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Este personaje es conocido en el mundo de habla hispana como el opositor principal a la doctrina soteriológica de Juan Calvino. Sin embargo, es muy poco conocido por quienes critican su postura y, paradójicamente, también por la gran mayoría de aquellos que defienden su legado. Pocos tienen presente que este teólogo fue un alumno muy destacado y brillante de la doctrina reformada. Por esta y por muchas otras razones vale la pena comprender su vida.
Bienvenidos a este resumen de la vida de Jacobo Arminio (1560-1609). Antes de empezar debemos hacer una aclaración: aquí no hablaremos del arminianismo como doctrina teológica ni de su proceso histórico. Nos centramos en la persona de Jacobo Arminio.
El pastor de Amsterdam
Jacobo Arminio, nació en Holanda, probablemente en 1559. Su padre, un herrero que hacía espadas y armaduras, murió antes de su nacimiento, dejando a la madre viuda al cuidado de varios niños. Más tarde, trágicamente toda su familia fue masacrada en la destrucción de Oudewater en 1575 a manos de los soldados españoles.
Desde su niñez y hasta su adolescencia, Arminio fue educado a través del apoyo de un sacerdote local llamado Teodoro Aemilio, que tenía inclinaciones protestantes. Cuando Aemilio murió en 1575, Rodolgo Snellio, un profesor de la Universidad de Marburgo, acogió a Arminio. En 1576, Arminio se inscribió a la Universidad en Leiden, en la que se distinguió en las matemáticas, la lógica, la teología y los idiomas bíblicos.
Completó sus estudios en Leiden en 1581, pero al ser demasiado joven para ser asignado como pastor, el clero y los gobernadores de Ámsterdam le ofrecieron la oportunidad de continuar su educación en la academia de Calvino, en Ginebra, a donde viajaría en 1583, cuya cátedra de teología estaba ocupada por Teodoro de Beza (1519-1605). Después de una breve estancia en la Universidad de Padua, en Roma, y de una estancia académica en Basilea de 1583 a 1584, Arminio volvió a Ginebra para terminar sus estudios en 1586. Luego regresó a Amsterdam con una recomendación del mismo Teodoro de Beza.
En 1588 fue ordenado como pastor en Ámsterdam, llegando a ser un predicador muy popular. Varios ministros organizaron el rol de la predicación en las diferentes iglesias de la ciudad, y pronto comenzó el turno de Arminio. Al parecer asistía una gran audiencia cada vez que se sabía que él iba a predicar.
Envuelto en controversias
En 1589, Arminio asumió la tarea de refutar a los críticos de la teología de Teodoro de Beza. En ese estudio para defender las posturas del teólogo francés, el joven pastor definió o cambió de postura, y rechazó algunos postulados de Beza derivados de la doctrina de Juan Calvino. Por ese mismo tiempo, Arminio conoció y cortejó a Lijsbet Reael, hija de un miembro del ayuntamiento y, por lo tanto, parte de la alta sociedad de Ámsterdam. Se casaron en 1590.
Arminio se vio de pronto envuelto en la controversia que ya existía entre las iglesias reformadas con respecto a algunas de las enseñanzas de Calvino y de Beza. Su principal opositor de este tiempo fue Pedro Plancio (1552-1622), un pastor que acusó a Armino de pelagiano y de ser demasiado dependiente de los padres de la iglesia, desviándose así de la Confesión Belga y del Catecismo de Heidelberg, declaraciones de credos muy importantes en la iglesia Reformada en sus inicios. Las acusaciones se derivaron de una serie de predicaciones de Arminio sobre Romanos 7 y 9, en 1591 y 1592 respectivamente. Arminio se defendió ante los gobernadores, insistiendo que estaba dentro del límite de los credos de la iglesia, como Heidelberg y la Confesión Belga.
Las discusiones no fueron fructíferas, ya que Arminio aseguraba que se mantenía alineado con los credos y con los padres apostólicos. En cualquier caso, el consistorio de la iglesia encontró aceptable la declaración de Arminio e instó a todos a mantener la paz hasta que un sínodo general de las iglesias pudiera determinar la interpretación correcta. Desde 1593 hasta 1603, la vida y el ministerio de Arminio fueron relativamente pacíficos. Sin embargo, en su casa hubo dificultad, pues dos de sus primeros hijos murieron en la infancia. Una hija y cuatro hijos nacieron posteriormente y sobrevivieron.
En 1602, una plaga tomó la vida de uno de los profesores de teología de la Universidad de Leiden, así que esto le abrió una puerta a Arminio de ingresar a la academia como profesor. En 1603, Arminio fue llamado a una cátedra de teología que mantuvo hasta su muerte. Estos últimos seis años de su vida estuvieron dominados por la controversia teológica, en particular por sus disputas con Francisco Gomaro (1563-1641), su colega en Leiden.
Guerra en el ambiente
A principios de 1605, en medio del ambiente de la guerra por la independencia de los territorios de Holanda de España y de los debates sobre la separación de la iglesia con el estado, se acrecentaron las controversias en todos los ámbitos de la sociedad, incluyendo en el campo de la teología. Las posturas se polarizaron y surgió un nuevo debate sobre las posiciones de Arminio.
Esta batalla fue liderada por Gomaro en contra de los cuestionamientos que Arminio hacía de algunos temas teológicos y políticos. Arminio insistió en que un sínodo nacional debería ser convocado y que debería tener el poder de revisar las confesiones. Unos apoyaban la guerra y otros la paz. Arminio estaba a favor de los medios pacíficos y por ello insistía en que deberían revisarse las confesiones para definir su perspectiva al respecto.
Considerado un hombre de temperamento moderado, Arminio se vio obligado a participar en la controversia contra su propia elección. Anteriormente había afirmado la visión calvinista de la predestinación, que sostenía que los creyentes para la salvación fueron elegidos antes de la caída de Adán, pero gradualmente comenzó a tener dudas sobre esta enseñanza. Para él, la predestinación parecía una posición demasiado dura porque no proporcionaba un lugar para el ejercicio del libre albedrío humano en el proceso de salvación. Por lo tanto, Arminio llegó a afirmar una elección condicional, según la cual Dios elige para la vida eterna a quienes responderán con fe a la oferta divina de salvación. Al hacerlo, quiso poner mayor énfasis en la misericordia de Dios.
Argumentando en este mismo sentido, Arminio consiguió una audiencia ante el Tribunal Superior en 1608, en el que él y Gomaro hicieron su “Declaración de Sentimientos”. Finalmente, en 1609, los Estados Generales pidieron a Arminio y a Gomaro que asistieran a una “conferencia amistosa”, para resolver las controversias. Sin embargo, no pudo concluirse ya que Arminio se enfermó demasiado y no pudo continuar, viéndose obligado a regresar a su casa. Los funcionarios ordenaron que Arminio y Gomaro presentaran sus opiniones por escrito dentro de los 14 días siguientes. Gomaro entregó su trabajo a tiempo. Arminio nunca terminó el suyo, pues el lunes 19 de octubre de 1609 falleció. Su cuerpo fue sepultado debajo de las losas de la iglesia Pieterskerk en Leiden.
Los escritos de Arminio
Hasta aquí no habría mucho que concluir sobre la vida de Arminio, unas posturas inconformes con el calvinismo en el que fue educado que se conocieron casi exclusivamente en los ambientes académicos, una controversia pública que finalmente no concluyó y una muerte repentina. ¿Por qué un personaje con una resonancia tan pequeña en vida llegó a influir tanto en el mundo protestante? La respuesta corta es: sus escritos y un puñado de seguidores que acumuló durante su carrera.
Durante su vida, Arminio escribió muchos tratados teológicos, aunque no se publicaron hasta después de su muerte. Estos incluyen los extensos ensayos sobre Romanos 7 y 9, una larga correspondencia con Francisco Junius (1545–1602) y su obra póstuma Setenta y Nueve Discusiones Privadas.
El pensamiento de Arminio es muy poco conocido en la actualidad. Son más conocidas las obras de algunos de sus seguidores posteriores que interpretaron y siguieron desarrollando su pensamiento. Parte de los escritos de Jacobo Arminio han sido recopilados en Las obras de Arminio, que constan de más de 1500 páginas en las que se puede leer de primera mano su pensamiento.
Después de la muerte de Arminio, algunos de sus seguidores respaldaron sus puntos de vista al firmar la Remonstrance, un documento teológico escrito por Johannes Uyttenbogaert (1557-1644), un ministro de Utrecht, en 1610. Este documento causó una verdadera revolución al interior de las iglesias reformadas en Holanda y una batalla de varios años entre los seguidores de Arminio y los reformados tradicionales.
Aquella batalla fue postergada hasta 1618. Debido al ascenso de los arminianos, la iglesia holandesa convocó un sínodo nacional. El arminianismo se debatió entre 1618 y 1619 en el Sínodo de Dort, en la ciudad holandesa de Dordrecht. El sínodo incluyó delegados de iglesias reformadas en Inglaterra, Alemania, Francia y Suiza, así como delegados de la iglesia holandesa, todos los cuales eran partidarios de Gomaro. El arminianismo fue desacreditado y condenado por el sínodo. Los arminianos presentes fueron expulsados y muchos otros sufrieron persecución.
Sin embargo, en 1629, las obras de Arminio se publicaron por primera vez en Leiden, y en 1630 la Hermandad Remonstrante había alcanzado la tolerancia legal. Pasó mucho tiempo antes de que el arminianismo fuera reconocido oficialmente en los Países Bajos. Se toleró legalmente hasta 1795.
El legado de Arminio
Regresando a Arminio, ¿cuál era su pensamiento y qué tan lejos estaba del calvinismo como para generar tal controversia? Para empezar, debemos decir que Arminio siempre se mantuvo fiel a la Iglesia Reformada y en buena posición con ella, suscribiéndose y comprometiéndose públicamente con la Confesión de Fe belga y con el Catecismo de Heidelberg una y otra vez.
Arminio también citó y elogió con entusiasmo los escritos de Juan Calvino a pesar de su desacuerdo con el reformador sobre la predestinación y la resistencia de la gracia, que no veía como el núcleo central de la teología de Calvino. Al respecto dijo:
“En la interpretación de las Escrituras, Calvino es incomparable. Sus comentarios deben ser más valorados que cualquier cosa que nos sea transmitida en los escritos de los Padres (...) Le concedo un cierto espíritu de profecía en el que se distingue de los demás”.
Algo particular de la vida privada de Arminio es que después de la Biblia y del Catecismo de Heidelberg, su libro favorito era La institución de la religión cristiana de Juan Calvino.
Algunos críticos del arminianismo dicen que la doctrina está centrada en el hombre, poniendo más énfasis en la libertad humana y el amor de Dios que en su gloria y santidad. Eso es sin duda cierto para muchos arminianos posteriores, pero no para Arminio y no para todos los arminianos. Arminio no buscaba construir una postura contraria al calvinismo protestante. No obstante, sin quererlo y sin que su nombre lleve cargado un peso teológico-histórico, como el de Calvino, Arminio se convirtió en el otro arquitecto protestante.
Sería el protestantismo inglés quien acogería la doctrina de Arminio más generosamente. Quizá el que más desarrolló la teología arminiana fue John Wesley (1702-1791), que, a su vez, le daría su apellido a la doctrina: ‘Arminianismo wesleyano’. Esta doctrina, desarrollada posteriormente por el Movimiento de santidad y el segundo gran despertar, fue la que influyó fuertemente en el protestantismo del siglo XIX y XX en las Américas, especialmente en Latinoamérica.
¿Y tú? ¿Qué piensas? ¿Cuál crees que es el legado más grande de Jacobo Arminio al cristianismo de hoy? ¿De qué forma esta controversia del pasado nos afecta hoy en día?
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