“Yo era la esposa de un pastor. El suicidio me hizo viuda”, afirmó Kayla Stoecklein, esposa del fallecido pastor Andrew Stoecklein.
No solo es cierto que el suicidio y la salud mental son temas tabúes en muchas iglesias y círculos cristianos; además, la sola idea de que un pastor considere el suicidio parece algo impensable. “Se supone que los pastores deben proporcionar ayuda, no necesitar ayuda. Supuestamente los pastores deben hablar de la vida, no de la desesperación. Pero eso no es la realidad”, afirmó Ed Stetzer, director ejecutivo del Centro Billy Graham en Wheaton College, Illinois.
Según la Organización Mundial de la Salud, cada año 726.000 personas fallecen por suicidio, siendo esta la tercera causa de defunción entre quienes tienen 15 y 29 años. La problemática es común tanto a países de altos ingresos como a aquellos de ingresos bajos y medianos —73% de los suicidios ocurren en estos últimos—. Estas cifras son alarmantes, no solo para la iglesia en general, sino también para los muchos pastores que luchan con pensamientos de autolesión.
De acuerdo con un estudio de Barna de 2024, casi 1 de cada 5 pastores (18%) afirma haber tenido pensamientos suicidas o de autolesión en el último año. Estos pensamientos varían en su severidad: solo el 1% los describe como frecuentes y angustiantes, mientras que otros dicen que fueron pasajeros (8%) o no tan graves (9%). “Aún así, el hecho de que incluso un solo pastor reconozca pensamientos de autolesión o suicidio, sin importar cuán duraderos o graves sean, es doloroso de considerar”, se afirma en el estudio de Barna. “Además, no podemos saber cuántos pastores pueden haber luchado con esos pensamientos pero no tuvieron la consciencia o la disposición para mencionarlo en nuestras encuestas”.
La iglesia tiene el desafío de revisar los factores de riesgo y considerar posibles acciones para evitar que ocurran tragedias entre los pastores. Hablar sobre el suicidio es necesario, pero algunos casos de los últimos años nos recuerdan que poner el tema sobre la mesa no es suficiente en sí mismo.
Dos lamentables historias de suicidio
Andrew Stoecklein fue el pastor principal de Inland Hills Church en Chino, California. Andrew creció en una familia dedicada al ministerio y, tras la muerte de su padre (el pastor principal) por cáncer, asumió el liderazgo de la iglesia en 2015. Este cambio representó un desafío monumental para él, ya que se enfrentaba no solo a las exigencias de ser pastor, sino también al dolor personal por la pérdida de su padre y a las presiones de mantener el legado familiar.
A pesar de su éxito aparente en el ministerio y del crecimiento continuo de Inland Hills bajo su liderazgo, Andrew tenía profundas batallas internas relacionadas con la depresión y la ansiedad. Además, se sentía solo en el liderazgo y abrumado por la responsabilidad y la falta de descanso. En sus sermones y en conversaciones con su congregación, comenzó a ser más abierto acerca de su salud mental, tratando de desmitificar los problemas emocionales que muchos líderes cristianos enfrentan, pero raramente discuten. Predicó sobre la importancia de hablar sobre la depresión y de buscar ayuda, y afirmó que la fe no excluye la necesidad de abordar estos problemas de manera práctica.
En 2018, a causa de sus predicaciones sobre el descanso, la junta directiva de la iglesia le dio algunos meses libres para que se despejara. Sin embargo, después de regresar, las luchas persistieron, por lo que continuó desarrollando una serie de sermones sobre la salud mental —uno de los más notables fue sobre el profeta Elías, quien luchó con el agotamiento y la desesperación—.
Sin embargo, el 24 de agosto de 2018, pocos días después de ese mensaje y solo un par de semanas después de haber regresado de su retiro, Andrew intentó suicidarse en las instalaciones de la iglesia (su esposa decidió mantener en privado los detalles sobre el suceso). Fue trasladado al hospital, donde falleció al día siguiente, a la edad de 30 años. Entonces, en este caso, el tema de la salud mental sí estaba sobre la mesa y se le proveyó un tiempo de descanso, pero aun así la tragedia ocurrió. ¿De qué manera esta historia desafía a la iglesia a considerar mecanismos de prevención?
Poco más de un año después de la muerte de Andrew, ocurrió otro hecho lamentable. Jarrid Wilson, quien fue un pastor y autor cristiano reconocido, se quitó la vida a sus 30 años. Desde una edad temprana había mostrado un fuerte deseo de servir a los demás a través del ministerio. Junto a su esposa Juli, ministró en diferentes iglesias y fundó una organización sin fines de lucro llamada Anthem of Hope (en español, Himno de esperanza), destinada a ayudar a personas que luchan con la depresión, la ansiedad, las adicciones y las tendencias suicidas. Esta plataforma les permitía compartir recursos sobre cómo encontrar ayuda, hablar con otros sobre problemas de salud mental y desestigmatizar estos temas dentro de las comunidades cristianas.
Parte de lo que motivó su ministerio hacia las personas con estas dificultades fue su propia salud mental. Él experimentaba depresión y ansiedad de forma recurrente y se destacó por su apertura sobre estos temas; creía firmemente que hablar de estos temas en las iglesias era crucial, ya que muchos cristianos los enfrentan en silencio, pensando que su fe debe ser suficiente para superar cualquier dificultad. En su trabajo como pastor asociado en la iglesia Harvest Christian Fellowship, en Riverside, California, bajo la dirección del pastor Greg Laurie, Jarrid integraba su pasión por ayudar a aquellos que sufrían en silencio.
El 9 de septiembre de 2019, el día nacional para la prevención del suicidio en los Estados Unidos, Jarrid Wilson compartió mensajes en redes sociales sobre la importancia de la esperanza y de buscar ayuda. Sin embargo, esa misma noche, después de presidir el funeral de una persona que había muerto por suicidio, Jarrid perdió su propia batalla interna.
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Nuevamente nos preguntamos: ¿por qué un líder que trabajaba para evitar el suicidio y ayudar a personas con luchas en su salud mental, terminó su vida de esta forma? Si bien es difícil comprender una tragedia tan compleja —y otros medios y ministerios ya han hecho varios análisis comprensivos sobre esto—, vale la pena continuar reflexionando sobre algunos factores de riesgo del suicidio en las iglesias locales. Consideremos cuatro.
1. La economía
Barna no solo investigó sobre las cifras de pastores que luchan con su salud mental, sino que también encontró varias condiciones que hacen que un pastor esté en riesgo. Una de ellas es el salario. El 88% de los pastores que reciben pagos por su ministerio a tiempo completo afirmaron no haber tenido ningún pensamiento suicida o de autolesión, mientras que solo el 54% de aquellos que reciben pagos solo a medio tiempo o ningún pago dijeron lo mismo.
El pastor Jeremy Writebol opina lo siguiente respecto a esto: “Un apoyo financiero suficiente y generoso es esencial para la longevidad pastoral. Un salario justo mantiene a la familia del pastor y le permite centrarse en el ministerio”. Según la OMS, muchos casos de suicidio están asociados a las dificultades económicas, así que no es de extrañar que los pastores con salarios justos y cargas de trabajo equilibradas tengan un menor riesgo de tener pensamientos de autolesión.
Entonces, es muy apropiado el consejo de John Piper para las iglesias locales:
Que [la remuneración pastoral] sea un reflejo del honor que le das al ministerio de la Palabra de Dios. Y que sea un compromiso para aliviar las cargas financieras del pastor, para que pueda dedicarse completamente a la oración, a la Palabra y al cuidado del rebaño.
2. Soledad
Barna también encontró que un factor clave en su salud mental es cuán acompañado se siente el pastor. El 26% de los pastores que se sienten solos o aislados afirmaron haber tenido algún pensamiento suicida o de autolesión, mientras que solo el 5% de aquellos que no se sienten solos o aislados dijeron lo mismo. En otras palabras, la soledad aumenta cinco veces el riesgo de tener dichos pensamientos.
“Un sentido de comunidad, pertenencia y solidaridad puede ser crucial para ofrecer esperanza o reducir la desesperanza en el pastor”, afirmó Barna. Esto concuerda completamente con lo que dice el libro de Hebreos acerca del papel que juega la comunidad en ayudar a los cristianos a perseverar: “Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca”, Heb 10:24-25 (NBLA).
Kayla Stoecklein afirmó que su difunto esposo Andrew solía decir: “Es solitario estar en la cima”. Es común que las iglesias vean en sus pastores personas que son capaces de acompañar y bendecir a todos, como una fuente inagotable de energía, pero ellos también necesitan de compañía y cuidado. ¿Consideramos que los pastores son personas comunes y corrientes? “Los pastores también son personas. No son superhumanos; son humanos. No son invencibles; son más bien vasijas rotas”, afirmó Kayla. Al respecto, vale la pena atender al consejo del pastor Stephen Witmer:
Los pastores deben tener amigos porque los pastores son personas, y las personas deben tener amigos. Dios nos creó para tener relaciones unos con otros. Crecemos intelectualmente, emocionalmente y espiritualmente a través de conexiones personales profundas. Experimentamos alegrías con otros que no podemos experimentar solos.
Además, es posible que los pastores no se sientan solos únicamente en términos de compañerismo y comunión, sino también en términos de carga ministerial. Kayla describió que su esposo muchas veces sentía que era demasiado indispensable:
Andrew a menudo se refería a sí mismo como el “conector”: la persona que lo mantenía todo unido. Con frecuencia, y con cariño, yo le recordaba que tenía que poner sus ojos en Jesucristo, y le recordaba quién era el “conector” en realidad. Cuando se sirve en un cargo ministerial, es crucial llevar la carga del liderazgo en equipo. Si no permitimos que otros compartan la carga con nosotros, nos desmoronaremos bajo la presión que el liderazgo conlleva.
3. Presión social
La vicepresidenta de Barna, Alyce Youngblood, habló en el 2020 con Kayla Stoecklein (viuda de Andrew) y Juli Wilson (viuda de Jarrid). En sus conversaciones, encontró que el ministerio ponía una fuerte presión sobre los pastores, particularmente con la tentación de mantener un estado de perfección frente a los demás. Wilson dijo lo siguiente acerca de la buena temporada que ella y su esposo estaban atravesando justo antes de que ocurriera la tragedia:
Jarrid y yo, honestamente, estábamos en el mejor momento que habíamos tenido en cuanto al ministerio y en los objetivos que habíamos estado persiguiendo (…). Jarrid estaba en su puesto soñado, haciendo lo que sentía que estaba llamado a hacer y lo que amaba hacer. Teníamos a nuestros hijos. Estábamos establecidos. Éramos una familia. (…) Las presiones de las cosas buenas a veces pueden superar las cosas malas que suceden en la vida. Usualmente, cuando todo iba bien, él sentía esa presión de mantener las cosas en ese lugar.
También Kayla afirmó experimentar los efectos de la presión en su rol como esposa del pastor: “[El ministerio] se parece mucho más a una casa de cristal de lo que pensé. La privacidad desaparece, y te ponen en este pedestal. (…) Había una presión para verme de cierta manera, para comportarme de cierta forma y ser esta presencia perfecta que estaba junto al pastor. Era extremadamente solitario”.
Entonces, es saludable que las iglesias les den la oportunidad a sus pastores y sus familias de ser vulnerables y mostrar que también tienen falencias y necesidades, lo cual no los descalifica en su ministerio.
4. Carga de trabajo y falta de descanso
Youngblood también resaltó que los pastores pueden sentirse abrumados por la carga ministerial y no estar recibiendo un descanso consecuente. “Lo que sucede con el ministerio y la vida es que no hay un botón de pausa”, afirmó Kayla. “Recuerdo que Andrew decía que los domingos simplemente siguen llegando y llegando. Es como si te bajaras del escenario después de haber dado el último de los tres o cuatro mensajes que has dado ese fin de semana, y ya estás pensando en el próximo”.
También Juli Wilson sugirió que la iglesia debería dar mayor prioridad al tiempo libre y al descanso para el liderazgo: “No esperes a que las personas lleguen a ti agotadas antes de que obtengan un sabático, antes de que obtengan el descanso (…). Muchas veces las personas finalmente reciben un sabático o tiempo libre, pero generalmente es justo antes de llegar a un punto de quiebre”.
Así, las iglesias tienen el desafío de priorizar el descanso y equilibrar las cargas. Sin duda, nadie pretende que el pastor no afronte una gran cantidad de trabajo; de hecho, como afirma 1 Timoteo 3:1 (NBLA), quien busca el cargo de pastor sabe que su vocación requerirá de un gran esfuerzo — “Palabra fiel es esta: si alguien aspira al cargo de obispo, buena obra [trabajo] desea hacer”—. Con todo, es necesario no sobrecargarlos, sino darles un reposo consecuente. No por nada el apóstol Pablo le ordena a Timoteo “Ten cuidado de ti mismo”, 1Ti 4:16 (NBLA).
Finales felices
“Muchos pastores batallan con lo que Andrew batallaba”, afirmó Nicholas Davis, pastor de Redemption Church en San Diego, quien en el pasado consideró quitarse la vida. “Yo era y soy uno de esos pastores, excepto que, por la gracia de Dios, yo sobreviví para luchar otro día y compartir mi historia con otros”. Su testimonio es una muestra de que no todas las historias de lucha con la depresión y la ansiedad deben terminar en tragedia; al igual que ocurrió con Davis, es posible ayudar a un pastor que tiene esta dificultad. Quisiera terminar este artículo con dos de sus valiosos consejos.
Primero, además de considerar los factores de riesgo que ya mencionamos, es importante recordar que la depresión clínica es una enfermedad, no un pecado (aunque el pecado puede empeorar la depresión). En palabras de Davis:
Un pastor puede necesitar ver a un psiquiatra para obtener antidepresivos. Tener una receta médica no está en conflicto con confiar en Jesús para que nos brinde ayuda. Jesús enseñó en el Padre nuestro a “darnos hoy el pan de cada día”, reconociendo que Dios nos provee nuestras comidas diarias, incluso si conseguimos el pan en la panadería. Algunos de nosotros (…) también tenemos que pedirle a Dios que nos dé hoy nuestra pastilla diaria. Oramos por alivio de la ansiedad y la depresión, y Dios usa medios —de la misma manera que usa una panadería para darnos pan fresco— para ayudarnos a encontrar alivio.
Segundo, y más importante, es ayudar a nuestros pastores a ir a la cruz para encontrar gozo —no la emoción de la alegría, sino la profunda decisión cristiana—. Davis dice:
Si estás deprimido, mira a Jesús, el Sumo Sacerdote que puede compadecerse de nuestras debilidades (Heb 4:15). Mira a Jesús, quien soportó la cruz “por el gozo que le esperaba” (Heb 12:2). Mira a Aquel que conoce el sufrimiento profundamente, pero que también, en la cruz, lo redimió completamente. He aprendido que el gozo cristiano no es un sentimiento de estar en lo alto en lugar de estar en lo bajo; es una postura de sumisión a Dios. No es un estado de ánimo pasajero. El gozo recibe con disposición lo que Dios nos da y dice, como Jesús en Getsemaní: “No se haga mi voluntad, sino la Tuya”, Lc 22:42 (NBLA).
Referencias y bibliografía
Los pastores también se enfrentan a ideas de suicidio y autolesión | Barna Group
Yo era la esposa de un pastor. El suicidio me hizo viuda | Christianity Today
Jarrid Wilson, pastor y defensor de la salud mental, se suicida | Christianity Today
Otro joven pastor que abogaba por la salud mental muere por suicidio | Los Angeles Times
¿Cuánto deben ganar los pastores? | Desiring God
Impulsa a tu pastor hacia la meta | Coalición por el Evangelio
La soledad limita el ministerio: Por qué los pastores necesitan buenos amigos | Desiring God
Ayudar a proteger a su pastor de la muerte por suicidio | The Gospel Coalition
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