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En la actualidad, de las más de 8000 millones de personas en el mundo, 3000 millones no tienen a alguien en su comunidad, universidad o trabajo que les hable acerca del Creador del universo y del amor que Él le ha demostrado a la humanidad. Sin embargo, muy pocos misioneros se dirigen a esos sectores no explorados, y son casi nulos los recursos económicos que se destinan a esas regiones, factores que solo reducen la posibilidad de que allí llegue la Palabra.
Se trata entonces de aproximadamente un 40 % de la población (37,5 % para ser exactos) que vive y muere sin haber escuchado el evangelio. Este desbalance en las misiones se expone ante la Iglesia como un llamado a la acción, pues deja ver que de las 400 000 personas que sirven en el cumplimiento de la Gran Comisión, solo el 3 % se está dirigiendo a esa población que nunca ha escuchado de Jesús. Además, solo el 1 % de los pocos recursos que se destinan a las misiones va a los lugares que no tienen acceso al evangelio.
Todo esto genera una pregunta: ¿estamos participando para que el mensaje del evangelio llegue a cada pueblo, tribu y nación? En este artículo, mencionaremos algunas cifras que nos permitan darnos cuenta del Gran Desequilibrio, también tendremos en cuenta cuáles son algunas de esas poblaciones no alcanzadas y qué herramientas podemos usar para conocer más sobre ellas.
Gran desigualdad en el pueblo cristiano
Según lo mencionado, sabemos que casi la mitad del mundo no tiene la posibilidad de conocer al Creador de los cielos y la tierra, ni su plan de redención. Ahora, un versículo bíblico ha cobrado mucho más sentido después de saber que solo 400 000 cristianos sirven como misioneros en el extranjero: “A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos”, Mateo 9:37 (RVR1960).
Si tenemos en cuenta que para 2020 había 2600 millones de cristianos en el mundo, según el Pew Research Center, solo el 0,015 % de los creyentes está sirviendo a tiempo completo en obras misioneras fuera de sus lugares de origen. Este es un muy bajo porcentaje, casi nulo, de personas llevando el evangelio a otras naciones, lo cual genera una pregunta: ¿será que el llamado misionero es solo para ese porcentaje de cristianos?
Con respecto a los destinos de estos misioneros, 388 000 se dirigen a donde ya se escuchó de Jesús. Así que solo 12 000 están yendo a los lugares no alcanzados, lo cual significa que a cada uno de ellos le correspondería alcanzar a 250 000 personas. Pero, según Missionary Portal, se estima que se necesita un misionero por cada 50 000 personas que no tienen el evangelio al alcance.
Entonces, respondiendo a la pregunta inicial: sí, se está llevando la historia de amor y redención de Dios a pueblos, tribus y naciones no alcanzadas, pero no se está haciendo lo suficiente. De las 3100 millones de personas que allí se encuentran, solo 600 millones (el 19,4 %) podrán ser alcanzadas por el reducido número de misioneros en el extranjero.
¿Cómo pueden las iglesias locales concientizar a sus miembros sobre este desbalance en las labores misioneras?
Le hicimos esta pregunta a Steven Morales, director de contenido en Radical, un ministerio que equipa a los cristianos para que estén en misión. Él comentó que las congregaciones deberían, en primer lugar, reconocer que en gran parte ese desbalance se debe a la idea de que los problemas de los países que no tienen acceso al evangelio son solo de ellos.
Al respecto, dejó en claro que existen muchas razones evidentes por las que ciertos lugares no han sido alcanzados por el evangelio: pobreza, guerra, gobiernos autoritarios que maltratan a sus pueblos, desastres naturales, falta de acceso a educación, medicina y más. En general, suelen ser países en los que sus habitantes no disfrutan de las mismas libertades que los latinoamericanos y los norteamericanos sí. Además, afirmó que debemos reconocer que este es un tema espiritual:
Hay un enemigo, el adversario, que no quiere que las naciones adoren a Jesús y hará todo lo posible para impedir esta misión (...) tenemos que reconocer también que en nuestras iglesias hay una gran falta de atención a la necesidad más grande de las naciones, que es conocer a Jesús.
Por supuesto, Morales reconoció que varias iglesias están haciendo lo que pueden, como celebraciones misioneras con las que se busca informar al pueblo cristiano sobre los países en los que se sufre persecución por causa del evangelio y motivarlos a orar por ello. Aquellos son pasos “simples y fieles que cualquier iglesia puede tomar”. Sin embargo, afirmó que los números no mienten y evidencian un gran desbalance: “la iglesia ha puesto su énfasis, su dinero, sus esfuerzos y sus recursos en (...) el ministerio a nivel local”.
Aquello es bueno, pero no hay un 50-50. Por eso, Morales opinó que la iglesia debe ir más allá de incorporar cualquier actividad en su calendario. “Todo empieza realmente con entender que la misión de Dios de alcanzar a todas las naciones con su evangelio no es lo opcional o extra que le agregamos a la vida cristiana o a nuestro caminar con Jesús. Él hace discípulos y estos hacen discípulos que hacen discípulos”.
En conclusión, Morales hizo un llamado a atender las necesidades físicas de las naciones no alcanzadas, pero, sobre todo, la espiritual: que conozcan a Jesús. Esto es lo que, en su opinión, debe ocupar la mente, el corazón y las manos de cada creyente. Ahora, la poca presencia de misioneros en lugares difíciles no es el único problema en este desequilibrio. La escasez de recursos en estas zonas se ha convertido en otro de los grandes obstáculos.
Pocos recursos para una misión grande
En cuanto al manejo de recursos, vale la pena mencionar que los cristianos alrededor del mundo están dando cerca del 2,5 % de sus ingresos personales a causas cristianas. Además, como se explica en el video, al trabajo transcultural de obreros cristianos se destina menos del 7 % de esa cifra, pero solo el 1 % va a los lugares que no tienen acceso al evangelio. El otro 99 % va a donde ya hay iglesias y traducciones de la Biblia.
En el International Bulletin of Missionary Research (Boletín internacional de investigación misionera) se publicó un estimado del total de los ingresos personales que 2700 millones de cristianos tendrían en 2025. La cifra es de 60 billones de dólares, de los cuales solo 1,5 billones se convertirían en aportes para las causas cristianas y 1050 millones de dólares terminarían destinándose a las poblaciones no alcanzadas. ¿Serían suficientes?
International Mission Board, una organización que sirve a bautistas que cumplen la Gran Comisión, afirma que el promedio global estimado para apoyar financieramente a un misionero es de 60 000 dólares. Tal monto cubre salario, gastos médicos, vivienda, estudio de idiomas, educación de sus hijos, prestaciones para jubilarse, visas y viajes para un adulto. También habría que tener en cuenta los gastos generales o administrativos de las misiones y las ayudas materiales, sociales y estructurales para el lugar al que se va.
Entonces, ¿qué nos puede llevar a recordar la necesidad de enfocar parte de nuestros recursos a la misión de Dios en todas las naciones?
Tres principios bíblicos sobre la evangelización
Steven Morales afirmó que “donde no hay atención, tampoco va a haber recursos”. Por eso, la mejor forma de atraer la atención de la Iglesia cristiana a este tema es a través de la Biblia y de los principios allí plasmados. Este guatemalteco mencionó los siguientes:
1. Dios nos dio un mandato: la Gran Comisión en Mateo 28. Jesús nos instruyó a hacer discípulos de todas las naciones, no sólo de aquella en la que estás.
2. La Biblia nos da un precedente de los Apóstoles haciendo eso mismo: Pablo no solo se quedó en Jerusalén, más bien cruzó fronteras y culturas. Se detuvo en algunos lugares por un par de años, pero finalmente avanzó para llevar el evangelio al siguiente lugar. “Por supuesto, algunas personas se quedaron para plantar iglesias en cada ciudad, pero el evangelio siempre estuvo destinado a ser llevado hasta los confines de la tierra”, aclaró Morales.
3. Las Escrituras también nos dejan ver el resultado final. Apocalipsis 7:9 dice: “Después de esto miré y vi una gran multitud que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero”. Esta es la misión y el objetivo.
Entonces, ¿por qué destinamos tan pocos recursos a las misiones en los lugares más difíciles? “La respuesta simple es que muchas veces permitimos que las razones equivocadas definan el éxito en las misiones”, dijo Morales. Explicó que hay una tendencia en la iglesia occidental a ver las ofrendas a través de un lente demasiado pragmático:
Los donantes y las iglesias quieren asegurarse de que su dinero brinde los mejores resultados. En este caso serían conversiones, bautizos, plantación de iglesias (...) no quieren que su dinero se desperdicie, y estoy de acuerdo: no malgastemos el dinero. Pero el problema es que (...) naturalmente vamos a ir a los lugares con la menor cantidad de resistencia al evangelio, haremos una campaña de evangelismo en lugares que ya son cálidos para el cristianismo.
Así, se terminan gastando recursos en lugares que producirán mayores resultados desde una perspectiva humana, no en países como Afganistán o Yemen. Si se destinaran millones de dólares a esas naciones, todavía sería increíblemente difícil ver crecimiento allí. Sin embargo, Morales rescató que nuestra esperanza y aliento deberían encontrarse en esto:
…en la Gran Comisión, Jesús no nos está llamando a hacer la mayor cantidad de discípulos posibles, Él mandó a hacerlos de todas las naciones. Aunque podamos pensar que algunos países son demasiado difíciles, costosos o que llevará demasiado tiempo alcanzarlos con el evangelio, Dios ya nos ha prometido que personas de toda lengua, tribu y nación lo adorarán. Sabemos cómo termina esta historia.
Así que la Gran Comisión, el patrón misionológico de los apóstoles y la meta final de que personas de toda tribu, lengua y nación estarán adorando al Señor Jesucristo, son principios bíblicos que deben motivar a la Iglesia a enfocar mejor sus recursos cuando se trata de apoyar misiones en lugares de difícil acceso.
Una Biblia para cada lengua
Uno de los factores que nos conduce a meditar en una mejor administración de los fondos destinados a las misiones es la traducción de la Biblia al idioma de la comunidad no alcanzada. En su página web, la Sociedad Bíblica Colombiana informa que “solo la traducción del Antiguo Testamento (...) a un idioma indígena toma en promedio 12 años y su costo es de un millón de dólares americanos”. Con eso como referencia, el Nuevo Testamento costaría aproximadamente medio millón más.
El asunto es que de los 7378 idiomas en el mundo (cifra estimada), solo 724 cuentan con una traducción completa de la Biblia, según Wycliff Global Alliance. La buena noticia es que con ese trabajo se cubre una gran parte de la población: cerca de 6000 millones de personas. Sin embargo, todavía no se ha iniciado la traslación de ninguna porción de las Escrituras para 1680 idiomas, lo cual deja a un poco más de 128,8 millones de individuos sin acceso a ellas y dilata el acercamiento de misioneros que les compartan el evangelio.
También se debe tener en cuenta que ya se ha iniciado un trabajo de traducción de la Biblia a 964 idiomas y que 3589 apenas cuentan con algunas porciones, ambas situaciones inciden en 1243 millones de personas. Para llevarles la Palabra a ellas y a las 128,8 millones mencionadas en el párrafo anterior, serían necesarios 8867,5 millones de dólares. Es probable que no se deban tener en cuenta otras 1155 lenguas porque sus hablantes conocen otro idioma.
Vale la pena aclarar que las cifras de las traducciones de la Biblia son de septiembre de 2022. Para ese entonces, la población mundial no había alcanzado aún la cifra de 8 mil millones, sin embargo, nos permiten tener un panorama más completo del Gran Desequilibrio.
Zonas no alcanzadas que se deberían tener en cuenta
En The 10/40 Window, Getting to the Core of the Core (1990), el misionero Luis Bush mencionó los países en los que no se tiene acceso a libros, biblias, emisoras, prédicas y escuelas cristianas debido a dificultades económicas, sociales o prohibiciones políticas. Algunos son: Afganistán, Bangladesh, China, Etiopía, Indonesia, Jordania, Libia, Kazajistán, Laos, Mongolia, Marruecos, Qatar, Sri Lanka, Turquía, Vietnam, Yemen. ‘Ventana 10/40’ fue el nombre que le dio a la zona, que comprende entre los 10 y los 40° al norte del Ecuador.
Además, en el Congreso de Lausana (1974) se puso sobre la mesa la problemática de los lugares no alcanzados por el evangelio. A partir de entonces, se han creado estrategias, organizaciones, materiales y herramientas que ayuden a cumplir la Gran Comisión en tales poblaciones. Stratus, por ejemplo, es una web que permite conocer el estado social, económico y político de cada país; hace posible identificar las necesidades principales y, en especial, priorizar las más urgentes para reasignar los recursos de forma estratégica.
Islas Maldivas, un lugar paradisiaco que desconoce al Dios del paraíso
Basta con escribir “Maldives” en el buscador de Google, Instagram o Pinterest para encontrar un destino de ensueño: una isla con agua totalmente cristalina, con hospedajes en medio y hasta debajo del mar. Es posible que sea uno de los lugares a los que más anhelan ir quienes aman el sol, la arena y la brisa. Pero, ¿cuántos cristianos han mirado más allá del paisaje paradisiaco de las Islas Maldivas, hacia sus realidades y necesidades?
En Stratus, se pueden tener en cuenta varios criterios para analizar la situación de un país. Uno de ellos es el estado del cristianismo, que comprende dos subcategorías: la adherencia a la religión y el acceso al evangelio. Si esos criterios se tienen en cuenta, así como los factores sociales, políticos, económicos, de libertad de expresión y religiosa, las Maldivas aparecen en el cuarto puesto del ranking de naciones con ‘Más urgencia’ por el mensaje de salvación.
De acuerdo con la información brindada por Joshua Project, el 100 % de la población de aquella isla no ha sido alcanzada, es decir, 493 000 habitantes. Además, según Stratus, la religión primaria es el Islam y la libertad en ese aspecto es relativamente limitada. Hay niveles altos de violencia sexual, abuso de opioides, robo de autos y encarcelamiento. No hay mucho acceso a las Escrituras y se necesitaría un número estimado de 16 obreros pioneros para plantar la primera iglesia.
(Para entender un poco mejor la situación de este país, puedes ver: Cristianos en Maldivas).
Hay quienes ven el cristianismo como una amenaza
Survival es un proyecto con el cual se pretende proteger a las comunidades indígenas de cualquier tipo de contacto que ellos no quieran tener y a sus territorios. Lo complejo es que prácticamente equiparan a los misioneros con las empresas que quieren destruir el hogar de los aborígenes y hasta catalogan como “inmorales” sus intentos de contacto. Afirman que en contactos previos, los cristianos han llevado enfermedades a algunas tribus y en una ocasión esto provocó la muerte del 26 % de una de ellas.
De hecho, en un video que aparece en la página web de Survival, se menciona explícitamente al misionero John Chau como alguien que ignoró las advertencias de la comunidad a la que él quería compartirle el evangelio y que, al parecer, terminó quitándole la vida. Sin embargo, precisamente de él podemos aprender no solo a dar nuestra vida por el evangelio, sino a lo diligentes que debemos ser antes de establecer un contacto (él tuvo todo un esquema de vacunación previendo un suceso de este tipo).
A pesar de tales perspectivas, entendibles en cierta medida, Survivor puede serle útil a la Iglesia para saber qué poblaciones no han recibido el evangelio, qué idioma o lengua hablan y qué aspectos se deben tener en cuenta para un posible, futuro y, por supuesto, respetuoso acercamiento. Sus afirmaciones dan pie para que recordemos al misionero anglicano Charles Sadleir, quien llegó a ser llamado ‘cacique’ por los mapuches de Chile, debido a sus incansables aportes a la comunidad.
También podemos tener en cuenta a Mary Slessor, quien expuso su vida al acercarse a una tribu en Okoyong, Nigeria, pero logró que la recibieran y, más tarde, que dejaran de asesinar a los gemelos recién nacidos, pues creían que eran una maldición. Además, gracias a su intervención, se dejó de usar una mezcla venenosa con la que supuestamente determinaban si alguien era culpable de un crimen en un juicio tribal, lo cual llevó a la muerte a muchos inocentes.
Al final, no es una novedad que desde afuera se critique a los cristianos por querer cumplir con la Gran Comisión y que se dejen de lado ese tipo de intervenciones positivas en las comunidades tribales. Pero lo importante es que quienes, por la gracia de Dios, hemos entendido y recibido el evangelio, comprendamos la importancia de llevar a cabo esta tarea teniendo en cuenta el Gran Desequilibrio que existe.
Efectivamente, son pocos los obreros para tanta mies, así que “rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”, Mateo 9:38 (RVR1960). Nuestra oración es necesaria y los recursos que aportemos a este propósito serán obras que evidencien nuestra fe. Pero, sobre todo, recordemos que no hay forma de que las personas acepten el evangelio si no lo oyen, porque “¿Y cómo oirán si no hay quien les predique?”, Romanos 10:14 (RVC). Seamos también esos obreros y recordemos lo que dijo Steven Morales:
Hay muchos lugares en esta tierra que son como desiertos espiritualmente secos, donde es difícil ver crecer algo. Sin embargo, Dios puede usar a personas como tú y yo para llevar el evangelio a estos lugares o para apoyar los esfuerzos de creyentes que ya están ahí. Pero la pregunta es: ¿le creemos a Dios que puede hacerlo? Eso se evidenciará en la manera en que gastamos nuestro tiempo y nuestros recursos en la iglesia.
Cuando tomamos un paso atrás y vemos desde la perspectiva de Dios los desafíos y obstáculos que enfrentan los misioneros, y no desde la nuestra, podemos notar que por más difícil que sea alcanzar un lugar o un grupo de personas, Dios tiene el poder para hacerlo. Un misionero le recordó a Morales que “el mismo Dios que puede demostrar su poder al crear un bosque verde lleno de vida silvestre también puede demostrar su poder al hacer brotar una flor solitaria en el desierto”.
Referencias y bibliografía
- All countries, Joshua Project.
- Christian Missionary Statistics, Missionary Portal.
- Cifras traducciones, Wycliffe.
- Costo de la traducción de la Biblia, Sociedades Bíblicas Colombianas.
- ¿Cuánto cuesta financiar a un misionero?, International Mission Board (IMB)
- International Bulletin of Missionary Research, vol. 39.
- ¿Por qué gran parte del mundo está aún sin evangelizar?, Got Questions.
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