizo conocida como una "iglesia de comerciantes", pero las críticas no se detenían. Una vez dijo con exasperación: “Escasamente un ministro bautista de algún prestigio me reconocerá”, pero multitudes venían a escucharlo predicar.
No sería justo decir que Spurgeon fue el único predicador evangélico que adoptó este enfoque y que fue criticado por ello. Sin embargo, Spurgeon fue el más exitoso en la predicación a las masas. Cuando Spurgeon tenía 20 años, le escribió a su futura esposa, Susannah Thompson, sobre un sermón al aire libre para una multitud: “Ayer ascendí a la cúspide de la gloria de un ministro… el Señor estaba conmigo, y el silencio más intenso fue observado; pero oh, la cercanía—¡jamás un hombre mortal recibió una ovación más entusiasta! ¡Me sorprende el estar vivo!… Miles de cabezas y manos fueron alzadas, y hurra tras hurra fue escuchado. De seguro en medio de estas adulaciones puedo escuchar el murmullo de la tormenta de reproche que se acerca. Pero incluso esto puedo soportar por amor al Maestro”.
Cuando se trataba de declarar el evangelio de manera relevante a la gente del común, Spurgeon era un maestro. Era un reflejo actualizado de George Whitefield (1714-1770).
Tras las Buenas Nuevas
Spurgeon describió alguna vez su enfoque de la predicación diciendo: “Yo tomo el texto y hago una línea directa hacia la cruz”. Ardía por el deseo de predicar las Buenas Nuevas y ver a las personas llegar a la fe en Jesucristo. Una vez declaró que “La fe salvadora es una relación inmediata a Cristo, que acepta, recibe, descansa solo en Él para justificación, santificación y vida eterna en virtud del pacto de gracia”.
Lo que puede parecer paradójico para algunos hoy en día es que, teológicamente, Spurgeon se aferró fuertemente al calvinismo tradicional. Los llamados evangelísticos eran la pasión de este predicador que se adhirió fervientemente a los cinco puntos doctrinales tradicionales del Sínodo de Dort, incluida la elección incondicional. Se le preguntó una vez cómo podía reconciliar su postura entre la teología calvinista y su ferviente predicación evangelística. Él respondió: “Yo no trato de reconciliar a los amigos”.
Spurgeon caminaba en el filo de la navaja entre los extremos del alto calvinismo y del arminianismo. Sin embargo, fue rechazado por muchas de las altas iglesias calvinistas. El pastor de la Capilla Surrey, por ejemplo, pasaba tiempo todos los domingos criticando el sermón anterior de Spurgeon porque no era lo suficientemente calvinista. Al mismo tiempo, Spurgeon ciertamente no fue admitido en los círculos arminianos porque era demasiado calvinista para ellos.
¿Por qué esta paradoja? Spurgeon predicaba lo que entendía de su estudio de la Palabra de Dios y no se preocupaba demasiado por sistematizar demasiado su mensaje. Una lectura rápida de una buena cantidad de sus sermones hace obvio que cuando Spurgeon estudiaba un texto, lo tomaba en serio. Siempre usó su estudio y predicación de la Biblia para señalar a las personas el camino hacia la cruz, no para establecer o defender un sistema doctrinal particular.
Estilo cautivador
Spurgeon estaba dotado de una hermosa voz: tenía melodía, profundidad y una resonancia que podían escuchar miles de personas. Sin embargo, nunca parecía estar esforzándose y extralimitando su voz. También tenía un estilo dramático y cautivador. El gerente del Teatro Drury Lane de Londres dijo alguna vez: "Daría una gran cantidad de dinero si pudiera conseguir que Spurgeon subiera al escenario". No es que Spurgeon fuera un actor; más bien era auténtico y eso fue lo que le dio un estilo tan dramático a su predicación.
Spurgeon también tenía una elocuencia sin igual. Cuando alguien le escuchaba, daba la impresión de que sus símiles, metáforas e ilustraciones dramáticas habían sido preparadas meticulosamente. Cuando se subía al púlpito, llevaba consigo un esquema simple y corto, a veces escrito en el reverso de un sobre, y desde allí derramaba su elocuencia de forma intempestiva. Al mismo tiempo, es justo decir que Spurgeon era un estudioso muy diligente y un lector ávido. Amasó una biblioteca personal de más de doce mil volúmenes, y tenía una memoria prácticamente fotográfica para invocar sus horas de estudio cuando las necesitaba en el púlpito.
¿Spurgeon fue un innovador en su predicación? Spurgeon rompió con la tradición y con las convenciones de su tiempo; no predicaba sermones forzados. Él hablaba en lenguaje común a gente común, de una manera dramática, elocuente e incluso humorística.
Si hubo "novedad" sobre el método de Spurgeon, fue que se esforzó por ser un gran comunicador. Spurgeon nunca olvidó que, si un predicador no se comunica bien, independientemente de su habilidad, sinceridad, teología o dones naturales, el predicador no será lo suficientemente efectivo. Entonces se dirigía a las personas en un lenguaje claro para ellos y hablaba de forma simple a través de sus necesidades más profundas.
Un predicador santo
Pero, ante todo, Spurgeon era un hombre de Dios. La sensibilidad y amplitud de su espiritualidad eran profundas. Era un hombre de oración. Citaba abundantemente a personajes de la historia de la iglesia y a gigantes espirituales del cristianismo.
Cuando la gente caminaba por el Tabernáculo Metropolitano (como se conoció la Iglesia de New Park Street), Spurgeon los llevaba a una sala de oración en el sótano donde la gente siempre estaba de rodillas intercediendo por la iglesia. Entonces el pastor declaraba: “Aquí está el centro de esta iglesia". Dedicado a las Escrituras, a la oración disciplinada y a la vida santa, Spurgeon ejemplificó el compromiso cristiano cuando estaba parado en el púlpito. Esto mismo le dio poder a su predicación.
Quizás sea correcto decir que, como predicador, Spurgeon tenía todo, excepto buena salud. Sufría constantemente de varias dolencias y cayó en depresión grave en varias ocasiones. La gota reumática fue la enfermedad que finalmente le quitó la vida a la edad de 57 años.
Sin embargo, Spurgeon superó las limitaciones físicas y las críticas implacables para establecerse como el mejor predicador victoriano. Fue a la Iglesia Bautista de New Park Street cuando era adolescente y en su primer domingo predicó a ochenta personas. Sin embargo, durante sus treinta y siete años de ministerio allí, la congregación creció hasta convertirse en la iglesia evangélica más grande del mundo.
Cuando uno considera el gran corazón de Spurgeon, su exposición bíblica del evangelio, su relevancia cultural, su estilo dramático y su elocuencia, no es de extrañar que haya causado tanto impacto. Con todo, no podemos idealizarlo, pues estaba lejos de ser un predicador perfecto. Por ejemplo, su exégesis rayaba constantemente en la alegorización, y en su ánimo de traer a los perdidos a Cristo en muchas ocasiones forzaba el texto bíblico para lograr el objetivo.
Sin embargo, Spurgeon predicó un evangelio relevante de tal manera que la gente común, y posteriormente muchos de la alta sociedad, lo escuchaban con gusto. Esta es la esencia de la efectividad y de la relevancia de su ministerio.
¿Y tú? ¿Qué piensas? ¿Cuál crees que fue el factor principal que hacía que la predicación de Spurgeon fuera tan relevante? Si eres predicador, ¿cuáles son los elementos más importantes de la predicación de Spurgeon que quisieras aplicar en tu predicación?
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