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Cuando escuchamos las palabras “San Valentín”, nos vienen a la mente la fecha 14 de febrero, muchos corazones rojos, flores y declaraciones de amor. Pero, detrás de la imagen comercializada de esta festividad, hay una historia mucho más trascendente; aunque en gran parte está envuelta en misterio, su narrativa revela a un hombre cuya fe lo llevó al martirio.
¿Quién fue Valentín? ¿Qué tiene que ver esta historia con la persecución a los cristianos? ¿Cómo es que este hombre terminó asociado con los enamorados? ¿Por qué celebramos el 14 de febrero?

El Valentín histórico
Es complicado definir una figura histórica que corresponda exactamente con la idea que tenemos del hombre que originó la imagen de San Valentín. Entre varias razones, esto se debe a que, curiosamente, el nombre “Valentín” era bastante común en el mundo romano, y no es de extrañar debido a su significado: fuerte, vigoroso o digno. Así pues, era común que muchos creyentes se llamaran así y que algunos de ellos se destacaran por su fe y ejemplo para la Iglesia.
La historia registra al menos a una decena de personajes destacados dentro del cristianismo que llevaban este nombre. En consecuencia, tres personajes podrían estar relacionados con el 14 de febrero, pero solo dos de ellos son los más reconocidos: el primero es un ministro en Roma y el otro es un obispo de la actual ciudad de Terni. Hoy se considera que los relatos de sus vidas se pudieron entrelazar en algún punto de la Edad Media, lo cual dio origen a la idea moderna de San Valentín.

Sin embargo, para no ensombrecer la tradición de San Valentín tratando de descubrir al personaje real, recordemos la historia que inspiró la celebración del 14 de febrero y el interesante significado cristiano que tiene este relato.

Un ministro en tiempos peligrosos
No era fácil ser cristiano en el Imperio romano durante el siglo III. Aunque las persecuciones no siempre eran orquestadas u organizadas directamente por las autoridades, según una tradición medieval, la situación se tornó compleja para la Iglesia en tiempos del emperador Claudio II, quien gobernó del año 268 al 270.
Claudio, que era conocido como “el Gótico” debido a sus victorias militares contra los godos, había reconocido su necesidad de reclutar a nuevos soldados para sus campañas. Su estrategia para conseguirlos fue bastante peculiar: el relato dice que prohibió temporalmente el matrimonio entre jóvenes para que más hombres tuvieran la posibilidad de enlistarse en el ejército.
Justo ahí entró en escena el famoso Valentín. Según cuenta la tradición, este ministro desafió la orden del emperador al seguir celebrando bodas cristianas en la clandestinidad. Por supuesto, las autoridades romanas no pasaron esto por alto. Luego de ser descubierto, Valentín fue arrestado y llevado ante Claudio II. En un comienzo, se dice que el emperador le tomó cierto aprecio, pero su paciencia llegó a su límite cuando el predicador intentó convencerlo de abrazar el cristianismo. Entonces, Valentín fue condenado a muerte.

Martirio y leyenda
Según se ha contado, el 14 de febrero del año 269, Valentín fue ejecutado. Algunas tradiciones dicen que lo golpearon con garrotes antes de decapitarlo en la Vía Flaminia, un importante camino romano. Pero, como suele ocurrir con muchas figuras de la antigüedad, las historias que rodean su muerte no terminan ahí. Un relato particularmente popular en la tradición dice que mientras estaba en prisión, Valentín oró por la hija ciega de Asterio, su carcelero. La joven se sanó y, como consecuencia, el hombre se convirtió al cristianismo junto con muchos miembros de su familia.
Otra versión de la historia añade que, antes de ser ejecutado, Valentín le escribió una carta firmada a la hija de Asterio con las palabras “de tu Valentín”, lo que habría dado origen a la tradición de las tarjetas de San Valentín. A esto se suma la leyenda que afirma que, para “recordar a estos hombres sus votos y el amor de Dios, Valentín cortó corazones de pergamino” y se los regaló a unos cristianos que se habían casado en secreto y que ahora eran perseguidos. Esta asociación condujo a un posible origen del uso de corazones el día de San Valentín.

Está claro que estos detalles pueden haber sido construidos con el tiempo para embellecer la historia. Lo que sí es seguro es que un creyente llamado Valentín fue un mártir respetado y recordado desde los primeros siglos como un cristiano que murió por su fe. Su tumba en la Vía Flaminia se convirtió en un lugar reconocido y, con el tiempo, su fama se extendió por toda Europa y posteriormente por todo el mundo cristiano. Pero, ¿en qué momento de la historia se le asoció con el amor?
El verdadero significado de San Valentín
A finales del siglo V, la Iglesia empezó a usar el 14 de febrero como una fecha para recordar a Valentín, lo cual se popularizó cada vez más a lo largo de la Edad Media. En aquella época, Valentín comenzó a ser vinculado con el amor de esposos. Geoffrey Chaucer, un poeta inglés del siglo XIV, fue quien inició esta asociación al escribir en su obra El parlamento de las aves que los pájaros elegían pareja los 14 de febrero.

Dicha idea se mezcló con la tradición de Valentín el mártir y, para el siglo XV, ya era costumbre que los enamorados en Inglaterra y Francia intercambiaran notas en esa fecha. Hoy en día, el 14 de febrero hace parte del calendario litúrgico de las Iglesias luterana y anglicana.
En la actualidad, el Día de San Valentín está más fuertemente influenciado por un sentido comercial que por el recuerdo de un mártir de la iglesia. Sin embargo, entender el origen de esta celebración nos recuerda algo más profundo: Valentín no fue solo un romántico que defendió el amor entre enamorados, sino un hombre de convicciones firmes que arriesgó y perdió su vida por su fe.
Michael A. G. Haykin, profesor de historia de la iglesia en el The Southern Baptist Theological Seminary, dijo:
No hay nada inherentemente malo con las tradiciones comerciales modernas, pero el Día de San Valentín es una buena fecha para recordar también que hay un amor que sobrepasa a todos los terrenales: nuestro amor por nuestro gran Dios y nuestro Salvador, Su amado Hijo divino, Jesús.

Así que, aunque regalar chocolates y flores no es necesariamente pecaminoso, este día también puede ser una oportunidad para recordar que el amor verdadero va más allá de lo sentimental o lo romántico. Es un día para recordar la muerte de muchos de nuestros hermanos en el pasado que dieron su vida por sus convicciones cristianas.
¿Conocías la historia del verdadero San Valentín? ¿De qué manera los relatos sobre nuestros hermanos perseguidos inspiran a la iglesia de hoy? ¿Cómo podemos rescatar el valor cristiano del Día de San Valentín en un mundo que lo ha convertido en una celebración enfocada en el amor de pareja?
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