¿Te imaginas nacer en una sociedad en la que se te ha discriminado por tu estatus desde tu nacimiento pero no se te permite avanzar económicamente? Esa es la realidad que viven millones de personas en la India, que paradójicamente es una de las naciones más ricas del planeta. La razón es el sistema de castas, la estructura social que allí opera y que ha influido notablemente en cómo los individuos se perciben a sí mismos, cómo se relacionan con los demás y qué posibilidades materiales tienen.
Las castas tienen sus raíces en las tradiciones religiosas antiguas de la India y se fundamentan en la idea de que cada individuo nace en grupos sociales predefinidos, los cuales determinan su posición económica, la ocupación o profesión que puede desempeñar y sus interacciones con otros. Se trata de un sistema con estratificación que pone una amplia distancia entre un nivel y otro.
¿Qué es una casta en India?
El término proviene del portugués 'casta', que significa raza o linaje. Los primeros registros históricos en los que se estableció esta estructura social, basada en el nacimiento y la ocupación, se hallan en los textos religiosos primitivos de la India, conocidos como los Vedas y los Dharmasastra. Es decir, se trata de una concepción originada en la antigua religión védica, que es diferente al hinduismo y que ha pervivido hasta hoy. De acuerdo a ese sistema, hay cuatro castas principales:
- Brahmanes: sacerdotes y académicos religiosos.
- Kshatriyas: guerreros y gobernantes.
- Vaishyas: comerciantes y agricultores con derechos de propiedad.
- Shudras: trabajadores y sirvientes.
También hay un grupo denominado dalits o “los intocables”, que históricamente ha sido discriminado y excluido de la sociedad. Debido a que los matrimonios entre miembros de castas diferentes están prohibidos y a que las interacciones están reguladas por múltiples normas y restricciones, las posibilidades de ascenso social son muy escasas.
Si bien el sistema de castas tuvo un origen en la religión védica, su influencia permea todas las facetas de la vida en este país. Desde su independencia, se han hecho grandes esfuerzos para eliminar la discriminación, sin embargo, las divisiones y desigualdades económicas persisten. También es un hecho que, tras la partición de la India británica entre India y Pakistán, la estructura ha logrado pervivir en la cultura de la sociedad pakistaní, que es mayoritariamente musulmana.
No son pocos los académicos (entre economistas, sociólogos y activistas) que reconocen que este sistema promueve la discriminación, la exclusión y la injusticia social. Este ha sido objeto de debates e intensas luchas por la igualdad y los derechos humanos en el país y se le ha atribuido gran parte del atraso económico (en términos de PIB per cápita y superación de la pobreza).
Lo anterior se debe a que, al no invertir en su recurso humano, India ha desaprovechado grandes oportunidades para alentar el crecimiento, promover la innovación, atraer la inversión extranjera y mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos. Aún así, el sistema de castas no ha impedido que hoy sea una de las naciones más adineradas del planeta en términos de ingresos netos, pues tiene una riqueza de aproximadamente 3.2 billones de dólares y ocupa el puesto número 5 en términos de PIB.
La casta más baja de la India, los dalits
Históricamente, los miembros de la casta más baja de la sociedad india han enfrentado variadas formas de rechazo por parte de las castas “superiores”. Se han prohibido el contacto físico con ellos y el constituir relaciones de amistad o parentesco. Se les ha relegado a labores como limpiar desechos, eliminar cadáveres de animales y otras tareas degradantes. Suelen encontrarse en una situación económica precaria que no les permite superar las condiciones de opresión que han experimentado históricamente.
Entre otras carencias que enfrentan, los dalits también pueden tener un acceso muy limitado a servicios como educación, atención médica y vivienda adecuada. Suelen ser excluidos de lugares públicos, como templos y pozos de agua, y a menudo enfrentan violencia y abuso por parte de quienes pertenecen a las castas superiores. Las mujeres experimentan doble discriminación debido a su género y situación económica, esto las hace particularmente vulnerables a la explotación, la violencia física y la sexual por parte de sus cónyuges, familiares y empleadores.
Un problema de identidad
La identidad adquirida por cuenta del sistema de castas se convierte en otro problema para quienes pertenecen a las inferiores. La posición social que se les asigna y la pobreza resultante termina generándoles carencia de autoestima, malas relaciones e incluso puede llevarles al suicidio. En ese sentido, la identidad de los dalits termina convirtiéndose en una especie de prisión de la cual se desea escapar sin poder hacerlo.
Un rayo de esperanza en la fe cristiana
Contrario a la injusticia y exclusión promovidas por el sistema de castas, el cristianismo brinda un mensaje que rompe con las discriminaciones históricas y les da a las personas una nueva identidad a través del nuevo nacimiento. En un contexto en el que la mayoría de la población profesa el hinduismo, la fe cristiana se abre paso poco a poco para traer un rayo de esperanza a las personas más marginadas y a todos aquellos que desean corresponder al llamado que el Señor les hace.
Los niños dalits que encuentran una nueva identidad en Cristo
En un reportaje para el medio de noticias evangélicas World, Bethel McGrew señala que varios niños de la casta dalit se reúnen en una pequeña iglesia de una aldea remota de la India para recibir el apoyo y la educación que no encuentran en las escuelas gubernamentales locales. McGrew informa que estos pequeños enfrentan grandes desafíos, pues históricamente se les ha negado el acceso a oportunidades educativas y se les ha excluido de múltiples esferas de la sociedad.
Ellos reciben el apoyo de Jehu, un joven indio y evangélico que, inspirado en el legado de su abuelo, se ha comprometido a hacer una diferencia real en sus vidas. Tras reconocer las múltiples carencias que enfrentan estos pequeños, Jehu creó la HopeGiving Foundation con el fin de brindar esperanza y empoderamiento a las generaciones más jóvenes y olvidadas en la región de Odisha.
Por medio de su programa educativo de alcance, Jehu y su equipo de maestros brindan dos horas diarias de tutoría y educación personalizada a los niños, lo cual les ayuda a disminuir la brecha educativa y a adquirir habilidades valiosas. El enfoque personalizado de esta misión evangélica es vital para superar las carencias de las escuelas públicas y permitir que los pequeños alcancen su máximo potencial.
En el programa, ellos reciben educación en diversas áreas, como matemáticas, inglés, formación cívica y su idioma regional, el oriya u odia. Además de las principales materias, Jehu y su equipo también comparten principios morales y valores cristianos con los niños. La educación que les brindan no solamente se centra en la adquisición de conocimiento, también en el desarrollo de habilidades que les permitan enfrentar un futuro más prometedor y desafiar las limitaciones impuestas por el sistema de castas.
Aun así, estos niños y sus familias enfrentan riesgos significativos como cristianos en una sociedad de mayoría hindú. La persecución y la discriminación contra los seguidores de Jesucristo en la India es una realidad constante. El rechazo por parte de las comunidades locales, la hostilidad de las autoridades gubernamentales y la presión de renunciar a su fe son desafíos bastante comunes que enfrentan todos los que se convierten al cristianismo. Esta realidad es mucho más preocupante y notoria para aquellos que pertenecen a las castas bajas.
El fundamentalismo hindú hace que la conversión al cristianismo sea percibida como una amenaza a la estructura social y a la identidad cultural de la India. En la mente de muchos ciudadanos aún persiste la idea de que ser indio es equivalente a ser hindú. Esto puede llevar a situaciones de acoso, aislamiento y violencia contra los cristianos por parte de la sociedad civil y de agentes gubernamentales.
Precisamente, con el fin de evitar represalias y ataques, muchos seguidores de Jesús clasificados como dalits prefieren practicar su fe de modo privado. En India, el número de los cristianos llega apenas al 2,3 % del total de la población y, aunque existen riesgos importantes para misiones como las de Jehu, ellos comparten el mensaje evangélico mientras continúan brindado educación y apoyo a los niños de esa casta.
La dedicación y sacrificio de Jehu y su grupo de maestros constituyen un ejemplo de cómo la fe puede inspirar acciones transformadoras y de valor, aun en medio de las circunstancias más desafiantes. Los niños de esa escuela y de esa iglesia hoy continúan experimentando un profundo cambio en sus vidas, no solo en su nivel de conocimientos académicos, sino también en su sentido de autoestima, dignidad y esperanza para un futuro mejor.
El cristianismo frente al sistema de castas
Al reconocer la forma en que Jehu y su equipo han mostrado el amor de Cristo en un contexto tan difícil, podemos identificar claramente la perspectiva cristiana frente al sistema de castas. Por su injusticia y discriminación, este es incompatible con los principios de igualdad y dignidad humana que encontramos en el evangelio, pues perpetúa las profundas desigualdades sociales y económicas. Lo anterior es contrario a los valores del Reino de Dios, como la ayuda al pobre y al necesitado.
El cristianismo sostiene que todas las personas merecen igualdad de oportunidades y un trato justo; evidencia que cada ser humano es creado a imagen de Dios y posee un valor intrínseco, independientemente de su origen o estatus. Además, la estructura cerrada del sistema de castas, en la que se restringe la relación con otras clases sociales, crea barreras y divisiones artificiales. Esto es contrario al sentido de comunidad de la fe cristiana y a la invitación que constantemente se hace en las Escrituras a compartir el amor y la gracia de Dios con otros.
El hinduismo y el sistema de castas
Los valores tradicionales hindúes han justificado históricamente el sistema de castas como una expresión del “orden cósmico” y el karma. En esa religión, la pertenencia de una persona a una clase social es determinada por las acciones que realizó en su “vida pasada”, es decir, se cree en la reencarnación. En ese sentido, quienes pertenecen a un nivel superior están más cerca de la divinidad y tienen mayores privilegios, mientras que los intocables se encuentran lejos y son los responsables de los trabajos degradantes.
Dado que el hinduismo tiene un sistema de valores en el que las buenas obras son recompensadas con el nacimiento en una “casta superior”, resulta imposible no observar la contradicción de la estructura social, que es injusta y desigual. De hecho, en ella no se hacen buenas obras en favor de las personas con menos recursos. Por eso, el contraste entre la visión cristiana y la hinduista es notable, el evangelio no niega la dignidad de un individuo por su origen.
La marginación y persecución de los cristianos en India
De modo irónico, el creer en Cristo pone a los ciudadanos por fuera de los limitados beneficios de un sistema gubernamental y legal que, poco a poco, ha sido moldeado por los valores occidentales. Hace algunas décadas, las castas más bajas empezaron a tener acceso gradual a beneficios por parte del Estado, como becas, protecciones legales y préstamos de viviendas.
Los miembros de la familia de Jehu, por ejemplo, tenían un certificado que les concedía un estatus de casta y los hacía elegibles para ciertos beneficios. Sin embargo, debido a que creen en Jesús, solo podían obtenerlos mintiendo. Precisamente, es lo que varios hacen: se presentan ante las oficinas gubernamentales declarando que son creyentes de una de las tres religiones oficiales (hinduismo, budismo o sikh-) y luego practican su fe cristiana en secreto.
Pero otros no quieren participar en ese juego, más bien desean ser reconocidos abiertamente como creyentes en Cristo. Esto es lo que han decidido hacer la familia de Jehu y un pastor local llamado Sadanand, quien también es de la casta dalit y que, al declararse cristiano ante la comunidad de la villa en la que vivía, fue expulsado y se vio obligado a luchar diariamente para sobrevivir. Hoy, Sadanand vive en una casa rota que no puede arreglar, mientras sus vecinos reciben subsidios y ayudas del gobierno.
Aparte de ese tipo de exclusión, ser cristiano en India puede conllevar riesgos. Es posible que el fundamentalismo hindú tenga más connotaciones políticas que religiosas. Esto se debe a que no tienen un texto base específico al que se pueda apelar como fuente de autoridad, así que las discusiones no suelen girar en torno a los dogmas y prácticas de su religión, sino a la identidad. Este fenómeno ha llevado a la creación de una ideología llamada “hindutva”, que engloba la justificación del nacionalismo y el establecimiento de una hegemonía hindú.
Para los proponentes de la hindutva, solamente aquellos que se adhieran a los principios de la “hinduidad” (o el ser hindú), tanto en términos nacionales como religiosos, pueden considerarse ciudadanos auténticos. Esto excluye automáticamente a los cristianos. La ideología fue presentada en 1922 por el activista, ideólogo y escritor Vinayak Damodar Savarkar y ha sido promovida por distintos partidos, entre ellos, el Bhratiya Janata Party, que actualmente se sitúa en lo más alto del poder con Narendra Modi como primer ministro.
Se intuyen grandes peligros en la hindutva, pues es una ideología que guarda múltiples semejanzas con el fascismo europeo de la Segunda Guerra Mundial y ha sido descrito como un movimiento de extrema derecha. También se señala que se basa en un conservatismo extremo y un absolutismo étnico.
La violencia del nacionalismo hindú que afecta a los cristianos y a los dalits
Especialmente en años recientes, la ideología nacionalista de la India ha llevado a un notable incremento de la violencia contra otros grupos religiosos, especialmente los musulmanes. Las acciones de los nacionalistas han sido condonadas y apoyadas de manera tácita por el partido de gobierno, e incluso usadas en estrategias de campaña electoral para ganar el apoyo de la población que se adhiere a la extrema derecha hindú.
La veneración de animales, como el ganado vacuno, y las restricciones al consumo de carne también han sido usadas para justificar la violencia contra musulmanes, cristianos y dalits.
El camino que abren los cristianos en un contexto de intolerancia religiosa e injusticia social
El cristianismo se sigue abriendo paso para dar testimonio de Cristo y resaltar la dignidad de los seres humanos. Así mismo, a pesar de que el gobierno ha promulgado leyes que restringen la conversión de hindúes a esta fe, algunas personas se mantienen en ella y son reacias a renunciar a su nueva identidad, que no se determina por lo material o por sus acciones, sino por el amor que Dios ha tenido para con ellos.
Los grupos y organizaciones cristianas de ayuda también continúan acercándose a los no creyentes en las comunidades más necesitadas mediante el servicio social, proporcionando educación, atención médica, alivio de la pobreza, entre otros servicios. En muchos casos, no hay un enfoque directo en la conversión, sino únicamente en las personas y en sus necesidades inmediatas, construyendo primero relaciones de confianza en las que sea posible poner el testimonio evangélico en acción.
Lo anterior ha sido fundamental para lograr que las comunidades más vulnerables puedan reconocer a los cristianos como dignos de fiar y se abran espacios para la evangelización. A pesar de las tensiones interreligiosas y del fundamentalismo hindú, que goza del apoyo tácito del gobierno, el cristianismo busca señalar un camino distinto y esperanzador para la India. Los dalits pueden sentir cómo el amor de Cristo se manifiesta a través de los creyentes.
Esta realidad es una invitación para los cristianos de todo el mundo a continuar visibilizando la situación por la que atraviesan nuestros hermanos en la fe y las comunidades vulnerables a las que sirven y anuncian el evangelio. También es un llamado a seguir orando al Señor para que la Buena Noticia se extienda en un terreno difícil y para apoyar, en la medida de lo posible, las acciones de aquellos ministerios que dan a conocer el rostro misericordioso del Señor a quienes se les ha etiquetado como “los últimos de la sociedad”.
Con información de World y el Pew Research Center.
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