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El año 70 d.C. es clave para entender mucho del contexto bíblico del Nuevo Testamento y la historia tanto del judaísmo y el cristianismo. ¿Qué fue lo que sucedió?
Gesio Floro amaba el dinero y odiaba a los judíos. Como procurador romano, gobernó Judea, cuidando poco su religiosidad. Cuando los ingresos fiscales eran bajos, se apoderó de la plata del templo. A causa de la oposición creciente contra él por parte de los judíos, en el año 66 d.C. envió tropas a Jerusalén que masacraron a al menos 3.600 ciudadanos. La acción de Floro provocó una rebelión, la Primera Revuelta Judía (66-73), que se había gestado por años.
La revuelta judía comenzó y se encontró con su amargo final en Masada, el lugar de una gran roca que domina el Mar Muerto, construida originalmente por Herodes el Grande (73 a.C - 4 a.C). Los romanos habían hecho una fortaleza prácticamente inexpugnable allí. Sin embargo, las atrocidades de Floro inspiraron a algunos judíos a atacar Masada. Sorprendentemente, ganaron, masacrando al ejército romano.

En Jerusalén, el capitán del templo se solidarizó con la revuelta al detener los sacrificios diarios al César y pronto toda Jerusalén estaba alborotada, expulsando o matando a las tropas romanas. Entonces toda Judea, y luego Galilea, se rebelaron. Cestio Callus, el gobernador romano de la región, marchó desde Siria con veinte mil soldados y asedió Jerusalén durante seis meses, pero falló. Dejó seis mil soldados romanos muertos, sin mencionar el armamento que los defensores judíos recogieron y usaron.

Guerra contra los judíos
El emperador Nerón (37-68) luego envió a Vespasiano, un general condecorado, para sofocar la rebelión de Judea. Vespasiano detuvo a la oposición en Galilea, luego en Transjordania, luego en Idumea y dio la vuelta a Jerusalén, pero antes del golpe de gracia, Nerón murió. Vespasiano (9-79) se vio envuelto en una lucha de liderazgo que concluyó con los ejércitos orientales pidiéndole que fuera emperador. Uno de sus primeros actos, luego de su asenso como emperador en el año 69 d.C, fue nombrar a su hijo Tito (39-81) para conducir la guerra contra los judíos.


En el tiempo de la rebelión y el asedio, Jerusalén estaba aislada del resto de la nación, y las facciones dentro de la ciudad luchaban por encontrar estrategias de defensa. A medida que avanzaba el asedio, la gente comenzó a morir de hambre y peste. La situación era tal que, por ejemplo, la esposa del sumo sacerdote, que una vez vivió en medio del lujo, tuvo que buscar migajas en las calles.
Mientras tanto, los romanos emplearon máquinas de guerra para lanzar rocas contra los muros de la ciudad. Los defensores judíos luchaban durante el día y reconstruían los muros en la noche. Finalmente, los romanos atravesaron el muro exterior, luego el segundo y finalmente el tercero. Aun así, los judíos lucharon, corriendo hacia el templo como su última línea de defensa.

Ese fue el final para los valientes defensores judíos y para el templo. El historiador Flavio Josefo (37-100) afirmó que Tito quería preservar el templo, pero sus soldados estaban tan furiosos con sus resistentes oponentes que lo quemaron. Finalmente, los judíos de Jerusalén que quedaron vivos fueron asesinados o vendidos como esclavos.
Por otro lado, la resistencia judía que había tomado Masada la mantuvo durante al menos tres años más. Cuando los romanos finalmente construyeron una rampa de asedio e invadieron la fortaleza, encontraron a los defensores muertos: se habían suicidado para evitar ser capturados por extranjeros.

Estos hechos marcaron el fin de un estado judío hasta los tiempos modernos. La destrucción del templo también significó un cambio en la adoración de los judíos (aunque ese cambio había comenzado cuando se habían dispersado después del exilio). La primera destrucción del templo por los babilonios en el año 586 a.C. había obligado a los judíos a convertirse en “Personas del Libro”. El triste final del templo cerró la puerta al sistema de sacrificios. Las ceremonias se ajustaron para el hogar y la sinagoga. El Sanedrín se disolvió y el centro de la religión judía se trasladó a las instituciones educativas de Jamnia.
Separación entre cristianos y judíos
Pero ¿dónde estaban los cristianos? Fuera de la ciudad, básicamente. Muchos habían sido expulsados de Jerusalén por la persecución décadas antes. Eusebio de Cesarea (263-339) escribió que, cuando comenzó la revuelta en el año 66 d.C., algunos de los cristianos judíos restantes huyeron a Pella, una ciudad al otro lado del río Jordán.
Se podría decir que estos eventos balancearon el equilibrio de poder de la joven iglesia hacia los gentiles. Misioneros como el Apóstol Pablo originalmente habían tratado con una iglesia judía fuerte con sede en Jerusalén, pero la no participación de los judíos cristianos en la revuelta creó una brecha obvia entre ellos y sus contrapartes tradicionales.
Después del año 70 d.C., a los cristianos no se les permitió entrar de nuevo en las sinagogas. La caída de Jerusalén, entonces, hizo a los cristianos aún más distintos de los judíos e impulsó a la iglesia a desarrollarse principalmente entre los gentiles.
