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Algunas biografías de esta mujer la retratan como una supermamá con una familia numerosa, que se destacó en la gestión de su tiempo y se convirtió en pionera del homeschool (colegio en casa). Fue madre de dos figuras prominentes en la historia de la iglesia y las opiniones sobre su estilo de crianza son diversas.
Pero, ¿realmente fue una madre tan ejemplar? ¿Cuál fue su metodología para criar a sus hijos? ¿Qué podemos aprender de la forma en que los educó? ¿Cometió algún error? Este es un resumen de la vida de Susanna Wesley.
Una niñez entre libros y argumentos
Susanna nació en Londres el 20 de enero de 1669, en el hogar de un clérigo llamado Samuel Annesley. Fue la última de veinticinco hermanos y su padre era un prominente pastor no conformista con una clara inclinación puritana, que se convirtió en uno de los expulsados del ministerio anglicano pues se negó a adherirse al nuevo Libro de oración, publicado en 1662.
Al ser un clérigo no conformista, Samuel imprimió en sus hijos ideas religiosas que diferían de la Iglesia de Inglaterra. Con el tiempo, se convirtió en el amado pastor de una gran congregación disidente en Londres. La madre de Susanna era una cristiana seria y se esforzó en inculcar la fe cristiana a su numerosa familia.
Pero, a pesar de tener tantos hijos, el reverendo Annesley les proporcionó a todos una educación de altísima calidad. Esto incluía también a sus hijas mujeres, entre ellas, Susanna. El ambiente familiar animaba mucho a los hijos a leer libros de la gran biblioteca que tenían, así que desarrollaron criterios y puntos de vista muy sólidos. Debido a eso, Susanna obtuvo un excelente dominio de los idiomas y es bien sabido que poseía un conocimiento teológico superior al de muchos ministros de su tiempo.
Es probable que Susanna haya estado expuesta a diversos argumentos que cuestionaban la Iglesia de Inglaterra y favorecían a los disidentes, dado que la residencia de la familia Annesley fue un punto de encuentro para importantes ministros de esa corriente, como Thomas Manton, Richard Baxter y John Owen. Como consecuencia, Susanna aprendió a cuestionar las ideas con las que no estaba totalmente de acuerdo, un rasgo que sin duda aprendió en su propia casa. Una muestra de esto es que en 1682, cuando tenía tan solo 13 años, sorpresivamente le dijo a su padre que quería unirse a la Iglesia de Inglaterra por convicción propia. El asunto parece que no fue muy discutido por el Señor Anessley, quien aceptó la decisión de su hija.
De señorita Anessley a señora Wesley
En agosto de 1682, la hermana de Susanna, Elizabeth, se casó y en la boda, Susanna conoció a Samuel Wesley. Seis años después, en el invierno de 1688, Susanna, que para ese entonces tenía 19 años, se casó con Samuel, que era siete años mayor que ella. Samuel Wesley también era un disidente de la Iglesia de Inglaterra, pero terminó siendo ministro anglicano, tal vez por la influencia de la propia Susanna.
En los inicios del matrimonio, Samuel Wesley pastoreó varias iglesias a lo largo de Inglaterra. Sin embargo, en 1697, la familia se trasladó al poblado de Epworth. Parece que, igual que en casa de sus padres, a Susanna no le molestaba la idea de tener una familia numerosa: los Wesley tuvieron diecinueve hijos. Sin embargo, debido a la alta tasa de mortalidad infantil de ese momento, solo diez llegaron a una edad adulta.
Planificación, estructura y disciplina
Susanna fue la madre y principal responsable de la educación espiritual de uno de los dúos más grandes de la historia de la iglesia: John y Charles Wesley. Probablemente esa es la razón por la que Susanna es más conocida. Se trata de los fundadores del movimiento metodista, quienes fueron figuras claves en el Gran Despertar de ese movimiento.
La señora Wesley se tomaba muy en serio la educación de sus hijos, a tal punto que en febrero de 1709, tras un incendio de la casa pastoral en Epworth, los niños fueron alojados temporalmente con otras familias. Pero ella quería que regresaran lo más pronto posible, pues pensaba que, al estar fuera de su supervisión, olvidarían fácilmente la estricta observancia del día del Señor que se les había enseñado en casa, y que aprenderían hábitos que los distraerían de su crecimiento espiritual.
Su compromiso con la formación de sus hijos la llevó a enseñarles de manera rigurosa y con la más alta calidad educativa posible. Desde los cinco años, iniciaba sus procesos de educación formal enseñándoles el abecedario en el primer día de clases. Cuando sus hijas Molly y Nancy tardaron más de un día y medio en aprenderlo, se sintió frustrada por su lento progreso. Tal era su nivel de exigencia.
Además, impartía clases de griego y latín. Un dato interesante es que su hija Hetty, con tan solo ocho años, ya podía leer partes del Nuevo Testamento en griego de manera fluida. Otro rasgo particular de la educación impartida por Susanna es que ella enseñaba por igual a varones y a mujeres. Siempre fue una crítica de que se le diera prioridad a la educación masculina y que se menoscabara en el proceso lo que las niñas podían aprender.
Su metodología de educación es toda una leyenda. Por ejemplo, la planificación de la educación de sus hijos incluía sacar un espacio semanal para cada uno de ellos, por separado. Ella creía que a los niños se les debería enseñar a leer a una edad temprana y que los padres deberían tener un papel activo en su desarrollo espiritual. Su trasfondo puritano mezclado con su orientación hacia el anglicanismo, hizo que la educación de sus hijos tuviera matices de la piedad puritana, la espiritualidad de los disidentes de la Iglesia de Inglaterra, y el orden y sacramentalismo del anglicanismo.
Susanna logró imprimir en el carácter de sus hijos unos patrones firmes y organizados para su vida diaria. No solo se los enseñó, también se los modeló y les ayudó a que fueran incorporados. Además, les enseñó modales claros que debían ser evidentes, esto les ayudó a ser obedientes y a seguir las instrucciones tanto de su madre como de su padre. Aunque algunos podrían pensar que la disciplina rigurosa impuso una distancia entre padres e hijos, no hay mucha evidencia que respalde esta idea. De hecho, se sabe que Susanna y Samuel mantuvieron siempre una relación amistosa con todos sus hijos, incluso cuando estos ya eran mayores.
Algunos inconvenientes
La sólida formación de Susanna en asuntos teológicos, bíblicos y doctrinales, también la llevó a ser una maestra natural para los niños de su iglesia e incluso para los adultos. En ocasiones, incluso llegó a tener dificultades con su esposo porque terminaba enseñando de mejor manera que algunos clérigos de la congregación que él dirigía.
En 1705, uno de los acreedores de Samuel Wesley lo llevó a prisión por deudas, lo que resultó en varios meses de encarcelamiento. Durante ese tiempo, Susanna tuvo que luchar para mantener a la familia alimentada. Finalmente, gracias a la amabilidad de algunas personas que pagaron su deuda, Samuel fue puesto en libertad. Sin embargo, debido a sus malos hábitos en esa área, a menudo enfrentaron dificultades financieras, vivían bajo una constante presión y endeudamiento. Solo gracias a la paciencia de los acreedores y a la amabilidad de otros clérigos, lograban mantenerse a flote y asegurar un techo y su alimentación.
La influencia de su modelo de educación en el metodismo
Una pregunta interesante es: ¿Qué tanto influyó Susanna en el movimiento metodista que iniciaron sus hijos? Muchos historiadores han especulado sobre este asunto y se han concluido algunas hipótesis. Por ejemplo, una característica distintiva de los hermanos Wesley era su marcada tendencia hacia el orden y la metodología, lo que finalmente les valió el apodo de “metodistas”. Esta inclinación probablemente se debió a la formación que recibieron de su madre. En John y Charles se observa una tensión entre el puritanismo y el anglicanismo, que también fue experimentada por ella. Esto evidencia que los hermanos fusionaron las mejores ideas de ambos mundos en su movimiento.
Según otros expertos, la influencia de Susanna como líder en reuniones de estudio bíblico y oración podría haber sido un factor importante en la formación de las sociedades metodistas. Aunque, en un principio, los Wesley tenían dudas acerca de si los laicos debían enseñar la Biblia, con el tiempo comenzaron a delegar cada vez más la enseñanza a personas que no eran ministros ordenados.
Cuando John ya era un predicador famoso, le escribió a su madre para preguntarle cómo los había educado a él y a sus hermanos, y así poder escribir al respecto. John probablemente utilizó estas ideas en el desarrollo de la Escuela Kingswood, de la que se hizo cargo en 1748. La intención inicial de la escuela era enseñar a leer a los pobres. Al igual que su madre, John también vio la importancia de brindar educación a las niñas y allí se las proporcionó.
Algunas ideas sobre la crianza que Susanna le escribió a su hijo John incluían:
- Refrena la tenaz voluntad en el niño, así como la de aquellos que colaboran con Dios para salvar el alma del niño.
- Enseña a tu hijo a orar apenas aprenda a hablar.
- Solicita que todos estén en quietud durante el tiempo de devoción familiar.
- Para evitar las mentiras, no castigues las faltas que han confesado y de las cuales se han arrepentido.
- Nunca permitas que una acción pecaminosa quede sin castigo.
- Enseña a los niños a tener temor de la vara.
- Nunca castigues dos veces al niño por la misma ofensa.
- Elogia y recompensa el buen comportamiento.
- Reconoce todo esfuerzo por complacer, aun cuando no se realice cabalmente.
- Cumple debidamente todas tus promesas.
No obstante, es posible que un aspecto de la educación que Susanna les brindó a sus hijos haya sido problemático. Al insistir en un programa tan riguroso de gestión del tiempo y en una vida santa tan meticulosa a través del esfuerzo personal, tal vez les transmitió una visión distorsionada de la vida cristiana. No sorprende que, cuando estaban en Oxford, tanto John como Charles estuvieran tan confundidos acerca del camino de la salvación. Con algunos amigos, fundaron el “Holy Club”, una sociedad para que los miembros se estimularan mutuamente a una vida de buenas obras, en extremo disciplinada y metódica. Este enfoque educativo tenía sus beneficios, sin embargo, estaba basado en una premisa errónea: que podemos agradar a Dios a través de nuestros propios esfuerzos.
John y Charles fueron ordenados y sirvieron como misioneros antes de descubrir que su concepción de la salvación estaba distorsionada. Fue solo a través del contacto con los misioneros moravos que aprendieron que la salvación es un regalo de gracia otorgado por Dios al pecador, y que no se gana con esfuerzos propios. A pesar de todo, hoy Susanna es recordada como una cristiana devota, una madre amorosa y una fuerte influencia en el desarrollo de sus hijos, quienes tuvieron un profundo impacto en el panorama espiritual de su tiempo.
Sus últimos días y preguntas para reflexionar
Después del fallecimiento de su esposo, en 1735, Susanna dejó Epworth y se vio obligada a vender gran parte de sus muebles para pagar las deudas pendientes. Hacia el final de sus días, vivió con varios de sus hijos. En su último año, estuvo bajo el cuidado de John. Susanna murió en julio de 1742 y fue enterrada en Londres. Así terminó la vida de una de las mujeres más famosas de toda la historia de la iglesia.
De Susanna Wesley podemos aprender la importancia de la educación de calidad, la constancia, la disciplina, la guía espiritual, la paciencia y la perseverancia en la crianza. Sin embargo, queremos preguntarte: ¿Qué fallas o agujeros consideras que tuvo el método educativo de Susanna Wesley? ¿Crees que su modelo de crianza deja una enseñanza para las madres del siglo XXI? ¿Qué estrategias y principios de crianza expuestos por ella son relevantes para hoy?
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