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Cada mensaje de la Biblia es determinante, veraz e imperativo. Por eso, cuando se lee en Romanos 10:17 (RVR1960): “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra…”, la claridad es absoluta, no hay lugar para cuestionamientos. Sin embargo, sí es posible dar un buen espacio al menos a una incógnita inspirada en una necesidad: ¿cómo hará, entonces, una persona que no puede escuchar para conocer la verdad y desarrollar su fe?
La respuesta la tiene Eliana Zuluaga, quien sirve en Medellín como intérprete para sordos: “Hay una frase que es anónima, no tenemos el nombre de su autora, aunque sabemos que se trata de una sorda estadounidense que el día de su grado dijo: ‘escucho con mis ojos, hablo con mis manos, pero, al igual que tú, siento con mi corazón’. Los sordos oyen la palabra a través de la lengua de señas”.
Eliana tarda unos minutos para sumar recuerdos y así poder concluir que ya son 30 los años que completa en su servicio. Esto sin contar casi 12 meses de una pausa durante la cual pensó que su labor cambiaría de rumbo, pero que finalizó cuando la voluntad de Dios reiteró que eran sus manos y no su voz las que debían mostrar a Cristo.
Y es que alcanzar a esta población, como a cualquier otra, no es un tema menor. La Organización Mundial de la Salud afirma que más del 5 % de las personas que habitan el planeta, es decir, 430 millones, padecen lo que se denomina “una pérdida de audición discapacitante”. Mientras que, según la Encuesta Nacional de Calidad de Vida del DANE (2021), el número supera ligeramente las 459 000 en Colombia.
Pese a que desde la ignorancia se piense que una persona sorda puede, por ejemplo, comunicarse fácilmente a través de la palabra escrita, la realidad es muy diferente. Tanto así, que muchas de ellas no pueden ni siquiera conocer al Señor leyendo las Escrituras. En su caso, para leer la Biblia deben ser bilingües.
Eliana explica que cualquiera que tenga algún grado de pérdida de capacidad auditiva, bien sea total o parcial, es considerado sordo. Sin embargo, advierte que esta población no es homogénea: algunos se comunican oralmente, tras recibir terapias de lenguaje; otros son señantes, y optan por usar exclusivamente su lengua o idioma; y hay quienes son bilingües, es decir, pueden comunicarse con señas y oralmente o por medio de textos.
Tales particularidades se suman a que la lengua de señas tampoco es universal. De hecho, existen más de 300 a nivel mundial y, por ejemplo, cada país de habla hispana tiene una propia. De ahí la complejidad y la importancia de los intérpretes para la evangelización de esta población.
De la misión al ministerio
Patti Jones es cantante y toca los teclados. Cuenta que, por voluntad de Dios, terminó involucrada con un coro que usaba la lengua de señas cuando cantaba. Eso ocurrió en 1978, mientras asistía al Christ For The Nations Institute (en español, Instituto Bíblico Cristo para las Naciones), en Dallas, Texas.
“Ese mismo año tuvimos un viaje por América Central, México y vinimos a Colombia. Estuvimos nueve días en octubre y vi un contraste en la educación y oportunidades de los sordos. La mayoría de mis amigos con esa discapacidad eran universitarios y todos tenían bachillerato. Sabía que no había una diferencia de capacidades sino de oportunidades”, recuerda Patti, quien estuvo de nuevo en Estados Unidos, pero sintió que Dios la quería de regreso.
Por eso, buscó la forma de volver a Colombia. Lo hizo en 1981 y permaneció diez semanas. Lo volvió a hacer en 1982, y se quedó. Hoy es la rectora del Colegio Filadelfia para Sordos, en Bogotá. “Fue un proceso... la forma como Dios me hizo sentir sus necesidades, incluida la parte espiritual (…) Lo que vi fue la capacidad y el amor de Dios hacía ellos porque Él, como para todos nosotros, siempre tiene tiempo y sabe lo que necesitan”, dice.
Patti afirma que muchas veces comparte con personas que no están familiarizadas con los sordos Éxodo 4:11 (RVR1960): “Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?”. Ella explica: “entiendo que Dios tiene un propósito con la vida de los sordos y que Él espera de ellos lo mismo que de nosotros, en el sentido de que su espíritu sí escucha la voz de Dios”.
Y el Señor lo usa todo. Entre muchos, Patti formó a Estela Jaimes, una misionera de Bucaramanga que llegó a Medellín y se convirtió en la maestra de una discípula llamada Eliana Zuluaga.
De niña, Eliana, frecuentaba la zona verde y la piscina del Colegio de Ciegos y Sordos, en Medellín, en donde solía quedar fascinada cuando veía a los sordos comunicarse entre ellos. “Mi mamá me cuenta que se me olvidaban las advertencias sobre estar cerca de ella. Me iba tras de ellos y me embelesaba viéndolos hablar”, relata.
Desde los 15 años, instruía a los niños que vivían en su barrio sobre la Palabra. Reconoce que, pese a su interés por la lengua de señas y a su notable talento para la enseñanza,cuando llegó la hora de elegir, no sabía qué carrera estudiar. Se debatía entre gustos tan diversos como la enseñanza, la teología, la sicología y hasta la odontología, por lo que ante la confusión solo pudo ponerse de rodillas.
En esas estaba cuando la iglesia a la que asistía en ese tiempo, el Centro de Fe y Esperanza Central, organizó un congreso en el que una de las misioneras invitadas era Estela Jaimes. “Durante esa semana de misiones, ella hizo unos talleres y habló de la necesidad de alcanzar a las personas sordas que, incluso hoy, son consideradas, un pueblo no alcanzado. Cuando estuve en esa charla, el Señor hizo algo. A partir de ahí, empecé un contacto muy cercano con la misionera”, recuerda.
Su relación con ella la llevó a aprender una lengua que por entonces estaba prohibida (el país la reconoció hasta 1996), por lo que no existían espacios educativos para su enseñanza formal. Y no le quedaron dudas. La misionera, la relación y lo aprendido fueron las respuestas a sus oraciones. Eliana decidió ingresar al Tecnológico de Antioquia a estudiar Licenciatura en Educación Especial. Su propósito: prepararse para poder servir mejor al Señor entre las personas sordas.
“Creo que mi ministerio inició cuando empecé a formarme con esa misionera, a los 17 años. Y en ese proceso llega un punto en el que digo: ‘bueno, listo, con esto que sé les doy clases’. Tenía 19 años (…) Los poquitos que llegaban a clase invitaban a otros y así fue creciendo el grupo de sordos que empezó a escuchar la Palabra”, dice Eliana. Además de sus señas, ella se valía de dibujos, de teatro y de los libros de la Biblia que ya han sido traducidos a la lengua de señas colombiana.
En septiembre se están cumpliendo 25 años de la traducción de la Biblia en lengua de señas y en Colombia ese trabajo está en manos de 11 personas y una consultora, quienes ya han traducido 14 libros completos. Una labor que, dice Eliana, es de mucha bendición para la comunidad sorda ya que les permite acceder al texto a través de su propio idioma.
Hoy, Eliana trabaja junto a 11 personas en el ministerio con sordos de la Iglesia El Redil Estadio en Medellín, en donde interpretan los servicios (tanto la alabanza como la enseñanza), los cursos que reciben los demás miembros de la congregación y se les dictan clases. Si bien, esta labor no es de masas, por sus aulas ya han pasado más de 100 personas con discapacidad auditiva.
Una iglesia, cero fronteras
Cuando se quiere indagar sobre temas, asuntos o actividades muy específicas, los resultados en los motores de búsqueda suelen ser muy limitados. Tal vez por eso, cuando desde Colombia se quiere echar mano de la tecnología y encontrar otros ministerios como el de Eliana y el de Patti, la tarea no es tan fácil. Sin embargo, nada estorba el propósito de Dios.
Y es que, a pesar de que los resultados iniciales pueden considerarse pocos, lo cierto es que al escarbar en cada uno de ellos o al jalar del hilo, se van abriendo nuevas ventanas que reflejan la manera como los miembros de la Iglesia se van conectando.
Por ejemplo, la Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo, de República Dominicana, cuenta con un ministerio que tiene como misión alcanzar a personas sordas y sordociegas, tal y como lo expone en su sitio web. Si se sigue con la búsqueda de ese tema en ese país, se encuentra la celebración, en 2020, de una conferencia cristiana de ministros de sordos de América Latina y el Caribe.
Así, poco a poco van apareciendo ministerios en México, Honduras y hasta Cuba. Eso sin contar con comunidades en redes sociales en las que se educa sobre señas de diferentes países, se publican testimonios y se redirige a películas completas sobre la vida de Jesús que han sido traducidas a la lengua de señas.
En definitiva, no son pocas las personas que atienden el llamado para evangelizar en el aparente silencio. Algunas son oyentes, otras son sordas, pero todas tienen claro una realidad que Eliana pide no perder de vista: “los sordos son nuestros hermanos en la fe. Tan pecadores y necesitados del evangelio, de la misericordia y de la gracia de Dios, como cualquiera de nosotros”.
La gracia, como su fuente, es perfecta. Tal y como lo anuncian las Escrituras, el evangelio se abre paso, incluso, rompiendo barreras a punta de señales y gestos: “En aquel tiempo los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas”, Isaías 29:18 (RVR1960).
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