Cuando llega octubre es muy normal que el pueblo protestante recuerde la Reforma: hablan de las 95 tesis de Lutero y de otros reformadores europeos como Zwinglio, Calvino, Bucero, Melanchthon. Las iglesias, seminarios y concilios suelen organizar conferencias donde se expone cómo se produjo este movimiento religioso y evolucinó en Europa, más exactamente en Alemania, Suiza, Inglaterra y Países Bajos. Incluso entre los hispanos se habla mucho de estos acontecimientos.
En este artículo yo, como español, propongo otro ejercicio también relacionado con la Reforma, una mirada distinta a la común: el origen, desarrollo y el presente de nuestra propia Reforma protestante española. “¿Realmente hubo Reforma Protestante en España?”, se preguntarán los lectores. La respuesta corta es “sí”, pero, ¿cómo fue su evolución a través de los siglos? ¿En qué estado se encuentra actualmente este movimiento?
Origen de la Reforma protestante española
Al comienzo del siglo XVI, se percibía en el ambiente de la Iglesia la necesidad de una reforma. En Europa, el movimiento humanista, que era cada vez más creciente entre los círculos académicos, promovía el volver a las fuentes de todo el saber. Esto trajo una proliferación del estudio de lenguas como el griego y el latín para entender a los autores clásicos, pero también sirvió para un acercamiento mayor a la patrística. Sumado a esto, después de que Erasmo de Rotterdam recopiló los manuscritos del Nuevo Testamento y trabajó en ellos, aquel que estudiaba griego tenía acceso directo, sin mediador, al texto canónico del Nuevo Testamento. Los estudios aquí mencionados fueron utilizados por el Espíritu Santo para abrir la mente y el corazón de quienes serían los reformadores. Se trató de un movimiento simultáneo en diferentes puntos de Europa.
La Universidad de Alcalá
En España, una especie de reforma no protestante, comandada por la reina Isabel ‘la Católica’ junto al Cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, generó algunos factores que ayudaron al comienzo de la Reforma protestante en España. El más significativo fue la fundación de la Universidad de Alcalá. Sin duda, el humanismo estaba siendo importante también aquí. Este movimiento terminó solapándose con el de los protestantes; aunque no todos los humanistas fueron protestantes, sí hubo una gran relación entre los dos grupos —incluso, ambos fueron perseguidos por la Inquisición y sus obras fueron prohibidas—.
En la Universidad de Alcalá estudió un personaje importante, que terminó sirviendo de inspiración para muchos otros: Juan de Valdés. Un conquense de origen converso –es decir, con ascendencia judía convertida al cristianismo– que también estaba relacionado con el grupo de los alumbrados. En 1529, publicó una obra llamada Diálogo de la doctrina cristiana, obra que habla de la realidad espiritual de la Iglesia y de la necesidad de volver a las Escrituras y a una práctica de la fe viva evangélica. Este libro fue prohibido, se endureció la persecución y su autor huyó primero a Roma, para después terminar en Nápoles, donde terminó fundando grupos en los que se estudiaban las Escrituras y se procuraba vivir una fe acorde a ellas.
Juan de Valdés influenció a grandes personalidades de la época, entre ellos algunos cardenales de Roma. Otras de sus obras importantes fueron varios comentarios bíblicos: Carta a los Romanos, Primera carta a los Corintios, Traducción del Evangelio según san Mateo con comentario, Comentario del Evangelio según san Juan, Comentarios en español del Salmo 1 al 41, Traducción del Salterio del hebreo al español y Alfabeto cristiano. Por extensión, no profundizaremos en dichas obras, pero las mencionamos por si el lector desea estudiarlas.
A Juan de Valdés le siguieron otros tres personajes importantes, también de origen converso y que estuvieron en la misma Universidad: Constantino de la Fuente, Juan Gil y Francisco de Vargas. También fueron docentes en dicha institución, pero tuvieron que salir de ella por el edicto de limpieza de sangre, que prohibía a los conversos participar en las universidades. Fueron acogidos por un arzobispo humanista en Sevilla, llamado Alonso Manrique.
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De Alcalá a Sevilla
Allí los tres tomaron lugares de influencia: en la catedral como predicadores y en la Universidad de Sevilla como profesores. Así pudieron influenciar a otros personajes claves en el monasterio de San Isidoro del Campo en Santiponce, como Juan Pérez de Pineda, Casiodoro de Reina, Cipriano de Valera, Antonio del Corro, entre otros; a mujeres como Isabel de Baena; y a nobles como un integrante de la familia Ponce de León. Tampoco hay que olvidar la influencia que tuvieron en la Reforma en Valladolid. Pero, debido a la persecución de la Inquisición, la mayoría de los protestantes o, más bien, católicos reformados, como preferían que los llamaran, tuvieron que salir también de Sevilla.
No se deben olvidar personajes que ya estaban en Sevilla y fueron usados por el Señor. Entre ellos estaba Rodrigo de Valer Marmolejo, quien en la década de 1520 experimentó una fuerte conversión que lo condujo a dejar la vida acomodada de su familia e irse a las calles de Sevilla a predicar el evangelio a viva voz. Rodrigo influenció mucho al académico Juan Gil, y su celo llevó a este último a un mayor amor por la predicación del Evangelio.
La intención de esta resumida descripción sobre el comienzo de la Reforma en España ha sido ver algunas de sus peculiaridades. Comenzó como un movimiento independiente de las otras corrientes protestantes de Europa y fue una reforma autóctona, con sabor español; esto lo vemos en las obras de los reformadores españoles que mencionamos y otros de los que no tenemos la oportunidad de hablar aquí. Lo cierto es que si en España se hubiera consumado la Reforma en el siglo XVI, estaríamos hablando de un protestantismo distinto al que se conoce hoy, formado por la influencia externa de otros países europeos, latinos y africanos.
Comienzo de la férrea persecución que lleva a la iglesia al exilio
Pronto comenzaron procesos de la Inquisición contra la naciente comunidad reformada en España. Para esto, tenemos que ir a la década de los 50 del siglo XVI, pues fue entonces cuando se endureció la persecución: se abrieron procesos contra Constantino de la Fuente, Juan Gil, y otros miembros de la comunidad. Tras esto, Juan Pérez de Pineda huyó desde Sevilla a Ginebra, y allí se convertiría en el primer pastor reformado español. Pineda también revisó, en 1556, la traducción del Nuevo Testamento que realizó el burgalés Francisco de Enzinas en 1543.
Allí en Ginebra, se alió con un hermano de corazón rendido a Cristo, quien puso su vida en manos de Dios: Julián Hernández o ‘Julianillo’ realizó viajes desde Ginebra hasta España llevando cartas, escritos y otros tratados. En una de sus “misiones”, confundió el destinatario y esto le costó la denuncia y su posterior ejecución en el auto de fe del 22 de diciembre de 1560, en Sevilla. La detención de Julianillo provocó la huida de los doce monjes del Monasterio de San Isidoro del Campo, lugar donde se practicaba la fe evangélica debido a su conversión. De este grupo destacan nombres como Casiodoro de Reina, Cipriano de Valera y Antonio del Corro.
A mediados de la década de los 60 del siglo XVI, prácticamente se había “exterminado” a los protestantes de la España peninsular. Aunque la iglesia de la Reforma en España no fue exterminada, sí fue exiliada a los países de Europa. En estos lugares había comunidades o iglesias de refugiados españoles en las que se predicaba la Palabra, se adoraba en castellano y se vivía la fe de raíces hispanas. Pastores como Casiodoro de Reina, Juan Pérez de Pineda y Antonio del Corro guiaban a estas comunidades locales en ciudades como Ginebra, Amberes, Londres y muchas otras.
Pero no solo a nivel de iglesias locales hubo influencia de la Reforma española en el exilio. Si mencionamos las obras a destacar, cabe nombrar, en primer lugar, la traducción de la Biblia al castellano, que tuvo esta evolución: en 1543 se publicó la traducción del Nuevo Testamento al castellano por Francisco de Enzinas. Después, la revisión anteriormente mencionada de Juan Pérez de Pineda en 1556. Luego vino la famosa Biblia del Oso, una traducción completa hecha por Casiodoro de Reina en 1569 y, por último, la revisión de Cipriano de Valera en 1602.
Las relaciones y colaboraciones de los reformadores españoles con los de otros países hicieron que la Reforma española también estuviera en primera línea. Se tiene que mencionar, por ejemplo, a Francisco de Enzinas. En su Epistolario encontramos cartas con Bucero, Calvino, Melanchthon —quien fue su profesor, amigo y casero en su tiempo en Wittenberg—, Bullinger y Vermigli, con quienes tenía una excelente relación. Asimismo sucedía con los anglicanos, como Cranmer, arzobispo de Canterbury, quien lo ayudó a ser profesor de griego en Cambridge.
También se conoce el caso de Juan Díaz, quien fue mano derecha de Bucero y estuvo como secretario del lado protestante en el Coloquio de Ratisbona de 1546, hecho que le costaría la vida tras ser descubierto por un amigo de la familia y que este lo denunciara ante su hermano, Alfonso Díaz. Es decir, su propio hermano lo mandó a matar por ser protestante. Antonio del Corro, profesor en Oxford y educador del futuro rey de Francia, Enrique IV, también tuvo gran influencia dentro del protestantismo europeo, en especial en el anglicanismo.
Casiodoro de Reina, quien fue ordenado pastor luterano en tierras germanas, también escribió la primera Confesión de Fe para la iglesia española –en 1560 su versión en latín y en 1577 su versión en castellano–. Esta refleja un espíritu conciliador y evangélico respecto a las demás líneas protestantes y busca unión entre luteranos, reformados e incluso anabaptistas. También se puede mencionar a Adrián Saravia, pastor anglicano del siglo XVII, que participó en la traducción de la famosa Biblia King James, y a Vicente Joaquín Soler, quien fue el primer misionero español enviado más allá de Europa; llegó a Brasil en 1635, al nordeste brasilero que en ese momento era una colonia neerlandesa. Ejerció una gran influencia en Recife y alrededores, y llegó a ser conocido como “el padre de las misiones reformadas en Brasil”.
Hay más personajes importantes de la Reforma que fueron notorios en los siglos XVII y XVIII. Todos nos dejan ver que el protestantismo español no murió con los autos de fe, sino que se trasladó a servir en Europa, a una iglesia llena de vida con unas características muy evangélicas. Así, se construyeron puentes en vez de muros, y hubo una muestra del amor de Cristo entre los hermanos luteranos, calvinistas, anglicanos y anabaptistas, que al final eran miembros de una sola iglesia.
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El movimiento misionero en España (siglos XIX y XX)
España también fue bendecida de alguna manera por el movimiento misionero protestante del siglo XIX, aunque este no fue una “segunda reforma” (algunos lo defienden y llaman así), sino que fue parte de la Reforma no consumada. Esa vez el movimiento vino de afuera hacia dentro y fue más restauracionista que reformista. Además, coincidió con el siglo de oro de las misiones protestantes en el mundo y ayudó en el desarrollo de la Reforma hispana, pues de ahí nacieron iglesias históricas que existen hoy, como la Iglesia Evangélica Española (IEE) y la Iglesia Española Reformada Episcopal (IERE). Aunque tuvo sus altos y bajos, podemos describir este proceso así:
- Primera ola misionera (1835-1840): con personajes importantes como Guillermo Rule, Jorge Borrow y Robert Chapman.
- Entre los años 1840 y 1852, el periodo misionero se detuvo temporalmente.
- Segunda ola de actividad misionera (1852-1862): se debió al bienio progresista y a sus consecuencias liberales.
- Desde 1862 hasta 1868, comenzó una gran persecución al protestantismo que obligó a los misioneros a salir del país e incluso a los propios protestantes españoles a exiliarse en Gibraltar, como es el caso de Juan Bautista Cabrera, Antonio Carrasco y Francisco Rué.
- Tercera ola misionera (1868): la revolución liberal conocida como “La Gloriosa”, con el general Prim al mando, con la cual se permitió la actividad protestante en la nación.
Posteriormente, la monarquía fue instaurada y hubo cierta libertad. Agencias misioneras metodistas, bautistas, reformadas y de asambleas de hermanos, entre otras, mandaban obreros a España desde diferentes lugares del mundo, como Inglaterra, Alemania, Suiza, Escocia y Estados Unidos. Pero algo paralizó el progreso del protestantismo a través de las misiones: el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, la cual hizo que los misioneros volvieran a sus países y que muchos otros que pensaban ir a misiones se enlistaran en el Ejército. En el conflicto estaban implicados los países que más misioneros mandaban a España.
Para volver a hablar de un florecimiento misionero en España y una gran libertad, tenemos que irnos al periodo de la Segunda República, que comenzó el 14 de abril de 1931. Se experimentó un gran aumento de protestantes en España, fruto de las misiones.
Había, antes de que estallara la Guerra Civil en 1936, un número aproximado de 30.000 protestantes en el país. Después vino la dictadura de Francisco Franco, durante la cual se produjo una gran persecución contra la Iglesia evangélica en España; estar vinculado a ella significaba ir a la cárcel o incluso la muerte.
Después de la dictadura, en 1978, con la nueva constitución y el estado aconfesional, volvió de nuevo un movimiento misionero, más contemporáneo y parecido al que puede haber hoy. Llegó de Inglaterra, Escocia, Francia, Países Bajos, Alemania, EE. UU., Canadá e Iberoamérica. En 1992, la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (FEREDE) firmó acuerdos con el Estado, dando un paso importante de libertad en el ejercicio de la fe evangélica y la identidad protestante española. Otro factor más social fue que España empezó a crecer en gran manera desde que, en la década de los 80, entró la Unión Europea y comenzó a recibir muchos inmigrantes de otros países (sobre todo de Iberoamérica). Esto generó un gran crecimiento en la población evangélica y protestante del país.
¿En qué estado se encuentra la Reforma en España?
Al inicio del artículo dijimos que la respuesta corta a la pregunta de si hubo Reforma en España es sí, ¿pero por qué podemos afirmar esto? De acuerdo con lo que hemos dicho hasta aquí, podemos afirmar que:
- Podemos ver un legado.
- Hay una Confesión de fe.
- Existe un Catecismo debido a las contribuciones de Reina y la autoría de Pérez de Pineda.
- Escritos teológicos de Antonio del Corro.
- Se tradujo la Biblia al español con la participación de Enzinas, Pérez de Pineda, Reina y Valera.
Pero ¿en qué estado se encuentra la Reforma hoy? En España, esta tuvo otros derroteros y tiempos de cocción. Se pueden apreciar cuatro etapas distintas:
- La Reforma desde dentro: este fue su inicio y duró apenas tres décadas, desde el comienzo del siglo XVI hasta la mitad.
- La iglesia española en el exilio: desde mitad del siglo XVI hasta el siglo XIX. Contó con la importante influencia de los hispanos en la iglesia protestante en Europa.
- El movimiento misionero llegó a España: esto fue en el siglo XIX y sus consecuencias perduran hasta hoy (iglesias centenarias).
- Después de la dictadura, la libertad y los tratados del 92: la libertad del pueblo tras la redacción de la constitución y el reconocimiento de la iglesia evangélica como parte de la identidad española propiamente dicha en los tratados de 1992.
Se puede decir que la Reforma española comenzó en el siglo XVI y se consumó a finales del siglo XX. Hoy se tienen otros desafíos importantes, como reivindicar nuestra propia historia protestante española y ver que también hay una identidad histórica. Para esto, se debe mirar a la historia de la Reforma española con el objetivo de poder llegar a reformar la conciencia y pensamiento del pueblo español, tarea ardua, pero a la vez, esperanzadora, pues tenemos a Dios, quien es grande y capaz de hacer esto y mucho más.
Es importante conocer nuestra historia para entender el presente y construir así el futuro como iglesia hispana. Es difícil hablar de cinco siglos en un artículo, pero esta breve narración nos permite concluir que sí hubo una Reforma española.
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