Corría la tarde del sábado 10 de agosto en el municipio de Uribia, en La Guajira, el departamento que queda en el extremo norte de Colombia. Una mujer había destinado algunos minutos de su ocupada agenda laboral para tomar una bebida fresca que le ayudara a combatir el calor abrasador. Deseaba despejarse un poco de los asuntos que tenía pendientes, pero como buena ingeniera, en su mente no dejaba de buscar soluciones a los asuntos que tenía que atender. Sin embargo, una enorme sonrisa captó su atención y logró sacarla de su tren de pensamientos. Se trataba de una wayú que recién había llegado a la cafetería y se mostraba totalmente eufórica.
La ingeniera estaba lo suficientemente cerca como para saber que le estaba contando a alguien lo que la tenía tan feliz, pero no tanto como para poder distinguir lo que decía. Estaba tan absorta en la imagen de la mujer alegre, que tardó en darse cuenta de que varios miembros de aquel grupo indígena –el más grande de Colombia– venían detrás de la mujer también con una sonrisa. Llevaban en sus manos un libro color tierra abrazado, como si fuera un valioso tesoro. Pronto pudo distinguir con sus oídos algunas palabras que dijo la wayú en español: “¡Esto es maravilloso y todavía no puedo entenderlo! ¡Por fin la tengo! No sabes cuánto quería tener la Biblia en mis manos”. En la portada se leía: Nünüiki Maleiwa (en español, Palabra de Dios).
Recordó entonces que una amiga le había hablado de un evento que se realizaría ese día para lanzar la Biblia traducida al wayuunaiki, el idioma oficial de aproximadamente 380.500 personas (el 19.42% de la población indígena en Colombia). También recordó que, al pasar por la mañana cerca al coliseo San José, había leído en un pendón: “Dios también habla wayuunaiki”. Sin ser muy devota de alguna religión, la ingeniera quedó tan impactada con la felicidad que vio en aquella mujer, que llamó a su amiga y le contó lo sucedido.
Una historia similar a esta llegó a los oídos de Heimar Grimaldo, Coordinador IT del proyecto de traducción de la Biblia al wayuunaiki, emprendido por la Sociedad Bíblica Colombiana hace trece años. El fruto de tal esfuerzo vio la luz este año y su lanzamiento se realizó en dos eventos, en el marco de la celebración de los cincuenta años de dicha organización. Allí, gracias a donaciones nacionales e internacionales, se distribuyeron 20.000 biblias a miembros de la comunidad.
La cifra total del proyecto de traducción fue de casi 2 millones de dólares (más de 8.000 millones de pesos), es decir, lo que a cinco personas les cobran por cuatro años de estudio en una universidad como Harvard. Sergio Ramírez, director de traducción de la Sociedad Bíblica Colombiana y consultor bíblico, dijo al respecto:
Cada año en que pudimos avanzar en la traducción fue un milagro. Llegaban donantes de lugares inesperados, era un querer de Dios que esta traducción se hiciera. Escuchar el gozo de la gente en el lanzamiento, mientras abrazaban la Biblia y lloraban por tenerla en el idioma de su corazón, fue lo más bonito de todo ese esfuerzo. Ha sido la mano de Dios la que ha sostenido este proyecto a lo largo de estos años y ya está en manos de la comunidad.
Ahora, ¿cómo fue el proceso para tener esta traducción y qué impacto está teniendo?
Proceso de traducción: “de ellos para ellos”
En la historia de la iglesia, no fueron pocos los misioneros que tradujeron la Biblia a determinado idioma por iniciativa propia. William Carey, Joshua Marshman, Hudson Taylor y Elisabeth Elliot llegaron a una población, aprendieron el idioma, hicieron la traducción y dejaron ese legado a la población. Sin embargo, el proceso con la Biblia en wayuunaiki fue bastante diferente. “La Sociedad Bíblica nunca inicia una traducción sin que las personas de la comunidad que han sido evangelizadas envíen una solicitud formal avalada por sus líderes, representantes y organizaciones”, dijo Ramírez.
Tras recibir la solicitud, empezó un proceso de selección de traductores entre los miembros de la etnia: personas de diferentes contextos (incluidos los wayú de Venezuela), edades, confesiones y ocupaciones (líderes de la comunidad, pastores, jueces, profesores y los así llamados “palabreros”, que son intermediarios en medio de conflictos. La Sociedad Bíblica Colombiana les brindó acompañamiento con un biblista y un consultor, ambos expertos en los idiomas originales del Canon y en el contexto en que los libros que la conforman fueron escritos. También contaron con la guía de un profesional en tecnología, quien respondió sus preguntas durante los 13 años que tomó hacer esta versión de las Sagradas Escrituras. Durante el proceso, los traductores fueron capacitados en narrativa, estudios bíblicos e idiomas.
En la primera etapa, los traductores fueron haciendo un borrador de cada libro a medida que lo iban trabajando. Empezaron por Jonás y Rut, no por Génesis, pues este tiene un lenguaje más complejo. Luego de un periodo en el que los biblistas y el consultor hicieron una revisión (segunda etapa), se hizo una socialización (tercera) en la que lectores de la comunidad verificaron que la traducción cumpliera con cuatro criterios fundamentales:
- Que sea literariamente bella para el lector.
- Que sea clara para el lector natural, es decir, que sienta que se escribió tal como él habla.
- Que sea fiel a los idiomas originales.
- Que sea digna de púlpito, es decir, que no contenga palabras ambiguas o que puedan ser malinterpretadas por el lector.
Después de haberle hecho los ajustes necesarios al borrador, este pasó a la fase de publicación, impresión y distribución. Grimaldo dijo al respecto:
Nosotros como Sociedad Bíblica fuimos el instrumento, el apoyo, el acompañamiento, pero la traducción es de ellos y para ellos. Muchas veces lo decimos: no hay nadie que pueda decir que el consultor, el biblista o el director hicieron algo en particular. Todas las palabras fueron digitadas, organizadas y decididas por ellos.
Herramientas al servicio de Dios
Esta traducción se realizó con Paratext, un software que fue desarrollado por las Sociedades Bíblicas Unidas y SIL International, con el fin de que los traductores trabajen con los textos bíblicos en sus idiomas originales y puedan “mantener la información de la traducción de una manera conectada, organizada, que pueda ser fácilmente corregida y revisada por otros aunque no están en el mismo lugar”, explicó Grimaldo. Esta plataforma, que actualmente funciona en sistema Windows, incluye comentarios, versiones paralelas, recursos históricos y geográficos, imágenes y herramientas para verificar la coherencia del texto. También ofrece la posibilidad de colaborar entre equipos de traducción.
Precisamente, fue Heimar Grimaldo quien se encargó de enseñarles a los traductores a usarla para que ellos mismos digitaran su trabajo y les ofreció acompañamiento constante:
Siempre hay muchos retos, entenderás que en los idiomas indígenas no existe el mismo número de vocales, de palabras, la manera de organizarlas es diferente. También tenemos quienes escriben de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. Pero, Paratext es una herramienta flexible, diseñada para configurar todo y que funcione de forma ordenada. Lo usan en Sociedades Bíblicas alrededor del mundo. Tiene ese aparato de textos conectados que pueden ser usados siempre para chequear la fidelidad.
[Puedes leer: La inteligencia artificial está transformando la traducción de la Biblia a todos los idiomas]
Particularidades en la traducción
Esta no es una versión basada en otra; no es una traducción de la Reina Valera o de la Dios habla hoy. Se trata de una Biblia en wayuunaiki, que usa recursos en español, hebreo y griego. En 2008, una agencia ya había hecho una traducción del Nuevo Testamento que fue publicada por Wycliffe en 2010. Sin embargo, quienes la hicieron solicitaron una nueva versión basada en la anterior, para que la conectaran con la traducción del Antiguo Testamento y que la Biblia quedara unificada.
Ahora, es importante tener en cuenta que la Sociedad Bíblica es una organización interconfesional y que para este proyecto de traducción integró no solo a varias denominaciones, sino a los personas de creencia católica. “Hicimos una versión de la Biblia wayuunaiki para la comunidad evangélica protestante de 66 libros, y una versión de 73 libros con deuterocanónicos para la Iglesia católica, de la cual estamos esperando el imprimátur (una carta de autorización por parte de la Iglesia Católica)”.
En este caso, se hizo una traducción que se conoce como “encarnada”, que consiste no solo en poner las palabras en el idioma objetivo, sino contextualizar –o encarnar– el mensaje según la cultura y experiencias de quienes recibirán el texto sagrado. Para esto, es necesario que los traductores tengan una vasta comprensión de las creencias, costumbres y lenguaje de la comunidad, por eso es tan importante que los traductores pertenezcan a ella. No se trata solamente de un escrito comprensible, este debe resonar emocional y culturalmente en sus receptores.
Sin embargo, uno de los más grandes retos consistía en encontrar términos que toda la comunidad indígena pudiera entender. Entre los wayú hay cinco dialectos diferentes, los de la Baja y Media Guajira tienen palabras más afines, pero los de la Alta Guajira y, en especial, los que viven en la zona venezolana, usan otras palabras. Ramírez comentó que “la traducción de un versículo a veces llevaba un día completo o dos, mientras conversaban, dialogaban y preguntaban hasta que acordaban qué palabra o palabras expresaban mejor el concepto bíblico en el wayuunaiki”. En ocasiones, traducían un término de una forma y, después, cuando ya llevaban muchos libros, volvían a revisar y se daban cuenta de que podían mejorarlo.
Enfrentar retos idiomáticos y llegar al corazón
El biblista Alexander Gómez comentó que hubo varios términos y pasajes que representaron un reto porque apenas se iban a construir en el idioma wayuunaiki. Heimar Grimaldo explicó sobre esto:
Hace 40 años nadie usaba, por ejemplo, la palabra ‘internet’ en español, porque no existía. Pero ya la hemos ingresado. Ellos están en ese proceso con la traducción de la Escritura: introduciendo nuevos conceptos e ideas que no existen en su cultura ni en su idioma. Hay todo un proceso de construcción de esas palabras, y por eso nuestra dependencia es total de ellos, de cómo hacen su interpretación. Los acompañamos en ese proceso, pero entendemos que es un proceso vivo.
El hecho de haber adaptado las Escrituras a la cultura y el contexto supuso algunas situaciones idiomáticas desafiantes, como las siguientes:
- El término “profeta” no existe en la cultura wayú. Fue necesario describirles a los traductores la función del profeta y se terminó traduciendo el término a wayuunaiki como “el que habla en el nombre de Dios”.
- Para ellos era muy importante especificar si los animales para los sacrificios eran machos o hembras, debido a que no usan términos genéricos. También tienen palabras específicas para las personas según la etapa de la vida en la que estén: mujer joven, adulta, casada o con hijos. Necesitan estos detalles.
- “Circuncisión” tuvo que escribirse “corte de la piel en el pene del hombre”.
- En una socialización del capítulo 2 de Jonás, el término que usaban para decir que el profeta fue “expulsado” del pez se prestaba para confusión. En una región, la palabra significaba “vomitar”, pero cuando la escucharon en una ranchería, la gente se reía porque para ellos era “defecar”. Los traductores tuvieron que reconsiderar el término. “Ese es el tipo de retos que se enfrentan con un idioma vivo, en una comunidad muy grande con variantes pequeñas entre ellos”, agregó Grimaldo.
- El libro de Apocalipsis, especialmente en los capítulos 5 al 8 en los que se habla del sello y el libro, así como las cartas paulinas, tuvieron un alto grado de dificultad, estas últimas por los conceptos complejos que contiene, por la lógica con la que escribió el apóstol y por la estructura sintáctica. El reto era que sonaran naturales en su idioma.
Pero también hubo nexos inesperados que les permitieron identificarse con ciertos aspectos de la Palabra, y que dejaron entrever la providencia del Señor y Su amor eterno por esta etnia:
- Debido a su vida pastoril, los wayú se sintieron conectados con varios aspectos de la cultura hebrea.
- La palabra “wayú” significa “pueblo”, así que cuando la Biblia hace referencia al “pueblo de Dios”, ellos leen: “el wayú de Dios”. Esto hizo que también percibieran a Abraham como un líder cercano.
- “Pan” es una palabra de gran importancia en la Biblia por el concepto teológico que tiene detrás. No se trata de una “rebanada”, sino del sustento para poder vivir. Tuvieron que explicarles que estaba en el Padre Nuestro, que Belén –donde nació Jesús– significa “Casa del pan”. Uno de los traductores sugirió la palabra que ellos usan para “la torta de yuca” y el concepto tuvo acogida. Así que en esa traducción de la Biblia dice: “Jesús es la torta de yuca que descendió del cielo”.
Retos logísticos y unión por la Biblia
La socialización de los borradores generó que todos, sin distinguir entre denominaciones y religión (católicos y evangélicos), se reunieran en un mismo espacio, que a veces era una parroquia católica. Ramírez dijo: “Las barreras se rompían con el objetivo de poder leer el texto, revisar si sonaba natural y hacer sugerencias”. Pero el proyecto también sirvió para que la fe en Cristo uniera dos culturas, dos mundos totalmente diferentes: la de los expertos que acompañaron el proceso y la de los traductores. Al respecto, Alexander Gómez dijo: “hemos comprendido cómo trabajan, cómo piensan, cómo razonan y cómo viven su día a día dentro de la comunidad wayú. No es la misma manera de trabajar que tenemos nosotros, no es la misma dinámica”.
Por ejemplo, comprendieron que era mejor trabajar en la mañana porque las altas temperaturas eran un impedimento para concentrarse. Debían adaptarse a las condiciones que se presentaran, como no tener internet o no contar con servicio de energía. Gómez también contó que hace tres años y medio vieron la necesidad de hacer un plan semanal:
No estaban acostumbrados a trabajar de manera semanal. Al inicio, les costó mucho entender que, si queríamos cumplir el objetivo, teníamos que entrar en una dinámica de trabajo. También nosotros tuvimos que comprender, por ejemplo, que si ellos querían hacer el trabajo entre jueves y domingo, estaba bien, ese era el momento en que ellos se sentían cómodos para trabajar. Todo eso solo es posible en ese encuentro de creyentes que buscan cumplir un propósito de Dios, pero que tienen diferencias y atraviesan situaciones naturales de la vida.
Impacto en la comunidad
El pastor bogotano Álvaro Rivera, quien lleva 10 años haciendo misiones en La Guajira y se mantiene en contacto con la comunidad indígena, considera una bendición tener la Biblia en wayuunaiki, pero también es consciente de que con esta iniciativa se ha levantado persecución en contra de los pastores que se involucraron en el proyecto. “Eso es lo triste. Los están intimidando, querían enviar palabreros para negociar la ofensa”, y explicó que los wayú suelen solucionar sus conflictos pidiendo dinero cuando consideran que han sido agraviados. Además, destacó que entre las muchas necesidades que tiene la comunidad está la alfabetización, pues aunque los jóvenes hablan la lengua, no saben escribirla ni leerla. Esto sería un aspecto clave para que el proyecto de la Biblia genere más impacto.
Ramírez también hizo referencia a la oposición y a la alfabetización:
Nosotros estábamos atendiendo una necesidad, e intentamos hacerlo de la manera más respetuosa, de hecho, ellos mismos lo hicieron. Creemos que son ellos quienes deben defender y posicionar la traducción (...). Vamos a empezar procesos de alfabetización y apropiación del idioma que enriquecerán mucho al pueblo wayú. Detrás de la Sociedad Bíblica, solo hay un deseo de preservar la lengua, y que las comunidades crezcan alrededor de la Palabra de Dios.
Aproximadamente 2600 wayús celebraron la traducción de la Biblia a su idioma en los eventos de lanzamiento realizados. Sin embargo, como todo en este mundo, hay quienes se muestran de acuerdo con esta iniciativa y quienes no. En una publicación del 22 de agosto en la cuenta de X del Archivo General de la Nación, se puede leer: “Alrededor del pütchipü’üi (palabrero) la comunidad wayú habla sobre las consecuencias que trae para su cultura la reciente traducción de la Biblia al wayuunaiki”. No se transmitió en esa o en otra publicación alguna reacción contraria, pero sí empezó a hacerse evidente la molestia de varios líderes wayú que ven en la publicación de este libro un peligro.
Ya habíamos tocado un poco este tema en el artículo Un desbalance en las misiones al que la iglesia debería prestarle atención: se consideran las misiones cristianas un peligro para los indígenas o las comunidades no alcanzadas, pero no se valoran los aportes que ha hecho el cristianismo a lo largo de los siglos. Heimar Grimaldo compartió su opinión al respecto: “creo que la comunidad wayú, como otras comunidades indígenas, ha sido utilizada para muchas cosas, y ellos lo saben. Sin embargo, este esfuerzo es legítimo, de ellos y para ellos”. Sergio Ramírez también se refirió a este asunto:
Una traducción de la Biblia ayuda a preservar el idioma, enriquece la lengua y fomenta la alfabetización de las siguientes generaciones. Entiendo los temores de otros wayú hacia las acciones del cristianismo en sus comunidades, pero también tiene una riqueza cultural, lingüística y literaria para la comunidad. Esta es la primera gran obra literaria, y puede ser el pie para que se genere mucha más literatura, no solo religiosa.
Como cristianos, no negamos que el evangelio y la Palabra de Dios tengan un efecto transformador. De hecho, ese es su poder sobrenatural. La pregunta es: ¿Acaso asuntos como la poligamia, el matriarcado, la venta de niñas y jóvenes para matrimonio a cambio de una dote, el abandono de niños y adultos mayores, e incluso el asesinato por venganza –que hacen parte en mayor o menor medida de la cultura wayú– no le quitan valor a los miembros de esta comunidad? ¿No deberían ser asuntos por resolver y en los cuales ellos deberían recibir ayuda? Eso es lo que hace el evangelio. De hecho, más que cambios sociales, renueva corazones. Oremos por la iglesia cristiana wayú y por nuestros hermanos que, gracias a Dios, hoy tienen la espada de dos filos en su propio idioma.
Próximamente, la Biblia en wayuunaiki estará disponible en digital. Por el momento, está a la venta en tienda física, pero la Sociedad Bíblica Colombiana aboga porque la compren quienes conozcan a miembros de la etnia wayú y quieran regalárselas. Grimaldo dijo:
Nuestra realidad es otra, tenemos muchas versiones de la Biblia en español. A veces decimos: “Esta no me gusta porque dice esto” o “esta me suena mejor”. Por mucho tiempo, ellos tuvieron que pasar por el español para entender el significado de algo. Se habrán preguntado “¿Por qué Dios no habla en mi lengua?”. Pero ahora lo podrán ver, aunque sea en esta primera versión: ya escuchan la voz de Dios en su propio idioma. Eso va a traer una gran transformación a la comunidad.
Para el 2025, la Sociedad Bíblica Colombiana planea el lanzamiento de la traducción de la Biblia al nasa yuwe, idioma de la comunidad nasa.
Referencias y bibliografía
El Nuevo Testamento de La Biblia en Wayuunaiki | Indiewacol
Diccionario Wayuunaiki-Español | Indiewacol
Los indígenas wayús ya cuentan con su propia Biblia traducida al wayuunaiki - El Tiempo
Archivo General de la Nación | X
Conoce al pueblo wayú | Sociedad Bíblica Colombiana
La Biblia traducida en Wayuunaiki, preservando la identidad de la cultura Wayuu | Guajira Gráfica
Atención integral a las comunidades de fe | Sociedad Bíblica Colombiana
Wayuu, Guajiro in Colombia people group profile | Joshua Project La primera biblia en lengua indígena colombiana | Spotify
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