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Por predicar el evangelio, este hombre soportó 14 años de encarcelamiento y tortura en una cruda y precaria prisión. Su voz se convirtió en una de las más importantes de la historia a favor de la iglesia perseguida.

Evangelismo en la Segunda Guerra Mundial
Richard Wurmbrand nació el 24 de marzo de 1909 en Bucarest, Rumania. Fue el menor de los cuatro hijos de una familia judía. Sus primeros años transcurrieron en Estambul, pero cuando el pequeño Richard tenía 9 años, su padre murió y la familia tuvo que regresar a Rumania cuando él ya era un adolescente de 15 años. Luego, el adolescente Richard fue enviado a Moscú para estudiar. Cuando regresó a su país, Wurmbrand ya era un importante líder político y agente de bolsa. También fue coordinador del comité comunista que era sostenido directamente por el gobierno comunista de Moscú.

En octubre de 1936, Wurmbrand se casó con Sabina Oster, quien también era judía. Pronto, el nuevo matrimonio conoció el cristianismo y ambos se convirtieron dos años después de casados. Su conversión estuvo fuertemente influida por el testimonio de un carpintero cristiano alemán sin educación llamado Christian Wolfkes, quien les entregó una Biblia y los instó a leer uno de los Evangelios. En poco tiempo de estar cerca de la Escritura, Richard fue ordenado como ministro anglicano.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Richard y Sabina aprovecharon la oportunidad para evangelizar a las tropas alemanas que habían ocupado el país. Predicaron en los refugios antiaéreos y ayudaron en el rescate de muchos niños judíos de los guetos. Por estas acciones, fueron arrestados y golpeados repetidamente, y casi fueron ejecutados en una ocasión. Sabina también tuvo que ver cómo toda su familia judía fue arrestada y asesinada en los campos de concentración.

“Prisionero número 1”
Un momento decisivo llegó en 1944, cuando los soviéticos invadieron Rumania como un primer paso para instalar un gobierno comunista en el país. Wurmbrand decidió empezar a trabajar para alcanzar a los soldados del Ejército Rojo y a sus compatriotas con el evangelio. Pero cuando el régimen se dio cuenta de la labor de Wurmbrand y quiso controlar la labor de las iglesias, el ministerio se hizo clandestino.

En 1945, en un congreso de cultos organizado por el gobierno rumano al que los Wurmbrand asistieron, Richard se puso de pie y denunció el control del gobierno sobre las iglesias. Declaró a los delegados, cuyos discursos se transmitieron a toda la nación, que su deber era glorificar a Dios y solo a Cristo. La denuncia se producía ya que muchos líderes religiosos comenzaron a elogiar al comunismo y a jurar lealtad al nuevo régimen.
En los próximos dos años, los Wurmbrand y su iglesia distribuyeron al menos un millón de copias de evangelios a las tropas rusas, a menudo disfrazando los libros como propaganda comunista, mientras ayudaban también a organizar el contrabando de evangelios a Rusia. Las denuncias públicas contra el régimen y la labor evangelística de Richard, lo pusieron en el primer plano de la vigilancia del estado, hasta que en febrero de 1948 fue arrestado mientras se dirigía a un servicio en su iglesia. Fue encerrado en una celda solitaria y etiquetado como “Prisionero número 1”.
Wurmbrand pasaría por varias cárceles del país. Estuvo tres años en confinamiento solitario. Gran parte de este confinamiento lo vivió en un cuarto a doce metros bajo tierra en una celda sin luces ni ventanas, donde ni siquiera existía el sonido, pues los guardias llevaban fieltro en las suelas de sus botas para no hacer ningún tipo de ruido.

Tortura profunda
Para soportar la tortura del aislamiento total, Wurmbrand dormía durante el día para permanecer despierto durante la noche y poder ejercitar su mente y alma componiendo sermones y luego recitándolos en voz alta. Poseía una gran memoria, al punto de recordar al menos 350 de esos sermones que escribió en prisión y que luego serían plasmados en un libro. Sin embargo, durante su encarcelamiento, pudo establecer comunicación con otros presos hablando en código morse en la pared. De esta manera podía ser luz para sus compañeros en medio del encierro total. Wurmbrand sería trasladado a una celda grupal, donde los castigos y las torturas continuaron por cinco años más.
Durante este tiempo, los amigos y familia de Wurmbrand intentaron tener información de su estado. Sin embargo, se dieron cuenta de que se había usado un nombre falso en los registros penitenciarios para que no se pudiera rastrear su paradero. Miembros de la policía estatal conocían el entorno social del pastor y en varias ocasiones visitaron a Sabina, la esposa de Wurmbrand, haciéndose pasar por compañeros de prisión liberados afirmando haber asistido al funeral de su esposo en la cárcel.
Wurmbrand sería liberado de este encarcelamiento en 1956, después de ocho años y medio de prisión. Una de las condiciones de su liberación era que no volviera a predicar. Sin embargo, reanudó su ministerio muy pronto a través de una iglesia clandestina.
Tan solo tres años después, en 1959, fue arrestado nuevamente y condenado a 25 años de prisión. Pero esta vez, el encarcelamiento sería mucho más cruel. Wurmbrand sería golpeado y torturado de formas profundamente dolorosas. La tortura física incluyó ser quemado, mutilado y encerrado en un gran refrigerador congelado. Un día fue golpeado en las plantas de los pies hasta que le arrancaron la carne, y al día otro fue golpeado hasta los huesos. También fue obligado a presenciar la humillación de otros prisioneros cristianos. Wurmbrand llevaría las marcas de estas torturas durante el resto de su vida.
Durante este encarcelamiento, Sabina también recibió la visita de agentes que afirmaban que Wurmbrand había muerto, pero ella no creyó esa versión. La misma Sabina había sido arrestada y encarcelada en 1950, pasando tres años de trabajos forzados en la prisión mientras dejaba a su hijo de 9 años solo y sin hogar. Luego el niño sería acogido por amigos cristianos, que se arriesgaron a ser encarcelados por cuidar al hijo de un preso político. Para ese momento, Wurmbrand ya se había hecho conocido a nivel internacional. Sin embargo, cuando los diplomáticos extranjeros preguntaron al gobierno comunista rumano por él, les dijeron que había huido del país.
El único hijo del matrimonio Wurmbrand, llamado Mihai, que para entonces ya era un joven, fue expulsado de sus estudios universitarios de tres instituciones distintas ya que su padre era considerado como un preso político. Mihai intentó huir a Noruega para evitar ser reclutado en el servicio militar obligatorio, pero no pudo lograrlo.

La voz de los mártires
Finalmente, Wurmbrand recibió una amnistía en 1964 y fue liberado. Preocupados por la posibilidad de que fuera encarcelado nuevamente, la Misión Noruega a los judíos y la Alianza Cristiana Hebrea negociaron con las autoridades comunistas su liberación. Fue convencido por los líderes de la iglesia clandestina de irse del país y desde el exterior ser una voz a favor de la iglesia perseguida.
Wurmbrand viajó a Noruega, Inglaterra y luego a los Estados Unidos. En mayo de 1966, dio testimonio ante el Subcomité de Seguridad Interna del Senado en Washington. Durante el testimonio, se quitó la camisa frente a las cámaras para mostrar al menos 18 cicatrices de su tortura. “Si les mostrara mi cuerpo, me pregunto si podrían soportar mirarlo”, dijo a los periodistas. Su historia se publicó en periódicos de Estados Unidos, Europa y Asia. A partir de entonces fue conocido como “La voz de la iglesia subterránea” ya que su trabajo estuvo enfocado en dar a conocer la realidad de los cristianos que eran perseguidos, especialmente en países con regímenes comunistas.

La misión de los Wurmbrand, fundada en 1965, contrabandeó biblias, apoyó a pastores clandestinos y ofreció ayuda financiera a los familiares de los encarcelados o asesinados por sus creencias religiosas. En 1967 fundaron la organización “Jesús al mundo comunista” más tarde renombrada como “La voz de los mártires”. Esta organización interdenominacional empezó a trabajar inicialmente con y para los cristianos perseguidos en países comunistas, pero posteriormente extendió sus actividades para apoyar a los cristianos perseguidos en otros contextos, especialmente en el mundo musulmán.

Cristianos perseguidos hoy
En 1990, los Wurmbrand regresaron a Rumania, luego de 25 años de exilio. “La voz de los mártires” abrió una imprenta y una librería en Bucarest y el nuevo alcalde de la ciudad le ofreció a la organización un espacio de almacenamiento en la misma prisión en la que Wurmbrand había pasado gran parte de su encarcelamiento y donde había orado por un ministerio libre en su patria.
Wurmbrand escribiría 18 libros en inglés y otros en rumano. Su libro más popular titulado "Torturado por Cristo" fue publicado por primera vez en 1967. En él se cuenta su testimonio de encarcelamiento y sufrimiento en prisión. El libro ha sido traducido a al menos 50 idiomas y es un testimonio vivo de que la tortura y la persecución a los cristianos seguía viva en el siglo XX, pero también es un testimonio del precio que muchos tienen que pagar por proclamar el nombre del Señor hoy.

Una de las frases más populares de Wurmbrand fue: “Odia a los sistemas malignos, pero ama a tus perseguidores. Ama sus almas y trata de ganarlas para Cristo”. Murió el 17 de febrero del 2001 en los Estados Unidos. Su esposa Sabina había muerto tan solo seis meses antes. En el año 2006, fue elegido en el quinto lugar en la lista de “los mejores rumanos de la historia” según una encuesta de la televisión estatal rumana.
¿Y tú? ¿Qué piensas? ¿Qué tanto sufrimiento estarías dispuesto a soportar sin negar tus convicciones en el evangelio? ¿Has considerado el hecho de que la libertad que tienes para vivir y compartir tu fe no la tienen otros hermanos alrededor del mundo? ¿De qué forma te puedes comprometer con la iglesia perseguida?
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